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Ave Maria

Por: Pbro. Fredy Ramírez Peñaranda, Vicario de Pastoral y párroco de Santa Ana

En este mes de mayo, acompañados por la Virgen María estamos llamados una vez más a proclamar las maravillas de Dios en medio de nuestra realidad. Especialmente a proclamar la alegría de la Resurrección del Señor, en cada una de las actitudes de nuestra vida y en medio de nuestra comunidad.

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Quisiera que en este tiempo de Pascua resuene en nuestro corazón el anuncio del Kerigma: El Señor ha Resucitado, ha vencido la muerte y todo aquello que nos esclaviza y nos impide vivir en libertad.

La Virgen María en el Magníficat (Lc 1, 46-56), proclama las maravillas de la bondad de Dios en su vida. En este mes mariano dejemos que las actitudes de la Virgen acompañen nuestra espiritualidad cristiana en la vivencia de la Pascua.

1. Disponibilidad

En la medida en que María se deja habitar totalmente por el Espíritu de Dios, se hace capaz de reflejar al mismo Dios desde dentro sus propias entrañas. La disponibilidad de María resalta en comparación con la de Zacarías. María no pone ninguna dificultad, ni pide ningún signo especial, ni insiste en que ella no resulta adecuada para este propósito. Por ello, celebrar la pascua, es estar disponibles a vivir la vida que Jesús nos manifiesta.

nuamente esta humildad ante los sorprendentes planes de Dios. La humildad, es también reconocer la presencia de Dios en medio de nuestra realidad y de nuestros esfuerzos. “En este mes mariano dejemos que las actitudes de la Virgen acompañen nuestra espiritualidad cristiana en la vivencia de la Pascua”. «Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi salvador» (Lc 1, 4647). María se pone en marcha para alabar a Dios. La respuesta del ser huma2. Humildad no a Dios culmina en la alabanza y en la adoración.

3. Alabanza

La humildad es camino obligado para llegar a Dios. María lo siguió aprendiendo a través de su vida. La Iglesia pascual ha querido transmitirnos algunos rasgos del aprendizaje constante de María, por ejemplo, con la escena del niño perdido en el templo. María no entiende el proceder de Jesús. Y es que Jesús no es propiedad particular de nadie ni se somete a nuestros gustos. María, como nosotros, ha de ir actuando contiQuien alaba de corazón no puede menos que ponerse incondicionalmente al servicio de los demás. Quien alaba reconoce la majestad absoluta del Señor, a quien canta y ante quien se postra anonadado. Quien alaba se sabe absolutamente superado, desbordado y sin derecho alguno de exigir. Quien alaba vive deslumbrado y exulta por las maravillas que graciosamente le ha sido concedido vislumbrar. Quien alaba percibe que el misterio ante el que está es mucho mayor de lo que se puede imaginar, de lo que su propia fantasía puede alcanzar.

Como Iglesia diocesana cantemos las alabanzas al Señor, que venciendo la muerte nos quiere transmitir la vida que no acaba, la libertad que nos conduce a la auténtica vida y la verdad que nos libera de todas y cada una de nuestras esclavitudes.

Sigamos adelante, proclamemos las maravillas de Dios en cada uno de los momentos de nuestra Diócesis de Cúcuta, que durante este mes de mayo realiza la síntesis del Sínodo diocesano. Después del proceso de consulta de cada una de las Parroquias, de los grupos diocesanos, de los laicos comprometidos y de todos lo bautizados, ha llegado el momento de cosechar cada una de sus opiniones realizando la síntesis, donde se manifiesta el compromiso de seguir caminando en la Iglesia y a través de las diferentes estructuras, teniendo como centro a Jesucristo fundamento y alegría de nuestra fe.

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