Edición 968

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Vea también

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Editorial - “Tuve hambre y me dieron de comer”(Mt 25, 35)

Pág. 10

“Dilexit Nos”: La nueva encíclica del Papa Francisco sobre el Sagrado Corazón de Jesús

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San Lucas, teólogo e historiador: Evangelio para el 2025, ciclo litúrgico C

Que Dios todopoderoso siga guiando esta vocación que a diario con��rma, guiando en la fe a esta Iglesia Particular que el Señor le ha con��ado.

El Espíritu Santo le ilumine, y la Santísima Virgen María sea su gran intercesora.

Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta.

E“Tuve hambre y me dieron de comer”

(Mt 25, 35)

l próximo domingo celebramos en toda la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, convocatoria que hace varios años nos ha hecho el Papa Francisco, con el propósito de tomar conciencia que nuestra mirada constante debe estar hacia los más pobres y necesitados de nuestro entorno. La caridad es el fruto maduro de la fe y la esperanza; es la corona de todas las virtudes y precisamente el Señor nos indica que el juicio final será sobre las obras de misericordia: “Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme” (Mt 25, 34-36), concluyendo que cada vez que un cristiano hace la caridad a un hermano necesitado, lo está haciendo al mismo Jesucristo y por lo tanto podrá gozar con Él de la gloria de Dios.

El Proceso de Evangelización de la Diócesis de Cúcuta tendrá que llevarnos cada día a ser Diócesis samaritana, en la que todos los creyentes nos agachamos a sanar las heridas del prójimo que ha caído en el camino de la vida, y necesita una mano que lo levante, teniendo en cuenta que: “mi prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pue-

da ayudar. El amor al prójimo no se reduce a una actitud genérica y abstracta, poco exigente en sí misma, sino que requiere mi compromiso práctico aquí y ahora” (Deus cáritas est, 15).

Vivir la caridad no es algo que se aprende en los centros académicos, ni se tiene de una vez para siempre; la caridad se construye cada día, es el fruto maduro de la fe en Dios que nos pide amar al prójimo con el corazón de Jesús, reconociendo a Jesucristo en todos los que sufren, en los que están excluidos y en los más vulnerables de la sociedad: “Jesús se identifica con los pobres: los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o encarcelados. Cada vez que lo hicieron con uno de estos mis humildes hermanos conmigo lo hicieron (Mt 25, 40). Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (DCE, 15).

“La caridad es el fruto maduro de la fe y la esperanza; es la corona de todas las virtudes”.

sufre, de tal manera que la caridad no es un simple acto social, sino que nace de la naturaleza misma de la Iglesia que anuncia el Evangelio en salida misionera y cosecha el fruto del amor al prójimo. Así lo expresa el Papa Benedicto XVI: “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios, celebración de los Sacramentos y servicio de la Caridad. Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de la otra. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia” (DCE, 25).

dicto XVI así lo enseña: “La caridad supera los confines de la Iglesia; la parábola del buen samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado casualmente, quien quiera que sea” (DCE, 25).

“Tuve hambre y me dieron de comer” (Mt 25, 35), sigue siendo la hoja de ruta de cada cristiano y es la puerta de entrada al cielo, que brota del servicio al prójimo, de un cristiano que es capaz de ocupar el último lugar, ese que ocupó Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz, haciéndose servidor de toda la humanidad en el acto de caridad más grande, “Cristo ocupó el último puesto en el mundo, la Cruz, y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido y nos ayuda constantemente. Quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo. Esto es gracia” (DCE, 35).

El cristiano que está en íntima unión con el amor de Dios, tiene vocación para la caridad. El cristiano que se pone de rodillas frente al Santísimo Sacramento, que mira y contempla el Crucificado, es capaz de salir de sí mismo para volverse prójimo del que

Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Director

Pbro. Diego Eduardo Fonseca Pineda

Tel.: 607 572 4601 - Cel.: 321 473 8952

Con esta doctrina entendemos que la Jornada Mundial de los Pobres que está en la mente y el corazón del Papa Francisco, no es algo para realizar un domingo al año, tenemos la jornada en un día para sensibilizar la conciencia y lanzarse a la práctica de la caridad cada día de nuestra vida, como fruto de un trabajo evangelizador que en salida misionera anuncia a Jesucristo por todas partes, con la convicción que la caridad se realiza entre los miembros de la Iglesia, pero traspasa sus límites y va más allá de sus confines. El Papa Bene-

Sigamos construyendo juntos un mundo nuevo y mejor desde la caridad, que es el amor de Dios que se hace presencia a través de cada uno de los cristianos, que peregrinamos en la Santa Iglesia de Dios, hasta llegar un día a la salvación eterna. Que la Santísima Virgen María, madre de la caridad y el glorioso patriarca san José custodien la fe y esperanza en nosotros, que produce el fruto maduro de la caridad y en actitud de oración reconozcamos a Jesús en los pobres diciendo: “Tú eres el Cristo, venga tu Reino”.

En unión de oraciones, reciban mi bendición.

CCDC / Internet

Presidente
Equipo de Redacción
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Sem. Hernán Lizcano Sanabria
Diseño y diagramación
Harold Antonio Castellanos Mojica
Fotografía
Impresión Casa Editorial - El Tiempo
Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta.

Graduación de 30 estudiantes del curso de patronaje, maquinaria, modistería

y costura básica de la casa pastoral Beato Luis Variara

El pasado sábado 26 de octubre, se realizó la graduación de 30 estudiantes del décimo curso de patronaje, maquinaria, modistería y costura básica. El curso impartido por el proyecto de ‘Medios de Vida Sostenible’ para migrantes venezolanos y colombianos retornados, se realizó en la Casa

Pastoral Beato Luis Variara, que dirige el presbítero Jhainer Said Urbina García, párroco de Nuestra Señora de Fátima, en el corregimiento de Juan Frío.

Este proyecto es apoyado por Adveniat, organización de ayuda de los católicos alemanes, la Diócesis de Cúcuta y por la Fundación Banco de Alimentos. El evento de graduación fue acompañado por monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta, quien animó a continuar fortaleciendo estos espacios de formación, confiando en que el Señor Jesús custodiará esta obra de caridad.

Nuevos candidatos a las Órdenes

Sagradas del diaconado y presbiterado

Así se vivió el aniversario de los medios de comunicación diocesanos

En el marco del aniversario de los medios de comunicación de la Diócesis de Cúcuta, el domingo 27 de octubre, se realizó la gran fiesta central en la que oyentes de la Emisora Vox Dei, lectores y suscriptores del Periódico La Verdad y fieles de esta Iglesia Particular, celebraron en el coliseo del Colegio Municipal María Concepción Loperena, esta acción de gracias por un año más al servicio del Evangelio. 68 años del Periódico, 19 años de la Emisora y 10 años de la productora audiovisual Vox Dei CTV.

En la capilla del Seminario Mayor Diocesano San José, el pasado martes 29 de octubre se celebró la Eucaristía del rito de Admisión a las Órdenes Sagradas del diaconado y presbiterado. La Santa Misa fue presidida por monseñor José Libardo Garcés Monsalve, obispo de la Diócesis de Cúcuta y concelebrada por los formadores internos y otros sacerdotes de nuestra Diócesis.

Los seminaristas que recibieron el Rito de Admisión fueron: Johan Camilo Bernal Pava, José Domingo Ibarra Montejo, Jhonatan Camilo Mendoza Tarazona, Brayan Camilo Muñoz

Ordoñez, Miguel Alberto Pineda Corredor y Anderson Jesús Ramírez Palencia, quienes forman parte del primer año de Configuración, y quienes por el llamado de la Iglesia en persona del Obispo expresan el deseo de consagrarse libre, consciente y voluntariamente al servicio de la Iglesia.

Monseñor José Libardo, expresó en la homilía que: “es un llamado que la Iglesia hace a estos jóvenes candidatos que quieren seguir dando una respuesta fiel a Jesucristo y a la Iglesia para consagrarse un día al ministerio del servicio, el ministerio del diaconado y presbiterado”.

Este evento contó con la participación de emprendimientos de diferentes sectores: gastronomía, artículos religiosos, bisutería y entre otros. Allí cada uno logró exponer su emprendimiento en forma de stand donde fueron visibilizados gracias a esta actividad y el apoyo de los participantes en la fiesta.

