año 1 | NÚMERO 3 | NOVIEMBRE 2013
MARIO
PÉREZ, Sencillez sanjuanina en el arte
mariana
Rodríguez Campos,
la búsqueda del color deseado
www.revistalongplay.com.ar
Además. Carlos López Puccio, un luthier multifacético | Textuales, palabras vivas o muertas | World Press Photo, la muestra de fotografía del año | “Había una vez...” una colección de muñecas antiguas.
staff Nuevas pasiones Una nueva edición de Long Play nos invita a entregarnos al placer de la lectura, a internarnos en ese espacio en el que el tiempo parecería detenerse y experimentar toda la intensidad de un momento. Convencidos de que este medio va consolidándose en un lugar de preferencia en la vida de nuestros lectores, los invitamos a transitar una vez más la experiencia del arte, la cultura y los placeres. En estas páginas les proponemos conocer personajes y lugares ocultos, nos damos el gusto de invitar a los artistas a compartir una degustación de exquisitos vinos y recorremos las exposiciones de las galerías más reconocidas. Los artistas que iluminan nuestro dossier de arte tienen diferentes orígenes, distintas técnicas y una misma pasión, llevar un mensaje que provoque una reacción en su interlocutor. Así conocemos el trabajo del sanjuanino Mario Pérez, con un dejo de niño que nos conmueve. Nos adentramos en los colores con toda su intensidad de la mano de Mariana Rodríguez Campos y nos dejamos seducir por las figuras amalgamadas de Carolina Melhem. Además, recorremos la mayor muestra de muñecas antiguas de la ciudad como si fuéramos niñas apasionadas. Y mostramos el trabajo de restauración de un majestuoso mural de Siqueiros que tenía como destino el olvido. Los invitamos a entrar, a disfrutar, a conocer y a sorprenderse con otra edición de nuestra revista, solo para disfrutar.
Directora Marian Casaux Alsina marian@revistalongplay.com.ar Directora literaria Danusa B. Moreira danusa@revistalongplay.com.ar Producción integral D&A Comunicación Coordinación general María Viglione Mercedes Cardín Arte y diseño Estudio Macchi-Azcuénaga Redacción Cecilia Acuña Maricruz Barcia Javier González Cozzolino Johanna Schvindlerman Maia B. Perera Fotografía Diego De Pedro Andrés Pérez Moreno Iván Zabrodski Ilustración Juan Soto Retoque digital Carolina Berreta Corrección María Luz Merani Impresión Línea Gráfica Grupo Impresor Tucumán 3458 – CABA
Long Play, Av. Alvear 1520 – piso 5 – CABA Propietarios: Ezequiel Barrenechea y Marian Casaux Alsina. Registro DNDA en trámite. Año 1 – número 3 – diciembre 2013 Nuestra tapa: Mario Pérez El Tangazo, 2006, óleo sobre tela, 46 x 36 cm. www.revistalongplay.com.ar info@revistalongplay.com.ar
CONTENIDOS
3. Editorial 6. Trago 8. Recomendados, la novela de la argentina
Camucha Escobar, Tierra de sombras.
10. Vino de honor, reunimos a los artistas en
un espacio pleno de sensaciones.
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Bajo perfil Daniel Llermanos, un profesional exitoso que se embarca en un terreno propio como dramaturgo.
140 caracteres no alcanzan Para reflexionar sobre la guerra de Malvinas.
Música El pianista y compositor de jazz Esteban Sehinkman.
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Restauración El mural de David A. Siqueiros y un prolijo trabajo de la Universidad de San Martín.
Pequeñas historias de la historia San Miguel del Monte: Un lugar donde la historia se mezcla con la fantasía.
MOCK Galería Un nuevo espacio que desafía al público de la mano de Alejandro Thornton y Ricardo Crespo.
Textuales Las palabras están vivas, pero también muertas.
Conversaciones Carlos López Puccio y el humor a toda orquesta
Contrapuntos Mario Pérez, Mariana Rodríguez Campos y Carolina Melhem nos dejan entrar en sus mundos de ilusión y creación continua.
66 Colecciones Las impactantes muñecas antiguas de la Casa Museo Fernández Blanco.
Cine Documental Mechita y una historia de renacimientos.
Fotografía El paso por Buenos Aires de la muestra World Press Photo.
TRAGOS
1 cucharadita de azúcar
tips para disfrutar
Con nombre y apellido El Tom Collins es tan clásico que hasta tiene un vaso con su nombre. Suele usarse como base para preparar otros tragos. Como se trata de mezclar un alcohol agrio –como la ginebra– con soda, se puede variar para hacer Cuba Libre –ron, limón y cola–, o Mojito –menta, lima, ron y soda–. Otras variedades: Juan Collins (con tequila), Vodka Collins o Ron Collins. El origen de su nombre no está documentado. Algunas versiones hablan de un criticón habitué de bares llamado Tom Collins, otras cuentan de un barman llamado Collins que preparaba una bebida con un gin de nombre Old Tom… Ninguna pareciera demasiado cierta, será cuestión de inventar la propia. Ingredientes 25 ml de jugo de limón recién exprimido (queda muy rico también con jugo de lima) 50 cc de ginebra. 1 cucharadita de azúcar. 3 ó 4 cubitos de hielo. Soda hasta completar el vaso.
Jugo de limón recién exprimido
Ginebra
fotogalería
Contacto: 1565673175, maniefontana@speedy.com.ar
Toma directa digital, en Blanco y Negro, Carlos Keen. Una de las piezas de la Muestra “Pueblos Olvidados” que se expuso en la Galería Thames y en el Centro Cultural Borges. Fotógrafa: Manié Fontana
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literatura
Camucha Escobar y una irresistible invitación a viajar en el tiempo a través de sus relatos.
Tierra en sombras Una novela donde la historia y la ficción se entrelazan en un apasionante relato de época.
Una muestra de identidad “Tierra en Sombras” fue declarada “obra de interés municipal” por el Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de Pergamino. La novela se inscribe dentro de la “preservación de nuestra identidad, desarrollo y acerbo histórico, así como las vivencias, los caracteres y las personalidades que interactúan en este proceso”.
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aría del Carmen Escobar, Camucha, se sintió atraída hacia la lectura y escritura desde muy pequeña. Con el tiempo, comenzó a asistir a distintos talleres literarios destacándose en la narración de cuentos cortos, obteniendo numerosos premios a nivel municipal, provincial, nacional e internacional. También ha participado en distintas antologías y publicó, junto a sus compañeros de taller, el libro “Sueños Liberados”. La mayoría de sus relatos están sumergidos en un aura de intriga y misterio. Sus cuentos nos llevan a viajar por el tiempo en una niebla íntima y secreta que nos une a cada uno de sus personajes. Con esta trayectoria por el mundo fantástico de la narración, Camucha nos presenta ahora su primera novela, “Tierra en Sombras”, un relato apasionado, enmarcado por una rigurosa investigación histórica de la época de gestación de nuestro país. La historia está situada en el Pergamino de 1838 y narra la encarnizada rivalidad entre dos amigos enamorados de una misma mujer. En una época violenta, marcada por el cruel enfrentamiento entre unitarios y federales, bajo la tiranía de Juan Manuel de Rosas, Pergamino será testigo de hechos donde el odio y el rencor mancharán con sangre el honor de una tradicional familia criolla. Estos enfrentamientos se proyectarán en las familias y en cada uno de sus integrantes, presentándonos, personajes humanamente contradictorios, engañados, fortalecidos, trasformados y vencidos. Junto a ellos recorreremos la realidad política de nuestro país, así como las luchas en México, el ambiente parisino y el espionaje en Madrid. “Tierra en Sombras” es un viaje al pasado, una historia de indios, malones, criollos y gringos, que nos acerca a la actualidad porque nos habla de lo diferente, de lo extraño y de la desilusión o aceptación que eso produce como consecuencia en el ser humano universal. La autora presentó el libro en noviembre, en el Museo y Archivo Histórico Municipal de la ciudad de Pergamino, junto a sus familiares y amigos. Además concurrieron autoridades municipales y destacadas personalidades del quehacer cultural de la ciudad.
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momentos
Vino de honor
Una invitación
al fin del mundo por johanna schvindlerman
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fotos de andrés pérez moreno
juzgar por sus coincidencias, el arte y el vino forman una alianza perfecta. Ambos buscan expresar el mundo interior de su creador, materializar emociones, trascender las palabras. No es casual, entonces, que el lugar elegido por Long Play para homenajear a los artistas que han dicho presente en sus páginas haya sido la Bodega del Fin del Mundo. Invitados a la apreciación sensorial de cinco vinos de la Patagonia, Luis Felipe Noé, Juan Doffo, Carmen Esnaola, Ricardo Celma, Mariana Porvarché, Agustín Viñas, Cecilia Ivancevich, Claudia Britos Sousa, Cristian Mac Entyre y Adriana Givello, integraron el grupo selecto de artistas que se reunieron a conversar mientras degustaron las mejores cepas de la bodega. “Es hermoso ver cómo el arte convoca, obviamente en un lugar bellísimo como este, donde el buen vino es un arte también” dijo Mariana Povarché, directora de Galería Rubbers y vicepresidenta de la Fundación Pan Klub Museo Xul Solar. “Vine porque vino”, bromeó Luis Felipe Noé, y todos rieron. Se sostenía así la idea de que tanto para apreciar una obra como para valorar un buen vino se necesita disposición y ganas de disfrutar. Una de las sommeliers de la Bo-
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La revista buscó una excusa para juntar en un mismo lugar a los artistas que acompañaron nuestros inicios. Los invitamos a conocerlos dentro de un ambiente íntimo y pleno de sensaciones.
dega del Fin del Mundo, Inés Iuri, dio inicio a la degustación con la apreciación visual de los distintos vinos. Más tarde y tras declarar que “el vino es la expresión del terruño”, habló a los artistas sobre San Patricio del Chañar, Provincia de Neuquén, la zona donde nacen los vinos de la Bodega y que se integra por la combinación del factor humano, el tipo de uva que crece en la Patagonia, el suelo y las favorables condiciones climáticas para la vid. Con entusiasmo, los artistas convocados por Long Play realizaron las degustaciones y disfrutaron el momento, tal vez infiriendo la comunión perfecta que logran el vino y su oficio. “Un enólogo habla de sus vinos como una madre habla de sus hijos, y aunque no cambió el vino, después de escucharlo te termina gustando más, porque te ayuda a entender y a disfrutarlo. Con el arte pasa lo mismo, porque cuando el artista te comunica qué es lo que quiso representar en su obra, uno puede entenderla mejor y expandir la cabeza”, dice Iuri. Para ahondar en las coincidencias, la sommelier resalta que no es posible degustar todos los vinos que existen, no porque haya muchos, sino porque la gesta de nuevas cepas es permanente. Lo mismo sucede con el arte, porque siempre habrá un artista que busque gestar algo distinto.
1 - Cristian Mac Entyre,“Tensión”. Serie de guitarras interpretadas geométricamente. 2 - Enrique Burone Risso, “Barrio azul y oro”. La representación de “La Bombonera” según el artista.
1. Luis Felipe Noé. “A los artistas siempre nos gusta conversar entre artistas, somos como una especie ghetto armonioso, nos entendemos entre nosotros. Los artistas son como los perros, son muy variados en las razas y de las formas mas distintas, pero se huelen y se reconocen”. 2. Mariana Povarché. “Hoy vamos a juntar almas sensibles, porque por algo han invitado artistas, con paladares sensibles. Vamos a ver cómo nos llevamos con esto de combinar el arte del buen beber con las artes visuales”. 3. Juan Doffo. “Participé del primer número de la revista Long Play como maestro de generación intermedia. Hoy nos convoca la dirección de la revista como un pequeño homenaje a los artistas que han pasado por estos
dos números y es un encuentro afectivo, realmente muy cálido”. 4. Carmen Esnaola. “Nos convoca el oficio del arte y la plástica y una pasión por las artes y la oportunidad de conocer maestros como “Yuyo” Noé y Juan doffo de quien yo soy alumna y lo admiro muchísimo. Es un honor poder conocer gente así y compartir un momento tan íntimo como este”. 5. Agustín Viñas. “Es muy gratificante compartir con dos monstruos del arte argentino. Doffo y “Yuyo” Noé son palabras mayores para el que sabe de arte. Son la historia viva de la pintura”. 6. Adriana Givello. “Estoy muy contenta de compartir este momento, que es un encuentro más de amigos que institucional. Estoy muy agradecida y espero catar los ricos vinos”.
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bajo perfil
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Daniel Llermanos
abogado y dramaturgo por johanna schvindlerman
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fotos de diego de pedro
Las personas suelen tener un lado oculto, un talento velado, que se va dejando ver a medida que la experiencia y la trayectoria marcan un camino y aparecen otros. En esta nota conocemos el lado secreto de un abogado exitoso.
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etrás del traje y la corbata, de los juzgados y expedientes, incluso detrás de su pasado como juez, Daniel Llermanos tiene otra faceta. Como para derribar los preconceptos, es dable aclarar que su otra afición no ha brotado a pesar de la abogacía, sino precisamente con motivo de ella. El abogado es también dramaturgo, una vocación descubierta hace apenas tres años, cuando en reuniones con amigos donde contaba casos policiales conocidos en el ejercicio de su profesión, advirtió que las historias eran de gran interés para su modesto público. En una noche de insomnio decidió escribir una de ellas: “Código de Familia”, texto que entregó a la directora de teatro Eva Halac y que fue felizmente aprobado. Nacía así un dramaturgo, con la abogacía como profesión y como materia prima. En estos pocos pero intensos años, Llermanos descubrió que es posible contar –con algún tinte de humor– el mundo secreto de la justicia y del poder, universos que conoció desde muy pequeño. Las historias que escribe son rigurosamente reales pero, para no violar la reserva o secreto profesional que la ley le impone, modifica nombres y situaciones. “La denuncia consiste en contar, en que se sepa. Gasman decía que en teatro las cosas se cuentan con el fin de que cambien. Desde este punto de vista, mis trabajos son de denuncia”, dice. Lo cierto es que, según comenta, su trabajo le permite acceder a situaciones extremas en las que lo peor del ser humano sale a flote. Por eso, seguramente, suele decirse que sus personajes son “malos”. “Cuando se trata a diario con criminales, ladrones y estafadores, es razonable que los textos queden impregnados por acciones deleznables. Las personas felices, decía Simone de Beauvoir, no tienen historia”. Aún así, el escritor intenta destacar en sus trabajos que más allá de los hechos por los que se juzga a estas personalidades, pueden tener una vida similar a la de cualquier persona. Y ahí es donde entra la cuota de humor, ya que son esos aspectos cotidianos los que producen situaciones cómicas. Obras y géneros Su ópera prima, Código de Familia, estuvo un año en cartel y
Quiero hacer teatro con historias reales y nuestras, argentinas, contemporáneas, que el público sienta como cercanas.
dos meses de gira, con salas que llegaron a tener mil espectadores por función, tanto en el Metropolitan como en teatros del Gran Buenos Aires. Su segunda obra, “Adiós Muñeca”, tuvo un impacto menor, aunque se presentó durante dos temporadas, primero en el Multiteatro y luego en El Tinglado. “Si los astros son benévolos”, dice, en Febrero de 2014 se estrenará “CHANCE”, una obra inspirada en el memorable cuento de Kosinzky “Desde el Jardín”, para el que han sido convocados Alfredo Castellani, Fito Yanelli y Tomás Fonzi. La obra transcurre en el país de Palermo Chico, creado luego de un cisma político con el gobierno nacional, y volverá a tener el sello personal de Llermanos: la combinación de testimonios referidos a las relaciones del poder con algunos –o varios– toques de humor. Mientras planea su próximo estreno, comenta que junto a Eva Halac intenta darle a las historias un aire de “western urbano” casi “tarantinesco”. El género de sus textos es definible en pocas palabras: comedia dramática con condimentos de humor negro. “Quiero hacer teatro con historias reales y nuestras, argentinas, contemporáneas, que el público sienta como cercanas”, dice el dramaturgo que escribe de noche, con timbres y teléfonos apagados, lejos de las audiencias, las notificaciones judiciales y los alegatos. Para escribir dice no necesitar más que un reducido puñado de noches, aunque decidir qué historia contar y cómo plantearla puede llevarle meses. “Cada obra de teatro es como una pequeña criatura que nace cada vez que se levanta el telón. Y esto es tan cierto, que no hay una sola función idéntica a otra”, dice; y reafirma: “Es como nuestra vida, que aunque parezca reiterarse o ser rutinaria, cada día lleva un distintivo propio e irreproducible”.
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Los Altos de Elorriaga | Por María Cecilia Alegre • Fotos de Daniel Bachetta Único ejemplo de arquitectura doméstica en pie del período colonial, los Altos de Elorriaga es una casa que ocupa la esquina NO de Alsina (antes Potosí) y Defensa (antes, Mayor, De San Martín, Liniers, Reconquista, y desde 1849, con el nombre actual), en el barrio de Montserrat, antes Catedral al Sur. La construcción data de 1808, y perteneció a Juan Bautista de Elorriaga, comerciante español, y a su familia hasta mediados del siglo XX. En 1968, la familia Ayerza, descendientes de Elorriaga, la vendió a la ex Municipalidad de Buenos Aires. Desde entonces, forma parte del Museo de la Ciudad (Alsina 412/Defensa 219).
