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Solamente en el Evangelio de

Éstos le presentaron el seminario y pudo participar de algunas actividades, como convivencias y campamentos. Después, viendo que le gustaba el ambiente que había y sintiéndose identificado, decidió entrar en el seminario menor.

A los doce años, comenzó su nueva etapa como seminarista. Todo le era nuevo y todo se le hacía mucho. Sin embargo, ponía la confianza en Dios y la mirada en su

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Madre y Nuestra Madre, la Virgen Inmaculada. Aquí estuvo durante seis años de su vida. Fueron cada uno únicos e inolvidables. No me puede contar con detalle porque me alargaría.

Sin embargo, me gustaría señalar dos años muy especiales para el porque le marcaron bastante.

Uno de ellos fue cuando el estaba en cuarto mes de haber ingresado al Seminario. Para el fue un año

duro, pues le costaba el llevar el día a día del seminario. No tenía ganas de continuar. Dejó de rezar y de estar atento a la Santa Misa. No valoraba lo que el Señor le ofrecía. Esto conllevó a que quisiera irse del seminario. Tuvo muchas pruebas vocacionales y sobre todo muchas dudas cuyas respuestas eran siempre una negativa por su parte. Sin embargo, esta respuesta le creaba en su interior un vacío que nada podía satisfacerle.

Hablando con su Director Espiritual, éste le animó a que siguiera hasta que no lo tuviera bien claro lo que iba a hacer en su vida. El siguió. Confió en él.

Y el segundo año al cual me hacía mención fue bastante emocionante, sobre todo por dos figuras: sus compañeros, que ha visto siempre en ellos un ejemplo de vida de entrega al Señor; y la figura de la Virgen.

Fue el curso de segundo de bachillerato. Aquí sintió sobre todo la presencia de la Virgen en su vida. Vio en Ella una Madre; pero sobre todo en este año, vio también en Ella la vocación entre sus manos. Sin duda, si algo tiene que afirmar, es que María siempre ha estado guiándole en su camino del sacerdocio. Por eso, sintió otra vez aquella inquietud que de pequeño tenía. Y sin dudarlo, decidió entrar en el seminario mayor, que fue un gran paso en su vida.

En el 2012 entraba en el seminario mayor. Aquí lleva ya siete años. Ha tenido momentos de todo. Pero a pesar de que su respuesta era que no al Señor, a no querer ser sacerdote y buscar cualquier excusa para irse, encontraba una razón para quedarse. Claro que le molestaba y eso impedía que le entregara día a día al Señor. Esto hizo que volviese a dejar de rezar, de acostumbrarse, etc. Hasta que un día volviendo a sentir esa llamada del Señor, ya le respondió que sí, sin ninguna duda, poniendo todo su corazón en aquella respuesta.

Y claro, esto por medio de María. Ella, vuelvo a decir, ha sido la que le ha llevado durante estos años de formación. Ahora, después de recibir el Rito de Admisión a las Sagradas Órdenes y de ser Ministro de la Palabra, puede decir que no se me arrepiente de haber dicho que sí al Señor. Y cada vez está más animado por entregarle todo su corazón, configurándolo con el Suyo para que de esta manera pueda entregarle a su Esposa que es la Iglesia.

Por eso, queridos jóvenes, el nos anima que, si algún día sentimos la llamada de Dios, no debemos de tener miedo en responderle generosamente, pues no dejamos nada, porque cogemos todo lo mejor que es Cristo. Merece la pena dar la vida por Cristo al servicio de la Iglesia.

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