Además, en esta fiesta central hizo presencia monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta, quien presidió la Eucaristía y agradeció a todos los fieles que asistieron, por la participación y la contribución que desde la oración y los aportes económicos realizan con los medios de comunicación diocesanos. En su homilía destacó que, esta estructura de pastoral de la Diócesis, “no son una empresa; estos tienen como fin: comunicar a Jesucristo”.

Además, durante todo el mes de octubre, se realizó el santo Rosario los miércoles (con el club de amigos) y viernes (desde las instituciones educativas), donde la Santísima Virgen peregrina hizo presencia en diferentes sectores de la ciudad, en compañía de los medios de comunicación diocesanos.

EProfesión de fe de los diáconos Elkin

Jesús Ardila Boada y Jesús Fernando Fajardo Castellanos

ste martes 5 de noviembre, se celebró en la Capilla del Seminario Mayor Diocesano San José la Eucaristía con motivo de la profesión de fe de los diáconos Elkin Jesús Ardila Boada y Jesús Fernando Fajardo Castellanos. La celebración fue presidida por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta, y contó con la presencia de varios sacerdotes de la Diócesis, quienes acompañaron a los candidatos en este paso importante, de cara hacia la ordenación

presbiteral.

Durante su homilía, Monseñor José Libardo Garcés destacó la importancia de vivir según los tres consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia. En sus palabras, afirmó: “para perseverar fielmente en el ministerio sacerdotal, es necesario vivir estos votos, los cuales, junto con la Liturgia de las Horas, son fundamentales en la vida del que anuncia a Jesucristo”.

La Verdad presenta a los candidatos que serán ordenados presbíteros

NDiácono Elkin

Jesús Ardila Boada

ació en el municipio de Arboledas (Norte de Santander) el 22 de mayo de 1994; hijo de Pedro Jesús Ardila y Nelly Margarita Boada, sus hermanos Pedro José, Deiner, Edwin y Jaime. Su infancia transcurrió en el Corregimiento San José de Castro. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Pablo VI; y de sexto a noveno grado, en el Colegio San José de Castro; terminó sus últimos dos años de Bachillerato en el Colegio San Juan Bosco de Arboledas.

HDiácono Jesús Fernando Fajardo Castellanos

ijo de José Vicente Fajardo y Ana Fidelia Castellanos. Nació en Cúcuta el 11 de diciembre de 1994 y se crió desde pequeño en Gramalote, junto con su hermano Ricardo Adolfo (actualmente sacerdote de la Diócesis de Tibú), sus primos, un tío político y su abuela. Terminada la secundaria y después de un año, de trabajos y discernimiento, inició el proceso vocacional. Ingresó al Seminario Mayor Diocesano San José de Cúcuta en 2014 y en 2018 fue enviado a concluir sus estudios de Teología a Roma, junto con su compañero Víctor Julián Flórez Ortíz, en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum.

Concluidos los estudios, regresó a la Diócesis de Cúcuta en julio de 2023 y fue asignado a la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, en el barrio La

Inicia su proceso formativo en el Seminario Mayor San José de Cúcuta en el año 2013, y realiza allí el año introductorio, la filosofía y el primer año de teología. En el 2017 realiza su experiencia pastoral en el Centro de Comunicaciones de la Diócesis y en ese mismo año es enviado a Roma para continuar el proceso formativo.

En el segundo semestre de 2017 se vincula al Pontificio Colegio Internacional Maria Mater Ecclesiae de Roma y continúa con la formación teológica en el Atheneo Pontificio Regina Apostolorum, donde concluye la teología en el 2020. En ese mismo año inicia su estudio de Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana; en julio de 2023, termina su etapa de formación en Roma y regresa a la Diócesis vinculándose pastoralmente en la Parroquia San Alberto Hurtado, prestando además el

Primavera, y a la comisión diocesana de pastoral infantil. Ordenado diácono el 15 de junio del presente año, fue enviado a prestar sus servicios pastorales en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, junto al Padre Carlos Arturo Flórez y José del Carmen Chaustre.

¿Cómo considera usted que debe encarnar un creyente el eslogan que tiene el sínodo: “comunión, participación y misión”?

El mejor modo de encarnar esta invitación del sínodo es con la fraternidad, la cercanía con el otro y, sobre todo, con el Otro Supremo. Esta cercanía y fraternidad implican una disposición para la escucha, cualidad a la que hemos sido llamados desde siempre, desde el discipulado, y no solo cuando hemos tomado conciencia de que vamos en camino con otros (en sinodalidad).

La importancia de la escucha a la hora de encarnar estos momentos o etapas del ser sinodal es fundamental para nuestra fe, tanto en lo personal como en lo comunitario o eclesial.

Bartimeo logra recobrar la vista y sigue

servicio de profesor externo en el Seminario Mayor y apoyando el equipo diocesano de animación bíblica.

El 15 de junio del 2024 fue ordenado diácono por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, quien lo nombra diácono de la parroquia Sagrada Familia donde actualmente realiza su labor pastoral.

El Papa Francisco nos llama a todos a ir a los alejados ¿Cómo podríamos desde la pastoral parroquial llegar a ellos y a las periferias existenciales?

La mejor forma para llegar a los que están lejos o se encuentran en periferias existenciales es la evangelización al modo de Jesús; en muchos pasajes del

a Jesús en su subida a Jerusalén porque escuchó que pasaba por allí; María, la hermana de Marta, fue bienaventurada porque eligió la mejor parte, aquella que nadie le quitaría, la de escuchar a los pies del maestro sus enseñanzas; María y José que en su pequeñez y devoción escucharon la voz del Señor y la pusieron en práctica; Abraham que escuchando la promesa del Señor y creyendo en ella, fue justificado, y se encaminó a la tierra prometida.

En una sociedad ahogada con tanto ruido, atrofiada en el arte del escuchar, acostumbrada a hablar solo de sí o encerrada en un individualismo ocasionado por la ilusión de globalidad causada por la tecnología. Escuchar se convierte en un talento exótico, no tan común pero muy valioso; no solo en el ámbito cristiano, sino en la humanidad en general.

El Sínodo, invitándonos a la comunión, a la participación y a la misión, al escuchar y dar nuestro aporte, nuestro punto de vista, no busca hacer algo novedoso o extraño, sino más bien busca recordarnos cómo debe ser el caminar del cristiano que va en compañía de Cristo y con Cristo, con otros, y recibiendo o dando ejemplo.

Evangelio el Señor nos da la clave para realizar una buena pastoral y para hacernos cercanos a las realidades humanas. Jesús se acerca con un mensaje de esperanza y vida a todos aquellos que no ven un horizonte frente a los problemas; los escucha, se hace cercano, acompaña en los momentos de dolor o de alegría, se hace presente, habla, pero también actúa; anuncia y denuncia lo que está mal, brinda la posibilidad de retomar el camino de aquellos que se han descarriado. El Señor como buen pastor ora, ayuna, camina, se sacrifica por los suyos, en fin.

La realidad parroquial es la experiencia de la comunidad de fe, en la cual todos caminamos en una misma dirección, es por ello que todos cuentan, todos tienen algo para dar y en el ejemplo de una vida eucarística, es posible dar el mejor ejemplo de unidad.

No debemos olvidar lo esencial del cristiano, se podría decir que es la invitación del sínodo. Estamos llamados a saber atender a los retos y dificultades de este mundo, de la sociedad actual, de la Iglesia de la cual hacemos parte, de los signos de los tiempos, pero sobre todo, estamos llamados a estar atentos de la Palabra de Dios, esa Palabra viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que nos conoce desde el vientre materno, que nos formó y modeló y que nos envía para que no seamos solo receptores sino que nos convirtamos en portavoces de ella.

Encarnamos nuestro llamado a la sinodalidad, a la comunión, participación y misión desde cada una de nuestras realidades, diferentes, particulares entre sí, pero que al final requieren de cada uno de nosotros, atención, vigilancia, saber escuchar y saber compartir, con palabras y con el ejemplo de nuestras vidas, esas bellas experiencias que hemos tenido de Cristo. Pues bien, Cristo es esa experiencia fundamental que estamos llamados a compartir con todos.

Asamblea Bíblica

Domingo: día del Señor Resucitado

I. AMBIENTACIÓN

Es importante se ubique en el lugar central del encuentro el altar bíblico.

