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Primera entrega: Mayo de 2009

En Primera Plana Mayo de 2009

Año 1 Número 1

Director: José Alejandro Peña

Obsidiana Press

N o t i c i a s El destacado escritor cubano, Luís Alberto Ramírez, lanza su nueva y peculiar novela LA RAZON DE LOS SIN RAZON En esta ejemplar, auténtica y amena novela corta, Luís Alberto Ramírez, da muestra, una vez más, de ser un escritor de primera fila, tanto como Reynaldo Arenas o Pio Baroja. La propuesta de esta novela es una crítica a la situación cuabana, pero desde adentro, contrastando los límites de la razón y de la no razón. Por más que yo te narre lo que ocurre en esta novela, cada capitulo es tan visual como si estuviera rodada en una película con grandes actores.

Norma Feliz Peralta pone a circular su libro en la ciudad de Nueva York, provocando un relieve de ventas que lo ha convertido en un pequeño Best Seller... La escritora y poetisa dominicana Norma Feliz puso a circular su libro en la Ciudad de Nueva York. Hizo de presentador el insigne crítico literario, fino ensayista y genuino poeta Esteban A. Torres Marte, siendo maestro de ceremonia el poeta Tomás Modesto Galán.

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es un periódico digital independiente, de salida mensual... Este periódico también saldrá publicado en papel a partir del próximo número. Publicamos cuentos, poemas, ensayos sobre literatura, comentarios de libros, traducciones originales... Envía tu colaboración por correo electrónico.

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Ediciones El Salvaje Refinado lanza nuevo libro digital del cuentista y novelista cubano Luís Alberto Ramírez. Se trata de su novela PLAGA ROJA, en la cual, “Un agente dormido en Miami de

la inteligencia cubana es llamado desde La Habana para ultimar detalles de una nueva ofensiva del gobierno cubano. El agente se presenta en Cuba, pero al ser informado del trabajo que ha de realizar en lo adelante decide romper con el gobierno de Cuba. Es a partir de ahí que su vida se convierte en un virtual infierno. Intrigas, pasión, traición se ponen de manifiesto. Una estancia en la prisión hace que su objetivo cobre mas fuerzas. Una fuga espectacular los saca de la cárcel pero no del país. Muerte, pasión e intrigas son los obstáculos que tiene que saltar Carlos para romper con una estrategia cubana que puede poner muy bien al gobierno de Estados Unidos de rodillas.” Visite www.elsalvajerefinado.net

Luís Alberto Ramírez Nacido en Pinar del Río Cuba. Cursó estudios en la escuela técnica del mar “Alecrín”, navegó desde 1977 hasta 1984 en las motonaves de la Flota Cubana de Pesca, por diferencias ideológicas marchó al exilio en 1993 como refugiado político. Es miembro de la dirección de la revista digital Cubaeuropa.com y actualmente es presidente de la corporación American Sunshine Dist.

El escritor y poeta Alfieris Bonilla pone a circular su libro en diversos lugares de los Estados Unidos, incluyendo una factoría... como un modo inusual de compartir la poesía y la vida a cada instante... Con su libro Sueño recién cortado, Alfieris Bonilla ha demostrado que la poesía tiene su público y que se vende. Podríamos decir que su libro, en muy poco tiempo, es uno de los más vendidos y de los más procurados. Sueño recién cortado reune poemas que el elctor hará suyos una vez entrado en comunión con el mundo vital que hermana cada frase poética...

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El Escritor cubano Armando F. Segura lanza libro de cuento contra la dictadura en Cuba... Nos sorprende que un libro de tanta calidad no se conozca, hoy por hoy, tan bien como debe conocerse. “Un tren detrás del espejo” es un libro que, desde el primero hasta el último cuento, introducen al lector, de diversas maneras y casi halado por una succión incontenible, en la vida cotidiana de un pueblo dentro de un país que el autor, a través de este libro, ha convertido en Tren. Si quieres leer una breve colección de cuentos tan fascinantes como los cuentos de Maupassant o de Chejov, pero con un contenido estremecedor y desafiante donde se abordan realidades de la vida cubana bajo la dictadura de Fidel Castro, no lo dudes, este es tu tren. Apenas quisieramos agregar un detalle que no podriamos dejar de comentar en el simbolismo marcado que se produce en el cuento “Samuel y Martin”, de “Un tren detrás del espejo” cuando Samuel reflexiona: “Pensó tambien, que el ruido permanente de las ruedas sobre los rieles no era más que una fantasia apoyada por un sofisticado aparato diabólico que generaba la sensación de andar cuando, en verdad, aquella masa de acero hermetizada y repleta de candados minúsculos yacia sembrada en el mismo sitio vaciando su óxido letal en railes desclavados y petrificados por el tiempo.” Invitamos a leer este hermoso libro donde la poesia no escapa de sus lineas ni aun dentro de la crudeza y el dolor de las historias contadas a través de una muy singular y absorvente narración. La versión impresa de este libro magistral se realizó en Argentina en el año 2006 por De Los Cuatro Vientos, Editories. Ahora, El Salvaje Refinado lo ha convertido en un libro electrónico, fácil de leer y compartir. Puedes tomarlo en : www.elsalvajerefinado. net En palabras de su autor: “Este libro. . . es un poco diferente a otros libros que se han escrito relacionados con la temática cubana actual. Pienso que es un libro-denuncia que toca fondo no solamente en un aspecto en particular sino en muchos dolorosos aspectos del diario vivir en nuestra Cuba de los ultimos casi cincuenta años y escritos de forma tal que pueda llegar su mensaje sencillo no solo a nuestro pueblo sino a muchos pueblos de nuestra América Latina tan necesitados de ello.”

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La escritora y poetisa colombiana GLADYS CORREA y su nuevo libro de poemas “Cuando Más Te Amaba” Gladys Correa es la autora de las novelas Cuando la soledad duele y Regreso Inesperado. En esta ocasión nos entrega a los lectores de habla hispana una hermosa y singular selección poética titulada Cuando Más Te Amaba. Nos sorprende la destreza de Gladys Correa para expresar en verso ideas y sentimientos nobles y elevados, que dan fe de un espíritu evolucionado, grácil y apasionado. Sus poemas tienen un ritmo muy interesante y poseen una limpieza formal increible, siempre dentrpo de una tónica de gran humanismo y desbordante sinceridad y emoción. Adquiéralo en Amazon.

El escritor y poeta cubano Pedro Pablo Pérez Santiesteban lanza nuevo libro de poemas con una tónica sensual, humana y un lenguaje depurado y armonioso. El mundo interior, poemario que se destaca, no solamente por haberlo escrito un poeta diestro, sabio, de visión profunda y madura, sino porque, además, después del gran auge de la vanguardia hispanoamericana, la poesía de nuestro tiempo ha parecido quedarse sumergida en un limbo de superficialidad atronadora que, con este libro, tiene su más notoria antítesis. Y es que Pedro Pablo Perez Satiesteban maneja con maestría los diversos laberintos del poema, plasmando en él, su más rica dimensión emocional y existencial.

Aunque su autor hace énfasis en el asunto del mensaje, comunicado No se contenta con decir y decorar el ambiente, un ambiente que su de manera sencilla, hay que tener en cuenta que dicha sencillez esta palabra va creando en el interior de sí misma: además de decir con tono tocada por la ingeniosa mano de un escritor de primera linea. alto y claro, también sugiere, deja como dicho lo que apenas queda en el Contacte al autor por e-mail: untrendetrasdelespejo@yahoo.com

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aire más íntimo como una luz o un temblor de luz difícil de prever o de abarcar.

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Crítica Literaria

ritualidad del círculo. A par�r del segundo poema el lector se interna en los recuerdos y éstos se presentan como alucinaciones de nocturna y camuflajeada es�rpe. El poemario sigue hasta abordar “Inconfesiones ín�mas”, texto en donde el poeta destapa la inmaculada obesidad de su dolor y el esqueleto de su alma. Dicho de otro modo, se da la imposible búsqueda por un eterno retorno a ese instante en que la vida parecía tener sen�do, la lejana felicidad, tema que Milan Kundera ya explorara en La insoportable levedad del ser. Así como el recuerdo sucede en un instante, o bien, en una serie de únicos momentos que se definen y defienden, la vida para Montoly pareciera ser, a veces, como dioses que saben morir y a veces “como aves de alucinadas noches”.

Por Juan Armando Rojas Joo

Se ha dicho que en la poé�ca de Montoly, además del retorno imposible, el juego de la memoria se vuelve tan percep�ble, ya sea como el elemento presente y vivo a través del poemario o como el lejano e impercep�ble pasado que el canto intenta recuperar. Sin embargo también aparece la duda existencial, el sin fin temá�co en las relaciones humanas, la vida co�diana, permeada por el aparente sen�do trascendental de la existencia en la modernidad. El poeta se siente influido grandemente por el espíritu de su/s época/s, por el estado de ánimo colec�vo, el desencanto sosegado que ya Sastre y Camus desenvolvieran. Pero esta es otra época, otro espíritu, otro �empo y, como si fuera una obra teatral, se abre el telón a la memoria: Montoly recuerda y compara, añade conflictos, el poeta pisa el campo de juego, en éste afloran las emociones y las pasiones, la línea divisoria entre la vida y la muerte. En el transcurso del par�do (la representación), el árbitro imposibilita el eterno retorno, por lo tanto, finaliza el par�do en la hoguera del sexo, lugar donde el poeta arde, se bea�fica –según canta- y como toda materia, se transforma; en alucinaciones que son presagios, que son sueños, que son diálogos de humo.

La ritualidad del círculo, de Daniel Montoly

“I’m beat (right down) to my socks” FATS DOMINO

La ritualidad del círculo del dominicano Daniel Montoly par�cipa de una asociación de conceptos símiles por contraste, una an�tesis. Desde su

inicio, mejor dicho, en su inicial y circular con�nuidad, esta combinación materializa dos nociones que, como propone el poeta, pesan y duelen tanto sobre el ser humano en su intangibilidad y en su materia: el alma y el cuerpo. Ya desde la primera sección del poemario “La obesidad de tu dolor y el esqueleto de tu alma” la pesadumbre se desborda, asfixiantemente cae, y buscando una salida acierta en la memoria. La segunda sustancia, el alma, aunque etérea, igual siente dolor. El poeta le ofrece un cuerpo, un esqueleto, otorgándole exis�r en este mundo material, más aún, humaniza y baja a un estado terrenal la esencia que, por desconocida, llamamos alma. Entre golpe y golpe (between beats) La ritualidad del círculo se va re/creando como una composición musical de jazz, donde los recuerdos que surgen de la vida misma logran un homenaje �po beatnick. Estos golpes que brotan en la fuente del ingenio de Montoly se manifiestan como un contrapunteo, donde cada palabra, cada verso, finalmente encuentran su lugar en la composición poé�ca. A través de La ritualidad del círculo hay un desarrollo que se lee y escucha en movimientos acompasados y poli-rítmicos. Estos a su vez, al forjar los versos - el canto -, intentan la re-creación y recuperación en la reminiscencia, o bien, anhelan el retorno al feliz y eterno instante que se fijó durante la niñez y que en el poeta aún sigue vigente en la memoria. El primer poema abre con un epígrafe de Norge Espinosa, poeta cubano del grupo de escritores que aparece a finales de los ochenta en medio de un socialismo utópico y cuyo elemento definitorio también parte de la memoria. Montoly escoge el verso “Que no caiga sobre mi tanta limosna” de Espinosa para iniciar y con�nuar la propuesta poé�ca, cuya circularidad se expresa a modo del ritual de lo habitual. “Mime�smo” abre el canto e invita al lector a explorar -porque el poeta así lo ha decidido,en el pretérito y el imperfecto de sus experiencias, mejor dicho, de su memoria:

Recuerdo aquel cuadro en el museo Aquella tarde lluviosa… Aquella escena renacen�sta, aquellos labios salvados del holocausto del �empo

Un texto con dirección anafórica sumerge al lector en el universo de los recuerdos. Después del recorrido, a la salida del trance, el lector queda engarzado en un mundo mimé�co; en la cíclica, instantánea y seductora,

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Con ese mismo tono -ya logrado -, el de los recuerdos (también) y a través del sueño, se desenvuelve la palabra en el poemario. Las visiones se hacen presentes, en secreto viajan las visiones antes del espectáculo, antes de hacerse vigentes en un espontáneo y más arduo resurgir. De la fuente poé�ca brotan las imágenes, limpias, ahí donde la lluvia �bia va cubriendo de humedad las piedras. En otras ocasiones parece haber un tono mordaz, una venganza, en la cual la palabra crece y ofrece poder y las in/confesiones ín�mas llegan a ser una plena expresión y extorsión del deseo. Por lo tanto cierto ero�smo y enamoramiento se dibuja en los versos, como se aprecia “En una mesa” poema donde las miradas fueron baúles “en donde floreció mi adolescencia, - dice el poeta - azuzada por el calor de sus senos.” El (auto)exilio acompaña al poeta día y noche, no solamente trae consigo la movilidad �sica, la mudanza, la pérdida de una realidad, sino que también se abre al hallazgo de otra/s. La transformación mental sucede a través del �empo, quizás fantasmal para quien no lo experimenta, pero quien si la sufre no puede evitar la influencia de la nueva realidad; sin olvidar del todo… aquella otra. En este proceso de ajuste, emociones y sen�mientos múl�ples brotan dentro del ser: recuerdo, amor, ira, odio, venganza, deseos, templanza… Por eso el �nte puede incluso parecer prosaico e incluso de tono cercano a la protesta. El ma�z crí�co, bajo la influencia de su nueva vida en los Estados Unidos, se desarrolla como parte de su observación, la contemplación, el recorrido diario por las calles y el deseo de expresarse. Por eso el amor, la sensualidad y el ero�smo también son elementos importantes en este poemario, porque muestran que Montoly vive: sufre y ama, e incluso puede morir/se en vida. Como se ha hecho referencia anteriormente, La ritualidad del círculo pareciera compar�r el desencanto existencialista y sin embargo deja ver una conciencia polí�ca, una ac�vismo pacifista. Un ejemplo de lo dicho se aprecia en “Macromedia”, donde las ciudades y los pueblos del norte se transforman llenándose de lotes, donde los “héroes muertos” se vuelven �teres-fantasmas, manipulados por el poder de la men�ra.

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Naufraga el poeta y sin embargo con�núa en espera de un Yo mís�co que surja del caos y lo rescate de la desilusión y el miedo. Daniel Montoly ha sido fuerte, crea�vo, persistente, ha logrado dar forma – con sus manos – a la rosa que Huidobro proponía, una que en este caso ha sido “capaz de cantar con su silencio.”… y florecer en el deseo. Exis�r es la propuesta, prevalecer a través de los sueños, en los dibujos de la niñez y en los elementos sensuales. Exis�r incluso en la pérdida y desilusión por estar conciente que todo acontecimiento natural, que antes causaba asombro e invitaba a la imaginación del niño al vuelo, “…Murió / ahogado, al caer de brusco / a la intensidad / de un desolador paisaje.” Así lo expresa Montoly, el poeta (auto)exiliado que no se acostumbra a la idea de pensarse allí… ¡aquí! Ese sen�r conduce a los poemas, pero… ¿Qué es un poema? Para Montoly una de las posibles respuestas la ofrece en “Labios de oscuridad” cuyo inicio expresa que “Un poema es un pedazo de luz / en la inexorable oscuridad.” A par�r de este instante La ritualidad del círculo es un perseverante vuelo, es decir, empiezan a cruzarse en las palabras pájaros crepusculares de ineludible voz, pájaros “que vuelan / entre las ramas de los árboles” y que, como los recuerdos, caen del árbol como frutos y ya a nadie apetecen. También los hay kamikaze, como palabras mortales, y los hay secuestradores de memoria. En este nuevo libro de Daniel Montoly las aves juegan un rol decisivo, ya que de alguna manera impulsan y dirigen – en su viaje o migración – la imagen del poema (todo vuelo se traza sobre un mapa imaginario), de tal manera hay aves que, como el poeta mismo, traspasan las barreras de la normalidad y la co�dianidad como en el poema “Viuda” en el cual unas gaviotas nocturnas ma�zan la memoria. En La ritualidad del círculo los elementos se eternizan, se yerguen inmortales, espacio y �empo se entrelazan a raíz de la palabra (esa perpetua luz), existen en la unidad de la circunferencia que los protege y les asegura la vida. Sin embargo, en este diálogo poé�co (el rito), entra el poeta y en el círculo la mente divaga en pos de la memoria, los recuerdos. Se ha dicho que el poemario está permeado por el jazz y precisamente uno de los poemas más representa�vos de esta colección se �tula “Billie Holiday”, texto en el cual el instante poé�co queda inmortalizado por la imagen. A par�r de este recuerdo el poeta incansablemente busca aferrarse al árbol frutal que en la infancia todo niño circula y adora mientras canta la ronda, el crecimiento entre ambos ha sido paralelo, la revelación ha sido única, el despertar busca y espera, la revelación de su mundo, el juego del eterno regreso. Sin embargo, pasa el �empo, el despertar suele ser brusco, cuando el extraño fruto que el árbol al niño le ofrece le aleja de su inocencia y le presenta su realidad tan vulnerable, tan frágil. En “Soy amo de lo que callo y dueño de lo que escondo entre cadáveres”, el silencio es un elemento esencial ya que es muy necesario para lograr una creación plena. De tal manera la clara y justa desnudez de la palabra crea y se re/crea en sí misma y el poeta ofrece el tes�monio de su creación: “Me nace una mariposa entre los dedos,… / y vuela, como un opúsculo del polvo / algún punto en la circunferencia…” y también, cuando el poeta se extravía, enloquecidamente se reinventa en las orillas, volviendo al jazz para volver al origen mientras tanto, frente al él, desfilan Marilin, Nat King Cole, George Wallace, Louis Armstrong. Hay un regreso a la inocencia y la imaginación se remonta a la vieja isla, aquella que se repite una y otra vez como alguna vez lo escribiera el célebre cubano Antonio Benítez-Rojo. De forma similar, Daniel Montoly regresa a repe�r su isla, para no perderse en el olvido; se aferra a la memoria, a la inocencia de la infancia y como tal dedica algún poema a los limpiabotas de su infancia. Montoly también lanza una injuria y amenaza a los cobardes en su poema “Días contados” donde escribe que a ellos dejará caer todo el rigor de la palabra “Porque el dolor no se olvida / una vez que penetra en el costado,”. Por eso los “mercaderes / entusiastas de la muerte”, los indigentes, sabrán de él “cuando el día anochezca”. El ritual del círculo se torna pronunciado y crí�co, el despertar ha sido brusco y el poeta monta en cólera, el eterno retorno parece imposible y la infancia, desconocida. El pasado – canta el poeta – “es una forma ingrávida / de celebrar la incongruencia.” El giro con�núa, los versos se vuelven más y más espontáneos, más experimentales. El poeta sugiere que se les deje en paz, “que piensen que todo fue un hechizo arrastrado por el viento”. Las danzas y rituales con�núan y Montoly confiesa ser amo de lo que calla y dueño de lo que esconde. Hay una regresión que más bien parecer ser la llegada al punto inicial en La ritualidad del círculo. ¿Será acaso el eterno retorno? Defini�vamente hay una vuelta al inicio, un giro en la espiral y por eso

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en su testamento, Montoly no quiere velámenes, ni flores. Desea morir para estar en lo cierto, y ser la casualidad de sus coincidencias. Para que Isis – dice el poeta - raje el velo de sus ojos. Para que el lector decida su instante en La ritualidad del círculo y sea par�cipe en la eterna an�tesis, esa infinita circularidad que canta el poeta en su intangibilidad y en su materia.

