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¿TE SUENA EL HIMNO DE BOGOTÁ? POR: GUADALUPE ÁLVAREZ (SEBASTIÁN VARGAS)
Introducción Para cualquier comunidad es de vital importancia la valoración de su patrimonio cultural, en la medida en que éste representa un legado simbólico a partir del cual se desarrollan procesos de construcción de las identidades. El patrimonio cultural no es un conjunto homogéneo, sino que por el contrario se compone de diferentes elementos que en ocasiones incluso pueden entrar en contradicción. Se trata de “lugares, bienes, conocimientos, tradiciones y manifestaciones que forman parte de una nación, región o localidad, que por su interés deben preservarse para la comunidad” (Therrien, s.f). Comúnmente
se
acepta
que
existen
dos
tipos
de
patrimonio
cultural:
material/tangible e inmaterial/intangible. “Los bienes culturales que hacen parte de este patrimonio pueden ser tangibles: aquellos que se componen de elementos materiales como la arquitectura, la cerámica, la orfebrería, el paisaje conservado y transformado por el hombre. También puede tratarse de intangibles: aquellas manifestaciones que se mantienen vivas por la tradición, el folclor, las artesanías, rituales, danzas" (Therrien, s.f). La UNESCO amplía este último punto (bienes culturales intangibles) con su definición de patrimonio cultural inmaterial como “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural” (UNESCO, 2003). Una vertiente especial dentro del patrimonio cultural inmaterial es el patrimonio sonoro. Los ruidos, las vibraciones, las canciones, la música y la oralidad de una comunidad se constituyen en su “memoria auditiva”, pues reflejan su historia y sus características culturales. No sólo son un trasfondo de la experiencia histórica de la comunidad, sino que hacen parte integrante de su contexto, son fibras de su tejido de realidad social.