El INDIVIDUO COMO FORMACION DE LOS MEDIOS
La influencia de los medios de comunicación día a día son mayor en todos los ámbitos de nuestras sociedades es por eso que pretendo exponer en el este ensayo mis posturas frente a los medios de comunicación y el papel que juegan en la formación moral del individuo actualmente siendo
que los medios son
importantes moldeadores de nuestras percepciones e ideas. Siendo así, para estructurar mas claro y preciso, el problema
a tratar es el
siguiente: ¿Los medios de comunicación promueven una
formación moral del individuo
actualmente? Tesis: Si , promueve una formación moral al individuo. El trasfondo (filosófico, ético, político, social) este problema tiene sus bases en el contexto social actual en nuestro país. Argumentos * son un poderoso mediador de socialización, a la par de la familia, la escuela, el trabajo, porque llegan a moldear
los sentimientos, las creencias, entrenan
nuestros sentidos, de igual forma nos ayudan a formar la imaginación social * por una parte nos brindan una información de seguir normas, valores, modos de vida, donde se podrá observar en los modelos ideales, que promueven los mensajes * Los mass media no condenan ni juzgan, pero lo muestran todo (aunque de alguna manera manipulado y orientado a afectar de manera conveniente la opinión del individuo) por lo tanto se debe considerar si los medios de comunicación de
masas son o no instrumentos de manipulación y alineación, y con ello una serie de consideraciones éticas y morales. *************************
Si bien es cierto lo más significativo es el incremento de poder de los medios de comunicación, pues gracias a este poder, lo que hasta ahora determinaba, normaba y regía la formación moral, esta dependiente actualmente de los golpes mediáticos que se dan a las sociedades precisamente por este poder que los medios han adquirido. Gracias a este suceso, los individuos y sociedades centran sus prioridades y estimulaciones en medios hasta el punto de dejarse orientar en sus sentimientos por ellos mismos. Una consecuencia que se percibe tal vez, grave consiste en este acontecimiento del poder y crecimiento de los medios, en que se erigen como las nuevas potencias moralizadoras de los individuos. Pero… ¿de qué manera se vuelve negativa esta cuestión de que los medios de comunicación se vuelvan potencias moralizadoras? Pues gracias a esta regulación y manipulación por parte de los medios a nuestras conductas se ha caído actualmente en una movilización altruista misma que se complace en la distancia, pues nos vuelve de alguna manera más sensibles a miserias transmitidas en los medios que a las concretas y que acontecen en nuestra presencia. De esto también se deriva el no sentimiento de culpa, ni de responsabilidad, pues lo que importa en los medios es el sentimiento de los individuos, ahora, si no hay ni culpas y ni responsabilidad, los medios están de alguna manera trabajando en detrimento de la moral, pues no promueven lecciones moralinas sino
sentimentalismos. Se puede decir, que no hay ya gracias a esto una moral de la obligación, sino una moral sentimental-mediática.
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El cual sucede ya por todas partes una preeminencia de las emociones con respecto a la ley, mandan éstas sobre el deber, para los medios se la tarea consiste en provocar la simpatía de los individuos para con los desafortunados. Esta cultura mediática dio paso a la superación del imperativo categórico. La ética del deber consistía en obligaciones, la actual radica en el sentimiento y por esto en una supuesta libertad, ya no lo mueve al individuo una orden exterior, sino que una interior, personal e independiente. Los individuos se sienten conmovidos por el espectáculo de lo desafortunado que es el otro ya que están menos orientados al cumplimiento de deberes, esto ha llevado a una apoteosis de la moral del sentimiento.2 Todo esto ha venido a derivar en los llamados reality−shows, consecuencia de la crisis del espectáculo tradicional, con crecientes aspiraciones consumistas. Por consiguiente, pérdida de virtudes morales; en este sentido, hasta la moral tiene su lugar en el escenario, una moral que sirve para que sigamos consumiendo sentimentalismos vacíos, que cobran vida y tienen sentido en tanto que tales. Sin embargo, tampoco podemos hablar de una moral calculadora que busque sus únicos fines en el interés personal, sino de una moral del sentimiento, que pretende huir del autoritarismo y ser libre sea como sea aunque no sea autónoma. Esta moral del sentimiento es producto del desarrollo del bienestar individualista, de una sociedad que huye del deber hacia una felicidad que le es intolerable ante lo que ve a su alrededor.
