PROCESOS ORGANIZATIVOS Y PATRIMONIO VIVO EN EL SUMAPAZ
Páramo del Sumapaz, en el sector conocido como Media Naranja. Foto: Camilo Escallón-IDPC, 2021.
Claudia López Hernandez
Alcaldesa Mayor de Bogotá
Catalina Valencia Tobón
Secretaria de Cultura Recreación y Deporte
Patrick Morales Thomas
Director Instituto Distrital de Patrimonio Cultural
Camila Medina Arbélaez
Subdirectora de Divulgación y apropiación del patrimonio cultural
Ana Milena Vallejo
Subdirectora de Gestión territorial del patrimonio
David Leonardo Gómez Manrique
Coordinador del proyecto Salvaguardia del Patrimonio Vivo Campesino del Sumapaz
vida campesina
Nicole Bejarano Guzmán
Enfoque de mujer y género
Nicole Bejarano Guzmán Juan David Benavides Sepúlveda Camilo Escallón Herkrath David Leonardo Gómez Manrique Camilo Mamian Benavides Valentina Soler López Libia Villalba Ramírez
Elaboración de textos y selección de imágenes
PROCESOS ORGANIZATIVOS Y PATRIMONIO VIVO EN EL
Álbum fotográfico de la familia Wilches, Bibilioteca Nacional de Colombia, Colección fotográfica del salón comunal de la vereda Nazareth. IDPC: Camilo Rodríguez, Ana Milena Vallejo, Camilo Escallón, David Gómez Manrique, Hadasha Cárdenas, Nicole Bejarano.
SUMAPAZ
Fotografías
Ximena Bernal
Coordinación editorial y edición
Yessica Acosta Molina Diseño gráfico
Alfredo Barón Leal
Gestión de imágenes
Bibiana Castro Ramírez Corrección de estilo
Portada/contraportada
Multi-impresos Impresor
Impreso 978-628-95853-6-0 ISBN
Digital 978-628-95853-7-7
2023 Instituto Distrital de Patrimonio Cultural /Sello editorial IDPC
Foto de María Jesús Mican y Ubaldina Chingaté, mujeres mayores, parteras de Betania. Entre las dos recibieron cientos de vidas de este territorio. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023. Solapas
Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
Ercilia Pulido, hija de la señora María Jesús Castiblanco Pulido, partera de la vereda Santa Rosa. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2022.
DEL “VALOR UNIVERSAL EXCEPCIONAL” DE SUMAPAZ, AL DE LA CULTURA CAMPESINA
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Agradecimientos Es menester dar agradecimientos a todas las personas y organizaciones que brindaron parte de su tiempo y conocimientos para la construcción de esta publicación. Sus contribuciones no solo fueron esenciales para el trabajo aquí presentado, sino también para visibilizar y reconocer el patrimonio vivo de los y las campesinas de la localidad de Sumapaz, su historia social, sus arraigos políticos, y sobre todo, la persistencia y fortaleza comunitaria que da cuenta de la identidad cultural campesina sumapaceña. El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) agradece principalmente a las personas que brindaron sus voces e imágenes para estructurar esta publicación. Líderes y lideresas de la localidad que mantienen legados sociales y políticos vivos en la defensa del territorio: Esperanza Rubiano Benavides, Parmenio Poveda, Misael Baquero, Alfredo Díaz Benítez, Aracely Romero “Estrella Guerrera”, Matilde Mora Poveda, Libia Villalba Ramírez, Francisco Ramírez, Fidel Pérez Dimaté, Horacio Gutiérrez, Geraldine Rubiano, Edilma Wilches, Gerardo Riveros, Rosalba Rojas Torres, Diego Riveros Espinosa, Daniel Rojas, Claribel Martínez Hilarión, Ana Rosa Bautista, Gildo Torres Gonzáles, Rosa Tilia González Cruz, Elsa González, María Eugenia Gonzalez, Ana María Cifuentes, Gilberto Dimaté, Martha Carvajal, Liberato Tautiva, Laura Cortes Urquijo, Duber Dimaté, Anatilde Molina, Mariela Baquero, Deisy Moreno, Patricia Melo, Nayibe Molina, Rafael Gómez, Erasmo Pulido, Mayerly Romero, Humberta Romero Criollo, Natalia Romero, Arnidia Runza, Carlos Morales, Andrea Moya, María Jesús Mican, Ubaldina Chingaté, Alba Luz Vergara, María
Edilia Wilches, Nelly Chingaté, Lilia María Moreno y María de Jesús Castiblanco Pulido. A su vez, agradecemos a los y las participantes de los diferentes talleres, encuentros y recorridos que a lo largo del proceso de identificación del patrimonio vivo de la localidad de Sumapaz aportaron ideas, comentarios y opiniones para la construcción de esta publicación. Del mismo modo a las organizaciones sociales que fueron las que permitieron iniciar el proceso de identificación y salvaguarda del patrimonio vivo de la localidad, y brindaron apoyo en la realización de las diferentes actividades: Asociación de Juntas de Acción Comunal de Sumapaz (ASOJUNTAS), Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Sumapaz (Sintrapaz), Consejo Local de Mujeres de Sumapaz, Grupo de Investigación en Estudios Agrarios y Campesinos Suma-paz, Consejo Local de Sabios y Sabias de Sumapaz, Juntas de Acción Comunal de las veredas: Santa Rosa, Taquecitos, Auras, Ánimas, Nazareth, Sopas, Laguna Verde, Peñalisa, Betania, Istmo, Tabaco, Vegas, Chorreras, Lagunitas, San Juan, San Antonio, Toldo, Capitolio, Santo Domingo, La Unión, Tunal Bajo, Concepción, Nueva Granada y San José. El IDPC valora y agradece a la memoria de todos esas mujeres y hombres que lucharon y dieron su vida por defender sus familias y la pervivencia del campesinado sumapaceño en la localidad y la región. Sus herencias y legados son parte estructural del presente texto y el reconocimiento a su patrimonio vivo era una deuda pendiente con toda la localidad.
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VIDA CAMPESINA
Contenido
DEL “VALOR UNIVERSAL EXCEPCIONAL” DE SUMAPAZ, AL DE LA CULTURA CAMPESINA
Cantina de recolección de leche. Foto: Camilo Escallón-IDPC, 2022.
10 Presentación 14 Del “valor universal excepcional” del Sumapaz,
al de cultura campesina
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El territorio pasa por el páramo, por la memoria y por los cuerpos
50 Las relaciones cuerpo-territorio 55 Formas de habitar el territorio 57 Territorialidad campesina del Sumapaz como patrimonio
vivo de Bogotá
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Procesos organizativos campesinos: pervivencia y corazón del ser sumapaceño
Memorias campesinas de luchas sumapaceñas por el territorio y la pervivencia 109 Los procesos organizativos como patrimonio vivo del Sumapaz 82
autonomía: principio y mandato que 120 La une el tejido de la vida organizativa 125 Mandato por la tierra 134 Exigibilidad de derechos 149 Políticas públicas y conflictos con el Estado 153 Mandato de las mujeres
y potencialidades del 162 Sentidos patrimonio vivo reconocido
166 Solidaridad campesina como eje fundamental
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para la acción colectiva y organizativa
170 Potencialidades del patrimonio vivo
Presentación
Sumapaz se encuentra abrazado por el páramo más amplio del planeta y comprende la localidad rural más grande de la capital. Esto significa que la vida que allí acontece, especialmente la del campesinado, que lleva habitando este territorio desde hace más de cien años, ha tejido relaciones particulares con el entorno y con una tierra que le es a la vez cuerpo, hogar, lucha y memoria. El campesinado de Sumapaz reconoce, mediante sus propios relatos, la fuerza de las huellas que han dejado la violencia y la estigmatización ideológica a causa del conflicto por la tenencia de la tierra en el país a lo largo del siglo XX e inicios del XXI. También reconoce que esta historia, que atraviesa sus formas de relacionarse, habitar y manifestarse, es quizás el núcleo que ha dado impulso a unas formas y procesos organizativos particulares. Y en este eje es donde se encuentra el patrimonio que vive y que nutre la vida de campesinas y campesinos del Sumapaz. Vida campesina. Procesos organizativos y Patrimonio Vivo en el Sumapaz recoge el trabajo realizado por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural desde 2020 en el borde sur rural de la capital, en el marco del proyecto de Salvaguardia del Patrimonio Vivo Campesino. Se trata de un proceso que ha permitido sacar a la luz la necesidad del campesinado de Sumapaz de manifestar tanto sus propios principios y mandatos para identificar su patrimonio como su rechazo tajante a iniciativas externas de patrimonialización que se centran en el criterio de valor universal excepcional de la biodiversidad del Sumapaz, en términos de fauna y flora, al tiempo que desatienden las formas específicas en que el campesinado ha habitado este territorio históricamente. Si bien esta publicación explora los conocimientos y manifestaciones asociados a la cotidianidad de la vida campesina, centra su mirada en la fortaleza organizativa 10
de quienes habitan el páramo. De la mano de conceptos como pervivencia, autonomía y exigibilidad de derechos; de la identificación de los conflictos históricos con el Estado, y de los mandatos propios para el uso y tenencia de la tierra, junto con el promulgado por las organizaciones de mujeres, se configura el tejido social, cultural y territorial de los procesos organizativos en Sumapaz recogidos en el presente título. Es este tejido, comprendido como patrimonio vivo, el que ha permitido a los campesinos y campesinas del Sumapaz continuar habitando el páramo, lugar en donde está su hogar. Un hogar en el que han construido una particular noción de territorialidad en la cual se arraigan su sentido de colectividad, su agencia política y su memoria. Patrick Morales Thomas Director general Instituto Distrital de Patrimonio Cultural
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Mujer campesina transportando víveres. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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Del “valor universal excepcional” de Sumapaz, al de la cultura campesina David Gómez Manrique, Camilo Escallón Herkrath
La localidad 20 de Bogotá (Sumapaz) es la más extensa de las que conforman el Distrito Capital. Vecina de Usme y Ciudad Bolívar, se ubica al extremo sur de la ciudad y colinda con los municipios de Pasca, San Bernardo, Cabrera, Venecia, Une y Gutiérrez, en el departamento de Cundinamarca; así como con los municipios de Cubarral y Guamal en el departamento del Meta, y el municipio de Colombia en el departamento del Huila. Esta zona se incorporó a Bogotá a partir de diciembre de 1986, durante la alcaldía de Julio César Sánchez. El Concejo Distrital, mediante el Acuerdo 9 del mismo año, reconoció una parte de la región del Sumapaz como la localidad 20 de la capital colombiana. En aquel entonces, esta localidad estaba compuesta por 78.095 hectáreas netamente rurales y se creó la Alcaldía Menor Rural de Sumapaz (Concejo del Distrito Especial de Bogotá, diciembre de 1986). La decisión de adjudicar parte de la región del Sumapaz a la ciudad de Bogotá tuvo implicaciones directas en las formas de vida de los habitantes de la zona, que son evidentes hasta la fecha. El estatus político-administrativo de la localidad le permite recibir un presupuesto considerable, teniendo en cuenta su reducida población. Esto da lugar a una distribución particular de los recursos distritales, lo cual constituye un caso excepcional en términos de inversión estatal. Tal circunstancia tiene repercusiones en la capacidad de la Administración distrital para cubrir necesidades básicas, invertir en lo social y hacer presencia institucional.
Semillas. Bogotá. Foto: David Gómez Manrique-IDPC, 2022.
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La localidad está dividida en 3 corregimientos y 28 veredas. El corregimiento de Nazareth comprende 8 veredas; el de Betania, 6, y el de San Juan de Sumapaz, 14. Aunque algunos informes mencionan entre 32 y 40 veredas, el Departamento Administrativo de Planeación Distrital afirma que muchas de estas divisiones corresponden a subdivisiones de veredas ya existentes. Betania se encuentra en el extremo norte del Sumapaz y es el más pequeño de los tres corregimientos, con una extensión de 6.243,01 ha. El corregimiento de Nazareth tiene 22.631,59 ha y se creó en 1903, junto con Betania, como parte del antiguo globo Santa Rosa de la gran hacienda Sumapaz. En 1971 nació el corregimiento de San Juan, con un territorio de 27.702,27 ha, dividido en 14 veredas, como ya se mencionó anteriormente. La localidad es, entonces, de carácter ciento por ciento rural, habitada por campesinas y campesinos. Vivir en el páramo más grande del planeta, en el que la biodiversidad en términos de fauna y flora es una de sus características más sobresalientes, implica una serie de relaciones de habitabilidad, identidad y prácticas culturales particulares con el entorno. Esta característica ha significado a su vez la generación de tensiones latentes con la ciudad urbanizada, así como con latifundistas y especuladores de la tierra, y también en el contexto del conflicto armado que sufrió el país a lo largo del siglo XX e inicios del XXI. Dicha situación ha conllevado que, durante su trayectoria, la organización campesina en Sumapaz se haya constituido en herramienta fundamental de permanencia y defensa de su hogar. En ese marco, puede comprenderse por qué la cultura campesina sumapaceña es un referente del cuidado consciente y sistemático del páramo que constituye a esta zona, y por qué da cuenta del desarrollo de procesos sociales y políticos de organización y de interacción con la naturaleza, así como de la lucha por el territorio, la resistencia y la pervivencia campesina.
17 Taller de identificación del patrimonio vivo de Sumapaz. Bogotá. Foto: David Gómez Manrique-IDPC, 2022. A través del acercamiento al patrimonio vivo, se ha buscado crear un ejercicio colectivo con las comunidades sumapaceñas para visibilizar y fortalecer los procesos organizativos y los conocimientos que estas reconocen como parte de su historia y su identidad, tales como los saberes y tradiciones en torno a la naturaleza, la salud, las formas de producción, el arte y la partería.
El proyecto de salvaguardia1 del patrimonio vivo campesino del Sumapaz desarrollado desde el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) tiene como premisa reconocer esta cultura campesina. El patrimonio vivo se entiende como el conjunto de prácticas, saberes, conocimientos y tradiciones culturales transmitidos de generación en generación por las comunidades campesinas, que son reconocidos por la propia comunidad como parte de su historia y su cotidianidad, y que pueden contribuir significativamente 1 Se entiende por salvaguardia las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos, siempre con la interlocución y participación de las comunidades a lo largo del proceso.
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al fortalecimiento de los derechos culturales del campesinado. Si bien inicialmente esta noción resulta un sinónimo de patrimonio cultural inmaterial2, al usar el término patrimonio vivo buscamos enfatizar la constante evolución, el dinamismo y la vitalidad de las prácticas culturales campesinas, y sus múltiples interacciones con otras dimensiones del patrimonio cultural (como por ejemplo el patrimonio material y el patrimonio natural). Concebir el patrimonio como vivo destaca el potencial del patrimonio cultural para hacer frente al futuro a partir de la consciencia del presente y del pasado, así como el carácter dinámico de la cultura, el papel activo que tienen las comunidades en la práctica y transmisión de sus tradiciones culturales, y la capacidad del patrimonio de transformarse y reinventarse de acuerdo a los contextos particulares en los cuales tiene lugar. Las acciones desarrolladas por el IDPC en Sumapaz iniciaron en el año 2020. Si bien se orientaron en ese momento a los valores ambientales, poco a poco se fueron transformando para enfocarse en el papel de las comunidades campesinas y su interacción con el páramo. Inicialmente, la ruta de acción del proyecto Sumapaz giró en torno a un proceso de reconocimiento como patrimonio mundial de la humanidad con el que se buscó crear una ruta metodológica siguiendo los lineamientos de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural3, que se planeó en cuatro fases: investigación y documentación, concertación social y política, relaciones institucionales y comunicaciones. Como resultado del trabajo desarrollado durante el 2020, el proyecto produjo un documento de caracterización territorial, ambiental e histórica, en el que primaba una identificación del patrimonio cultural vivo desde el enfoque de
2 El patrimonio cultural inmaterial comprende los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes, y que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconocen como parte integrante de dicho patrimonio, según los lineamientos establecidos en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003 de la Unesco. 3 Unesco, Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (1972), https://whc.unesco.org/archive/convention-es.pdf
paisaje cultural que buscaba reconocer las diversas relaciones entre los y las habitantes de Sumapaz con el páramo. La reacción de la comunidad sumapaceña frente a esta propuesta fue de profunda desconfianza. Hablar de “patrimonio de la humanidad” y centrar el proceso en los criterios de la excepcionalidad natural del páramo planteados por la Convención de 1972 revivió temores históricos del campesinado acerca de los intereses externos que se ciernen sobre el control del Sumapaz y sus recursos, y que han impactado de manera negativa al campesinado. En su concepto, una declaratoria como esta no reconocía adecuadamente el papel de los y las habitantes de Sumapaz como cuidadores históricos del páramo. Por el contrario, dicha acción amenazaría su presencia bajo viejos criterios de “conservación sin gente”, al partir de la idea ficcional de una naturaleza prístina no tocada por las personas. Este modelo podría terminar considerando a los campesinos y campesinas como enemigos u obstáculos para la conservación del Sumapaz. La Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural se fundamenta en el principio de preservar y proteger el patrimonio cultural o natural de valor universal excepcional a través de la cooperación internacional, especialmente en tiempos de guerra o adversidades. En el siglo XIX, se consolidó la concepción de que el patrimonio cultural es un bien común, equiparable al conocimiento científico, que reviste importancia no solo para aquellos que habitan en su entorno o lo utilizan, sino también para todos los habitantes de la misma región o país, e incluso para la humanidad en su conjunto. De esta forma, surgió la noción de que el patrimonio cultural que posee un “valor universal excepcional” merece una atención especial por parte de la comunidad internacional. Bajo este paradigma, la finalidad de la Convención de 1972 es establecer “un sistema eficaz de protección colectiva del patrimonio cultural y natural de valor excepcional, organizada de una manera permanente y según métodos científicos y modernos”. Se ampara en la premisa de que “el patrimonio cultural y el patrimonio natural están cada vez más amenaza-
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dos de destrucción no solo por las causas tradicionales de deterioro, sino también por la evolución de la vida social y económica que las agrava con fenómenos de alteración o de destrucción”4. El principal punto de desconfianza fue el criterio de valor universal excepcional, elemento central para la Convención sobre la Protección del Patrimonio Actividad de identificación del patrimonio vivo del Sumapaz. Mundial, Cultural y Natural. Ante Bogotá. Foto: David Gómez Manrique– IDPC, 2021 esta recepción y a partir de los acercamientos al territorio y las conversaciones con las organizaciones campesinas y la comunidad en general, que permitieron vislumbrar las realidades sociales y políticas de los y las habitantes de Sumapaz, en 2021 el IDPC propuso un cambio de enfoque centrado en el reconocimiento del patrimonio cultural inmaterial campesino entendido desde la amplitud del concepto del patrimonio vivo, es decir, el conjunto de prácticas, saberes, conocimientos, expresiones y técnicas que los y las campesinas sumapaceñas pudieran reconocer como parte de su historia y su cotidianidad. El nuevo enfoque se centró en otro instrumento de la Unesco, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 20035. La reorientación implicó un cambio de paradigma, en el que las comunidades campesinas asumieron un papel central en el proceso de identificación, definición y salvaguardia del patrimonio vivo, luego de reconocer su presencia histórica en el territorio y sus prácticas culturales como constructoras de territorialidad. El cambio de ruta se llevó a cabo considerando los criterios políticos y de gobernanza que los habitantes del Sumapaz han establecido en su territorio. Entre ellos, se encuentra el rechazo al turismo en el páramo, la precaución en la 4 Unesco, Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, preámbulo. 5 Unesco, Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003), https://ich.unesco.org/es/convenci%C3%B3n
relación con las instituciones y el constante trabajo por la autonomía y la preservación de su identidad campesina. El cambio de enfoque permitió que el proyecto se centrara en el desarrollo de un proceso participativo para la salvaguardia del patrimonio vivo de la cultura campesina sumapaceña y en el fortalecimiento de las capacidades de gestión del patrimonio campesino. Para ello, se propusieron actividades que promovieron su visibilización y salvaguardia. El nuevo enfoque resonó de manera clara en el campesinado, puesto que hay un evidente deseo de salvaguardar la cultura campesina, pero sin imposición externa. Esta mirada permitió reconocer dos pilares fundamentales de la identidad campesina sumapaceña6, y por ende de su patrimonio vivo: la autonomía, entendida como resultado del proceso continuo de construcción de propuestas de vida alternativas desde lo campesino; y la pervivencia, entendida como respuesta desde el campesinado a una relación históricamente conflictiva con el Estado colombiano. En conjunto, en Sumapaz ambos pilares confluyen en la construcción y defensa de la cultura campesina, y su visibilización a través de su salvaguardia como patrimonio vivo puede convertirse entonces en un camino para fortalecer sus propios reclamos y luchas.
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El patrimonio vivo como herramienta para el campesinado En Colombia el patrimonio cultural inmaterial ha estado mayoritariamente ligado a poblaciones marcadas étnicamente. De hecho, al revisar la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial del país, se evidencia la mínima presen6 Retomamos estos dos pilares de lo planteado por el Grupo de investigación en estudios agrarios y campesinos Suma-Paz en el documento “Debates y tensiones sobre la declaratoria de Sumapaz como patrimonio desde la persepectiva campesina” producto de la Beca de Investigación “Debates y Tensiones del Patrimonio” del Programa Distrital de Estímulos del IDPC en 2021. Agradecemos al grupo de investigación por compartir con nosotros sus reflexiones y críticas.
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cia de manifestaciones culturales definidas como campesinas. A excepción de los cantos de trabajo del Llano7 —reconocidos en 2013 como patrimonio cultural inmaterial de Colombia e inscritos en 2017 en la Lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad que requiere medidas urgentes de salvaguardia—, cuesta identificar otra manifestación cultural que se identifique principalmente como campesina. Como lo señala el mismo Ministerio de Cultura de Colombia8, en el país existe una tendencia a menospreciar la cultura y los elementos campesinos, y se cree que los pobladores rurales deben modernizarse y transformarse para adaptarse al modelo de desarrollo económico que se persigue. Esta actitud desvaloriza el aporte que los campesinos hacen al país en términos de cultura, paisajes y seguridad alimentaria, y también lleva a que los jóvenes de estas comunidades abandonen el campo en busca de otras oportunidades. Además, esta negación e invisibilización del campesinado aún se refleja en la falta de reconocimiento explícito en el marco constitucional y en instrumentos de ordenamiento y desarrollo. La valoración del patrimonio vivo en Sumapaz implica reconocer y respetar la diversidad cultural existente en el campo, lo que a su vez permite valorar la existencia de diferentes formas de vida, de conocimientos y de prácticas 7 “Los cantos de trabajo de Los Llanos de Colombia y Venezuela son una práctica cultural de comunicación vocal consistente en cantar individualmente melodías a capela sobre temas relacionados con el arreo y ordeño del ganado. Fruto de la estrecha relación existente entre las poblaciones llaneras con el pastoreo de bovinos y los caballos, esta práctica forma parte del sistema tradicional de crianza de ganado de Los Llanos, que sintoniza perfectamente con la dinámica de la naturaleza y el medio ambiente de esta región. Los cantos narran vicisitudes de la vida individual y colectiva de los llaneros y se transmiten oralmente a los niños desde su infancia. La vitalidad de la práctica de este elemento del patrimonio cultural se ha visto mermada paulatinamente por toda una serie de cambios socioeconómicos y políticos que han modificado considerablemente el universo cultural de las comunidades de Los Llanos. Toda una serie de ambiciosos planes de ordenación territorial concebidos con una perspectiva desarrollista han conducido a hondas transformaciones no solo de los sistemas de propiedad y uso de la tierra, sino también de los espacios naturales, sociales y culturales donde se interpretan los cantos”. “Cantos de trabajo del Llano”, Ministerio de Cultura, https://patrimonio.mincultura.gov.co/legislacion/ Paginas/Cantos-de-trabajo-del-Llano.aspx 8 María Clara van der Hammen, comp., Entre memorias, haceres y saberes: intercambios y conversaciones sobre el patrimonio cultural inmaterial campesino en Colombia. Convenio Patrimonio Cultural Inmaterial desde la perspectiva local (Bogotá: Ministerio de Cultura; Tropenbos Internacional Colombia, 2014).
culturales que son propias de cada comunidad campesina sin exigir un marcador étnico. Esto conlleva, por ejemplo, la reivindicación de los derechos culturales del campesinado que incluyen la libre determinación cultural, la preservación y promoción de sus propias culturas, y participar en la vida cultural de la sociedad en igualdad de condiciones. Así, por ejemplo, el documento técnico elaborado inicialmente en 2017 por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) para conceptualizar lo campesino en Colombia señala cómo el campesinado se constituye “al poner en práctica unas maneras específicas de vivir, de pensar y de estar en las zonas rurales, que se concretan en unas características culturales distinguibles”9. Para el Icanh, el campesinado es un sujeto intercultural cuya identidad se construye principalmente a partir del autorreconocimiento individual, familiar y comunitario como parte de una colectividad campesina, lo que implica una relación estrecha con la familia y la comunidad como nodos de la organización social y de trabajo campesino. Además, esta identidad se articula con redes locales y regionales que lo conforman culturalmente. Los campesinos son quienes “practican comunitariamente la vida campesina”10, sustentada en patrones de vida específicos. Son sujetos que existen en el campo, y allí generan pertenencias y representaciones a partir de su arraigo con la tierra, sus conocimientos, saberes, memorias y formas de hacer aprendidas y transmitidas intergeneracionalmente. En ese sentido, identificar y salvaguardar estos elementos que constituyen parte de su patrimonio vivo contribuye a reconocer la dimensión sociocultural de su existencia como sujetos políticos. De hecho, puede ser una herramienta de resistencia frente a la invisibilización, la explotación y las injusticias que han padecido como colectividad. Las comunidades campesinas han sido históricamente víctimas de la discriminación y la exclusión social, lo que ha llevado a 9 Icanh, Conceptualización del campesinado en Colombia. Documento técnico para su definición, caracterización y medición (Bogotá: Icanh, 2019), 19, https://publicaciones.icanh.gov.co/index.php/picanh/catalog/view/33/311/3172 10 Icanh, Conceptualización del campesinado en Colombia, 20.
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la pérdida de sus territorios, sus recursos y sus formas de vida. La valoración y protección del patrimonio vivo contribuye a reconocer sus modos de resistencia frente a estas injusticias, a reivindicar su identidad cultural, y se vuelve un argumento adicional para reclamar su derecho a un desarrollo sostenible y justo. Dado que el campesinado sumapaceño ha identificado su fortaleza organizativa como el pilar central de su patrimonio vivo, es necesario detenerse brevemente en esa premisa y aclarar su importancia para el enfoque de la presente publicación. Posteriormente, se resumen algunos puntos clave para entender la relevancia del Sumapaz desde la dimensión ecológica, y finalmente se cierra este apartado con la explicación de la estructura de la presente publicación.