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Es una típica casa de altos: con la vivienda desarrollada en la planta alta alrededor de dos patios centrales, uno con aljibe, y en la planta baja había locales comerciales y las viviendas de los esclavos y sirvientes domésticos. En la terraza, mirando al este, se observa un mirador, casi único en la ciudad, desde donde podía verse el río, que estaba próximo a la casa: sobre la avenida Paseo Colón. Dónde: en Defensa 183/187; Alsina 405/415. Agradecemos la colaboración del Museo de la Ciudad.
ojos de turista
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“Sólo le pido a Dios Que la guerra no me sea indiferente”. León Gieco por danusa b. moreira
Desde de que el hombre empezó a caminar por estas tierras, el dominio de un territorio siempre fue causa de disputas y de guerras. Con el tiempo, se agregaron otras causales como las creencias religiosas, la cultura, las razas y el poder. No es nada nuevo ni tampoco, creo, será alguna vez, viejo. En la historia cercana del país, tuvimos la desgracia de participar en una guerra propia, tan nuestra como las islas que deseábamos reconquistar. Triste comienzo y triste fin que no debemos olvidar jamás. 2 de abril de 1982 – 14 de junio de 1982 El día 2 de abril de 1982, había comenzado la llamada “Operación Rosario”. Las tropas militares argentinas desembarcaron en Puerto Stanley, capital de las Islas Malvinas. La guerra contra Gran Bretaña había comenzado. Los hombres al mando del Capitán de Corbeta, Guillermo Sánchez-Sabarots, comandante de la Agrupación Comandos Anfibios, se dividieron en dos grupos: el primero, comandado por él mismo, se dirigió a los barracones de la infantería de marina británica Royal Marines, en Moody Brook, para atacarlos; el segundo, bajo el mando del Capitán de Fragata Pedro Edgardo Giachino, (primer caído en combate), avanzó hacia Puerto Stanley con objeto de tomar las oficinas del Gobernador y capturarlo. A las 9:30 de la mañana, el gobernador Rex Hunt rindió las islas Malvinas al Contralmirante Carlos Alberto Büsser, jefe de las fuerzas argentinas. Hunt fue trasladado a Montevideo en un avión de transporte militar argentino, desde donde se dirigió a Londres. La guerra duró poco. El 14 de junio, después de batallas ganadas y perdidas por ambas banderas en los tres archipiélagos involucrados, los ingleses al mando del General Jeremy Moore penetraron en la capital malvinense y la guarnición argentina del General Mario Menéndez presentó su rendición. Gran Bretaña recuperaba así, la soberanía de las islas Malvinas, las Georgias del Sur y las Sándwich del Sur. El saldo de la guerra fue, como en cualquier guerra, triste. Murieron cerca de 650 militares argentinos y hubo más de un millar de heridos. Para Gran Bretaña, el saldo fue de alrededor de 270 soldados muertos y más de 700 heridos. Además, fallecieron tres civiles isleños. Por aquellos días de la guerra, en el predio de la Sociedad Rural Argentina en Palermo, me recuerdo junto a mi hermana armando las cajas de alimentos para los soldados de Malvinas. Trabajábamos con verdadero sentido de patria y llenábamos las cajas con latas de conservas, chocolates, cigarrillos y cartas, entre otras cosas. En todo el predio resonaban las notas y las voces del rock nacional, Sui Generis, León Gieco, Spinetta…El trabajo mecánico nos dejaba pensar y lo hacíamos en aquellos hombres y chicos que se encontraban en las lejanas islas del sur del país. Mi corazón era una mezcla de orgullo, sentimiento de pertenencia, patriotismo y una enorme e infinita pena. Una tristeza inmensa por todos los chicos de mi generación, años más, años menos, que les había tocado en suerte vivir la experiencia de una guerra en carne propia. Ojalá nunca se repita. Elegí como recuerdo de lo ocurrido, dos obras de Jorge Luis Borges. La primera es un relato corto, pocas palabras, sin embargo lo dicen todo. Es una síntesis perfecta de lo que fue “Malvinas”, sencillamente profundo. En la segunda, la guerra se enreda entre los versos de una poesía y se encarna en un soldado anónimo que representa a todos aquellos que partieron a luchar en las islas. En fin, sin lugar a dudas, dos obras maestras.
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DICIEMBRE 2012
Juan López y John Ward
Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender. De Jorge Luis Borges
Milonga del Muerto Lo he soñado en esta casa Entre paredes y puertas. Dios les permite a los hombres Soñar cosas que son ciertas. Lo he soñado mar afuera En unas islas glaciales. Que nos digan lo demás La tumba y los hospitales. Una de tantas provincias Del interior fue su tierra. (No conviene que se sepa Que muere gente en la guerra.) Lo sacaron del cuartel, Le pusieron en las manos Las armas y lo mandaron A morir con sus hermanos. Se obró con suma prudencia, Se habló de un modo prolijo. Les entregaron a un tiempo El rifle y el crucifijo.
Oyó las vanas arengas De los vanos generales. Vio lo que nunca había visto, La sangre en los arenales. Oyó vivas y oyó mueras, Oyó el clamor de la gente. Él sólo quería saber Si era o no era valiente. Lo supo en aquel momento En que le entraba la herida. Se dijo No tuve miedo Cuando lo dejó la vida. Su muerte fue una secreta Victoria. Nadie se asombre De que me dé envidia y pena El destino de aquel hombre. De Jorge Luis Borges Long Play agradece la cortesía de la Sra. María Kodama, Presidente de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, por permitirnos la publicación de estas dos obras. Anchorena 1660, C.A.B.A Borges.internacional@fibertel.com.ar
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muestra homenaje Noé 3D
Felipe Noé
e hijos
Una muestra que recorre la experiencia de tres artistas talentosos, tres miradas diferentes que nacen de un mismo núcleo, la familia.Y un homenaje a la madre y esposa que los impulsó a transitar sus propios caminos. por johanna schvindlerman
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fotos de andrés pérez moreno
quello de 3D no quiere significar, como sugiere su obvia lectura, tres dimensiones. Podría serlo, de considerarse a cada Noé un pequeño universo, una dimensión en sí misma. Pero no. En realidad es sólo un juego de palabras, en el que la D se refiere más bien a “desquiciados” o “desafíos”, como se encarga de aclarar la mujer del trío. Pero si existe un concepto equívoco es el de tres dimensiones, por tratarse justamente de sólo una: la del amor, la de la familia. Luis Felipe Noé, o “Yuyo”, como mejor se lo conoce, cumplió este año 80 años. El mejor regalo que podía hacerse a sí mismo, pensó, era exponer junto a sus hijos, Paula Noé Murphy –pintora- y Gaspar Noé – cineasta-, residentes ambos en París. Era la oportunidad de tenerlos más cerca, y qué mejor que a través de la creación artística, ese denominador común y punto de convergencia de la familia. La propuesta surgió de Yuyo en un contexto triste. Su mujer y compañera de vida, Nora Murphy, acababa de fallecer. Era junio de 2012 cuando la despidieron y se comprometieron con la idea. La muestra está dedicada a ella.
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La sumatoria del arte de padre e hijos mostró su resultado en la Galería Rubbers Internacional. Junto a las obras de Yuyo de 2013, Paula hace gala de su arte abstracto, en el que superpone sistemas visuales, de circulación de energías y de movimientos, con formas esquemáticas. “Mi sensación es que nuestro mundo tiene sistemas y códigos diferentes que se superponen, que a veces coinciden y a veces no, y es la manera de plasmar un poco todo eso”, dice. La participación de Gaspar significaba de por sí una revelación. El cineasta dice presente con fotografías familiares, que gracias a un afortunado accidente técnico devinieron en una superposición de imágenes. “Mostrar videos o cortometrajes dentro de una galería no correspondía, por eso preferí hacer fotos. El negativo descarriló y ocurrió un accidente mágico”, comenta. El menor de los Noé, sin embargo, seguiría sorprendiendo. Entre las fotos se anima con un cuadro, basado en el único dibujo que hizo su madre; una impresión del Tigre que él pasó a tonos fluorescentes en un fondo negro. Entre los cuadros y las fotografías hay, en la galería, finalmente, un Yuyo radiante, que no se molesta en esconder su emoción: “Las
Así lo vieron los artistas… Marta Minujin. “Es una muestra muy buena, muy linda, muy emotiva. Me gusta mucho el trabajo de Paula, que además es muy diferente al padre. Lo de Gaspar está fantástico”. Adolfo Nigro. “Yuyo es un maestro indiscutido del arte contemporáneo argentino y un hombre de un pensamiento colectivo de apoyo y una generosidad ilimitada con los artistas más jóvenes o con menos recursos. Humanamente es un ser excepcional, que es más importante que ser el gran maestro que es de todos”. Liliana Golubinsky. “Conozco mucho a los tres y esta muestra me parece emocionante. La falta de Nora se nota, me emociona y me pone triste, pero es un buen homenaje”. Alejandra Cesaro. “Es una buena idea la de exponer los tres juntos y me parece que es un ejemplo cómo el arte se respira en la casa de Yuyo todo el tiempo. El es muy leal a su estilo y junto a sus hijos, inspirados un poco también en esa imagen tan relevante que él tiene, lograron una muestra colorida, muy bien curada y con mucha proyección”. Daniel Coruro. “Como yo fui discípulo de Noé y hace más de 25 años que lo acompaño, esta muestra me parece hermosa por lo que tiene de familiar. La reunión de ellos tres me parece un premio que Yuyo tiene bien justificado y que bien se lo merece”. Daniel Santoro. “Uno ya conoce la obra de Yuyo, pero la idea armada por Eduardo Stupía me parece un gran acierto. Incorporar a Gaspar en este trío la hace muy especial”. Susana Rodríguez. “Yuyo ha tenido muchas grandes muestras, pero esta es para él la más feliz. Es el mejor homenaje a su mujer, porque los artistas homenajeamos así, con una obra, con una dedicación de una muestra, que me parece es lo mejor que podemos dar”.
exposiciones individuales son un poco como exhibirse con ropa interior, pero esta es distinta, me da una gran alegría. Nunca una exposición me ha hecho tan feliz”. Por su lado, Paula explica que para su familia, mirar lo que hace el otro, comentarlo, intercambiar, siempre fue la manera normal de relacionarse, lo cotidiano, porque el arte forma parte de su vida. “Es natural que hagamos algo juntos. Significa una comunión familiar, pero además una manera de mostrar que los miembros de una familia pueden tener cosas en común o diferentes y en qué cosas nos apoyamos o no visualmente”. Colegas, críticos, directores de museos, el público fiel, el coleccionismo cautivo, se dan todos el tiempo de visitar la exposición. “Esta muestra es una experiencia de amor y de arte, y confirma que celebrar el arte es celebrar la vida”, dice Mariana Povarché, directora de Rubbers, y asegura que “está Norma presente, como debe ser, en la fotografía y en los cuadros, pero lo más importante, en el alma de quienes cuelgan su obra en las paredes”.
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música
j a z z
Cerca de la
improvisación por johanna schvindlerman
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Esteban Sehinkman es pianista y compositor de jazz. Aunque la palabra “vanguardia” no lo convence, reconoce que junto a su trío ha logrado un estilo tan único como novedoso. Con sólo 40 años, es además el ideólogo y productor del Real Book Argentina, un proyecto sin precedentes dentro del movimiento jazzístico argentino.
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l músico abre la puerta del estudio emplazado sobre avenida Corrientes. Es la última hora de la tarde y el ruido de la calle es apenas soportable. Después de un largo pasillo se abre una sala donde impera el silencio y por fin se entiende que ese sea el lugar donde ensaya con su trío de jazz. En un rincón sobresale un piano alemán de media cola. Tiene más de 100 años, pero está impecable. Esteban trae una botella de agua, acerca una silla y se dispone al diálogo. No puede precisar con exactitud dónde se inicia su interés por la música, aunque ya en el colegio integraba con sus compañeros una banda de rock y disfrutaba de ir a escuchar música en vivo. En su casa, además, había un piano vertical, que había quedado de la época en que a su madre le aconsejaron hacer tareas manuales para dejar de fumar. Destino o casualidad, ahí estaba el piano y él, con apenas quince años, lo quiso aprender a tocar. Su primera maestra de piano fue Susana Spadini, quien lo orientó en la parte técnica y del lenguaje musical. Después entró a la Escuela de Música Popular de Avellaneda, donde entre las especializaciones, eligió jazz. ¿Por qué Jazz? Sehinkman tiene una teoría, y es que las músicas tienen que ver con ciertas cuestiones afines de la personalidad. “Un músico clásico necesita una estructura personal que acompañe el trabajo sobre una obra escrita, una obra que ya está estipulada. El músico de jazz está personalmente más ligado a la improvisación”, asegura. Además, el jazz está vinculado al rock, al blues y a la música urbana, “y yo nací en Buenos Aires y no tengo tanta ligazón con otras cosas tan fuertemente como con la ciudad”.
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A los 25 años, se mudó a Boston para estudiar en el Berklee College of Music, donde tuvo ocasión de estudiar con grandes artistas y absorber los puntos de vista frescos de los músicos que son “parte de la historia viva”. Aquélla fue una época fructífera, al encontrarse nada menos que en el lugar que fue “cuna del jazz”. Tres años después de su arribo a Boston, Sehinkman se trasladó a Chicago, donde nacería “La espuma de los días”, su primer disco de música original ajustada a un quinteto compuesto por destacados músicos de la ciudad. Aquél trabajo estaba orientado al jazz contemporáneo, propio de un joven recién egresado de la escuela y prácticamente obligado a conservar la impronta tradicional. Los cuatro elementos Su regreso a Buenos Aires se vería signado por tres discos vinculados a los cuatro elementos. El primero fue “Búfalo”, ligado a la tierra, donde bajo la forma de sexteto fueron incorporados elementos del folklore, el tango y el rock. Pero en ese entonces Sehinkman aún buscaba su propio estilo, transición que culminó en “El sapo argentino de boca ancha”, donde encontró un lenguaje más personal y definido. Ese tercer disco, ligado al agua como los anfibios, tuvo un formato de trío y estuvo compuesto por Esteban en Fender Rhodes, Daniel Pipi Piazzolla en batería y Matías Méndez en bajo. Tan bien funcionaron, que al día de hoy permanecen juntos. Faltaba el aire y el fuego, elementos que llegarían de la mano de su último trabajo, un disco minimalista vinculado al groove y a la electrónica, que bajo el nombre de “Pájaro de Fuego” busca emular un DJ set. Y lo consigue. En unas horas más, Sehinkman se presentará justo a su
“El día que te quedaste reversionándote es un problema. Es necesario moverse a través del estilo y alimentarlo con vivencias, con estudio y con trabajo”. trío en el bar Virasoro. Su música da para todo. Se puede bailar o ser disfrutada con un trago en la mano. En su intensa carrera ha compartido grabaciones o escenarios con Liliana Herrero, Juan Cruz de Urquiza, Hernán Merlo, Oscar Giunta, Sergio Verdinelli, Mariana Bianchini y Litto Nebbia, entre otros. El paso que sigue es preparar un disco donde se incluirán letras de su autoría, una innovación que responde a una creencia, según la cual la música es una disciplina que requiere movimiento. “El día que te quedaste reversionándote es un problema. Eso no quiere decir no tengas tu estilo, pero es necesario moverse a través del estilo y alimentarlo con vivencias, con estudio y con trabajo”. El Real Book Argentino “Los músicos argentinos de jazz aún están desperdigados”, critica Esteban y mientras espera una política inclusiva más fuerte, no se queda de brazos cruzados. Ha encontrado inspiración en el Real Book Americano, un libro fundamental para los músicos de jazz que recopila partituras de compositores americanos. “Primero fue ilegal y lo hacían a mano para tocar en las escuelas. Después se transformo en
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un elemento de difusión y aprendizaje a nivel mundial hasta ser parte del éxito del jazz en el mundo”, asegura. Con la intención de repetir la experiencia a nivel local, Sehinkman se embarcó en un proyecto que está pronto a cumplir cinco años. Se trata del Real Book Argentino, una recopilación de partituras nacionales que van desde Oscar Alemán hasta los compositores más jóvenes. Aunque tuvo una edición física limitada, el libro está disponible en internet para libre descarga y provecho por parte de músicos y escuelas. “Es un proyecto que recopila y difunde música de compositores enrolados dentro de las vastas fronteras estilísticas del jazz argentino, que también es una manera de difundirnos y agruparnos para darnos fuerza”, afirma. El proyecto dio envión a una propuesta musical con disco propio, el “Ensamble Real Book Argentina”, donde -como otra bastión de difusión- once músicos interpretan y reversionan el repertorio del libro. silvana furfari
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Para descargar el libro gratuitamente: www.realbookargentina.com
fotogalería
“Aguamarina” de la serie “Flores” Fotógrafa: Carolina Vidal Hahn Contacto: 63 98 82 83, 11 41 15 09 90, carovhahn@thepolosociety.com
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obras monumentales
mural
“ejercicio
plástico”
Una restauración en movimiento por johanna schvindlerman
fotos: gentileza tarea–instituto de
investigaciones sobre el patrimonio cultural
El misterioso mural de Siqueiros que se exhibe en el Museo del Bicentenario tiene por trasfondo una historia de abandono, silencio y resignificación. Tras permanecer olvidado casi dos décadas en un depósito a la intemperie, hizo falta una intensa labor de investigación y restauración, trabajo que durante dos años realizó el Taller Tarea de la Universidad Nacional de San Martín.