Juan Armando Rojas Joo Ohio Wesleyan University

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5 de mayo de 2008

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El simbolismo trascendente de la poesía de Leopoldo Minaya

La gota en el tejado. Son rivales Acérrimos, son manos y atabales Disputándose cetro y preeminencia. Otro ruido no llega. Otro sonido Diferente del sordo de la lluvia No se acerca ni cuelga del oído. Sólo la lluvia hurgando la vivencia Y un rum-rum interior. Sólo la lluvia Horadando mi techo y mi conciencia.

Por el doctor Bruno Rosario Candelier

Leopoldo Minaya es un poeta abierto a la tradición clásica y moderna de la literatura y su lírica revela la huella de los poetas de nuestra lengua y de los místicos y metafísicos de la literatura universal. La poesía moderna, a veces complicada y oscura, otras veces profunda y trascendente, perfila con inusitado aliento las gemas interiores de la imaginación lírica de un creador, que en el caso de Leopoldo Minaya, manifiesta lo que enaltece la condición humana. La creación poética de Leopoldo Minaya, consustanciada con la energía mística de lo viviente, se nutre de la belleza de la Creación y el encanto del Misterio. La alforja lírica de este valioso creador dominicano, impregnada de los veneros románticos, simbolistas e interioristas, potencia la facundia creadora de su limpia inspiración. Clásico por instinto y moderno por sensibilidad, todo en él se aúna para hacer de su creación el cauce de una visión interiorizada y trascendente. Fluyen en las diversas creaciones de este hacedor de la palabra el acento del versículo bíblico, la huella de las jarchas mozárabes y el aire sutil de una voz milenaria que flota en sus imágenes sonoras y elocuentes (3). Piensa bien Leopoldo Minaya al decir que a menudo no entendemos el misterio de la vida, en la que vagamos como sombras errantes, aunque cumpliendo siempre un reto, una meta y un destino. No olvidemos que cada uno es el único artífice de su derrotero. El concepto de karma, que en sánscrito significa ‘acción’, es el resultado de cuanto hacemos, puesto que toda acción provoca una reacción. Por eso, quien actúa bien, recibe recompensa y quien procede mal, cosecha un castigo inexorable. Tanto el cielo como el infierno se entienden desde esa perspectiva mística. Somos el resultado de lo que hacemos y a menudo realizamos lo que sentimos interiormente. De modo que, siguiendo ese razonamiento, cada uno hace a su modo y manera su vida, siendo la felicidad el resultado de la paz interior, indispensable para la dicha y el sosiego. Por supuesto, desde la poesía y la ficción es difícil orientar, pero la literatura ayuda a entender muchos fenómenos de la vida misma, así como también una apropiada exégesis literaria cuando ha sido concebida y plasmada con intención edificante y luminosa. La poesía de Leopoldo Minaya permite identificar el alcance de su contenido, que ilumina la vida interior y potencia el sentido de la poesía. Desde la dulzura y la paz que manan de su corazón, nuestro poeta proyecta una energía creadora y un entusiasmo contagiante que hace de su lírica un caudal de sensaciones entrañables, asumiendo y encauzando el aliento gozoso de su sensibilidad. La vertiente espiritual y afectiva del numen creador de Leopoldo Minaya recrea el acento de una voz que tiene el eco del Infinito (3). El tiempo, la vida, la muerte, el amor y la pasión impregnan su poesía de un aliento angustioso y nostálgico pero al mismo tiempo reflexivo y liberador que se alternan con los saludables influjos de importantes autores de la literatura universal, que el autor conoce y valora, entre los cuales hay que mencionar los nombres de Jorge Luís Borges, Constantino Cavafis, Antonio Machado y Federico García Lorca, entre otros creadores contemporáneos.

Encarna la potencia lírica del genio que sabe conectarse a la memoria colectiva en busca del numen iluminador

Un corderillo solo y herido entre los bosques… (Leopoldo Minaya)

L

eopoldo Minaya es una de las voces más genuinas de la poesía dominicana contemporánea. Autor de hermosos poemarios y diversos textos de narrativa infantil y teatro, ha incursionado en la lírica con una energía emotiva, espiritual y dramática que hace de la palabra una llama de amor y, de la vida, una fuente de hermosura, verdad y trascendencia. Cuando los antiguos griegos reflexionaron sobre la poesía, que llamaron poiesis[poiesis], ‘creación’, sabían que estaban hablando del fenómeno productivo que, mediante el concurso de la palabra, gestaba una forma alternativa de la realidad, canalizada en sentimientos estéticos con su verdad y su belleza dentro. Se trata de una realidad verbal que funda un decir con un sentido hermoso y trascendente. El hacedor de versos puede testimoniar, en forma lírica y simbólica, lo que en la vida sucede, revelando lo que ha impactado su sensibilidad o su conciencia y, en tal virtud, puede recrear, con el lenguaje de las imágenes y la connotación de los símbolos, lo que mana de su corazón dando cuenta de las verdades poéticas que su intuición atrapa. Igualmente puede reproducir la dimensión interna y mística de lo viviente, expresada bajo el fulgor de la belleza con su faceta hermosa y amable del Mundo. Al fijar mi atención en la obra literaria de Leopoldo Minaya aprecio un trabajo creador con una calidad poética representativa de la literatura dominicana contemporánea, en atención a la belleza de su formalización y la hondura de su contenido. Cuando Leopoldo Minaya publicó sus primeros poemas (1), pudimos apreciar la gestación de una voz poética fresca y remozante en las letras dominicanas. El presente estudio sobre su creación poética está centrado en La hora llena, editado en el 2007 en los Estados Unidos de Norteamérica, donde actualmente reside el poeta. La poesía es la expresión de una visión lírica y estética de lo viviente. La visión poética se distingue de la visión científica, fundada en la certeza de la percepción objetiva de lo real y de la visión filosófica, basada en la reflexión sobre la esencia de las cosas. La visión poética se finca en la certeza del enunciado de una intuición estética nutrida en lo viviente. Desde luego, no siempre la expresión poética cuenta con la calidad que postula el fenómeno lírico. Suele ser trivial la poesía que describe la percepción de las cosas. La buena poesía recrea la emoción que la belleza produce en la sensibilidad. Y la poesía superior expresa el encanto, el valor y el sentido simbólico que la belleza y el misterio despiertan en la conciencia. Esta última es la creación de los grandes poetas que intuyen verdades profundas endosando a la emoción de lo viviente la hondura trascendente. En sus poemas Leopoldo Minaya ha ido potenciando su caudalosa voz poética con el mismo aliento creador, el mismo entusiasmo en la onda de espiritualidad y ternura bajo el acento emocional que la nostalgia de sus versos concita. En su soneto “Persistencia de la lluvia”, el poeta ausculta, bajo la frescura del agua, el sentido profundo que su sensibilidad encandilada intuye y recrea: Llueve. Llueve. Lo gris. La transparencia. Las casas amorradas. Los cristales Empañados. El frío en los metales. El recuerdo del vicio y la apetencia. Llueve. Llueve. Golpea con insistencia

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Cuando, en un arranque de inspiración quevediana, el poeta expresa: “Quien escribe estos versos no comprende/ que es polvo, que es humo, que es ceniza”, no está sino potenciando una tradición ascético-poética que actualiza con su aire de aeda y visionario. Su potencia poética fragua una virtualidad genesíaca con hondura mística y belleza interior, conforme apreciamos en “Humo humanidad”, juego de palabras que aluden al étimo de base (humus significa ‘polvo’, ‘lodo’, ‘tierra’), pues del vocablo humo se forma la palabra humanidad, que alude al ‘barro que piensa’, según el decir lírico de Minaya: Hablo del humo y hablo de lo humano, hablando, en cada caso, por lo mismo: la relación del pez sobre el abismo se implica en la ecuación, si das la mano. Va de intento: Timón cavó la gruta, pues Pluto pareció y fue humillado… ¿No es a Pluto a quien buscan en tu prado? Y perder a un amigo, ¿no te enluta? Al cabo del vaivén, nada es eterno… ¿Y podremos decirlo los poetas o decirlo el pintor con su paleta? No todo es material, algo es eterno, espíritu-espiral, volunta-criba, desmembramiento humano que trasciende siendo humo (no pesa y se comprende su vocación de andarse siempre arriba). Leopoldo Minaya canta lo que estremece su sensibilidad con una amorosa visión de lo viviente y una actitud empática ante lo real en cordial sintonía con la esencia mística de la Creación. Ese modo de ser y proceder hace que el verbo poético, impregnado de una irradiación profunda, entusiasme y atice el vuelo del espíritu. Leopoldo Minaya no es un poeta superficial ni aéreo, sino un hondo escrutador de lo que sucede en la vida. Centra su atención en el discurrir de lo existente y cala el sentido prístino de lo viviente. Su talento creador otorga al poeta interiorista el poder de explayar en su poesía la dimensión inusualmente imperceptible de lo real, subrayando con fino humor y sutil ingenio la vertiente metafísica de lo viviente. Por ejemplo, en “Muerte” explora la razón del designio insondable que aniquila el soplo de la vida: -¿Qué impulso de la luz no se detiene si lo ordena el vacío de tus ojos? Ante ti, como al soplo, me prosterno. Ante ti, como en vado, me arremango… Abruptas crepitaciones del carbón… ¡Oh, la piedra que cae más severa! Ya deshecho el costado, ¿dónde anda lo que vi, lo que amé y lo que fuera! Leopoldo Minaya desarrolló la intuición de atrapar la dimensión singular de lo viviente, quizás el signo distintivo de los creadores auténticos, por lo cual sabe expresar, con su voz genuina y elocuente, el impacto que las cosas producen en el alma. Su voz lírica canaliza el vínculo entrañable que el hombre establece con lo real circundante mediante una concatenación espiritual con lo existente. En “Círculo”, al poeta le espeluzna el sentido de la vida: -Entonces el bronce rodó por la pendiente, desenredando voces estridentes o apagadas. En profusión formaron la noche de los tímpanos, una a una contaron historias verdaderas. Una tras otra, otra tras otra, otras tras otras, manifestáronse mientras duraba la caída. Porque aquel que era el cuarto en orden ascendente o descendente, de los siete, saltó por el abismo. su caída era lenta, interminable y en torno de su alma giraban mordientes serafines: por millares hilaban el blanco de sus ojos

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y la música que ondeaba en libertad era sacra. Y saltó. Se lanzaba al abismo sin fondo. Y se dijo: “Acarreo lo bello y verdadero”. Y en un tramo del viaje que duró largas noches unió los dos puntos del cordón, formó un círculo, comprendió que su viaje tenía un fin: el origen. El poeta desentraña la voz soterrada de las cosas o el rumor inefable de efluvios trascendentes. En su empeño de aprehender el trasfondo de sí mismo, el otro yo que atisba el enigma de lo Eterno, apuntala el testimonio lírico y simbólico plasmado en “Acto y señal”: Vago gris de huracán. Garra del pecho. Alto día otoñal. Violentas hojas. Saludé cada árbol que encontré por mi paso. Estreché cada rama en señal de amistad. Franca delectación, sirvo el añejo. Soy la liebre incorpórea. Aquí reposo. Soy la cara que sale del espejo. Soy yo mismo. Soy tú. Y soy el otro. Los poetas están conectados a la fuente genesíaca de lo viviente. Ese es el más hondo manadero de la inspiración creadora al que acceden los creadores para hacer acopio en las veredas de esa cantera infinita, bien mediante la intuición de verdades profundas o mediante revelaciones trascendentes. Así le acontece a Leopoldo Minaya, que busca auscultar la dimensión entrañable de fenómenos y cosas para testimoniar, con voz limpia y fresca, la vertiente luminosa de lo que sucede en la vida. Nuestro poeta canaliza en su poesía inspiraciones de orden divino en procura de la voz universal. “Ínterin” perfila esa dimensión expresiva, estética y simbólica: Intacto borrador no corregido. Ni poema, tal vez. No es tintero. No sonajero. Ni pez. …Sólo un agarrarme del vacío, tan sólo un quedarme sorprendido, al hallarme entre el ANTES… y el DESPUÉS, medio absoluto, abstruso abismo entre el ser y el no ser, como si parado en la punta del regreso, dijera: “Este es el haz; éste el envés”. Deudor de Rubén Darío, Rainer Maria Rilke, Miguel de Unamuno, Jorge Luis Borges y Franklin Mieses Burgos, nuestro creador encarna la potencia lírica del genio poético que sabe conectarse a la memoria colectiva de la Humanidad en busca del numen iluminador. La poesía es una interpretación estética y simbólica de lo que acontece en la vida, expresada con emoción, belleza y verdad, mediante el lenguaje de la imagen y el hallazgo de la intuición. Nuestro poeta tiene una honda visión de lo existente. Todo comienza con la convicción de la fe en los dones con que venimos a la vida para conocer y descifrar el Mundo, que está lleno de símbolos. Somos símbolos y habitamos símbolos, decía Emerson, cuya exégesis inquieta a Leopoldo Minaya con la clara conciencia de saber que hay un derrotero final en la inextricable sombra que desconcierta y abruma. A esa verdad alude el

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poema “La piedra existencial”, como una manera de alumbrar la base primordial de lo viviente: No soy la piedra que mató a Goliat -a matar no me enseña el Cristianismo-, soy la piedra angular, soy basamento bañado eternamente por un río. Diversidad de piedras meteóricas, alto y raro Universo que respiro, astros (Lunas y Soles y Planetas) que lucen, como dedos, sus anillos: No soy la piedra de discordia. En vano arrimóse Satán a mis oídos. ¿Piedra filosofal? ¡Nada tan bello! ¿Piedra de toque? Duelo y esclavismo… (Pero aquel que llegare hasta estas letras, piedra filosofal es en sí mismo -piedra filosofal que frote piedra Filosofal dará…oro macizo-, y si hiciese brillar este poema, colocando la piedra de su espíritu, afirmando o negando o descreyendo, será dueño de ¹/³ de sus símbolos …y en completa equidad, pues corresponde otro tanto al azar o a los designios).

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¿La derrota a qué suena en tu cordal? Pensé: debo tocar, tocar, tocar, no puertas, no linos ni amatistas ni oropel, sino lo duro, lo blando, la textura, principio de un saber reconocer; pero ¿cómo podré tocarte, Luna, infinito gigante, orbe, granel de astros, nebulosas transparentes, idea, espíritu, esencia, Alto Saber? Hay una alternativa que se ofrece: -¿Nunca has tocado un cuerpo de mujer? La poesía genuina y auténtica, la que sale del corazón sensible a los encantos de la Creación, logra la forma que canaliza la gracia sutil y la llama increada con el aura incandescente y el rebol luminoso que hace de la palabra un aliento de entusiasmo y un remedo radiante de las apelaciones entrañables. En “Hijo pródigo”, Leopoldo Minaya quiere rehacer la relación fecunda del hijo con el Padre mediante la energía que empata el alma y los afectos. Como el relato bíblico, el poeta alude, simbólicamente, a la vuelta al manadero de la fe en la trascendencia, fuente y destino que a todos nos aguarda:

-Corrí una vez al aire y me perdí en el viento. Toqué profundos páramos y timbres sostenidos. Pero he vuelto, Dador, Cuando las cosas se ven con los ojos del alma, se aprecia mejor su di- y hoy heme aquí en tus brazos mensión hermosa y cautivante. La poesía que mana de un corazón ena- recibiendo tu amor a torrentes, a ciegas… morado, como es la de Leopoldo Minaya, refleja un encanto y un fulgor ¡Señálame! Tu dedo no acusa ni me quema: que subyuga mediante el requiebro de las imágenes y el sortilegio de sus empuja mi costado para que libre gire. gemas simbólicas, que son las que encienden el espíritu con la llama de lo ¡Acógeme, Hacedor, iguálame a los tuyos trascendente. Leopoldo Minaya glorifica la intuición que acierta a fundar y te diré del múltiple agradecer infinito! una creación que ni la misma muerte podrá triturar, como sugiere en “La ¿El cielo no tembló? Todo caía en racimos. oda sagrada”: Yo mismo rodé ciego, desolado, en pedazos… ¡Acorázame: lléname del néctar de tus rosas! Contamos las historias, las edades, ¡Húndeme en los abismos o a tu altura levántame! porque desembocamos en la luz, porque al compás de desiguales años Hay una singular expresión de amor en Leopoldo Minaya, que es la más quisimos ser caballos de más brío. clara señal de la ternura mística de su sensibilidad trascendente. En “Reta“Ser o no ser”: dilema de existencia, blo” aflora ese acordado sentimiento que permite sentir con el otro, comdiscursea el hondón de los sentidos, penetrarse con la situación de dolor o apremio de las criaturas, como lo y en profesión de fe y de los comienzos revelan algunos poemas del poeta interiorista cuando pone en ejecución nos vamos, con franqueza, de las manos… la capacidad de sintonía de su sensibilidad con el doliente corderillo que Pero es así. Nosotros, tan anónimos, bala, desesperado en su retablo, que lo asume como símbolo de la inquietan calladitos a mitad del prado, tud humana cuando reclama piedad y atención a sus cuitas y reclamos. En por una vez vencimos a la muerte… este hermoso poema la persona lírica, sintiéndose abatida y sola, clama a la ¿Victoria excepcional! Divinidad, al tiempo que ausculta una peculiar faceta de la vida encarnada -¡Gloria es nacernos en el pastor, que plasma en una forma lírica enriquecida con ecos bíblicos …que el espíritu escupe eternidades! y un acento entrañablemente pastoril y cordialmente bucólico (4): El concepto de la domna angelicata, que idearon los antiguos neoplatónicos para aludir a la mujer cuya belleza impregnada de gracia nos conecta a la llama misma de la fuente primera, es motivo y motor en Leopoldo Minaya, que recrea esa visión esplendorosa de la gracia encarnada para orillar el venero de lo Eterno. En su poema “Medio de los sentidos”, la mujer es el amanuense de la gracia y de las hondas verdades que por su mediación nos completa y redime, como se aprecia en sus versos encendidos de la divina gracia: Ese pacto final entre las luces y el ojo, el órgano impaciente, raíz del ver (¡el mundo, multitudes!), ¿de qué vale? Al fin, nunca podemos aprehender el objeto, sólo luces reflejadas. Así fijé en oír el absoluto… Llegó hasta mí la Voz Fundamental y posóse en mis tímpanos malditos no aptos para oír su funeral. La razón me arrogué. ¿A qué escuchar invictos?