LOS PROCESOS ORGANIZATIVOS COMO EJE DEL PATRIMONIO VIVO CAMPESINO EN SUMAPAZ
Actividad de identificación del patrimonio vivo del Sumapaz con la organización social de mujeres sobre uso de plantas medicinales, vereda Vegas, Centro Agroecológico. Bogotá. Foto: Hadasha Cárdenas-IDPC, 2021.
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La riqueza cultural del campesinado sumapaceño es inmensa y se puede entender en las profundas relaciones históricas que las personas han tenido por más de cien años con un territorio particular como es el páramo y el bosque alto andino. Una de las manifestaciones más importantes de esa riqueza cultural sumapaceña han sido los procesos organizativos campesinos. Como expresión cultural sumapaceña, los procesos organizativos campesinos hacen referencia a las formas y dinámicas sociales, políticas y culturales que los campesinos y campesinas han desarrollado para luchar y defender su territorio y la vida en este. Los procesos organizativos se encuentran en el centro de las construcciones de identidad campesina, ya que se fundamentan en un sentir solidario y recíproco de comunidad y son el referente por excelencia del autorreconocimiento como campesinos y campesinas. Los procesos organizativos campesinos de Sumapaz mantienen unas bases históricas sólidas en las luchas originarias por la tierra. La lucha agraria es el germen de la cons-
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trucción social y comunitaria de tales procesos que han permitido la pervivencia del campesinado en el territorio pese a las difíciles condiciones que han tenido que sobrellevar a lo largo de la historia. Así pues, los procesos organizativos son a la vez el origen y el resultado (la causa y la consecuencia) de reclamos históricos por la autonomía que el campesinado ha defendido de generación en generación. No se puede limitar los procesos organizativos campesinos del Sumapaz solamente a la localidad 20 del distrito; por el contrario, estos hacen parte de un profundo y complejo entramado histórico, geográfico, social y político de relaciones con municipios de Cundinamarca, el oriente del Tolima y del Meta, que consolidan lo que se conoce como región del Sumapaz11. Estas relaciones han enriquecido y hecho más fuertes los procesos organizativos que se han convertido en la principal herramienta social y comunitaria para defender su territorio y continuar sus luchas. Por ello, las organizaciones en Sumapaz son la materialización de esos procesos sociales y políticos heredados que tienen más de un siglo de vida. La comunidad en Sumapaz históricamente ha adquirido la responsabilidad de continuar los procesos de lucha y defensa que sus antepasados les han dejado a través de las organizaciones. De aquí que existan asociaciones responsables de distintos temas de la vida comunitaria en Sumapaz, por ejemplo, aquellas relacionadas con temas productivos, educativos, artísticos, sociales, ambientales, entre otros. Así, en la diversidad, responden a ese legado comunitario de luchar por un bienestar común y defender su territorio de intereses externos. Desde la solidaridad como baluarte comunitario sumapaceño, la unión y reunión comunitaria para la resolución de problemas y el mejor bienestar ha contribuido a que se mantengan vivos prácticas, saberes y tradiciones propios del campesinado del Sumapaz que se enmarcan en la relación con la tierra y con las personas que la trabajan. Es así 11 En esta región confluyen municipios del departamento de Cundinamarca como Fusagasugá, Pasca, Cabrera, Venecia, Pandi, Arbeláez y San Bernardo; del departamento del Tolima, como Icononzo, Villarrica y Cunday; del departamento del Meta, como La Uribe y Cubarral; y, por qué no, la zona rural de la localidad quinta de Bogotá, Usme.
como los procesos organizativos campesinos no solamente han estado disponibles como herramienta de lucha social y política, sino como base de la cultura y el patrimonio campesino del Sumapaz. En las comunidades campesinas de la localidad 20 existe la firme convicción de que los procesos organizativos son el eje central de la vida comunitaria, ya que a través de estos es posible indagar por el ser y hacer campesino y preguntarse por la identidad campesina sumapaceña. En palabras de Geraldine Rubiano, una joven lideresa campesina, la organización y la lucha social son
algo que se transmite de generación en generación y es el orgullo de la familia, es el orgullo por la historia y por los antepasados. Desde el más chiquito hasta el más grande, nosotros sabemos qué hizo nuestro tío, nuestro abuelo, cómo fue ese proceso, el orgullo que se carga por eso y el respeto que todavía causa.12 Por esta razón, los procesos organizativos campesinos de Sumapaz se ubican en el corazón del patrimonio vivo campesino sumapaceño, porque a partir de allí, de los procesos históricos y sociales, se construye una comunidad, guiada por herencias y legados familiares y comunitarios anclados a una identidad rural, campesina y agraria; pero, sobre todo, una comunidad luchadora, organizada y solidaria.
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SUMAPAZ: PÁRAMO Y COMPLEJO BIODIVERSO El complejo de páramos Sumapaz - Cruz Verde13 comprende cerca de 315.000 hectáreas y representa casi el 12 % de las 2.850.000 hectáreas de páramos colombianos, y se constituye así en el más grande del país. Adicionalmente, resulta importante mencionar que en Colombia están un poco más 12 Entrevista personal, 2022. 13 Comprende la extensión de la localidad de Sumapaz, el área del complejo de páramos por fuera de la jurisdicción de Bogotá y el área del parque nacional natural.
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Salón comunal Nueva Granada. Bogotá. Foto: Nicole Bejarano– IDPC, 2021
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de la mitad de los páramos del mundo, y Sumapaz es el más grande del planeta. Comprender esta característica de Sumapaz, desde el punto de vista ambiental y biodiverso, permite tejer relaciones con las prácticas y saberes de patrimonio vivo campesino de esta localidad, pues, a pesar de la importancia y extensión del complejo de páramos Sumapaz - Cruz Verde en Colombia, así como de la presencia de la mayoría de los páramos del mundo en el país, es relevante destacar que hasta ahora no se ha abordado ningún páramo desde la perspectiva del patrimonio cultural en Colombia. Aunque estos ecosistemas y sus elementos asociados (glaciares, cuerpos de agua de alta montaña, bosques andinos y altoandinos) están protegidos por diversas figuras de conservación, la valoración de su riqueza en términos de patrimonio cultural aún no ha sido explorada en profundidad. Desde el punto de vista ambiental, si bien están los casos de los complejos de páramos asociados a los patrimonios arqueológicos de la Sierra Nevada de Santa Marta y de San Agustín y Tierradentro en el Huila, además del caso del paisaje cultural cafetero y su relación con algunos complejos de páramos de las cordilleras Central y Occidental, el conjunto de páramos Sumapaz - Cruz Verde, por su extensión e importancia estratégica con respecto al aporte de agua a Bogotá y a la regulación hídrica de cuencas de Orinoquía, Amazonía y Magdalena-Caribe, es fundamental como estrella hídrica nacional y representativo del paisaje andino cundiboyacense. Los sistemas de alta montaña tropical como Sumapaz constituyen territorios elevados en cordilleras y sierras, situados en la franja ecuatorial del planeta, y son piezas claves en la regulación del ciclo hídrico a nivel mundial. En cierta medida, se consideran los reservorios de agua del mundo, gracias a que un gran porcentaje de ciudades dependen del líquido que proviene de estos ecosistemas de alta montaña14. Por ejemplo, el territorio en montaña andina 14 Buytaert et al., “Human Impact on the Hydrology of the Andean Paramos”, Earth Science Reviews 79 (2006), https://dokumen.tips/document/human-impact-on-the-hydrology-of-the-andean-paramos.html?page=1
Taller identificación del patrimonio vivo campesino de Sumapaz. Bogotá. Foto: David Gómez Manrique– IDPC, 2021
en Colombia es solo del 25,5 %, pero concentra más del 90 % de la población nacional15. Las características hidrológicas de Sumapaz lo hacen un lugar excepcional para la regulación del ciclo del agua. Tanto así, que se le podría considerar como el gran reservorio de agua de las montañas tropicales del mundo. En lo que respecta a la biodiversidad, en el complejo de paramos Sumapaz - Cruz Verde se contabilizan más de 41.000 registros biológicos en la base de datos del Global Biodiversity Information Facility (GBIF, Sistema Global de Información sobre Biodiversidad)16, incluyendo registros de especímenes preservados, muestras de material genético y observaciones de campo. A partir de la misma base de da15 FAO, “Diagnóstico de montaña, proyecto FAO TPCRLA 3301. Caso Colombia”, https:// www.fao.org/fileadmin/templates/mountain_partnership/doc/TCP_Andes/DIAGNOSTICO_DE_MONTA%C3%91A_COLOMBIA-FAO__2_.pdf 16 El GBIF es una red internacional y una infraestructura de datos financiada por los Gobiernos de diferentes países alrededor del mundo. Su objetivo es proporcionar acceso abierto a datos sobre todas las formas de vida en la Tierra a cualquier persona en cualquier lugar.
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Identificación del patrimonio vivo campesino. Bogotá. Foto: Hadasha Cárdenas-IDPC, 2021.
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tos del GBIF se encontró que, para el complejo de páramos Sumapaz - Cruz Verde, se reportan 505 especies de aves, dentro de las que hay varias especies endémicas como el barbudito de páramo (Oxypogon guerinii); 21 especies de anfibios, como la rana arlequín (Atelopus subornatus); y otras especies en peligro crítico de extinción, además de 36 especies de mamíferos (principalmente murciélagos y roedores). En los últimos veinte años, en la región del Sumapaz ha habido un cambio en la relación de las personas con la naturaleza. Ya no la ven como un enemigo a vencer, sino como un tesoro a cuidar. Esto se refleja en la construcción de acueductos comunitarios, como el de Asouan en Nazareth, que ha permitido el manejo y la distribución equitativa del agua, lo que ha generado conciencia sobre la importancia de conservar los ecosistemas cercanos a las fuentes de agua. La comunidad se ha organizado para proteger y mantener los nacederos, reforestar y mantener corredores biológicos. En este proceso de cambio, lideresas como Esperanza Rubiano, oriunda de la vereda Palmas, han desempeñado un papel fundamental. Inspirada por el legado de liderazgo de sus padres y abuelos, ha trabajado incansablemente para conservar los recursos naturales. Otros más, como Gerardo Riveros, representante de la Asociación Acueductos Aguas Claras (Asoaguasclaras) en la cuenca del río Sumapaz, o Andrea Moya, sumapaceña por adopción e ingeniera agrónoma, quien lleva más de quince años en la localidad, también están comprometidos con la defensa del agua y la promoción de prácticas sostenibles en la comunidad. Ellos han logrado mejoras en los sistemas agroproductivos, la seguridad alimentaria y la preservación de plantas medicinales. Aunque el cambio de mentalidad ha sido un proceso largo y complejo, se ha observado una disminución en prácticas dañinas para el medio ambiente, como quemas y cacerías. La comunidad valora cada vez más la naturaleza y se ha involucrado en su conservación. Líderes comunitarios, como don Parmenio Poveda, apasionado por la agroecología, han aprendido y divulgado la importancia de cuidar el
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suelo y los microorganismos a través de sus propias experiencias. Estos esfuerzos colectivos buscan restablecer el equilibrio y preservar el Sumapaz como un tesoro natural que provee agua, vida y bienestar para la comunidad.
Cómo se organiza esta publicación Este título recoge algunos de los elementos identificados en el proceso de Salvaguardia del Patrimonio Vivo Campesino desarrollado por el IDPC desde 2020 en Sumapaz. Está estructurado en tres capítulos, cada uno de los cuales se ocupa de una dimensión particular del patrimonio campesino. El primer capítulo aborda las nociones de territorio y territorialidad campesina bajo el enfoque del patrimonio cultural y gira en torno a los significados de ser campesino en Sumapaz. Explorando las formas de habitar el territorio del campesinado sumapaceño y algunas prácticas específicas, como el ordenamiento alrededor del agua, la partería o la educación, el capítulo argumenta que la construcción de territorialidad hace parte del patrimonio vivo campesino del Sumapaz. El segundo capítulo se centra en la noción de pervivencia del campesinado sumapaceño, gracias a la fortaleza de sus procesos organizativos. Estos se refieren a las formas sociales y políticas de articulación, solidaridad y reciprocidad que se emplean para la defensa de la vida y el territorio. Son fundamentales en la creación de la identidad sumapaceña y son considerados como el principal referente en la reflexión sobre el territorio y las formas de habitarlo. Como ya se ha mencionado, en la comunidad existe la firme convicción de que los procesos organizativos son el eje central de la vida comunitaria en Sumapaz, lo cual incentiva, mantiene y protege las demás manifestaciones del patrimonio vivo de la localidad, así como la relación con el páramo y la región. El capítulo final explora el concepto de autonomía como principio fundamental para la vida organizativa de los y las habitantes del Sumapaz, especialmente en la conservación de su tejido comunitario, historia y procesos organizativos.
Este principio se ha plasmado en cinco grandes mandatos: la lucha por el uso y tenencia de la tierra; la exigibilidad de derechos en términos de participación, educación, salud e infraestructura; la nueva presencia estatal generadora de conflictos; los mandatos de las organizaciones de mujeres y la lucha por la paz. Estas búsquedas han permitido a los campesinos de Sumapaz preservar sus modelos de vida y buscar la emancipación colectiva para el desarrollo de su dignidad como campesinado. En este marco, la salvaguardia de su patrimonio vivo se convierte en una herramienta más, pero esta vez desde el ámbito de lo cultural. La publicación cierra con algunas breves ideas generales que resumen los puntos abordados en cada capítulo, y buscan redondear la propuesta transversal del documento sobre los retos y posibilidades del patrimonio vivo campesino. Queremos agradecer a la comunidad sumpaceña que nos abrió las puertas de sus hogares y compartió con nosotros sus reflexiones sobre el patrimonio vivo campesino. Esperamos haber recogido de la mejor manera sus comentarios y confiamos en que el diálogo pueda continuar y aportar al fortalecimiento de las vidas campesinas en Sumapaz y en las ruralidades bogotanas.
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BIBLIOGRAFÍA Buytaert, Wouter, Rolando Célleri, Bert de Bièvre, Felipe Cisneros, Guido Wyseure, Jozef Deckers y Robert Hofstede. “Human Impact on the Hydrology of the Andean Paramos”. Earth Science Reviews 79 (2006): 53-72. https://dokumen.tips/document/human-impact-on-the-hydrology-of-the-andean-paramos.html?page=1 “Cantos de trabajo del Llano”. Ministerio de Cultura. https://patrimonio.mincultura.gov.co/legislacion/Paginas/Cantos-de-trabajo-del-Llano.aspx FAO. “Diagnóstico de montaña, proyecto FAO TPCRLA 3301. Caso Colombia”. https://www.fao.org/fileadmin/templates/mountain_partnership/doc/ TCP_Andes/DIAGNOSTICO_DE_MONTA%C3%91A_COLOMBIA-FAO__2_.pdf Grupo de Investigación en Estudios Agrarios y Campesinos Suma-paz. “Debates y tensiones sobre la declaratoria de Sumapaz como patrimonio, desde la perspectiva campesina”. Bogotá, 2021. Icanh (Instituto Colombiano de Antropología e Historia). Conceptualización del campesinado en Colombia. Documento técnico para su definición,
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caracterización y medición. Bogotá: Icanh, 2019. https://publicaciones. icanh.gov.co/index.php/picanh/catalog/view/33/311/3172 Rubiano, Geraldine. Entrevista personal. 2022. Unesco. Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. 1972. https://whc.unesco.org/archive/convention-es.pdf —. Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. 2003. https://ich.unesco.org/es/convenci%C3%B3n Van der Hammen, María Clara, comp. Entre memorias, haceres y saberes: intercambios y conversaciones sobre el patrimonio cultural inmaterial campesino en Colombia. Convenio Patrimonio Cultural Inmaterial desde la perspectiva local. Bogotá: Ministerio de Cultura; Tropenbos Internacional Colombia, 2014.
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Sumapaz. Bogotá. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2022.
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El territorio pasa por el páramo, por la memoria y por los cuerpos
*Nicole Bejarano Guzmán y María Libia Villalba Ramírez
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Frailejón, una de las muchas especies que habitan en el páramo de Sumapaz. Localidad de Sumapaz. Bogotá. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2022.
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Sobre estas montañas se alza la riqueza de nuestro pasado, de la laguna y del pequeño frailejón se escribe con tinta en papel la importancia que tengo como sumapaceña, conservar ese bello pasado. El anciano páramo necesita de nuestros cuidados, al son del canto y de la bella vida, lo arrullaremos, lo cuidaremos y sembraremos neblina de esperanza.17 El territorio se concibe como proyecto de vida en el cual se conjugan el proyecto sociopolítico, la autonomía y la perspectiva de futuro18. Dicha construcción de proyecto de vida permite entender que el territorio no podría existir aislado de la comunidad que lo habita. Solo puede existir para personas, colectivos, grupos y comunidades que lo llenan de sentido y, desde este lugar, generan un espacio para la planeación y el ordenamiento territorial. En la localidad de Sumapaz, existe un territorio construido por campesinos y campesinas con formas particulares de ser y habitar, con historias de vida que nos sitúan en la Bogotá rural y en el páramo más grande del mundo. En esta localidad, las categorías de tierra, territorio y territorialidad
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17 Rosalba Rojas Torres, 2022. Lideresa y artista, perteneciente al Comité Veredal de Mujeres de Santa Rosa – Taquecitos y cocreadora de la agrupación artística Las Frailejonas. Habitante de la vereda de Taquecitos, corregimiento de Nazareth. 18 Arturo Escobar, Sentipensar con la tierra: nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia (Medellín: Unaula, 2014).
son constitutivas para comprender las manifestaciones culturales campesinas en torno a la educación, el arte, la cultura, la salud, el uso agrícola y del agua, como parte de su patrimonio vivo. Las relaciones entre tierra, territorio y territorialidad, como categorías políticas, económicas y sociales, implican reflexionar sobre el espacio, la naturaleza y el paisaje, elementos que se han construido a partir de la dominación y el control. Esto ha ido cambiando en las últimas décadas, pues las comunidades del Sumapaz no ven la tierra como un adversario a vencer y domesticar, sino como un tesoro a ser cuidado y defendido. Por otro lado, estas categorías dan cuenta de las dinámicas poblacionales, los ejercicios de poderes entre las personas y el Estado, y las resistencias de comunidades campesinas y sus organizaciones sociales ante disputas y conflictos. Los conflictos agrarios que iniciaron a finales del siglo XIX dan cuenta de discusiones estructurales en Colombia, en las que el Sumapaz ha sido protagonista:
el organizarse arrendatarios y colonos para pelear por sus condiciones de trabajo y por la tierra hizo que la región fuera identificada y que en particular el movimiento campesino fuera calificado como una gente subversiva.19
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Sumapaz estuvo en el centro del conflicto debido a su ubicación estratégica respecto al resto de Bogotá y el país, a su trayectoria histórica (marcada por sus particulares formas de ocupación) y a la creación de organizaciones sociales. Los actores armados y distintas formas de violencia, desplazamiento forzado y persecuciones a líderes sociales afectaron a niños y niñas, e impactaron en las prácticas culturales y en las relaciones con la naturaleza. Frente a la distribución inequitativa de la tierra en el país, señala el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH):
19 Rocío Londoño, Comisión de la Verdad, “Caso 84. Transformaciones violentas en Sumapaz” (2018), https://www.comisiondelaverdad.co/caso-84-transformaciones-violentas-en-sumapaz
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“Agrarios del Sumapaz se reúnen con funcionario de la Procuraduría”. Fuente: Claridad, n.o 104, mayo de 1932, 104, fotograbado.
Todas estas deficiencias estructurales de los instrumentos de la política de tierras son ventajas para la acumulación rentística de la tierra, que favorecen desproporcionadamente a las élites de cada región, que controlan la administración, y perjudican al campesinado que ocupa nuevos territorios con la esperanza de tener derecho a la propiedad.20 En la actualidad, la localidad de Sumapaz busca visibilizarse como sujeto víctima de reparación colectiva, a través de instancias nacionales e internacionales. En Colombia, particularmente las categorías de tierra, territorio y territorialidad han sido tradicionalmente asociadas a la vida de las comunidades indígenas y afrodescendientes, a las que se suele señalar como poseedoras de una relación estrecha con el medio ambiente y el valor de sus prácticas tradicionales es reconocido en la Constitución y en la ley. A pesar de que existen vacíos en la protección de sus derechos, estas comunidades continúan luchando por su exigibilidad y por la defensa de sus territorios. Este trasegar y tales luchas, principalmente de cara a las formas de relacionamiento con la tierra y el territorio para campesinos y campesinas, son la base sobre la cual se ha avanzado en su reconocimiento como sujeto de derechos. En este contexto, la definición de territorio en Sumapaz comprendería no solo el conflicto por la tierra, sino también la obtención de medios de producción y reproducción de la vida y la identificación de conocimientos sobre el espacio vivido. Esto implica la identificación de experiencias cotidianas, y el conocimiento de su medio natural y de los elementos que constituyen su identidad campesina. Si bien la Constitución Política de Colombia considera al país como pluriétnico y multicultural, lo que favorece particularmente las reivindicaciones étnicas, indígenas y afrodescendientes, históricamente no se había incluido al campesinado a pesar de los debates sobre su existencia, y se había 20 CNMH, Tierras. Balance de la contribución del CNMH al esclarecimiento histórico (Bogotá: CNMH, 2018), 26.
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tratado de reemplazar la categoría campesinado por expresiones como “emprendedor rural y agricultor familiar”21. Ante esta situación, después de movilizaciones, paros agrarios, tutelas y otros mecanismos de demanda popular, en el año 2022, se modificó el artículo 64 de la Constitución Política de Colombia, donde se declara que “el campesinado es sujeto político de derechos y de especial protección”, y se considera que:
El Estado reconoce la dimensión económica, social, cultural, política y ambiental del campesinado, así como aquellas que le sean reconocidas y velará por la protección, respeto y garantía de sus derechos individuales y colectivos, con el objetivo de lograr la igualdad material desde un enfoque de género, etario y territorial, el acceso a bienes y derechos como a la educación de calidad con pertinencia, la vivienda, la salud, los servicios públicos domiciliarios, vías terciarias, la tierra, el territorio, un ambiente sano, el acceso e intercambio de semillas, los recursos naturales y la diversidad biológica, el agua, la participación reforzada, la conectividad digital, la mejora de la infraestructura rural, la extensión agropecuaria y empresarial, asistencia técnica y tecnológica para generar valor agregado y medios de comercialización para sus productos. Los campesinos y las campesinas son libres e iguales a todas las demás poblaciones y tienen derecho a no ser objeto de ningún tipo de discriminación en el ejercicio de sus derechos, en particular las fundadas en su situación económica, social, cultural y política, para este propósito se tomará la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de otras personas que trabajan en el campo, como marco interpretativo.22 21 Maite Yie, “Aparecer, desaparecer y reaparecer ante el Estado como campesinos”, Revista Colombiana de Antropología 58 (1) (2005): 117. 22 Congreso de la República de Colombia, “Campesinado como sujeto de especial protección”, s. p., 31 de marzo, 2023, consultado el 26 de junio de 2023, https://www. camara.gov.co/campesinado-como-sujeto-de-especial-proteccion
Águila de páramo que habita en los páramos de América del Sur. Cordillera Central, región del Sumapaz. Localidad de Sumapaz. Bogotá. Foto: Camilo Rodríguez- IDPC, 2023.
Ya para el 2020 se había avanzado en la definición del campesino como sujeto, después de una sentencia de la Corte Suprema de Justicia que ordenó al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) el apoyo en la construcción conceptual para que dicha definición formara parte de las herramientas de inclusión de las estadísticas nacionales correspondientes al Censo Nacional de Población de 2018. Este reconocimiento se dio después de la demanda impuesta por parte de organizaciones sociales, como la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro) y otras del movimiento campesino, que reclamaban la existencia de esta definición oficial, que quedó consignada así:
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Sujeto intercultural, que se identifica como tal, involucrado vitalmente en el trabajo directo con la tierra y la naturaleza, inmerso en formas de organización social basadas en el trabajo familiar y comunitario no remunerado o en la venta de su fuerza de trabajo.23
23 Icanh, Conceptualización del campesinado en Colombia. Documento técnico para su definición, caracterización y medición (Bogotá: Icanh, 2020), 19.
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El campesinado de Sumapaz habita un ecosistema de alta montaña neotropical, con una geografía elevada y de sierras ocupadas por la franja ecuatorial del planeta, el cual hace parte de un sistema hídrico mundial. Sumapaz también es la localidad más grande de Bogotá y pocas personas la conocen palmo a palmo. Incluso sus habitantes continúan descubriendo el territorio y anhelando develarlo por completo, tal y como lo trasmite el líder ambiental y sindical Parmenio Poveda: “Yo volaría como pájaro para conocer más el páramo, conocería todas las maravillas que tiene, las lagunas, yo conozco algunas que están cerca de los caminos, pero no la maravilla de lagunas que hay”24. Este importante espacio geográfico se caracteriza por dos cuencas hídricas, cobijadas por los ríos Blanco y Sumapaz, que son parte de su apropiación y relación política, económica y social. La localidad de Sumapaz como territorio es un escenario central de resistencia y lucha social, y ha sido parte del proyecto de vida colectivo del campesinado desde hace más de medio siglo. Así nos lo narra el profesor Alfredo25:
El territorio del alto Sumapaz y río Blanco, el mismo que se convirtió en cuna, patria chica, y causa y efecto para el hábitat, desde hace más de un siglo para innumerables familias y más de medio siglo para mí; es el más enigmático y maravilloso, enormemente rico y estratégico para la conservación del equilibrio ecológico y continuidad de la vida en el continente y en el planeta. De tal forma, es y será epicentro de la lucha antagónica de las clases, que libramos la disputa hasta de su propia historia, hoy día. Hasta aquí se extienden los tentáculos de quienes tienen y quieren mantener todos los poderes contra quienes defendemos la dignidad en la lucha por pervivir en él y para él, como única solución
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24 Parmenio Poveda Salazar, entrevista de Nicole Bejarano Guzmán y Camilo Escallón, IDPC, 8 de junio de 2022. 25 Alfredo Díaz Benítez, entrevista del IDPC, 20 de marzo de 2023. Líder agrario, filial del Sindicato Agrario de Sumapaz (Sintrapaz), docente y precursor de la educación del Sumapaz, fundador de la cátedra de la Sumapazlogía.
a la crisis civilizatoria a la cual nos precipita el modelo de desarrollo capitalista. ¡He dicho! Los relatos de las comunidades en sus diferencias y diversidades nos permiten ver las relaciones vigentes en la vida cotidiana que construyen identidad, alrededor de la soberanía alimentaria, la siembra, el uso de plantas medicinales, el cuidado de los animales y demás actividades de la vida en el campo, principalmente desde las formas de organización social. Así lo expresa Diego26, un joven líder campesino:
Nuestro reconocimiento como campesinos se da a partir de reconocer la importancia que tiene la producción para la soberanía alimentaria, el reconocimiento de las semillas y las prácticas culturales que se encierran en torno a ese trabajo. La unidad, la solidaridad, la soberanía alimentaria, la identidad, y la defensa del territorio, son esos cinco principios que nosotros tenemos como organización. A nosotros nos caracterizan nuestras actividades cotidianas, levantarse, prender el fogón, ordeñar la vaca, hacer el queso, preparar el caldo, trabajar con el azadón, sembrar las propias semillas andinas. Son todo ese cúmulo de pequeñas actividades las que nos forman como identidad, entonces ahí vinculamos también el tema de formación y de organización. Se podría decir que el trabajo cotidiano del campesino es el que nos da sentido a la lucha que gestamos.