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Era 1933 cuando el mexicano David Alfaro Siqueiros, los argentinos Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo y Juan Carlos Castagnino y el uruguayo Enrique Lázaro se reunieron en un sótano de Don Torcuato para pintar “Ejercicio Plástico”. La intención de Siqueiros al llegar a la Argentina era, en realidad, pintar para el gran público en lugares abiertos, pero las críticas de las que era blanco su posición política no lo aconsejaban. Debía procurarse, entonces, otro medio de vida. Por eso no dudó cuando el empresario y periodista Natalio Botana le ofreció su protección a cambio de que hiciera un mural en una bóveda subterránea de su propia casa. El muralista convocó al resto de los artistas, a quienes admiraba por su trabajo y con quienes tenía una gran afinidad política y nacía así una de las obras cumbre del arte latinoamericano. Aguardaba al mural, sin embargo, un destino de olvido y de desidia. La quinta sería
Sobre el Taller Tarea El Taller Tarea - Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de la UNSAM sigue una tradición interdisciplinaria entre restauradores, historiadores del arte y químicos para el estudio y conservación de bienes culturales. Esta tradición fue inaugurada en 1987 con la creación de La Fundación TAREA y actualmente se dedica a la conservación y restauración de bienes artísticos, archivísticos, museográficos y bibliográficos del patrimonio nacional, la investigación científica, la formación y capacitación de recursos humanos y el asesoramiento a instituciones públicas y privadas en cuestiones de restauración y conservación
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obras monumentales
produce conocimiento ha fracasado grandemente”, dice Bacomprada por el coleccionista Héctor Mendizábal en 1990, rrio. La obra, finalmente, fue inaugurada el 2 de diciembre de con la intención de desmontar la obra y realizar una muestra 2010 por Cristina Kirchner y Felipe Calderón, ex presidente itinerante. Pese a la resistencia de los vecinos de Don Torde México. cuato, Mendizábal logró su propósito y el mural fue extraído Una obra revolucionaria gracias a una magistral obra de ingeniería. Mientras que el Son varios y variados los aspectos de “Ejercicio Plástico” proyecto resultó un fracaso, el mural, dividido en seis partes, que la convierten en una obra sin fue olvidado a la intemperie en un deprecedentes. Por empezar, si bien pósito de grúas durante 18 años. se ha ganado su popularidad como Abandonado a su suerte en cuatro conLas Lunetas “el mural de Siqueiros”, la obra pertenedores, castigado por la humedad Al poco de tiempo de inaugurarse el tenece a cinco artistas de distintas y la inclemencia del clima y objeto de mural en el Museo del Bicentenario, el taller Tarea se embarcó en otro procedencias, que trabajaron en diversos conflictos judiciales que aún ambicioso proyecto de restauración. equipo y más allá de sus identidades persisten, salvarlo iba a necesitar un Esta vez el turno fue de las cuatro propias. “Para los artistas y la sociemilagro. Y el milagro se produjo. A fin lunetas de Galerías Pacifico, murales dad argentina de esa época eso era de celebrar el bicentenario de la Rerealizados por los artistas Spilimbergo, rarísimo, imposible. Esa fue una de volución de Mayo, el Gobierno nacioUrruchúa, Castagnino y Colmeiro, que actualmente pueden apreciarse en las novedades que trajo Siqueiros a nal pidió a sus propietarios la obra en el Museo del Libro y la Lengua al pie la Argentina”, explica Barrio. El conpréstamo para ser restaurada e instalade la Biblioteca Nacional. “Las más cepto que encierra la obra tiene su da en la antigua aduana de Taylor de la importantes obras del muralismo propia singularidad. Emplazada en Casa Rosada, donde fue emplazado el argentino no están en el lugar donde una planta abovedada rectangular, la Museo del Bicentenario. Así lo cuenta fueron hechas y están cumpliendo un rol completamente distinto de cómo idea de los artistas era simular que Néstor Barrio, director del Taller TAfueron concebidas. Lo importante es el espectador se encontraba dentro REA de la Universidad Nacional de San que la gente se apropie de su herencia de una caja de vidrio sumergida en Martín, institución que tras firmar un y de su identidad y que le exija al el fondo del mar, observado por una convenio con la Secretaría General de estado seriedad y profesionalismo”, serie de figuras que nadan desnudas. la Presidencia y el Gobierno de Méxipuntualiza Néstor Barrio. “El concepto es el de una plástica en co, tuvo a su cargo la restauración. movimiento, el espectador no debeRearmar el rompecabezas, recuperar ría permanecer estático en ese espacio sino que tiene que ir los colores desgastados y respetar el concepto original fue caminando y mirando, porque las figuras tienen una especie sólo parte del trabajo que el equipo interdisciplinario de la de perspectiva poliangular, en donde sus posiciones no son UNSAM realizó durante dos años. Previo al trabajo de resnormales, están exageradas las relaciones tridimensionales”, tauración, el Taller Tarea –Instituto de Investigaciones sobre apunta Barrio. A medida que el espectador se desplaza, la el Patrimonio Cultural– se abocó a un gran trabajo de investicomposición hace que las figuras vayan rotando y cambiangación sobre la obra, produciendo un corpus de conocimiendo su expresividad, en una relación especial totalmente ditos hasta entonces desconocidos. “Una Universidad que no
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námica. Según la investigación de la UNSAM, y en una idea completamente revolucionaria en muralismo, los artistas proyectaban fotografías con un viejo episcopio sobre los muros, utilizando distintos ángulos (cuenta el mito que una de las imágenes pertenecía a Blanca Luz Brum, la antigua esposa de Siqueiros que terminó en un romance con Botana). Un instituto para cuidar nuestro patrimonio El trabajo del Taller Tarea tiene por objetivo revalorizar el arte y la cultura pero acercarlo a la mayor cantidad de gente para que este mensaje llegue a todos. Los objetivos fueron ambiciosos pero el trabajo también y todo dio sus frutos. El director del Taller está conforme y orgulloso del esfuerzo. – ¿Qué importancia tiene haber rescatado esta obra y preservar del patrimonio cultural en general? –La cuestión del patrimonio ha dejado de ser una cuestión de especialistas para derramarse en un contexto social muy grande. La gente lo considera un tema importante para discutir y considerar tanto en el aspecto educativo como en el histórico. Es una vocación por el pasado, porque hay un gran temor por el futuro, pero en todo el mundo la cuestión del patrimonio es una de las cuestiones culturales más importantes. Eso necesita alguna respuesta y el Estado es el único que puede darla, porque no es un negocio particular, es una cosa de todos. Esto preocupa a todas las personas y es algo que no podemos ignorar. – ¿Cuál es el rol de la Universidad en este sentido? –Es muy importante. La universidad se tiene que dedicar a
las cuestiones de la memoria, la historia, la identidad y el patrimonio. Las sociedades contemporáneas han puesto a la cuestión del patrimonio en un lugar muy central y el Taller Tarea es el único instituto universitario del país que se dedica al tema, que tiene una gran trayectoria y muchísimos logros para mostrar. Nuestra función principalmente es la de formar e investigar, y sin haber como en otros países un centro nacional de conservación, de hecho es lo que estamos haciendo con un liderazgo evidente. – ¿Cómo es que una obra de estas características es olvidada durante tanto tiempo? –Es curioso sobre todo el silencio de Spilimbergo, Castagnino y Berni sobre la obra. Se trataba de cuatro artistas francamente de izquierda, que se juntan a pintar un mural, que lo firman como equipo poligráfico, en el sótano de un ricachón que era todo lo opuesto a lo que ellos representaban. Para ellos era como una vergüenza y su silencio durante el resto de su vida es bastante sintomático de que no veían en el mural una gran obra sino un experimento que querían olvidar. La novedad más interesante de este trabajo alcanza al material, ya que su técnica de ejecución fue la de fresco sobre cemento retocado con silicato, un material sobre el que trabajar resulta extremadamente complejo. Además, no existe un sólo trazo de pincel en toda la obra, realizada enteramente con plantillas y aerógrafo. Por último, su mensaje: es el primer y único mural que Siqueiros pintó en su vida sin un tema político o social.
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Pequeñas historias de la historia Por Danusa B. Moreira
La ciudad de San Miguel del Monte está ubicada sobre la margen izquierda del río Salado, a 107 km. de la Capital Federal. Fue uno de los fuertes más antiguos de la provincia de Buenos Aires. Aunque no se sabe con exactitud su creación, ya cerca del año 1770 se hablaba del puesto de guardia de Monte, instalado a orillas de la laguna del mismo nombre. La denominación de “monte” hacía referencia a los montes de talas cercanos a dicha laguna, donde se concentraban y descansaban los indios durante sus incursiones.
san miguel del monte
Un lugar donde la historia se mezcla con la fantasía Ilustración de Juan Soto
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E
n el año 1776, el virrey Juan José de Vértiz ordenó realizar una expedición, con la finalidad de proponer una nueva línea de frontera que fuese más efectiva contra los ataques indígenas. El teniente coronel Francisco Betvezé, encargado de la expedición, presentó un informe aconsejando conservar la vieja línea, crear algunos reductos nuevos y dejar los fortines existentes en el lugar donde se encontraban. En el mismo informe, destacó la ventajosa ubicación de la guardia de Monte. Así comenzaron los trabajos para convertir el deteriorado puesto en guardia principal. El nuevo fuerte fue denominado “Guardia de San Miguel del Monte Gargano”. La designación de Monte Gargano respondía al cerro napolitano, donde, según la tradición, San Miguel Arcángel realizó una aparición. En noviembre de 1779, comenzó la construcción de la capilla del fuerte y, el amparo del mismo le fue encomendado a San Miguel Arcángel. La leyenda de Guecubú En el año 1778, Monte no era más que un pequeño puñado de casas sobre la orilla norte de la laguna, muy cerca de la boca del arroyo Totoral, rodeado por una endeble empalizada y protegida por un mangrullo que vigilaba el desierto. Más allá, sólo el indio. “Guecubú” era un genio maligno que habitaba bajo las aguas de la laguna y a la caída del sol, vestido con su capa roja, salía a recorrer las orillas de la isla ubicada en medio de la misma. Le gustaba treparse a los talas y esconderse entre ellos, ya que no permitía que nadie lo viera, castigando con la muerte a todo aquel que tuviera la osadía de hacerlo. El 24 de diciembre de 1778, siendo vísperas de navidad, el alférez Santos Molina, el sargento Castro y el cabo Enrique, efectivos de la Guardia de Monte, quisieron conocer el secreto de Guecubú y al llegar la hora de la caída del sol, se escondieron en la orilla para poder observarlo. Guecubú enfurecido envió como castigo, un terrible malón de mil indios
tehuelches, pampas y ranqueles que asolaron la pequeña población y destruyeron la Guardia del Monte. Este ataque real pasó a la historia con el nombre de “Navidad trágica de 1778”. Sin embargo, según la tradición cristiana, el cielo se encontraba de fiesta por el nacimiento de Jesús. Dios al ver la desgracia ocurrida en el fuerte, decidió no dejar impune el hecho y expulsó a Guecubú de la laguna. Nunca se supo hacia dónde fue. Sólo se encontró su capa roja olvidada en la orilla, lugar donde creció naturalmente, una mata de margaritas del mismo color. Rosas, su rancho y los Colorados del Monte Los socios Juan Manuel de Rosas, Juan Nepomuceno Terrero y los hermanos Luis y Manuel Dorrego, le compraron a don Julián del Molino Torres la estancia “Los Cerrillos”, situada a pocos kilómetros de la “Guardia del Monte”. La estancia era un verdadero fuerte, protegida por fosos y cañones. Allí se encontraba el famoso rancho de Rosas, típica construcción bonaerense del siglo XVIII. Sus paredes de 45 cm. de espesor estaban hechas de barro y paja (adobe). La estructura fue armada con palos de madera dura asentados en el suelo y unidos con alambres, de donde se colgaron los “chorizos” de adobe. El techo, realizado con cañas de tacuara atadas con tientos de cuero de potro, estaban recubiertas en su exterior e interior con espadaña. La vivienda contaba con cuatro habitaciones, todas con puertas hacia el exterior, dispuestas en forma sucesiva y los pisos eran de tierra apisonada. Las puertas eran bajas, ya que el indio solía atacar montado a caballo y la altura dificultaba su entrada. Las ventanas tenían rejas de hierro como protección. Con la intención de defender sus bienes y actuar en las lu-
Dato interesante El rancho de Rosas fue protegido por más de un siglo por la familia Bemberg, propietaria de la estancia “Los Cerillos”. En el año 1987, surgió la idea de trasladar el rancho desde la estancia hasta la vera de la laguna, donde estuvo la primera edificación de la Guardia del Monte. Este proyecto demandó más de dos meses de intensa labor y trabajaron en ella, arquitectos, ingenieros, técnicos y un equipo de operarios. Para extraer el rancho, se colocaron debajo de las paredes tres vigas de concreto de 25 metros de largo y 8 vigas cruzadas de 8 metros de ancho por 0,6 metros de alto. Para elevar el rancho y colocarlo sobre el carretón de traslado, se utilizaron criques hidráulicos manejados por computadora. El carretón tenía 120 ruedas con suspensión individual. El Rancho de Rosas se encuentra actualmente en la intersección de las calles J. M. de Rosas y Belgrano en la ciudad de San Miguel del Monte. Puede ser visitado de martes a domingo de 9,30 a 13hs. y de 16 a 19hs.
chas internas del país cuando la situación así lo requiriera, Rosas decidió establecer una milicia de campaña. En el año 1820, con más de cien peones propios y de otras estancias de alrededor, creó el Quinto Regimiento de Caballería, conocido como “Los Colorados del Monte”. El jinete usaba chuleta a lo federal (pañuelo rojo y grande, atado al cuello sobre los hombros), gorro de manga también rojo, camisa y chiripá colorados de bayeta, calzoncillo blanco, botas de potro despuntadas y espuelas de plata. Sus armas eran el sable, la lanza enastada en tacuara con borla roja y las boleadoras que llevaban atadas a la cintura. El caballo llevaba cabezada de plata con riendas de cuero sin curtir, sobadas con bombas, y pasadores también de plata. Lucía frentera federal y en la cola un moño rojo llamado colera. El recado era el mismo que se usaba en el campo en aquella época.
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exposiciones m o c k
g a l e r í a
Iconoclastas Mock Galería se presentó en sociedad este año, y entre sus primeras exposiciones destacamos la que estuvo a cargo de los artistas Alejandro Thornton y Ricardo Crespo. Con la ruptura de lugares comunes como premisa, Sobreescrito desafió al público a través de obras estéticamente agradables destinadas a estallar en la retina, el cerebro y el corazón del espectador. por cecilia acuña
Los palimpsestos son manuscritos que conservan la huella de una escritura anterior sobre su superficie. Cuenta la historia que en la Edad Media se hacía complicado conseguir pergaminos egipcios debido a la enorme demanda europea. Para hacer frente a la escasez, los estudiosos de la época utilizaron papiros ya escritos como una alternativa económica para llevar registro del conocimiento. Un palimpsesto, entonces, es un significante de lectura múltiple en el que hasta es posible hacer dialogar entre sí a la convivencia de textos para crear nuevos significados. Un helado de palito de frutilla con el logo de una sopa Campbell´s; un clip de de la película La novicia rebelde editado con el tema No llores por mí Argentina. Son dos de las obras que formaron parte de la muestra “Sobreescrito”, organizada por Mock Galería y curada por Máximo Jacoby, con Alejandro Thornton y Ricky Crespo a cargo del arte. Sus trabajos, como palimpsestos, también proponen lecturas múltiples y nuevas a partir de significantes traídos desde otros ámbitos. En este caso, claro, con la diferencia de que el código de sentido se quiebra adrede, con el propósito de desorientar al público y plantearle ideas que van más allá de lo esperado. Thornton y Crespo vienen a ser iconoclastas contemporáneos que juegan con las imágenes como palimpsestos para sobreescribir y remixar textos que permiten perder la seguridad de lo ya establecido a través de la ironía. “Maxi, el curador, tuvo buen ojo para reunirnos en una muestra así. Sabía que los dos trabajamos con la apropiación del lenguaje y de códigos culturales. El resultado es un conjunto de obras que hacen referencia al mundo contemporáneo mediante el recurso de la ruptura. La idea fue sacar de lo obvio al observador y romper la lógica discursiva”, cuenta Ricky Crespo, que trabajó en tono de parodia con logos, fechas históricas y palabras. Como un caballo de Troya artístico, el conjunto de
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fotos de andrés pérez moreno
La galería En inglés, mock significa burla, juego, ruptura de los límites establecidos. Y, a la vez, también connota la imitación de un modelo como punto de partida para la creación. Así es Mock Galería, un espacio en el que la burla y la imitación son el impulso de la acción artística creativa. Desde principios de este año, la galería se propone como un espacio multidisciplinario y abierto al intercambio entre artistas, instituciones y marcas a través de proyectos no tradicionales que permitan desafiar conceptos. En este sentido, la idea de Mock es organizar muestras conceptuales para convertirse en un lugar de encuentro entre los artistas y el público, y no un mero local donde se cuelgan obras y se trabajan vínculos limitados a lo comercial. No, Mock ya se constituye como un espacio dinámico con una agenda de actividades de cursos, talleres y ciclos culturales. Mock Galería. Suipacha 1217, Ciudad de Buenos
obras entra perfecto por el lado de la estética. La paleta de colores pasteles es hermosa, moderna, digna de las últimas tendencias de moda, y le da un sentido de inocencia al colectivo expuesto que prepara el terreno para provocar y despabilar al público. “Las obras desarman con mensajes completamente distintos a lo esperado a primera vista, vienen cargadas con mucho más de lo que se ve. Como artistas nos gusta la belleza, lo agradable, pero buscamos un concepto más inquieto, no tan fácil ni digerible”, señala Thornton que se dedica a intervenir las leyes del lenguaje para alejarse del pensamiento convencional. Con la premisa de romper lugares comunes, la muestra trabaja más con la cabeza y no tanto con los ojos. Es el caso del video de La novicia rebelde en el que Thornton hace un mash up con el tema de Evita, No llores por mí Argentina. O los helados de colores pasteles con textos que son un cachetazo de sentido.