II. ANIMACIÓN

a. Saludo.

b. Invocación Trinitaria: en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

c. Signo: imagen de los apóstoles caminando en una siembra de trigo.

d. Dinámica: “Lo que realmente te hace bien”. El moderador coloca una imagen de Jesús en el centro al que conducen dos caminos (cada camino está construido con seis hojas de papel, cada una de las cuales contiene una cita bíblica o una frase y una indicación a seguir, deben colocarse boca abajo). El grupo se divide en dos, cada uno elige un representante que se ubicará al inicio de cada camino. Por turnos, van levantando cada hoja y sin verla la entregan al moderador, él indica qué hacer según esta escrito. Gana el equipo que primero llegue al final y el premio es el encuentro con Jesús. Finalizada la dinámica, se invita a tener presente que Jesús es el centro de la vida, desde el llamado de Abraham y a lo largo de toda la historia del pueblo de Israel se han proyectado momentos de salvación que se cumplen en Jesús, quien ofrece la salvación plena y definitiva. e. Repaso del encuentro anterior: los milagros de Jesús son signos de salvación, no se pueden separar del conjunto de su actuación y especialmente de su predicación sobre el Reinado de Dios. Es mejor entender los milagros como signos que revelan el poder salvador de Dios que se hace presente en Jesús, en su persona y en su actuar. El milagro tiene una función reveladora en beneficio de los hombres. Todo el conjunto de los milagros de Jesús son signos de una salvación que se refiere a todo el hombre, al cuerpo y al espíritu, y por eso se unen a otros aspectos como el perdón de los pecados (Mc

2, 1-12). La fe es necesaria para poder interpretar el verdadero sentido del milagro, es decir, como una acción de Dios, y no como un hecho prodigioso realizado por ciertos medios mágicos (Mc 5, 34; Mc 6, 5-6; Mc 10, 52).

III. TEMA DE ESTUDIO

Análisis de la realidad:

¿Por qué para los judíos el día sagrado es el sábado? ¿Cuál es el día sagrado para los cristianos católicos?

Profundización

En el Evangelio según san Marcos es importante ver a Jesús como Señor del sábado, pues Él interpreta más abierta y ampliamente este día, a diferencia de los fariseos, haciendo el énfasis en el amor a Dios y el servicio al prójimo.

El sábado, “Shabbath” o día de “descanso” (séptimo del calendario hebreo) es sagrado para los judíos (Ex 20, 8-12), y la observancia de esta norma está centrada en reglas y regulaciones de estricto cumplimiento hasta la actualidad (existen alrededor de 39 trabajos prohibidos de realizar este día), expresando vivamente la estrecha relación de Dios con su pueblo.

En el Evangelio según san Marcos encontramos dos relatos (Mc 2, 2328; 3, 1-6) que hablan explícitamente en relación con la observancia judía del sábado y la superación hecha por Jesús aclarando el verdadero sentido teológico de este día para el hombre, teniendo presente el Evangelio de san Marcos 2, 10, para poder entrever su rol en referencia al sábado. Jesús afirma que el sábado fue instituido para el hombre (Mc 2, 27), usando una expresión que evoca el primer relato de la creación (Gn 1, 1-2,4a), expresa que este fue hecho para beneficio del hombre, es decir, en sentido genérico, el ser humano es dueño del sábado. Teniendo presente la referencia al rey David, el hombre ha de interpretar

esta prohibición de trabajo en sábado de forma que le permita satisfacer sus necesidades humanas básicas; así, se puede contemplar el vínculo entre Adán (primer ser humano) y la figura del rey (David): al ser creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 26-27) se asume también de manera especial su participación puntualmente en el dominio sobre las creaturas (animales, plantas, etc).

Jesús se presenta como el Señor del sábado, en la expresión el “hijo del hombre” (Mc 2, 10; 3,28), hace referencia a “El Hijo del Hombre”, es decir el Mesías que se menciona en la profecía de Daniel 7, 13-14, relación que pueden comprender fácilmente los fariseos que hacen parte de la audiencia. “…los mandamientos de Dios han sido dados en favor del hombre, pero no han sido confiados al simple parecer humano, sino que penden de la exposición e interpretación del Hijo del hombre. Sólo Él conoce la voluntad de Dios por su estrecha unión con Él” .

Con la Resurrección de Cristo, el primer día de la semana, se empezó a guardar el domingo como el “día del Señor”, término que directa o indirectamente es posible encontrar tanto en el Nuevo Testamento (Hch 2, 20; 2Ts 2, 2 etc.) como referencias en el Antiguo Testamento (Is 2, 12; Ez 13, 5; Am 5, 18 etc). Es el gran día del que

Juan en libro del Apocalipsis 1, 10-11ss.

Con estos elementos, el cristiano católico puede, escuchando el mensaje de libertad y amor que Jesús da del sábado, comprender que el centro de la fe es Jesús Resucitado, y por ello ha de guardar el domingo como “día del Señor” y, en su forma de vivir, ser y actuar, dando testimonio que Jesús está vivo y su Espíritu es quien lo impulsa a ser mejor cada día.

IV. LECTIO DIVINA

Es un camino de oración que nos permite a través de la Biblia el encuentro con Jesucristo de una forma personal y transformadora.

La Palabra escuchada “Buscad leyendo”

LECTURA
habla

Demos varias lecturas al texto de forma individual.

Identifiquemos en el texto el día, los personajes, sus actitudes.

¿De qué trata el texto?

MEDITACIÓN

La Palabra comprendida “Hallaréis meditando”

MEDITACIÓN

¿Qué le respondo a Dios, basado en el texto leído?

ORACIÓN

Se invita a compartir una oración de perdón, petición o acción de gracias suscitada por el texto.

ACCIÓN

¿Quién es Jesús para mí?

¿Vivo el domingo como el día del Señor?

CONTEMPLACIÓN

La Palabra interiorizada

CONTEMPLACIÓN

¿A qué acción o cambio me invita el Señor en este texto?

En un momento de silencio, dialoga con el Señor.

COMPROMISO

Participar activamente en las asambleas bíblicas del próximo año.

Iniciar la formación bíblica diocesana el sábado 1 de febrero de 2025.

DESPEDIDA

FELIZ CUMPLEAÑOS

a. Oración para después de leer la Biblia.

ANIVERSARIOS

26. Gabriel Peña Arciniegas

25. Rafael Darío Aparicio Rubio

26. Luis Ignacio Osorio Solano

27. German Omar Hernández Pinto

¿Cómo me veo en el texto bíblico?

¿Qué sentimientos y actitudes suscita en mi corazón contemplar esta escena?

ORACIÓN

“Llamad orando”

b. Cántico a la Virgen: Madre de la juventud.

c. Bendición final: en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

“SEAN MIS TESTIGOS”

Comenzamos un nuevo año litúrgico, con unos nuevos énfasis en la Iglesia diocesana, en el cual profundizaremos y trabajaremos con el Evangelio según san Lucas.

26. Jesús Uriel Cristancho Torres

26. Hernando Enrique Chitiva León

26. Daniel Argenis Carreño Fuentes

26. Pedro Andrés Daza Correa

26. Yhon Pablo Canedo Archila

26. Wilmer Alberto Maldonado Arias

26. José Gustavo Acero Medina

26. Antonio Caballero Peñaloza

26. Humberto Nieto Meza

26. Eloy Jaimes Ureña

26. Jesús Omar Osma Aldana

26. Benedicto Vaca Cáceres

26. Samuel Alexis Arias Meza

26. Pedro Orlando Mora Robayo

26. Eduard Reynel Tamara Rojas

26. Juan Carlos Lemus Torres

26. Yessid Fernando Rubio Rolón

26. Luis Eduardo Álvarez Díaz

26. Javier Alexis Agudelo Avendaño

26. Omar Leonardo Arias Quijano

27. Rito Antonio Botello Gallo

28. Víctor Manuel Torrado Quintero

28. Óscar Alexis Pérez Morales

28. Jhon Alcides Castro Yanquen

28. José Santos Ortega Lizcano

28. José Leonidas Cristancho Cáceres

28. Wilmar Alexander Díaz Rodríguez

28. Luis Enrique Sequeda Marín

28. Luis Enrique Ortíz Cárdenas

28. William Ramón Santamaría Flórez

28. César Augusto Prato Parra

29. Jesús Esteban Osorio Solano

29. Juan Sebastian Rivera Fellner

29. Ovidio Antonio Peñaranda Gutiérrez

29. Álvaro Iván Gómez Suárez

30. Freddy Antonio Ochoa Villamizar

30. José Agustín García Sánchez

30. Jesús Rafael Mendivelso Benítez

30. Zady Bermúdez Villamizar

30. Freddy Martín Celis Celis

Óscar Alexis Pérez
30. Samuel Darío García Gómez
Hernando Enrique Chitiva León

Especial

Por: Pbro. Fredy Ramírez Peñaranda, Estudiante de teología pastoral en la Pontificia Universitaria Lateranense (Roma).