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Un corderillo solo y herido entre los bosques… Un corderillo solo (podrá crecer la hierba), la voz adolorida que clama entre sollozos: “¡Regrésame, Pastor, a tus rebaños! ¡Ámame!” Noventa y nueve tienes. Noventa y nueve, balan. Noventa y nueve veces te volverás en calma; mas el próximo giro no te será apacible… ¡y yo esperando ardiente que tú me llames! ¡Llámame! ¿Cómo podré, yo solo, cruzar los altos muros? Mi sino es perecer, perderme en la montaña… ¡Aborréceme tú,

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que con aborrecerme tu espíritu de amor, me sentiré salvado! …Todo misericordia, me miras, me redimes, Y yo lloro y me quedo, como un niño, en tus brazos… La ternura mística es la más clara expresión del ágape del alma. Y es un brote de amor puro el que brota de la sensibilidad herida de compasión y de dulzura, según apreciamos en Leopoldo Minaya. La verdad es un patrimonio de la conciencia en la que fundan su obra creadora filósofos, iluminados y poetas. La verdad poética, diferente de la verdad histórica y de la verdad filosófica, es un producto de la intuición, fuente inspiradora de la lírica trascendente. Leopoldo Minaya es el resultado de una creciente estética y espiritual que se ha nutrido de grandes iluminados y estetas, como William Wordsworth, William Blake, Charles Baudelaire, Fray Luis de León, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Federico García Lorca, Rubén Darío, Pablo Neruda, Octavio Paz, Franklin Mieses Burgos, Manuel Rueda, Nelson Minaya y León David, entre otros valiosos creadores de la literatura universal y la literatura dominicana. La suya es una poesía con los rasgos creativos de quien tiene voz propia, tono peculiar y tropo distintivo. Diez atributos perfilan el quehacer poético de Leopoldo Minaya que, al tiempo perfilan y connotan la peculiaridad de una creación, revelan, según mi estimación, la clave de una lírica que permite sentir y disfrutar la emoción estética y la verdad poética que inspiran su visión del Mundo. Esos atributos son los siguientes: 1. Virtualidad lírica mediante la cual capta y expresa la dimensión singular, prístina y primordial de lo viviente. 2. Poder de auscultación, desde una triple perspectiva lúdica, irónica y crítica, la faceta sensible de fenómenos y cosas para orillar el sentido estético, la connotación simbólica y la vertiente mística de lo real. 3. Visión espiritual y estética del Mundo a la que engarza una estrategia compositiva que integra la lírica, la narrativa y el drama en su propósito de atrapar, perfilar y expresar la dimensión peculiar de lo viviente. 4. Integración a su visión lírica y simbólica la faceta descriptiva, musical y pictórica de lo existente, que una sensibilidad abierta y porosa como la de este poeta interiorista percibe y expresa con el valor sensorial y espiritual de su talante lírico. 5. Expresión de la ineditud de fenómenos, cosas y criaturas mediante la cual da a conocer el singular encanto de la faceta desconocida de lo existente. 6. Empleo de contrastes sonoros, léxicos y semánticos de voces y expresiones en procura de la dimensión sensible que resalte la faceta luminosa y edificante de lo real. 7. Captación y canalización, mediante el pertinente lenguaje poético, de la reacción emocional, intelectual y espiritual que las cosas producen en la sensibilidad y la conciencia. 8. Creación de una forma expresiva fundada en signos y elementos naturales con su singular connotación simbólica y su peculiar función deíctica de un sentido humanizante y trascendente. 9. Valoración de la faceta interna y mística de lo viviente con particular atención a su significado sagrado y trascendente. 10. Ternura mística entrañable como respuesta a la apelación de su sensibilidad profunda, porosa a la belleza y el misterio, don y virtud que le permite establecer una cordial sintonía con las cosas, canalizando en su creación el gozoso sentir que ilumina y enamora. En fin, la obra poética de Leopoldo Minaya revela la huella de una ardiente sensibilidad cuyo venero fecundo alienta una expresión lírica, estética y simbólica, rica en hondura interior y auspiciosa de una cautivante belleza trascendente. Notas: Leopoldo Minaya ha publicado los poemarios Oscilación de Péndulo (1984),Preeminencia del tiempo (1993) y La hora llena (2007). Oriundo de Nagua, República Dominicana, Leopoldo Minaya nació en 1963. Se doctoró en Derecho y ejerce el magisterio en New York, donde hace vida social y cultural. Varios autores han escrito sobre la producción poética de Leopoldo

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Minaya y todos subrayan el aporte estético de este valioso creador dominicano. Cuando Leopoldo Minaya dice sentirse “un corderillo solo y herido entre los bosques”, creó una de las imágenes más hermosas que dan cuenta de la condición humana y, desde luego, del sueño interior que toda criatura fabula. jueves, 14 de agosto de 2008

DOS POEMAS DE

LEOPOLDO MINAYA CÍRCULO Entonces el bronce rodó por la pendiente, desenredando voces estridentes o apagadas. En profusión llenaron la noche de los tímpanos, una a una contaron historias verdaderas. Una tras otra, otra tras otra, otras tras otras, manifestáronse mientras duraba la caída. —Porque aquel que era el cuarto en orden ascendente o descendente, de los siete, saltó por el abismo. su caída era lenta, interminable, y en torno de su alma giraban mordientes serafines: por millares hilaban el blanco de sus ojos y la música que ondeaba en libertad era sacra. Y saltó. Se lanzaba al abismo sin fondo Y se dijo: “Acarreo lo bello y verdadero.” Y en un tramo del viaje que duró largas noches unió los dos puntos del cordón, formó un círculo, comprendió que su viaje tenía un fin: el origen.

HUELLA Si al menos pudiera irme sin dejar una huella y ser el mismo que ni fue ni vino ni saludó ni tropezó con un trozo de aire en el invierno... Si no fuera esta armazón la estatura que llevo… O por arte alguno pudiera borrarme como a lápiz…. tal vez no tendría nunca que llorar en las mañanas ni sentir otro martillazo en mi corazón sobre el yunque de acero del tiempo y de los años. (Inexistir no es tan fácil como quitarse unos guantes, apurar una copa, guardar unas bufandas…) Pudiera, entonces, ser algo de nada y andar a mi gusto, invencible, sin que el viento me toque... Yo, que tengo dos ojos, una apetencia larga… ondeo el pabellón de los adioses.

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El cuento en la literatura medieval

de la mala astucia contra él y por la envidia. Apolo venga su muerte y le glorifica. Ya para el siglo VII a.C. surge el famoso tema de los Siete Sabios (número sin lugar a dudas de influencia oriental). En la Epopeya de Gilgamesh, los siete sabios son la representación de los Por Esteban A. Torres Marte siete visires del Sendebar. En Grecia adquiere su perfección la fábula con Fedro o Feder (liberto de Augusto), demostrándose empero la movilidad de influencia Oriental hacia el Occidente medieval. Con a proyección geográfica de dicho género, en lo relativo a su el título de Isopote, ya se manifiestan diferentes relatos medievales antigüedad, lo podemos ubicar en lo que es la literatura vé- que van desde María de Francia a La vida del Ysopote con sus fábudica y budista. Su lejanía en el tiempo se presenta por frag- las hystoriadas, en los finales del siglo XV. mentos novelados de los Vedas (textos religiosos de la India). Lo que Esteban A. Torres Marte: poeta y ensayista dominicano residente en los Estados ha llegado a la modernidad está escrito en verso. Pero los lingüistas Unidos (oriundo de la provincia Santiago Rodríguez). Laboró e historiadores piensan que en su aspecto más primitivo integraban de como profesor por dos décadas en prosa y verso. Esta narrativa carece de caracteres, pero su finalidad la Universidad: City University of era dar un sentido colorista a la dinámica. La narración era represen- New York. En la actualidad ocupa la cátedra de Teoría de la Lingüística tada por dos sacerdotes, y en sentido general lo hacían por motivos y Fundamentos de La Lingüística festivos, de sacrificio y de ceremoniales. Confluían en una atmósfera aplicada a la Lengua Española, de Universidad Pedro Henríquez de expectación. Unos, recitaban el texto, y el otro profería grandes la Ureña (recinto de la ciudad de New exclamaciones. En un sentido específico, se relacionada con lo li- York). Obtuvo su Bachelor’s Degree, túrgico. El corpus de mayor importancia son los Jatakas. En estas en The University of the State of New York. El Master’s Degree en exclamaciones-predicación se ilustran condiciones cotidianas: las State University of New York at confrontaciones entre el cortesano y sus amos. Los procedimientos Buffalo (especialidad en Estudios Americanos-Multidisciplinarios); y en el harén, en fin, las apuestas del maestro y sus reflexiones. Transcript-master en el City College of En los relatos medievales un sinnúmero de temas provenien- New York (especialidad en Literatura Es candidato al tes de estos cuentos hindúes nos ilustran de una variedad de temas: Hispanoamericana). doctorado de Filología Hispánica, por el sufrimiento de los humanos por medio de los caprichos de los la Universidad Nacional de España príncipes. La falsedad de las mujeres (donde belleza física no corres- (UNED). Es co-fundador de la revista latinoamericana: Letras e Imágenes, ponde con belleza interior), hipocresía de los predicadores y santo- la primera publicación que a principios de los años ochentas mostró el arte nes. Misoginia, ataques al clero, y la desorganización de la nobleza. desarrollado por los dominicanos de la diáspora. Fue miembro de la redacción de publicaciones Caronte ( proyecto dirigido por el escritor Puertorriqueño Iván El punto nodal se establece con una correspondencia moralizante las Silén), y de la revista Punto7. En ambas publicaciones contribuyó con trabajos ante el engaño. Es de vital importancia los relatos de animales, cuyo ensayísticos. simbolismo enaltece algunas cualidades: en especial lo de las grullas En 1986, participó en la Primera Conferencia Internacional y y el asno. Multidisciplinaria sobre la República Dominicana (su ponencia: Perspectivas Hay otros temas-relatos donde se incorpora el sufrimiento de de la Literatura Dominicana en Estados Unidos, representó a los poetas de la diáspora). Dicho evento fue celebrado en las Universidades de New Jersey: los humanos: vicios, enfermedades y heroísmo del más despreciado. Rutgers University, Essex County College y Seton Hall University. A juicio del profesor Rodríguez Adrados (y compartido por la estuEn el Encuentro Cultural y el Homenaje al poeta Manuel del Cabral diosa Fernández Savater), quienes dilucidan sobre los grandes temas en New York, participó con una ponencia que luego publicó en la revista de la del Oriente y el Occidente: “Creo haber demostrado en varios traba- cual fue co-fundador: Emem-Ya. La ponencia se intitula: Lenguaje y Metafísica jos, que desde muy pronto, desde el mismo siglo IX, entraron en la en los Huéspedes Secretos de Manuel del Cabral (1989). tradición latina fábulas griegas procedentes de Bizancio (y que, a su Ha contribuido críticamente como co-autor de la obra: Handbook of Latinamerican Literature (Garland Publishing, Inc., New York & London, 1992). vez, pueden ser de origen griego o de origen oriental.”34 En marzo de 2007, publicó la obra ensayística: Exordio 6, (Ed.El Salvaje Refinado); Las colecciones de los textos hindúes del Panchatantra, se en enero de 2008, la obra multiensayística: De lo Definido a la Incertidumbre, identifican en una antigüedad oscilante entre los siglos II y VI d.C. (Obsidiana Press); en junio de 2008, Reflexiones Omega, (Obsidiana Press); y en octubre de 2008, Espacios (Transversalmente) Cruzados, (Trs Press). En la actualidad están perdidos. Esta colección pertenece al género de los Nitizastra (especie de guía del hombre para caminos laberín- De Géneros Literarios: Orígenes,(2009), es una obra de ticos). Estos no son diferentes de los Jatakas. Hay alternancia entre Historia Literaria, donde se sitúan las diferentes etapas por verso y prosa. Se llega a la exaltación de la prudencia, el ingenio sodonde transcurren los caminos bre el heroísmo y el valor. Donde se reflejan estos temas en la lengua Occidentales de la cultura. Es castellana es en la obra Calila e Dimna. La literatura grecolatina es también un análisis mostrativo de influenciada por el lejano oriente, en torno a los siglos VII y VI a.C. las importantes esferas de influencia Este acontecimiento va unido a una fuerte penetración de carácter de los senderos del Oriente en el religioso. Los eruditos incluso creen que los relatos del mundo grieOccidente. Aunque se prestigia go pudieron provenir de tiempos anteriores a los descritos. Y que la época helenística, se subraya posiblemente devienen de fábulas de la civilización mesopotámica. el camino primigenio de Creta en Todo da a entender que fueron los jonios de Asia Menor los transmiel albor de la mitología del Oeste. sores. Hesíodo integra en sus relatos la fábula de Azor y el ruiseñor. Los caminos ‘intermedios’ en el En Arquíloco de Paros, las fábulas del zorro y el mono y la venganza recorrido de los signos literarios del zorro frente al águila. En ambas hay una protesta frente a lo arson tomados como un paso decisivo en la construcción de los bitrario y lo despótico. Hay un poderoso influjo de naturaleza hindú géneros literarios. La naturaleza o mesopotámico en la Novela de Esopo (se conserva originalmente histórica imprime en el desarrollo en un manuscrito del siglo X), pero su origen es proveniente del de las épocas las características a lejano Egipto de la época imperial. Su temática puede ser histórica, pero la narración es esencialmente de ficción fantástica: un esclavo asumir por las generaciones de escritores y artistas. El género es dinámico y acusa en germen su propia transformación. frigio que va de país a país, y muere en Delfos, como consecuencia

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MAGIA Y CONMOCIÓN EN LA POESÍA DE JOSÉ ALEJANDRO PEÑA Relectura de Suicidio en el país de las magnolias . Por Pedro Pablo Pérez Santiesteban

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riundo del Caribe hispano, José Alejandro Peña, ha sabido aprovechar los símbolos del trópico, no solamente del clima, sino también de los colores y de las formas concretas y abstractas, conectando lo real y lo irreal, en todo un crisol de imágenes poéticas alucinantes, fuertes y novedosas: su novedad radica en su pensamiento, en la forma de su lenguaje, de su mundo siempre a punto de estallar, siempre rehaciéndose como un abracadabra. Cada palabra de cada uno de sus poemas opera como un conjuro, de modo que el lector tiene un surtido siempre nuevo, siempre vasto, siempre nutriéndose de la misma vida, del conjunto de cosas, seres, animales, insectos, plantas y astros, pero también la cultura, los cambios humanos, los roces, las vueltas que da el ser en una misma y desesperante planicie ignorada por el mundo. La vastedad de su palabra poética parece surgir de la nada, por ser ella como una fuerza descomunal, como un huracán o un tornado fuera de control, con la salvedad de que este poeta está al tanto de todo lo que circula entorno a sí, en torno a su palabra, por lo que cada detalle está en su sitio, dotando la cosa de un nuevo ente, como en el vudú, donde se usa una cosa para dotarla de un nuevo espíritu. Su ente es el ente poético o el espíritu de la poesía entrando por los ojos del lector hasta posesionarse de todo su ser. Es la imaginación de José Alejandro Peña un punto digno de ser tomado en cuenta. Lo más simple, lo más baladí, cobra en su mano, un destino lleno de sentido y el más mínimo sentido contrasta con lo absurdo como metáfora de una serie de detalles que sorprenden al lector, yo diría que adrede, porque aunque nos parezca sospechoso, sabemos que no hay nada descuidado, ninguna cosa es dejada al abandono en esta poesía, centrada en un decir continuo: no hay amague, todo está dicho o por decirse en su palabra demasiado abierta o cerrada hasta el dolor. Yo era feliz y el aire me turbaba. Me alejaba sin voz y sin pisadas sobre un suelo que se alargaba. …mis ojos no tenían párpados mis pisadas no tenían suelo el suelo era un desierto angustioso como una puerta en un espejo como un deslumbramiento sin un ancla como una esfinge desolada y como ida que vuelve la cabeza para vernos partir con paso ya invisible.

cas veces visto anteriormente. Y es que, en Suicidio en el país de las magnolias, en muy pocos momentos se retrata en sepia, o se deja escapar un ligero color, en los tonos más pasteles que pudieran encontrarse en la paleta del poeta. Su desarraigo a la vida lo lleva a un frente a frente entre su verso y los elementos más comunes que la naturaleza en su fuerza de vida nos regala: El viento está lleno de ausencias petrificadas como algunas palabras en cuyos huecos hay cierta manera de inhibición. …El viento es un pequeño algodón sucio, me limpio los oídos con la pata de araña de una obsesión proscrita involuntariamente medieval y vórtice Sofocando estos limites yo nazco. Un nacimiento demasiado fuerte, una entrada a la vida sin el perfume que reparten las magnolias. Una noche de constante insomnio donde el poeta no puede descansar de lo que ve y de lo que siente, de todo aquello que quizás es ignorado por el movimiento que lo rodea, y que él, con la maestría de su palabra y su poema elocuente, quiere que el mundo no ignore. Que salga junto a él a tomar un Whisky para VAN GOGH: Whisky para el simulacro de la evasión y para que haya un día ultimo en la vida de alguien que no soy yo pues para mi no pido sino el infierno tal cual lo conozco de antemano. Saliendo un poco de las sombras, resurgen a media luz algunas magnolias atrevidas y frescas, mostrando —como dije anteriormente— tenues colores pasteles de la vida del poeta, justo en aquellos momentos en que su pluma mojaba mieles para saborear el erotismo y los pasajes de amor que humedecieron sus sabanas al derramarse el contenido de una Jarra: Jarra llena de efluvios y muchachas con díscolos colmillos de culebra y mucho sol y mucho aire apestoso y alta fiebre en los muslos rasurados con precoz sedición y jadeo. Esto es el trópico y esta es mi canción …Bebamos amor mío la cicuta del diablo.

Como lector, y como crítico, ¿acaso no son la misma cosa: ambas caras de una misma moneda? descubro, en este libro incisivo, el placer del que nos Invisible se hace José Alejandro Peña en la oscuridad de la pena y el dolor habla Roland Barthes: un placer, un deleite que escapa a lo somero, que que transmiten sus versos, galopando uno sobre otros, con ese lirismo úni- huye de lo vano, que desde los múltiples planos de estos poemas se ahonco y poco visto para fotografiar la angustia y la atrición que la desolación da y se condensa, se eleva y se completa. Entre más leo a José Alejandro conlleva: El ojo es una herida que no se cerrará/un puente que no se cruza- Peña, mayor es mi gratitud y mayor es mi sorpresa, cuando ante mi vista rá/un abismo que no puede ser medido. se despliega la formidable conjugación que existe entre forma y contenido en cada uno de sus versos. Incluso cuando podríamos pensar por un La capacidad de este autor para retratar en blanco y negro el pasaje de su momento que la forma se distorsiona en su voz poética, justo nos regala el vida (y de la vida) a través de su poesía, levanta un vuelo poético muy po- contenido en el verso que cierra su poema, como es el caso, en mi aprecia-

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ción, del fragmento del poema Jarra citado anteriormente. Su modo de plasmar lo erótico, es un indicativo de que José Alejandro Peña, con su sello personal, que lo señala como un maestro en el modo de expresar y exponer aquel sentido traslaticio que embellece (aún desde y con distintivo humor negro) al mundo como escenario de la vida total de cada ser: su centro es el universo mismo del poema, centro magnético, que no cesa de fluir, que hace que todo confluya en el ámbito de una imaginación sagaz, divertida y auténtica.

Tres Poemas de

José Alejandro Peña LA VISCOSA RISA DE LOS LAVABOS La reina me ha besado tiernamente los ojos tiernamente sus besos me recorren por dentro.