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1. Los cuadros ic贸nicos de Ricky Crespo invitan a volver a pensar como un ni帽o. 2. Crespo junto a su obra, un conjunto provocativo dirigido a despabilar al p煤blico atento. Frases que inspiran momentos y apelan a la emotividad. 3. Crespo se plantea en esta puesta la mirada sobre lo esencial, un trabajo de depuraci贸n y hallazgos.
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Los artistas · Alejandro Thornton es licenciado en muestras artes visuales, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Empezó pintando, pero enseguida sintió que el soporte le quedaba chico, que para decir lo que quería necesitaba de otros recursos de representación como el video, lo digital, los materiales prefabricados o la manipulación de técnicas de oficios. Según Thornton, y en sintonía con la propuesta del arte conceptual, hoy el talento del artista no está en la técnica, sino en las ideas, “lo importante –dice– es lo que produce la obra y no tanto la obra en sí”. · Ricardo Crespo estudió publicidad y se nota. Toda su obra se encuentra atravesada por los códigos de un discurso publicitario sintético matizado por la sensibilidad del artista. Con el foco puesto sobre la ruptura de los límites del arte, Crespo trabaja con signos y conceptos contemporáneos. “Me gustan las obras con volumen, las superficies redondas que quiebran la idea tradicional del cuadro rectangular, me apropio de fechas pero para cargarlas de sentidos nuevos”, cuenta. Más información: www.athornton.com. ar, www.ricardocrespo.com.ar
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1 – Los artistas se involucran con el mensaje. 2 – Instalación de un sinfín de palabras escritas. 3 – Las ideas que pueblan la cabeza de Thornton. 4 – La Galería invita, pasen y vean.
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Un idioma rico en variantes, el español, tiene un sinfín de vocablos que se usan, caen en desuso y vuelven a ser protagonistas del habla a través del tiempo. Esos cambios a veces son naturales, otras veces impuestos, pero siempre contribuyen a un lenguaje extenso y dinámico.
as palabras están vivas. Aunque cada unos 10 años se registran en las páginas de un diccionario ─cementerio de los vocablos, ha dicho un poeta, con exagerado pesimismo─, las palabras nacen, cambian y mueren en manos de quienes las hablan, de quienes las escriben y de quienes sueñan con ellas. Las palabras representan cosas y expresan, fundamentalmente, ideas y sentimientos, según la mirada del pedagogo Félix Restrepo. Y como las cosas, ideas y sentimientos están siempre en continuo cambio, las palabras las persiguen, quieren asirlas, sentarlas y darles permanencia. Pero no siempre esta tarea es fácil… Las palabras surgen muchas veces tardíamente, acompañando realidades nuevas. Primero, se asoman con timidez en la boca de unos pocos hablantes y, con la repetición, muchas de ellas terminan por imponerse, reproducirse y hasta “oficializarse” cuando llegan al diccionario. Vivas, algunas desaparecen de la mano del objeto que designan, como “ballesta”, una antigua máquina de guerra, y otras no llegan a consolidarse y pasan fugazmente, como el anglicismo “beeper”, que ni siquiera entró en el diccionario como sí lo hizo “fax”. Y en el terreno de la informática, han aparecido realidades como “tuit” y “chat”, que ya se colaron en las filas de las palabras aceptadas por la Real Academia Española (RAE). Esta institución tiene como misión principal velar para que los cambios que experimenta la lengua en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes “no quiebren” la unidad esencial que mantiene en el mundo hispánico. Así lo establece el artículo 1 de uno de sus estatutos. El Diccionario registrará en su próxima versión casi 100.000 palabras presentes en nuestro idioma, aunque los filólogos consideran que el léxico total de una lengua se calcula agregando un 30% a lo recogido en esta obra.
Palabras que mueren Poco usado, desusado, obsolescente, arcaico. El Diccionario ordena así el envejecimiento gradual de los vocablos. Las palabras desaparecen porque desaparecen las realidades que designan. Como “rodela”, que nació en el año
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1500 y dejó de usarse a principios de los 2000, que designa a un escudo pequeño y redondo; o “sambuca”, que durante 500 años, hasta 1940, se refirió a un instrumento musical de cuerda antiguo, parecido a un arpa. O porque se van transformando y adaptando a realidades emparentadas, como “lombarda”, un cañón, que se modificó en el siglo XV en “bombarda” y, de ahí, saldrán luego “bombardear”, “bombardero” y, finalmente, “bomba” como sinónimo de proyectil. Algunas palabras han perdido su uso frecuente y hoy solo se las encuentra en textos poéticos, como “ledo”, en referencia a alguien alegre y contento. Los arcaísmos, aquellos términos que han desaparecido del habla cotidiana, y también la evolución de los significados en el tiempo se van registrando, de a poco, en el Diccionario histórico, que está en proceso de elaboración y ya cuenta con unas 150.000 entradas. Los filólogos, como arqueólogos, deben reconstruir capa por capa los diferentes sentidos que han ido teniendo las palabras, siempre con ejemplos de uso, en obras de todo tipo. Puede consultarse, en parte, en la web, en http://web.frl.es/DH/.
Palabras que nacen En español, la mayor cantidad de neologismos ─vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua─, provienen del mundo de las nuevas tecnologías. Además de revolucionar el modo de trabajar, comunicarnos e informarnos, el mundo virtual ha poblado ─y puebla a cada minuto que pasa─ el idioma de nuevas palabras. El gran desafío es que estos términos se popularicen, se estandaricen y, si la Asociación de Academias de la Lengua Española quiere, quepan en el diccionario. Así nacieron, primero “visualizar”, “antivirus”, “clic”, “aplicación”, “emoticón” e “hipertexto”, entre otras muchas. Luego, se agregaron “blog”, “bloguero”, “chat” y “chatear”. El año pasado, se sumaron al selecto grupo de palabras aceptadas “tuit”, “tuitear” y “tuitero”, en referencia a la red social de los 140 caracteres. Sin embargo, la incorporación de estos términos al Diccionario genera controversia entre algunos académicos y escritores. El lingüista y traductor Juan José Millán sostiene al respecto: “Los ritmos del vocabulario de materias tan cambiantes no tienen por qué quedar registrados en un diccionario que quiere ser la norma hispanohablante”. Propone, así, registrarlos en otra obra, más volátil, que el Diccionario de la Real Academia Española.
Palabras que regresan A fines de los 80, en la época de Raúl Alfonsín, cuando comenzó el mercado paralelo de dólares, apareció una figura vestida de verde, plantada al borde de la vereda: el “arbolito”. Aquel individuo ofrecía comprar y vender moneda extranjera (sobre todo, dólares) a quienes paseaban por calle Florida, al grito de “¡Cambio, cambio!”. Con los años, la situación económica se modificó y la palabra “arbolito” desapareció, junto con la realidad. Sin embargo, en los últimos años, el contexto financiero se tornó similar a aquel de los 80, y los arbolitos volvieron a florecer. “Escrache” nació, cambió, volvió y cambió nuevamente. Según el Diccionario del habla de los argentinos, el vocablo es el resultado del cruce de las voces “escracho” (en su acepción de “fotografía de una persona”) y “escrachar” (en la definición de “romper, destruir, aplastar”). Hoy apela a una denuncia popular en contra de personas acusadas de violaciones a los derechos humanos o de corrupción,
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que se realiza mediante actos tales como sentadas, cánticos o pintadas, frente a su domicilio particular o en lugares públicos, explica la obra.
Palabras que cambian
Cambian, siempre cambian Otros vocablos que han mutado su significado son: • “Piquetero”: en Entre Ríos, hace muchos años, era sinónimo de “diversión jovial y ligera”. Hoy, como consigna el Diccionario, se conoce con ese nombre al grupo de personas que, pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener una consigna de huelga. • “Corralito”: alude en general al pequeño cerco en el que se deposita al bebé, para contenerlo y evitar que tenga un accidente. Con la crisis de 2001, el término también se usó para referirse a la restricción de disponer libremente de dinero de las cuentas bancarias.
En una entrevista laboral, un candidato “agresivo” podrá ser tenido en cuenta por los reclutadores no justamente por ser violento, sino por su iniciativa y su espíritu emprendedor. El significado de la palabra ha cambiado o, mejor dicho, se le ha agregado una “capa” de sentido. Imagínense los problemas de comunicación que pueden surgir de ahí. Hasta hace muy poco, “nominar” solo significaba dar nombre a alguien o a algo, como quien bautiza un proyecto, un barco o un libro. Hoy, además, implica proponer a una persona para un premio, las famosas nominaciones de los premios Oscar. Y cuando un crítico de moda comente el vestuario de una actriz nominada, si lo llama “sofisticado”, no se sabrá si piensa que es elegante y refinado o, muy por el contrario, falto de naturalidad y afectadamente refinado. Según el Diccionario, “sofisticado” registra ambos acepciones. Hay palabras que se rebelan y mutan a extremos opuestos, para confusión de quienes quieren usarlas. “Nimio” fue siempre sinónimo de excesivo y abundante. Sin embargo, los hablantes malinterpretaron la palabra, en su uso, y hoy también quiere decir exactamente lo contrario: insignificante y minúsculo. El pico culminante, acalorado, de clímax de una discusión se lo caracteriza comúnmente como el momento más “álgido”. Podríamos decir que porque la cara se enrojece y la temperatura de los cuerpos sube. Sin embargo, desde el punto de vista etimológico, significa muy frío, helado. Otra palabra que cambió en extremo su sentido, como “álgido”, es “enervar” que hace muchos años era sinónimo de templar los nervios y, en la actualidad, es justamente lo opuesto, alterarlos. Quien hoy te enerva es porque te saca de las casillas. Muchas de las palabras propias de las nuevas tecnologías ya existían en el español, pero se utilizaban con otros significados. Así, “perfil” se refiere a la postura que permite ver uno de los dos lados del cuerpo, pero también a aquel espacio personal que tiene el usuario en la red, como en Facebook. O “entrada”, que tradicionalmente describe al lugar por donde se accede a alguna parte, hoy es también cualquier información o novedad que uno publica en su blog, por ejemplo.
Palabras que rebotan Si el Renacimiento fue el tiempo de la invasión de palabras italianas en nuestra lengua y la Ilustración, de francesas, hoy sin dudas, brillan los anglicismos, provenientes del inglés. La normativa indica que, aunque es frecuente que el español reciba préstamos de otros idiomas, siempre debe protegerse la propia lengua. Por eso mismo, en aquellos casos en los que no exista un equivalente en español,
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se recomienda que las palabras que vienen del inglés se adapten a las reglas de ortografía y pronunciación propias. ¿Cómo? Escribiéndolas como se leen. La palabra “restaurante”, del francés, ingresó recién en el diccionario en 1803 con el sentido de “el que restaura” y recién en 1925 se incorporó la acepción del “establecimiento donde se sirven comidas”. Otro caso: el título que puede obtenerse después de la licenciatura, Master, se adapta a nuestra lengua como “Máster”, con tilde. Sin embargo, la Academia cayó en algunos excesos, según los hablantes. Leer “Dentro de un yacusi, escucha yas y bebe güisqui” puede ser casi perturbador. La RAE propuso “yacusi”, “yas” y “güisqui”, pero los hablantes siguieron diciendo y escribiendo jacuzzi, jazz y whisky. O la propuesta que se hizo en 1984 de mercadotecnia, como figura en el Diccionario, en lugar del extendido marketing. En 2010, se propuso “sexi”, “mánayer”, “cáterin” y “pirsin”, en lugar de sexy, manager, catering y piercing. Solo resta esperar si se incorporarán al habla frecuente. Los lingüistas proponen, pero los hablantes disponen. En este listado de vocablos vivos, no incluimos a propósito aquellas palabras que cambian radicalmente su sentido dependiendo de su acentuación, como “aún” (todavía) y “aun” (incluso), ni tampoco a aquellas que ven alteradas una simple letra de su composición y muestran un universo totalmente nuevo, como “haya” (haber) y “halla” (encontrar). El español es riquísimo en matices y pinceladas… Las palabras están vivas, porque dependen, en gran parte, de quien las lleva, las usa y las deja. Y las vuelve a tomar.
Cada país con su palabra En el reciente IV Congreso de la Lengua Española, celebrado en Panamá, se les pidió 20 escritores de diferentes naciones que dijeran una sola palabra que identificara a su país. De la Argentina, el encargado de votar la consigna fue el poeta Juan Gelman. Para él, la palabra más representativa local es… “boludo”. Polémicas aparte, otras palabras elegidas por los países participantes fueron:
País Bolivia Chile Colombia México Uruguay Venezuela
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Palabra Jailón Patiperro Vaina Pinche Celeste bochinche
Escritor Edmundo Soldán Antonio Skármeta Laura Restrepo José Pacheco Claudia Amengual Rafael Cadenas
Las más usadas En la web de la RAE, puede consultarse cuáles son las palabras que aparecen más frecuentemente en el idioma español en todo tipo de textos. En los primeros puestos, encontramos vocablos que tienen función gramatical más que significado: “de”, “la”, “que”, “el”, “en”, “y”, “a”, “los”, “se”, “del”. Recién en el puesto 47, aparece la primera palabra con un sentido pleno, un sustantivo: “años”. Veamos las otras:
Puesto 47 64 70 76 86 90 98 101 102 115 122
Palabra años parte tiempo vida gobierno día país mundo año presidente casa
fotogalería
Contacto: 1565673175, maniefontana@speedy.com.ar
Toma directa digital, en Blanco y Negro, Vagues. Una de las fotos que fue parte de la muestra “Pueblos Olvidados”, que se expuso en la Galería Thames y en el Centro Cultural Borges. Fotógrafa: Manié Fontana
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Humor a toda orquesta Uno de los personajes más interesantes de la escena cultural de la Argentina nos habla con honestidad y nos muestra cómo, en algún lugar del alma, el humor y la música se conectan y nos impulsan al verdadero placer. por johanna schvindlerman
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fotos de diego de pedro
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El libro de fotos En 2013 fue presentada en el Centro Cultural Recoleta una muestra de 100 imágenes de Les Luthiers tomadas por su fotógrafo, Gerardo “Zoilo” Horovitz, fallecido en 2009. Basada en un libro de 200 páginas que documentan 30 años de historia del grupo, la muestra sirvió también para homenajear al hombre que los supo acompañar detrás del flash y el lente. “Tenía permiso para meterse y se metía en lugares insospechados, estaba en cada lugar que podía y siempre se quedaba con ganas”.
