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UNA ENCUESTA QUE MUESTRA NUESTRO SISTEMA FALLIDO
Por Pacual Serrano
El pasado mes de diciembre se hizo pública una encuesta de la multinacional de investigación de mercados y consultoría con sede en París Ipsos. Se denomina Broken System Index y se recogieron las opiniones sobre cómo funcionaba el sistema político en 28 países, todos ellos de economía capitalista y situados en la órbita de influencia occidental, precisamente lo que el bienpensante neoliberal llamaría “mundo libre”. Pues bien, la opinión predominante entre los 26.000 ciudadanos encuestados es que su sistema político y económico está roto. Se puede consultar la variación entre países, pero yo voy a destacar los datos de España.
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La primera pregunta es si consideran que la economía del país está amañada para favorecer a los ricos y poderosos. En España, más de la mitad, el 57%, respondió afirmativamente. En 27 de los 28 países respondieron de la misma forma más de la mitad de los encuestados.
En algunos países europeos la mitad de los encuestados aceptaría un líder fuerte que arregle la situación aunque tenga que saltarse las reglas. En España se reduce a un preocupante 33%.
Otra de las cuestiones consultadas es si coincidían con la afirmación “A los partidos tradicionales y a los políticos no les importa la gente como yo”, los porcentajes son similares entre los países. En España dijeron que sí el 61%. El dato, todavía es más preocupante que el primero, muestra que la gente no ve salida dentro de las opciones políticas habituales.
Sigamos viendo preguntas. “Los expertos de este país no entienden la vida de la gente como yo”. En España respondieron afirmativamente el 59%. Es decir, tras mostrar que ven que la economía está orientada a los ricos y que no hay alternativa desde los partidos políticos, ahora expresan que no consideran que los expertos vayan a ofrecer una propuesta a la altura de sus necesidades.
Otra de las cuestiones consultadas es si creen que hace falta un líder fuerte que re- cupere el país de las manos de los ricos y poderosos. La media global afirmativa es de un 59%, algo menos en España, un 55%.
La siguiente pregunta tensa todavía más la anterior, plantea al encuestado si cree que hace falta un líder fuerte que arregle la situación del país, aunque para ello tenga que saltarse las reglas. El matiz es tremendo porque está ofreciendo en bandeja al encuestado la opción de subvertir, o al menos violentar, el sistema democrático y explore nuevas formas de organización política y social.
Véase el ejemplo de China, que el periodista de Efe, Javier García, explora en su libro China: Amenaza o esperanza (Akal), donde recuerda que “su gobierno no tiene una legitimidad concedida por las urnas, pero sí por el apoyo de la inmensa mayoría de sus ciudadanos, como reflejan una y otra vez todas las encuestas de opinión occidentales. El sondeo elaborado en Europa sus instituciones. Lógicamente las respuestas afirmativas bajan, pero la media global es del 45%. España es el cuarto país por la cola, un 33% (aclaro que los presidentes gobernantes suelen tener un porcentaje de voto menor a ese). Y, ojo, que en algunos países europeos la mitad de la población encuestada está de acuerdo con esa opción.
En España el 57% cree que la economía está amañada para favorecer a los ricos, y 6 de cada 10 que a los políticos y los partidos no les importa la vida “de la gente como yo”.
La conclusión de todo esto es tan evidente como preocupante: nuestro modelo político está agotado, los ciudadanos se sienten estafados y es cuestión de tiempo que implosione por algún lado, no sabemos si para bien o para mal. Y mientras tanto, los países occidentales seguimos considerándonos superiores en democracia al resto del mundo y no aceptamos que ningún país o EE.UU que menos apoyo refleja al gobierno chino por parte de sus ciudadanos lo cifra en un 85%”. Algo similar podríamos decir del modelo cubano. No seré yo quién diga cuál es el modelo perfecto, pero claro está que no es el nuestro.
En cualquier caso, lo que debemos ir pensando es que, si más de la mitad de nuestros ciudadanos cree que se gobierna para los ricos, no confía en los partidos ni tampoco en el expertos; no estamos en condiciones de dar lecciones de nada al resto del mundo. Fuera de nuestros países ya se han dado cuenta, solo queda que nuestros líderes lo vayan asumiendo. El problema es que, asumirlo, supondría que deban dejar de ser líderes.