“«Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz»” (Jn 18, 37).

1. “Tú lo dices: soy Rey” Momento histórico

En el año litúrgico celebramos los diferentes acontecimientos de nuestra fe, la cual está centrada en Jesucristo Nuestro Señor. Un momento especial, es la Solemnidad de Cristo Rey, con la cual concluye esta experiencia litúrgica.

Esta Solemnidad tiene por objetivo manifestar el Reinado de Jesucristo en cada una de nuestras vidas y de nuestros corazones. Por ello después de la Primera Guerra Mundial, el Papa Pío XI, el 11 de diciembre de 1925, publicó la encíclica Quas Primas que instituyó oficialmente para toda la Iglesia esta Solemnidad. Curiosamente esta encíclica conmemora también los 1600 años del Concilio de Nicea celebrado en el año 325, y que expresó la profesión de fe en Jesucristo como verdadero Dios y hombre, y que manifiesta esta profesión de fe, que su Reino no tendrá fin. La encíclica Quas Primas manifiesta la realeza de Jesucristo frente a un modernismo que quiere opacar su presencia.

2. “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.” Momento teológico

Jesucristo Rey de nuestra vida

“Porque si a Cristo nuestro Señor le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; si los hombres, por haber sido redimidos con su sangre, están sujetos por un nuevo título a su autoridad; si, en fin, esta potestad abraza a toda la naturaleza humana, claramente se ve que no hay en nosotros ninguna facultad que se sustraiga a tan alta soberanía” (Quas Primas 34).

“La Cruz manifiesta la verdad de su reinado y el poder de su servicio”.

La realeza de Cristo está íntimamente asociada a la verdad, a la cual sirve para manifestar siempre la voluntad del Padre. Por esto Cristo siempre vive en la verdad, al punto de entregar su propia vida.

Ya en Antiguo Testamento, el Salmo 71 manifiesta la realeza de Dios con los dones de la justicia y la paz. En el Nuevo Testamento el Evangelio de San Lucas (1, 32-33), el Arcángel manifiesta, cuando hace el anuncio que su Reino no tendrá fin, confirmando la soberanía de Dios, que siempre acompaña a su pueblo.

En el centro de este itinerario de revelación de la realeza de Jesucristo está, una vez más, el misterio de su muerte y resurrección. La Cruz manifiesta la verdad de su reinado y el poder de su servicio. Cuando crucificaron a Jesús, los sacerdotes, los escribas y los ancianos se burlaban de Él diciendo: “Es el rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en Él” (Mt 27, 42). Jesús no se acomoda a la idea que todos tenían del Mesías, Es el Mesías que manifiesta la voluntad del Padre, que conduce siempre a su encuentro. Por eso no realiza lo que la gente es-

pera; realiza y manifiesta la voluntad del Padre. Precisamente porque era el Hijo de Dios. Jesús se entregó libremente a su pasión, y la Cruz es el signo paradójico de su realeza, que consiste en la voluntad de amor de Dios Padre por encima de la desobediencia del pecado, ofreciéndose a sí mismo en el sacrificio de expiación, Jesús se convierte en el Rey del universo, como declarará Él mismo al aparecerse a los Apóstoles después de la resurrección: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28, 18).

3. “Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Momento pastoral

En el centro de nuestra expe riencia pastoral, está Jesucristo el Señor. Solo el encuentro con Cristo garantiza una experiencia de fe que nos ayuda no solo a la con versión, sino a manifestar siempre la gracia de su amor, a testimoniar con nuestra vida, que Jesús es el Señor.

¿Cómo podemos vivir el Reinado de Jesucristo?

1. A nivel personal: el ENCUEN TRO con Jesucristo que transforma la vida y el corazón. Este encuentro no es un momento en la vida del cristia no, sino que es un encuentro perma nente que se sostiene en la vivencia del amor.

2. A nivel familiar: la CONVER

SIÓN, que haga descubrir a cada una de las familias desde la Palabra y la Eucaristía la centralidad del amor de Dios.

3. A nivel de las comunidades eclesiales misioneras: la vivencia de una FORMACIÓN donde se manifieste la centralidad del servicio como un don de Dios.

4. A nivel parroquial: en la vivencia de la COMUNIÓN. La parroquia debe ser una comunidad de comunidades que está al servicio de todos. Es el lugar eclesial donde se vive y se manifiesta una experiencia con el Crucificado-Resucitado.

5. A nivel Diocesano: la MISIÓN, que no es otra cosa que anunciar el Reino de Dios en cada una de las realidades sociales, especialmente en

El Nacimiento del Señor

CELEBREN

LA NAVIDAD

(Lc 2, 16)

“Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”.

El sentido de vida de todo cristiano se encuentra en Jesucristo. Celebrar el misterio de la Navidad se convierte para el cristiano en el punto de partida de una nueva relación con Dios, consigo mismo y con los demás. La fe cristiana es, ante todo: encuentro y acogida

del amor de Dios revelado en Jesucristo, adhesión sincera a su persona y la decisión libre de seguirlo. Es por eso que el lema de este mes es el punto de partido de un caminar durante el 2025 de experiencias que posibiliten el testimonio del amor de Dios en nuestra Diócesis. Celebrar la Navidad es la oportunidad de volver a los valores esenciales que dan razón al ser humano, volver la mirada a la familia de Nazaret y encontrar allí la respuesta a los anhelos más profundos del hombre de hoy.

El Bautismo del Señor

VIVAN

LA FE

(Mc 11, 22)

“Jesús les dijo: Tengan fe en Dios”.

La fe en Jesús es un sí a Él; esto es confiarse totalmente, y a su vez, acoger como don todo lo que Él ha revelado y transmitido por la Iglesia. El momento significativo del mes de enero, lleva a comprender el comienzo de nuestra vida de gracia. El Bautismo del Señor

es la fiesta que nos recuerda la santificación de las aguas en las que por gracia hemos renacido como hijos de Dios llamados a crecer en la fe y a amar a Dios y al prójimo a ejemplo de Cristo.

Fiesta de la Presentación del Señor

ILUMINEN

(Lc 11, 34)

Solemnidad de San José

EN EL EVANGELIO

(Mc 1, 15)

Sean TESTIGOS

Después de haber vivido la asamblea diocesana, donde compartimos distintos momentos de gracia y bendición, también fuimos motivados para continuar el camino pastoral 2025. A continuación les presentamos queridos lectores del Periódico La Verdad los lemas que nos acompañarán cada mes del próximo año para cumplir con el llamado que el Señor nos hace: “Sean mis testigos” (cfr. Hch 1, 8).

El encuentro con Cristo alcanza su meta cuando se establece una verdadera re-

“Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad”

La luz de Cristo dada al cristiano el día del bautismo, es una invitación no solo para alimentarla, para caminar como hijos de la luz, sino también para comprender precisamente que en el mundo debe brillar nuestra luz por las buenas obras que podamos realizar, custodiando siempre para que nada la apague.

“El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en el Evangelio”.

La celebración del varón justo de Nazaret, san José, es la solemnidad que se convierte en momento significativo del mes de marzo, un volver a la sencillez de la fe hecha obediencia en el discernimiento del plan de Dios para nuestra

vida. Esto requiere de nuestra parte acogida del don de Dios y respuesta de la llamada a la conversión como manifestación concreta de la fe en Jesús.

(Mt 28, 7)

“Y ahora vayan enseguida a decir a sus discípulos: ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allí le verán”.

El misterio pascual —la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús— es el momento significativo mediante el cual los discípulos misioneros encuentran

sentido a sus vidas, a través del amor que vence al mundo. Es la vivencia del amor hasta el extremo, que lleva a impregnar al mundo con una nueva manera de ser. Anunciar la resurrección es el mandato del Señor, un anuncio que se hace a través de la vida en comunión de la Iglesia y de la construcción de un nuevo tejido social mediante la fraternidad universal.