a la
inconfundible cabellera blanca asoma por puerta de su caserón de Belgrano. López Puccio invita a seguirlo a un estudio ocupado por un piano de cola, un pequeño living y una inmensa biblioteca, donde asoman libros de música en alemán, inglés, francés e italiano. Su vocación original es la de músico, aunque el destino quiso que al pasar a formar parte de Les Luthiers, a fines de los 60, destapara su veta humorística. Esta mezcla extraña es lo que hace tan singular a este hombre, que ya en el colegio primario escuchaba Beethoven, que se recibió de director orquestal pero se sintió más a gusto al frente de coros y que, sin embargo, como integrante del grupo de humor que ha dado vuelta al mundo ha escrito más letras que notas. Su vida se reparte entre estas dos facetas. La de luthier es la que le ha dado fama, pero el humorista es además fundador y director del Estudio Coral de Buenos Aires, una agrupación nacida en 1981 que le ha merecido un Grammy y dos Premios Konex, uno de ellos de Platino, como mejor director de coro de la década. Las distinciones están escondidas en una repisa, en un rincón de la habitación, imperceptibles, haciendo gala, en realidad, de esa típica humildad que es marca registrada de los grandes. ¿De dónde surge el primer interés por la música? Es difuso, porque fue un interés absolutamente huérfano de familia. Mi mamá era escribana y mi papá era abogado y no eran muy melómanos tampoco. Me vino medio de casualidad de mi hermano mayor, que vaya a saber porqué razón, a los 17 años escuchaba Beethoven. Eso me interesó. Poco des-
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pués y a raíz de escuchar los discos de él, empecé a estudiar violín. En la primaria tuve un amigo que le gustaba escuchar Beethoven y éramos dos solitarios. Esto además era en Rosario, que en ese momento era una ciudad con mucho menos movimiento musical que el que tiene ahora. Recién a los 15 años me contacté con chicos de Buenos Aires y me enteré de que no estaba tan solo en el mundo. ¿Por entonces ya pensaba hacer de la música su profesión? Eso era un problema, porque mis padres profesionales no podían entender que yo me fuera a dedicar a la música. Ahí hubo una negociación de clase media en la que me dijeron ‘vos estudiás música, pero estudiás en la universidad’. Como yo en ese momento quería ser director de orquesta y no había carreras de dirección excepto en La Plata, a los 17 me fui a estudiar dirección orquestal a la Universidad de La Plata, donde terminé siendo licenciado en dirección orquestal, una carrera absurda. ¿Cómo fue que habiéndose graduado de director orquestal terminó dirigiendo coros? Fue un salto muy grande. Yo empecé a cantar en coro en Rosario un año antes de irme, es decir a los 16. Había un director que todavía sigue siendo amigo y maestro mío que es Cristian Hernández Larguía, que es director de Pro música Rosario y era un tipo encantador que dirigió 50 años el coro de la ciudad. Ahí me fascinó la actividad coral y aunque yo me fui a estudiar dirección orquestal, rápidamente me di cuenta que mi mejor vocación era la de director de coros, por un montón de razones. ¿Cuáles? La dirección orquestal tiene un carácter necesariamente muy profesional, lo cual quiere decir que puede ser maravillosa, pero te exige un contacto muy profesional con la gente. Es una actividad en la cual salvo excepciones, siempre hay un trabajo de persuasión, de negociación y de burocracia. La dirección orquestal se parece mucho más a la política que al arte. En cambio, en la actividad coral, por lo menos en la básica, hay una gran cuota de vocación. Siempre el cantante coral llega al canto
coral por amor a la música. En cuanto empecé a dirigir orquesta en la Universidad de la Plata me di cuenta que no era lo que yo quería y empecé con la idea de los “Nueve de Cámara”, para el que junté un grupo de cantantes corales que eran un poco mejores que el promedio, como para apuntar a un nivel de cierta especialización o calidad profesional. ¿Qué música hacía por entonces? Las que podíamos, en cuanto a las limitaciones mías y de esa gente. Empezamos haciendo mucha música del renacimiento. De hecho grabamos un disco que era muy raro, cuando grabar un disco era muy difícil para el grupo que fuera y mucho más para uno de música clásica. El primer disco del “Nueve de Cámara” es del ´70. Fue un logro inesperadísimo. En ese momento acá empezábamos a tener noticias de que estaban apareciendo coros de cámara en el mundo, para el cual los compositores escribían un repertorio específico, mucho más avanzado. La idea era parecerse a esos grupos, pero que estaban en el primer mundo, solventados por el Estado o con financiación privada. Me llevó diez años darme cuenta de que no iba a ser posible. Era un proyecto del alto desarrollo europeo. El Estudio Coral, sin embargo, aún hoy se lleva adelante a pulmón… Sí, pero justamente el estudio coral se armó después de que se disolvió el nueve de cámara en el ‘79 y nos quedamos frustrados, porque realmente no teníamos un camino por ahí. Entonces un grupo de fundadores del “Nueve de Cámara” nos reunimos unas cuantas veces para ver cómo podíamos rediseñar un grupo que sobreviviera en este ambiente y que tendiera a ser lo que esos grandes coros de cámara europeos. ¿Qué elementos diferenciaron este coro del anterior? Había dos o tres cosas prácticas. Una, partir de una fantasía que era diferente; asumir que no íbamos a vivir de esto. Parece tonto, pero el hecho de asumirlo con conciencia te permite frustrarte menos y eso mejora mucho la estabilidad y la dinámica del grupo.
Otra cosa muy importante fue apuntar a interesar a gente capacitada profesionalmente, pero además capacitada artísticamente para querer hacerlo en estas condiciones económicas. Fuimos cambiando de edad y de expectativa, pero tomar esa conciencia y esa decisión fue importantísimo, porque permitió que los cantantes profesionales puedan venir, juntarse y tener un horario disponible para hacer esto que a todos les encanta. Lo que armaron, entonces, no es un trabajo sino un espacio común… A mí me enorgullece y me emociona. Vienen a cantar conmigo al estudio coral personas a las que les pagan por hacer eso y que vienen nada más que por el placer y el gusto de estar juntos y compartir esa experiencia. Claro, también con el estudio coral pudimos acercarnos a ese modelo idílico del principio, porque el estudio coral es un coro modelo de los seis o siete coros europeos que hay de esas características, de alto nivel profesional y de alta expectativa en el repertorio, es decir de hacer un repertorio que no pueden hacer los coros en general. En sus presentaciones con el Estudio Coral suele contar, de forma cómica, la historia que dio origen a la obra. ¿Es inevitable para usted hacer humor? En esos comentarios que hago, en vez de ser demasiado pedagógico, tiro puntas intercalando esas cosas que descontracturan. Mi experiencia es que así he vendido sapos incomestibles. Algunos programas u obras del estudio coral han sido muy duras o muy distantes de la gente. Yo lo acepto respetuosamente, porque a mí me gustan muchas cosas de la vanguardia, pero a la gente no. Por eso meto chistes en el camino, incluso a veces solidarizándome con el público. Ha mejorado muchísimo la calidad de recepción, Fui
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Yo creo que en nuestros chistes generalmente hay estructuras que la gente no percibe conscientemente pero es como si algo de pronto cuajara, cerrara y cobrara un nuevo significado. viendo que una obra que no esperaba que a la gente la pudiera enganchar, de pronto tenia un aplauso especial y eso creo que es gracias al desempaque y a meter un poquito de humor. Hablando de humor, ¿cómo fue su desembarco en Les Luthiers? Yo era un estudiante de música que tocaba violín, y en ese momento el protogrupo tuvo una necesidad de un tipo que tocara violín y entre como empleado de un grupo de cinco jefes. En el verano del `71 me ofrecen ir con ellos a trabajar en la temporada de Mar del Plata, que era cotizadísima para nosotros en ese entonces. Yo era empleado pero me pagaban un porcentaje de las utilidades, un empleado que corría con los riesgos, y la temporada en la mitad fracasó. Hubo una serie de desastres y nos quedamos en pampa y la vía y yo para eso había alquilado un departamento por toda la temporada, fue toda una inversión. Entonces como solución decidieron asociarme en la desgracia. Una apuesta que les resultó, ya que es uno de los principales guionistas… Laburé mucho afuera del escenario, sí. Durante un tiempo larguísimo, primero escribía música, después empecé a escribir textos, que me divirtió muchísimo. Encontré un camino que nunca había sospechado, porque yo iba a ser un director serio, un director de orquesta. A raíz de esa combinación empecé a escribir las dos cosas. Soy el único luthier que ha hecho las dos cosas, texto y música. ¿Cómo describiría el humor de Les Luthiers? Yo creo que Les Luthiers no tiene una sola línea de humor y ni siquiera tiene una sola línea de calidad. Les Luthiers es un amplio abanico de humores. Hay una finísima parodia musical muchas veces, hasta una humorada inocente pero barata. Nunca llega a ser grosera ni agresiva, pero la gente escucha a Les Luthiers en distintos niveles que tienen que ver con su formación cultural, con su capacidad intelectual, con sus ganas de divertirse también. El chiste no es el chiste directo, y obviamente no es la mala palabra. La mala palabra yo nunca sé porqué causa gracia, pero intuyo que es como si te hicieran cosquillas. Si, te reís, pero ¿te causó gracia realmente? No, Posiblemente te sacudió, te produjo inquietud. ¿Qué vínculo encuentra entre el humor y la música? Seguramente, en algún lugar del alma, las dos generan placer, se producen conexiones maravillosas. Yo creo que en nuestros chistes generalmente hay estructuras que la gente no percibe conscientemen-
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te pero es como si algo de pronto cuajara, cerrara y cobrara un nuevo significado. Y con la música debe pasar lo mismo, sonidos sueltos que se arman y se organizan en el tiempo y donde consiente o inconscientemente se perciben estructuras. ¿Es requisito conocer de arte para disfrutar del Estudio Coral? Hay un cierto nivel de percepción. Nosotros hacemos un arte mixto, para salir de una base. Es decir que en el 90 por ciento de los casos tiene un aspecto musical y un aspecto poético, que están juntados como en cualquier canción. Si vos escuchas una canción y no entendés la letra, el poema que esta detrás es puro sonido y no significado, pero en general en un cierto nivel de composición artística el sentido del texto es muy importante. Una obra maravillosa para coro de finales del siglo 20 siempre tiene una imbricación muy grande entre texto y música, entonces en principio tenés que tener acceso a esa información, porque si no la obra es un conjunto de ruidos más sonidos. Esa información es vital para disfrutarlo plenamente, lo cual no quiere decir si escuchás esas obras totalmente virgen no las disfrutes, porque hay niveles que si son accesibles. Eso también define a Les Luhiers, porque tiene su propia complejidad… Si, es que en Les Luthiers hay en un alto porcentaje de parodia, cuando no hay parodia hay un género parodiado y vos te reís más si conoces el género parodiado. No es lo mismo si parodiás un cuarteto cordobés que si parodiás a Beethoven, entonces mientras más conozcas lo parodiado, más disfrutas de la parodia, sos más cómplice. En Luthiers hay muchas de esas cosas, hay muchas capas. Por suerte, la mayoría encuentra con qué divertirse, son como capas de cebolla, todos tienen su capa en la que se divierten. Los dos son proyectos que han resultado exitosos. ¿Cuál fue la fórmula? Yo creo que en las dos cosas hubo rigor, trabajo, seriedad y seguramente un poco de inteligencia. En Les Luthiers es manifiesto eso, somos un grupo de gente muy diferente pero hemos tenido la inteligencia de valorar el producto y de valorarnos entre nosotros, cosa que fue un trabajo de mucho tiempo, de pensar que interesante lo que el otro me aporta y como me completa las ideas que yo puedo tener y en realidad es mejor que yo los acepte para el logro total. Eso, en cierta medida, es inteligencia afectiva, o como lo quieras llamar.
DESCONTRACTURADO ¿Un sueño? Con Les Luthiers seguir como estamos. Creo que a esta altura estamos muy mayores para tener proyectos a muy largo plazo, o muy grandes, o muy diferentes. Con el Estudio Coral, tengo una colección de diez, veinte obras que quiero hacer, que me debo a mi mismo. Qué te inspira: Dos grandes directores de coro argentino, Cristian Hernández Larguía y el cordobés Cesar Ferreira. Qué te hace reír: El grupo en el mundo que más afinidad tiene con Luthiers se llama El Triciclo, un grupo catalano de mimos.
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“Carmin” de la serie “Flores” Fotógrafa: Carolina Vidal Hahn Contacto: 63 98 82 83, 11 41 15 09 90, carovhahn@thepolosociety.com
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C ON T RA PUNTOS El gran Mario Pérez nos invita a navegar en mares calmos, aguas sanjuaninas, que nos impulsan a celebrar la vida con un estilo propio y único. Mariana Rodríguez Campos es una artista autodidacta que define su trabajo como la materialización de sus sentimientos. Las figuras esbeltas e inmaculadas y los temas relacionados con el amor y la sensualidad son la marca registrada de Carolina Melhem, una artista con mucho potencial.
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mario pérez
otro gran
sanjuanino San Juan es tierra de grandes políticos, escritores y artistas. En ese puñado de nombres se encuentra, sin que todavía lo advierta, Mario Pérez, quien en septiembre expondrá en Galería Zurbarán parte de su obra. De paso por Buenos Aires, habló con Long Play, y esto dijo.
Por Javier G. Cozzolino . Fotos de Iván Zabrodski
Cristina Fernández de Kirchner y Pepito Cibrián tienen algo en común. Son dos de los numerosos coleccionistas de la obra de Mario Pérez (San Juan, 1960), uno de los artistas más valorados tanto en la Argentina como en el extranjero y, asimismo, un férreo cultor del bajo perfil y la sencillez campechana de su provincia. Pesa fuerte Pérez en lo que hace. Fue elegido, en 2010, entre los 200 artistas del Bicentenario. Recientemente estuvo en la Bienal de Venecia exponiendo parte de su obra. En septiembre expondrá en Zurbarán, donde Ignacio Gutiérrez Saldívar dirige los hilos de esa galería emblemática y donde Pérez ya expuso en 2012, 2010 y 2008, con un 2011 que lo encontró con una retrospectiva en el Museo de la Catedral de La Plata. Por supuesto, el exterior también es su lugar de exposición desde hace años. A través de la Galería Praxis, en la primera década de este siglo, vendió cuadros en la Casa de subasta Christie’s, en el Rockefeller Center, de Nueva York, y en Sotheby’s. Y se pueden encontrar sus óleos en Venezuela, Alemania, España y un largo etcétera.
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Una breve biografía del artista marca que nació el 14 de agosto de 1960, en una familia de siete hermanos, con padre pintor de brocha gorda y madre ama de casa, en San Juan. Esa misma biografía sostiene que tras un frustrado y no querido paso por la carrera de Ingeniería, Pérez ingresó y culminó sus estudios en el Profesorado de Artes Plásticas en la Universidad Nacional de San Juan. Hacia 1988 comenzaron sus primeras muestras por el interior del país. Hacia los 90 llegaron los primeros premios y en el 96 realizó su primera exposición individual en Nueva York y una retrospectiva en el Palais de Glace, de Buenos Aires. El 2000, en tanto, es su año consagratorio, con una exposición en el Mueseo Nacional de Bellas Artes. Desde entonces se suceden más premios, becas, nuevas muestras en el Palais de Glace, hasta llegar a Zurbarán. Inclasificable en su estilo, podría sin embargo decirse que tiende a lo figurativo y a un realismo mágico a la sanjuanina, donde los mares son calmos como las aguas estancadas de esa provincia. Juegos con el arriba y el abajo, donde la humanidad es un reflejo de la divinidad; arcas y trenes como símbolos de nuevos comienzos y asimismo de tránsito y de celebración de la vida; azules intensos y con marca propia, como así también sus grises, su trabajo con óleo sobre tela con espátula escapa a cualquier cánon, incluso en su método de producción, donde no boceta, donde prefigura lo que irá a pintar en la cabeza y luego lo plasma en la tela sin que intervengan correcciones, enmiendas o frustraciones, como poseído por una fuerza sobrenatural que a él mismo, viéndose filmado mientras trabaja, lo sorprende.
Veedor de la realidad “Yo me siento como un veedor de la vida misma —dice en Zurbarán, de vacaciones de invierno en Buenos Aires; su lugar en el mundo sigue siendo San Juan, vive en Desamparados—. Muchas veces pinté el mundo con horizontes redondos, porque donde yo vivía sabía que había mucha gente que no conocía el mar, y su vida había transcurrido en 50 cuadras, del barrio al centro… y ahí toda la vida. Y eso era el mundo. Y para esa gente y para mí también era una manera de hacer una transferencia de una idea, por eso lo del horizonte curvo. Creo que siem-
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pre me he sentido con la suerte de haber nacido ahí, y lo cierto es que esta tierra es redonda, es parte de un sistema solar, y uno cuando muere come lo que da la tierra, uno vuelve a la tierra, y la tierra es un granito que anda flotando, y uno puede ver eso y se puede decir ‘yo soy polvo de estrellas, también’. Yo soy parte y no me siento ni tercermundista ni nada, me siento halagado de haber nacido en la base de la cordillera, con el animismo de los indígenas del lugar, más las culturas europeas y toda esa cosmovisión que se va dando de todo aquello. Así que yo me siento un veedor de la realidad, sí. Y pinto lo que esta porción de vida me toca. Y pinto sobre la base de una rielera que tengo en la cabeza, ya tengo en la cabeza lo próximo que voy a pintar, y casi no corrijo. Y cuando entro en conflicto es como que la rielera no se abre. A veces sucede que uno entra en conflicto, a veces uno comienza a darse cuenta que se empieza a repetir, y son momentos duros, porque uno piensa que se acabó la pila, pero cuando uno deja esa presión, a veces son situaciones humanas o espirituales o de edad, esas famosas crisis que te hacen ver las cosas distintas, la imagen cambia. Lo que a mí me despierta lo creativo siempre está ligado a realidades de la vida misma, como ‘El Gomón’ (una de sus obras), que tiene que ver con los cubanos que escapan del régimen de Castro, cosa que supe estando en Miami”. —Hay constantes como el arca o los trencitos en tu obra. —Si entrás a mi taller, hay un hierro inmenso que se llama “El viaje”. El tren en movimiento representa el viaje. Uno nace acá y muere acá, pero lo hermoso está en el medio. En el tránsito, donde suceden las cosas. Veo las cosas así. Lo sabroso es el viaje. Y el arca, siempre vuelvo al arca, porque es como la naciente, es como decir “bueno, se vuelve a empezar”, como la historia bíblica. Todo nuevo movimiento o nueva imagen siemrpe comienza a través del arca. Ojo, también yo soy una persona de barrio, me encanta el fútbol, voy a ver a San Martín de San Juan y a Sportivo Desamparados, y soy cabulero, también, y no escapo a eso en la pintura, así que volver al arca es una cábala, es preanunciar un buen nacimiento. Arrancamos otra vez, y empezamos con el arca. Lo extraño de esto es que me estoy dando cuenta ahora por qué. Pero yo vuelvo inconscientemente al arca. Cuido al pintor, lo dejo hacer, le doy rienda suelta, y si doy un espatulazo medio extraño lo dejo, porque confío en la impronta de la intuición y finalmente queda bien. Por eso no corrijo, ni siquiera peleo con la obra, directamente voy a plasmar una idea y la dejo ahí. Yo he visto trabajar gente que boceta, o que tira manchones, y que después la tapa… son formas creativas. En mi caso sí, tengo eso de tener como una idea y el horror al lienzo blanco no lo siento. Hay gente que habla del diálogo con la obra, también, pero yo no lo tengo, yo me pongo a escuchar la radio, me pongo con mis cosas mentalmente y he visto a veces filmaciones que me asustan, porque las manos se mueven rápido, ¿no? Y tampoco tiro obra, solo he modificado por necesidades económicas, de pintar arriba porque no tenía para comprar un lienzo.