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Así mismo, Claribel Martínez Hilarión27, lideresa local, campesina habitante de la cuenca del río Blanco, narra cómo para una mujer el origen de su conexión con el territorio es
26 Diego Riveros Espinosa, entrevista de David Gómez, equipo Sumapaz IDPC, 12 de agosto de 2022. Líder de Juventud Sumapaceña y filial del Sindicato Agrario de Sumapaz (Sintrapaz), experto en la implementación de la agroecología. 27 Claribel Martínez Hilarión, entrevista del IDPC, 23 de marzo de 2023. Lideresa, integrante del Consejo Local de Mujeres de Sumapaz. Fue presidenta de la Junta de Acción Comunal de Auras por varios años, trabajadora del campo y defensora de las organizaciones de la cuenca del río Blanco.
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Álbum fotográfico de la familia Wilches. Mujeres ordeñando en la vereda Ánimas, práctica central de la economía sumapaceña. La economía familiar ha sido liderada por las mujeres en el trabajo del ordeño y la elaboración de queso. Bogotá. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
su identidad campesina y reconoce los conocimientos de las mujeres en el campo:
Tengo una identidad campesina, yo nací y vivo en el campo, mi familia es del Sumapaz. En este lugar tengo soberanía alimentaria. Yo sé sembrar; por ejemplo, con la arveja se siembra, se gusgunea [echar un poquito de tierra], se atierra [aplicar más tierra], se cuelga y se recuelga, y después se saca. Eso es ser campesina, hacer actividades del campo. Una mujer campesina sabe todo, cocinar para obreros, ordeñar vacas, ver [cuidar] los pollos, ver la huerta. También saber pelar maíz y pelar mucha papa, pero sobre todo es defender el territorio. La tierra además tiene un valor económico y estratégico que ha llevado a la apropiación y el manejo de recursos naturales por grupos favorecidos, y se ha excluido y marginado a comunidades locales. Sin embargo, el sentimiento de solidaridad ha sido el mecanismo manifestado en la creación de 48
Semillero de huerta en finca de la vereda de Betania. Localidad de Sumapaz. Bogotá. Foto: Camilo Rodríguez – IDPC, 2023
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redes organizativas y es una herramienta principal heredada en la defensa del territorio. Así lo manifiesta la lideresa Libia28:
Hay una cosa que no se me olvida de mi mamá, y es que, a raíz de su formación, ella tenía muy claro el concepto de defensa del territorio y de las pretensiones que querían hacer con Sumapaz desde la institución. En la vereda no llegaba carretera y no me acuerdo de que hayamos tenido radio, pero ella sabía. Mi mamá fue la primera que me dijo sobre la pretensión de encauzar el agua del río Nevado y ese proyecto nos lo socializaron en Parques Nacionales alguna vez. Ella me hablaba sobre el desplazamiento del campesinado en Sumapaz que se iba a dar y por eso me hablaba de la importancia de estar organizado. Y yo a todo lado llevo el mensaje de la importancia de estar organizada para defender ese territorio.
Las relaciones cuerpo-territorio La relación simbiótica entre cuerpo y territorio en el contexto del conflicto armado en Colombia se ha vivido a través de las violaciones a los derechos humanos. Por ello, los informes de la Comisión de la Verdad expresan que el cuerpo-territorio también ha hecho parte de estas luchas.
En el espacio personal, familiar y comunitario, el cuerpo es el medio de expresión, identidad y comunicación con el entorno. Sin embargo, en el marco del conflicto armado, el cuerpo se convirtió en un territorio en disputa para los actores armados y en un espacio para mostrar la presencia y el control de un determinado grupo.29
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28 Libia Villalba Ramírez, entrevista del IDPC, grupo focal Consejo Local de Mujeres, 26 de agosto de 2021. Lideresa feminista de Sumapaz, integrante del Consejo Local de Mujeres y filial del Sindicato Agrario de Sumapaz (Sintrapaz), trabajadora del campo y de las organizaciones, defensora de las causas colectivas. 29 Comisión de la Verdad, “El cuerpo: primer territorio que habitamos”, 2 de julio, 2019, consultado el 23 de febrero de 2023, https://web.comisiondelaverdad.co/actualidad/
El concepto territorio-cuerpo en el Sumapaz lo podríamos definir a partir de la instrumentalización sobre los cuerpos de las mujeres y niñas campesinas, en un contexto de guerra o de conflicto social, de fenómenos como la violencia de género, la participación de las mujeres en las luchas agrarias y por la tierra, pero también si se considera lo acarreado para ellas a raíz de hechos violentos como violencia sexual, desapariciones, desplazamiento forzado, entre otros invisibilizados y silenciados durante la historia de esta región. Se trata de una configuración estructural dada por el lugar donde se habita. No es un asunto menor, se basa en el domino sobre la tierra, y a su vez, sobre la vida y los cuerpos de las mujeres. Al respecto, reflexiona Estrella Guerrero30:
En su momento, al campesino lo unía la lucha por la tierra porque nadie tenía tierra, todos eran esclavos, todos eran abusados por el patrón. Tenían que trabajar y toda la ganancia era para él. Cuando existía el cepo de la tierra, que era del hacendado, no solamente robaba el trabajo, sino que, cuando quería violaba a las hijas del trabajador y ponían al campesino para que viera la escena.
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La lucha campesina ha estado atravesada por la disputa por la tierra, pero también por la historia política, caracterizada por distintas formas de resistencia, incluyendo la armada. Por muchos años Sumapaz fue una región de alto conflicto, resultado de la superposición o suma de injusticias contra campesinos y campesinas. Esto conllevó que hoy se hable de un territorio que ha estado en disputa a lo largo de su trayectoria: inicialmente con terratenientes; posteriormente, por las luchas durante el Frente Nacional entre conservadores y liberales, lo que llevó años después al conflicto armado entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el noticias/el-cuerpo-primer-territorio-que-habitamos 30 Aracely Romero, conocida como Estrella Guerrero, entrevista del IDPC, 27 de abril de 2022. Lideresa, creadora literaria campesina, luchadora ambientalista y sindical. Es experta en la cría de ovejas.
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Ejército Nacional; y actualmente hay otro tipo de amenazas derivadas del acuerdo de paz en La Habana31. Con heridas y dolores de historias individuales y colectivas, de exclusión, esclavitud y maltrato, y de violencias, sus habitantes han venido afrontando de manera colectiva la construcción de un proyecto de vida. Matilde32, quien ha vivido estas experiencias en su territorio, nos manifiesta:
Nos han estigmatizado a la gente del Sumapaz, decían que todo el mundo era guerrillero. Entonces, siempre ha habido ese alejamiento de la sociedad, estando dentro de la capital. Después, se comenzó a hablar de injusticias, de maltrato, se comenzó a ver que una mujer tenía nueve hijos y no sabía cuál era el papá, o de pronto sí sabía, pero no se decía. Violaciones de los patrones. Mucha gente que llegó a Sumapaz llegó de la guerra, expulsados para que se murieran de hambre y de frío en el páramo, porque allá no les dieron tierra para que vivieran, sino que los empujaron, para que se murieran. Ahí pasaron cosas que no se contarán, por pena, vergüenza, porque hay familiares, porque hay descendencias, entonces, se van a quedar en la historia y no se van a contar.
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El cuerpo-territorio33 de las mujeres en la ruralidad se asocia con lo que pasa en lo ambiental, en lo político. Los horrores que vivieron las comunidades durante los cuatro
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La construcción de tejido social de mujeres ha sido un mecanismo de resiliencia y resistencia. Localidad de Sumapaz. Bogotá. Foto: Camilo Rodríguez – IDPC, 2023
31 Actualmente recae sobre la localidad de Sumapaz la Alerta Temprana 005 del año 2022, donde se indican riesgos en materia de seguridad en Bogotá y regiones aledañas, como la región del Tequendama y la región del Sumapaz. Defensoría del Pueblo de Colombia, “Alerta Temprana N° 005-2022”, 24 de abril, 2022, consultado el 31 de marzo de 2023, https://alertasstg.blob.core.windows.net/alertas/005-22.pdf 32 Matilde Mora Poveda. Lideresa feminista, integrante del Consejo Local de Mujeres de Sumapaz, presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres por la Paz y la Defensa de los Derechos de la Mujer Colombiana (Asodemuc), entrevista del IDPC, 24 de junio de 2023. 33 Para algunos feminismos latinoamericanos la categoría de cuerpo-territorio profundiza la idea del cuerpo “como nuestro primer territorio y al territorio lo reconocemos en nuestros cuerpos: cuando se violentan los lugares que habitamos se afectan nuestros cuerpos, cuando se afectan nuestros cuerpos se violentan los lugares que habitamos”. Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo, Mapeando cuerpo territorio. Guía metodológica para mujeres que defienden sus territorios (Quito: Territorio y Feminismos, 2017), 7.
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Estas heridas causadas por las violencias sobre los cuerpos afectan sensiblemente a las comunidades; sin embargo, el poder ejercido sobre el cuerpo de las mujeres genera mecanismos mayores de exclusión en ámbitos familiares, comunitarios y sociales. Para el caso de las campesinas del Sumapaz, las formas de resistencia “permiten establecer estrategias de toma de conciencia que llevan a acciones de liberación colectiva”34, como las que se dan a través de los comités veredales de mujeres y el Consejo Local de Mujeres. A su vez, para asumir procesos de resiliencia, se destacan las organizaciones mixtas como la Asociación de Juntas de Acción Comunal (Asojuntas), así como los colectivos de jóvenes, víctimas, firmantes de paz, de acueductos y demás.
Formas de habitar el territorio
periodos de guerra en el Sumapaz son historias que difícilmente se van a terminar de contar. Esto se acrecienta con el hecho de que las nuevas generaciones desconocen el contexto social, las formas de despojo, el desplazamiento y las migraciones que padecieron sus antecesores. Si bien el miedo y el silencio han sido formas de subsistencia que han dejado una estela de tristeza y desolación en la tierra y en los cuerpos, también implican movilización de acciones para la transformación y la incidencia en la participación política de las mujeres, y la gestión en proyectos locales para el reconocimiento del papel de las mujeres sumapaceñas que han aportado en la reducción de brechas y las formas de machismo y violencias contra ellas. 54
Mural ubicado en la cuenca del río Sumapaz. Nunca más parir para la guerra. Localidad de Sumapaz. Bogotá. Foto: Camilo RodríguezIDPC, 2023.
Actualmente, las comunidades campesinas son reconocidas no solo como sujetos de especial protección, sino que algunas, como Sumapaz, son consideradas zonas de reserva campesina, al menos para dieciséis de las veintiocho veredas de la localidad35. Se trata de un gran logro para las comunidades en materia de ordenamiento territorial, ambiental, productivo y agrario, que busca resolver parte de sus necesidades. Esta no es la única forma de ordenamiento dentro de la localidad; también se encuentra el Plan de Manejo Integral y Productivo, como ocurre para la cuenca del río Blanco, y el Plan de Vida y Manejo Ambiental de las veredas Santa Rosa y Taquecitos, que hacen parte de la discusión y el permanente análisis de pervivencia y autonomía de estas comunidades. Dentro de los mandatos de estas formas de ordenamiento territorial, se relacionan los derechos de las muje34 Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo, Mapeando cuerpo territorio, 42. 35 ANT, Acuerdo 252 de 2022, “Acto administrativo de selección, delimitación y constitución de la Zona de Reserva Campesina de Sumapaz, por el cual se constituye y delimita la Zona de Reserva Campesina de Sumapaz, ubicada en la localidad 20 del Distrito Capital de Bogotá”, 30 de diciembre de 2022, consultado el 31 de marzo de 2023, https://www.ant.gov.co/wp-content/uploads/2023/02/ACUERDO-252-ZRC-SUMAPAZ.pdf
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res. Esto también comprende un logro colectivo, pues aun cuando existe una amplia trayectoria histórica de mujeres organizadas en el ámbito rural, muchas de sus acciones continúan siendo invisibles. Las mujeres rurales y campesinas se encuentran en medio de múltiples intersecciones: vivir en el campo; ser víctimas del conflicto armado y de violencias basadas en género; y tener limitaciones en el acceso a los derechos, a las oportunidades en salud, educación y a la titulación de la tierra. Su lucha actualmente es por la transformación de realidades que se han ido heredando. Al respecto, Rosita36, una lideresa querida por las mujeres y por las comunidades, nos menciona lo siguiente:
Las mujeres han vivido desplazamiento, falta de oportunidades, aunque ahora hay ofertas institucionales, pero siguen las violencias, falta de reconocimiento en el aporte de sus labores y liderazgos. Las mujeres se organizaron en el territorio del Sumapaz como contracultura a toda la violencia política y social que ha vivido la localidad y la región en general. Las agrupaciones femeninas fueron la partida para continuar con la organización social de mujeres que les ha permitido asumir liderazgos. Fueron las abuelas quienes transmitieron y les enseñaron a sus hijas, y ahora ellas a las nietas, y así se vienen empoderando en los procesos para la incidencia.
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36 Rosa Bautista Rincón, entrevista del IDPC, 23 de marzo de 2023. Lideresa de Sumapaz y Ciudad Bolívar, feminista, con experiencia social y en defensa de los derechos humanos, y los derechos de las mujeres campesinas y rurales en Colombia. Ha trabajado para Sumapaz desde hace más de tres décadas en este territorio.
Territorialidad campesina del Sumapaz como patrimonio vivo de Bogotá LA SUMAPAZLOGÍA Una de las manifestaciones de la cultura campesina en Sumapaz es la educación con apuestas pedagógicas innovadoras desde una mirada propia, en las que el diálogo se da a partir de los encuentros comunitarios y el conocimiento del territorio, como proyectos que se fortalecen con el tiempo. Actualmente, en la vereda de Nazareth se cuenta con un espacio universitario, en el que los programas que son parte de la formación académica son impartidos por la Universidad Nacional de Colombia. Otro ejemplo de innovación a resaltar en el ámbito escolar es la propuesta pedagógica de la cátedra de Sumapazlogía, reconocida a nivel local y distrital. Al respecto, Alfredo Díaz Benítez, docente, líder comunitario y gestor de esta iniciativa, menciona:
Tenemos un componente muy importante y es el conjunto de las causas, los hechos y las consecuencias del desarrollo de un conflicto social y armado que se ha vivido en este territorio. Hay veces que no queremos hablar de eso porque hubo muertos, hubo heridos, desplazados. Aquí con nosotros debieran de estar muchas más familias, pero la guerra los obligó a desplazarse. De pronto los que nos quisimos quedar fue por suficiente arraigo al territorio, y lo otro, no teníamos para dónde irnos. Cuando uno no tiene para dónde irse, pues le toca quedarse pase lo que pase. Por eso fue por lo que le pusimos el área de la Sumapazlogía, para que sea reconocida, y para que podamos transversalizarla con la matemática, con sociales, etc. Se lleva a los muchachos a sitios importantes; ellos mismos
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programan, o sea, el que ponga más argumentos, ellos son amantes de escoger lagunas, ruinas, cementerios.37 Uno de los objetivos de los contenidos de la Sumapazlogía es reconocer liderazgos, historias e hitos históricos de la localidad. Por ejemplo, el docente Alfredo Díaz narra a sus estudiantes cómo, en el marco de las confrontaciones armadas entre el ejército y las FARC en los años 1990, un líder como Rudecindo Wilches38 confrontó a los actores armados. Cuando le preguntaban por la guerrilla —en particular, sobre qué hacer con esa situación—, él respondía: “¡¿Qué hacemos de qué?! ¡Qué viva la guerra, yo la estoy esperando!”. Esta metodología vivencial permite la conexión con lanarrativa y la memoria colectiva que se comparte con los estudiantes del colegio Juan de la Cruz Varela, para, de esta manera, reconocer, entre otros aspectos, la geografía de la localidad a través de historias como la de Ernesto Guhl39, amigo del profesor Alfredo, quien recuerda que:
Alguna vez le dije a Guhl Nannetti, “Guhl, ¿usted de verdad sabe cuántas lagunas puede estar conociendo?”; dijo: “hola, la verdad no me había puesto a pensar, pero mañana le digo, voy a hacer un listado de las que conozco”. Algunas me las pasó sin nombre. Entonces me di a la tarea a ver cuál tenía la razón, si las 114 o las 91, y creo que tenía más razón Guhl, porque yo no he llegado ni siquiera a las noventa.40
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37 Díaz Benítez, entrevista. 38 Miembro de las guerrillas liberales de los cincuenta, fue líder agrario y maestro de muchos líderes sociales del territorio. 39 Una de las figuras más emblemáticas de la cultura colombiana durante el siglo XX fue el geógrafo de origen alemán Ernesto Guhl Nimtz. Nacido en Berlín en 1915, realizó estudios geográficos en su país durante el periodo de la República de Weimar; sin embargo, ante los avances del nazismo y la persecución desatada contra las ideas democráticas en Alemania, tomó el camino del exilio. Al llegar a Colombia y a pesar de sus veintidós años, comenzó a trabajar con la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo (Scadta) en labores experimentales de aerofotografía que se realizaron en el Catatumbo. Los trabajos de campo y el análisis fotogramétrico de esta región y de buena parte del Caribe colombiano le dieron la experiencia práctica necesaria para comenzar a entender las características del mundo tropical y para entusiasmarlo con las posibilidades investigativas en un país donde casi toda su geografía estaba por conocerse. Camilo Domínguez Ossa, “Ernesto Guhl Nimtz: semblanza de un gran geógrafo humanista”, Boletín Cultural y Bibliográfico 46, n.º 81 (2011). 40 Díaz Benítez, entrevista.
Álbum fotográfico del líder comunitario Rudecindo Wilches en su contexto comunitario. Los álbumes fotográficos de la familia Wilches muestran la conexión comunitaria y la vida cotidiana en el contexto campesino, en donde hombres, mujeres, niños y niñas se encuentran lejos de una imagen de guerra en la vereda de las Ánimas. Localidad de Sumapaz. Bogotá. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
Otro relato que nos brinda el profesor Alfredo es sobre el papel de las mujeres en la cátedra de Sumapazlogía. Hace alusión a varias campesinas desde sus roles asociados con el cuidado, la solidaridad, la docencia y el liderazgo:
Ana Josefa Benítez Gonzáles, que a los diecinueve años se dio el lujo de parirme, me enseñó a leer. Y no solo a mí, a todo el que veía que no sabía leer se ponía a enseñarle; bordaba, cocinaba, pero también era militante política. O sea, lo que ella me enseñó es que uno debe pertenecer a algo y comprometerse con eso. Y si no, pues la vida no tenía sentido. Siempre manejaba las finanzas porque era muy honesta. Lideraba la junta, la Asociación de [Padres de] Familia, era amiga de los maestros y por eso quiso que yo fuera maestro. Adelina Gutiérrez Palacios, una maestra, ejerció en Betania, tenía una pedagogía comparable a María Montessori desde la práctica y la observación. Ella sacaba un día de su clase, porque trabajaba hasta el sábado, y con todos sus estudiantes se iban a arreglar un paso en el camino; decía: “ustedes no pueden esperar a que vengan a arreglarlo”. Las cercas de las escuelas, la
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lucha por la carretera, era una liberal a todo dar, pero una vieja que le dio mucha fuerza a la lucha por el progreso, por la educación. Por eso se le hizo el homenaje en el colegio allá en Betania. Pero otra mujer muy valiosa, Beatriz Díaz Villalba, mamá de la que fue alcaldesa, fue una maestra de vocación. Era maestra en todo; en las letras, en la vida. También está Teresa Gómez, una mujer brillantísima y con mucha elocuencia que murió hace poco. Igual que Elda Poveda Vásquez.41 Dentro de los mecanismos pedagógicos para la construcción del territorio y la identidad campesina se encuentran estrategias como la Sumapazlogía, la cooperatividad y la organización social, las cuales giran en torno a la memoria de las luchas por la tierra y los liderazgos sociales del Sumapaz. Los nombres de los colegios de la localidad son Juan de la Cruz Varela y Jaime Garzón, y algunas de sus sedes son la Erasmo Valencia y la Adelina Gutiérrez, que se constituyen en espacios comunitarios fundamentales en medio de las dinámicas sociales de una geografía tan amplia como la que caracteriza a la localidad. Cada una de las veintiocho veredas cuenta con una sede educativa. La mayoría de estas escuelas, como los salones comunales, fueron construidas comunitariamente por sus habitantes. En estos lugares se desarrollan reuniones, y actividades educativas, artísticas, lúdicas, deportivas, culinarias, entre muchas más.
EL VESTUARIO Y LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS Otro de los elementos propios de los sumapaceños es el vestuario. Expresiones como “me identifico con la ruana, el sombrero y con las botas”, “ese es el primer regalo para un niño”, y “mi abuela me enseñó a ser organizada y a que para las reuniones debía ponerme una ruana bonita”42 ha-
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41 Díaz Benítez, entrevista. 42 Deisy Moreno, entrevista del IDPC, 11 de marzo de 2023.
cen parte del lenguaje y de las prácticas cotidianas de campesinas y campesinos. Se reconocen algunas manifestaciones artísticas recientes, como las del grupo de teatro Las Frailejonas, que inició sus presentaciones en colegios, en los encuentros de mujeres y, en los últimos años, en actividades de orden distrital. Estas expresiones han permitido generar un vínculo del territorio rural de Bogotá con la Álbum fotográfico de la familia Wilches. Grupo de hombres ciudad y, por otro lado, posicioy mujeres con atuendos como ruana y sombrero, parte de la identidad sumapaceña. Localidad de Sumapaz. Bogotá. nar un tema hasta ahora poco Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023. explorado, el de las mujeres campesinas, desde el arte, el teatro y la literatura. Rosalba, artista campesina de teatro, nos dice:
¡Sí! Mucho me hizo cambiar la participación en el teatro. Desde el teatro nosotras somos campesinas, somos empíricas porque no hemos ido a aprender a ningún lado. Desde hace como doce años empecé a pensar y a escribir historias.43
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Estas expresiones artísticas develan las formas de habitar el territorio. Sus autores y autoras brindan versos y coplas que llenan de significado el territorio sumapaceño. Así lo manifiesta el poeta coplero Luis Alfredo44:
Soy humilde campesino y así me siento feliz, si no cultivo la papa, puedo cultivar maíz. Después de cincuenta años de trabajo al azadón, el campesino colombiano debería tener pensión. 43 Rosalba Rojas, entrevista del IDPC, 1.º de abril de 2022. 44 Luis Alfredo Romero, entrevista del IDPC, 20 de abril de 2022. Líder agrario, oriundo del Pedregal, en el límite de Sumapaz con Cubarral, Meta. Compositor, contador de historias y trabajador del campo.
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Si no fuera por el campesino que ara y cultiva la tierra, la gente de las ciudades casi que de hambre muriera. Ante el Gobierno colombiano los campesinos poco valemos, esperemos que Diosito nos dé lo que merecemos. Esas coplas las hice yo, ¿por qué? Pensando en cómo es la vida del campesino y quién nos estima como campesinos. Estrella Guerrero se refiere al ámbito político y la sensibilidad ante la naturaleza, y también a la memoria de un territorio que a lo largo de su historia ha estado en medio de un contexto de violencia social y política:
Palabras que llevan sobre los muertos que llevan mudos mil veces por la impunidad cubiertos, con sus ojos muy abiertos, llamándole al cielo abierto escuche ya su lamento y se sepa ya la verdad de aquel descuartizamiento. En aquel verano yerto que le cantaba a la muerte al son de la motosierra hasta hacer la vida inerte, se oye el grito de los mudos subir a los altos montes, y bajar por las montañas y cruzar por manantiales, y bajar por la cabaña, al mar y hasta los manglares. Es el grito de los mudos, el lamento adormecido que despierta cual latido de un corazón atrapado, condenado y afligido de impunidad, dolor del régimen opresor.45 Las manifestaciones artísticas están asociadas a la defensa del territorio, a la identidad de campesinos y campesinas de todas las veredas. Cantan memorias en serenatas, en versos, con humor, con una extraordinaria creatividad en la copla. Mediante estos lenguajes campesinos perviven los conocimientos campesinos. Esto es lo que hace Gildo Torres, un hombre que ha trabajado intensamente en la lucha por las oportunidades desde la música y quien expresa: “Toda62
45 Aracely Romero, entrevista.
vía no he grabado más allá de dos canciones originales. Una se llama Mi páramo no se vende y otra, La casona, que se la compuse al pueblo de la Cuncia [La Concepción]”46.
LA AGRICULTURA, LA PARTERÍA Y OTRAS PRÁCTICAS DEL CUIDADO Y LA SOLIDARIDAD ASOCIADAS A LA NATURALEZA Manovuelta
En medio de un contexto con limitaciones y falta de acceso a servicios públicos de salud, estos conocimientos son compartidos y difundidos a través de lo que ellos denominan la manovuelta o el convite. La manovuelta es un ejercicio de reciprocidad entre vecinos y comuneros en el Sumapaz en las actividades productivas, que consiste en prestar la fuerza de trabajo. Un día se trabaja en la parcela de un vecino y al otro día se paga la manovuelta a quien ofreció gratuitamente su fuerza de trabajo o a peones/obreros. Se trata de un intercambio que prescinde del dinero. Estas acciones y encuentros provienen de la solidaridad vecinal y se orientan a realizar una tarea específica. Se configuran, así, estrategias campesinas de solidaridad que se mantienen.
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Agricultura y otros saberes
Otro conocimiento importante asociado a la vida campesina es el conjunto de técnicas propias relacionadas con la agricultura y los cultivos de papa, arveja, frijol, maíz, tomate, haba, chugua, y otros frutos, tubérculos, verduras y hortalizas, que varían según el piso térmico donde se trabaje la tierra. Así mismo, los conocimientos trasmitidos sobre el cuidado de los animales, el uso de las plantas, la partería y la culinaria provienen en gran medida de la huerta en casa y del botiquín campesino, como lo mencionan algunos de sus habitantes. El saber botánico de clasificación de plantas 46 Gildo Torres, entrevista del IDPC, 9 de agosto de 2022.