Yo siento como un desmayo lúbrico que ajusta el horizonte de las playas al único latido que me queda. Su sexo es un molusco rudimentario y sediento. Su sexo como un cataclismo de rocío y de miasma. Su voz llena el olvido de cactus y de anémonas. Su voz es una llama en el fondo de un vaso. Punto y aparte merece la ironía fabulada de algunos de sus poemas, donde el autor hace gala ya no de su técnica depurada en la poesía, sino de su alta sensibilidad creativa, donde el fino humor subraya la cuadratura de los versos. Su poema La viscosa risa de los lavabos es una magistral clase, de lo anteriormente dicho, del cual citaré el siguiente fragmento: La reina me ha besado tiernamente los ojos tiernamente sus besos me recorren por dentro.

Un ruido me despierta de un sueño que no he soñado nunca en el cual por descuido el rey decapita a la reina y la cabeza de la reina en el suelo sin sangre abre los ojos y grita mi nombre o el nombre de una piedra que me dio su acento su palpitación o su dureza. Yo la sigo besando hasta que se vuelve negra la espumosa sangre en su vestido escarlata y el odio en la viscosa risa de los lavabos hace que el sueño que no he soñado se repita eternamente en la vida de un hombre parecido a un puñado de moscas disecadas. Ese hombre cuyo nombre es una grieta en el suelo igualmente quisiera que la reina decapitara al rey con la ternura de un canto de luciérnaga.

…Yo la sigo besando hasta que se vuelve negra la espumosa sangre en su vestido escarlata y el odio en la viscosa risa de los lavabos hace que el sueño que no he soñado se repita eternamente en la vida de un hombre parecido a un puñado de moscas disecadas. No me cansaré de repetir en cuanto ensayo, artículo o reseña que yo escriba sobre este libro o sobre este autor que, Suicidio en el país de las magnolias, es de lo mejor que se ha escrito por autores contemporáneos en el género de poesía en los últimos años. Y afirmo (o sugiero) que, todo aquél o aquélla que se estime poeta o poetisa, debería leer Suicidio en el país de la magnolias, un libro amplio y rico, un libro nutrido de magia, no de trucos estilísticos, que también los hay, sino de auténtica magia vivida. Y es que, para José Alejandro Peña, el poema no vale sino expresa la vida en su cabalidad, con rebeldía, con excesiva pasión y humor, con atronadora ebriedad existencial, con un pensamiento siempre desafiante de la sensibilidad y de la inteligencia del más despierto lector o lectora de hoy y de mañana. Miami/Florida/mayo/2009

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LAS SEMI VERTICALES COSITAS PERNICIOSAS Todas las locomotoras se suicidan al alba. Todas las mariposas se suicidan volando. Todos los reflejos caminan de puntilla. Todas las sensaciones se toman por los codos. Todas las apariencias tienen una misión suicida. Todos los carceleros se parecen al cruce de los caminos en las afueras de mi país natal. Todas las ventanas se parecen al cielo cuando no hay nadie más para mirar hacia dentro.

ASÍ SUCEDE La muerte tira de nuestras camas por debajo del muro yo te sueño tatuada en el desvelo el corazón tiznado y hueco como un disco que ya pasó de moda grito hasta que el cielo se desprende y se desgrana todos sus pedazos son nuestras canciones el viento hace que el mundo se mueva más de prisa como tu corazón la misma tierra aprende a cantar transparencias lo que amas te hará caer al vacío hoy me vienen unos pequeños abismitos de cera coagulada tal vez por eso se pudren en el cuerpo de las aves todas las almas que habitan en las piedras y en las raíces áridas del mar.

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NUNCA MÁS MORIR

La poesía de Frank Martínez en las vertientes de la Otredad * Por Claribel Díaz

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rank Martínez es poeta, narrador y ensayista. Se destaca además como antólogo de la joven poesía dominicana. Definitivamente, un digno representante del talento de los ochenta que inicia su recorrido con la pujante tarea de fundar talleres literarios en nuestro país. Desde muy joven, asume esta delicada tarea, instituyendo, en el l986, junto a otros jóvenes escritores, el taller literario Parnaso del Seminario Santo Tomás de Aquino para la investigación, el estudio y la apasionada incursión en el mundo de las imágenes.

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Nunca más morir es la propuesta poética del hombre agónico y resucitado que de hecho ya viene de sucesivas muertes: Ocaso, Cenizas, Olvido; significantes de la irremediable condición autodestructiva del Ser. Pero, recordemos aquí que la muerte es en su reverso la cara del Eros, la fuente de la vida, el arquetipo inexpugnable del amor y de la creación. Sigmund Freud destaca que en todos los actos del ser humano vida y muerte actúan íntimamente ligadas y mediante los argumentos de su teoría de la economía libidinal señala que dependiendo de la característica del acto una u otra fuente de energía va a tomar la primacía. En la poética de Martínez, los arrebatos de la condición tanática habrán de sucumbir ante la pasión o alternativa de la creación. Lo podemos notar así en el poema que da título al libro: “Cuando deseamos nunca más morir sólo preservamos el alborozo que no fuimos la gloria del cuerpo restituida la barbarie Y un reino donde tu eras danzarina y yo la porcelana” “Lo esencia es caer desenfrenadamente y sin aliento contra el muro y el azogue hasta reivindicar la sangre y prolongar el sueño” (Pág. 42).

Ahora bien, definitivamente que el sujeto de la poesía amerita de sus recursos para reivindicarse y levantarse de la destrucción o desestructuración, para tratar de hacer del suyo un cuerpo integrado. Y ese recurso es el de asumir al otro para que éste se ocupe de su unidad a través del espeA propósito de imágenes, de jóvenes, de grupos y de poesía, el recorrido jo que inaugura la identificación. Veamos el proceso que va del tropiezo a que en 1989 permite la aparición de su primer libro de poesía: La vigilia de la reestructuración desde el poema Una y otra vez: las Flores, le encauzaría para materializar una de la tareas más encomia“Mi otro yo que veo verse al espejo, esta desconcertado bles de su carrera, la de organizar alrededor de un texto crítico, la labor del el tiempo no ha logrado separarlo de su entorno conjunto de los más representativos escritores de la generación de los 80 de su fortuito tropiezo con la otra imagen en su texto: Juego de imágenes: Antología de la nueva poesía dominicana la que subyace en su oscuro enredo de palabras a medias” (1995). Antes, en 1992, aparecía su segundo libro de poesía, Cenizas del Ocaso, el cual ya hacía connotación a una poética del desgarramiento y del malditismo que se retomaría en Presagio del Olvido del 2000. Volver una y otra vez retrospectivamente a repetirse hasta que la muerte o el espejo lo hagan recuperar una De un texto a otro texto, Martínez incursiona en los más importantes talleapariencia…(Pág.122) res de Santo domingo como el Juan Sánchez Lamouth, el César Vallejo y realiza estudios de Filosofía en la Universidad Pontificia Madre y Maestra, así como de Letras en la Autónoma de Santo Domingo. Frank Martínez ha Así lo teoriza Jacques Lacan, el espejo provee la estructura de una sido galardonado por su labor literaria en importantes concursos del país y imagen que funciona como un yo para constituir la estructura de otro yo del exterior. Reside en los Estados Unidos desde el 1996. que se enfrenta al mundo. Veámoslo de nuevo en la poética de Nunca más Hoy, con Nunca más morir (2008) arribamos al tercer título del des- morir: garramiento, pero esta vez nos encontramos con un ser que lucha fervo“Unido al ser de mi ser, múltiple y uno rosamente por su redención- reestructuzurcido a la epidermis como látigo a la piel del caballo ración, de tal forma que la permanente dueño de mis actos y de mis alegorías” contradicción muerte-vida aparece cons(Arrojado al ser de mi ser, Pág. 75) tantemente en versos en su mayor parte de largo aliento. Muchos de estos poeMás adelante, en el dialéctico proceso de unión-separación, estabilimas podrían denominarse, a mi entender, cantos-cuentos por el lirismo que se dad-desintegración, de nuevo la división ocurre para imponer la duda, la combina con la expresión de un sujeto angustia, pero también el reto, el desafío de ser hombre, hombre solo, con en sucesión por la vida y por la muerte el riesgo inmarcesible de sufrir y de volver a morir. mediante versos elaborados con plenitud. Soy dueño de mi y un espacio aleatorio me separa del otro Hay en ellos preguntas que conllevan a (Ibíd.) respuestas sobre el destino del ser en su vorágine de cambios; hay elementos que Integrado a mis huesos, voy conmigo a todas partes enlazan proposiciones de causa-efecto en circulando en mi ser como un trompo en las manos de un donde la linealidad es sustituida por las niño: mi culpa, mi vértebra, el dolor que me habita……. alternativas múltiples y paradójicas que (Ibíd.) unen vida y poesía, lo cual da al texto en su totalidad una armónica organización en donde los contrarios mediante su dialéctica se empalman en un inmanente ritmo. Detrás de su “contenido En el proyecto de Frank Martínez, esta particular Otredad se ocupa no manifiesto”, hay un “contenido latente” que lleva la marca de un ser en sólo del ser en relación dicotómica con el otro que es su unidad, su otra la poesía dividido, “barrado por el lenguaje”; un sujeto atormentado que parte, la otra cara de su constitución, sino que ella implica una subdicuestiona su posición frente al otro. visión que habla de un sujeto escindido en sus múltiples dimensiones

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en tanto cualquier parte de su mismidad puede ser dejada en cualquier lugar. Así, su cuerpo, sus manos, sus ojos, su sombra, etc., pueden andar a lo largo del texto con total independencia constituyendo por sí mismas unidades parecidas al sujeto para dar cuenta de su extravío, tropiezo o desintegración: Veamos estos en este poema: Hoy no me he vestido con mi sombra era muy pequeña y no salía los domingos la he dejado embriagada de alcohol en la alacena y me he ido misántropo a recorrer el mundo. (Sedición, Pág. 91) O como en el siguiente poema: Esta mañana cuando estuvimos en el parque olvide mis manos, la conversación fue tan animada que quizás y simplemente cedieron a la presión de tus palabras y cayeron como pájaro de un árbol. (Esta mañana, Pág. 83) Asimismo, el fenómeno envuelve no sólo la división del sujeto y sus partes sino la del otro que es la suya misma, acongojándolo de esta manera: “Estas aquí, pero aun no llegas la luz está madura como una fruta y servida sobre la mesa con legumbres la tristeza se me viene encima con su corroído vaivén a la deriva” (Idea fija, Pág. 86)

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“Duermo toda la vigilia abrazado a un espejo y cuando despierto estrangulo la sombra que duerme dentro” (Ando por los rincones, p. 124) ………………… “Me veo partir cada mañana Y me quedo en la habitación fragmentando telarañas y Acertijos… “Un día saldré conmigo para ver las cosas que yo veo… “ y si es así, nunca me separare de mí E iré conmigo hasta que la muerte me separe”. (Hasta que la muerte separe, Pág. 85) Ciertamente, la muerte lo separa, pero el reverso de ella lo une, lo articula. Entonces, el Ser abandona los rincones y los vericuetos a donde los lleva la desarticulación, levantándose de sus cenizas, de las Cenizas del ocaso, a pesar del Presagio del olvido para Nunca más morir. *Presentado en la Librería Calíope, en la Ciudad de Nueva York, EUA el 31 de julio del 2008.

Otra modalidad de elaborar la Otredad , en Nunca más morir, la encontramos cuando un estado del tiempo, o de la naturaleza, o un trastorno cualquiera del sujeto, adquiere la capacidad de sufrir o de sentir por sí mismo, en su dimensión de no-Ser, como si fuera el sujeto mismo por medio de prosopopeyas de incalculable belleza como las del poema Noche de insomnio, en las que esos estados se expulsan o se separan del individuo pero al mismo tiempo lo repiten a la vez que permutan su dolor. Es así como los fenómenos no dotados de vida o abstractos asumen su tachadura, es decir su propia división y con esto su propia condición de Sujetos. De esta manera, como el sujeto de la lengua, insomnio, noche, tiempo, etc., sucumben a la neurosis y sufren el malestar del otro y por el Otro sometiéndose así a la censura, a la ley y a las costumbres. “Sacar el insomnio de mi cuerpo, y que vea el mundo desde fuera,… “Deambularía por la calles vestido de una levedad intangible,…. “se transformaría en un insomnio con principios y Costumbres familiares, y al igual que yo sentiría angustias ante una noche indestructible”… (Noche de insomnio, pag. 105). En síntesis; el ser, los sueños, el insomnio, las manos, los ojos se levantan y vuelven y mueren y viceversa. Esto es, viven en tanto se restaura su unidad en la imagen del otro, la que se asume desde el espejo borgeo-lacaneano: “Ando por los rincones, por escaleras que no existen, cuesta arriba como un cáncer interminable Camino caminos desandados, veredas opuestas toco la otredad que puede ser tocada”….

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PALABRAS DE ZOYLA ABRÉU SOBRE SU LIBRO GIROS SUPLANTADOS

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iros Suplantados (Segunda Parte), gira en torno al Mito de Narciso según la adaptación de Ovidio en la que combina la historia de Eco y Narciso, lograda de la visión del viejo Tiresias. Este personaje de Narciso que forma parte de la mitología romana heredada de la mitología helénica es la que se conoce hasta nuestros días. El mito dice que Narciso era hijo de la ninfa Liríope y un dios del río, Cesifo, enamorado de sí mismo movido por su gran belleza, tras ver su imagen reflejada en las aguas de un estanque hasta el punto que, inclemente ante su cautiva, se dejó morir allí, frente a su irradiado retrato. En el lugar de su muerte brotó la flor del Narciso. Otra versión más antigua llega de la mano de Pausanias. Las diferentes versiones conforme a otras simbologías mitológicas tienen cierta efigie figurada también en este libro, convertido en una pieza de una trilogía que decidí descomponer de un libro que en principio era uno solo, y a su vez, extenso. Una parte lo compone Giros Suplantados (Primera Parte) que alude a la estampa y a la imagen del héroe que fuera entre los dioses y hombres: Prometeo, y el otro libro son versos sueltos que giran entorno a diferentes inspiraciones, versos libres que llamo Giros Suplantados (Tercera Parte), subtitulado Espirales del Canto compuesto en su mayoría por poemas que evocan el tema del círculo giratorio del origen de la vida. La cosmogonía de los ciclos, forma el tema central de estos libros que inician una temática con héroes mitológicos y nociones del parecer de los hombres con respecto al devenir. La decisión de escindir o dividir estos libros para que puedan componer entidades individuales se debe a que de por sí gozan de soberanía, y desde luego, la facilidad que supone, que su lectura sea una experiencia conmovedora y distraída, ya que un libro de poema compuesto de más de doscientas páginas, significa causar una tarea ardua y tal vez incomoda para cualquier lector.

Zoyla Abréu Vargas

Giros suplantados (Fragmento)

¡OH! La maravilla se desprende de sí y se asoma a la vida bajo un encuentro fatal sin quietud y sin movimiento con los dedos erizados mientras el mar dormita y la luna se queda fría e intacta por encima de las cenizas de los caracoles y por encima de los velámenes y los mástiles que marchan pausadamente por las disueltas oleadas llevando los grandes brazos desenvainados y los miembros estirados hacia el salvaje vacío y la vieja serenidad del fondo del mar; pero sólo la vida parece andar ociosa, inhabitable contemplándose ávida y buscando su realidad frente al templo de su cuerpo, vivo, enormemente abierto, perdido y dilatado; tan sólo ella va adquiriendo fuerza, ella misma su vivacidad, mientras es sombra, mientras se abandona atroz e imprudente en el charco de su fresca palpitación, cuerpo que se devora para sí y renace para sí aún después de golpearse y de echarse un gran saco de látigos y azotes, aún después que su pensamiento dejara de pensarse, atemorizado y hueco como un trozo de hielo tirado en una ladera, como la libertad estrangulada y extinta, aunque tirite bajo la niebla gris Al ser poemas abstractos y de naturalezas simbolistas, en ellos hay un gran componente de complejidad. Fueron escritos hace ya más de veinte años. y grite en las noches siniestras de los vientos Y hoy alejándome del pudor que me extraviaba al principio, he decidido y con su cabellera aterciopelada darlo a conocer con tan poco arresto, adornada con pequeñas conchas de soledad, que me tomó todo este tiempo en deella crea rubor. cidirme. Aún así deseo que sea un excelente hallazgo contar con este libro en particular sobre la inspiración que me ha provocado el albor de Narciso. Muchas obras contribuyeron a recrear esta osada ocurrencia, hoy le debo a mis sucintas lecturas una historia tan particular y privativa al detenerme en la imaginación privilegiada que he hecho de ella. Agradezco a todo aquel que acceda a este libro subjetivo y pueda conocer una manera reveladora de seguir provocando y convocando a la lectura de la poesía como utensilio eficaz de la inspiración original que se produce en los creadores. La cohesión, el enlace y la afinidad de la historia exponen un lirismo encadenado, presto a sucumbir a lo que se hace llamar Prosa Poética, su coherencia motiva a leer una historia narrada entre versos cargados de metáforas y simbolismos que van adquiriendo un matiz revelador sobre las ideas imaginadas, fácil de comprender tal si fuera un relato, aunque no tan adocenado.

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¡OH! vida es demasiado tu tesoro y pobreza, pero tus pesadillas se deleitan en las noches de acuario y tus pies aúllan debajo del reproche mirando tus largos dedos convertidos en suplicio a la hora de ser carne y raíz, el resto es silencio ahogado, torcido, una silueta impalpable difícil de atravesar en su ruina bajo el tiempo ignorado, sin embargo, todo eso también, fue Narciso.Zoila Orquídea G. Abreu Vargas, nacida en Fantino, República Dominicana. Estudió Antropología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y realizó curso como Experto en Animación Socio Cultural en la Universidad de Estudios a Distancia (UNED). Ha sido Historiógrafa en el Archivo Nacional de Música de la Nación. Ganadora en el 1993 del tercer y único premio en el certamen de cuentos de Casa de Teatro, R.D. Ha publicado diferentes artículos en periódicos y revistas nacionales y en España. Algunos poemas han sido publicados en antología en España y a través de la Web. Ha colaborado en diversas ONGs. en Santo Domingo y en Madrid, España; y ha desempeñado diversas funciones para empresas de telecomunicaciones y de exportación e importación en Santo Domingo y España, respectivamente. En la actualidad colabora con diferentes empresas

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Cuatro Poemas de NORMA FELIZ P E R A LT A

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orma Felíz Peralta, nació en la República Dominicana – Constanza -. A muy temprana edad fue a vivir a la capital, Santo Domingo, con su padre y abuelos paternos. Sus primeros años de estudios fueron en el Colegio Santa Rita y San Marcos (Santo Domingo), y en el colegio Eugenio María de Hostos (Constanza). Obtuvo su High School en la ciudad de New York y un Associate Degree en Applied Sciences en City University of New York, y un Bachelor Degree en Lehman College (B.S.), con una especialidad en Terapeutic Recreation Specialist. Fue galardonada en el Encuentro Internacional de Poetas del mundo (Chile, octubre, 2008) como cónsul de New York, Estados Unidos. Recibió la distinción y cargo de Embajadora del Perú (en febrero de 2008).

ROMPECABEZA Regresa la Golondrina ahora con una angustia quemada. Y entre víboras recorre el espacio en una geografía mórbida. Regresa la Golondrina con su último silencio babeante y temerosa como un ser antiguo y viejo. Regresar entre… hierros a sus cordones asfixiantes. Su trayectoria es de boleros… Ajustan como un pedazo de mí.