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Pero la obra firmada la respeto. Y la tela blanca no me asusta, es una cuestión de tiempo, sé que la obra tiene que estar, imagino la obra volcada, la pinto, y sé que siempre tenía que estar. En un mes tres obras puedo llegar a pintar. —¿Tu bajo perfil es por timidez? —Yo me muevo como uno más. Mis amigos de los viernes son mis amigos desde hace muchísimos años. Como asado con ellos, armamos pescas afuera. Y hoy por hoy me dejo con quién estar y soy muy feliz y vivo una vida muy tranquila, prefiero en el trabajo la calidad antes que la cantidad. —De chico te llamaban “Dibujito”. Eso supone que ya de muy pibe lo tuyo era el arte. Contanos de esa etapa de tu vida. —San Juan tiene una capital muy moderna, pero hacia las afueras son barrios de obreros, de trabajadores, barrios que se fueron reciclando con construcciones sísmicas después del terremoto del 44. Y yo no escapé a ello. Tenía 6 o 7 años y fuimos al barrio, y fue una gran alegría porque en la mañana te cargaban todas las pertenencias y nos mudaron a un barrio de blocks muy lindo. Todo esto en San Juan capital. En el Capitán Lazo, un barrio de obreros. Entonces lo que había de cultura era lo que le llegaba a mi mamá de las maestras, de que yo tenía muchas condiciones. Que no dejara de llevarme a algún lugar. Ellas me hacían llenar las pizarras y cuando salió la Sylvapen me hacían dibujar y se llevaban las hojitas para decorar sus piezas, calculo, y yo chocho porque me regalaban las Sylvapen. Y aconsejado por una maestra me llevó la mami a una profesora de arte, y fue la primera vez que entré a un taller con caballetes, óleos, olor a tiner, cuadros, libros de maestros, y eso no me lo olvido nunca, porque yo no tenía idea, ¿viste?, tenía 13 o 14 años. Y esta señora, Marcela Cortes, miró mis cosas y cuando le dijo a mi mamá “trai-
galó, se paga un dinero mensual”, ahí mi vieja dijo “hasta aquí Marito llegamos”. Cuando mi madre dijo eso, la señora Marcela Cortes tuvo un gesto para mí único, dijo “yo vivo de esto, pero a él lo voy a atender gratis”, y fui medio año, lo cual le agradezco; aprendía, miraba, y hasta hoy, que ella vive en Santa Fe, nos mandamos mails. Por ese tiempo mi padre me regaló mi primer caballete, que todavía lo tengo, porque él trabajaba en el Obrador Central, donde se juntaban pintores de casas, plomeros, carpinteros, y bueno, me regaló el caballetito. Fueron esos años donde uno arranca, donde uno comienza a conocer el olor del óleo, la acuarela, la témpera, que era lo más fácil para trabajar. Y también por ese tiempo los kioscos comenzaron a vender los fascículos de Los Maestros de la Pintura, que eran mensuales, y ahí empecé a comprarlos y a ver a los grandes maestros y me fui adentrando en la historia del arte, ¿no?, es más o menos lo que yo iba absorbiendo y mirando. —¿Y “Dibujito” desde cuándo? —Somos siete hermanos. Pero el único interesado por esto
Yo vivía enfrente de una villa y había un baldío y en ese baldío por ahí venía un parque de diversiones. era yo. El primer contacto que tengo con el dibujo fue en la casa de mi abuela. Eran muy comunes los patios de tierra que a las mañanas, por el viento Zonda, levantaban mucho polvo. Entonces ¿qué es lo que hacía la gente? Se levantaba a la mañana con un balde y empezaba a rociar agua y después pasaba la escoba y al cabo de un tiempo se formaba como una cascarita dura hasta brillosa, que parecía cemento, y quedaba como una cosa maravillosa, y llegaba yo con una piedra grande y me ponía a dibujar cosas de muy niño. Así que el dibujo estaba ya con uno. Y para mí eso fue determinante porque ya a muy temprana edad el mote de “Dibujito” lo tenía. Cuando los chicos se iban a jugar a la pelota yo también iba, pero era muy disperso, así que terminaba en el arco y me ponía a dibujar en la tierra. Siempre he tenido en esos años esos pequeños problemas de sentirme medio ajeno, y en aquella época no lo entendía. Hoy, ya hombre grande, entiendo que tenía una percepción distinta adonde yo me apegaba y volaba, era disperso. Pero me llevó a tener mis problemitas para sociabilizarme.
Mitos y leyendas El contexto, asegura Pérez, influyó en sus primeras obras e incluso en su futuro como artista plástico. De hecho, su pri-
mera serie tuvo que ver con mitos y leyendas que escuchaba en el barrio. “Era mi vida, convivía con doña Chena, que era la curandera del lugar, ¿viste?, y así con varios personajes, algunos muy claros, otros más oscuros, y me llamaba la atención el esfuerzo de la gente que sacaba su mismo abrigo todos los años. Entonces mis primeros trabajos están referidos a esas personas, gente haciendo cola para cargar agua en un solo surtidor, ¿viste?, colas de invierno, de personas, y después gente como para las fotos, digo, porque mi obra era muy frontal, la idea mía por ese tiempo tenía que ver por atrapar el tiempo. Porque también viví una experiencia mala: que en esos años la salud no era muy buena y morían algunos niños, y mi enfrentamiento a la muerte en esa época fue medio fuerte, entonces como que yo quería atrapar el instante, pintar tipo foto, que atrapa el instante y lo eterniza. Mis primeras pinturas eran muy frontales. Así empecé a hacer una serie que se llamaba ‘Los orantes’, donde pintaba con colores si se quiere mezquinos. En esa época, cuando moría alguien, se le hacía una casuchita, le ponían una vela y todo los lunes, el día de las ánimas, la gente iba a rezar, y yo vivía en un lugar así, y toda esa fantasía yo la potenciaba aún más, para mí eran imágenes plásticas muy ricas, pero no tenía el sentimiento de sintetizar, lo hacía porque era lo que me interesaba. Ya estamos hablando de los 18, 20 años”. —¿Cuál era tu medio de vida por entonces? —En esa época comencé a trabajar en el gobierno, como contratado, en el Obrador Central, donde trabajaba mi padre. Pero ya había comenzado a la tarde la Facultad de Arte. Y a la noche pintaba. En el Obrador Central mantenían todos los establecimientos escolares y me di cuenta que a don Sarmiento, a don Cornelio Saavedera, les faltaban, a esas esculturas de yeso, una nariz, una oreja, entonces hice un proyecto, lo presenté, lo aceptaron, y empecé a restaurarlas, por lo cual abrí una suerte de estudio artístico adentro del Obrador, así que le ponía la nariz a Sarmiento y qué sé yo, y también hacía mi pintura, porque también regalé por ejemplo un San Martín a una escuela, así que me las ingeníe para poder hacer lo mío. —¿Fue mucho tiempo en el Obrador Central? —Sí, pero lo difícil para mí fue la opción de pintar todos los días, y no ser un pintor dominguero. Yo en una época, estoy hablando a los 17, 18 años, pintaba cuando surgían las musas inspiradoras, que por ahí no venían. Y bueno, llegó un momento en que tuve que optar. Entré a Ingeniería por mi madre, y después en un concurso de pintura conocí a gente que estaba en la Facultad de Arte y ahí dije bueno, la decisión mía de vida fue que si entraba al arte tenía que poner todo para hacerlo todo bien, para pagar la luz, comer, vestirse, y creo que esa decisión fue muy buena, dejé la carrera, entré en arte y mi cabeza hizo un clic, miraba distinto, pensaba distinto, siempre iba a lo mío; si iba a una ciudad, buscaba a los artistas del lugar, iba a los pequeños museos, y la decisión fue muy acertada, no fue solo convencerse sino tirarse al vacío, para bien o mal, y los primeros tiempos no fueron tan lindos, porque seguí terminando la carrera,
detalles de la obra asdñal skd ñada ksdlkj kajs lkj alkdsj kajdlkj llksjlja slkj 51
gané algunos premios, pero trabajaba en un lugar como el Obrador. Después pagué con unos artistas un lugar más lindo y lo abríamos al público los fines de semana, algunos lo visitaban, otros no, y fueron años duros, ¿no?, de andar en bicicleta, de moverse, de golpear alguna puerta para ver algún premio a Buenos Aires, y por ahí los gobiernos de turno no eran tan generosos, porque el arte hoy por hoy ha cambiado, pero antes conseguir un pasaje, más si eras de una familia no muy pudiente… Y eso era muy común. En cambio ahora hay otra mirada, inicié mi trabajo también con las esculturas, cambió, cambió todo mucho. —¿Qué te permitió comenzar a vivir de tu obra? —Lo fundamental fue creer en lo que yo hacía. Al principio mi obra no era para para decorar, porque yo seguía con esos personajes de mitos y leyendas y empecé a ganar premios en Tucumán, en Buenos Aires, pero nadie quería colgar en su casa estas personas, porque eran personas que son parte de “Los orantes”, con ojos muy grandes y solucionados en muy pocos colores, marrones, grises, porque la escasez de su vida la hacía con la escasez de colores, y eran personas que estaban para la foto, detrás había muros de adobe con marcadas sombras, y esos personajes grandes luego los volví a dibujar más pequeños, los duendes, típico del lugar, los duendes son las almitas de los niños no bautizados, y toda una imaginería mía, y con esos personajes fui realizando varias pinturas. Pero un día me cansé y comencé a trabajar con los azules. Y lo cierto es que yo tenía mucha confianza. Golpeé algunas galerías y las imágenes asustaban un poco, las de la obra, pero ya en esos años, no sé por qué son los cambios, empecé a encontrar techo con esos personajes de frente, y cambié el punto de vista, que fue como una visión muy rara, y volé los personajes grandes y me quedé con los duendes, con los chiquitos, y a partir de ahí los paredones fueron inmensos. Los duendes ya jugueteaban solos. Esa obra decía lo mismo de otra manera, pero saqué los personajes monumentales y cambié las escenografías, los empecé a situar, yo vivía enfrente de una villa y había un baldío y en ese baldío por ahí venía un parque de diversiones. Y a partir de todo eso y de darle un toque más alegre en una muestra que se hizo acá en Telecom se interesó la Galería Praxis en la obra y eso sí fue un antes y un después, en el 96, más o menos. Ahí hubo un cambio, una independencia. Hasta el momento había una desilusión a veces, porque yo ganaba premios y venía a Buenos Aires y pensaba “voy a llamar a un galerista que venga a la muestra” y no pasaba nada de eso. Uno subía a la tarima, recibía el premio y después no sabía cómo seguir avanzando. Hasta que los de Praxis, que para mí fueron muy importantes en mi carrera y mi vida, me dijeron que les interesaba la obra, que se podían pintar unas ocho obras y que el artista debía funcionar bien afuera del país. Como provinciano, yo pensaba que Dios atendía en Buenos Aires, pero parece que en realidad lo hacía en Miami, Nueva York. Y me acuerdo que pinté varias obras con ese fin, hice unas 12 o 15 obras y para sorpresa mía se vendieron todas las obras en Miami, así que recibí un dinero importante para mí por primera vez, y con el primer contrato con la galería. Estuve con Praxis muchos años y a partir de ahí sí hubo una bisagra
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Por Ignacio Gutiérrez Zaldívar dfasdfdfdsfdsafdsafsadasf
Pinta tu aldea y serás universal, es el caso de Mario Pérez, este sanjuanino único y personal, su obra sugiere a un niño-adulto que refleja sus recuerdos de infancia, con la solidez de un maestro. Pareciera que sus obras fueran pintadas desde un globo y hasta el horizonte es curvo y rescata los cielos impolutos de San Juan. Pese a su éxito internacional, y que cerca de 400 de sus obras se encuentran en el Hemisferio Norte, no abandona su tierra y su gente y es un caso extraño de un artista que no necesita vivir en las grandes ciudades para hacer conocer sus obras. Ha realizado muestras en nuestro Museo Nacional de Bellas Artes con menos de cincuenta años, y también una recordada muestra en el Palais de Glace. Sus azules son únicos y recuerdan a los mejores lapislázuli que usaban los flamencos y los maestros Renacentistas. Trabaja cada rincón de la obra con finos empastes y con gruesa materia. Sus obras me generan una “atracción fatal” y dominan el ambiente por su fuerza y calidad. Por Ignacio Gutiérrez Zaldívar
fuertísima. Esa “bisagra fuertísima” no se detiene en su apertura. De la Bienal de Venecia, Pérez, desde el 27 de septiembre, expondrá en Zurbarán. Y de la Bienal también surgieron nuevos proyectos para 2014. “Tengo la muestra acá en Zurbarán y estoy muy entusiasmado —dice— con una nueva línea de pintura, donde sigo un cambio espiritual de ver las cosas de una forma distinta. Además, estoy haciendo obra nueva que presentaré dentro de poco y voy con proyectos cortos y limitados. Estoy en una galería del Distrito
Federal, en México, otra en París, Francia, y hay otra muestra para el año próximo en Shangai, China. Y después también para el 2014 la idea es mostrar en un lugar importante de acá, en Buenos Aires, no sé si el Palais de Glace o el Museo Nacional de Bellas Artes, ello se verá”. Paso a paso, Pérez se dirige a un lugar cierto. Aquel que él no se atreve a pronunciar, aquel que los que entienden de arte sí lo dicen, el lugar de uno de los maestros de la pintura de las dos primeras décadas del siglo XXI, por lo menos.
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Por Johanna Schvindlerman . Fotos de Andrés Pérez Moreno
Una escultora que descubre el camino del arte como un canal de comunicación de los sentidos. Un espacio que responde a un tiempo y un lugar, el presente.
la sensualidad, la simpleza
Mis temas son el amor,
Carolina Melhem 54
ománticas, femeninas, simples, sensuales. Las esculturas de Carolina Melhem son un poco reflejo de ella misma. Y también de su paciencia, la misma que le ha permitido esperar el momento justo para que sus creaciones abandonen la intimidad de su hogar y sean mostradas al mundo. Sobre la mesa del comedor de su casa de Tortugas, un hombre y una mujer se abrazan. Están sentados frente a frente, la comunión es absoluta; los brazos y piernas de uno son la continuación de las extremidades del otro. La armonía de las figuras se repite cerca del hogar, donde se alzan dos bailarinas esbeltas e inmaculadas. En otra habitación el pudor esconde un mural, donde dos cuerpos sobresalen en una escena con alto contenido erótico. Otra vez la pareja, el amor, la sensualidad y lo figurativo. Cerca del oficio de hablar a través de la imagen pero lejos de su vocación de escultora, Carolina se recibió en 1990 de diseñadora gráfica. Para profundizar sus estudios y poco después de cumplir 20 años, viajó a Estados Unidos a estudiar en la School of Visual Arts con Milton Glaser. En su regreso a la Argentina trabajó en el estudio de González Ruiz, un reconocido diseñador gráfico de la Universidad de Buenos Aires junto a quien realizó la señalización de las calles porteñas. Pero no pasaría mucho tiempo hasta volver a Estados Unidos, a donde recién casada acompañaría a su marido a realizar un máster en la Southern Methodist University. Como legalmente no podía trabajar, una inquietud la llevó a anotarse en un curso de escultura de la universidad de Dallas donde su flamante esposo estudiaba. “Empecé a hacer esculturas sin tener ningún conocimiento, aunque siempre me gustó lo manual, solía pintar porcelana. Además soy muy autodidacta, veo algo y trato de copiarlo”, cuenta. En su tiempo en Texas, Carolina había aprendido a hacer objetos de decoración y la técnica del bronce, un material que en Argentina suele utilizarse de existir un comprador firme o bien a los fines de una exposición, por ser un material muy costoso. Al regresar al país tuvo su primera hija y, finalmente, decidió ocupar su tiempo en su familia. Sin embargo, el “bichito” ya había picado. Por eso apenas sintió el llamado se dirigió al estudio de Leo Vinci, en La Boca, y fue allí que empezó a probar con figuras humanas. “Soy romántica y mi tema
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siempre es el amor, la sensualidad, la simpleza, la estética alargada, la figura afinada”, describe. Hoy, con sus hijos más grandes- dos niñas adolescentes de 17 y 15 y un varón de 7 años- ya no quedan obstáculos ni excusas. Ni antes ni después, Carolina siente que es ahora que “le llegó su tiempo” y está convencida de querer hacer del arte su forma de vida. Su última escultura se encuentra en plena elaboración en el taller que Alberto Del Monte, discípulo de Leo Vinci, tiene en Palermo Hollywood. Se trata de una pareja adulta que mide 65 centímetros, que se abraza y se contempla y que, según cuenta, responde al momento por el que está atravesando, donde luego de la pasión y el erotismo en la pareja, llegan parta quedarse el amor puro, la comprensión y el compañerismo. Aun así, su inspiración no sólo nace de sus propias experiencias. A la hora de crear, ninguna musa es rechazada: viajes, libros, fotos, sueños. En una visita a Sabana, por ejemplo, visitó una escuela de arte donde hacían vestidos y ropa interior de papel y no pudo descansar hasta plasmar esa idea en una nueva escultura: un corpiño del que salen distintas telas y que, una vez más, representa el cuerpo de la mujer y la sensualidad. En una tienda en Suiza vio un alambre del que colgaban pequeñas mariposas y aunque no sabía para qué, sabía que lo utilizaría. Un domingo cualquiera se sentó, pintó una horma de zapatos de madera y le agregó el adorno, dando a luz a una nueva obra de arte . “Soy muy observadora y eso me permite dar ideas y viajes, un paseo, la vegetación, todo te inspira”, dice. A la hora de elegir un referente, Carolina se queda con el escultor suizo Alberto Giacometti, quien recientemente expuso en PROA y que, como ella, suele apelar a las figu-
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ras alargadas. Carolina comenta que una obra del artista fue vendida por 50 millones de dólares luego de su muerte y se lamenta sobre lo tarde que a los artistas suele llegarles el reconocimiento. Pero para ella aún es temprano. Sólo le falta exponer y hacer al mundo partícipe del universo que la inspira. “Mi mayor sueño es exponer, ser reconocida, que la gente disfrute con mis obras y sobre todo disfrutar el proceso, que es lo más lindo”, afirma. En ese camino se encuentra, ya que planea una exposición para la segunda mitad del 2014. Mientras tanto, entre quienes ya conocen su obra tiene un público cautivo: “Los comentarios de mis conocidos me incentivaron, porque yo soy muy perfeccionista y eso me limita, pero la gente me decía lo que sentía”. A medida que aumentaban los halagos, insistentes y merecidos, aumentaba también su valor y la determinación de seguir su camino. Atrás quedaron los años en que se dedicaba al diseño gráfico, aunque sabe aprovechar las herramientas que le brindó su carrera. “En el diseño lo que se logra es la síntesis y la estética y por más que una figura humana tienda a lo figurativo, que es lo opuesto al diseño, las figuras tienen cierta simpleza, en la cara, en las formas. El mensaje en el diseño tiene que ser puro, simple, tiene que llegar a la gente y en el arte uno intenta lograr lo mismo”. La escultura es para la artista “un hobbie que se está transformando en una necesidad” y en esa transición, en esa alegría, afirma que lo fundamental es disfrutar el proceso, porque sólo así es como todo llega. “Cuando uno cambia, está abierto a que le pasen cosas. El momento llegó ahora y hay que tomar esa energía. Las ganas, el arte, el deseo, tienen que salir de alguna forma”.