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permite desarrollar destrezas en el cuidado de los animales y de ellos mismos, incluida la labor y el conocimiento asociados con la partería. La solidaridad vecinal fue y continúa siendo clave para la pervivencia de las comunidades en Sumapaz, dadas las grandes distancias entre una casa y otra, debido a la dispersión demográfica característica de la localidad. En tiempos anteriores, estos largos trayectos se realizaban a caballo o a pie, e incrementaban las dificultades y las necesidades que podían surgir en momentos cruciales para la vida, como lo son los partos:
inclusión de la partería tradicional en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por parte del Ministerio de Cultura, que busca condiciones de trato dignas para las parteras del Pacífico. También se destacan acciones populares, como las propuestas por parte del Movimiento Nacional por la Salud Sexual y Reproductiva, dentro de las que se resaltan los aportes de la partería respecto al cuidado, la protección y la formación en este saber desde un enfoque diferencial, territorial, étnico y de género. Así cerró Matilde Mora el evento de parteras de Sumapaz del 15 de julio de 2023:
Llamábamos a las vecinas de los lados; mi mamá era partera y me enseñó. Ella arreglaba todo antes de los dos meses del parto y la asistía. En esa época no dejaban que los y las niñas se enteraran de que la mamá iba a tener un bebé. De mi parte, cuando tenía diez años debí empezar [a] ayudar en el parto, alcanzando la aromática. Se utilizaban los huevos tibios con una pizca bien raspada de carbón. Eso se le daba apenas nacía el bebé. Mi madre en la actualidad tiene 89 años. Se llama Lilia González.47
La partería, las sabidurías conjuntas y los aprendizajes conjuntos, no olvidemos que estos son ejercicios políticos de gran connotación, porque acuérdense que todas estas cosas nos hicieron resilientes en esta región que ha sido históricamente tildada como una región peligrosa, de conflicto armado […] Todas estas cosas han permitido que nosotras, queramos o no, como dicen las compañeras, nos tengamos que atrever a ser parteras y no solamente ser parteras, a hacer suturas, hasta sacar balas, porque aquí hasta tocaba sacar municiones en carne viva. La misma situación de guerra nos ha llevado a que las mujeres que más sufrimos la guerra en nuestros cuerpos somos las mujeres que más avanzamos y somos más resistentes. Las mujeres y los hombres, y toda la sociedad rural, y el campesinado hoy día reconocido, no se puede apartar de que somos una comunidad distinta y tenemos que seguir mostrándonos donde quiera que vayamos.48
Rosa Tilia, como muchas mujeres sumapaceñas, guarda en su memoria saberes alrededor del cuidado del cuerpo de las mujeres, y de los niños y niñas. Tienen conocimientos sobre sobos, manejo de plantas medicinales, dietas y alimentación que perviven a pesar de las violencias obstétricas por falta de acceso a los servicios de salud para las mujeres habitantes de la ruralidad, y por los estigmas que aún se presentan alrededor de la partería campesina. De cara a la defensa del cuerpo-territorio, los derechos sexuales, los derechos reproductivos, los derechos humanos y los derechos culturales, desde el enfoque de género en Colombia se han dado pasos para estos reconocimientos y el respeto por la vida. Uno de los hitos en el país es la
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47 Rosa Tilia González, entrevista del IDPC, encuentro con delegaciones de la asamblea campesina sobre el patrimonio vivo en Sumapaz, 24 de junio de 2023.
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Hasta hace muy poco las comunidades del Sumapaz identificaron que los centros de salud y las entidades de salud no generan posibilidades de nacimiento en la localidad 20, pues todas las gestantes se trasladan a hospitales de la zona urbana, lo que resulta problemático, pues muchos de 48 Matilde Mora Poveda, segundo taller “Partería y cocina sumapaceña como patrimonio vivo”, 15 de julio de 2023.
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los conocimientos asociados a los partos pueden desaparecer. A las parteras les da miedo hablar de su labor, pero como la discusión ya se encuentra abierta, desde las organizaciones sociales de mujeres y las mixtas, se habla de los riesgos del traslado de las mujeres gestantes y sus familias rurales a contextos urbanos. A su vez, se hace mención de la posible pérdida de identidad de los recién nacidos con el territorio de Sumapaz desde el momento del nacimiento. Estas formas de ser y de habitar también se manifiestan en el manejo y el cuidado del agua, presentes en historias narradas por campesinas como Esperanza Rubiano, lideresa de acueductos. Ella menciona que los acueductos en Sumapaz tienen más de cuarenta años de historia y que iniciaron en las fincas que tenían nacederos, mediante el uso de mangueras o directamente de quebradas. Los que estaban cerca de las fuentes de agua en zonas altas tenían abundante acceso al líquido, pero a los demás les llegaba poca agua. Esto produjo que la gente se organizara alrededor del agua, lo que motivó la creación de acueductos. Al inicio se realizaron obras de infraestructura con bocatoma que permitieron, con el paso de los años, la creación de complejas redes de tuberías, desarenadores, filtrado, cloración, tanques de almacenamiento, medidores y tratamiento de aguas residuales. Estas organizaciones se mantienen debido a la necesidad de contar con la provisión constante de agua, pero también por la intención de que se conserven los ecosistemas alrededor de las bocatomas. Por esto, estos acueductos se cercan para evitar pastoreo del ganado y se llevan a cabo procesos de reforestación con el ánimo de proteger el medio ambiente y la biodiversidad49 Desde la noción de patrimonio vivo se podría comprender la identidad cultural campesina del Sumapaz como un proceso social relacional de negociación y resignificación permanente50. Esta noción permite entender el patrimonio, desde el lugar del territorio, como categoría de análisis propia en este contexto campesino en Bogotá. 49 Esperanza Rubiano, entrevista del IDPC, 19 de mayo de 2022. 50 IDPC, “Soporte teórico, metodológico y técnico para la activación de entornos patrimoniales. 7 entornos” (Bogotá, 2021).
Foto de grupo focal de parteras y partero de San Juan, Marta Carvajal Peñaloza, Bercelio Peñaloza y María Eugenia Cruz González, quien fue la última partera del Sumapaz de la vereda La Concepción en recibir a una niña en época de aislamiento por la pandemia del COVID-19. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo RodríguezIDPC, 2023.
Acueducto veredal Asoaguasclaras en la localidad 20 de Sumapaz. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
María de Jesús Castiblanco, partera de la localidad de Sumapaz, vereda Santa Rosa. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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La triada tierra-territorio-territorialidad para el campesinado de Sumapaz se ha construido a partir del arribo de familias migrantes de distintos territorios, quienes sufrieron formas de esclavitud; explotación laboral; violencia social, política y armada; la estigmatización y la falta de oportunidades, pero que también lograron la territorialidad campesina, a través de la creación de redes solidarias de organizaciones sociales que se mantienen en el tiempo y que son bastión para sus comunidades. Esta identidad, atravesada por la solidaridad en relación con el cuidado, la producción, la reproducción y la sostenibilidad de la vida, se manifiesta en la cotidianidad campesina de hombres y mujeres que se levantan cada mañana a ver el fogón, la huerta y los animales; a realizar el trabajo de ordeñar, hacer el queso, gusgunear y atierrar; hablar con su vecino o vecina; acordar reuniones comunitarias; ir a la escuela, y resistir con un tinto y arepa los embates del frío paramuno. Los elementos anteriormente mencionados son tanto materia para la gestión patrimonial como determinantes en el ordenamiento territorial y en el reconocimiento de la identidad y la memoria viva en el Sumapaz. Este cúmulo de relaciones permite entender esta localidad como aquella habitada por un campesinado con identidad propia y con un patrimonio vivo en el que es necesario profundizar, dada la posibilidad de que sea asumido como herramienta para la defensa del territorio. Finalmente, y usando el símbolo del frailejón, la relación entre la tierra y el territorio se da como lo hacen las raíces de esta planta51: como esa ancla viva que se arraiga al territorio, en donde los saberes y prácticas de los campesinos y campesinas pueden seguir echando raíces. Queda el reto de pensar en el patrimonio vivo en alianza con las formas de ordenamiento territorial, con estrategias de difusión, información y participación para mantener las manifestaciones que unen al Sumapaz como territorio. Estas aportarán a la pervivencia y a la autonomía ganada hasta ahora por sus habitantes.
51 También llamado guaque, memoria de los y las sumapaceñas.
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Procesos organizativos campesinos: pervivencia y corazón del ser sumapaceño
*Juan David Benavides Sepúlveda
El cultivo de papa es el más extendido en la localidad de Sumapaz. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2022.
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Entonces, resulta que el elemento más preponderante de la cultura campesina en Sumapaz es la capacidad organizativa. Yo no puedo ver la familia si esa familia no está en una junta, si no está en un sindicato, si no es militante política.52 Sumapaz ha sido un territorio habitado hace más de cien años por campesinas y campesinos venidos de otros lugares del país. Pese a las difíciles características ambientales y climáticas del páramo y a las complejas circunstancias sociales, políticas y económicas vividas desde finales del siglo XIX, sus pobladores han sabido habitar este territorio con la creación constante de estrategias propias de pervivencia mediante el resguardo de sus tradiciones y costumbres, y el de su patrimonio. En este capítulo daremos claridades sobre ciertos conceptos que ayuden a entender esas distintas estrategias que el campesinado ha usado para seguir viviendo en el territorio. Por un lado, vale la pena aclarar el concepto de pervivencia, en el que se empezó a profundizar a principios del siglo XX en Alemania, desde los estudios de la historia y la cultura:
Vivir después de algo no significa separarse totalmente de lo que nos precedió, sino, por el contrario, estar determinado en mayor o menor medida por ello. Este fenómeno experiencial, retórico e intelectual, fue recogido en su preciso matiz semántico por el término “Nachleben” [pervivencia en alemán].53
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52 Alfredo Díaz Benítez, entrevista de Juan David Benavides, 2 de mayo de 2022. 53 Mariela Silva Vargas, “Nachleben [pervivencia] e historicidad en Walter Benjamin”, Veritas n.° 38 (2017): 37.
De igual forma, la pervivencia se refiere a lo que sucede (lo que sigue); es decir, lo que pervive se encuentra en un limbo entre lo que pasó, y cómo esto determina el presente y lo que vendrá: “En esta perspectiva los ‘muertos’ (corrientes, estilos, ideas, tendencias, prácticas, símbolos, significados) no mueren del todo, sino que solo asumen otras formas de vida, parasitan, enriquecen y contaminan las formas de expresión de las nuevas generaciones”54. Pervivir, para el caso de Sumapaz, se podría entender entonces desde las circunstancias históricas difíciles, como los conflictos armados y políticos en contra del campesinado sumapaceño en los siglos XIX y XX55, que llevaron a que las comunidades se refugiaran en ellas mismas para poder persistir en el tiempo y en el territorio. Estas situaciones lograron que Sumapaz se construyera como un territorio resiliente labrado por manos campesinas en el trabajo constante de la tierra, forjado mediante las luchas sociales y políticas libradas en contra de intereses ajenos, y que se constituyera como un territorio impregnado del carácter y la tenacidad que los y las sumapaceños aprendieron a cultivar en su espíritu. La suma de aprendizajes perdura en las voces y memorias de la gente, y hace surgir un testimonio recurrente alrededor de lo que muchos de ellos y ellas consideran el sostén de la pervivencia humana y no humana en el Sumapaz: la organización social y comunitaria. Esta manifestación social, política y cultural de la vida en el Sumapaz responde, entre otros aspectos, a una responsabilidad histórica por la lucha agraria y la defensa del territorio en busca siempre de una paz estable y duradera. Esto lo recoge de manera central la investigación sobre patrimonialización del Grupo de Investigación en Estudios Agrarios y Campesinos Suma-paz: “[Sumapaz es] un territorio cuyas historias de lucha agraria no 54 Silva Vargas, “Nachleben”, 49. 55 Especialmente los conflictos de principios del siglo XX con la familia Pardo Rocha, dueña de la hacienda Sumapaz; la violencia de 1948 hasta 1957, relacionada con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, y la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla; y, de igual forma, el conflicto armado entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) desde principios de los noventa hasta la firma de los acuerdos de paz en la Habana en 2016.
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Señora Elsa González, campesina de la vereda Vegas. Practica la partería, es conocedora de las plantas medicinales y de los productos cultivados en el páramo. Vivió la guerra de los cincuenta y la violencia de los noventa. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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son un recuerdo nostálgico sino precisamente aquello que constituye su cultura en el día a día y que se hereda entre generaciones”56. Responsabilidades transmitidas de generación en generación son las que han logrado mantener vivas las manifestaciones organizativas, ya que, al ser heredadas, responden a la continuidad de procesos de lucha campesina organizada de largo aliento. Por ejemplo, se pueden resaltar varios casos de familias que honran sus apellidos siendo líderes o miembros de las organizaciones sociales, tal como lo hicieron sus antepasados, y que ratifican el rol comunitario de las organizaciones como consecuencia de procesos sociales y políticos heredados. Estos procesos organizativos se pueden valorar entonces como patrimonio vivo sumapaceño, ya que se han consolidado históricamente a través de prácticas y saberes alrededor de las organizaciones en el territorio. Como se verá más adelante en este capítulo, los procesos organizativos campesinos mostraron históricamente la necesidad de fundar las organizaciones y las mantienen vivas hasta hoy. Son lo que hace que la gente se movilice por un fin común, que se convoque a la comunidad en una junta de acción comunal, en un sindicato agrícola o en una zona de reserva campesina. Los procesos organizativos campesinos en Sumapaz resaltan como patrimonio porque corresponden a un todo comunitario, donde la organización no solo atañe a lo social, sino a todos los atributos de la vida comunitaria en Sumapaz57. Su potencia en el trasegar de la vida social en este territorio es indispensable: la organización convoca a la comunidad en un hacer constante por el bienestar de todos y todas, en un sentir de arraigo y pertenencia por un territorio; y, de igual forma, en un ser campesino trabajador y
56 Grupo de Investigación en Estudios Agrarios y Campesinos Suma-paz, “Debates y tensiones sobre la declaratoria de Sumapaz como patrimonio, desde la perspectiva campesina” (Bogotá, 2021), 64. 57 Existen organizaciones sociales en el Sumapaz alrededor de temas como lo político, lo económico, lo productivo, lo ambiental, lo educativo, lo artístico, la salud y lo cultural, en los que se profundiza en el siguiente apartado de este capítulo.
Puesto de salud vereda Nazareth. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
luchador. Entonces, la organización social debe verse como el epicentro de la pervivencia de la vida en el Sumapaz.
[…] pues aquello que constituye la cultura campesina del Sumapaz no se puede entender al margen de un estado ausente y cuya presencia más notable ha sido a partir de la violencia. En consecuencia, el campesinado se ha tenido que organizar desde muy temprano para administrar justicia, resolver conflictos, resistir ante proyectos extractivos que afectan el territorio, enfrentar la violencia estatal incluso tomando las armas, impulsar procesos propios de formación, expresarse artísticamente a través de coplas, canciones y prácticas de escritura en medio de la violencia y la estigmatización.58
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En este capítulo se explora, junto con la voz de campesinos y campesinas, cómo a lo largo de más de cien años han sostenido una lucha persistente y resiliente para vivir en su territorio de manera pacífica. Los procesos sociales y las organizaciones han construido andamiajes sociales, políticos 58 Grupo de Investigación en Estudios Agrarios y Campesinos Suma-paz, “Debates y tensiones”, 63.
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y culturales que son patrimonio vivo y logran la pervivencia de la gente en el páramo. Mantienen vivas tradiciones, costumbres, prácticas y saberes propios que los identifican como campesinas y campesinos sumapaceños; por esto, vale la pena que sean contados desde allí, en una relación entre lo organizativo, sus procesos y la identidad cultural. No hay que olvidar, claro está, el papel trascendental que los conflictos armados y políticos han tenido en la historia del Sumapaz, los cuales atravesaron la vida de los y las sumapaceños. Muchos murieron defendiendo esa lucha, pero dejaron tras de sí herencias y responsabilidades que viven hoy en día en procesos de defensa y búsqueda de la paz, vigentes en las organizaciones campesinas sumapaceñas.
Memorias campesinas de luchas sumapaceñas por el territorio y la pervivencia A finales del siglo XIX Colombia comenzó un proceso de inmersión en el mercado mundial de productos agrícolas y materias primas (principalmente con el café), lo que dinamizó la apertura de la frontera agrícola en distintas regiones del país. Para finales del siglo XIX en la región del Sumapaz, los municipios de las zonas templadas (Pandi, Arbeláez, San Bernardo, Cunday e Icononzo) iniciaron los procesos de apertura de la frontera agrícola en la zona. Por su parte, a principios del siglo XX, como consecuencia del desastre social y económico de la guerra de los Mil Días, los municipios de las áreas frías de la región (principalmente Pasca, Fusagasugá y el alto Sumapaz) abrieron sus fronteras. La familia Pardo Rocha desde finales del siglo XIX, en cabeza de Félix María Pardo, ya se había adueñado de gran parte de la región mediante la construcción de la hacienda Sumapaz. A raíz de la muerte de Félix María, su hermano Juan Francisco Pardo Rocha heredó en 1905 parte de esta hacienda y compró los derechos de los demás hermanos, lo que llevó a la expansión de los predios de la hacienda para
alcanzar un total de 200.000 hectáreas59. Allí principalmente se producía papa (al estar su mayor parte en tierras frías) y se convirtió en una hacienda ganadera de gran importancia en la región. La creciente economía de la hacienda Sumapaz atrajo a gran cantidad de campesinos y sus familias que llegaron a la región en búsqueda de mejores oportunidades60. De Une, Chipaque, Pasca, y otros municipios de Cundinamarca y de Boyacá, llegaron a vivir y trabajar en la hacienda. Se les daba un pedazo de tierra en las fronteras de las haciendas para que hicieran sus casas, cultivaran y desmontaran los bosques y páramos fronterizos61. Muchas historias se narran en Sumapaz de estas épocas. El profesor sumapaceño Alfredo Díaz Benítez62, por ejemplo, recuerda cómo su papá, Evangelista Díaz, llegó a la región: “[la familia Rubiano] recogieron a mi papá. O sea, mi papá llegó de Boyacá por la pobreza que se vivía allá en Chiriví [Nuevo Colón]. Llegó a refugiarse donde otro boyacense”. Por su parte, Esperanza Rubiano63, nieta de los familiares que recibieron al papá del profesor Alfredo, menciona que los orígenes de su familia en el Sumapaz se remontan a su abuelo paterno:
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Luis Rubiano, él fue uno de los líderes de la lucha agraria, de la lucha por las tierras. Él llegó de quince años de 59 Como menciona Rocío Londoño: “Según el inventario de los bienes del difunto [Félix María Pardo Rocha], dicho latifundio estaba conformado por cuatro globos de tierra denominados Santa Rosa, San Juan, Sumapaz y El Nevado o Santa Bárbara”. Rocío Londoño, Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-2984) (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011, 46). 60 Así como a otras haciendas vecinas, por ejemplo el Hato, en Usme, lo que aumentó la población en la región. 61 Darío Fajardo, Haciendas, campesinos y políticas agrarias en Colombia, 19201980 (Bogotá: Editorial Oveja Negra, 1983). 62 Díaz Benítez, entrevista. Maestro sumapaceño, nacido en la vereda Sopas, y líder social de la localidad. Como ya se mencionó en el capítulo anterior, es el creador de la cátedra Sumapazlogía en los colegios Juan de la Cruz Varela de la cuenca del río Sumapaz. Desde allí, ratifica la identidad sumapaceña a niños, niñas y jóvenes, a partir de la historia del territorio, el quehacer campesino y la identidad sumapaceña. 63 Esperanza Rubiano, entrevista de Camilo Escallón y Juan David Benavides, 19 de mayo de 2022. Presidenta de Asojuntas y miembro de la Junta de Acción Comunal de la vereda Nazareth. Es heredera del legado de un liderazgo social de gran importancia en Sumapaz que pasa por su abuelo, Luis Rubiano, su padre, su madre y sus tíos, y que sus hijas continúan hoy en día.
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Ráquira, Boyacá. Él era primo hermano de Juan de la Cruz Varela, o sea, los dos llegaron, pero Juan de la Cruz se instaló en el oriente del Tolima y toda esa parte, y el alto Sumapaz, y mi abuelo acá [cuenca del río Blanco]. Y luego mi papá sí nació acá en la vereda Sopas, y mi mamá nació en la vereda el Tabaco. La hacienda Sumapaz se conformó entonces gracias a la mano de obra foránea. Pero, según los relatos del campesinado, el trabajo ofrecido en la hacienda era injusto y abusivo. Una serie de reglas y contratos desmedidos por parte de los hacendados Pardo Rocha impedían a los campesinos el cultivo de ciertos productos en sus parcelas o el trabajo que se debía prestar a la hacienda en retribución a la tierra dada allí64. Al respecto, don Francisco Ramírez (don Pachito), un sumapaceño de cerca de 94 años que trabajó en Pasca, Cabrera y Usme (en el Hato) y caminó el páramo descalzo, hizo parte del Sintrapaz como afiliado y vivió junto a su familia las dificultades de la vida en las haciendas, recuerda:
A mi mamita le tocaba pagar la obligación, dos días a la semana. Eso era pagar a la hacienda. No le pagaban nada ni le daban alimentación. Eran dos días de trabajo por dejarla estar donde tenía la casita donde vivía. Entonces era una pobreza muy tremenda. En ese tiempo era una pobreza muy terrible.65 Alrededor de estas situaciones comenzaron los conflictos entre los campesinos y la familia Pardo Rocha, por los abusos constantes de los hacendados contra quienes habitaban y trabajaban los terrenos. Por esto, un pequeño grupo de campesinos del actual municipio de Cabrera empezó a
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64 Existían diferentes formas del trabajo campesino en las haciendas, tales como: arrendatarios, a quienes se les brindaba un pedazo de tierra por el que debían pagar arriendo y “seis días de trabajo al año a la hacienda”; terrajeros, que se asociaban con los arrendatarios en el trabajo de parcelas o desmonte de bosque y también pagaban días de trabajo a las haciendas; y los aparceros, que vendían la mitad de la producción de su parcela a la hacienda. Londoño, Juan de la Cruz Varela, 195-197. 65 Francisco Ramírez, entrevista de Juan David Benavides y Libia Villalba, 6 de abril de 2022.
Esperanza Rubiano, primera mujer presidenta de Asojuntas Sumapaz. Heredera de un legado familiar importante en la región. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
Tal vez la primera fotografía tomada en lo que hoy es el caserío de la vereda Nazareth, en la localidad de Sumapaz. La pareja de esposos campesinos formada por la señora Ana María Cifuentes (o Fuentes) y el señor Salvador Dimaté, y el sacerdote Antonio Pinter. Colección fotográfica del salón comunal de la vereda Nazareth.Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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interponer denuncias. En esas diligencias los campesinos arrendatarios se percataron de que la hacienda Sumapaz tenía en posesión tierras en las fronteras de la hacienda que no les pertenecían, ya que eran baldíos de la nación y por lo tanto no estaban escriturados a favor de la familia Pardo Rocha. Esas tierras de frontera habían sido derribadas y colonizadas por los campesinos, lo que conllevó que las peleas se agudizaran en la hacienda Sumapaz. Los campesinos empezaron a reclamar esas tierras como suyas y a llamarse colonos de baldíos, o simplemente colonos, ya que justamente ellos habían sido los que habían coloniza- Fotografía de Luis Rubiano Aldana, líder agrario del Sumapaz. Colección fotográfica do esas tierras vírgenes66. del salón comunal de la vereda Nazareth. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023. Las acusaciones por parte del campesinado a las autoridades judiciales y a los gobernadores locales, y la defensa ejercida por parte de los hacendados, llevaron poco a poco a que los conflictos fueran cada vez más violentos, desde quema de casas y apropiación arbitraria de cultivos para desalojar a las y los campesinos, hasta el asesinato de colonos en diligencias de desalojos policiales (o lanzamientos, como los llamaba el campesinado). Don Pachito recuerda que en esa época empezó a participar en las reuniones que los colonos hacían para defender sus tierras y cultivos de los terratenientes. Orgulloso, explica que conoció a Erasmo Valencia, uno de los primeros abogados con quien los colonos contaron en sus luchas jurídicas contra los hacendados, y quien luego se convirtió en el máximo líder social, político e ideológico de la región. Fue compañero de Jorge Eliécer Gaitán, y mentor de líderes agrarios de la región como Juan de la Cruz Varela o Luis Rubiano Aldana.
66 Así empezaron a ser conocidos los arrendatarios, y en general los campesinos que emprendieron luchas por la posesión de la tierra, que en su mayoría estaba en la frontera de las haciendas que ellos mismos habían desmontado.
“Hoy la lucha es por la tierra y el resto va por añadidura…”67. Palabras dichas por Erasmo Valencia, recordadas por don Pachito quien, al pronunciarlas, pese a su edad, deja ver su brillantez y su memoria lúcida. A su vez, Fidel Ignacio Pérez Dimaté68, sumapaceño de la vereda Ánimas, recuerda que Erasmo Valencia llegaba a las reuniones con un periódico, “Claridad, que es hoy La Voz Proletaria [semanario Voz]”69. Este periódico, fundado en 192870 y editado por el mismo Valencia, fue una de las herramientas más importantes que tuvieron las comunidades sumapaceñas de la época, ya que ahí se consignaban las denuncias de los campesinos contra los hacendados, el desarrollo de los pleitos judiciales, los hechos violentos contra el campesinado y, de igual forma, ideales que las organizaciones nacientes iban a tomar como propios. Aunque Erasmo Valencia murió en 1949, su herencia es de gran importancia y es recordada con bastante aprecio en el Sumapaz: creador del Partido Agrario Nacional, ayudó en las primeras entregas de títulos de tierra a los campesinos junto a otros líderes. Fue diputado de la Asamblea de Cundinamarca y Tolima, y fue el principal promotor y líder de la Colonia Agrícola del Sumapaz en 1929, la cual se constituyó como uno de los antecedentes más importantes para la conformación de las zonas de reserva campesina del país, especialmente las de Sumapaz y Cabrera. La Colonia Agrícola de Sumapaz es uno de los referentes más importantes al indagar por las primeras organizaciones sociales en este lugar, pues allí se consolidaron los procesos organizados en el marco de los conflictos con las haciendas (como el llevado por la Junta de Colonos en la 67 Ramírez, entrevista. 68 Vivió en Cabrera, en la vereda Paquiló, al lado de la finca de Juan de la Cruz Varela, quien lo impulsó a participar en el Consejo de Cabrera. Fue secretario de la subdirectiva del Sintrapaz en las veredas de Ánimas y Sopas del corregimiento de Nazareth, junto a su amigo Rudecindo Wilches. Hizo parte de la primera Junta Administradora Local de la localidad de Sumapaz como edil en medio de la guerra de los 1990. Miembro de la Junta de Acción Comunal de la vereda Ánimas y del Consejo Local de Sabios y Sabias de la localidad. Es miembro afiliado del Partido Comunista de Colombia. 69 Fidel Ignacio Pérez, entrevista de Juan David Benavides y Libia Villalba, 26 de abril de 2022. 70 Londoño, Juan de la Cruz Varela, 144.