PALABRAS Las palabras son muertes diarias… Movimientos de silencios. La silueta de lo dicho regresa a su iglesia epiléptica en una epidermis de miradas metálicas. Las palabras no se escriben en la lluvia… Se lloran en las pupilas que regresan estrafalarias del recuerdo a mirarse en el sigilo de una hacha. Una tristeza lejana rema supuesta y descubierta en el soliloquio de la noche.

MARCADO Apagó su búsqueda. Vio su alma. Se estuchó a mi cuerpo con su triste libertad seductora y cansada.

VENIR Te regalo una noche sin mí conmigo para que te pierdas en la locura angosta de mis llantos de miel. Serás perdido en un verbo herido del pasado. Te atraparé en la ventana que mira hacia adentro el calor de tus rabias engrandecidas por los segundos que te faltan por vivir. Y morir agonizando en las paredes de mis aplausos silenciosos… llenos de costados rebanados en lonjas de versos dilatados y juegos al azar.

Hablar de “Madrugadas” es indiscutiblemente hablar de poesía. Esta obra está sumergida en las profundidades de un arte puro. Conceptos, imágenes, metáforas, ritmos y armonías nos transportan mágicamente hacia una búsqueda cósmica. “Madrugadas” cautiva, hipnotiza, enamora…, nos hace esclavos de sus versos. Dra. Ana Martha Crosby Crosby. Lima, Perú “...Madrugadas, es una epopeya de la desesperación frente al acontecer que niega el sí mismo. Es una desiderata frente a la incertidumbre que proclama la nulidad del ser. Espejo y presente absoluto rige lo narrado. Contrapunto desde la orilla de la lucidez inmediata. Todo transcurre en un imperdonable instante que arrastra tiempo y yoidad. No hay coloquio asegurado y todo diálogo permisivo muere por inanición. Si la reflexión que es un puente de comunicación; “Madrugadas”, es su antítesis: vivencias signadas por reflejos de visión. Su alocución es monista: totalitaria de la voz femenina en una metafísica de la muerte...” (Fragmento de la lectura de presentación -de la primera edición- por el escritor Esteban A. Torres Marte).

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Poemas de

FRANK MARTÍNEZ de su libro

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Nunca Más Morir

Tal vez es hora de asumir la fiebre como la forma más benigna de entregarme a la vigilia.

CLAUSTROFOBIA Se detiene la sangre en la retina.

INSOMNIO Toco con familiaridad la escalinata, lugar habitado desde hace siglos por residuos de líneas cóncavas, contemplo más allá de la cerradura una noche irreversible, la abundancia de un reloj y su combustión en vilo y el azar del límite en un mantel como quimera. Los pasos reiteran en el umbral las preguntas sin respuestas, el desastre que impera en cada forma. Otra vez volveré a descorrer los muros, a visualizarme en los grabados, en el paraguas que por descuido abandoné en el patio. Un guiño de luz revela un mundo más vasto y solemne. Echo andar, el pijama es un estorbo, alguien olvidó apagar un cigarrillo y un pájaro se incendia en el cenicero. Supongo que es temprano para hacer milagros y describir los rasgos de una muchacha que invadió mi pesadilla, definió su rostro en el desván, indagó en la silueta de su imagen algún secreto y regresó a la esencia de una rosa. Entonces recupero los sentidos, recobro el equilibrio que me devuelve al licitador que seré mañana, cuando no vea a través de mis ojos escalinatas ni peces en medio de la sala alucinando en la gravedad del agua.

Temo ser parte de la oscuridad a deshoras cuando asume la postura de un hombre moribundo, tal vez, temo ser parte de la naturaleza que en este momento se niega a compartir porque la habitación es breve. La palpo sin nombrarla y son verdaderos estos dedos míos, auténtico el eco con el que inquiero el niño que se esconde dentro de mi pecho. Se disipa el alejamiento de los muros. Densa es la respiración que cruza la penumbra. Los pensamientos apuran la inconsciencia. Carezco de memoria para escuchar la noche. El sopor zurce mi tos a la ventana. La quietud restituye la fascinación de un dios que se extingue más allá del muro. Las paredes se aproximan a mis pulmones y se repiten en sudores, en tropiezos, en sombras interpuestas, en la fijeza de una voz que malogra las palabras, luego circunda la sangre, hasta aplacar el silencio ambiguo, cruzan el patio de las casas sin relámpagos para volver sobre la piel y al balbuceo de un temblor en mis rodillas. Cada centímetro de bruma ahora es ilegible como si siempre hubiese estado cautivo dentro de un círculo. Aún no he muerto, lo sé y más allá de este claustro la vida continúa.

TACTO FIEBRE

Se apagan los ojos en la recámara en el ángulo de un abrazo a ciegas.

Degradada la alcoba flotan unos pasos que vindican figuras redundantes, ascienden calambres que serán continuidad o adivinanzas con su don de alquimista. El sonido enciende vapores innombrables, abrevan la distancia los caballos de la tarde como niño asomado a la ventana, mientras en disoluble demasía envejecen las paredes en la escala sideral de los volúmenes. La respiración mezcla los detalles, donde hubo voluntad una acumulación de conjeturas prorrogan las imágenes, vencidas manchas de vino y discordia sobre un lienzo. Ruego por un espacio, por una receta de elaboración casera, por un zona a orillas del tacto y la cabeza para irme a reposar después de recoger las flores de los visitantes.

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Palpo un candelabro incuestionable, una lámpara de cascabel relampagueante y el inicio de una silla relegada al tiempo donde ha permanecido abstracta. Hurgo entre mis manos mientras recreo en cada roce el firmamento. Si el invierno asoma a la ventana camino a través de la habitación a la deriva, sin distancia… (sólo tiene distancia lo que tiene infinitud y olvido) Mañana bien temprano romperé todos mis libros y levantaré una pared como torre de babel en cada cosa poseída, las pintaré de ocre hasta casi doblegarlas, entonces veré la luz y conoceré la superficie y el color del fuego, conoceré los colores que vislumbro desde niño cuando jugaba al exilio y no me detenía a escuchar el himno.

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Cuando hay longitud trascienden los objetos y nos acercamos a través de ordinogramas y máscaras sin desprecio ni díscolas miradas. La conversación en torno a Dios sería la forma más benigna de eludir el miedo y de suprimir las pesadillas. Alguien llama a mi puerta y debo adivinar un rostro que reconozca la opacidad en la que vivo, su voz me invita a despojarme la oscuridad del alma, pero el tiempo es breve y aún la noche no me ha revelado todo. Aún a oscuras... Amanece.

AMANECE Te contemplas y me contemplas instantáneo amanecer en la necrópolis, piedra a piedra me muestras tus dedos y una aurora, el racimo hexagonal de las reliquias y unas nubes como sombras de granizos. Ha pasado algún tiempo, antes eras un puñado de pájaros y unos árboles para iluminar el firmamento, ahora eres tierra y mausoleos. La armonía no tiene espacio en los suburbios, el silencio es como una iglesia a la que habremos de asistir despiertos pero absolutamente inmóviles. Tiempo no hay para llorar por los caídos, todo en ti es deserción, añoranza de un destierro más antiguo y solemne que el que me muestra tu esplendor.

colgadas en la pared o simplemente en un rincón a oscuras. Pero no hay sombra, ni techo, ni lágrimas lloradas, ni un cuerpo al cual regresar para restituir la vida.

SE VACÍAN MIS MANOS Se vacían mis manos cuando amanece, lo que fue un blanco fúlgido en los muros es una ráfaga fugaz de corazón golpeando con ímpetu homicida. Puedo distinguir los utensilios y el sabor a fruta, pero me recorre el miedo, la soberbia por poseerlo todo y no poder definir un enunciado, ni siquiera compartir la noche a deshoras, hasta que uno de los dos caiga en forma de tropo o esfinge. Me arrodillo y el lenguaje en un santiamén devora todo y observo mi densa alma sin oscuridad sobre mi abdomen, observo y callo, y quiero despertar, pero no puedo, ni siquiera sé cómo me llamo, o cómo salir de este instante. Me busco en el blanco fúlgido del muro, me busco acaso en mi propia sombra aspirando la longitud de todo lo que en silencio sangra: la luz, el agua, mis manos evaporadas… Detrás de mí hay un comienzo, una puerta sin cerrojo como un grito y sé que alguna embriaguez me mostrará el camino.

Hemos sangrado tanto que se mezclan mis labios con tus manos delatoras. Nos iremos por caminos diferentes para no sentirnos solos, para no sentirnos eternos.

ÚLTIMO ACTO

En el escenario, el personaje interpreta el papel de su vida, el que lo lanzará a la notoriedad y cuyo acto jamás podrá ser doblado por hombre alguno. A Rafael Hilario Medina Con una capacidad escénica impresionante se quita la vida Nueva York, 12 de agosto de 2003. dándose un disparo certero a la cabeza ante la mirada atónita del público y de sus colegas.

SI FUERA UN ALEJARSE DE MI SOMBRA

Si fuera un alejarse de mi sombra, de mi cuerpo, de mis dedos, uno a uno, dispersos como piedras y verme desde el cielo raso fragmentado sobre la cama, escuchar a los que llegan a unir a retazos mi memoria, y llorar porque es la única forma de sentir consuelo, sufrir para reintegrar el miedo a la muerte que les tocará algún día. Si fuera el regreso como la partida, volver la vista atrás y abrazar a los que aún te aman, poder unir mis huesos, y verlos recobrar la luz de la bombilla, y la carne como un animal en adulterio arrancarla de los sueños, sin pronunciar palabras, sin resabios... y recoger mis pertenencias, las cosas que a pesar de la ausencia permanecerán intactas,

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La claraboya a media asta deja escapar un haz de luz invisible. Cae el telón púrpura y se confunde con la sangre que alcanza la primera fila como si quisiera ocupar un lugar en las graderías. Se apresura el productor a levantar el cuerpo y a dar por concluida la temporada teatral o por lo menos hasta que aparezca otro actor con el mismo espíritu de entrega y auto sacrificio por la obra en escena.

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Poemas de IRENE BEIBE de su libro PRIMAVERA Y OASIS

Fin de fiesta

Inocencia – (Ars poética I)

La marea

Quisieron los astros que a mi través pasaran palabras de peso específico y de orden igual. Y yo, sin saber su destino, voy coleccionando una flota de barquitos de papel que se mecen, impacientes por salir, todavía en mí amarrados.

I- De vida Recordatorio Cada tanto me sorprendo y me maravillo cuando encuentro en otro espejo las carnes contundentes los brazos alimenticios los pelos de jungla salvaje la densidad carnívora de las apretables redondeces que descansan sobre la silla voluptuosas e inflamables.

Utterances Úteros que vais volando por el aire: ¡ Úteros!, ¡decidme dónde vais! Úteros rosados con corintios capiteles cual rebaño de ovejitas por el aire ¡Úteros! ¡Tenéis madre! Úteros que vais volando por el aire: ¡Úteros!, ¡decidme!... ¿Dónde vais?

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Sus olores, los míos y los del plástico que nos cuida la virtud se funden en un aroma recién exprimido, que sin llegar a ser viejo es todo lo que ha quedado, como una copa de champán a temperatura ambiente después de que se acabó la fiesta.

Me gustaría reventarte la cabeza y agarrarte de los pelos y arrastrarte tras la puerta y destrozarte besarte a saliva y con los dientes desnudarte y sobre tu sexo tieso y asustado en la sorpresa usarte. ¡Ah! ¡Jugar! como juegan el ratón y el gato sed de sexo sin luna los días de hormonas altas y los días de bajante descartarte, cuando queda al descubierto el fango repugnante de tu locura.

Instantáneas: Tres hombres y una cama Una balsa a la deriva sobre el mundo que gira debajo y nosotros, sin darnos por enterados. Una tribuna de fútbol sonrisas a la cámara del machismo tras la cual los amigos gritan el gol. El momento, el lugar, el hecho la única y eterna verdad ahora y ahora y otra vez ahora. Nacida en 1969, Irene Beibe es originaria de Buenos Aires, Argentina, donde estudió música, arte y literatura. Después de terminar en Buenos Aires la carrera de Educación Musical en el Conservatorio “Manuel de Falla”, la autora se mudó a Estados Unidos, donde primero obtuvo el título de Master en arte, para luego recibirse de Doctora en Filosofía y Letras, dedicándose a estudiar las literaturas hispánicas, con énfasis en la poesía. Su interés en juntar música y literatura hacen que tenga un “oído” especial para el ritmo en poesía y en otras manifestaciones literarias. Ha estudiado este tema también en su disertación doctoral, intitulada El ritmo como subtexto analizable, en la poesía y el teatro de Federico García Lorca. Su primer libro de poesía, Reflexiones y reflejos, tuvo muy buena acogida en círculos literarios de Estados Unidos y aquí nos presenta Primavera y Oasis, su segundo libro de poesía.

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Poemas de Pedro Pablo

Pérez Santiesteban

Pedro Pablo Pérez Santiesteban Holguín, Cuba, Octubre 22 /1957 Publicaciones: Poemarios “Marea Alta”, “El Nectar de las abejas”, “En la Luz de mi sombra”, “Crecida de verano”(antología poética). Narrativa: “Carlota de los espíritus/Luna Verde, “Cuentos para un Domingo”, “Frente al espejo”. Publicado por: Revistas: Mis escritos/Argentina, La puerta azul/Argentina, Estandarte.com/España ,Revista Almiar/España, Myrtos Escritos/ España. Revista Literarte/ Argentina. Revista Paradoja/ EU Antologias poéticas: Amor Imposible y Horizontes Lejanos.Centro poético español Premios poesías-Cuba/1991-Casa del escritor de Marianao Finalista: Centro poético España y Mis Escritos Argentina(2004/2005) Correo a contactar: pppsantiesteban@yahoo.es Página Web del autor: www.pedropabloperez. net

POEMAS

XV Tiemblo en el rincón abierto, en ese que se escapa cuando enmudece la noche.

Hoy respiro tu aliento provocado en la distancia y retorno tranquilo sobre mis propios pasos, buscando inconsciente el remanso de tu sombra.

Para un encuentro fugaz Atado en cuerpo y cintura sin movimientos aparentes. Foráneo en la noche esquiva -sin reflejo conectadoMás allá de la frontera de tu ausencia, más allá de la quimera del silencio. Más acá de mis instintos, más acá de mis deseos. Te entrego el jugo que destila por mis piernas. Me bebo el zumo que recorre por tus pechos.

Diferencias Entre tu cuerpo y el mío se interpone la distancia. La distancia de palabras y caminos. Tu llevas el rojo con zapatos elegantes, yo voy de azul con los pies descalzos sobre el agua. Tu eres luces que se prenden en la noche. Yo soy sombras que se pierden en el día.

Tiemblo y no por ello voy olvidando el susurro. Tu susurro es caliente como el vitral de mis aguas, la que corre en cascadas emanando de mi cuerpo. Tiemblo y no por ello dejo de llevarte en mis brazos, y no por ello dejo de arrastrame a tu centro. El punto clave donde nace el arco. Tiemblo con tu mano acariciando el recuerdo.

XXIII Tu verano huele a madera; a pino recién cortado de mi tierra. La brisa de tus playas desnuda mi cuerpo de resinas. Me envuelvo en el calor que sofoca la mirada y me cubro de las hojas que desprende tu humedad Y en tu verano me encuentro como una cita que el tiempo nos impone, sin marcar los segundos en mi reloj de cabecera.

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5 Poemas de CLARIBEL DÍAZ Claribel Díaz, dominicana. Poeta y psicóloga de perspec�va psicoanalí�ca. Posee Profesorado en Letras Universidad Autónoma de Santo Domingo, Licenciatura en Psicología UASD Y Master in Clinical Social Work de la New York University. Trabaja como Psicoterapeuta en un importante centro de salud mental de la ciudad de Nueva York desde el l996 Incluída en importantes antologías de la poesía dominicana y sus trabajos en los géneros de la poesía, la narra�va y el ensayo han sido presentados y publicados en importantes medios del país y del exterior. Ha publicado el libro Ser del silencio/ Being of silence (poesía en edición bilingue del 2003). Premura de los días (inédito) es su segundo libro de poemas.

DESCONCIERTO Has muerto hoy ante la mirada del hastío. Penetrando el flanco de la memoria, él se apropia de tus pasos, los verdaderos: intersticios, vacíos, desencuentros, tantas fisuras del abrazo. Huir tras absorber el olor de caracol que hay bajo la lluvia, dormir en el recodo de los labios o arder en la pupila del presente. Al alcanzar los lugares de la dicha, el arrojo te devuelve al trastorno de tus orillas. Cuando todos se desprenden de ti y de tus élitros, armas los restos imposibles de tu historia.

DETENER LA LLUVIA Intento detener la lluvia, pero la lluvia me detiene a mí y todo se transforma en una bruma. Del otro lado de la bruma está el silencio y mis ojos que se asoman por las hendijas de la tristeza, mirándome, se preguntan quién soy.

CERTIDUMBRE No soy tormenta ni quietud. Soy la ola que se resquebraja con el golpe. De la palabra, los ojos

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en los ciegos amaneceres del llanto. Por la noche me deshago en la pupila del ensueño y despierto en la voz que adormece. Y esta pausa? Esta pausa no es un respiro, es una prisa. En el dorso de su mano yo me esfumo y en su palma reaparezco. VOZ DEL SILENCIO Caminos rotos escinden mis sueños huellas con prisa se esparcen en gotas de luz espacio que deja un lento discurrir de sombra es el recuerdo silencio miedo asombro su mirada sabe a ausencia a olvido a espanto ante el resquicio de la muerte sólo el que ama sabe del instante incierto de la espera.

ESPEJISMO DEL DESEO Detrás del nombre hay Lo que no se nombra J.L Borges

Tras la esfera de un cristal de polvo vislumbro tu ser desde el olvido y la sombra advierto su clamor de fuego llamarada de espanto la palabra insinúa la mirada del recuerdo hálito breve que se esfuma en el ensueño como la tibieza de unas manos que tocan sin tocar como la inalcanzable estatura de tu rostro eternizado en la sonrisa sin aliento vacua y exigua presencia eres preludio del encuentro el espejismo sueño pretérito escondido en mi voz te nombra sin decirlo.

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RAFAEL BORDAO Y LAS ESCURRIDURAS DEL EXILIO Por Raúl Tápanes López

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Y es que Bordao es un poeta que no oculta, sino muestra con orgullo y altivez, su posición política. Hay quienes creen que arte y política están reñidos, pero existen en nuestra historia demasiados ejemplos que invalidan el criterio: Heredia, Zenea, Byrne y tantos otros. Hay en esta época una doble moral, una hipocresía que escandaliza y aterra, y que tiene su manifestación en el arte: cuando el artista de izquierdas politiza su obra, se le llama arte comprometido, cuando lo hace alguien que no simpatiza con el socialismo se le reconviene por la politización de su arte y se rasgan las vestiduras y se vierten ceniza sobre las cabezas los mal intencionados y los tontos útiles. Los mismos que le reconocen a Nicolás Guillén o a Roberto Fernández Retamar una indiscutible autoridad literaria e intelectual, pese a la militancia política que prevalece en sus obras y actos, le niegan su reconocimiento a Reinaldo Arenas o Rafael Bordao por sus posiciones políticas.