EL SANTO

(Hch 1, 14)

“Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María la madre de Jesús y de sus hermanos”.

Ser testigos del Maestro implica también apoyarse en el modelo de la primera discípula misionera: la Santísima Virgen María, ella supo contemplar cada momento de la vida del Salvador,

al custodiar como un tesoro en su corazón, los misterios revelados por el Padre en el rostro de Jesús. Como ella, cultivemos en nosotros una mirada contemplativa de la vida de Jesús a través del rezo y meditación del Santo Rosario.

Triduo Pascual
Mes Mariano

Sean mis TESTIGOS

lación de amistad entre el creyente y el Señor. Una vez que se profesa la fe, diciendo: “Tú eres el Cristo”, el discípulo se pone totalmente a disposición para escuchar a su Maestro y aprender de Él.

El año 2025 será el año de la escucha atenta del Maestro, un año en el que el discípulo misionero buscará impregnar el mundo con experiencias de encuentro con Jesús. Se suscitarán experiencias significativas que facilitarán el encuentro con Jesucristo a través de diferentes formas y situaciones de la vida cristiana.

Corpus Christi

(Mt 25, 40)

“Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón ¿Cómo puede permanecer en él el amor de Dios?”

Ser testigos en un mundo cambiante no significa que el cristiano deba ser indiferente a las realidades que lo desbordan ni vivir un Evangelio desencarnado. El testimonio de Cristo pasa,

inequívocamente, a través del rostro del necesitado; por ello, la solidaridad con el hermano que sufre es una característica esencial del discipulado. En lo profundo del corazón del discípulo misionero resuenan las palabras del Maestro: “Cada vez que lo hicieron con uno de mis pequeños hermanos, conmigo lo hicieron”.

Semana de los Niños, Jovenes y Adulto Mayor

CUIDEN

LA VIDA

(Ef 5, 15)

“Miren atentamente como viven; que no sea como imprudentes, sino como prudentes”.

Hay un tesoro dado al discípulo misionero: la vida. Ella es un don que debe ser acogido como tal, desde su concepción hasta su muerte natural. Cuidar la vida supone en el corazón del discípulo

misionero la presencia de Cristo en cada etapa de la vida, y con esta presencia, se toma conciencia de la cercanía de Dios en cada momento de nuestra existencia.

Congreso del PEIP

AGOSTO

VIVAN EN COMUNIÓN

(Hch 2, 44)

“Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común”.

Agosto se viste de alegría y júbilo en nuestra Diócesis y en nuestra ciudad. El Congreso Nacional de Evangelización es una oportunidad no solo para fortalecer nuestro plan pastoral, sino también para avivar nuestro sentir, tanto como Iglesia diocesana e Iglesia co-

lombiana. Acoger a las 22 diócesis de Colombia que siguen el PEIP es una ocasión propicia para alegrarnos en el Señor y descubrir lo que el Espíritu quiere para nuestra Iglesia: un renovado impulso misionero que fortalezca la acción catequética en aras de la evangelización.

Semana por la Paz

Semana Bíblica

TRABAJEN POR LA

PAZ (Mt 5, 9)

“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

El discípulo misionero lleva en su corazón al Príncipe de la Paz; se ha dejado transformar por Él y da testimonio de Él, siendo un instrumento de paz, un bienaventurado que sabe impregnar los lugares por donde pasa con los mismos sentimientos de Cristo. Sabe acoger la

Palabra como Palabra Divina y muestra al mundo una nueva manera de ver y resolver las cosas desde el corazón de Cristo.

Mes Misionero

OCTUBRE

VAYAN Y HAGAN DISCÍPULOS

(Mt 28, 19)

“Vayan y hagan discípulos a todas las gentes, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”

“Sean mis testigos; vayan y hagan discípulos”. Esto significa recordar el mandato original, la orden del Maestro que, después de dos mil años, no ha cambiado. Somos una Iglesia en salida misionera, renovando constantemente

este impulso que nos lleva a salir al encuentro del otro, llevando no solo un contenido, sino una presencia.

Todos los Santos

BUSQUEN LA

SANTIDAD

(1Pe 1, 15)

“Así como el que los ha llamado es santo, así también ustedes sean santos en toda su conducta”

Ser testigos del Maestro supone asumir un proyecto de vida nuevo, elevando la mirada hacia la promesa de eternidad que nos fue dada el día de nuestro bautismo. De este modo, el cielo que se nos ha prometido se hace realidad en cada instante de nuestra vida mediante

la fidelidad al Evangelio. La santidad se convierte, entonces, en una forma de ser en el mundo.

El 24 de octubre del 2024, el Papa Francisco presentó al mundo la nueva encíclica Dilexit Nos (Nos amó), una profunda reflexión sobre el misterio del Sagrado Corazón de Jesús, símbolo de amor divino que ha acompañado a la Iglesia a lo largo de los siglos. En esta encíclica, el Sumo Pontífice no solo reafirma la importancia de esta devoción en la vida cristiana, sino que lo coloca en el centro de la espiritualidad y la misión evangelizadora de la Iglesia Católica en la actualidad.

El Corazón de Jesús: fuente de amor y misericordia

El título de la encíclica, Dilexit Nos, hace referencia a las palabras de san Juan en su primera carta: “Él nos amó” (1 Jn 4,10); en las palabras de san Pablo en la carta a los Romanos: “Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó” (Rm 8, 17); y, en el Evangelio de Juan, cuando Él nos dice que, así como el Padre lo amó, “yo también los he amado” (Jn 15, 9).

El Papa Francisco nos invita a mirar al Sagrado Corazón de Jesús no solo como un objeto de devoción, sino como un signo de la entrega total de Dios a la humanidad. Este corazón, que late por cada ser humano, es el reflejo del amor incondicional de Dios por todos, sin distinción, sin prejuicios.

“Dilexit Nos”: La nueva encíclica del Papa Francisco sobre el Sagrado Corazón de Jesús

La encíclica de cinco capítulos, que además coincide con el aniversario 350 de la primera aparición del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque, en 1673, resalta cómo el Corazón de Jesús revela la profundidad del amor divino, un amor que se hace carne en el sacrificio redentor de Cristo.

1. “La importancia del corazón”

El Papa Francisco comienza señalando la importancia del “corazón” en la vida humana y espiritual, especialmente en un mundo cada vez más consumista y racionalista. Nos invita a volver a poner en el centro el “corazón”, no como un simple órgano físico, sino como el lugar donde se proyecta nuestra identidad: “yo soy mi corazón, porque es lo que me distingue, me configura en mi identidad espiritual y me pone en comunión con los demás” (Dilexit Nos, 14).

2. “Gestos y palabras de amor”

En el segundo capítulo, el Papa Francisco reflexiona sobre los gestos y palabras de amor de Cristo. Jesús, al encontrarse con las personas más necesitadas de su tiempo, como la samaritana, Nicodemo, la mujer adúltera, y el ciego de nacimiento, no solo les ofrece un consuelo, sino que también les transmite una cercanía transformadora. Su mirada, que escruta lo más profundo del ser, refleja un amor que va más allá de las apariencias, un amor que ve el corazón de cada persona, sus sufrimientos y esperanzas. En la Cruz, Jesús pronuncia la palabra de amor más grande, entregándose completamente por la salvación del mundo. Este amor es el que nos impulsa a vivir de manera auténtica, a amar como Él nos ha amado. “Por eso cuando san Pablo buscaba las palabras justas para explicar su relación con Cristo dijo: «Me amó y se entregó por mí» (Ga 2, 20). Esa era su mayor convicción, saberse

amado. La entrega de Cristo en la cruz lo subyugaba, pero sólo tenía sentido porque había algo más grande todavía que esa entrega: «Me amó»” (DN, 46).

3. “Este es el corazón que tanto amó”

En el tercer capítulo, el Papa Francisco profundiza en el misterio del Corazón de Jesús, recordando cómo la Iglesia ha reflexionado sobre esta devoción a lo largo de los siglos. Jesús no es solo un hombre que posee un corazón físico, sino que su Corazón es un símbolo del amor divino y humano que se hace presente de manera concreta en la cruz. “Por esta razón nadie debería pensar que esta devoción nos pueda separar o distraer de Jesucristo y de su amor. De modo espontáneo y directo nos orienta a él y sólo a él, que nos llama a una preciosa amistad hecha de diálogo, afecto, confianza, adoración” (DN, 51).