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Izquierda: Portada del periódico Claridad, donde se muestra la acusación de los colonos del Sumapaz sobre la irregularidad en la posesión de tierras por parte de los hacendados. “La formidable acusación”, 15 de abril, 1931. Archivo de la Hemeroteca Nacional de la Biblioteca Nacional de Colombia, 2023. Arriba: Denuncia de los agrarios de Sumapaz en el periódico Claridad desde la Sociedad Agrícola de la Colonia de Sumapaz en contra de las injusticias de los procedimientos de altos funcionarios de los gobiernos nacional y departamental. “El campesinado de Sumapaz hace pública su inconformidad”, 23 de diciembre, 1935, 3. Archivo de la Hemeroteca Nacional de la Biblioteca Nacional de Colombia, 2023.
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región) alrededor de la lucha por la tierra. La Colonia Agrícola del Sumapaz es un mito y un hito en la organización social, ya que allí se buscó proteger la vocación del trabajo campesino de la tierra y nació un sentir comunitario organizado que perdura hasta hoy. Bajo el principio del derecho de habitar y trabajar la tierra, el campesinado logró que las haciendas paulatinamente fueran desapareciendo. Sin embargo, gran parte del campesinado seguía sin la posesión formal de la tierra; por esto, los procesos organizativos volcaron sus agendas para conseguirla. En este contexto, don Fidel recuerda cómo su papá lo empezó a involucrar en las organizaciones:
Entonces, ya se decía que organización, yo escuchaba decir que organización. Que tenía uno que estar dentro de una organización […] ya se empezó a gestar esas reuniones, eso era una vida bonita, una cuestión por la tierra, claro, por que seamos dueños de una parcela, luchar por el arreglo de los caminos, que eso lo orientaba Erasmo Valencia. Arreglar los caminos, luchar por la educación, por las escuelas.71 También recuerda que en estas reuniones se empezó a planear la construcción de la escuela de la vereda Ánimas, otro de los legados que dejó Erasmo Valencia, para que las organizaciones lo consideraran un pilar en sus luchas:
Como sería que en esa época había solo una escuela que era en Betania. Entonces la gente decía “¿Cómo hacemos para mandar los niños hasta allá?”. Y un vecino dijo: “Yo dono”. Un señor, Manuel Moreno, si no estoy mal, dijo: “Yo dono un lote para que construyamos la escuela aquí”. Entonces, con eso ya nuestros viejos miraban con buenos ojos esa posibilidad del estudio, porque ellos decían: “Yo quedo conforme con que mis hijos aprendan a leer y a escribir”.72
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71 Pérez, entrevista. 72 Pérez, entrevista.
Portada del periódico Claridad. Lista de colonos vinculados a la Sociedad Agraria de la Colonia de Sumapaz a los que se les había logrado adjudicar tierras en la región. “Tierra libre y hombres libres”, 24 de junio, 1937. Archivo de la Hemeroteca Nacional de la Biblioteca Nacional de Colombia, 2023.
Periódico Claridad. Memorial donde se describen las condiciones en las que vivían los campesinos en Sumapaz en la década de los 1930 y la solicitud temprana de reconocer la ruralidad de Bogotá por parte del doctor José Antonio Concha. “Por el campesinado de Nazareth”, 17 de enero, 1937, 2. Archivo de la Hemeroteca Nacional de la Biblioteca Nacional de Colombia, 2023.
Ya para 1948 las dinámicas hacendatarias en Sumapaz estaban casi extintas y la gente podía trabajar más libremente en sus cultivos, pero el 9 de abril de ese año estalló lo que se conoce como la época de La Violencia en el país. Con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, muchos pobladores del Sumapaz tuvieron que emigrar luego de que la fuerza pública, a través de “la chulavita”, comandada por los gobiernos conservadores de Laureano Gómez y Mariano Ospina Pérez, arremetieran violentamente contra el Sumapaz y sus pobladores. Quitándose el sombrero y rascándose la cabeza, don Pachito recuerda que les tocó salir por entre las montañas y el páramo, descalzos y con las alpargatas en la cintura. Menciona que no podían emigrar por los caminos principales donde se podían encontrar la chulavita o alguien que los delatara. Diez años duró en Pasca (Cundinamarca) junto a su familia y a otras muchas personas que también se cobijaron en municipios cercanos huyendo de la violencia. Dice él que a “la gente ya casi en su mayoría le tocó desocupar. Fue muy poca la gente que quedó en esa época porque llegaba la aviación”73. Pero, como en todo el país, la época de La Violencia en Sumapaz tuvo una base política represiva hacia el campesinado muy fuerte. “Nos llamaban chusmeros” (o la chusma), dice don Pachito, cosa que también recuerda don Fidel. A los liberales o comunistas los llamaban así, y los abusos no solo fueron violentos por parte de la policía y los militares, sino también estigmatizantes y señaladores por el hecho de llevar consigo ideologías alejadas de las conservadoras. Para la época de La Violencia en Sumapaz, Juan de la Cruz Varela ya era uno de los líderes más destacados en la región. Sus habilidades intelectuales y su oratoria hacían que los campesinos vieran en él un baluarte; por eso llegó a representarlos en instancias del poder político como consejos municipales y asambleas departamentales. En esta época Varela comandó, junto a otros líderes, un fuerte de resistencia denominado Autodefensas Campesinas, una organización armada de campesinos que buscaban la 73 Ramírez, entrevista.
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defensa de sus familias y la comunidad de los abusos de la fuerza pública conservadora. El 2 de mayo de 1953 se produjo la toma y destrucción del pueblo de la Cuncia74 (actual vereda de La Concepción, en la localidad 20) en un enfrentamiento de varios días entre las guerrillas campesinas y la policía conservadora. Este evento, sumado a la llegada del general Gustavo Rojas Pinilla tras la caída del régimen conservador en 1953, hizo que las guerrillas liberales accedieran a firmar en el municipio de Cabrera (Cundinamarca) los llamados “acuerdos de paz de Cabrera”. Con ellos, muchas familias pudieron volver a sus parcelas, aunque esto no duraría mucho. Don Fidel recuerda que, tras un año de relativa paz, entre 1954 y 1955, la violencia escaló nuevamente en el alto Sumapaz (veredas ubicadas en el actual corregimiento de San Juan), y el oriente del Tolima. Cuando se supo que los acuerdos de Cabrera habían sido traicionados por el Gobierno, “entonces ya la gente decía que había que estar alerta, porque había que crear la autodefensa de masas”75. Tanto don Fidel como don Pachito concuerdan en que para esos tiempos en la región las ideas de izquierda y comunistas se habían anclado en las organizaciones sumapaceñas y sus miembros. Esta inclinación hizo que en esta nueva guerra se dieran dinámicas de represión contra el campesinado por acusaciones de insurgencia por parte del Gobierno y las élites locales. Fue así como la política del “enemigo interno”, traída de Estados Unidos, fue aplicada en Sumapaz76. Estas acusaciones se materializaron en hechos victimizantes por parte de los militares, gobernantes municipales de turno, e inclusive el clero. Don Fidel, por ejemplo, acusa con nombre propio al sacerdote Antonio Pinter de Cabrera. Como él lo recuerda, la tortura fue una de las estrategias más usadas en contra del campesinado:
74 Elsa González, entrevista de Nicole Bejarano, Libia Villalba y Juan David Benavides, 22 de junio de 2022. 75 Pérez, entrevista. 76 Laura Varela Mora y Deyanira Duque Ortiz, “Estrategia de los agrarios de Sumapaz y el oriente del Tolima durante el Frente Nacional”, Historia y Sociedad 21 (2011): 176.
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Álbum fotográfico de la familia Wilches. Fotografía de Rudecindo Wilches, líder agrario y miembro de las Autodefensas Campesinas del Alto Sumapaz. Foto: Camilo RodríguezIDPC, 2023.
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Tenían una planta eléctrica. Y se la colocaban a la gente para que contara lo que sabían. Le colocaban en el pie, en el dedo gordo del pie, y en la mano en el dedo pulgar, y a muchos en los genitales. Imagínese eso… Y torturas, Dios mío, y a ese señor Moisés Chavarro lo hicieron hacer la sepultura. Yo no sé qué lo favoreció a él que no lo mataron.77 Para 1954 el alto Sumapaz y el oriente del Tolima quedaron prácticamente deshabitados. Las familias se vieron obligadas a esconderse en las montañas y bosques de la región para huir de la represión y cayeron en la extrema pobreza. El caso más recordado de violencia en esta época se dio en el municipio de Villarrica (oriente del Tolima)78, específicamente en la vereda la Colonia, donde la fuerza aérea detonó bombas de napalm que destruyeron prácticamente
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77 Pérez, entrevista. 78 Jaques Aprile-Gniset, Las crónicas de Villarrica (Cali: Universidad del Valle, 2018).
Don Fidel, edil de la primera Junta Administradora Local (JAL) de Sumapaz y líder social de la localidad. 2023. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo RodríguezIDPC, 2023.
toda la vereda. Este hecho generó una crisis social y económica en toda la región del Sumapaz y el oriente del Tolima. Con el paso del tiempo estos recuerdos perduran en las personas que vivieron la guerra en carne propia y cuyas familias también la experimentaron. Y aunque la guerra de los 1950 en el Sumapaz “terminó” con la caída de Rojas Pinilla y los nuevos diálogos entre las guerrillas campesinas y la Junta Militar en 1957, la memoria de las guerras de primera parte del siglo XX, con sus recuerdos, olvidos y silencios, vive aún hoy en el campesinado. Sin embargo, los y las sumapaceños de manera solidaria y comunitaria han mantenido vivas las identidades propias de lo campesino: el trabajo productivo de la tierra en cultivos como la papa, la cría y el cuidado de la ganadería, la producción de lácteos, la arriería, la reunión comunitaria en la organización, etc. A pesar de que la violencia y el conflicto armado de la región buscaron atacar las dinámicas comunitarias y los procesos de lucha agraria campesina, lo que lograron fue reafirmar el papel autónomo de las comunidades campesinas a través de la resiliencia, la creación y el fortalecimiento de sus organizaciones y sus tradiciones culturales. Tal fue el caso que, luego de la guerra de los 1950 en Sumapaz, los campesinos volvieron a trabajar la tierra, las guerrillas se disolvieron y en el alto Sumapaz nació una de las organizaciones sociales campesinas más relevantes de la región: el Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Sumapaz (Sintrapaz). Esta organización campesina, fundada el 1.º de julio de 1957, y que obtuvo la personería jurídica el 3 de marzo de 196079, fue creada, según don Pachito, entre otras cosas, para
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resolver los problemas de los mismos moradores […] por ejemplo, un vecino me hizo daño, yo voy y lo informaba al sindicato, el sindicato lograba una comisión para que fuera y arreglara los problemas de los moradores de la
79 Asociación Campesina de Sumapaz (Asosumapaz), Plan de Desarrollo de la Zona de Reserva Campesina de Sumapaz (Bogotá) 2016-2030 (Bogotá: Asociación Campesina de Sumapaz, 2012).
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misma región; entonces, esa era la forma del sindicato, la organización.80 El sindicato se conformó, por un lado, para cumplir parte de los acuerdos firmados con la Junta Militar en 1957. Los principales temas giraban alrededor de la desmilitarización de la región, la construcción y reconstrucción de escuelas (destruidas en la guerra), y la construcción de vías de acceso y puestos de salud. El primer punto se cumpliría parcialmente, ya que el Sumapaz no obtuvo una paz completa y los militares siempre hicieron presencia en la región81. Algo similar sucedió con los demás puntos: la vía Bolivariana82 terminó siendo construida por los mismos sumapaceños, hasta llegar a San Juan en el año de 1971. Lo concerniente a la salud no tuvo muchos avances. Así lo comenta el profesor Alfredo Díaz: “Por la salud se hizo muy poco. Eran dos centros de salud, uno en Nazareth y otro en San Juan, con enfermeras de mucha vocación, poca preparación por supuesto, más conocimiento empírico. Pero la educación sí cogió fuerza”83. Sobre el tema de la educación, recuerda el profesor Alfredo que antes de la guerra de los 1950 había pocas escuelas en el Sumapaz (en las veredas de Chorreras, San Antonio, Concepción, Nazareth y la del Arroz). Pequeñas, alejadas para muchos niños y niñas, o sin profesores84, se habían construido en la década de los 1930 como consecuencia de la lucha agraria organizada llevada a cabo por la Junta de Colonos y la Colonia Agrícola de Sumapaz. Los acuerdos de 1957 fueron plataforma para que, de manera organizada y comunitaria, se cumpliera el legado de darles educación a la niñez y juventud de la región,
80 Ramírez, entrevista. 81 Este fue un periodo de falsa paz, ya que en el Sumapaz se vivió una violencia clandestina, en la que se cometían crímenes contra el campesinado de manera selectiva. Muchos dirigentes y campesinos fueron asesinados en esta época, de manera similar a como había ocurrido en épocas pasadas. 82 Principal vía de acceso a la localidad de Sumapaz, que conecta a Bogotá urbana desde la localidad de Usme con la mayoría de las veredas de la localidad 20. 83 Díaz Benítez, entrevista. 84 Díaz Benítez, entrevista.
Casona de la escuela de la vereda Chorreras. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo RodríguezIDPC, 2023.
al campesinado que le había quedado en los tuétanos la teoría de Erasmo Valencia Arango en los años 30, que decía que tocaba tener cuidado personal, o sea la higiene, y la ilustración. Esas familias que treinta años después tenían sus hijos, esos jóvenes que lo escucharon, pues dijeron: “aquí lo que hay que fundar son escuelas”.85
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Tal fue la capacidad colaborativa y de organización por parte del campesinado en Sumapaz para fundar escuelas, que el profesor Alfredo menciona que, “para el año 68, podría asegurar que las únicas escuelas que faltaban en Sumapaz eran la de Capitolio y Peñalisa, que las inauguramos después en el 90, en la guerra. Pero para el 68 ya todas las veredas tenían escuela”. A través de la solidaridad y la resiliencia, los y las sumapaceños en sus procesos organizativos han logrados hitos de gran importancia que contribuyen a la pervivencia en el territorio. Los 1960 y las décadas siguientes fueron trascendentales en la historia de los procesos organizativos campesinos del Sumapaz. Por un lado, en 1962, en la vereda de Nueva Granada, se fundó la primera Junta de Acción Comunal de la localidad86. 85 Díaz Benítez, entrevista. 86 Información recogida en el taller realizado el 20 de octubre de 2021 en la vereda San Juan, en el marco del proyecto de identificación del patrimonio vivo de la locali-
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La carretera Bolivariana conecta a la localidad 20 de Sumapaz con la localidad 5 de Usme, y de esta manera, con la Bogotá urbana. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2022.
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Posterior a ella, diferentes veredas tomaron el mismo rumbo y lograron que las organizaciones sociales se extendieran por el territorio y pudieran seguir procesos autónomos propios de cada vereda. Sin embargo, las capacidades organizativas de las juntas no alcanzaban a subsanar problemas centrales del campesinado, como la titulación total de tierra. Esa vieja lucha, la lucha agraria, todavía estaba viva porque muchas personas no contaban con los títulos de las tierras que habitaban y trabajaban. Fue así como, en 1968, líderes de la región, como Juan de la Cruz Varela o Luis Rubiano, representantes de las organizaciones sociales y las comunidades, rememorando lo hecho por Erasmo Valencia en la década de los 1930, lograron que el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora) alinderara y entregara títulos de tierra a una parte de campesinos y campesinas de la localidad y la región. Esto permitió que parte de las comunidades pudieran habitar y trabajar con mayor tranquilidad, y que las organizaciones veredales fortalecieran su accionar en el territorio con ayuda de su formalización en la década de los 1970. Pero, como la historia lo ha demostrado, el campesinado del Sumapaz tendría que seguir luchando por pervivir y defender su territorio. Juan de la Cruz Varela, luego de la violencia de las décadas de los 1940 y 1950, continuó su liderazgo desde su experiencia como político y voz del campesinado en instancias de poder. Inició entonces una serie de conflictos judiciales, políticos y violentos en contra de terratenientes de la región como Marcos Jiménez y Antonio Vargas. Este último fue un latifundista con propiedades en Pandi, San Bernardo, Venecia e Icononzo que creó un ejército propio para combatir a Juan de la Cruz y a los que lo seguían. Este nuevo conflicto no tuvo las dimensiones de las guerras pasadas, pero sí generó hechos violentos como los vividos en las décadas anteriores, entre ellos el asesinato, esta vez de manera selectiva. El 19 de octubre de 1978 fue asesinado el presidente de Sintrapaz, Pedro Pablo Bello, lo que evidenció la falsa paz en Sumapaz.
dad de Sumapaz con las comunidades de la cuenca del río Sumapaz.
Pancarta de Sintrapaz que ratifica su lucha. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2022.
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Al tiempo de esta época de guerra, y como si esta fuera poco, el 2 de mayo de 1977, bajo el Acuerdo 14, el en ese entonces Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (Inderena) creó el Parque Nacional Natural (PNN) en gran parte de lo que hoy es la localidad 20. Esta figura conllevó muchos problemas para la localidad y la región. Por un lado, la creación del parque no fue socializada con las comunidades, las cuales no fueron tenidas en cuenta. Pero, por otro lado, la figura de parque trajo consigo políticas e ideas norteamericanas de la conservación de la naturaleza sin gente. Inició así el desalojo de muchas familias cuyas tierras estaban dentro de las líneas del parque nacional. El problema con las restricciones impuestas por Parques Nacionales Naturales continúa hasta hoy en día. Don Horacio Gutiérrez87, arriero de oficio nacido en Pasca, habita 87 Fue presidente de Asojuntas y de la Junta de Acción Comunal de la vereda Lagunitas por veintidós años. Miembro del Partido Comunista, actualmente hace parte del Consejo Local de Sabios y Sabias de la localidad.
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la localidad desde finales de 1968 y cuenta los inconvenientes que ha tenido al respecto:
tengo más o menos siembra, tengo papita, y unas dos vaquitas. Pero entonces me coge el problema del Parque Nacional Natural del Sumapaz. Ahora no lo descaran cuando lo aprobaron en 1977, que tenía unos alinderamientos: de linderos adentro era de parque, y de linderos para afuera podíamos tener, podíamos poseer libremente.88
Arriero sumapaceño cargando una mula con bultos de papa. La arriería es una manifestación de la cultura campesina sumapaceña que se relaciona con otros saberes, prácticas y tradiciones, como la de los nudos, las herramientas de trabajo, conocimientos de caminos, y formas de vestir y comer, enmarcadas en el viaje de un arriero por el páramo. Localidad de Sumapaz. Foto: David Gómez-IDPC, 2023.
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Sin embargo, el asesinato de Pedro Pablo Bello o la creación del parque no amedrentaron a las organizaciones. Por el contrario, fortalecieron los procesos organizados en comunidad como lo habían hecho siempre. En 1980 se creó la Asociación de Juntas de Acción Comunal de Sumapaz (Asojuntas), con el propósito de consolidar los procesos organizados que las juntas realizaban vereda por vereda desde la década de los 1960, para ir recogiendo las problemáticas de la localidad en general. La década de los 1980 trajo consigo otros dos sucesos importantes. Por un lado, en 1984 falleció el líder agrario Juan de la Cruz Varela, quien dejó un legado profundo en el campesinado de la región para no olvidar la lucha original, la lucha agraria. Por otro lado, mediante el Acuerdo 9 de 1986, el Concejo de Bogotá declaró a Sumapaz como localidad 20 de Bogotá89, creó la Alcaldía Local y un nuevo espacio de participación comunitaria. Desde finales de la década de los 1950 la región había vivido cierta tranquilidad en cuanto a conflictos violentos, lo que permitió que los procesos organizativos en Sumapaz se fortalecieran a través de la creación de nuevas organizaciones, así como la posibilidad de trabajar y habitar tierras propias por parte del campesinado. Sin embargo, la década de los 1990 88 Horacio Gutiérrez, entrevista de Libia Villalba y Juan David Benavides, 13 de julio de 2022. 89 Alcaldía Local de Sumapaz, “Historia de la localidad de Sumapaz”, 2016, http://www. sumapaz.gov.co/mi-localidad/conociendo-mi-localidad/historia#:~:text=La%20localidad%2020%20de%20Sumapaz,alcaldías%20locales%20formando%20así%20parte
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trajo consigo fantasmas del pasado que en Sumapaz se habían evitado por casi tres décadas. Don Horacio lo resume así:
Pues lo que resulta y pasa es que la misma historia le hace crear a uno cierta psicosis. Y usted sabe que el miedo lo domina a uno. Entonces, al darse el proceso de César Gaviria como presidente al meterse a Casa Verde, en diciembre del 90 se militarizó Sumapaz. Al hacerlo, pues a la mayoría nos dio miedo y nos salimos porque corría la bola que aparecía gente en una lista como colaboradores de la guerrilla o comunistas; entonces decían que “ahí verán si se dejan coger”.90 Luego de la toma de Casa Verde en La Uribe, Meta, el 17 de diciembre de 1990, se militarizó la localidad 20 de Sumapaz y municipios vecinos en búsqueda de los líderes de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que, según el Gobierno, se escondían en la región. Con bombardeos aéreos, detenciones, estigmatizaciones y asesinatos extrajudiciales, nuevamente la gente tuvo que salir de Sumapaz91. Así, una nueva era de violencia inició. El profesor Alfredo Díaz recuerda que él y varios líderes locales buscaron ayuda para enfrentar estos nuevos retos basados en la experiencia vivida de veteranos de la guerra de los 1950. Así fue como acudieron a Rudecindo Wilches, quien los convocó a defender su territorio. En este contexto, menciona el profesor Alfredo que muchos salieron, pero muchos también se quedaron:
Muchos no salimos de nuestras fincas, de nuestras casas. Y aquí igual, por cada familia que se iba, la otra se quedaba a cuidar las dos juntas. El que le daba más miedo y tenía para dónde irse, pues se iba; el otro se quedaba porque no tenían para dónde irse, y más bien “compadre, yo le cuido ahí”.92
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90 Gutiérrez, entrevista. 91 Carlos Morales Acosta, Arando el pasado para sembrar la paz. Cuadernos de la memoria: relatos de las víctimas del conflicto armado en Sumapaz 1990-2017 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2018). 92 Díaz Benítez, entrevista.
La solidaridad y el valor de la comunidad seguían prevaleciendo en el sentimiento campesino de las personas en Sumapaz. Los que se quedaron resistieron a la arremetida de los militares en contra de la comunidad y a las confrontaciones armadas que se dieron con los guerrilleros de las FARC, que efectivamente hacían presencia en la localidad, pero no dentro de las organizaciones sociales. A pesar de esta nueva guerra que duraría veinte años, Profesor Alfredo Díaz, líder social de la localidad y creador de Sumapazlogía, cátedra de educación propia sobre la hasta el inicio de las converhistoria, la sociedad y la cultura sumapaceña. Localidad de Sumapaz. Foto: David Gómez-IDPC, 2023. saciones del Gobierno con las FARC en La Habana, el campesinado del Sumapaz nuevamente daría ejemplo de resiliencia al país. Con la Constitución de 1991 nacieron las figuras de las juntas administradoras locales, lo que fue aprovechado por el campesinado de la localidad. Así, una nueva organización se adhería al crisol organizativo del Sumapaz. Del mismo modo, en el año 2000 se creó la zona de reserva campesina (ZRC) del vecino municipio de Cabrera. Esta figura, junto a las problemáticas de la violencia armada, inspiró a las organizaciones de la localidad para buscar el mismo objetivo. Así, en 2011 inició el proceso de constitución de la ZRC de Sumapaz; después de una lucha política y jurídica, en el 2022 se logró que fuera aprobada93. Además de esto, en el fragor de la guerra nacieron nuevas organizaciones en Sumapaz. En el 2004 se crearon los consejos locales de sabios y sabias (adultos mayores), de juventudes y de muje-
93 ANT, “Sumapaz, primera Zona de Reserva Campesina en recibir acta de constitución por parte de la ANT”, Agencia Nacional de Tierras, https://www.ant.gov.co/sumapaz-primera-zona-de-reserva-campesina-en-recibir-acta-de-constitucion-por-parte-de-la-agencia-nacional-de-tierras/
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res, organizaciones con importancia en la actualidad en la localidad. La creación de estas organizaciones, como ejemplos anteriores en la historia del Sumapaz, ratifican que los procesos organizativos sumapaceños son un caso particular en el país. Pese a los contextos de violencia y las problemáticas cotidianas, las organizaciones han sabido crear las estrategias de pervivencia en medio de los conflictos armados y la lucha histórica por la tierra. De este modo ha logrado arraigarse en el corazón la identidad campesina sumapaceña y han formado así uno de sus principales patrimonios. Pese a que la guerra con las FARC-EP acabó en el 2016 con la firma de los acuerdos del Teatro Colón, el campesinado de Sumapaz entiende que sus luchas se han transformado y que su territorio sigue siendo apetecido por intereses ajenos: delimitación de páramos, intereses por el agua, las posibilidades de concesiones mineras o la creación de hidroeléctricas. Así lo describe Aracely Romero94:
Las luchas siguen siendo agrarias, siguen siendo campesinas, no por la tierra, sino por el derecho a trabajar esa tierra, por vivir en esa tierra. Entonces, empieza la lucha contra las grandes transnacionales que socavan. […] En Sumapaz hay esmeraldas, hay petróleo, hay oro, el agua […] [la lucha] sigue siendo campesina, sigue siendo agraria, pero otras formas de lucha. Ya no es por la tierra, sino por defender esa tierra.95 Estas luchas y defensas hoy en día han desembocado en la creación de figuras de autonomía y ordenamiento propio. El 30 de diciembre de 2022 la Agencia Nacional de Tierras (ANT) constituyó la Zona de Reserva Campesina del Sumapaz, que se convirtió en uno de los hitos más importantes dentro de la lucha y la defensa organizada en la localidad y la región. La ZRC, que reúne dieciséis veredas de la localidad
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94 Miembro de Sintrapaz y de la Junta de Acción Comunal de San Juan. Hizo parte del proceso de investigación sobre el patrimonio vivo del Sumapaz llevado a cabo por el IDPC en 2021 y 2022. 95 Aracely Romero, “Estrella”, entrevista de Camilo Mamian, 27 de abril de 2022.