Por Alberto del Ponti profesor de escultura y modelado
Femenina, sensual, expresiva, sensible, Carolina se dedica a esculpir la figura humana transmitiendo su esencia. Sus obras son su reflejo, etéreas, atemporales, alargando la figura hasta lograr una delgadez única. Sus movimientos envuelven sensualidad, cerca de lo femenino y lejos del erotismo, realza una estética lo más neutra posible. Las formas son reducidas, a veces, a un solo rasgo. Ver sus obras es desnudar su alma.
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na Frida Kalho intimidante mira desde una esquina con una mariposa como tercer ojo. En medio del abarrotado taller, el cuadro que se destaca lleva por título “Mujer Azul” y es la encarnación de un sueño. Mariana había soñado con una mujer de ese color y a los pocos días vio una película sobre la pintora mexicana por televisión. Luego leyó su diario y ya no pudo dejar de pintar lo que el texto le iba transmitiendo . Así es como nacen todas las creaciones de la artista. Un sueño le propone una imagen, un titulo o una paleta de colores y ella acepta el desafío. Su inspiración se esconde en esa fina línea que divide la fantasía de la vigilia. Piensa que de esa forma recibe los mensajes que le envía el universo. Pero no es esta suerte de premonición artística lo que Mariana Rodríguez Campos resalta de ella misma. Su sello distintivo es, en sus propias palabras, “el don de color”, que resume como la capacidad de ver un color y saber perfectamente qué tonos lo componen, o bien mezclar ingredientes sin pensar hasta obtener el color deseado. Autodidacta y madre de seis hijos, Mariana asegura que la pintura y la maternidad son sus dos pasiones y que en sus obras no hace otra cosa que materializar lo que siente. “Yo entro al taller y estoy en mi mundo, me pierdo. Empiezo a pintar y ya no se lo que estoy pintando”, dice. Utiliza pinceles muy finitos y le da a todos sus cuadros una patina de añejo. Sin colores puros, en sus obras hay una técnica mixta, con acrílico, bricolaje, telas y alambres. Sólo tiene restricciones en cuanto al soporte; debe ser de madera. En su taller conviven mesas y sillas a medio restaurar, arañas antiguas, herramientas, brochas y estantes repletos de latas de pintura. Es que entre cuadro y cuadro, Mariana trabaja de restauradora junto a Magdalena, su compañera
hace 19 años, desde que la invitó a reformar la quinta presidencial tras ganar un concurso de imitadores de mármoles. Aunque pintó varios murales por encargo, hoy ya no acepta ese trabajo. El cansancio y el frío la hicieron desistir y le dejaron una lección: “Prefiero ganar menos plata y ser feliz. Yo quiero morir pintando cuadros”. ¿Cómo te iniciaste en el mundo del arte? Mi abuelo paterno era restaurador y pintor de oficio y yo siempre me metía en su taller cuando era chiquita. Mi papá era piloto y como hobbie pintaba cabezas de caballos, y a mí siempre me encantó el arte. De chiquita siempre tenia diez en arte, era la mejor de todas, vivía en un mundo muy fantasioso. A los 16 años me casé y, con tres hijos, me separé a los diez después. Entonces no sabía que hacer con mi vida en la parte económica y pensé en apostarle al arte. No quería trabajar en un banco ni de secretaria, aparte no tenía el secundario completo. Como en ese momento se habían puesto de moda las patinas en paredes, empecé a estudiar patinas y, al mismo tiempo, lo que aprendía lo enseñaba yo en otro taller, de caradura, porque necesitaba ganar plata. Ahí me enganche con un decorador y empecé a patinar paredes y me empezó a ir bien. Aunque tu destino era pintar cuadros… ¿cuándo llegó el primero? Cuando me separé de mi segundo matrimonio, hace nueve años, tuve una crisis muy fuerte y traté de buscarle el sentido a la vida desde otro lugar. Empecé a estudiar reiki, a meditar, hacer yoga y a incursionar en muchas religiones, hasta que en 2007 pensé en hacer un cuadro. Mi primer cuadro se llamó ‘Alma’, que cuando lo vendí lloré muchísimo. Ahí incursioné con las mandalas y las mariposas, porque me gusta toda la filosofía oriental. Empecé a trabajar mi propia esencia a través de los cuadros y a sanarme yo. Al día de hoy, cada vez que hago un cuadro siento que me estoy sanando.
Mariana Rodríguez Campos
El don del color Una artista que transmite desde su esencia más profunda, una técnica y un mensaje completamente personales, intimistas. En esta nota vemos cómo piensa y cómo su mundo de fantasía se convierte en una premonición. Por Johanna Schvindlerman . Fotos de Andrés Pérez Moreno
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¿Qué cosas inspiran esos cuadros sanadores? Todos los cuadros que hago los sueño antes. Yo me despierto sabiendo el titulo del cuadro o la paleta de colores y a partir de ahí lo empiezo a trabajar. Si te pones a fijar los títulos de los cuadros, tienen mucho que ver con el interior de cada persona. Una clienta a la que le vendí una serie llamada “Las cuatro estaciones”, me pidió un nuevo cuadro y le contesté que si no lo soñaba no lo podía pintar. Como pasaron tres peses y nunca lo pude soñar, pinté “Buscando un sueño”, que es el primer cuadro que hago sin soñar. Pero los sueños siempre vienen antes de hacer la obra. Son una suerte de premonición artística… Si… “Trilogía de amor”, por ejemplo, es una obra que hice en una época en que estaba tremendamente angustiada y lo único que soñé fue un chorreado rojo. El día que la terminé, vino un cliente a encargarme una pintura y me contó la historia de un padre de trillizas que tuvo un accidente en el que una de las hermanas murió. A medida que relataba, yo veía todo lo que contaba en el cuadro que estaba detrás suyo, que son tres mandalas con una mariposa que está despegando y un chorreado de sangre, que es la cicatriz. Yo ese cuadro lo había hecho con mucha angustia y sin saber porqué, pero desde el primer momento supe que se llamaba “Trilogía de amor”. Esas cosas me pasan mucho con mis cuadros. ¿Ya soñaste el próximo? Si. Hoy a la mañana cuando me desperté me apareció la palabra ‘transmutación’ y yo sé que mi próximo cuadro va a ser una gran mariposa que va a ocupar todo el bastidor. No sé si porque yo estoy trasmutando algo adentro o el dueño de esa
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obra necesita eso. Y como en estos días me aparecieron los violetas, sé también que va a tener predominio de ese color. Es como que el universo me manda mensajes y yo los recibo. Las mariposas son una constante en tus cuadros, ¿qué simbolizan? Las mariposas son porque yo creo muchísimo en la transmutación del ser humano. No creo en la muerte. Todos vivimos y morimos y renacemos, de alguna forma, todos los días. El tiempo no es tiempo y no hay mejor símbolo de eso que la mariposa, que nace como oruga, se convierte en algo divino y dura un solo día. Pero un segundo puede ser una eternidad. Por ahí un instante te dura toda la vida. ¿Hay algún pintor que admires? Uno de los personajes que a mí me inspira mucho es (Gustav) Klimt. El es mi guía, mis cuadros tienen mucho de él. Me gusta cómo usaba los materiales y cómo armaba rom-
Yo entro al taller y estoy en mi mundo, me pierdo. Empiezo a pintar y ya no se lo que estoy pintando.
pecabezas, que es lo que armo yo. El usaba mucho dorado, muchas imágenes, texturas y dibujos y eso a mí me perdió. Mis primeros cuadros eran parecidos a él, ahora estoy buscando mi propio camino. También (Jean Michelle) Basquiat, por su arte callejero y (Joan) Miró. De Frida Kahlo no me gusta su obra, me lastima mucho, me agrede, pero su historia me fascina. Has expuesto en muestras del Buenos Aires Design y de Godoy. ¿Cómo te sentís en ese ámbito? El mundo de las exposiciones me provoca mucho miedo. En Godoy me pasó que me avanzaron galeristas y me dijeron “necesito diez obras tuyas para fin de año”. Imposible, porque yo hago tres o cuatro obras por año. Además, sentí ese tironeo de quienes venden tu obra y te sacan un 40% y la parte
comercial a mí me desagrada mucho. No me interesa ser un producto. Yo no quiero ser reconocida por el marketing, sino por lo que soy. Sé que no voy a ser millonaria con lo que hago, pero voy a ser feliz y eso no tiene precio. ¿Y entonces, a dónde querés llegar con tus obras? Me encantaría estar en la cresta de la ola, pero no sé si podría dominar eso. Me asusta mucho el tema del éxito, porque veo que muchos llegan al éxito y son otras personas. A mí lo que me enorgullece es, por ejemplo, que Paez Vilaró me haya encargado una obra. O que Gustavo Campos, que es un artista increíble, me diga que nadie lo supo leer como yo y que me haya elegido para hacer la tapa de su libro, con una pintura que titulé “El guerrero del sol”. Esas cosas me llenan mucho más que toda la plata del mundo. En ese momento entra en el taller Lucila, su hija de 28 años, que carga en sus brazos a Hilario, su hijo de nueve meses. Mariana alza a su único nieto y se le escapa una lágrima. “A mi me sensibiliza todo”, dice. Fue el día de su último cumpleaños, el número 49, que Mariana reconoció en sí misma a “una eterna enamorada de la vida”. Mientras le acomoda el abrigo a Hilario, agrega: “Me enamora todo. El olor de mis hijos cuando los voy a despertar, hacer la comida, colgar la ropa, pintar. No me cuesta enamorarme de las cosas”. Según la artista, el sufrimiento que atravesó de joven la llevó a vivir de esta forma, pero hoy lo celebra. “Seré una disociada, pero es mi forma de sobrellevar la crueldad de este mundo. Soy una apasionada”.
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colecciones
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b l a n c o
“Que sepa abrir la puerta… … para ir a jugar”; nos internamos en el mundo lúdico de la colección de muñecas antiguas que forma parte de la muestra permanente de la Casa Museo Fernández Blanco, Subsede del Museo de Arte Hispanoamericano “Isaac Fernández Blanco”. por maia b. perera
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fotos de andrés pérez moreno
racias a la generosa donación de las hermanas Mabel y María Fotheringham de Castellano, hoy es posible disfrutar de una muestra única que une valores históricos y estéticos en dosis perfectas, iniciando así la colección de Artes Aplicadas de los Siglos XIX y XX de esta sede, correspondientes a la época de formación del Estado Nación. “Había una vez…” es el nombre de la sala que alberga una de las colecciones de muñecas más completas y bien seleccionadas del mundo, y la más antigua del país. Al pronunciar esas tres palabras mágicas, nos sumergimos en otro tiempo y en otro lugar. Ellas nos miran a través de la vitrina y el pasado habla a través suyo. “Al diseñar la muestra, hubo una intención curatorial que tuviera una doble lectura”, explica Patricio Méndez López, el curador de esta exposición, y continúa: “Por un lado, hablar del coleccionismo de muñecas, por el otro y sobretodo, abordar los cambios que se fueron produciendo en la representación y en la imagen de lo femenino”. ¿Qué niña no atesora un recuerdo preciado e imborrable de su muñeca preferida? Aquella a la que vestía, peinaba, daba de comer, retaba, y con quien jugaba día y noche. Pero la realidad es
que, además de ser un juguete, éstas son elementos de formación cultural. La preferencia de las hermanas Castellano Fotheringham ha sido la de coleccionar la mejor calidad de muñecas producidas entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, por eso esta exposición ha sido denominada “Había una vez… Muñecas y Juguetes (1870-1940)”. Durante todo ese período, las muñecas sufrieron distintas transformaciones y pasaron de representar mujeres adultas, como aquellas empleadas para mostrar la moda, a representar niños y por último bebés. La vitrina central de la primera sala exhibe una enorme casa de muñecas, la cual está amoblada y acondicionada con petit muebles. Resulta imposible no quedarse hipnotizado observando cada pequeño detalle de esas enormes mansiones, desde mini espejos y jarrones, pasando por revistas, relojes, sillas. “A mediados del siglo XIX, la educación de las niñas no requería del grado de profundidad o especificidad que el de los niños. Apenas se les transmitía nociones de buenos modales: cómo comportarse en la mesa y en sociedad, y se las instruía en artes como la danza, música, poesía, así como en labores manuales: bordado, la costura general, la pintura, cocina, remedios caseros, horticultura, floricultura”, cuenta Patricio y añade: “En po-
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Una mirada completa Uno de los ejes temáticos de la Casa Fernández Blanco tiene que ver con el período de formación de la Nación, que conjuga el mundo colonial con la intención de “alcanzar los modelos europeos que eran, para entonces, los que se pretendía imitar”, cuenta Patricio. Pero a su vez sostiene que ese mundo europeizante, triunfador, dirigido al progreso tecnológico debe, necesariamente, convivir con la inmigración, la extrema pobreza, las luchas sociales, los movimientos populares, la música orillera, la desestructuración de las culturas originarias y sus pueblos diezmados. El Museo busca reflejar a todas las clases sociales y mostrar una visión completa que incluya a todos los actores de ese período.
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cas palabras, aquello que se entendía como necesario para cumplir con el rol elemental de la mujer: regentear una casa y llevar a delante una familia”. Quizá por ello no sorprenda que las muñecas sean mujercitas en miniatura, un espejo donde reflejarse y verse en un futuro no muy lejano, siempre y cuando contrajeran matrimonio. ”Las mujeres solteras eran consideradas “niñas” hasta su muerte, sin importar su edad”, cuenta Patricio. Modelos de antaño Resueltas las tareas hogareñas, con el sostén del personal de servicio si se tratará de niñas de la alta sociedad, la esposa y luego madre, debía guardar el decoro, la higiene, el arreglo personal y para ello vestirse de acuerdo a cada circunstancia propia y de su familia. Por esa razón, las muñecas, un objeto de lujo si pensamos en piezas únicas de porcelana biscuit, eran réplicas de las que se exhibían en las vidrieras de los locales de ropa, reproduciendo los cambios de la moda y las necesidades múltiples de cada ocasión: casamiento, fiestas, trajes de calle, trajes de verano o de invierno, ropa interior, luto. Pero los cambios dentro de la producción de muñecas, además de relacionarse con la función que éstas debían cumplir, tienen que ver con una búsqueda de perfeccionamiento técnico. El ideal era producir muñecas cada vez más parecidas a la realidad, y en pos de ello fueron evolucionando la forma del cuerpo y el detalle de los rasgos, gracias al uso de nuevos materiales que reemplazaban la madera y la cera por diferentes tipos de porcelana. Si seguimos recorriendo el espacio, llegamos a los años del 1900. En aquel entonces, se comienza a
perfilar el concepto de niñez en función de nuevas ciencias que harán mirar a las niñas como objeto de estudio y preocupación. Más que criaturas gráciles y estéticas ellas son futuras madres. Las muñecas comienzan a tener rasgos de niñas de 2 a 5 años, y los juegos refuerzan el mandato de maternidad como concreción de lo femenino. El éxito de estas muñecas bebés se refuerza aún más en el correr de estos primeros años del siglo, con la aparición de muñecas y muñecos que reproducen a imagen y semejanza los rasgos de los recién nacidos, con sus piernitas curvadas, sus cuerpitos blandos de tela rellena. Estas pequeñas obras de arte fueron creaciones de maestros jugueteros de Francia y Alemania que lideraron el período mencionado. Por esa razón, la mayoría de las muñecas de la colección son de esa procedencia, con la excepción de algunas británicas, las italianas Lenci- de paño lenci- y las americanas, como la “Shirley Temple”. Allá en la década de los treinta, la muñeca de rizos doradas llegó a ser tan popular como la las películas de la pequeña actriz que vendría a ser su modelo real. Su vestidito blanco es original e incluye el botón que la identifica que reza: “La muñeca más querida del mundo, la genuina Shirley Temple, una muñeca ideal”. (The World´s Darling Genuine Shirley Temple, an ideal doll) “Los maestros jugueteros que fabricaron estas muñecas en Francia y Alemania tuvieron fama internacional y nunca, luego de la Segunda Guerra Mundial, fueron superados por juguetero alguno”, cuenta con notable orgullo el curador de la muestra, quien a la hora de dar su veredicto con respecto a cuáles son las mejores muñecas no duda en referirse a las francesas, producidas entre 1880 y 1910, por Pierre y Emile
Marilú En la década del treinta el mayor caudal de muñecas que entraba al país era de Alemania. En 1932 Alicia Larguía, admiradora de La Semaine de Suzette, revista femenina francesa, lanza en nuestro país una muñeca de cabeza y cuerpo importada de Alemania llamada Marilú.
