Éxito
la ambición por la gloria de Dios y Su reino se transforma fácil y sutilmente en otra cosa. QUÉ GLORIA: UNA HISTORIA DE ÉXITO
Eran jóvenes y ambiciosos. Amaban el evangelio, y amaban su ciudad. Realmente querían lograr grandes cosas para Dios. No solo querían ser predicadores del evangelio; también querían ser hacedores. Creían que la gracia transformadora de Jesús tenía el poder de cambiar cada aspecto de la vida de las personas y las comunidades en las que vivían. Estaban decididos a ser exitosos en el reino y que Dios los usara para rescatar a miles de cautivos. No eran orgullosos; confiaban en la presencia, el poder y las promesas de Dios. En sus reuniones predicaban un mensaje claro y bien aplicado del evangelio e invitaban a la gente a una adoración que exaltara a Dios. Llevaban el evangelio a las calles, no solo proclamando la gracia, sino haciendo actos de misericordia que se dirigían directamente al gemido particular de su comunidad. Trabajaron duro, planearon en grande y confiaron en que Dios produciría resultados. Por supuesto, revisaron y volvieron a revisar su plan, pero a medida que lo hacían, comenzaron a ver resultados. Al principio fue algo monótono, pero al poco tiempo la gente empezó a venir a Cristo, y los ministerios comunitarios se notaron y fueron bienvenidos. Al poco tiempo, superaron tanto a su edificio como a su personal. Buscaron una instalación mucho más grande para albergar mejor lo que querían lograr y contrataron gente para asegurarse de que cumplieran sus objetivos. Nadie en el interior lo habría notado, pero se estaba produciendo un cambio. El agradecimiento a Dios por lo que había hecho había empezado a competir con el orgullo de los logros. Cada vez se invertía menos tiempo en el compañerismo y la adoración durante las reuniones de liderazgo, y cada vez se dedicaba más tiempo a analizar las estadísticas y a trazar estrategias 33
362025TMF_LIDERAZGO_CC2019_PC.indd 33
05/03/2021 17:06:06