(catorce del corregimiento de San Juan y dos del corregimiento de Nazareth), es el resultado de una lucha de más de un siglo que reconoce al campesinado organizado del Sumapaz como sujeto histórico, político y productivo. Es por ello por lo que esta figura se une a otras de ordenamiento autónomo de la localidad, como el Plan de Vida de las veredas Santa Rosa y Taquecitos constituido en 2021, y el Plan de Manejo Ambiental y Productivo de la Cuenca del Río Blanco vigente desde el 2014.
Los procesos organizativos como patrimonio vivo del Sumapaz La intención del apartado anterior, aparte de provocar a la profundización sobre la historia social y política de Sumapaz, pretende dejar entrever la importancia y pertinencia de hablar sobre el campesinado sumapaceño a través los procesos organizativos como estrategia de pervivencia y manifestación central de su patrimonio vivo. Como se evidenció, los procesos organizativos campesinos del Sumapaz responden a una honda memoria de luchas sociales encabezados por la lucha agraria, la lucha por la propiedad y el uso de la tierra. Las estrategias creadas por los campesinos (colonos) a principios del siglo XX en la región para combatir las injusticias de las familias dueñas de las haciendas encaminaron procesos sociales y políticos que se han materializado en una diversidad organizativa que mantiene vivas prácticas y saberes de la identidad campesina sumapaceña. Los procesos organizativos campesinos se reconocen tanto en las luchas agrarias originarias como en el arraigo campesino a un territorio rural y productivo; por eso algunos de ellos son patrimonio vivo. Estos no solo han basado sus agendas en la defensa del territorio, sino que también dialogan y estructuran otros temas de la vida comunitaria y
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Anuncio de zona de reserva campesina en medio de la carretera Bolivariana y el páramo. Foto: Ana Milena Vallejo-IDPC, 2022.
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Matilde Mora, lideresa de las organizaciones de mujeres de la localidad. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo RodríguezIDPC, 2023.
cotidiana de la localidad que se desenvuelven en los entreveros de la vida campesina. Las organizaciones sociales en Sumapaz se ramifican por el territorio de acuerdo a las necesidades propias del contexto de la localidad y se convierten en parte angular de su vida: desde acueductos comunitarios creados por las mismas comunidades y distribuidos por toda la localidad, desde donde cuidan y aseguran el suministro de agua, pasando por organizaciones de mujeres, jóvenes y adultos mayores, hasta otras relacionadas con la producción de alimentos limpios; con el arte, el teatro y la música; o con temas educativos y la creación de cátedras propias del contexto sumapaceño. A partir de la unión comunitaria para la resolución de problemas y el mejor bienestar, los procesos sociales materializados en organizaciones de todo tipo han contribuido a mantener vivos saberes, prácticas y tradiciones campesinas que históricamente han caracterizado a los y las sumapaceños, sobre todo alrededor de la lucha y el trabajo con la tierra. Hay que resaltar, de igual forma, que dichos procesos organizativos como patrimonio vivo sumapaceño deben ser valorados mediante el reconocimiento a los abuelos y abuelas veteranos de esas luchas por la tierra y la defensa del
territorio, quienes inculcaron en las nuevas generaciones la importancia de pertenecer y cuidar las organizaciones. La solidaridad es la principal enseñanza de las personas mayores, y pertenecer a una organización social es una responsabilidad dada por herencias familiares y sociales en búsqueda de una autonomía propia, una paz territorial y un bienestar común. Así lo evidencian dos mujeres lideresas de la localidad:
Mi abuelo era un dirigente agrario y una de esas personas que pudo tener esa voz, pero también tuvo con qué moverse. Evelio Poveda, él es mi abuelo materno. […] Mi mamá también tenía eso innato, eso que ahora llamamos género, derechos de las mujeres, equidad, ella lo hacía, sin aun ir a una universidad. Ella hizo un tercero de primaria, hablaba latín como si se lo hubieran dictado, hablaba y lo escribía.96 Digamos que nosotros tenemos un legado de liderazgo. Mi abuelo, que tuvo mucha importancia en la lucha agraria. Luego mi papá, que heredó esa vocación, y él trabajó con las juntas de acción comunal; y en los años noventa, cuando empezaron las JAL, él fue edil durante dos periodos. Entonces, él estuvo muy vinculado a toda la organización social, a la parte política… Y mi mamá fue una campesina que escasamente pudo hacer tercero de primaria, pero era una mujer que le gustaba escribir, ella escribía poesía.97
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Este complejo y profundo patrimonio que son los procesos organizativos campesinos constituye buena parte de la estructura social que permite a las personas seguir viviendo en la localidad. Con una historia de violencia a cuestas, de resistencia del campesinado organizado frente a la violencia de actores como el Estado mismo, o de grupos insurgentes, la pervivencia del campesinado en la localidad, 96 Matilde Mora, entrevista de Nicole Bejarano, Primer Encuentro CLM Sumapaz, 26 de agosto de 2021. 97 Esperanza Rubiano, entrevista. La mamá de Esperanza Rubiano es la autora del himno del Sumapaz.
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como en la región, es la suma de solidaridades y actos resilientes para permanecer en el territorio y vivir de manera autónoma. Así lo describe el Grupo de Investigación en Estudios Agrarios y Campesinos Suma-paz:
el campesinado ha tenido que forjar una cultura a través de la pervivencia no por elección propia o porque ese sea su destino, sino más bien por causa de una serie de problemáticas que el mismo Estado y su accionar han profundizado.98 En esta historia de pervivencia campesina el arraigo ha desempeñado un papel central en el devenir de la población en Sumapaz. La identidad campesina sumapaceña, y la cultura que los campesinos han tenido que forjar, va en consonancia con esos procesos organizados que no solo viven en las entrañas de las asociaciones, sino, de igual forma, en los hogares. Las luchas agrarias dejaron herencias no solo en el quehacer social y comunitario, sino también en lo más profundo de los hogares en Sumapaz, mediante legados familiares que propiciaron sentires de arraigo a un territorio y a una historia. Geraldine Rubiano, mujer sumapaceña, lo cuenta así:
Eso es típico: el voz a voz, la conversación que se da en la casa después de la cena. Mi papá se sentaba a hablar con mi mamá de esas épocas y uno escuchando la historia, preguntaba y le respondían, o también cuando íbamos al páramo en esos recorridos de cacería, pues… hablábamos y hablábamos. Mi papá decía: “Vea, por aquí tal cosa” y así, que es parte de lo histórico, y es esa pertenencia porque la historia de mi familia va muy ligada a la de Sumapaz. Entonces, por lo mismo uno tiene ese sentimiento de pertenencia y ese arraigo por Sumapaz.99
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98 Grupo de Investigación en Estudios Agrarios y Campesinos Suma-paz, “Debates y tensiones”, 65. 99 Geraldine Rubiano, entrevista de Nicole Bejarano, 28 de junio de 2022.
La transmisión de conocimiento sobre la historia y sobre las organizaciones es parte de la vida cotidiana. Paralelo a las prácticas de cultivo, del cocinar, del arriar, del tejido, las familias, amistades y vecindad comparten con niños y niñas el conocimiento y las experiencias de lucha y defensa en búsqueda del bienestar y la autonomía territorial. Así, se crean gustos e intereses desde la niñez y la juventud por pertenecer y participar en las organizaciones que defienden su comunidad y Geraldine Rubiano, joven lideresa de la cuenca de río Blanco. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguezsus hogares. IDPC, 2023. Tanta ha sido la influencia de los procesos organizativos en Sumapaz que han permitido paulatinamente consolidar en el tiempo nuevas formas de relacionamiento entre la misma comunidad para afrontar diferentes coyunturas. Es así como hoy en día, por ejemplo, es posible que se dé un diálogo firme y respetuoso entre hombres y mujeres. Aunque en las primeras etapas de la lucha agraria los hombres fueron los que sobresalieron en las actas judiciales, las mujeres también tuvieron papeles preponderantes. Tanto es así, que el reconocimiento a lideresas100 es una constante en la memoria de los y las sumapaceños; y hoy en día las mujeres son presidentas de organizaciones como Asojuntas o Sintrapaz, y presiden otras organizaciones mixtas, como juntas de acción comunal, la Junta Administradora Local, mesas de sabios y sabias, mesas de víctimas, personerías escolares, entre otras. Además, existe un Consejo Local de Mujeres bastante sólido gracias a la base participativa de los comités veredales de mujeres, cuyos inicios se remontan a la década de los 1960 en Sumapaz, como forma de reunión 100 Pero también a profesoras, mamás, abuelas, tías y hermanas que hicieron una labor importante en sus familias o veredas, y dejaron legados muy importantes en el territorio.
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de las mujeres para tratar las problemáticas sociales y políticas de la región. Por ende, y para ir concluyendo, no sería desmedido decir que desde la comunidad existe la firme convicción de que los procesos organizativos son el eje central de la vida comunitaria en Sumapaz, los cuales incentivan, mantienen y protegen las demás manifestaciones del patrimonio vivo de la localidad, así como la relación con el páramo y el territorio. A través de los procesos organizativos es posible indagar por el ser y el hacer campesino, y preguntarse por la identidad sumapaceña campesina. En palabras de Geraldine Rubiano, la organización y la lucha social son:
algo que se transmite de generación en generación y es el orgullo de la familia, es el orgullo por la historia y por los antepasados. Desde el más chiquito hasta el más grande, nosotros sabemos qué hizo nuestro tío, nuestro abuelo, cómo fue ese proceso, el orgullo que se carga por eso y el respeto que todavía causa.101 Los procesos organizativos campesinos de la localidad 20 de Sumapaz se refieren a las dinámicas sociales y políticas de solidaridad, reciprocidad y acción para la pervivencia y defensa de la vida comunitaria en el territorio. Se encuentran en el corazón de las construcciones de identidad sumapaceña y son el referente por excelencia del autorreconocimiento como comunidad campesina paramuna en las reflexiones sobre el territorio y las formas de habitarlo. Para el campesinado del Sumapaz la organización es un deber, una herencia, un compromiso con sus antepasados, sus abuelos y abuelas que desde finales del siglo XIX han luchado por la pervivencia y posibilidades de trabajar en el territorio. Es así como los procesos organizados del campesinado son parte esencial de la identidad y el patrimonio vivo del campesinado sumapaceño.
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101 Geraldine Rubiano, entrevista.
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Fauna en el Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
La autonomía: Principio y mandato que une el tejido de la vida organizativa
*Camilo Mamian Benavides
Gerardo Riveros, vereda San Juan, Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2021.
LA AUTONOMÍA: PRINCIPIO Y MANDATO QUE UNE EL TEJIDO DE LA VIDA ORGANIZATIVA
En las noches, después de que ella terminaba su labor, había una costumbre de lavarse los pies, calentar agua para bañarse los pies. Entonces, mientras se lavaba los pies, ella me contaba historias, las historias de cómo fueron esas luchas. Cómo ella, con mi abuela, tenían un ranchito en la vereda Ríos, y como el terrateniente que había en esa época quería sacarlos a como diera lugar […] mandaba a las personas que tenía al mando a que quemaran los ranchos. Mi mamá me contaba esas y muchas historias más. Yo le he ido contando a mis hijas eso, como para crearles ese vínculo y ese amor.102 El ámbito de la autonomía en la vida organizativa se ha constituido en uno de los principios determinantes de la vida campesina en la localidad de Sumapaz, ya que, a partir de esta, han logrado conservar buena parte de su tejido comunitario, en particular, sus procesos organizativos. Este capítulo pretende abordar los procesos y mandatos urdidos por las organizaciones campesinas del Sumapaz que han permitido preservar sus modos de vida campesina.
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102 Esperanza Rubiano, entrevista del IDPC, 19 de mayo de 2022.
Dichos procesos responden a: 1) la lucha por el uso y la tenencia de la tierra; 2) la exigibilidad de derechos en términos de participación, educación, salud, infraestructura, entre otros; 3) la nueva presencia estatal en Sumapaz a través de políticas públicas generadoras de conflictos con el Estado; 4) los mandatos de las organizaciones de mujeres sumapaceñas; y 5) la lucha por la paz, que no es otra cosa que la emancipación colectiva para el desarrollo de sus modelos propios de vida, que redundan en la dignidad campesina. Estas luchas se pueden rastrear cronológicamente desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Sobresalen, por la preeminencia que tuvieron en ciertas situaciones e hitos en el trasegar de la historia sumapaceña, pero no son luchas aisladas o excluyentes de otros procesos menos visibles, sino que, por el contrario, participan de una intrincada red de reivindicaciones que se contraponen permanentemente en la vida campesina del Sumapaz. Estos cinco procesos se abordarán desde la noción de autonomía, pues la lucha campesina se ha fundado en la defensa de su soberanía en el territorio de Sumapaz. Se trata entonces de una lucha por el reconocimiento de sus órdenes propios ante un Estado del cual se sienten parte fundante, pero que los ha excluido históricamente, pues la nación colombiana se ha constituido de manera hegemónica gracias a poderes políticos y económicos, y fundamentalmente se concibió hasta hace muy poco como una nación monocultural. En ese sentido, se toman como referencia las reflexiones de Aracely Burguete sobre el nuevo paradigma de autonomía, el cual tiene origen en las luchas indígenas en América Latina en los años 1970 y 1980, en busca de un Estado plurinacional que trascienda, por una parte, los modelos coloniales que no permiten la autodeterminación de los pueblos y, por otra, de superar los modelos asimilacionistas o intregacionistas que intentan imponer una sola realidad. Así lo sintetiza Burguete, quien asume
la autonomía como proceso; esto es como luchas en gramática autonómica, de pueblos y organizaciones que
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autogobernarse, lo que implica el manejo y control del territorio y las formas propias de gobierno, de resolución de conflictos y de modelos agroalimentarios. Ahora bien, el campesinado no asume la autonomía como una forma de aislamiento, pues “no se trata de una autonomía sin articulación con la sociedad y con el Estado, de tipo autárquico, sino de una propuesta para preservar la vida campesina en un contexto de economía de mercado e inserción en ella”104. Por consiguiente, resulta necesario valorar en Sumapaz las formas tradicionales de apropiación del ecosistema paramuno, pues sus mandatos han estado ligados históricamente a la defensa de bienes colectivos, conocimientos y prácticas que mantienen las bases de una coexistencia con el entorno natural. Esto es, más allá de una relación de mercado o antropocéntrica.
Mandato por la tierra despliegan estrategias para ganar mayores espacios de libertad, de control de territorios, de control cultural y de autogobierno, entre otros.103 La lucha campesina del Sumapaz se sintoniza con estas reflexiones, ya que las demandas por la paz en sus territorios, a través de estrategias organizativas y democráticas emprendidas en el pasado, se orientaban hacia la libertad de construir su propio destino y a que las disposiciones en su territorio estuvieran supeditadas a su consentimiento. De acuerdo con lo anterior, la reflexión alrededor de la autonomía en el Sumapaz plantea algunos debates sobre cómo el patrimonio vivo, o ese conjunto de prácticas, conocimientos y principios que regulan la vida, es determinante sustantivo en el ordenamiento territorial. Por lo tanto, la autonomía en el Sumapaz se expresa en la capacidad de
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103 Miguel González, Aracely Burguete Cal y Mayor y Pablo Ortiz-T., coords., La autonomía a debate. Autogobierno indígena y Estado plurinacional en América Latina (Quito: Flacso; GTZ; Iwgia; Ciesas y Unich, 2010), 65.
Parmenio Poveda, líder social de la vereda San Juan, señalando el curso de la microcuenca del río Sumapaz. Localidad Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
La lucha por la autonomía en el Sumapaz, como se evidenció en el anterior capítulo, se remonta a principios del siglo XX, con las primeras irrupciones campesinas en lucha por la tierra contra una forma de organización económica, social y política: el modelo hacendatario. De ahí que colonos y arrendatarios realizaran una serie de levantamientos y denuncias frente a las dinámicas impuestas por los terratenientes con el acaparamiento de tierras. El objetivo central de las organizaciones campesinas era ordenar la tierra del Sumapaz bajo otras lógicas, fundadas en la idea de la solidaridad y un sentido de pertenencia hacia el páramo. Los conflictos entre dos modelos de vida antagónicos surgieron en el momento en el que las familias campesinas provenientes de Cundinamarca, Tolima y Boyacá, principalmente, se asentaron en las fronteras de las grandes extensiones de tierras (haciendas constituidas con tierras otorgadas por el Estado a particulares) para iniciar y reiniciar 104 Icanh, Conceptualización del campesinado en Colombia. Documento técnico para su definición, caracterización y medición (Bogotá: Icanh, 2020), 32.
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una nueva vida con sus familias; buscaban mejorar su calidad de vida a través del cultivo a pequeña escala y el préstamo de su fuerza de trabajo como colonos y arrendatarios en las haciendas aledañas. En ese contexto, la población campesina fue, poco a poco, sometida a la forma de organización hacendataria, lo que socavó su dignidad y derechos mediante contratos de arrendamiento o aparcería, conocidos por el campesinado como obligaciones, que consistían en conceder la fuerza de trabajo al hacendatario por uno o dos días a la semana a cambio de poder mantenerse en la posesión de tierra que habían adquirido. Sin embargo, cuando el campesinado no lograba cumplir con la obligación debido a la alta carga exigida o, simplemente, por arbitrariedad de parte de los hacendados, estos últimos enajenaban los predios campesinos argumentando supuestos “incumplimientos” de los contratos u obligaciones acordadas. Así lo recuerda Esperanza Rubiano, actual presidenta de la Asociación de Juntas de Acción Comunal del Sumapaz (Asojuntas), quien explica cómo esta situación de explotación y desalojo impulsó al campesinado a organizarse:
Genaro Talero le vendió con escritura pública a Francisco Pardo Rocha la hacienda Alto Sumapaz, en 1905. De ahí en adelante empezó a funcionar dicha hacienda. Creo que él se sintió propietario de esa tierra hasta 1920. Fueron quince años que se sentían los únicos dueños de ese territorio. En esos quince años llegó gente de Chipaque, Une, Caldas, Boyacá, el Tolima, porque les decían que allá en Sumapaz había tierras para coger, para trabajar; y cuentan que le daban una tierra, o el potrero, para trabajarle a la hacienda. Pero esos colonos aguantaron quince años los malos tratos y esa obligación a los Pardo Rocha y a los mayordomos, a los administradores […] Por ahí después de 1920 la gente se cansó y dijeron “no, aquí toca hacerles otra jugada”, y les empezaron a desobedecer. En esa época se fundaron las juntas de los colonos y los compañeros de Nazareth, en cabeza de Luis Rubiano y otros líderes berracos, se 126
aliaron. Ahí fue cuando dijeron que ese territorio era de nosotros. Los tres sitios de las casas que los Pardo Rocha manejaban eran en Ánimas, Granada y Llano Grande. Se las quitaron, sacaron a esa familia y que la gente empezó a colonizar.105 Estos conflictos por el acceso y la titulación de las tierras entre campesinos y latifundistas dieron lugar a la emergencia de las primeras solidaridades entre los colonos, y entre estos y los arrendatarios, para desarrollar las acciones colectivas iniciales frente al acaparamiento de tierras en manos de unos pocos. A su vez, estas solidaridades se sintonizaron con las primeras movilizaciones campesinas y populares que exigían al Gobierno la implementación de una reforma agraria que permitiera la democratización del uso y la tenencia de la tierra. En ese espectro de movilización y lucha tomaron forma la Colonia Agrícola del Sumapaz y la Junta de Colonos, primeras iniciativas de gobierno propio que intentaban garantizar la propiedad de la tierra y la libertad para trabajarla, superando otras formas de organización basadas en la explotación del sujeto campesino. Estas iniciativas gestaron una forma particular de organizar el territorio desde el devenir del sujeto campesino, en el entendido de que su reclamo era legítimo. Colonos y arrendatarios han reaccionado con estrategias como la revitalización de órdenes culturales, territoriales y agrarios, especialmente reorganizando y revitalizando no solo la montaña, sino también los valores y el proyecto de sociedad al que aspiran llegar, el cual se expresa en el lema “Tierra, libertad y justicia para los campesinos de Colombia”. Uno de esos mecanismos por los cuales las organizaciones del Sumapaz regulaban la vida en su territorio eran los denominados jueces de corte, hombres encargados de entregar las parcelas que iban recuperando, y de definir las extensiones y las ubicaciones de la casa, los caminos y los ojos de agua. Así lo recuerda el líder Misael Baquero: 105 Rubiano, entrevista.
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Frailejón florecido, símbolo de la identidad campesina. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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Esa Junta de Colonos había creado otra figura que eran los jueces de corte. El juez de corte era la autoridad que iba y miraba cuánta tierra era que había que dar en ese sector, que es como ahora lo hace la UAF [Unidad Agrícola Familiar]: medir cuánta tierra necesita una familia para vivir bien. Entonces, le hacían la entrega de la pica; como eso era monte en muchas partes, entonces hacían una pica para pasar y por allí ya quedaba el límite, el lindero, la colindancia, como lo quisieran llamar. Y, a su vez, entre todos iban sugiriendo, iban pensando dónde iba a ser la casa, por dónde iba a ser el camino; si era junto a un río, dónde iba a ser el puente. Bueno, todas esas cosas se fueron planeando en ese momento.106 En ese espectro, la noción de comunidad se fue convirtiendo para la región del Sumapaz en una suerte de unidad político-administrativa básica, para garantizar derechos 130
106 Misael Baquero, entrevista del IDPC, 5 de mayo de 2022.
Misael Baquero, líder social de Sintrapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
colectivos y la intención de reconocimiento de funciones públicas o con efectos públicos frente a los desarrollos de organización y de disputa que iban adelantando como movimiento social y político. Así, la presencia política y ciudadana se fue asumiendo y configurando entre dos formas: una, como ser constituyente de una región, dentro de unos órdenes propios, diferenciales o autónomos alrededor de la cuestión agraria; otra, la de ser parte de un Estado nación, segregado o integrado a su modelo económico, social y político hegemónico. En consonancia con la primera opción, la organización política del campesinado se acercó a las posiciones del movimiento agrarista, un tanto al margen del bipartidismo. Concretamente, puede resaltarse la acción política ejercida a través del Partido Agrario Nacional (PAN), creado en 1928 por Erasmo Valencia, quien basaba su programa en una política de reforma agraria que buscaba transformar los grandes latifundios en tierras productivas para los campesinos, colonos, arrendatarios, jornaleros, entre otros. También, la inserción en el Partido Comunista Colombiano, el cual se fundamenta en una ideología marxista-leninista, que lideraba la configuración de las ligas campesinas y el desarrollo de huelgas contra el latifundio. O la participación en la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), encabezada por Jorge Eliécer Gaitán, que centraba sus esfuerzos en promover los derechos de los trabajadores rurales y la posibilidad de una reforma agraria. Estas relaciones los ubicaron en una situación bastante sospechosa ante el hegemónico régimen conservador107. Es decir, el avance organizativo y de autonomía del movimiento campesino del Sumapaz, con el apoyo de los partidos políticos afines a las luchas agrarias, se consideró una amenaza para los partidos tradicionales y la estructura de poder terrateniente imperante en toda la república. En consecuencia, el Gobierno, con la intención de frenar el accionar de los colonos en la región, desplegó una campaña de “conservatización” a partir de la violencia.
107 José Jairo González y Elsy Marulanda, Historias de frontera: colonización y guerras en el Sumapaz (Bogotá: Cinep, 1990).
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Cocina de leña tradicional. En la parte superior se observa maíz listo para ser semilla. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
La lucha por prevalecer en su territorio se ha dado de manera intensa a lo largo de todo el siglo XX. Y, al mismo tiempo, se ha presentado una violencia sistemática orientada a negar sus formas propias de organización. El poder y los gobiernos dominantes del latifundismo creyeron equivocadamente, en más de una oportunidad, haberlos vencido. No obstante, la organización y el enraizamiento en el entorno del Sumapaz han logrado mantenerse. En ese debate constante entre organizar su parcela y verla en llamas se va dibujando lo que para don Misael significa la palabra autonomía:
Entonces, claro, para el Estado eso no le servía porque había allí una autonomía, había alguien ahí, que no se quería matar y no se obedecía, sino que se iban apropiando de esos territorios y les iban dando un orden. Entonces, eso queda ahí y tienen que alzarse en armas. Vienen y comienzan a quemar las casitas que había; entonces, vienen y queman todas las casitas, por ejemplo, donde vivía mi abuelo la casita se la quemaron tres o cuatro veces. Le quemaban la casa y él, apenas podía volver, volvía a hacer otro ranchito y, otra vez, se la quemaban y otra vez lo hacía.108
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En este marco histórico, la memoria se ha instalado y ha condensado los procesos de lucha campesina, afrontando dinámicas de estigmatización y segregación de sus prácticas y posiciones políticas. Hoy, la memoria se ha convertido en un mecanismo de reconstrucción del sentido profundo del tiempo colectivo, desde una perspectiva de resistencia que ha heredado los elementos de lucha y defensa territorial a lo largo de la historia. Resistir se presenta como persistencia de una narrativa y de unas prácticas desde lo rural regional respecto a modelos económicos y jurídico-políticos que conciben el campo sin la vida campesina, sin sujetos humanos y no humanos campesinos. También, se resiste a ese modelo de unidad o de identidad social homo132
108 Baquero, entrevista.
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génea donde los tipos de organización sindical-agraria se conciben como anormales. Al respecto, afirma Silva:
resistir puede ser entendido a partir de la defensa de los bienes colectivos frente a las dinámicas de privatización y del mejoramiento de la calidad de vida frente a la degradación que ha significado la urbanización de la vida contemporánea. Lo campesino como forma de vida alternativa sigue estando ahí, como posibilidad no eliminada de lo colectivo, de lo solidario muchas veces y de lo público.109
Exigibilidad de derechos A pesar de que la lucha por la tenencia y el uso de la tierra ha sido una de las reivindicaciones sustantivas emprendidas por las organizaciones campesinas en gran parte de las regiones rurales de Colombia, en el Sumapaz, luego de los años 1950, la comunidad campesina fue comprendiendo que las transformaciones de sus modelos de vida no solo tenía que ver con la organización de las parcelas, sino, por ejemplo, con la participación social y política, mejorar la calidad de vida de las familias, la valoración de su historia y sus particulares formas de vida; en otros términos, implicaba organizar el territorio alrededor del agua, mejorar los niveles de educación de las nuevas generaciones y la construcción de unos mínimos en infraestructura, como vías, escuelas, espacios físicos de reunión, entre otros. Lo anterior es también una respuesta a las estrategias utilizadas por el Gobierno después de la primera mitad del siglo XX, las cuales se concentraron ya no solo en el sometimiento de las organizaciones campesinas a través de la violencia, sino en la proliferación de narrativas para mancillar la dignidad campesina. Dichos discursos fueron
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109 Diego Fernando Silva Prada, “Acerca de la relación entre territorio, memoria y resistencia. Una reflexión conceptual derivada de la experiencia campesina en el Sumapaz”, Análisis Político 81 (2014): 29, https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/ article/view/45763
Machete, herramienta cotidiana del campesinado para las labores del campo, para hacer trocha. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
paulatinamente trastocando su vida social, económica y territorial. Ante esta situación, los pobladores de Sumapaz, en su voluntad de no desaparecer, adelantaron un ejercicio de reconstrucción de la identidad campesina sumapaceña y el fortalecimiento de sus organizaciones, ligadas fuertemente con el recurso hídrico, el acceso a la tierra, el vínculo con el mundo del Sumapaz y con la historia de resistencia que ha cargado de sentido el páramo. En consecuencia, su lucha se enmarca en el horizonte del pluralismo cultural y social, y contra su negación que desconoce los ordenamientos territoriales históricos. En ese ejercicio han exigido un conjunto de derechos: el reconocimiento explícito de su identidad campesina, el reconocimiento legítimo y vinculante de sus procesos organizativos sin estigmatización, y el derecho a la propiedad y el trabajo agrícola sin el monopolio de la tierra. El reconocimiento de su identidad parte de un vínculo estrecho con el páramo, un sentido de pertenencia a sus ritmos y formas. Desde los primeros tiempos de poblamiento se pensó en mantener una relación armónica con la
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naturaleza. Don Misael Baquero manifiesta que, al organizar su parcela, piensa siempre en los nacimientos y cauces del agua, y en los bosques:
Yo recuerdo los primeros negocios que escuchaba de compra de tierra o de esto, de la tierra o de hablar de la finca o de la parcela, entonces hablaban: “Esa es muy buena porque tiene para dejar una buena reserva de monte y tiene el agua”; y todos pensaban en el agua y la reserva de monte que había que dejar. Por ejemplo, aquí la finca que él la compró [el padre de don Misael], que era de aquí para abajo, y él cuando vino: “Vea, todo eso hay que limpiar”. Todo eso que era potrero había que limpiarlo y el monte si había que mantenerlo, y que ahí estaba el agua y que los sitios de la casa podían ser en tal parte y allá ellos tenían todo más o menos organizado.110 Como resultado de su estrecha y respetuosa relación con el entorno natural, se ha enfatizado la importancia de estructurar su territorio en torno al agua mediante los acueductos comunitarios. Estos surgieron recientemente en el país —hace unos cincuenta a setenta años— como iniciativas de autogestión para facilitar el uso y cuidar el agua comunitariamente, especialmente en las zonas rurales y periurbanas. Los acueductos comunitarios en el Sumapaz son la expresión de unos bienes comunes construidos por la organización comunitaria; no obstante, estos sistemas de abastecimiento y cuidado del agua potable no han sido documentados y estudiados de igual manera que los sistemas de riego. Aunque no son grandes estructuras, guardan su propia complejidad y dan cuenta de prácticas y procesos socioculturales identitarios. En los acueductos comunitarios se reconoce la importancia del enfoque colectivo en la formulación de normas y acuerdos para el uso adecuado y la administración del agua. Sin embargo, también se considera que el agua no es
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110 Baquero, entrevista.