Jumeau, padre e hijo. “Es importante registrar el nombre de estos maestros que en algunos casos comenzaron siendo relojeros, escultores, modistos o sólo fabricantes de juguetes, pero que ocupan un lugar destacado en las artes aplicadas del siglo XIX y XX”, sintetiza. Gracias al desarrollo técnico del momento, los inventos más recientes fueron aprovechados para lograr mecanismos que permitieran a las muñecas hablar o moverse. Durante el período de la segunda guerra mundial, tiene lugar un cambio de liderazgo, que pasa del mercado franco alemán al estadounidense y japonés. Esto se debe a múltiples factores: En primer lugar, por el encarecimiento de los materiales. En segundo lugar, el hecho de que buena parte de los maestros jugueteros alemanes eran de origen judío y, por último, la imposición americana de un consumismo y ampliación de mercado a capas más medias de la sociedad, fabricando productos menos refinados y más populares al alcance de bolsillos más estrechos. La tendencia de producir muñecas como bebés o niñas se sostiene en el tiempo hasta nuestros días, y sólo se matiza a mediados del siglo XX, con la aparición de la Barbie y sus imitaciones y variantes. “Difundir esta colección es como continuar con su empeño”, cuenta Patricio refiriéndose a la enorme dedicación con la que las hermanas Castellano Fotheringham adquirieron y coleccionaron no solo
muñecas, sino indumentaria, libros de costura y revistas de divulgación infantil. Es enaltecer el enorme gesto de conciencia pública de estas hermanas, que pese a ser tentadas en reiteradas ocasiones a vender la colección a manos extranjeros, ellas prefirieron donarlas y que permanezcan todas juntas, como una gran familia, y un tesoro nacional. A la hora de encarar del futuro, el curador de la exposición comenta que la idea es seguir enriqueciéndola con nuevas donaciones y adquisiciones, hecho que se viene realizando desde su apertura como colección pública con notable éxito. Porque a pesar de que los tiempos cambien, y con ello la representación de la mujer y lo femenino, todas buscamos abrir la puerta para salir a jugar. En este caso, las puertas de la Casa Fernández Blanco. Horarios de apertura: La exposición “Había una vez…” permanecerá abierta todos los fines de semana de 11 a 17 H. Casa Fernández Blanco, Hipólito Yrigoyen 1420.
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Cine Documental m e c h i t a
por mercedes cardĂn
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fotos: gentileza de mariano gerbino
Una experiencia colectiva donde la participaciĂłn de todos los habitantes de esta ciudad es tan importante como la del artista que lo inspirĂł. Un viaje del pasado al presente de Mechita, de la mano del arte.
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na idea da comienzo a un proyecto, el de contar la historia del pueblo de Mechita, desde el corazón y desde una mirada atenta. Mariano Gerbino se propuso hacer visible una experiencia que comienza así: “Atardecer en Mechita, una localidad partida al medio por el límite geográfico entre Bragado y Alberti, junto con el sol cae el ferrocarril que sostenía al pueblo. La noche puebla de perros y tristeza el puñado de casas que vieron la gloria y hoy viven la pérdida. Un rayo de luz irrumpe devastando la sombra. Es Juan Doffo, artista plástico reconocido mundialmente que basa su poética en este pueblo. Se ha propuesto recuperar el prestigio perdido y reúne a artistas contemporáneos argentinos y los arrastra a Mechita. Lo que en otra época fue el impulso ferroviario ahora será a través del arte, esa otra máquina que atraviesa con engranajes poéticos los rieles del tiempo”. Gerbino tiene una motivación personal, casi visceral: “Mi abuelo, que era jefe de carpintería en los talleres de Mecha, el día sábado me llevada a recorrerlos y me explicaba qué era cada maquinaria que allí había. Era todo un ritual, subirme bien temprano en el tren local en la ciudad de Bragado donde nací, y bajarnos en la estación del pueblo después de haber viajado unos escasos 20 kilómetros, para luego caminar por las calles hasta llegar a los talleres”. En ese entonces el pueblo de Mechita era un fabuloso polo ferroviario incrustado en la llanura bonaerense. En su época de gloria dio sustento a más 3000 familias. Pero con las privatizaciones de los años 90 llegó el cierre de los talleres y empezó el ocaso del pueblo. Pero fue un artista, un mechitense de ley el que decidió darle un vuelco a la historia. Juan Doffo convocó a algunos artistas contemporáneos argentinos y los invitó a realizar trabajos inspirados en los distintos aspectos del pueblo. Fundó un museo de características inimaginables para los pobladores. ¿Por qué documentar la historia? En el año 2008 Gerbino vuelve a Mechita para la inauguración del Museo de Artes Visuales. Había artistas, galeristas, críticos de arte, directores de museos, toda una verdadera fiesta en Mechita. “Fue en ese momento donde percibí que el pueblo ya no era el mismo, y que había que documentar el antes y el después de aquel momento tan doloroso como fue el cierre de los talleres y el posterior proceso de transformación de la mano de sus hacedores, el pueblo y los artistas”. En un encuentro
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Cine Documental m e c h i t a
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con Doffo surge la idea y el cineasta y el artista pusieron en marcha un plan, una película. “Empiezo a estructurar la película desde el atardecer al amanecer. Comencé a viajar a Mechita, a charlar con sus pobladores. Y entendí que lo pasa ahora en el pueblo no es mera casualidad, en algún lugar estaba escondida en la gente esa llama, y que Juan la aviva continuamente. Por eso la idea de los globos, pero no como una mera participación del pueblo comandada desde afuera, sino como una performance en la que su gente está ávida de dejar volar ese globo, de construir un futuro diferente”, describe el cineasta.
El Museo de Artes Visuales, “Faro cultural artístico” de la pampa húmeda, es un espacio que convoca visitantes de toda la región que avanzan los fines de semana por las calles despojadas del pueblo. Una colección que incluye, entre otros, obras de reconocidos artistas como Hernán Dompé, Adolfo Nigro, Jorge Diciervo y el propio Doffo. El documental hace un recorrido al atardecer, donde los testimonios de los pobladores de aquellos años intentan detener el paso del tiempo, a fuerza de buena memoria y relatos emotivos. Pero llega la noche y “el sol cae sumiéndolo todo en desazón, perros, grillos y tristeza”. Sin embargo, algo sucede, una luz destella, un camino se ilumina. El autor de la película cuenta apasionado: “El reflejo titilante de una antorcha llega a Mechita poblando de luz donde antes hubo oscuridad. Es Juan Doffo preparando sus fotoperformances nocturnas con fuego. Llega al pueblo portando la llama que muta permanentemente. Esa luz es la del arte, la salvación del pueblo, la purificación de la derrota a través de la obra artística”. Y el relato ya nos atrapó. En adelante, el fuego consume a una vieja silla de madera, encendido por la antorcha del artista. Consume los símbolos, destroza el estatismo, el descanso, el solo hecho de sentarse y esperar; todo arde entre esas maderas y clavos. Un esfuerzo colectivo La historia de Mechita está contada de forma casi
Artistas que pintaron para Mechita Ernesto Bertani Jorge Diciervo Hernán Dompé Osvaldo Monzo
surrealista, un conglomerado de acciones, frases y recuerdos que nos llevan hasta su fundación y el origen de su nombre: en honor a la hija del entonces presidente Quintana, Mercedes, Mechita. El inicio del pueblo, desde el paso de los ingleses con el ferrocarril y el emblemático barrio inglés con sus casas de construcción típica. La historia da cuenta de la estatización de los trenes, y por esas cosas que sostienen el ser argentino, la posterior privatización, la pérdida del principal sostén económico y la emigración de los jóvenes. El pueblo tiene un aura, una mezcla de energía y sensaciones, que Juan Doffo describe claramente: “Mechita es una fuente de inspiración constante. Pero no me quedo con el paisaje del pueblo, de sus ríos, vecinos, digamos de la pampa que rodea al pueblo. Sino que trabajo mucho con las vivencias que me provoca este lugar”. Y la tarea que han desarrollado cobra una magnitud nunca imaginada por los vecinos. Es que Doffo llamó a sus amigos, a grandes artistas de la Argentina y los invitó a trabajar para el Museo. En el año 2006 cuando Mechita cumplió 100 años, Doffo pensó que era una oportunidad para hacer una obra de arte que perdurara y representara la esencia del pueblo. Y convocó a Hernán Dompé. Doffo cuenta que tomar la decisión de llamarlo le tomó un mes, pero finalmente lo hizo y Dompé accedió a hacer una escultura totémica con viejas piezas ferroviarias en homenaje al aniversario. Y Dompé llegó a Mechita acompañado de Adolfo Nigro.
Adolfo Nigro Luis Niveiro Gabriel Sainz Mariana Schapiro
Los artistas se fueron sumando con voluntad y compromiso. Y el resultado fue único, según destaca Doffo: “No son obras que los artistas tomaron de su taller y las trajeron, sino que cada uno vino a conocer el pueblo y a trabajar a partir de sus personajes, el paisaje y la arquitectura inmensa que tenemos, y han hecho obras que hoy están reunidas en el museo. Detrás de esos primeros artistas aparecieron muchos otros pero ya no tenía que pedirles, me decían que querían conocer el pueblo y hacer obras para donar”. La experiencia fue apasionante para sus protagonistas pero también para todos los vecinos de Mechita. El resultado, a su vez, perdura en el tiempo haciendo de este Museo y de las obras de arte que invadieron la plaza de Mechita un lugar que merece la pena conocerse. Por su parte, Gerbino sintetiza la motivación que inspiró la película: “No hay un caso como este en la Argentina. Es una realización cultural de excelente calidad y enorme valor simbólico, que debe ser motivo de orgullo para el país y, a la vez, una convocatoria permanente a la construcción de un futuro distinto después de la frustración de un pueblo que sufrió la debacle del motivo de su existencia”. Y el cineasta nos interpela: “¿Usted imagina lo que es levantar un museo de arte contemporáneo en los pagos donde el diablo perdió el poncho?”. Y, a la vez, responde: “Realizar el documental es poner blanco sobre negro el pasado y el presente de un pueblo a puro arte”.
Arriba: Juan Doffo en el trabajo de filmación de los relatos de una historia de la que es protagonista y testigo a la vez.
El cineasta Mariano Gerbino nació en Bragado. Es diseñador de imagen y sonido egresado de la Universidad de Buenos Aires y tiene una gran experiencia en producción de materiales fílmicos; cortometrajes, programas especiales de televisión y piezas publicitarias. Fue el productor ejecutivo de la película “Hambre nunca pasé” en el año 2010, con la dirección de Miguel Mato. Esta película documental recorre la vida y las experiencias del gran capocómico Gogo Andreu. Un recorrido por una historia intensa y plena de emociones.
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Fotografía
Mirar a la humanidad
sin filtro
World Press Photo
Con sede en Ámsterdam y desde 1955 World Press Photo es sinónimo de fotoperiodismo de excelencia a nivel internacional. Desde entonces y anualmente, esta organización no gubernamental hace un concurso que convoca a fotógrafos profesionales de todo el mundo. Una muestra que recorrió el mundo durante 2013, también pasó por Buenos Aires. por maia b. perera 70
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fotos: gentileza de world press photo
La Foto del año • Categoría: Noticias de actualidad. Primer premio de fotografías individuales. • Pieza: Entierro en Gaza (Gaza Burial). 20 de noviembre de 2012. Ciudad de Gaza, territorios palestinos. • Autor: Paul Hansen, Suecia. Relato de una imagen Víctimas de una bomba israelí, los cuerpos de los pequeños hermanos Suhaib Hijazi y Muhammad son trasladados para ser enterrados. Alguno de los personajes que aparecen en escena, en especial uno de los tíos que lleva a uno de los niños, está mirando a la cámara; así la fotografía, además de ser testimonio de un terrible momento, “se utiliza como propaganda”, comenta Krujif quien explica cómo en Medio Oriente las personas están muy al tanto de la prensa y de cómo utilizarla.
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Fotografía
World Press Photo
omo los Oscar del fotoperiodismo”. De esta manera, Eric de Krujif se aventura a describir el concurso anual World Press Awards. Este periodista, oriundo de Ámsterdam, es Project Manager de la exhibición itinerante que expone a las piezas ganadoras del concurso. Al igual que los demás voluntarios de la organización, Krujif lleva como bandera la libertad de prensa y el libre acceso a la información, “pilares de la democracia”, según explica con firmeza. Tal es el grado de compromiso con esta premisa, que el hilo conductor de la muestra es, quizás, el “no” rotundo a la censura. “La muestra queda intacta en todas las ciudades. Cuando llegamos a una ciudad y nos solicitan sacar una foto, ya sea por su sensibilidad política, o porque se trate de un desnudo, la muestra directamente no se realiza”, cuenta Krujif. El concurso, a pesar de ser glamoroso como los Óscar, abre paso a lo visceral, nos permite ver al ser humano es su expresión más cruda, vulnerable, real. Las temáticas dominantes varían según el año, hay algunas que ya son tristes clásicos, como el conflicto palestinoisraelí y la escalada de violencia en Latinoamérica. “Hay belleza, algo por lo cual reir y algo por lo cual llorar”, explica el periodista refiriéndose a la amplitud del concurso que se divide en nueve categorías, que abarcan desde deportes y vida cotidiana a temas contemporáneos y retratos en el entorno; a su vez, se subdividen en fotografías individuales y reportajes gráficos. Hay una foto que se destaca, la ganadora global, aquella que trasciende todas las categorías y es considerada la “Foto del año”. Un jurado de expertos del mundo de la fotografía, independientes de la organización, llevan adelante la tarea de elegir a las premiadas. Un grupo dinámico y heterogéneo de editores, fotógrafos, curadores y representantes de agencias de prensa de distintos lugares del mundo aportan un criterio amplio y aseguran algo que se asemeja mucho a la objetividad.
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“Pacu Jawi” • Categoría: Deportes en acción. Primer premio fotografías individuales. 12 de febrero de 2012. Sumatra del oeste, Indonesia. • Pieza: Felicidad al final de la corrida. • Autor: Wei Seng Chen, Malasia. Relato de una imagen A diferencia de la Tauromaquia, donde el objetivo es matar al toro, en el “Pacu Jawi”, un deporte de 400 años de tradición, los competidores y animales deben trabajar en equipo. Como su título lo ilustra, aquí el corredor, descalzo y atado a dos toros –a los que conduce tirando de sus colas–, está llegando al final de la recta, con la felicidad que implica terminar su carrera. Los ganadores de este deporte son evaluados según si pudieron correr en una línea recta, y también si ambos animales colaboraron. Alrededor de 600 toros y 50 granjeros participaron de este evento deportivo.
El ojo argentino • Categoría: Información general. Primer premio de fotografías individuales. • Pieza: Aida. 10 de marzo de 2012. Idlib, Siria. • Autor: Rodrigo Abd, Argentina. Relato de una imagen Solo con mirar la expresión de los ojos verde amarronados de Aída, una mujer siria que perdió a sus hijos y marido en un bombardeo, es suficiente para sentir una enorme angustia. A diferencia de otras fotografías, ésta no muestra más (ni menos) que el rostro ensangrentado de esta mujer siria, del cual solo se destacan los ojos y la mano, tapándose la boca en señal de desesperación. “Esto es lo que la guerra le hace a la gente”, comenta Krujif, quien describe como “intensas” las fotografías que ilustran el conflicto armado en Siria.
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Fotografía Juan Hein
Lectura en el basural • Categoría: Asuntos contemporáneos. Primer premio fotografías individuales. 03 de abril de 2012. Nairobi, Kenya. • Pieza: En el Basural de Dandora. • Autor: Micah Albert, Estados Unidos. Relato de una imagen Krujif nos confiesa que esta obra es una de sus preferidas, “hay algo zúrrela y, a la vez, muy esperanzador en esta pieza”, cuenta orgulloso. La fotografía, que por sus colores pasteles remite a una pintura, retrata a una mujer keniata que vive de recolectar basura todos los días, pero que se toma un recreo y se sienta a leer los libros que encuentra tirados entre tantos desperdicios, de este modo, escapa de esa realidad tan dura y le permite, también, al espectador escapar con ella. en Siria.
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