Cuando usted busca el nombre del poeta cubano Rafael Bordao en la revista electrónica habanera Cuba Literaria, sólo aparecen estas escuetas líneas: Escritor y editor (1951). Bibliografía activa: “Los descosidos labios del silencio”. A pesar de ser uno de los poetas esenciales de la Cuba actual, Bordao es uno de esos innombrables que no aparece en antología, análisis o crítica literaria alguna publicada en la Isla. No pierda el tiempo buscando su nombre en ninguna otra revista literaria (oficial) publicada en Cuba. Hay que agradecer entonces a la entereza de alguien que al menos aparezcan esas once palabras. Los motivos del silencio son obvios, ampliamente La insularidad enunciada por Virconocidos por los cubanos y no voy a referirme a ellos. gilio Piñera en la maldita circunstancia del agua por todas partes, En 1968, el mismo año de las barricadas estudiantiles en París y de los es determinante. Escurriduras de tanques rusos en las calles de Praga, cuando escuchar a Los Beatles o los la soledad es un libro sobre el mar, Rolling Stones en La Habana era diversionismo ideológico, un desconoci- tan imprescindible para la poética do Rafael Bordao fue apresado en las calles del Vedado, como tantos otros cubana como las aguas que rodean jóvenes cubanos que lo fueron por el sólo hecho de tener melenas largas, la Isla. No podía ser de otra manecreer en Dios, escribir raros poemas, ser homosexuales, o simplemente ra. La memoria y la condición de no cumplir lo que el Estado consideraba, debía ser los parámetros de un exiliado, fuentes inagotables de la joven revolucionario. En 1980, el año en que más de diez mil personas se poesía de Bordao, pasan a través refugiaron en la Embajada del Perú -un pequeño chalet en el barrio más del mar, se arrastran -más que naaristocrático de La Habana-, entre los 125 mil cubanos que abandonan la dan- sobre las olas del Estrecho Isla a través del éxodo masivo del Mariel se encuentran algunos poetas de la Florida desde El Morro hascomo Reinaldo Arenas y Rafael Bordao. ta el Manhattan de la Estatua de la Libertad. A través del mar pasa Seis años después, Bordao publica su primer cuaderno —Pro-yectura— y el odio y la paz, la esperanza y la en 1988 obtiene el Premio Agustín Acosta con Acrobacia del abandono. desesperanza, el destino impuesto En 1995 ve la luz su obra consagratoria: Escurriduras de la soledad. Cinco y la libertad. Es el signo de la Geaños más tarde —el tiempo es una tiranía cuando se vive casi medio siglo neración del Mariel, la que abandonó la Isla en un éxodo inédito desde los bajo los vientos— llegan a mis manos algunos pocos poemas de aquél tiempos bíblicos, la que huyó a través del mar y de la cual Rafael Bordao cuaderno. es una de las voces poéticas más emblemáticas. Ya hace unos años alguien escribió sobre el lenguaje poético de Escurriduras...: Es esa ola insoslayaEn julio del año 2000 comienza a publicarse en Matanzas -la otrora Atenas ble que remite su historia: memorias, recuerdos que estallan silenciosos de Cuba-, algo así como una revista casera y artesanal, mezcla de ingenui- de otras voces que permanecen como mudos navíos contra el paisaje... El dad y atrevimiento, al margen de las instancias oficiales y sin el apoyo de poeta nació junto al mar, en una ciudad levantada alrededor de una bahía y nadie. Unos doscientos ejemplares de veinte páginas (en realidad cinco ho- murió en el mar antes de resucitar en la Nueva York de Lorca y de Martí. jas de papel carta dobladas a la mitad) impresos en fotocopiadora (portada y contraportada) y en una vieja máquina de escribir Underwood de 1958, El hermetismo como heredad de una cultura de resistencia y la intensidad papel de copia por medio. En su segundo número, de octubre de 2000, se cambiante de los vientos marcan el ritmo de la resaca contra El Malecón y publica el poema de Rafael Bordao El robo de la libertad. Recuerdo que los textos de Escurriduras... El cuaderno está alumbrado como una sinfoalguien quería poner en su lugar un texto más audaz —políticamente ha- nía que sigue el movimiento de las aguas. Oleaje, Marejada, Mar de fondo blando— que en la obra de Bordao abunda, pero al final —santo temor que y Escurriduras de la soledad. Los treinta y ocho poemas tienen títulos connos permite vivir a los que no nacimos para apóstoles—, nos decidimos vencionales: Ola Tres, Ola Siete, Ola Gris, Ola Roja, Resaca (4) o simplepor ese poema, fácilmente extrapolable de la noche de Manhattan al me- mente Cinco, Seis... La sinfonía se cierra con los dramáticos acordes del diodía habanero. Quizás sea algo totalmente intrascendente en la poética poema Siete: cubana, pero fue uno de los pequeños hitos que nos fueron dando el coraje necesario para descubrir la existencia de otra realidad, de otra dimensión Alza los ojos Sobel en la que confluíamos con los espíritus prohibidos por una revolución que mira en el cielo la imagen de tu pueblo nunca existió. evasivo emancipado buscando asilo En los últimos años intelectuales también reprimidos en décadas anterio- remando su historia insistente res como Antón Arrufat, se han atrevido a pronunciar en público nombres anhelando el equilibrio como el de Reinaldo Arenas o Cabrera Infante, pero Rafael Bordao sigue sin egoísmos ni maltratos. siendo un agujero negro en el espacio. La no existencia es uno de los mecanismos más usados en la Isla para intentar el control absoluto del pen- Escurriduras... es un libro necesario - e imprescindible- para comprender samiento, como lo es también la existencia de una poética oficial, domes- la poética cubana más actual. Trece años después de su publicación sigue ticada y artificialmente encumbrada, que rige y controla la célebre frase siendo un canto magistral sobre la infinitud de una isla y de conceptos pronunciada en la Biblioteca Nacional en 1960. Y de Arenas y de Agustín esenciales e intrínsecos que hoy se encuentran en el centro mismo de todo Acosta y de Buesa y de algunos otros se puede hablar -pero poco- en la hombre allí nacido. Cuba de hoy: que los muertos, por mucho que nos arrojen a la cara nuestra incapacidad en sus testamentos, ya están muertos: los vivos que pueden seguir escribiendo peligrosos poemas son los innom-brables.

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POEMAS DE RAFAEL BORDAO Rafael Bordao (La Habana, Cuba) es un poeta, editor y escritor cubano cuya obra disfruta de un gran reconocimiento. Bordao hizo su doctorado en Columbia University, y es miembro del PEN Club para Escritores Cubanos en el Exilio (una afiliación del PEN Internacional). En 1998 fue distinguido por la Academia de Artes-Ciencia-Letras de Francia como “Homme de Lettres” recibiendo la Medalla de Plata y Diploma. Ha merecido innumerables premios literarios dentro y fuera de los Estados Unidos. Ha publicado varios libros de poesía y dos de ensayo. Actualmente dirige la revista internacional de arte y literatura Sinalefa. Ha sido profesor en Columbia University, Montclaire University, Saint Peter’s College, Teachers College, entre otros. Enseña Español y Literatura en Nueva York.

OLA GRIS

OLA VIOLETA Grey peak of the wave/ wave, colour of grape’s pulps... Ezra Pound Linfa de asombradizos ojos autumnales, toda la magia de tu cuerpo, ha sido elogiada por sus labios: abre tus rombos de huchas, las fechas ininflamables y vierte todas tus cuitas, encima de su valentía. (Cárdenos y adiposos los golpes de mar abortan el ocaso).

OLA CARMELITA

¡Oh, subir tu abrupto promontorio y descender en cada glóbulo hacia tu profecía! Bajo tu dermis hay un correo de moluscos resentidos unos amantes ensimismados y una fortuna a la deriva de peces solubles.

De tanta reserva te han oscurecido de prejuicios: traspasaron tus dioses con ecuménicos excesos y te llenaron de un hipo misterioso. Vacuna tu esperanza con botes de madera, y déjale tu plectro sobre los arenales.

OLA NEGRA

OLA ROJA Tú sola hinchada de ira lanzas los remos de los hombres a la fortuna de los rompeolas; arrojas tu lujuria simbolizada en los peces, en las naves que no alcanzan a comprender tus misterios, y se ausentan de la orilla del alma a media noche, cuando el silencio y la desconfianza son más grande.

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Y cada ola quisiera ser la última José Emilio Pacheco La soledad ciega como una piedra que cae en las entrañas del abismo, sin voz como los peces que callan y reciben el incentivo fatal, rompe el himen de la noche con su efímero secreto. Voltea, ola, tu inmarchitable corazón nervioso, las voces que se apagaron en el desamparado infinito, las tablas del infausto bote que resoplaban sus fobias su brisa de misterio, vencidas por la insonoridad de los gritos.

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Narrativa Contemporánea José E. Santos

José E. Santos nació en San Juan de Puerto Rico en 1963. Comenzó su labor literaria como poeta con la publicación de Pequeño cuaderno gris en 1987. Después de un período de estudios en el extranjero regresa a Puerto Rico y publica su primera colección de cuentos Archivo de oscuridades en 2003. Le siguen los poemarios Crónica de la degustación en 2005 y Después de la espera en 2006. En este mismo año aparece la colección de cuentos Deleites y miserias. En el 2007 publica la híbrida colección de relatos Los Viajes de Blanco White y su poemario Libro de Venecia, que fue seguido en el 2008 por la colección de cuentos Los comentarios. En Trinitarias y otros relatos Santos ofrece una mirada oblicua a espacios conocidos de su producción narrativa anterior para resaltar otros niveles de significación que se posibilitan a través del diálogo entre los textos. De igual manera abre la puerta a nuevos espacios de exploración futura y reelabora su constante e inevitable obsesión con la polivalente representación de la modernidad.

DIVERTIMENTO “cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.” —Juan de la Cruz

Ya habían pasado meses desde que ofreciera llevar a Sheila al restaurante italiano que había visto tantas veces deambulando por Viejo San Juan, pero en el que nunca había cenado. Una vez entré y tomé vino en la barra y pedí el menú para ver lo que ofrecían. Me llamó mucho la atención el mismo y decidí desde ese momento que sería el lugar para despedir a Sheila. Sí, Sheila se iría de viaje por un año, y como usualmente sucede, uno deja de ver a la gente por un lapso mayor de tiempo después del viaje. A veces nunca se vuelve a verlos. Decidí esa mañana que la llamaría, que sería esa noche la escogida para la cena entusiasta, y acaso para la despedida llena de agradecimiento. Ella, si bien podía llegar a ser terrible, había sido siempre especial y precisa conmigo. Yo deseaba agasajarla como nadie lo había hecho jamás. Ella siempre tuvo novio, lo que dictaba las normas de nuestro comportamiento, si bien nunca impidió nuestra apertura a la hora de hablar y profesarnos mutuo entendimiento y sincera solidaridad. Quise recordarle de nuestra cita a modo de broma mal ejecutada y poco original (yo pensaba que era buena la broma pero luego de hacerla me di cuenta de que era una soberana estupidez). Como a eso de las 11 de la mañana le envié un mensaje de texto por el celular que decía “007, es el otro 007 que te indica que hoy es la operación Italia”. Nada más terminar de enviar el mensaje me di cuenta de su precariedad y que no movería jamás a risa. Sheila, tan cauta para la sonrisa, tan económica para reír o vociferar, me haría pagar por el delito. Y no me equivocaba. Minutos después recibo su llamada. —¿007? ¿Se te ocurre 007? A la verdad que tu imaginación ya está agotada. —¿Y tú qué sabes de eso? Nunca me has leído para juzgarme. Ni siquiera leíste el libro que te dediqué hace unos años. —No he tenido tiempo. —Nunca tienes tiempo. —Es cierto. ¿No te has acostumbrado todavía al hecho? Pues nada

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hombre, tienes suerte. Hoy puedo ir contigo al italiano a ver qué tal. Me buscas entre seis y siete de la noche. —Me parece bien. Llamo entonces para hacer la reservación. —Pero no te afanes ni entusiasmes, sólo deseo practicar un poco de italiano porque en Europa oriental se usa bastante y me voy por un año. —Sí, está bien. Ya aprendí hace siglos a nunca entusiasmarme contigo para nada. —Pues nos vemos entonces. —Te cuidas. Así como así las cosas fluyeron como siempre. Me alegraba ir al restaurante italiano, promesa incumplida de siglos, bien que siempre fue ella la que esbozaba algún “pero”. Como nos sucede en ocasiones que no compren-demos, el resto del día pasó como un dardo y ya me veía ante el espejo arreglándome el atuendo negro tradicional y echándome la colonia que me ha caracterizado hasta hoy. Como de la nada estoy en el automóvil de camino a recogerla y nada abrupto siento en la sucesión casi instantánea. “Cosas de la alegría”, pensé habitual y pausado. Decidí poner un CD de los Chemical Brothers, Surrender, para evitar así el posible vandalismo de Sheila que pudiera tratar de imponer un CD de alguna cantante New Age de segúnda, o peor, de alguna banda reciente de las que sale en MTV cuya longevidad podría medirse en centímetros. Ya poco falta para llegar. Doblo la calle y noto que me espera fuera. Esto ya me extraña pues siempre me hace esperar aunque sea un par de minutos. Me acerco y noto que su traje es excepcional, y que su belleza se acentúa con cada instante que pasa. Al entrar tuve que confesar mi asombro. —Sencillamente estás hermosa Sheila, y tu traje es una maravilla. Jamás te habías puesto uno así. —Gracias. Sucede que nunca he sentido que valga la pena ponerme algo lindo contigo. Su maltrato era el de siempre. Su naturaleza cama-leónica y presta a generar la decepción era algo que yo olvidaba inútilmente. —¿Llamaste para reservar? —Sí, Sheila, descuida. —¿Y sabes cómo llegar? —Sí, no jodas. ¿No vengo invitándote hace tiempo? —Yo sé cómo llegar también —me indica con su primera sonrisa de la noche. —¡La hostia! ¿Y te vas a poner en esas ahora toda la noche? —Tú pendiente a lo que haces y mira la calle. Tenía razón. Por algún motivo ya estábamos en la entrada a Viejo San Juan. Busqué la calle por donde siempre doblaba para pasar al lote multipisos de estaciona-miento pero no la encontré. —Debo haberme pasado de la entrada. —No importa, allí más adelante hay varios espacios. Esto último lo dijo con un entusiasmo que le des-conocía. Acomodé el auto en uno de los espacios sin dificultad. Al salir noto que ella no ha abierto la puerta toda-vía, por lo que deduje que esperaba porque yo fuera a abrirle. El gesto no me intranquilizó, pero no me pareció propio de su cosecha. —¿Tanto te ibas a tardar? —Siempre abres tú, es costumbre. —Hoy voy a tener que cambiarte algunas costumbres niño majadero. Ahora resulta que el majadero soy yo. ¿Qué le ha dado a esta niña hoy? El pensamiento dio paso a una sensación de beneplácito al notar que había una brisa suave y un olor como de rosas en el ambiente. Pensé que sería un jardín cercano y no reparé en el hecho. Sí tuve que notar que Sheila, por primera vez en su vida me había tomado la mano y caminaba pegada a mi lado. La miré con asombro y ella sonreía. No la veía sonreír así desde que me pinché el dedo en la puerta del auto hace un año y pico, más o menos. El olor persistía. Ya era embriagante, y acaso esto me ayudó a asimilar el gesto particular de Sheila. —Huele bueno, ¿verdad? —Eso mismo pensaba bella. Supuse que era un jardín pero ya lleva bastante tiempo. Seguimos la marcha y noto que el callejón del Gámbaro se me parecía a la calle Padre Rufo de Barranquitas. “Habrán rehecho parte de la

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calle”, pensé y no dije nada, pues Sheila me tomaba la mano con firmeza y rozaba su hombro con el mío. Otros detalles estructurales me extrañaron, y justamente el conjunto parecía una mezcla de Barranquitas con Viejo San Juan. Por un segundo pensé que estábamos en San Germán. —Llegamos —escuché. Y era cierto. Al entrar me doy cuenta de que algunas mesas han cambiado de lugar. —Sí, señorita. He llamado al mediodía para reservar... —¿Al mediodía? Una mesa para dos, ¿no es cierto? —Sí —contesté algo abrupto. —La estamos preparando todavía, no se preocupe. Puede pasar a la barra o caminar por el local. Le hemos de avisar. —Gracias. Miré a Sheila y sonreía. —¿Qué prefieres hacer? —Caminemos un poco. No recordaba yo de la otra vez que estuve varios detalles del decorado y de la distribución del espacio. Al pasar la barra noté algo así como una peluquería inmaculada. En la misma había dos delicadezas travestidas de cuño original masculino que ostentaban hermosos trajes con lentejuelas y cortes estilizados. —Juraría que aquí era la cocina —fue lo único que alcancé a decir. El olor a rosas persistía. No lo comenté. Entonces vi balcones. No habíamos subido ni un solo piso y vi balcones. Me quedé observándolos. Más me asombraba no reaccionar de manera instantánea al sinsentido que vivía. Con toda la calma del mundo traté de racionalizar lo experimentado. “El lugar se llama Fratelli y eso es ‘hermanos’. ¿Cómo no darme cuenta de que pudiera haber un subtexto homoerótico? Pero es que la otra vez no vi nada de esto”. —Caballero, está lista la mesa junto al balcón central. —Gracias. Ahora sí que tenía que ver aquello. ¿Darían a la calle los balcones? Esto sería algo inoportuno. No sabía si me agradaría ver que todo el mundo estuviera mirando a uno allí casi en la calle. El caso es que llego al balcón y puedo ver que queda en un segundo piso bastante elevado. No puedo precisar la geografía que justificaba ese estado de cosas. —Es hermoso este lugar, y no me lo habría imaginado de esta forma —dije recordando que estaba acompañado. Sheila entonces me rodeó por la cintura y se apoyó en mi hombro. No supe qué pensar ni qué hacer. Nada me había preparado para esto. —Gracias por traerme. Yo conocía el lugar ya y cuando lo sugeriste me sentí muy contenta. Ella me sonreía. Embriagado de rosas le sonreí de la misma forma. Fue entonces que me abrazó del cuello y me besó tiernamente. “Sheila me está besando”, alcancé a pensar, y me abandoné al deleite. La besé con la insistencia de quien siempre ha querido algo y lo encuentra por primera vez. Creo que incluso hasta lagrimé un poco. —¿Qué sucede? ¿No te gusta? —¿Cómo no ve va a gustar si sabes que alguna vez lo había deseado? —Yo también, pero nunca te lo dije. Hoy puedo hacerlo porque me voy. —No hemos practicado italiano todavía —le indiqué sonreído, aunque un tanto melancólico por lo que dijo. —Hacemos lo que quiero hacer, y lo que tú también quieres —contestó sin mesura. Siguió besándome contra la puerta del balcón. Lejanos se escuchaban los automóviles, la gente que pasaba y conversaba, los chamacos que gritaban de vez en vez. Por fin nos sentamos. Me tomaba la mano. Me tomaba la mano y sonreía. Pedí vino tinto noritaliano. —Otra cosa debo decirte hoy. Yo sonreía como niño contento. Pensé que lo que dijera sólo añadiría a la paz de nuestra inusual entrega. Supuse que sería sobre su inminente partida y lo que representaba. —Amor no te preocupes si tiene que ver con hoy, el futuro, o lo que sea. Sé que te vas y me he hecho de la idea de que este instante quedará aquí como presumo que me has de pedir. —Es hermoso lo que dices —me dijo y más me apretaba la mano