Mural centro poblado San Juan que evoca la importancia del campesinado en la soberanía alimentaria. Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
simplemente un recurso pasivo sobre el que se imponen acciones e intereses, sino que su materialidad influye y moldea las relaciones sociales y políticas. Por lo tanto, el agua como elemento activo ha definido prácticas, conocimientos y, en última instancia, una identidad, como lo señaló el testimonio anterior de don Misael. Además, la formación y defensa de los acueductos comunitarios presenta dos modelos de gobernanza del agua: uno basado en la regulación comunitaria de los derechos en torno a este líquido, que se rige por las lógicas de cuidado y respeto por la vida, y otro fundamentado en una regulación que se enfoca en las lógicas de desarrollo y asume una relación de racionalidad económica de costo-beneficio. En la región del Sumapaz, se observa claramente la contradicción entre el modelo comunitario y los intereses económicos de las élites y el Estado que perciben el agua únicamente como un recurso mercantil administrado por empresas privadas oficiales o mixtas. Esto ha conllevado el despojo y la exclusión del
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agua y los acueductos comunitarios como bienes comunes resultantes del vínculo histórico del campesinado con el entorno natural. En Sumapaz, el conflicto en torno al agua se remonta a principios del siglo XX. La principal problemática de la ciudad de Bogotá era el suministro de agua potable y la falta de espacio físico para los proyectos de urbanización. En este contexto, el Gobierno decidió apropiarse de las zonas donde se encontraba la mayor cantidad de agua, como el río Tunjuelo. Se adquirieron los predios en la cuenca alta del río con el propósito de construir la represa La Regadera y así abastecer a toda la población de la ciudad. Esta medida implicó que el control del río Tunjuelo pasara a manos de la Administración de la ciudad, y que se ignoraran los derechos y conocimientos locales sobre los cuerpos de agua y la gobernanza local. Como resultado, se perdió el vínculo cultural y social con la zona. El surgimiento de los acueductos comunitarios en la localidad de Sumapaz se ha dado gracias a iniciativas de autogestión, frente a un Estado incapaz de abastecer el agua a toda la población. La experiencia de los pequeños acueductos muestra la posibilidad de fortalecer una visión que tiene en la mira no el interés privado, sino los derechos y los intereses comunitarios. Ese propósito comunitario es el que los líderes y lideresas han buscado proteger: no solo han luchado por su función comunitaria, sino también por la reconstrucción de las conexiones rotas en el ecosistema paramuno. Así lo manifiesta la lideresa y presidenta de Asojuntas, Esperanza Rubiano:
Entonces yo quedé a cargo de la finca. ¿Qué es lo que he venido haciendo desde hace más o menos cinco años para acá?: conservar. Conservar el nacedero, conservar los bosques, hacer cercas vivas, volver a que haya corredores biológicos, que se conecte ese bosque con el de acá.111
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111 Rubiano, entrevista.
A pesar de la lucha por el cuidado del agua a través de los acueductos comunitarios, estos se han visto seriamente amenazados desde hace unos diez años por quienes conciben al agua desde la racionalidad económica de costo-beneficio, en buena parte gracias a dos grandes proyectos económicos:
La presencia de proyectos de generación de energía (proyecto hidroeléctrico El Paso, de la empresa Emgesa S. A. E. S. P.) y de exploración petrolera (área contratada para la exploración de hidrocarburos Bloque COR 4 adjudicado en el año 2010 a la empresa Australian Drilling Associates Pty Ltd. Sucursal Colombia), [los cuales] han suscitado la emergencia de conflictos socioambientales por el agua entre los actores locales (principalmente las asociaciones de acueductos comunitarios) y el gobierno nacional, quien ha entregado el aval para dichos proyectos.112 Para las comunidades del Sumapaz, la introducción de proyectos extractivos e hidroeléctricas en el territorio se presenta como una nueva amenaza a sus formas de vida y a su autonomía, en la medida en que buscan la tutela y el control del recurso hídrico presente en la región. Las comunidades han manifestado, en relación con los acueductos comunitarios, que estos nacieron junto con las comunidades, con las juntas de acción comunal, regidos por la asamblea, y que se han mantenido gracias a la solidaridad comunitaria, a pesar de que el Gobierno y las empresas ignoren o desconozcan la capacidad de las comunidades para administrar el recurso hídrico y cuidar la biodiversidad del páramo. A su vez, han sostenido que los acueductos comunitarios, al ser producto de la autogestión, no pueden ser calificados como “ilegales”, más aún cuando el artículo 38 de la Constitución establece el derecho fundamental de libre asociación, lo cual avala que las 112 Clara Judyth Botia Flechas y Jair Preciado Beltrán, “Resiliencia comunitaria: defensa del agua y del territorio en la cuenca del río Sumapaz, Colombia”, Perspectiva Geográfica 24, n.o 1 (2019): 21.
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Horizonte, cuenca del río Sumapaz. Localidad Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
comunidades puedan gestionar las necesidades del agua, defender los recursos, proteger la identidad cultural y permanecer en el territorio. Este derecho garantiza la legitimidad de tales acciones, sin que importen el reconocimiento o la constitución legal. La gestión comunitaria del agua se ejerce a través de redes u otros modos de asociación que no poseen una figura jurídica específica. Así pues, no puede considerarse que las formas asociativas sean ilegales, sino, en el peor de los casos, informales. Como lo han sostenido las comunidades y diversos autores, los acueductos comunitarios tienen un papel importante en la consolidación de lazos sociales y sentidos de pertenencia, por cuanto contribuyen al fortalecimiento de capacidades organizativas y de una cohesión identitaria alrededor del manejo del agua. La acción colectiva sumapaceña da cuenta de una lucha por defender sus acciones alrededor del cuidado y respeto del agua:
Se evidencia una gestión participativa en torno al cuidado del agua, la protección de las fuentes, la conservación de los bosques y las experiencias de autoorganización que emergen alrededor de un tema fundamental para la comunidad. De esta manera, es en la organización de las comunidades y su participación en las acciones colectivas para la defensa y la protección de la cuenca en donde mejor se expresa un sentido de cohesión social en el territorio.113
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Las formas de resistencia de los sujetos campesinos en el Sumapaz frente a las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos muestran una conciencia colectiva sobre la importancia del agua como patrimonio natural de la región, ligada a una identidad cultural en torno al páramo. A su vez, las acciones colectivas emprendidas para evitar el ingreso de poderosos actores económicos contrarios a los intereses del campesinado han nutrido el escenario democrático, en tanto la participación que se viene desarrollando en el territorio de 140
113 Botia Flechas y Preciado Beltrán, “Resiliencia comunitaria”, 29.
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Mural en memoria de la líder y edilesa Fanny Torres, vereda Raizal. Localidad Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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la cuenca del río Sumapaz, expresada en movilizaciones, tutelas y consultas populares (mencionadas anteriormente), es uno de los pilares de la resiliencia comunitaria. Además de las acciones por mantener un vínculo con el agua, sus ríos y los ojos de donde esta brota, la lucha por la educación ha contribuido de manera fundamental a fortalecer la historia y la identidad cultural del campesinado. Como se argumenta a continuación, la búsqueda de la educación formal y propia manifiesta un esfuerzo consciente por la identidad cultural, en tanto intenta activar un sentido de pertenencia y las redes de solidaridad con la causa agraria y la defensa territorial del páramo. Las acciones orientadas a garantizar espacios de educación en Sumapaz se deben, en parte, a la necesidad de que las nuevas generaciones adquieran conocimientos que les permitan integrarse al mundo urbano y laboral. Además, es fundamental que cuenten con herramientas básicas, como conocimientos en matemáticas, escritura y biología, para tener una relación más equitativa con el mundo exterior y las diferentes instituciones gubernamentales que ya están presentes en sus territorios. Todo esto, en medio de las acciones judiciales que buscan despojarlos de sus tierras. Las primeras escuelas fundadas en el Sumapaz se establecieron en las veredas de Chorreras, San Antonio y Concepción, y fueron fundadas con el esfuerzo colectivo, la solidaridad y la organización del campesinado, es decir, sin el apoyo del Gobierno. Se trató de una decisión propia de las comunidades sumapaceñas que asumieron la importancia de escolarizar a las nuevas generaciones con el propósito de poder enfrentar los contextos hostiles y violentos en los que vivían. A pesar de que en un principio buena parte de las escuelas que existían en Sumapaz se realizaron bajo el esfuerzo comunitario, con trabajos colectivos, mediante la donación de terrenos, y la realización de bazares o rifas, las organizaciones también fueron planteando exigencias al Gobierno central, con el fin de cambiar la relación con el Estado. En este proceso, además de afirmarse en el territorio a través de la edificación de las escuelas, las comunidades buscaban el reconocimiento estatal y una forma de hacerlo era, precisamente, requiriendo el apoyo para la creación de
colegios. La ausencia de estos espacios educativos estaba llevando a que los jóvenes se trasladaran a las ciudades para continuar su formación académica:
pues allá fue a llevar otras propuestas. Propuestas como la de que, a cambio de abrir colegios, que eso era muy costoso y eso era un proyecto de largo alcance, que nos daba becas. Nosotros sabíamos que eso era una tontada porque la beca tenía que ser integral, tenía que darle vivienda casi que a todos los estudiantes y a sus familias en Bogotá. ¡Nos amarramos! De 500 personas por lo menos 490 se opusieron rotundamente, que necesitábamos era abrir colegios. Ese día, como a las cuatro de la tarde, logramos que el señor dijera: “Bueno, me comprometo con la resolución de apertura de los colegios”.114 Este mandato no fue solo concebido como la necesidad de formar a las nuevas generaciones en los conocimientos básicos que exigen los estándares educativos formales, sino como una oportunidad para que los procesos de formación permitieran generar otros tantos de índole pedagógica que fortalecieran el arraigo al territorio sumapaceño, evocando las luchas emprendidas por mujeres y hombres del Sumapaz. Ejemplo de esto es la labor del profesor Alfredo Díaz alrededor de la Sumapazlogía mencionada ya varias veces a lo largo de esta publicación, la cual, en resumidas cuentas, buscaba introducir en los currículos escolares una asignatura donde los niños y niñas del Sumapaz conocieran la historia de la lucha agraria a través de ejercicios prácticos, por medio de recorridos y entrevistas a referentes de la organización social de la localidad. Como se explicó en el capítulo anterior, los procesos organizativos del Sumapaz son un elemento vertebral de la identidad sumapaceña, y la lucha por el derecho a una educación propia es constitutiva de este sistema identitario. La educación propia invita a pensar en otros espacios de transmisión 114 Alfredo Díaz Benítez, entrevista del IDPC, 2 de mayo de 2022.
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Estrellita, líder social, poeta y escritora, recolectando legumbres en su huerta, vereda San Juan. Localidad de Sumapaz. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
de conocimientos particulares de la vida sumapaceña, como son las cocinas o fogones. Estos son dispositivos de formación a través de los cuales se cultivan valores y conocimientos sobre las tradiciones campesinas y su relación estrecha con el territorio. Así lo expresa un comunero de la cuenca del río Sumapaz, al referirse a una educación propia anclada en las experiencias y devenires familiares en la región:
Otro caso fue que no nos educaron con Caperucita Roja, la Cenicienta, sino que esos cuentos y esas anécdotas nuestras giran en torno del fogón […] Y los cuentos eran sobre la sobrevivencia, por ejemplo, de mi abuelo, de mi mamá, de mi papá, de las violencias, del sesenta y punta.115 En realidad, lo que refleja la lucha por la educación formal y propia es una serie de pautas para que las nuevas generaciones reconozcan sus tradiciones y mantengan presente la historia de lucha agraria. Acercarse a la biología y a la física recorriendo el territorio, o saber acerca de la importancia de estar cerca al fogón, dan cuenta de la transmisión de los conocimientos territoriales del Sumapaz. En tanto se mantenga la transferencia de estas pautas o tradiciones, se garantiza la pervivencia de los modelos de la vida campesina paramuna de esta localidad. Sucede lo mismo con las juntas de acción comunal (JAC), que si bien son figuras de participación y organización que no son exclusivas de las dinámicas campesinas, han sido apropiadas en Sumapaz gracias al sentido de autonomía del que gozan las organizaciones comunitarias en este lugar. Las primeras JAC surgieron en los años 1960. Institucionalmente ya estaban reglamentadas desde 1958 como una unidad básica de participación (hoy bajo la Ley 743 de 2002), pensadas principalmente para que las comunidades rurales y urbanas pudieran organizarse y presentar formalmente al Gobierno las problemáticas y necesidades de sus
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115 Taller línea de tiempo, cuenca río Blanco, localidad de Sumapaz, 19 de septiembre de 2021.
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comunidades. Así mismo, el sistema de las JAC contemplaba que las comunidades prestaran voluntariamente su mano de obra para la construcción de su propia infraestructura y servicios, bajo lo que hoy se conoce comúnmente como la contraparte. Aquí un breve extracto sobre la fundación de las primeras JAC, y cómo estas lograron ser un vehículo para desarrollar sus reivindicaciones, derechos y necesidades:
Yo creo que en el año de 1961 o 62 fue fundada la primera Junta de Acción Comunal, que fue en La Planada. De pronto no estoy equivocada, a través de ahí para acá San Juan, de ahí para acá ha sido una lucha constante, en cabeza de las juntas comunales, la Asociación de Juntas Comunales. Hemos tenido esa forma para arreglarnos y así mismo se conoció un gran avance, un mejor vivir de los sumapaceños, por la llegada de la carretera a San Juan, porque ya se suavizó esa jornada tan dura, por la carretera a Bogotá.116 Ahora bien, es importante mencionar que la acción comunal es previa a su reglamentación, es decir, la construcción de vecindad, la solidaridad entre comuneros y los ejercicios de reciprocidad como la manovuelta son los que llenaron de sentido y contenido a las JAC. Por lo tanto, para la segunda mitad del siglo XX, las JAC realizaron la construcción de las primeras vías y los primeros centros educativos como una decisión de la organización sumapaceña, con el fin de disponer de una atmósfera propicia para desarrollar sus formas de vida ancladas a lo agrario.
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116 Taller línea de tiempo, cuenca río Sumapaz, localidad de Sumapaz, 10 de octubre de 2021.
Políticas públicas y conflictos con el Estado En general, la presencia del Estado en el Sumapaz en el pasado se ha caracterizado por ser violenta y por su posición pasiva o de omisión frente a las narrativas de estigmatización (“chusmeros”, “terroristas”, “arcaicos”), es decir, se trata de una postura colonial en tanto su acción u omisión han negado modelos de habitar, sentir y concebir el páramo de Sumapaz. Sin embargo, en los últimos tiempos esta relación ha venido mutando, sobre todo en términos de prescindir cada vez más de estrategias que impliquen el uso de la fuerza o de argumentar retóricamente una inmoralidad social que justifique la represión a la vida paramuna. Así pues, lo que ha venido sucediendo es la representación de un Estado que busca ya no negar sino regular el territorio bajo unas pautas e intereses en ocasiones ajenos a los mandatos de las organizaciones campesinas y, en general, a las necesidades e intereses de las comunidades rurales asentadas en la región del Sumapaz. Lo anterior es claro en diferentes políticas públicas, proyectos o instrumentos de participación y ordenamiento territorial que se imponen a las organizaciones y al territorio sin el consentimiento y la socialización previa de los planes, obras o medidas administrativas que se implementan desde el Gobierno nacional, así como desde la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Alcaldía Local de Sumapaz. Así, la posición institucional se ha configurado como un proceso “asimilacionista”, en el que, a través de una prestación de bienes y servicios, socava su soberanía alimentaria, su autonomía y el conjunto de saberes y tradiciones relacionados con la vida campesina y su entorno, es decir, una dinámica asistencial por parte del Estado que no vincula la participación y los conocimientos de quienes tutelan el páramo del Sumapaz. En ese orden de ideas, desde los años 1970, la entrada de Parques Nacionales Naturales de Colombia en la región ha sido objeto de discusión entre las organizaciones de Sumapaz con respecto a la conservación de la estructura
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ecológica del páramo Sumapaz y Cruz Verde. Las figuras de conservación ambiental han profundizado las brechas entre el Estado y el campesinado, ya que limitan el desarrollo de las actividades agropecuarias que se realizan en ciertas áreas. Bajo ese paradigma excluyente de la presencia campesina, la conservación de las estructuras ecológicas solo es posible si no se ocupan ni se utilizan, lo que agrava el conflicto. Sin embargo, estas tensiones han permitido que las organizaciones campesinas y la comunidad sumapaceña en general reflexionen sobre sus tradiciones y costumbres alrededor de la producción y el cultivo de la papa, así como de las prácticas de la ganadería a mediana escala, con el fin de evaluar alternativas propias fruto de ese diálogo histórico con el ecosistema. En palabras de un comunero de la cuenca del río Sumapaz:
Por eso es que nosotros no creemos en ninguna de las entidades del Estado, porque es un conjunto así, porque viene la parte ambiental, nos muestran hasta filminas y nos dicen: ahí está dañando los suelos del páramo, los suelos frágiles con la maquinaria que sale de aquí. Pues eso es cierto, pero ¿qué alternativa nos dan? Hemos dicho que la zona de reserva campesina, a ver si concientizan, porque hay unas familias y unas personas que estamos concientizadas ya de los cambios, de cambios del suelo frágil, para que estos no se dañen.117 Al igual que el ingreso de figuras ambientales como Parques Nacionales Naturales, la nueva configuración administrativa que adquirió Sumapaz en 1986 al constituirse en la localidad 20, como una zona autónoma con respecto a la localidad quinta de Usme, del Distrito Capital, ha provocado otras discusiones y retos en los procesos organizativos. Las políticas públicas formuladas para estos territorios rurales no dan cuenta de la realidad concreta de los colectivos campesinos, y desconocen nuevamente la historia social y
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las agendas de vida construidas por las comunidades que habitan el Sumapaz.
El hecho de estar la alcaldía en el territorio marca lo que hasta ahora era una forma de convivencia, una forma de control de las organizaciones y la aplicación. Lo que ejecuta la alcaldía son decenas y decenas de proyectos que ya, desde millones, porque lo que hay son billones que transitan por estos territorios, donde el campesino nada tiene que ver, ni en los proyectos, ni en su mirada, ni en su postura, ni qué es lo que va por su propia soberanía.118 La soberanía alimentaria también es una de las luchas históricas de la comunidad, como se ha mencionado anteriormente, por el acceso y la tenencia de la tierra. Esta fue transformándose en una lucha por la garantía de su autonomía y, por lo tanto, por sus propias formas de organizar el territorio. Esta reivindicación se manifiesta en buscar figuras asociativas entre productores que mejoren las condiciones de comercialización, en concordancia con su propósito de tener una soberanía alimentaria que reduzca las estrategias de asimilación a través de proyectos asistenciales que erosionen la integridad campesina y su matriz cultural. Si bien la comunidad campesina ha desarrollado una relación particular con el territorio, basada en sus tradiciones, conocimientos y prácticas productivas, su autonomía se ha visto amenazada por la constante presencia de ofertas institucionales que socavan su cultura. Así lo manifestaron los participantes en el taller sobre línea de tiempo (orientado a reconstruir los hitos de la historia de la localidad de Sumapaz), realizado en el año 2021, en la cuenca del río Sumapaz:
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pero nos hacía falta una organización que nos juntara para el tema productivo. Y, en el 2004, se crea Asosumapaz, es la primera asociación productiva que creamos […] Digamos que, en ese tránsito del 2000, nos han quitado mucho la autonomía de la producción, de 118 Taller línea de tiempo, cuenca río Blanco.
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la soberanía alimentaria, con el tema de la canasta nos la quitaron, y estamos dejando de producir la tierra porque estamos alimentándonos de otra, y eso son políticas estratégicas para mí. Pero tampoco ha logrado de que acabemos la organización. Y, ahorita, es el tema de los servicios. Entonces, démosle empleo a todo el mundo. Entonces, resulta que, en este momento, en el 2021, la gente dice: “yo para qué milito o para qué me meto en un sindicato”, o, “para qué me meto a eso si ya el Gobierno, el Estado, la Secretaría de Gobierno, la Secretaría de la Mujer, ya lo tengo”.119 Las situaciones adversas que afrontan actualmente las comunidades del Sumapaz tienen que ver con el desarraigo de sus prácticas y costumbres, y por lo tanto de su identidad. El proceso organizativo autónomo y diferencial del Sumapaz es una “apropiación social y cultural consciente del espacio, de sus sistemas naturales y de sus problemáticas”120, y son estas capacidades colectivas y enraizadas las que las organizaciones campesinas buscan que sean valoradas por las entidades nacionales, distritales y territoriales. El reconocimiento de estos determinantes culturales campesinos en el ordenamiento de su territorio y sus modelos de vida corresponde para ellos al anhelo de una verdadera paz que logre transcender los imaginarios que los ubican como un problema en relación con un modelo hegemónico concentrado en la construcción de un Estado nación bajo la idea de progreso. Este modelo no concibe formas distintas de relacionarse y apropiarse de un territorio que no sea bajo la idea explotación-producción: “la vocación del campesinado no ha sido la guerra, porque está primero su tierra y su vida, y por defender su tierra tiene que poner por delante también su vida”121.
119 Taller línea del tiempo, cuenca río Sumapaz. 120 Botia Flechas y Preciado Beltrán, “Resiliencia comunitaria”, 31. 121 Taller línea del tiempo, cuenca río Sumapaz.
Mandato de las mujeres Las organizaciones campesinas de mujeres, hoy representadas en los comités veredales y el Consejo Local de Mujeres, recuerdan de forma constante, tanto pública como internamente en sus organizaciones, la falta de reconocimiento del rol de las campesinas en las luchas por la construcción y la defensa del territorio. Las mujeres, dentro de las dinámicas socioculturales y económicas de la región, han cumplido un papel determinante para que la vida campesina en el Sumapaz tenga algún grado de libertad e independencia. Al respecto, una de las actuales líderes del Consejo Local de Mujeres, Matilde Mora, asegura lo siguiente:
Entonces, por eso yo decía un momentico antes que todos estos temas se conocen, todos estos temas ya se han visto allá, desde mucho antes de aparecer nosotras en el escenario político, pero se han desconocido. No se le ha dado el valor porque está la palabra de las mujeres, y la palabra de las mujeres no se le ha reconocido ni se le ha dado el valor significativo que tiene.122
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Por esta razón las mujeres se autoidentifican como defensoras y cuidadoras de las tradiciones “desde casa” hasta la “tierra” y en las organizaciones. Aclaran que, aunque se reconozca a muchos hombres dentro de las luchas en Sumapaz, las mujeres han tenido de igual forma un papel fundamental dentro de ese accionar, pues ellas dieron para luchar a sus hijos e hijas, a quienes perdieron en las violencias y conflictos presentados en la región; y en algunos casos ellas participaron directamente. Aunque esto las acongoja, sus batallas continúan, y entre risas dicen “si toca pelear, peleo”. La defensa de su territorio las fortalece. Dicha defensa las ha llevado a convertirse en una fuerza resiliente, capaz de adaptarse, recuperarse y salir robustecida de cualquier adversidad. Esta capacidad supone 122 Matilde Mora Poveda, entrevista del IDPC, agosto de 2022.
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Mural en memoria de Guillermo Leal, Fanny Torres y Fernando Morales. Líderes sociales asesinados en Sumapaz en 2008 y 2009. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2022.
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entonces una oportunidad para trascender las relaciones de violencia, discriminación y desigualdad. La resiliencia se presenta, por un lado, a través de un ejercicio de autoconocimiento en relación con esos momentos violentos y, por el otro, bajo la forma de reconstruir la memoria colectiva, familiar y comunitaria, y de vincular a mujeres con las cuales se coexiste. En esa clave es posible constatar que las mujeres rurales del Sumapaz son resilientes en tanto su experiencia de vida da cuenta de una memoria en resistencia y sororidad.