Al contemplar el Corazón de Jesús, se ve el misterio de un amor que abarca todo lo humano y lo divino, un amor que no tiene límites, que se ofrece sin medida, porque: “contemplando el Corazón de Cristo reconocemos cómo en sus sentimientos nobles y sanos, en su ternura, en el temblor de su cariño humano, se manifiesta toda la verdad de su amor divino e infinito” (DN, 64). Esta devoción debe ser vista como un reconocimiento de todo el amor que Cristo derrama por nosotros.

4. La experiencia personal del amor de Cristo y el compromiso misionero y comunitario

En los dos últimos capítulos de la encíclica sobre el Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Francisco subraya dos elementos fundamentales que la devoción debe mantener unidos para seguir creciendo espiritualmente: la experiencia perso-

nal del amor de Cristo y el compromiso misionero y comunitario. Estas dos dimensiones son inseparables, ya que solo cuando nos alimentamos del amor del Corazón de Jesús podemos llevar este amor al mundo.

En el cuarto capítulo, titulado «Amor que da de beber», el Papa nos invita a redescubrir la profundidad de las Escrituras y a contemplar el costado abierto de Cristo. Este costado, traspasado por la lanza, se convierte en un signo de la abundante misericordia de Dios, como se nos recuerda en la profecía de Zacarías: «Mirarán al que traspasaron» (Zac 12, 10). El Corazón de Cristo es presentado como una fuente viva, abierta para saciar la sed más profunda de la humanidad: la sed de amor, perdón y salvación. Y su último capítulo “Amor por amor”, resalta las apariciones a santa Margarita María Alacoque: “Tengo sed, pero una sed tan ardiente de ser amado de los hombres en el Santísimo Sacramento, que esta sed me consume; y no hallo nadie que se esfuerce, según mi deseo, en apagármela, correspondiendo de alguna manera a mi amor”, palabras de Jesús a santa Margarita de Alacoque.

El Papa concluye su reflexión con una oración profunda y sencilla, pidiendo al Corazón de Jesús que fluya para todos nosotros, trayendo paz y curación, impulsándonos a vivir un amor que se extiende más allá de nosotros mismos. En esta oración, nos invita a contemplar el Corazón de Jesús, a dejar que su amor nos transforme, y a llevar ese amor a los demás, para que podamos construir un mundo más justo y fraterno.

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“Yentonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria” (Lc 21, 27).

Jesucristo es Señor del cosmos y de la historia a quien se le han sometido todas las cosas, pues está: “por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación… y bajo sus pies (el Padre) sometió todas las cosas y le constituyó cabeza suprema de toda la Iglesia” (Ef 1, 21-22). A partir de esta verdad de fe, se abordará en este tema, el “ya, pero todavía no” de la consumación definitiva del designio de Dios “todo en todas las cosas” (1 Cor 15, 28), que alcanzará su plena realización, con la segunda venida gloriosa de Jesucristo.

El glorioso advenimiento de Cristo

26-27). El interrogante de los discípulos fue sobre el cuándo sucederían esas cosas, a lo que Jesús les responde: “sobre aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mc 13, 32). La única actitud que sugiere Jesús, es “estar atentos y vigilar, porque ignoran cuando será el momento” (Mc 13, 33).

ha venido para juzgar sino para salvar (Jn 3, 17) y para dar la vida que hay en Él” (CIC 679).

labra que Yo he hablado, esa le juzgará el último día” (Jn 12, 48).

“Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a Él; porque el santuario de Dios es sagrado y ustedes son ese santuario” (1 Cor 3, 17).

“Porque si voluntariamente pecamos, después de haber recibido el pleno conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, sino la terrible espera del Juicio y la furia pronta del fuego pronto a devorar a los rebeldes” (Hb 10, 26-27).

La Ascensión del Señor a los cielos no supone una ausencia suya del mundo y de su Iglesia. De hecho, “la Ascensión de Cristo al cielo, significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo” (CIC 668).

Jesús ha sido constituido como Señor de todo cuanto existe, pero aun está en espera ese pleno señorío de Jesús sobre todas las realidades creadas, pues “el Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, no está todavía acabado… y es objeto de ataques de los poderes del mal, a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo” (CIC 671).

El tiempo presente, tal como es posible constatar, es: “un tiempo marcado todavía por la tribulación (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia e inaugura los combates de los últimos días. Es un tiempo de espera y de vigilia” (CIC 672).

Enseña el Catecismo que “desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos “toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad” (Hch 1, 7). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén “retenidos” en las manos de Dios” (CIC 673).

San Pablo advierte que al final: “todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el pago de lo que hicimos, el bien o el mal, mientras estábamos en el cuerpo” (2 Cor 5, 10). Al hacer una lectura detenida de algunos textos de la Biblia, se encontrarán enseñanzas valiosas en torno a la implicación de la libertad del hombre en relación a su propia salvación:

“El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree ya está juzgado porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios” (Jn 3, 18).

“El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Pa-

En realidad, “es por el rechazo de la Gracia de Dios en esta vida, por lo que cada uno se juzga ya a si mismo, es retribuido según sus obras y puede condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor” (CIC 679). Así lo evidencia san Mateo, cuando presenta el relato del juicio final en el capítulo 25 de su Evangelio: “Todo cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí también me lo hicieron… y cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejaron de hacerlo” (Mt 25, 4045).

La voluntad de Dios sobre sus hijos es que “todos se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Tm 2, 4), pero justamente esa salvación consiste en el conocimiento de la verdad que es Jesucristo (Jn 14, 6) y en aceptarle como el salvador; en el que importa el empeño de toda la vida. Es necesaria una cooperación de nuestra parte, como apropiación de la oferta de la salvación, que en Cristo se nos ha dado por su muerte redentora en la Cruz.

Jesús hablando a sus discípulos sobre el momento final de la historia, les dice que: “verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria y enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos” (Mc 13,

Nos enseña la Sagrada Escritura que: “el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo” (Jn 5, 22) y añade versículos mas adelante que el Padre “le ha dado poder para juzgar porque es el Hijo del hombre” (Jn 5, 27). Cristo es Señor de la vida eterna y adquirió este derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres, por su cruz y su muerte redentora en ella.

Sin embargo, no es correcto pensar en una imagen de Dios que se gozará al final de los tiempos con el sufrimiento y la perdición definitiva de muchos de sus hijos, como un Dios vengador e inmisericordioso, pues tal como lo precisa el Catecismo de la Iglesia Católica: “el Hijo no

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Por: Pbro. Juan Carlos Ballesteros Celis, párroco de Santa Clara de Asís y miembro de la pastoral de catequesis.
3. Para juzgar a vivos y muertos
4. La responsabilidad del hombre frente al momento del juicio
2. El glorioso advenimiento de Cristo
1. Cristo reina ya mediante la Iglesia

Cada año litúrgico, que comienza con el Tiempo de Adviento, tiene la particularidad que vamos cambiando de evangelista en lo que se refiere a los evangelios que se proclaman los domingos, de manera que podamos leer los cuatro evangelios en tres años. Con el Evangelio de san Juan ocurre que está repartido en varias fiestas y tiempo fuertes del año. Para el año 2025 nos acompañará el Evangelio de san Lucas en la lectura de la misa y además nuestra Diócesis nos formará en este mismo texto a través de la cartilla bíblica; por eso como a manera de introducción les presentamos una gran síntesis de este Evangelio, para que podamos irnos disponiendo en recibir el mensaje de salvación del Señor Jesús a través de este evangelista.

Cuántos de nosotros hemos recitado, orado y hecho nuestras las palabras de María en el Magníficat (Lc 1,46 – 55), en cuántas ocasiones no hemos repetido la frase de Simeón: “ahora Señor puedes dejar a tu siervo irse en paz” (Lc 2, 29 -32), o leído y meditado aquellas otras de Jesús en la Cruz: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 43) y “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). O quién no recuerda, los nombres de Zacarías, Isabel, el ángel Gabriel, María, los pastores, Zaqueo, las mujeres que siguiendo a Jesús le sirven con sus bienes (cf. Lc 8, 1 -3). O el niño envuelto en pañales y el canto de gloria de los ángeles y pastores (Lc 2, 8 – 21); o aquel infante de 12 años en medio a los doctores, (cf. Lc 2, 41 – 52) y ya mayor leyendo

San Lucas, teólogo e historiador:

Evangelio para el 2025, ciclo litúrgico

el rollo de Isaías en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4, 16 – 30).