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derecha—, pero no es eso. Imagino sí que hemos de hablar de ello, en la mañana, al pasar de estas horas que nos debemos mutuamente y que hoy te confieso que deseo. Yo no sabía qué pensar. Me afirmé internamente que nada podría desconcertarme y que aceptaría su corta celebración estoicamente. —Di lo que desees Sheila, sabes que te escucharé tranquilo. Me abrió los ojos con el fulgor de las narraciones eternas y la cadencia del cantar de los cantares. —Pues entonces te lo digo —indicó mientras se acercaba un poco más—. Yo soy una 007 —fue lo que escapó de sus labios mientras su sonrisa preludiaba el reírse bajito. Babel, confusión, el vacío. —¿Qué dijiste? Perdóname, que me parece no haberte entendido bien. Ella comenzó a reírse ya algo más abiertamente. Seguía tomándome fuertemente la mano, pero reía. —¿Por qué te ríes? —No es nada, es que me imaginaba que no entenderías. Escúchame bien: Yo soy una 007. Al repetirlo mi desconcierto ya era pleno. No quise imaginar mi rostro pues su risa debería servirme de espejo. No dejó de asirme la mano y hasta se acercó mucho más. Sentía su aliento sobre mi rostro. Sheila miraba mi cara con detenimiento mientras seguía sonriendo. Ya no se reía. Más bien me miraba con ternura. Sentí su otra mano acariciar la longitud de mi brazo. Era hermoso todo, pero yo seguía sin entender. —Eres una 007... —ciertamente no se me ocurría nada más. —Sí, mi amor lo soy —me contestó en voz baja mientras rozaba mi mejilla con la suya. —Y eso,... ¿es que eres guardia o algo? ¿Es que eres espía y por eso viajas tan lejos? Ella comenzó nuevamente y poco a poco a reírse. Muy bajito. Sonaba hasta lindo. Yo debía sonar como un imbécil. Creo que fue lo único concreto que pude pensar. Ella no cambió su proceder. Ahora me daba besos cortos en la mejilla y uno que otro en los labios. Al detenerse me sonreía intensamente. —No mi amor, soy una 007. Como todas aquí tengo guardada mi pistola. No supe qué pensar ni qué hacer. Nada me había preparado para esto. Y fue entonces que pensé: “¡Anda pa’l carajo!” Y un segundo después sospecho que dije: —¡Anda pa’l carajo! Sheila seguía tranquila, sonreída. Seguía acarician-do mi brazo. Yo abrí lo más que pude los ojos. Yo no sonreía, por supuesto. No rompería los protocolos. No montaría una escena de telenovela vespertina. No puedo precisar si pensaba en algo o no. Sí, pensaba. Tantos años. Su trato sincero y desinteresado. Su aceptación de todos mis llantenes y mis dudas ontológicas. Sus palabras en el momento preciso. Yo la había molestado en el comienzo de nuestro trato y ella desde el principio me hizo saber que no convenía, que no era saludable para mí involucrarme, ni mucho menos perder una buena amistad. Amén de esto, siempre me aseguró que yo no le gustaba en lo más mínimo. Y ahora resulta que Sheila llevaba pistola todo este tiempo y nunca me di cuenta. La miré y no pude contener una sonrisa. Ella me correspondió. Fue entonces que retiré mis ojos para ver en derredor y darme cuenta de que el embriagante local se orientaba, con una precisión nunca advertida por mí, a esa clientela específica. Hermosas pistoleras acompañadas de felices y atentos seres huma-nos. La volví a mirar. Se acercó. Nos volvimos a besar. Esta vez me tomó las mejillas con ambas manos. Al cabo de un rato nos separamos y allí seguía la sonrisa que ya adoraba. —Pues bien Sheila, eres la transexual más hermosa que he conocido, la mujer más hermosa que me ha besado, la persona más hermosa en este y tantos otros recintos que llenan la noche de esta y de todas las demás ciudades. —Y tú siempre has sido hermoso y paciente, y esta noche cuenta como la víspera de los finales, y el anuncio de comienzos imposibles, capturados por la inminente distancia. Volvimos a besarnos. Sobre la mesa las copas de vino anunciaban su soledad inusitada, su abandono por la preferencia de otros elíxires y

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otros estados alterados. Nadie nos había interrumpido y mejor así. Sheila entonces se separó. —Caminemos. Me levanté de la silla con ella y en ese justo momento la camarera se acercaba y dejó el menú y unas tapas de mozzarella y prociuto mientras asentía con cierta complicidad habitual. —Venimos ahora. Daremos una vuelta antes —le dijo Sheila. —Como gusten. En ese momento el restaurante me pareció mucho más grande. Y desde donde estaba podía ver hacia abajo otras mesas, otra sección que no había notado. Ni siquiera había sentido que hubimos subido una escalinata, la misma que ahora podía ver claramente en la parte central del local. Sheila me llevó entonces a un lounge que estaba decorado exquisitamente, que tenía una pared de cristal por la que se deslizaba agua, y que a tres lados tenía sofás y asientos espaciosos. De las bocinas salía buena música electrónica a un volumen adecuado. Una pareja estaba sentada muy acurrucada en uno de los sillones. Sheila y yo nos sentamos abrazados en un extremo del primer sofá. —Bello, ¿te gusta tu sorpresa? —Toda tú me gustas. Ahora los besos iban acompañados de caricias fuertes y atrevidas. Sus senos particularmente me asombraban de lo precisos que se sentían. Nadie diría que albergaran el artificio de la plasticidad quirúrgica. Fue entonces que pensé en cómo proceder de ahora en adelante. Sabía que nadie juzgaría nada, sabía que la sala estaba diseñada precisamente para departir de todas las maneras posibles. Deduje que me concentraría en sus senos y así todo más o menos quedaría dentro de ciertos límites de decoro. Pensé entonces que lo del decoro era una estupidez. Nada más mirar de reojo a la otra pareja era suficiente prueba para desalentar el orden del cosmos que regía fuera del recinto. Y Sheila sabía esto. Posó su mano sobre mi ya alertada y despierta sinécdoque. Sus movimientos y la cercanía de su cuerpo me indicaban que tenía que retribuir adecuada-mente. Era lo justo. “Déjame dejarme de mierdas, yo quiero hacerlo con ella”, fue lo que finalmente me lanzó a decidir-me por lo que no merecía ya más prólogos ni atrasos. Y entonces fue Troya. —Bello, ¿te gusta tu sorpresa? —dijo con mirada demoníaca y una media carcajada que sugería extraña-mente todo lo divinamente angelical. Y allí estaba yo, palpando un espacio ininterrumpido por ropa interior alguna donde reinaba alevosa una depilada rosa de carne que servía de portal a su femenina definición. Ella notó como volvía mi cara de desconcierto. —¿Y pensabas que llegar a mí sería tan sencillo después de tantos años? ¡Sabías que alguna maldad tenía que hacerte! Y cambia esa cara incrédulo, hombre de poca fe, que es original, que vino en el paquete. ¡Siempre se me hace tan fácil cogerte de pendejo! Y el animal se me despertó por dentro y hacia su entrada dirigía mis dedos cuando intensa sonó la bocina del camión que pasaba por la avenida. Abrí los ojos sentía aún la pesadez. Ya después de lavarme la cara comencé a recordar todo con más detalles. Era viernes. Yo le había prometido a Sheila llevarla a comer a un restaurante italiano en Viejo San Juan como preámbulo a su partida en dos meses a Europa. Con una nostalgia desconocida hasta entonces recordé que debía hacer los preparativos y llamar en algún momento al restaurante. “Ya nada será igual”, recuerdo que pensé. “Ella simplemente se irá”.

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Zoé Jiménez Corretjer Zoé Jiménez Corretjer posee un doctorado de la Universidad de Temple en Pennsylvania. Tomó cursos en la Universidad Complutense de Madrid y varios seminarios en el Ateneo de Madrid para los años 1984 a 1985. Ha publicado: Puerto Nube (novela, 2008), los poemarios: Rosa Náutica (Madrid, 2008), Sala de espera (2007), Antigua Vía (2007), Cánticos del Lago (2007), el libro de ensayos: La mano que escribe: Literatura, arte y pensamiento (2007, Primer Premio Nacional de Ensayo 2008 del Pen Club de Puerto Rico), una colección de relatos fantásticos: Cuentos de una bruja (2000) y sus primeros poemarios: Poemanaciones (1992), Crónicas Interplanetarias (1991) y Las menos cuarto (Madrid,1985). Publicó también: El fantástico femenino en España y América: Martín Gaite, Rodoreda, Garro y Peri Rossi (2001). Su obra figura en varias antologías literarias. Actualmente es catedrática en el Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Humacao y es directora del Cuaderno Internacional de Estudios Humanísticos de su departamento.

LAS CAMELIAS DE AMELIA

H

ay cosas absurdas en esta vida que suelen ocurrir. Cosas como obsesionarse con las flores. Otras, como querer ver nacer en cada esquina algún color en particular. Pero en esta vida, ya sabemos, las cosas que ocurren, son las que menos esperamos. Algo así como los visados... Queremos irnos a un lugar y sucede cualquier cosa que nos lo impide. Queremos irnos a soñar a lugares lejanos del este, y terminamos sembrándonos en el oeste. O peor aún, metidos y encerrados en una isla en medio del mar. Amelia siempre se ha sentido castigada por el destino. Cada evento se ha tornado una flor, un sembrado, una semilla de deseos que a veces, sólo se quedan tocando de cerca la tierra negra y solitaria que las cubre, esperando germinar algún día, sin saber cuándo. Cuando Amelia dio a luz su segundo hijo, solía pasearlo todas las tardes en el cochecito alrededor de la manzana. Fue cuando se topó con los duendes amarillos sobre la alfombra verde del césped de una casa. Duendes firmes, abiertos de cara al sol, como si estuvieran sonriendo siempre a la mañana. Amarillos como sus nostalgias que ahora querían nacer en las ilusiones de su nuevo pequeño. Algunos duendes tenían los capullos descogotados ya. Tenían las semillas negritas metidas una encima de la otra, pinchadas como si se abrazaran apretadas en forma de corazones negros esperando la lluvia para deshacerse y desparramarse por el suelo. Amelia las miraba deseosa de tomarlas en sus manos. Por momentos, si no agarraba la cabeza del semillero bien, éstas saltaban rápido sobre los dedos y se perdían en el césped. Se las llevaba metidas en los bolsillos, las echaba en las rendijas de la tela del coche donde llevaba al niño, y las ponía metidas en papel de servilleta para poder llevárselas. Amelia comenzó todas las mañanas a llevarse las semillas de estas florecitas amarillas. Los duendes son flores pequeñas de bulbos que nacen en casi todas partes. De las pocas flores de bulbos que nacen en el trópico junto con las amarilis, los duendes; una vez pegan y afloran, son difíciles de eliminar. Su bulbo se entierra fuertemente dentro de la tierra y por más que se arranquen, se tiren y se corten,

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vuelven a florecer una y otra vez. Amelia se llevaba semillas a su casa y las repartía por todo el patio. La casa donde estaban los duendes estaba plagada de estas flores y como casi nadie la vivía, la yerba recrecida se anidaba junto a las espigas de duendes amarillos que despuntaban por todas partes. Había tantos duendes, que eran suficiente para que todo ese verano Amelia estuviese sacando semillas negras para llevárselas. Un día se le ocurrió poblar de amarillo el parque. Lo veía todos los días desolado, viejo, decaído. Un par de árboles secos que sobrevivían al mal cuido daban una sombra triste. Los pájaros parecían también vivir bajo el aburrimiento de un parque que ya no tenías las esperanzas de la alegría infantil. A Amelia se le ocurrió imaginarse un parque ensoñador para su hijo. No podía imaginarse a su niño, una vez aprendiera a caminar, jugando por un parque tan triste. Quiso vestirlo de amarillo. Amelia se propuso sacar todas las semillas de los bulbos de los duendes. Iba por la casa todos los días con la excusa del paseo en el coche de su hijo y espiaba el césped, como quien busca una aguja metida en el pajar. Se obsesionaba soñando con las flores, imaginando un parque amarillo lleno de niños alegres, las risas de los niños arrancando las flores amarillas. Amelia esperaba a que los bulbos maduraran y los pétalos amarillos se desprendieran para que las semillas se formaran. Las velaba, las tenía contadas. Sabía cuántas flores estaban por secarse y esperaba a que apareciera el semillero negro y brilloso como un sombrero en la cabeza seca de la flor. Se llevaba las semillas metidas ahora en bolsitas plásticas de celofán. Caminaba muy rápido hacia el parque, y como en un rito extraño iba desparramando y repartiendo las semillas por todo el césped. Con ellas, iba dibujando círculos contiguos. Imaginando que cuando florecieran, todo parecería un milagro. Porque los duendes abrirían todos a la vez y todas las flores juntas formarían estos círculos que desde la parte de arriba de la calle la gente podría divisar. Desde lo alto, siempre se iban a poder ver las formas. Quiso dibujar sonrisas. Y dibujó con las semillas formas de pirámides, caracoles, laberintos, mandalas. Había llegado el otoño. Con el fresco y el cambio del sol, los duendes ya se habían apagado. Sería en la próxima primavera, que volverían a brotar. Ya Amelia estaba cansada de pasar por la calle y repartir semillas. Había echado en el parque tantas, que el parque tendría que convertirse en un sueño de flores, en un espejismo de color amarillo, en una fiesta de primavera sobrenatural. Sin embargo, llegó nuevamente la primavera y tan pronto Amelia divisó las flores en la casa vecina, corrió al parque. Ya su niño estaba más grande y podía caminar. Corrió a ver si ya los bulbos del parque asomaban su cabeza, pero no encontró nada. Esperó varios días. Amelia esperó varias semanas. Ninguna de las semillas que con tanto rigor había desparramado por el parque se había dado. No lo podía entender, porque los duendes se dan solos, como los gandules y las semillas de papaya, que de tan sólo tirarlas a la tierra, nacen solas. Amelia se sintió triste y desconcertada. Sin embargo, la casa de los duendes se iba llenando como por un efecto sobrenatural. Amelia se preguntaba si quizás algún día lejano iba a poder ver el parque lleno de luces amarillas con los duendes sonriendo. Se preguntaba si debía dejar esta obsesión y olvidarse de estas flores que no habían querido nacer en el parque. Amelia siguió yendo al parque hasta que se terminó el verano. Ningún duende había nacido. Pasaron tres años. Amelia caminaba con su hijo por las calles. Compraba flores en el puesto de la esquina, llevaba su bolsa llena de verduras para el almuerzo y era feliz. Ya se había olvidado de los duendes, de las flores amarillas y de su obsesión con dibujar formas y círculos en el parque con esas flores. Por la tarde decidió dar una vuelta por el parque porque había escuchado que iban a poner una fuente en él. Amelia quiso ver la fuente. Cuando llegó al parque se encontró que habían florecido unas flores extrañas y rosadas por

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todas partes. Había sembradas unas camelias rosadas alrededor de la vereda. A Amelia estas flores le resultaron una burla a su plan amarillo de duendes. No podía entender de dónde habían salido estas camelias. Amelia estaba totalmente desconcertada y confundida. Miraba a todos lados buscando una explicación. No podía entender cómo estas flores rosadas se habían apoderado de su sueño amarillo. Pensó en las razones y las posibilidades de estas flores. Intentó buscar una respuesta al enigma, pero fue inútil. Amelia sentía un nerviosismo extraño recorrerle la espalda. Decidió regresar a su casa. Dio una vuelta y dando la espalda al parque, se alejó cabizbaja. Cuando se iba y subía la calle se volteó y miró hacia atrás para divisar el parque, como buscando en él una contestación. Desde la altura, se podía notar unos círculos contiguos, un caracol dibujado de rosa, una mandala y una sonrisa incompleta. Sintió un temblor inexplicable y una gota de sudor bajarle por la cara. No podía comprender lo que había sucedido. No podía entender el cambio o la transmutación de las flores. Cuando pasó por la casa de los duendes no nacidos, Amelia miró bien al balcón. Había unos pájaros extraños que entraban y saltaban de unas jaulas con malicia. Parecían inteligentes. Al lado de las jaulas, una planta de camelias se secaba triste.

Dos Poemas de

Eugenio Montejo

Poeta y ensayista venezolano nacido en Caracas en 1938. Su poesía se caracterizó por la rica gama textual y el gran dominio de las formas, constituyéndose en un gran representante de la poesía suramericana. Publicó, entre otros, los libros: “Elegos” en 1967, “Muerte y memoria” en 1972, “Algunas palabras” en 1977, “Terredad” en 1978, “Trópico absoluto” en 1982, “Alfabeto del mundo” en 1986 y “Chamario” en 2003. Es autor también de importantes ensayos, tales como, “La ventana oblicua” en 1974, “El taller blanco” en 1983, y “El cuaderno de Blas Coll” en 1981. Recibió importantes galardones por su obra literaria y le sirvió a su país en el campo diplomático como embajador en Lisboa durante varios años. Falleció en junio de 2008.

ADIÓS AL SIGLO XX a Alvaro Mutis Cruzo la calle Marx, la calle Freud; ando por una orilla de este siglo, despacio, insomne, caviloso, espía ad honorem de algún reino gótico, recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros tatuados de rumor infinito. La línea de Mondrian frente a mis ojos va cortando la noche en sombras rectas ahora que ya no cabe más soledad en las paredes de vidrio. Cruzo la calle Mao, la calle Stalin; miro el instante donde muere un milenio y otro despunta su terrestre dominio. Mi siglo vertical y lleno de teorías... Mi siglo con sus guerras, sus posguerras y su tambor de Hitler allá lejos, entre sangre y abismo. Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios por un trago, por un poco de jazz, contemplando los dioses que duermen disueltos en el serrín de los bares, mientras descifro sus nombres al paso y sigo mi camino.

AMANTES Se amaban. No estaban solos en la tierra; tenían la noche, sus vísperas azules, sus celajes. Vivían uno en el otro, se palpaban como dos pétalos no abiertos en el fondo de alguna flor del aire.

Las Camelias de Amelia, de Zoé Jiménez Corretjer, publicado por Obsidiana Press, está disponible en todas las librerías, incluyendo Amazon.

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Se amaban. No estaban solos a la orilla de su primera noche. Y era la tierra la que se amaba en ellos, el oro nocturno de sus vueltas, la galaxia. Ya no tendrían dos muertes. No iban a separarse. Desnudos, asombrados, sus cuerpos se tendían como hileras de luces en un largo aeropuerto donde algo iba a llegar desde muy lejos, no demasiado tarde.

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Armando F. Segura “Armando F. Segura nació en la Ciudad de la Habana, Cuba, en el mes de Julio del año 1943. EI presente Iibro de cuentos, “Un tren detrás del espejo”, tiene como propósito llevar al conocimiento del lector, a partir de una original forma de contar, los sucesos cotidianos en la vida de un país que el autor ha convertido, simbólicamente, en un Tren. Estas breves historias nos harán penetrar en un alucinante lugar del universe donde la realidad, a algunas personas distantes de sus fronteras, ha de parecer divina ficción y donde a los que allí viven, la divina ficción no es otra cosa que una lamentable forma de vida sin esperanzas. Sin opciones. Cruel y hermética. Una triste y desesperada forma de vida en la permanente pesadilla del quehacer diario”.

