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VINÍCIUS EL ÚLTIMO GRAN POETA

INTELECTUAL

Y POPULAR,

EL ARTISTA BRASILEÑO HIZO DE SU VIDA UNA OBRA DE ARTE PERFECTA.

A 100

AÑOS DE SU

NACIMIENTO, UNA EXPOSICIÓN RESCATA MATERIAL INÉDITO CEDIDO POR LA ARGENTINA QUE FUE UNA DE LAS

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ESPOSAS QUE

TUVO EL CREADOR DE LA BOSSA NOVA, AUTOR DE CLÁSICOS COMO

GAROTA DE IPANEMA

Y

CHEGA DE SAUDADE. Txt: María Paula Bandera

ADN DESENFADADO Pasaron 100 años de su nacimiento, pero Vinícus de Moraes está más vivo que nunca. En Brasil se reeditó su poesía completa, se lanzaron libros dedicados a su figura y el centenario se convirtió en trending topic. Buenos Aires se sumó al furor: la editorial Adriana Hidalgo lanzó una antología de sus poemas y canciones y el Centro Cultural Recoleta (CCR) bate récord de asistentes en la temporada de verano con la muestra Vinícius... Saravá!, con dirección artística de Renata Schussheim, amiga del poeta, y el invalorable aporte de Marta Rodríguez Santamaría, la argentina que fuera esposa del prócer de la música popular brasileña contemporánea.

BRINDIS, SIEMPRE CON AMIGOS Marcus Vinícius da Cruz de Melo Morais era un hombre de mundo: como diplomático, vivió en Montevideo, París y Los Ángeles. Pero, brasileño hasta el tuétano, su vida fue a lo grande: se casó 9 veces, compuso 300 canciones, escribió 400 poemas y tuvo el millón de amigos con que soñaba Roberto Carlos. De su mano, talentos desconocidos se convirtieron en grandes figuras, como Toquinho, María Creuza y João Gilberto. Entre esas vidas que transformó para siempre, se encuentra la de Marta (foto). Cuando se conocieron, en 1975, ella tenía 22 años y él, 61: “Era una transgresión total. Pero no me arrepiento: fue una experiencia de vida alucinante estar en contacto con esa sensibilidad, con esa inteligencia”. La relación terminó cuando Marta se cansó de resignar –estudios, trabajo, familia– para seguir al estilo de vida de su marido. Se separaron en buenos términos, pero quedaron algunas cuentas pendientes que la muestra intenta saldar: “Quería homenajearlo, cerrar cosas con él. Y se me ocurrió hacerlo a partir de mi colección de fotos, que era inédita”, confiesa.

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Ph: Gentileza Cenro Cultural Recoleta y Marta Rodríguez Santamaría

JOBIM, RENATA Y VINA

LLAMA ETERNA Nunca quiso negarse placeres. Cada tanto se internaba en una clínica carioca para recuperar su hígado, como decía: lo ponían a dieta, lo hacían dormirse temprano y le prohibían la bebida. Después de unos días, salía como nuevo. Y volvía a darse esos gustos que formaban parte de su ADN. Pero su gran pasión era el amor: a la vida, a los amigos, a su pueblo... Y a las mujeres. En su última entrevista, confesó que lo que más lamentaba de la muerte era tener que dejarlas... a todas ellas. El último respiro lo dio en su salsa: fue en su casa de Gávea, en Río, en compañía de Toquinho, tras una madrugada de música, canto y bebida. Así, el 9 de julio de 1980, antes de cumplir 68 años, Vinícius decía adiós. Y, al hacerlo, encarnaba uno de sus poemas: “Que no sea inmortal, puesto que es llama. Pero que sea infinito mientras dure”.

AGITADOR CULTURAL “El blanco más negro de Brasil”, como él mismo se definía, vivía bajo el sello de la intensidad. No era cantante, por eso sus presentaciones eran más una performance que un recital: se sentaba a una mesa, siempre con un whisky a mano, mientras charlaba con sus amigos como si estuviera en el living de su casa. Con Jobim, Toquinho, Creuza (foto) y tantos otros estableció parcerias (sociedades) en las que hacía gala de su generosidad: ponía letras a las melodías de músicos que eran prácticamente desconocidos. “Era un agitador cultural: activaba lo que estaba alrededor, no se guardaba nada para sí”, afirma Rodríguez Santamaría.

La exesposa argentina de Vinícius convocó a la reconocida artista Renata Schussheim, a quien conoció por intermedio de Vinícius, ya que eran amigos antiguos. Ese vínculo entrañable se percibe en la exhibición: “Quise hacer una exposición que celebre su vida y que le de mucha felicidad a quien la visite, sin planteos aburridos ni solemnes”, explica la artista. En el CCR se exhiben alrededor de 90 fotografías del poetinha –poetita, como lo llamaban sus amigos– en la intimidad, pero también rodeado de grandes figuras como Pelé, Horacio Ferrer, Ástor Piazzolla y Orson Welles. Además del archivo personal de Rodríguez Santamaría, hay imágenes de Gianni Mestichelli, quien lo acompañó en la gira que en 1968 lo trajo por primera vez a Buenos Aires: la viníciusmanía fue tal que la multitud cortó la avenida Corrientes. Schussheim recuerda que, desde entonces, cada vez que Vinícius visitaba el país, la revolución trascendía el escenario: “Era un huracán. Venía y largábamos todo. Cuando él estaba aquí, nuestra vida se desarrollaba en torno suyo”.

ANTOLOGÍA SUSTANCIAL Vinícius era poeta. Pero un día se ligó a la música y nunca más se separaron. “Sus críticos decían que había renunciado a la verdadera poesía para hacer letras de canciones. Él se reía: no hacía diferencias entre la cultura y lo popular”, explica Cristian De Napóli, antólogo y traductor de Vinícius de Moraes. Antología sustancial de poemas y canciones (Adriana Hidalgo). Lo cierto es que su vinculación con la música amplió horizontes: el suyo, y el de Brasil. Porque la bossa nova, el ritmo que creó junto a Tom Jobim y João Gilberto, generó una nueva identidad que cautivó al mundo. El suceso absoluto llegó con Garota de Ipanema (1962), que desde entonces figura en los ránkings de las canciones más versionadas de la historia, junto a Yesterday, de The Beatles. El bar donde compusieron el tema sigue en pie: ubicado en la Rua Vinícius de Moraes 49, es parada obligada para los fanáticos de la bossa nova.

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