1 por todas partes la emoción prevalece sobre la ley, el corazón sobre el deber, se trata de despertar la simpatía emocional del público
2 Lipovetsky G. (2005) EL CREPUSCULO DEL DEBER
Vemos que hoy en día entonces que los medios de comunicación constituyen una herramienta persuasiva que permiten mantenernos en continua comunicación con los distintos sucesos ya sea de tipo social, cultural, económico, político, etc., etc., tanto a escala nacional como internacional, que como se podrá notar, es solo cuestión de minutos o incluso de segundos, para que uno
dé cuenta de la
información que se desee saber. . Los mass media , muestran una realidad maquilla, manipulado y orientado de manera conveniente la orientación del individuo. A manera de ejemplo tomare a la televisión como el medio con más influencia en la vida social, con lo cual se convierte en el medio de mayor aceptación, a lo cual me ocupare de cómo afecta la formación moral del individuo, entonces, justificado tras lo anterior, hare una breve exposición de esta. La televisión abierta es la que ha constituido el sistema más poderoso de los medios, por lo menos en nuestro país. En la realidad la información que se brinda en la televisión, como en todos los medios de comunicación, es una mercancía que se vende, buscando un público cada vez mayor, ya que no solo consumimos productos, objetos, si también consumimos la actualidad escenificada, adaptamos lo que aprehendemos en la televisión. En efecto, respaldado lo mencionado anteriormente, los medios son potencias reguladoras de los sentimientos de los consumidores, se podría afirmar que en la televisión, los consumidores, han cambiado, ahora integran en sus decisiones de compra, la relación con los valores. El papel que juega la televisión en nosotros como individuos y en la sociedad al hablar de moral, se vuelve importante, ya que nos vuelve seres , “no morales”, no responsables sino insatisfechos, en el sentido de que llega a preocupar más el habernos perdido tal o cual capítulo de la telenovela, serie, futbol, etc., que lo que
debimos de haber cumplido, por el mero hecho del deber. Nos convierte en individuos de distracciones, sin dar pie al aburrimiento Si se quisiera rescatar la moral del deber, tendría que no presentarse como sermón u otra cosa que nos aburriera. Pero… ¿desde cuándo la moral debe ser una distracción? Pues precisamente desde que las personas ya no son vistas como tales, si no como simples consumistas, que son invitados a la fiesta de la televisión, pues ya no son un grupo de aburridos que no saben qué hacer con el tiempo. La televisión, hablando entre matices de libertad y moral, se podría decir que forma en el individuo la idea de que ser libre consiste en hacer lo que se quiere y no lo que se debe. Nos cambia la responsabilidad por satisfacción, la idea de persona por la idea de marcas, pues ahora el individuo no compra objetos, compra marcas, estereotipos. Un ejemplo concreto se suscita dentro de la política,
es decir, un grupo de
políticos en campaña requieren estrictamente de los mass media,
es específico,
la televisión, para poder lograr su fin, necesita “manipular” por medio de los mensajes que éste medio pueda ofrecer. Los medios masivos de información, deberían llamarse en realidad medios masivos de frustración y aniquilamiento, ya que diariamente en estos casos, bombardean la conciencia de los televidentes para transmitir un “mensaje “ político que consiste fundamentalmente en que está vació de cualquier opinión política, y vende la imagen, vende un producto. Porque si bien es cierto, en estos mensajes no se planean, ni discuten proyectos ni objetivos políticos. Se tratar de presentar a los candidatos diferenciados por su simpatía, su carisma, por buen aspecto físico, el dominio que llegué a tener dentro de escena y de elaborar un discurso hueco, multifuncional que diga todo pero a la vez nada.
Ya que lo que se pretende es que el televidente pueda votar por el candidato, y así poder lograr el propósito que se desee y ya no por aquel que muestre ser más competente para dicho cargo político. Puede existir, por otra parte, la tentación de creer que nuestra cultura ha perdido todos los valores , pero esto no es lo que la realidad social muestra, ya que el desorden moral está perfectamente limitado y es producto de la historia de los pueblos, cuya moral no está siendo transgredida, sino en cualquier caso cuestionada desde valores humanistas. Lo que realmente ocurre, y por eso pensamos así, es que algunas reglas han perdido el poder de controlar los comportamientos; así, la conciencia moral individual no desaparece, y se nos queda como el arma de combate contra esa maraña, que tiende a verse como aparentemente decadentista.
En realidad, los valores no sufren una desnivelación, sino que es la redistribución social que nos dice lo que está permitido y lo que no, lo que determina, en contra de los valores e ideales humanistas. Concluyo así que los mass media que en su terminología, son un poderoso mediador de socialización, a la par de la familia, la escuela, el trabajo, porque llegan a moldear los sentimientos, las creencias, entrenan nuestros sentidos, de igual manera nos ayudan a formar la imaginación social, y es que nos venden normas, valores, modos de vida, donde que se pueden observar por medio de ideales, que se promueven a través de estos mensajes.
BIBLIOGRAFIA
Lipovetsky, G. El crepúsculo del deber: La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos 1ª ED., Anagrama, 2005 Por pseudópodo Masterman L. La enseñanza de los medios de comunicación 2ª ED., Madrid : Ediciones de la torre, 1996 Hernández Bárcenas Víctor Ética y televisión. 2005