Nos decidimos organizar porque había mucho machismo en el territorio y las mujeres necesitábamos ser solidarias, dar cuenta de la importancia de recoger fondos para apoyarse mutuamente. Entonces, cuando una mujer tenía un problema, las del comité les colaboraban no solo económicamente, sino anímicamente.123
cinco comités veredales que han permitido una incidencia política en los espacios públicos y privados. En ese sentido, las mujeres han visibilizado a lo largo de la historia de la región del Sumapaz hitos importantes en los que ellas han tenido un papel preponderante. Se recuerda con gran afecto y respeto a la señora Fanny Torres, a Cleotilde Palacios, Beatriz Díaz o Celmira Benavides, entre otras, por ser mujeres que desde su esfuerzo y saber han mantenido la lucha por la vida, su territorio y la paz. Pero no solamente las mujeres recuerdan con afecto y respeto el papel importante de ellas en la lucha y la organización; uno de los actuales líderes más representativos de la organización campesina, don Misael Baquero, menciona lo siguiente:
mi hermana y una señora amiga de mi mamá, que ella en la época de La Violencia le había tocado aprender cuestiones de medicina, [en ese entonces] mi mamá se veía muy enferma y era que le aplican las inyecciones. Entonces, tenía que aprender y muchas veces ella lo hizo; entonces, a esa señora yo le tenía mucho cariño y respeto. Ella fue la que me dio la primera charla del Partido Comunista porque era un trabajo de todos, que se trabajaba del colectivo. Ahí ya entré al partido.124
En el pasado no había una institución que las respaldara, es por eso que gran parte del proceso de organización de las mujeres se da desde la autogestión y la sororidad. Se trata de una forma de organización que les permitió ir consolidando la capacidad de dar respuesta a las múltiples violencias que viven en el territorio, por el conflicto armado y por el hecho de ser mujeres. Una de las estrategias o figuras creadas para denunciar, resistir y proponer una nueva organización de las relaciones sociales ha sido la de los comités veredales, escenario en donde las mujeres pierden el miedo y encuentran la fortaleza para denunciar y visibilizar lo que les sucede, y logran asociarse para la solidaridad. En el año 2003 se realizó una asamblea para constituir el Consejo Local de Mujeres, a partir del cual inició un proceso de interlocución institucional mediante el cual ellas empezaron a gestionar unos presupuestos a nivel local, distrital y nacional, sin perder sus principios de autonomía. Actualmente, en la localidad se encuentran conformados veinti-
Las mujeres reconocen la importancia histórica de las campesinas sumapaceñas en el contexto del posacuerdo de paz. Para ellas es decisivo visibilizar el papel de la mujer dentro de la construcción de paz en un territorio tan agobiado por las violencias, no solo políticas e ideológicas, sino de género. Violencias que se ejercen contra ellas como campesinas sumapaceñas dentro de su comunidad y dentro de sus hogares, pero también en el marco del conflicto armado, pasando por sus corporalidades y dejando huellas imborrables. Memorias como tener los hijos e hijas en medio de la guerra son algunas anécdotas de las mujeres en el conflicto que se expresan en la lucha por la autonomía personal y colectiva.
123 Libia Villalba Ramírez, entrevista del IDPC, 25 de marzo de 2023.
124 Baquero, entrevista.
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En el ámbito externo, asociarse a nivel local a partir de una figura como la del Consejo Local de Mujeres (CLM) les ha permitido una mayor incidencia en la política pública, en términos de que la misionalidad y la oferta institucional respondan a las problemáticas puntuales de las mujeres sumapaceñas. Ellas tienen una agenda y propuestas propias congruentes con las realidades del Sumapaz, las cuales deben ser reconocidas por el Distrito y la Alcaldía Local. Se logró posicionar el derecho a la paz y se logró posicionar el derecho al hábitat, la Política Pública Distrital de Mujer y Género se compone de ocho derechos. De esos ocho, dos se propusieron desde las organizaciones de mujeres de Sumapaz. Para mí, el más importante es sin duda alguna el tema del derecho a la paz y es, digamos, un poco esa reivindicación de todo lo que han tenido que vivir las mujeres campesinas de la localidad de Sumapaz frente a un escenario de conflicto en el cual las mujeres estuvieron presentes y tuvieron que afrontar esa realidad. Muchas perdieron sus hijos y a muchas les tocó afrontarlo solas.125 Hasta hace poco existía una fuerte invisibilización de las mujeres, pues no había una participación en los espacios de decisión en la comunidad, como tampoco tenían un lugar en los espacios públicos, pues estos estaban reservados a los hombres. En la vida familiar siguen ocurriendo situaciones semejantes de violencia en diferentes dimensiones: psicológica, económica y física, entre otras. Lo anterior precisamente ha llevado a que ellas se organicen para contrarrestar los diferentes tipos de violencia que se han naturalizado en relaciones sociales de la vida sumapaceña, y que han desdibujado sus derechos en el ámbito rural. Sobre este tema es importante mencionar las condiciones de desigualdad presentes, debidas a relaciones verticales y asimétricas entre hombres y mujeres que suceden en la ruralidad de la región del Sumapaz. Estas han apostado por transformarlas desde la resiliencia. Una de esas luchas ha sido la disputa por el reconocimiento, por visibilizar su agencia en el devenir propio y colectivo. Es por ello que sus mandatos se han resumido en estos tres aspectos: 125 Villalba Ramírez, entrevista.
Para mí la organización de mujeres tiene como tres partes fundamentales que las proponíamos, de lo que significa la organización en el territorio. Una es el tema de la defensa del territorio, de esa lucha que se ha tenido, que el páramo de Sumapaz tiene un campesinado presente. El segundo es el tema de la producción de la tierra; en Sumapaz hay mucha amenaza de índole ambiental, de los determinantes ambientales, bueno, este es un ecosistema frágil. Algunos dicen que tiene que estar deshabitado y que no puede haber campesinos y campesinas. Entonces, allí la organización de mujeres confluye en la defensa por la producción de la tierra, porque son las mujeres las que tienen la huerta, las que ordeñan las vacas, las que hacen, las que han sostenido la producción. Digamos que las mujeres tienen ese contacto más permanente con la tierra. Tercero, la eliminación de toda forma de violencia contra las mujeres.126 159
La trama de los mandatos colectivos de las organizaciones campesinas del Sumapaz da cuenta del desarrollo de una serie de reivindicaciones orientadas al reconocimiento de una identidad campesina, de unas prácticas e instituciones tradicionales constituidas a lo largo de la historia, las cuales han girado en torno a un tema sustancial: la autonomía, principio rector que les ha permitido establecer esa relación profunda entre campesinos y el páramo de Sumapaz. Esto va más allá del derecho al uso y la tenencia de la tierra, pues evidencia la presencia de una territorialidad y de ordenamientos territoriales que subyacen a los órdenes político-administrativos del Estado colombiano, anclados a los modelos extractivos y neoliberales. En ese orden de ideas, el campesinado ha sido segregado de estas discusiones. En el mejor de los casos, se ha reconocido su patrimonio vivo en relación con ciertas mani126 Villalba Ramírez, entrevista.
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festaciones ligadas a aspectos artísticos, de festejos o ciertas costumbres, por lo que la cultura campesina termina reducida casi que a lo folclórico. Lo cierto es que aún no se ha profundizado en cómo ese conjunto de conocimientos, prácticas y manifestaciones de los productores rurales expresa unos órdenes propios. De ahí la importancia de enunciar su organización propia a través de figuras territoriales como las zonas de reserva campesina y los planes de vida agroalimentarios, en los cuales perviven las diferentes formas de relacionarse y apropiar históricamente un ecosistema paramuno. El Estado aún no percibe de forma clara a los campesinos como sujetos tutelares del Sumapaz. Esto tiene sus raíces históricas en las dinámicas coloniales del pasado y en el esfuerzo integracionista ejercido en el presente de construir una nación homogénea, lo cual se puede rastrear a lo largo de la historia en los Andes septentrionales, en donde el territorio, la territorialidad y la tierra son concebidos solo como medio de producción o como producto de la descentralización administrativa. En síntesis, la lucha por la autonomía de estas organizaciones agrarias del Sumapaz, ubicadas muchas veces por fuera de las dinámicas de industrialización, es por la permanencia de una serie de conocimientos que se encuentran en la memoria, los pensamientos y las prácticas cotidianas de los sumapaceños y sumapaceñas, lo que les ha permitido durante más de cien años prevalecer en el páramo.
BIBLIOGRAFÍA Baquero, Misael. Entrevista del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC). 5 de mayo de 2022. Botia Flechas, Clara Judyth y Jair Preciado Beltrán. “Resiliencia comunitaria: defensa del agua y del territorio en la cuenca del río Sumapaz, Colombia”. Perspectiva Geográfica 24, n.o 1 (2019): 13-34. Díaz Benítez, Alfredo. Entrevista de Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC). 2 de mayo de 2022. González, José Jairo y Elsy Marulanda. Historias de frontera: colonización y guerras en el Sumapaz. Bogotá: Cinep, 1990. González, Miguel, Araceli Burguete Cal y Mayor y Pablo Ortiz-T., coords. La autonomía a debate. Autogobierno indígena y Estado plurinacional en América Latina. Quito: Flacso, GTZ; Iwgia; Ciesas y Unich, 2010. Icanh (Instituto Colombiano de Antropología e Historia). Conceptualización del campesinado en Colombia. Documento técnico para su definición, caracterización y medición. Bogotá: Icanh, 2020. Mora Poveda, Matilde. Entrevista del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC). Agosto de 2022. Romero, Luis Alfredo. Entrevista de Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC). 20 de abril de 2022. Rubiano, Esperanza. Entrevista de Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC). 19 de mayo de 2022. Silva Prada, Diego Fernando, “Acerca de la relación entre territorio, memoria y resistencia. Una reflexión conceptual derivada de la experiencia campesina en el Sumapaz”. Análisis Político 81 (2014): 19-31. https://revistas. unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/45763 Taller línea de tiempo, cuenca río Blanco, localidad de Sumapaz. 19 de septiembre de 2021. Taller línea de tiempo, cuenca río Sumapaz, localidad de Sumapaz. 10 de octubre de 2021. Villalba Ramírez, Libia. Entrevista del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC). 25 de marzo de 2023.
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Sentidos y potencialidades del Patrimonio Vivo reconocido
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Camilo Mamian Benavides, Juan David Benavides Sepúlveda y Valentina Soler López
“A punta de papa o calabaza se mantiene uno”. La papa y las manos campesinas representan la relación histórica y productiva de la comunidad campesina con la tierra. Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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A lo largo de esta publicación se presentaron tres ideas que se proponen como parte central de la identidad cultural y del patrimonio vivo campesino del Sumapaz: la territorialidad campesina construida por los y las sumapaceñas, los procesos organizativos como eje fundante de la vida social sumapaceña y la lucha por la autonomía campesina en aras del desarrollo libre de sus formas de organizar, pensar y sentir127. En el primer capítulo se expuso cómo la tierra, el territorio y la territorialidad en Sumapaz se constituyeron a partir de la resistencia y organización histórica de las y los campesinos frente a las injusticias y violencias ejercidas, a través de la creación y transformación constante de manifestaciones culturales que se han transmitido de generación en generación, y por medio de las formas particulares de ser y habitar en el Sumapaz. Aunque existen disputas estructurales de poder alrededor de la tierra y el territorio de Sumapaz por su valor estratégico, los y las sumapaceños han situado al páramo como parte fundamental de su proyecto de vida colectiva.
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127 Estos fueron tres ejes centrales que se hallaron en el proceso de Salvaguardia del Patrimonio Vivo Campesino en Sumapaz desarrollado por el IDPC y que pueden ser entendidos como parte de su patrimonio vivo.
El segundo capítulo relató cómo los campesinos y campesinas de Sumapaz, a pesar de las vicisitudes históricas y sociopolíticas, han logrado pervivir gracias a la creación de asociaciones comunitarias que constituyeron la base fundante de los procesos organizativos campesinos como eje de la vida social en la localidad. Tales procesos protegen y sostienen la vida comunitaria del campesinado sumapaceño, las prácticas, saberes y costumbres propias, y la relación de los y las campesinos con el páramo. Es por eso que son parte inherente de la identidad campesina del Sumapaz y en ellos se fundamenta la defensa de su territorio y las formas de habitarlo. Por último, en el tercer capítulo se presentó la autonomía como el componente particular y fundamental de la lucha campesina sumapaceña por la defensa del territorio y la preservación de sus modos de vida. Desde allí, las personas de Sumapaz han consolidado sus propias formas de relacionarse con un Estado que las ha excluido e invisibilizado. Así mismo, han podido afianzar su autonomía a través de la emancipación colectiva expresada en sus conocimientos y prácticas cotidianas. Teniendo en cuenta lo anterior, en este último apartado se resaltan dos puntos que reúnen lo expuesto a lo largo del texto. El primero se refiere al acto fundamental de resistencia y sentido de comunidad que se ha amparado bajo la idea y el sentir de la solidaridad. Y el segundo da cuenta de las potencialidades de considerar las luchas agrarias y la defensa del Sumapaz desde un enfoque de patrimonios vivos que se asientan en el ordenamiento territorial, los procesos organizativos y en otras dimensiones de la cultura sumapaceña, como la educación, las manifestaciones artísticas, la producción tradicional y la salud, entre otros.
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Solidaridad campesina como eje fundamental para la acción colectiva y organizativa Para el caso particular de Sumapaz, la solidaridad se manifiesta como el corazón del sentir que dio origen a la autonomía comunitaria, fortaleció la lucha social y política en la región y garantizó la pervivencia del modo de vida campesino en el páramo. La solidaridad ha tejido una fuerte territorialidad que encuentra su expresión en diversas tradiciones arraigadas, sobre todo, en los procesos organizativos campesinos. En ese sentido, la solidaridad, entendida como un sentimiento común entre los campesinos, ha sido históricamente ratificada. A principios del siglo XX, los campesinos y campesinas de Sumapaz comprendieron que unirse era la forma más efectiva de enfrentar la imposición del modelo hacendatario y defender sus derechos e intereses colectivos. Posteriormente, en momentos críticos del siglo pasado, como la guerra de los 1950 y la violencia armada de los 1990, esta solidaridad se erigió como un pilar fundamental para resistir y sobrellevar los embates de los conflictos armados que afectaron a la región. Asimismo, han enfrentado con valentía los intereses extractivos que han amenazado su territorio, y de este modo han demostrado una vez más que la unidad y el apoyo mutuo son esenciales para proteger su forma de vida y su relación con la naturaleza. En ese sentido, la solidaridad puede considerarse como un elemento identitario y fundante del campesinado como comunidad en Sumapaz. Ha sido el vínculo cohesionador, el eje central de la identidad campesina y, por lo tanto, del patrimonio vivo, y ha permitido la pervivencia de su modo de vida en articulación con el entorno político, social y natural. Esta solidaridad profundamente arraigada en la comunidad campesina es un ejemplo inspirador de cómo el apoyo mutuo y la cooperación pueden forjar una identidad fuerte
Fotografía del álbum familiar de Edilma Wilches. Campesinos recogen papa con la roma (pesa). Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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y resistente frente a los desafíos históricos y contemporáneos que enfrenta. La solidaridad ha demostrado ser una herramienta vital para la subsistencia de las comunidades frente al olvido del Estado y, al mismo tiempo, un poderoso instrumento de lucha en la búsqueda de la garantía de sus derechos. Este compromiso solidario se ha fortalecido, por ejemplo, a través de la construcción colectiva y autónoma de infraestructuras en el territorio. Los habitantes de Sumapaz han donado sus terrenos y ofrecido su trabajo en tareas comunitarias para edificar escuelas, vías y acueductos, lo que refleja el profundo sentido de solidaridad que busca mejorar las condiciones de vida de las personas en la región. Estas acciones colectivas muestran cómo la unión y la colaboración han sido fundamentales para superar adversidades y construir un futuro más próspero y equitativo. VIDA CAMPESINA
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La solidaridad se manifiesta como un valor comunitario, social y político al analizar la configuración histórica del territorio por parte de los habitantes de la localidad. Para el campesinado, el páramo no es simplemente un medio de producción económico; más bien, representa un espacio vital de encuentro social y familiar que arraiga a sus habitantes a este lugar. Esta estrecha relación entre el campesinado y el páramo más grande del mundo ha propiciado la formación y reformación de territorialidades que se reflejan en diversas expresiones culturales y patrimoniales campesinas, como la partería, el convite128, la música, la copla o el trueque. Un ejemplo claro se observa en la práctica de la partería. Las parteras locales adquirieron sus conocimientos y saberes a través del apoyo que brindaban a familiares, especialmente a sus madres o tías, que se dedicaban a esta actividad en la región. Esta tradición es esencialmente colectiva, ya que reúne a mujeres y familias de la localidad en busca de un ambiente propicio y tranquilo, sustentado en la empatía de las parteras con las mujeres y su dolor durante el parto. Estas prácticas culturales arraigadas en la solidaridad muestran cómo la comunidad de Sumapaz se ha forjado a través de la colaboración y el apoyo mutuo, y ha consolidado un tejido social cohesionado y comprometido con su territorio y tradiciones. Un ejemplo palpable de la solidaridad sumapaceña lo constituyen prácticas como las actividades agroecológicas lideradas por campesinos como Gerardo Riveros en la cuenca del río San Juan, quien trabaja de la mano con otras familias en convites. El convite tiene como principales objetivos facilitar el trabajo de las familias mediante la ayuda mutua e impulsar la agroecología en el territorio. Se sustenta en los principios de reciprocidad e intercambio que fortalecen los lazos comunitarios y evidencian que la solidaridad no se limita únicamente a las relaciones locales entre humanos, sino que también se extiende hacia el páramo mismo, que se protege y se preserva. A través de estas prácticas agroeco128 El convite es una práctica que reúne a las familias de la localidad, quienes se turnan para recibir a la comunidad en su finca. Allí se provee el alimento y se delegan tareas al colectivo con el fin de avanzar en el trabajo de la tierra.
lógicas, se fomenta la soberanía alimentaria en Sumapaz, y se demuestra el compromiso de la comunidad con el cuidado del entorno y la sostenibilidad de sus recursos naturales. La labor de Gerardo Riveros y las familias participantes en los convites es un ejemplo inspirador de cómo la solidaridad en acción puede impulsar el bien común y mejorar las condiciones de vida de las personas en interacción con la naturaleza. Estas iniciativas no solo promueven el bienestar local, sino que también resaltan el valor de cuidar y proteger el patrimonio natural y cultural que representa el páramo para la comunidad de Sumapaz. Finalmente, vale la pena resaltar el fuerte arraigo de la solidaridad en los procesos organizativos campesinos. Los comités veredales de mujeres y el Consejo Local de Mujeres son ejemplos elocuentes de cómo se unen deseos y luchas para crear espacios de vida y transformación. Estas redes de apoyo han permitido cultivar una sororidad entre las mujeres campesinas, y han fortalecido su capacidad para confrontar relaciones violentas y reivindicar su agencia dentro de la lucha campesina. Sin lugar a dudas, las mujeres son grandes protagonistas en la construcción de un territorio digno y autónomo en Sumapaz. La poderosa unión de estas mujeres les ha permitido reafirmarse como seres resilientes que desafían las tradiciones y narrativas patriarcales, tanto dentro como fuera del Sumapaz. Siguen trabajando incansablemente en la concepción de un mundo más digno y equitativo para ellas y para toda la comunidad. Gracias a la solidaridad femenina, han encontrado la fuerza para romper barreras y desafiar estereotipos de género, y han contribuido así a una transformación social más profunda y significativa. En suma, la solidaridad se erige como una columna vertebral en los procesos organizativos campesinos, en especial, en el empoderamiento y el reconocimiento de la valiosa contribución de las mujeres. Su compromiso colectivo y su lucha por un territorio justo y autónomo son inspiradores ejemplos de cómo la solidaridad puede generar cambios profundos en las comunidades y abrir caminos hacia un futuro más inclusivo y respetuoso de la diversidad y la dignidad humana.
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Potencialidades del patrimonio vivo En Colombia al sujeto campesino se le ha segregado históricamente de los asuntos públicos, y se ha desconocido y desvalorizado por medio de múltiples actores y estrategias institucionales. Fue solamente hasta el mes de junio de 2023 que el Congreso de la República aprobó mediante acto legislativo la modificación del artículo 64 de la Constitución Política, reconociendo al campesinado como un sujeto de derechos y especial protección. Dicho reconocimiento es una invitación a superar las acepciones que han reducido la vida campesina a modelos económicos agroindustriales y a términos con los cuales los campesinos y las campesinas no se identifican, como por ejemplo los de: “trabajador rural” o “agricultor rural”. En este nuevo espectro constitucional, los campesinos y campesinas ya no serán disminuidos a un vínculo netamente productivo con la tierra, sino que se podrá estrechar la relación en la región del Sumapaz entre la comunidad campesina, el páramo y el territorio, reconociendo distintos aspectos culturales, territoriales y organizativos de su identidad. Por lo anterior, es importante recordar que el cambio de paradigma planteado por el IDPC en el año 2021 como respuesta a las demandas de la comunidad, y que priorizó la identificación y salvaguardia del patrimonio vivo de Sumapaz en vez de su patrimonio natural, fue una ayuda significativa para plantear que el páramo y sus recursos naturales no son la única riqueza de este territorio, sino, de igual manera, la gente campesina que lo habita. Es por esto que se identificaron diferentes manifestaciones culturales que dieron bases sólidas a este cambio de enfoque, el cual compromete esfuerzos institucionales por transformar la visión netamente ambiental y productiva del Sumapaz en relación con el campesinado que allí vive. Lo anterior no solo ha permitido visibilizar prácticas, costumbres y saberes rurales en la localidad de Sumapaz, que hacen parte integral de la historia y formación de Bogotá, sino que también Frailejón juvenil. Foto: Camilo Rodríguez-IDPC, 2023.
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ha aportado al reconocimiento de los campesinos y campesinas de la región como sujetos políticos organizados que tienen derechos por los cuales han luchado a lo largo de su historia, y se han convertido en elementos fundamentales de su cultura y patrimonio. La participación de los pobladores y organizaciones sumapaceñas en el proceso de salvaguardia del patrimonio vivo ha sido central para comprender que su mayor legado e identidad cultural se encuentran en los procesos organizativos campesinos. A través de estos, los campesinos y campesinas han logrado permanecer en el páramo y, a su vez, transformar sus condiciones socioeconómicas, políticas y culturales. Más que recuperar un patrimonio afectado por las dinámicas modernas de homogeneización cultural y las situaciones de violencia sociopolítica, este ejercicio reconoce que los sumapaceños y sumapaceñas se encuentran ligados a unos modos de vida y a unas formas propias organizadas de concebir e interpretar el entorno en el que habitan. El patrimonio vivo se presenta como una oportunidad poderosa para consolidar argumentos que fortalecen los mandatos propios de la organización y concepción del territorio campesino en Sumapaz, donde la cultura campesina adquiere un papel relevante en el debate público. Un ejemplo claro se evidenció a finales del siglo XX, cuando los campesinos y campesinas de la región diseñaron estrategias colectivas y organizadas para crear instrumentos de ordenamiento territorial adaptados a sus necesidades: las zonas de reserva campesina en la cuenca del río Sumapaz y los planes de vida y agroalimentarios en la cuenca del río Blanco. En estas iniciativas, los aspectos culturales y patrimoniales desempeñan un papel fundamental, al resaltar la importancia de defender la identidad y territorialidad campesina sumapaceña. Estos instrumentos de ordenamiento territorial reconocen y valoran el patrimonio cultural de la comunidad, lo que asegura la preservación de sus tradiciones, conocimientos y prácticas. Al incorporar estos elementos culturales en la planificación y gestión del territorio, se garantiza el empoderamiento de la comunidad y la promoción de su bienestar en armonía con su entorno.
La cultura campesina se convierte así en un pilar esencial para la construcción de un futuro más inclusivo, justo y equitativo, donde la identidad y el patrimonio de la comunidad sean respetados y valorados. El reconocimiento de estas prácticas y saberes contribuye a fortalecer los derechos culturales de los campesinos y campesinas, al tiempo que promueve la preservación de su herencia cultural para las generaciones venideras. En consonancia con lo anterior, es importante dar cuenta del proceso participativo frente a la identificación y salvaguardia del patrimonio vivo de Sumapaz, que aporta a la comprensión de la relación estrecha que tienen estas comunidades con los territorios que habitan. De este modo se hace manifiesta la diversidad cultural campesina y su vocación de propiciar un desarrollo sostenible. Este posicionamiento frente a la vida campesina y el patrimonio vivo de Sumapaz es relevante para que el Estado establezca nuevos espectros normativos que redunden en políticas diferenciales, y garanticen la integralidad de la vida campesina y el reconocimiento de los y las campesinas como sujetos de derechos en el país. Finalmente, es relevante considerar que el proceso de identificación y salvaguardia del patrimonio vivo en la localidad de Sumapaz no solo contribuye a la discusión nacional sobre el reconocimiento político del campesinado en Colombia, sino que también plantea la importancia del reconocimiento de los derechos culturales de las comunidades campesinas en el país. Es destacable que este es uno de los pocos procesos de salvaguardia del patrimonio vivo que se enfoca específicamente en una población que se autoidentifica fundamentalmente como campesina, y considera el carácter organizativo campesino como el eje central de su cultura y patrimonio, sin descartar otras prácticas y saberes fundamentales para la identidad campesina en Sumapaz, como la partería, la educación propia, las artes campesinas, las cocinas tradicionales y su producción ancestral, entre otras. Por esta razón, este proceso y el caso de Sumapaz podrían servir como un referente significativo para futuros
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VIDA CAMPESINA
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procesos de Salvaguardia del Patrimonio Vivo Campesino en otras regiones de Colombia. Asimismo, representa una valiosa experiencia para los debates y discusiones en torno a lo que significa ser campesino, y para la búsqueda del reconocimiento de una historia y unos derechos culturales diferenciados. La valoración y protección de la identidad cultural campesina en Sumapaz y en otras áreas rurales contribuyen a fortalecer el tejido social y el sentido de pertenencia de las comunidades, así como a preservar sus tradiciones y saberes ancestrales, y a garantizar la transmisión de esta herencia cultural a las futuras generaciones. En última instancia, este proceso se convierte en un paso significativo hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa de la diversidad cultural y los derechos humanos, y en un reconocimiento del papel fundamental que desempeñan los campesinos y campesinas en la construcción y sostenibilidad del país.
Vereda las Auras, Sumapaz. Foto: Ana Milena Vallejo-IDPC, 2022.