Cuántos de nosotros no hemos visto y hemos sentido el maravillarnos de frente a la parábola del buen samaritano (Lc 10, 33 -37) que responde a la interpelante pregunta: ¿Quién es mi prójimo? o aquella otra parábola revolucionaria que nos recuerda imágenes bellísimas como la del pastor que muy contento coloca la oveja perdida en sus hombros, la de la mujer llena de gozo con la dracma en sus manos, la del Padre misericordioso, conmovido y lleno de alegría por encontrar a su hijo con vida (cf. Lc 15).

del mundo sin dejar a nadie fuera de aquel misterio de vida y de gozo.

Fijemos ahora nuestra atención en algunos textos del Evangelio según san Lucas, con el deseo de animar a su lectura para que se despierte en nosotros el deseo de la evangelización y la meditación constante y llena de fruto de la Palabra de Dios:

O la imagen dramática del Hermano Mayor que dentro de la parábola, escuchando la música, se irrita por aquella fiesta inmerecida ante “ese hijo tuyo”, memoria de tantos oponentes que hacen resistencia a este Jesús que acoge pecadores y come con ellos (cf. Lc 15, 1. 25-32).

Cuántos hemos puesto nuestra atención en este Jesús del tercer Evangelio que antes de los grandes eventos de su vida es descrito en oración confiada al Padre (cf. Lc 6,12; 9,18; 9,28; 11,1; 22, 39 - 46) eligiendo y enviando a sus Doce (cf. Lc 6, 12 -15), pero junto a ellos a otros setenta y dos (cf. Lc 10,1 - 16). Es una Buena Noticia, un Evangelio que atraviesa y perfora toda la historia, y va en camino hacia los confines

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O detalles menos evidentes como un Jesús que no dice en su oración: “Padre Nuestro que estás en los cielos” como en el caso de Mateo (cf. Mt 6, 9 – 13) sino solo: “Padre, santificado sea tu Nombre” (cf. Lc 11, 2 - 4). O el cambio topográfico de uno de los discursos más recordados de Jesús que en Mateo se da en la montaña (cf. Mt 5 – 7) mientras en el tercer Evangelio tiene lugar en un paraje llano (cf. Lc 6, 1+).

Allí, en este Evangelio, los pobres, las mujeres, los excluidos, las mismas autoridades religiosas, todos, absolutamente todos, están llamados a un proceso de “imitación de Cristo” y los personajes irán siendo construidos y descritos poniendo de relieve su “estilo Crístico”, o su oposición a aquel que está en medio a los suyos como el que sirve (cf. Lc 22, 27). El camino sin embargo, conduce a hacer que los “testigos” lleven sobre su propia carne la misión de ser: “misericordiosos como el Padre” (cf. Lc 6, 36).

Lc 1,1-4: “Puesto que muchos han emprendido la tarea de escribir un relato de los acontecimientos que han tenido lugar entre nosotros, basándose en lo que nos han transmitido los que fueron testigos oculares desde el principio y se han convertido en servidores de la Palabra, también a mí me ha parecido bien, después de haberme informado cuidadosamente de todo desde el principio, escribirte un relato ordenado, honorabilísimo Teófilo, para que veas la solidez de las enseñanzas que has recibido”.

PRIMER DETALLE

El evangelista coloca su obra al interno de otras obras cristianas que le preceden y que conservan el mismo intento: contar, narrar, relatar lo que “ha tenido lugar en medio de nosotros”. La opción por el relato que no es la crónica histórica, ni tampoco la biografía detallada, ni mucho menos el canto épico, nos debe hacer tener en cuenta la modalidad narrativa, y nos pone al mismo tiempo en actitud de “pacto de lectura”, buscando descubrir la estrategia comunicativa del autor del Evangelio (Son innumerables los esfuerzos de lectura y comparación con los evangelios canónicos y de modo especial con Marcos y Mateo

Especial

con los cuales comparten de algún modo los grandes lineamentos de la estructura y contienen gran parte de material y episodios comunes. A tal fenómeno se le denomina: problema sinóptico).

SEGUNDO DETALLE

El evangelista san Lucas podría ser llamado también el “historiador de Dios” pues pretende ofrecernos un relato ordenado de “las cosas” que tuvieron lugar en medio a los “testigos oculares”, los cuales llegaron a ser “servidores de la Palabra”. Este movimiento de trasformación y educación de los “testigos de la Resurrección” se realiza a través de la íntima acción del Espíritu Santo, el cual dona a los “Testigos” la valentía para hacerle frente a la predicación del Evangelio en medio de las circunstancias y los contextos sociales normalmente adversos.

El evangelista expresando su iniciativa: “también a mí …” expone su modo de proceder su metodología: “se ha informado cuidadosamente desde el principio” y caracteriza su relato como una “puesta en orden” de los acontecimientos, todo un proceso de recopilación, redacción y reescritura de las tradiciones sea orales o escritas. Y tal obra no está a la base de la fe, ni de la enseñanza, sino como testimonio de la solidez de la predicación, enseñanza y catequesis que ha recibido su destinatario: Teófilo.

Al prólogo anterior (Lc 1, 1–4) se corresponde de algún modo el prólogo del libro de los Hechos (Hch 1, 1–3):

“Mi primer libro, Teófilo, trataba de

todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio hasta el día en que fue arrebatado, habiendo dado sus instrucciones en el Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido”.

Es de dominio común que el autor del evangelio según san Lucas, proyecta su obra en dos volúmenes. Aquí, a través de un proceso de lectura que comprende ya sea el Evangelio o sea la obra conocida como Hechos de los Apóstoles, el autor pretende realizar un despliegue de la memoria cristiana que ofrezca una lectura del “evento Cristo” y al mismo tiempo ponga de relieve cómo esta lectura pascual fue entendida, celebrada, vivida, enseñada y trasmitida por los discípulos de nuestro Señor. Si preguntásemos cuál es el contenido del Evangelio según san Lucas: podríamos responder con estas palabras: “todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio hasta el día en que fue arrebatado, habiendo dado sus instrucciones en el Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido”.

Se ve también, que el destinatario es el mismo Teófilo - amado de Dios –y la mención explícita del “primer libro” nos recuerda que una mejor comprensión de la “obra lucana” nos exige que leamos estos dos volúmenes como un único díptico, sostenido y animado por el “perfume de la resurrección” y la “fuerza que viene del alto” que hace de la Cruz, bálsamo de esperanza para corazones tentados a desfallecer (cf. Lc 24).

Digamos dos de los muchos aspectos interpretativos que se podrían señalar: primero, el evangelista utiliza constantemente, sea en la estructura general del relato, sea en episodios concretos, una técnica de

escritura llamada: “comparación”. Esta puede notarse por ejemplo en el aspecto en díptico que tiene tanto en el Evangelio, como en Hechos de los Apóstoles. Allí, las figuras importantes, por ejemplo, Esteban, Pedro y Pablo son figuras Crísticas; realizan un proceso de “mimesis”, cumpliendo los gestos que Jesús cumplió, o diciendo sus palabras, etc. El arte de la lectura consistirá en saber enriquecerse de la compresión; sea de la asimilación o sea de la diferencia entre los personajes o episodios.

Un segundo aspecto, es un principio teológico que recorre toda la obra llamada “doble-causalidad”; allí el lector del Evangelio va descubriendo cómo los humanos contribuyen al plan de Dios aún eligiendo las rutas del rechazo. Tener en cuenta tal principio nos alerta contra los atajos facilistas de la espiritualidad cristiana y nos pone de relieve que ese: “era necesario” de la escritura es ante todo la labor sorpresiva de Dios que se toma en serio nuestro camino de salvación, recorriendo las vías que nosotros habíamos transitado para separarnos de Él y no teniendo descanso hasta encontrarnos.

Sean los prólogos que los epílogos de las obras, lugares fecundos para posibilitar la comprensión del “mundo del texto”. Veamos por ejemplo los versos finales del Evangelio: Lc 24. 45-53.

“Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «… Vosotros sois los testigos. Y yo enviaré sobre vosotros lo que mi Padre ha prometido. En cuanto a vosotros, quedaos en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.»

Luego los condujo hasta Betania y, alzando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Y cuando le hubieron adorado, volvieron a Jerusalén llenos de gozo, y estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios”.

Los Apóstoles no solo conservan y custodian la memoria de Jesús, sino que gracias al don del resucitado se les abren sus inteligencias, se cae el velo que cubría sus ojos y pueden entrar en la aventura de la compresión que pasa por una visita a las Escrituras de Israel, lugar de anclaje y ruta de desbloqueo del evento escandaloso del Cristo Crucificado y balbuceo fascinante del levantarse de entre los muertos afirmado y sugerido a su vez por el mismo Jesús en los anuncios de la pasión pero opacado por el peso de la prueba y la falta de iluminación de las inteligencias junto a la dureza de los corazones angustiados.

El Evangelio finaliza, por tanto, en Jerusalén y allí en el templo, lugar donde había iniciado con el relato de Zacarías y el anuncio de nacimiento del bautista. Hechos por su parte retomará la narración con la Ascensión y con las palabras del Resucitado que describen el plan de la obra del segundo volumen: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra”.

Bibliografía: Luc Devillers, L´Évangile de Luc, mon ABC de la Bible, éditions du cerf, paris, 2016. Daniel Marguerat, L´historien de Dieu – Luc et les Actes des Apôtres, Labor et Fides, Genève 2018 Jean-Noël Aletti, L´Évangile selon saint Luc, Commentaire, Éditions Jésuites, Bruxelles 2022.

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Iglesia en comunión, participación y misión

Por: Sem. Jordan Mauricio Flórez Arciniegas, II de discipulado. Compromiso: me pregunto: ¿Estoy viviendo la misión? ¿He evangelizado mi entorno?

Tarea: Pregunto: ¿Cómo se llama el obispo de nuestra Diócesis? Y algunas características evangelizadoras de él (las escribo en el siguiente recuadro).

Queridos niños, Jesús nos llama seguidamente a vivir el Evangelio. Como hemos hablado en catequesis anteriores, somos Iglesia evangelizada y evangelizadora, nos mueve una sola cosa y es Cristo; desde muy niños debemos sentirnos llamados a una misión en particular: somos una Iglesia, en comunión, participación, y misión; somos Iglesia unida que no se cansa de caminar y vivir la caridad, una Iglesia donde nuestro centro es el amor divino; somos una Iglesia viva y eficaz, que actúa y está en constante movimiento y trabajo pastoral; somos una Iglesia misionera, que sale a las calles a anunciar la buena nueva, a caminar de la mano con Cristo, con nuestros amigos, vecinos y familiares.

Niños, debemos por medio de la Sagrada Eucaristía, vivenciar la vida cristiana, sentir al hermano que está a nuestro lado o acaso ¿nos gustaría ver a un amiguito sufrir? Como lo hemos visto en cada una de las catequesis, debemos preocuparnos no solo por nosotros sino también por aquel que está a nuestro lado, y no dejarnos distraer por las cosas imaginarias de la vida.

Niños cada día animémonos y caminemos juntos, así veremos una Iglesia totalmente viva, animada, evangelizadora, y ejemplo de las actitudes de Cristo.

Momento creativo: Coloreo el dibujo de nuestro Obispo. En la parte inferior de la imagen le pongo el nombre que hemos investigado en la actividad anterior

Las historias de Pepito

Tú eres el Cristo, participemos en la liturgia

El Evangelio de hoy nos sitúa ante una particular maestra de la fe: una viuda pobre. Jesús está sentado en el Templo frente a la sala del tesoro, donde había tres cajas en las que los fieles depositaban sus ofrendas. Jesús observó “cómo” arrojaban las ofrendas. El “cómo” es importante: nos ayuda a profundizar. Quizás hubiéramos observado el “cuánto”; en cambio el Señor mira el “cómo”.

Por un lado, tenemos a los ricos que echaban “mucho” al tesoro, y sus ofrendas que tintineaban en las cajas, ¡seguro que no pasaban desapercibidas! Por otro lado tenemos una viuda pobre: que pone “poco”, sólo tiene dos monedas de cobre, la moneda romana más pequeña. Podemos imaginarla mientras, intentando pasar desapercibida, se acerca a la caja colocando su ofrenda. Ella dio “poco” frente a los ricos que aportaron “mucho”. Jesús revela mucho más. Mientras los ricos regalaban algo de lo que les sobraba, esta mujer dio todo lo que tenía para vivir. La cuestión entonces no es lo “mucho” o lo “poco”, sino el cómo se da. Tenemos aquí algo precioso que toca la relación con Dios y con los demás.

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO (MC 12, 38-44) 10 DE NOVIEMBRE 17 DE NOVIEMBRE

En primer lugar, la relación con Dios, pensemos: esta mujer pone todo lo que tiene, está segura de que Dios proveerá para ella y lo hará mejor que esos dos centavos que tenía. Podríamos decir que juega toda su vida con Dios, entre- gándose plenamente a Él. ¿Y nosotros? ¿Podemos decir que confiamos seriamente en Dios y su Palabra? Es fácil decir que tenemos fe cuando todo va bien y parece estar bajo control; pero ¿cuándo la palabra de Dios nos pide que vayamos contra la corriente? ¿Renunciar a algo? Y cuando el sufrimiento llama a la puerta de nuestra vida, ¿cómo respondemos? Ahí está la prueba de nuestra fe; sobre todo, es cuando sabemos confiar en el Señor que realmente crecemos, es cuando realizamos actos concretos de fe que caminamos.

No sólo eso: esta mujer nos hace reflexionar sobre la calidad de nuestra forma de relacionarnos. Ella lo da todo, con mucha generosidad. Materialmente tiene poco para dar, pero lo da con mucho amor, recordándonos una verdad profunda, que expresamos con las palabras de Santa Madre Teresa: “lo que importa no es hacer mucho, sino poner mucho amor en lo que tú haces” .

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (MC 13,24-32)

La Palabra de Dios de este penúltimo domingo del año litúrgico, el XXXIII, nos presenta el tema de la segunda venida de Cristo a la tierra. A partir del texto de la primera lectura, tomado del libro del profeta Daniel, se introduce este tema con una visión celestial, en la que se recuerda que en aquel tiempo no especificado, “se levantará Miguel, el gran príncipe, que vela por los hijos de tu pueblo”. Este tiempo desconocido con la venida del arcángel Miguel co-

menzará un tiempo de angustia, como nunca lo ha habido desde el surgimiento de las naciones hasta ese momento. Será una intervención del cielo para salvar al pueblo, que es de Dios. Muchos de estos que duermen en la región del polvo, es decir, están muertos, despertarán: unos para la vida eterna y otros para la vergüenza y la infamia eterna, la condenación. Aquí se anticipa la realidad futura a la que se enfrenta cada persona: salvación o condenación.

Siguiendo con el texto del Evangelio de Marcos, Jesús llama la atención sobre el fin del mundo, del cual no se sabe ni el día, ni la hora. Sólo Dios Creador y Padre conoce el momento del fin y del comienzo de una nueva historia eterna de la creación. El iniciado en el principio por Dios mismo tendrá un fin temporal, pero no un fin definitivo, porque todo lo que ha sido creado no está destinado a destrucción y muerte para siempre, sino a salvación, transfiguración y resurrección. El centro de la lectura de todo esto es la resurrección de Cristo. En Cristo todo será recapitulado y sintetizado para

la vida sin fin y sin tiempos contables y contingentes.

Una cosa es segura y que todos aprendimos en el catecismo desde niños y es que hay cuatro verdades últimas sobre las que es bueno reflexionar para superarnos. Estos son la muerte, el juicio, el infierno y el cielo. Nos corresponde a nosotros pensarlo a lo grande, pensarlo en términos de eternidad y no de temporalidad. Y este es el momento de hacerlo en serio, fijando la mirada en Cristo, justo juez de la historia.

SOPA DE LETRAS:

• APOCALIPSIS

• CIELO

• CONDENACIÓN

• CRISTO

• DONACIÓN

• JESÚS

• JUICIO

• LLAMADA

• POBREZA

• REDENCIÓN

Por: Sem. Luis Francisco Salazar Cucaita, estudiante de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma).

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