EL MUSLO DE POLLO

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l cochecito del almuerzo fue conducido con rapidez a lo largo del pasillo. Iba cubierto por un paño blanco de finísimo lino bordado y estaba adornado con flores naturales de sublimes fragancias y variados colores. Moisés lo vio pasar como todos los días y fue el primero que sintió el ruido. Algo que, muy cerca, había golpeado contra algo. Fue un sonar casi imperceptible debido al ruidoso y constante martillar de las ruedas de acero del Tren sobre los rieles.

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zaron a cantar canciones finlandesas de montaña y el Conductor se incorporó a cantar con ellos en medio de una algarabía enorme y un desafino total. Estaban contentos. Moisés chistó con la boca un gesto de desaprobación y regresó nuevamente a mirar el muslo de pollo pero el muslo ya no estaba allí. Moisés dio un salto. Sus ojos comenzaron a registrar todo el piso afanosamente.Todos los rincones. Todo hasta que pudo verlo de nuevo. Ahora el muslo de pollo estaba exactamente bajo el asiento de la mujer del sombrero la cual leía, con aparente indiferencia, una novela de Charles Dickens. En el momento en que Moisés detallaba su rostro, tan plácidamente absorto en la lectura, sintió otro golpe. Miró instintivamente el piso y observó una caja de cigarillos abierta justamente al costado del muslo — ¡Alto! —dijo poniéndose en pie. Todos los pasajeros miraron sorprendidos. El Conductor miró hacia atrás. El hombre de los pelos hirsutos se incorporó también. Moisés, con un movimiento lento, recogió la caja de cigarillos del piso mientras todos lo observaban y se la alcanzó al hombre que estaba parado junto a él. -Tome sus cigarillos -dijo Moisés. -Perdón, esos cigarrillos no son míos. Yo no fumo -dijo el hombre. - ¿Dice usted que no son suyos? ¿De quién son estos cigarrillos, por favor? -dijo Moisés, mientras mostraba los cigarrillos a todos. Hubo un silencio total.

Moisés se sentó con la caja de cigarillos en la mano y miró rápidamente bajo el asiento de la señora del sombrero. El muslo de pollo ya había desaparecido. Registró con la vista todo el piso y ya no estaba. No aparecía por ningún lugar. Fue entonces cuando el fotógrafo se le acercó y le dijo algo al oído. Le dijo en voz baja y suave: -Yo vi, con estos ojos, quién se lo estaba comiendo pero no se enfade por Al mirar hacia el pasillo del vagón descubrió la presencia de un pequeño eso amigo. No se enfade. Tengo noticias de que estaba muy falto de adobo bulto a un costado de uno de los asientos delanteros. Moisés se colocó y muy malo, bah, malísimo y, para mi gusto no tenía… ni una sola pizca los lentes de aumento sobre su nariz y volvió a mirar. Aquello tirado allí de sal… parecía un muslo de pollo bien dorado y bastante grande. Moisés miró cuidadosamente al resto de los pasajeros a su alrededor pero ninguno daba muestras de haberse percatado del incidente. Del libro Un Tren Detrás del Espejo Después volvió la cabeza hacia el final del pasillo donde se había detenido el cochecito en el área que ocupaban los turistas finlandeses. En aquel momento el Conductor se recogía en dos partes las mangas de su chaqueta azul y reía de buena gana. Moisés, con absoluta discresión, miró nuevamente el muslo de pollo. El hueso del muslo lo podía ver en línea recta hacia su persona lo que le hizo pensar que, accidentalmente, lo señalaba. Como si aquel trozó de hueso sobresaliente indicara que él, Moisés, había resultado ser el elegido por la cábala para tan soberano hallazgo. Estableció, entonces, la distancia y llegó a la conclusión de que sería, quizás, poco más de un metro. “En definitiva, el piso está limpio”, pensó. El muslo de pollo estaba algo detrás del asiento de la mujer del sombrero y metido un tanto hacia adentro, casi llegando al lugar donde el cura, recostado en el respaldar, dormía plácidamente con el paraguas negro metido justo entre las piernas y sostenido por sus finas manos. Cuando Moisés tomó la decisión de incorporarse con todo cuidado, apoyando sus brazos en los brazos del asiento, vio una cabeza llena de pelos hirsutos y espantados justo delante de sí que se había inclinado de costado para mirar hacia atrás. Sus ojos, de pronto, se cruzaron con los ojos de Moisés. La cabeza desapareció y Moisés se sentó nuevamente no sin antes mirar el muslo de pollo que, de forma inexplicable, ahora tenía una posición diferente. Ahora el hueso estaba algo más a la derecha y no lo señalaba a él con tanta claridad como antes. “¿Qué está pasando aquí?” pensó, mientras trataba de encontrar con su vista impaciente la justificación de aquella cosa insólita. No vio absolutamente ningún indicio. Nada anormal. Lanzó entonces una ojeada por el pasillo hacia atrás y allí permanecía el Conductor, de espaldas, repartiendo platos y cubiertos a los finlandeses y haciendo gestos con sus manos mientras todos reían estrepitosamente. Los finlandeses comen-

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“Cada cuento de Guy de Maupassant deleita al lector de mil maneras, porque cada cuento suyo es una obra sin desperdicios... Cada cuento suyo es una obra maestra. Leerlo es unirse con la vida en un mundo sin igual.” Obsidiana Press, se complace en anunciar que ya está a la venta el primer volumen de los cuentos de Guy de Maupassant “La Señorita Perla y otros cuentos” Usted puede adquirir un ejemplar directamente desde Amazon.com

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Ausencia de la poesía por Jacques Dupin Para decirlo llanamente, no tengo respuesta a sus preguntas. O execrables respuestas a una mala pregunta. Una pregunta incongruente, inadecuada para la naturaleza y el sentido de la poesía; de la poesía que no existe, no se ausenta, no surge sino para rechazar la respuesta. Y para aproximarse a la pregunta. A la otra pregunta. La pregunta del ser en el mundo, y del otro en la lengua. Y me extraña su extrañeza, su encuesta. Ausente, la poesía siempre lo ha estado. La ausencia es su lugar, su estancia, su terreno. Platón la expulsó de su República. Y jamás volvió. Nunca tuvo derecho de ciudad. Ella está afuera. Amotinada, siempre incómoda, hundida en un sueño activo, una inacción belicosa, que es su verdadero trabajo en la lengua y el mundo, hacia y contra todos, un trabajo de trasgresión y de fundación de la lengua. Ella está afuera, es la “ausente de todo ramo”.1 Insaciable, en el frente y en la retaguardia, en estado germinal, en el tizoneo de los hogares y de los confines, no responde a las preguntas, ella las plantea, las desplaza, las conduce, indefinidamente, más lejos... Ella se hunde en los yacimientos de la tierra, de ahí extrae su fuerza ascensional. Ella sacude, agita las columnas de la lengua. Ella viaja en la electricidad del aire, y se planta lo más cerca posible del corazón, de su latir, de sus frutos perversos... La poesía, si existe, si acaso ha existido algún día, no tiene necesidad alguna de salir de su laberinto subterráneo, ni de alejarse de su volátil trazado. Ni de manifestarse ni de ser representada. Usted lo sabe, usted que lee, que se ha olvidado de leer, que se apresura a olvidar lo que no ha leído –así está hecha, tan apartada que escapa al panorama literario, al sistema editorial, a la inquisición de los medios, como a la curiosidad protectora de las mentes sutiles que se preocupan de su “ausencia”.

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pura, el pillaje que conllevan, no los escucha nadie, o solamente unos cuantos lo perciben. Nunca hubo, en Francia, hasta este día, tantos poetas escribiendo, publicando, leyendo en público, tantos editores y revistas de poesía, tantos subsidios del Estado para apoyarlos. Es verdad, nadie los lee. Mas qué importa. Ahí están, libros abiertos. Y a pesar de tanta escoria, nunca hubo tantos poetas cuyas presencia, experiencia y práctica hayan sido tan singulares e instauradoras. La poesía francesa de hoy es accidentada, contradictoria, intensamente viva. Agita las aguas con corrientes múltiples. Acoge e incorpora, como fermento que la estimula y la transforma, voces llegadas de otros lugares, de otras lenguas, de otros tiempos. Ella traduce, acumula infinitamente. Y en el espejo de su lectura innumerable, se refleja, se interroga. Suaviza su huella, extiende su horizonte. Abriéndose a los alientos que vienen de fuera, profundiza su descubrimiento y su propio desenlace. Su porosidad, su apertura, se convierten en su identidad... La poesía, tal como es acogida, o más bien despedida, despistada, perdida de vista, me basta, me llena. Ella no es, se niega a ser un género literario, un producto literario, una mercancía editorial. Ella es, por dicha, deficitaria en el cálculo del marketing. No la pueden aprovechar la computadora de la difusión ni la rastra mediática. Carece de auge en el sentido en que usted lo entiende pues ella renunció al brillo público, desde el primer día, por la irradiación en el cuerpo oscuro, la deflagración invisible y las transmutaciones subterráneas. Ella es escritura viva, destrozada –o no–, escritura activa en el subsuelo de la lengua –o proyección del deseo y de las palabras de cada día en el balbuceo del futuro. Es decir ausente, es decir ausente del mercado –y ese es el verdadero sentido de su pregunta...

La poesía no necesita sino palabras. Puede existir sin las palabras. Puede dejar de lado la mesa, el papel, el trampolín. No necesita ser vendible, ser legible. Ella se contenta con poco, y aún menos. De nada vive. O del aire del tiempo. Del deseo, y de la muerte. Y del vacío que la impulsa... Sin embargo, ella se dirige a alguien. A un lector desconocido. Al desconocido de todo lector. Sin un compañero inconfesable, está incompleta. Ella sólo respira y se relaja tensa Habla usted del auge, en el tiempo de la posguerra, de la poesía. Para por el deseo del otro. El otro siendo lo desconocido, siendo ella la mi generación, fue una época siniestra. Por un lado, la cabalgata y el ausencia, siempre... desborde de la rosa y la reseda,2 de las cadencias impuestas por la noche y el hombro a hombro de la Resistencia. Mas todo eso, a plena Ella respira, no por eso deja de estar ausente. Es el pasaje y el supliluz del día, se marchitaba, sonaba a hueco, perdía el aliento... Y, del cio del aliento de la lengua madre... Lo absoluto de la falta, en cada otro lado, el retorno de las últimas flores fatigadas del surrealismo, uno, de la plenitud que la marca y del vacío que la fascina, y de la los rescoldos de un festín pasado, los hachones ya fríos de la fiesta... muerte que se entromete –una respiración, otra, al interior de cada Fuertes personalidades, venidas de lejos, de la preguerra, perforaban quien. Cuyo ritmo y sentido, cuyo número y palabra, el poeta conola bruma y encontraban una notoriedad dispareja. Char, retorno del ce –sin recurrir al alarde ni a las contorsiones. Cuando la escritura maquis; Artaud, retorno de Rodez. Michaux emergiendo del “Lejano poética deja de estar sujeta al poder –al poder teológico, al poder temporal–, en el instante en que toma sus distancias para jugar su interior”; Ponge embarcado en su “Toma de partido”. Para ellos, que habían juego, sus juegos de amor, de lengua y de muerte, ya no hay asamlargado ya las amarras, un hermoso puñado de lectores. Mas para blea que pueda recibirla y reconocerla. Ya no hay nadie. Ella va, cava nosotros, que abríamos apenas los ojos, que empezábamos a escribir, su pozo, o boga en la superficie, o se evade en la cima del aire. Ella los años cincuenta eran un desierto. Rarísimas eran las revistas, los está ausente, y respira, por el negro latido de una soledad que es conpequeños editores, que nos acogían. Única, tal vez, la antología de frontación con la lengua, con la muerte de la lengua, con Jean Paris que nos sacó, discretamente, de la oscuridad. Ninguna no- su desperdigado surgir de nuevo... toriedad pública, sólo una pantalla vacía, una brumosa travesía en la carraca de Jean Paris que, mal que bien, sobrevivió al mar... Nosotros carecíamos de lectores. Los poetas, mientras viven, no los tienen. Sólo un malentendido les permite alcanzar el gran público, un éxito. Malentendidos, el populismo, la leyenda y el exilio de Victor Hugo; la mundana oficialidad de Valéry; la provocación y la algazara surrealistas; el compromiso de los poetas de la Resistencia... Pero el trabajo poético, solo, el verdadero trabajo con la lengua, y la pérdida

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Poemas de

Jacques Dupin El prisionero Tierra mal abrazada, tierra yerma, contigo comparto el agua helada de la jarra, el aire de la reja y el camastro. Sólo el canto insumiso se vuelve más pesado aún con tus gavillas, el canto que es guadaña de sí mismo. Por una grieta en la pared, el rocío de una sola rama nos devolverá todo el espacio vivo, estrellas, si tiráis de la otra punta.

La alianza ¡Este lodo se secará! Viendo la grieta de la tinaja, el estremecimiento de mi dolor en su ganga, sé que vuelve el viento. ¡El viento que se dispersa y el viento que reúne, el incomprensible, el vivo! Ya no dormiremos. Ya no dejaremos de ver. De alimentar el fuego. ¡Oscuro horizonte! Sólo arde el canto de un libro– cuando me aparto.

La inicial Polvo fino y seco en el viento, te llamo, te pertenezco. Polvo, rasgo por rasgo, que tu rostro sea el mío, inescrutable en el viento.

Tirones Lengua de pan negro y agua pura, cuando una azada te revuelve el cielo entra en actividad. Nuestros brazos enamorados ennegrecen, nuestros brazos obreros se anudan. Sólo la fuerza de volcarse en el barranco

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nuestro cadáver sucesivo y mi biblioteca de piedras. * Tu nuca, más abajo que la piedra, tu cuerpo más desnudo que esta mesa de granito… Sin el trueno de una sola de tus pestañas, ¿te habrías vuelto la misma lisa e imperceptible enemiga en el polvo de la carretera y la memoria del glaciar? Amores anfractuosos, volved, rasgad el cuerpo clarividente. * Con la inmovilidad convertida en un viaje puro y afilado, tú esperas tu degollación por el hacha de las tinieblas de este cielo monótono y loco. Ah, que brote y vuelva a caer, tu sangre ciclópea sobre las labranzas exhaustas, ¡y nuestros labios muertos!

La ola calcárea y la blancura del viento… La ola calcárea y la blancura del viento Atraviesan el pecho del durmiente cuyos nervios inundados palpitan abajo y sostienen los jardines espaciados y apartan las espinas y prolongan los acordes de los instrumentos nocturnos hacia la comprensión de la luz y de su destrucción. su pasión bifurcada en el yunque respira como el trueno sin alimento ni vino entre los enebros de la pendiente y el desbarrancadero le insufla un aire oscuro para compensar la violencia del lazo.

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poemas de ÁLVARO MUTIS

Poeta y novelista colombiano nacido en Bogotá en 1923. Parte de su infancia transcurrió en Bélgica donde su padre ejerció como embajador. A su regreso, sin terminar estudios secundarios, empezó a colaborar con algunas revistas literarias, trabajó en diversos oficios y publicó su primer libro de poemas “La balanza” en 1947. En 1953 apareció por primera vez su personaje Maqroll el Gaviero en el poemario “Los elementos del desastre”, personaje que se repite a lo largo de toda su obra. En 1956 se radicó definitivamente en México, a raíz de una demanda en su contra por parte de la multinacional para la que trabajaba. Dedicado por completo al ejercicio literario desde 1986, ha publicado una importante obra de narrativa, poesía y novela de la que se destacan especialmente “La mansión de Araucaíma”, “Un bel morir”, “Iona llega con la lluvia”, “La nieve del almirante” “Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero”, “Summa de Maqroll el Gaviero”, La nieve del almirante”, ‘’Reseña de los hospitales de Ultramar’’, ‘’Crónica regia’’ y ‘’Cita en Bergen’’. Entre los galardones obtenidos se destacan el Premio Nacional de Letras de Colombia en 1974, el Premio de la Crítica de Los Abriles de México en 1985, el Premio Médicis Étranger de Francia en 1989, la Orden de las Artes y de las Letras de Francia, el Águila Azteca de México, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio de España, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1997, el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes de Literatura en el año 2001

El deseo

Escucha Escucha Escucha a la hermosa inquilina del “204” que despereza sus miembros y se queja y extiende su viuda desnudez sobre la cama. De su cuerpo sale un vaho tibio de campo recién llovido. ¡Ay qué tránsito el de sus noches trem0lantes como las banderas en los estadios! Escucha Escucha Escucha el agua que gotea en los lavatorios, en las gradas que invade un resbaloso y maloliente verdín. Nada hay sino una sombra, una tibia y espesa sombra que todo lo cubre. Sobre esas losas -cuando el mediodía siembre de monedas el mugriento pisosu cuerpo inmenso y blanco sabrá moverse dócil para las lides del tálamo y conocedor de los más variados caminos. El agua lavará la impureza y renovará las fuentes del deseo. Escucha Escucha Escucha la incansable viajera, ella abre las ventanas y aspira el aire queviene de la calle. Un desocupado la silba desde la acera del frente y ella estremece sus flancos en respuesta al incógnito llamado.

II

Hay que inventar una nueva soledad para el deseo. Una vasta soledad de delgadas orillas en donde se extienda a sus anchas el ronco sonido del deseo. Abramos de nuevo todas las venas del placer. Que salten los altos surtidores no importa hacia dónde. Nada se ha hecho aún. Cuando teníamos algo andado, alguien se detuvo en el camino para ordenar sus vestiduras y todos se detuvieron tras él. Sigamos la marcha. Hay cauces secos en donde pueden viajar aún aguas magníficas. Recordad las bestias de que hablábamos. Ellas pueden ayudarnos antes de que sea tarde y torne la charanga a enturbiar el cielo con su música estridente. De “Primeros poemas” 1948-1952

204 Para Fernando López

De la ortiga al granizo del granizo al terciopelo del terciopelo a los orinales de los orinales al río del río a las amargas algas de las algas amargas a la ortiga de la ortiga al granizo, del granizo al terciopelo del terciopelo al hotel Escucha Escucha Escucha la oración matinal de la inquilina su grito que recorre los pasillos y despierta despavoridos a los durmientes, el grito del “204” ¡Señor, Señor, por qué me has abandonado! De “Los elementos del desastre”

I Escucha Escucha Escucha la voz de los hoteles, de los cuartos aún sin arreglar, los diálogos en los oscuros pasillos que adorna una raída alfombra escarlata, por donde se apresuran los sirvientes que salen al amanecer como espantados murciélagos Escucha Escucha Escucha los murmullos en la escalera; las voces que vienen de la cocina, donde se fragua un agrio olor a comida, que muy pronto estará en todas partes, el ronroneo de los ascensores

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Nocturno La fiebre atrae el canto de un pájaro andrógino y abre caminos a un placer insaciable que se ramifica y cruza el cuerpo de la tierra. ¡Oh el infructuoso navegar alrededor de las islas f donde las mujeres ofrecen al viajero la fresca balanza de sus senos y una extensión de terror en las caderas! La piel pálida y tersa del día cae como la cáscara de un fruto infame. La fiebre atrae el canto de los resumideros donde el agua atropella los desperdicios.

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