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Murió mártir aproximadamente
Cuando se nos preguntan sobre el futuro, considero que la mejor respuesta es “no sé”. Hay ciertamente datos que nos facili tan y nos ayudan a visualizar ciertas tendencias que se pudieran ir dibu jando el horizonte; lo que no significa tener certezas para establecer, cómo sería el futuro inmediato o re moto. De frente a una pandemia que amenaza con ser larga, podríamos adentrarnos a analizar algunos as pectos interesantes que ya estamos viviendo.
Con el deseo de evadir un impacto en la crisis de salud por causa de la pan demia, todos los países asumieron la estrategia, entre otras, del “qué date en casa”; una acción que por un lado protege y mitiga el número desproporcionado e incontrolable de contagios pero, por otro genera sentimientos de indignación e impo tencia, sobre todo, para quienes menos tienen. Poco a poco las medidas sanitarias en algunos países, sobre todo europeos, fueron dejando las calles vacías y se empezó a respirar una gran paz en las grandes ciuda des. México no fue la excepción.
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Sin pretender caer en profecías fa talistas o ganar el título de ”profeta del terror”, hay que decir que, la tranquilidad callejera a la que se había llegado, puede ser un fenó meno provisional y engañoso. Será inevitable que las consecuencias
de la pandemia en la salud pública y la economía genere tensiones en las relaciones entre los gobiernos y los ciudadanos, sobre todo donde la atención a los enfermos tenga fallos y no exista la comunicación clara so bre el avance de la enfermedad. Si a esto le agregamos la pandemia de la violencia desatada, preservar el orden público puede ser difícil cuan do las fuerzas de seguridad están desbordadas y las poblaciones se sienten cada vez más frustradas por la respuesta de su gobierno frente a sus principales necesidades: la sa lud, la seguridad y la información.
También, aunque más en general, los catastróficos efectos económicos de la pandemia pueden sembrar semillas de malestar para el futuro, independientemente de que se haya experimentado, o no, brote de la enfermedad, aunque los que sí los sufran tendrán mucho más peligro. Nos aguarda una recesión global de dimensiones aún desconocidas; las restricciones a los desplazamientos por la pandemia interrumpirán el co mercio y las cadenas de suministros alimentarios; numerosas empresas tendrán que cerrar y los niveles de desempleo se dispararán.
La ansiedad, la desesperación por una crisis social y económica, la violencia, la impotencia frente a la pandemia que amenaza con arre batar todo, etc.; todo ello tiene en México un nombre, Geovani López;
Por: Pbro. José de Jesús Palacios Torres/ jjpt1636@gmail.com
una situación que refleja el abuso del poder que las autoridades civiles se adjudican sin más, so pretexto de medidas sanitarias contra el corona virus; es claro que ello es un abuso de autoridad frente al cual hay que manifestarse, pero al mismo tiempo, muchos manifestantes aprovechan para dejar salir todas las frustracio nes. Los actos vandálicos no serán jamás justificados, estos son muy propios de ciertas corrientes políti cas que “truenan” toda manifestación politizando, desvirtuando y haciendo infecunda la acción ante la pérdida de su objetivo original.
Pero ante esta situación, como hom bres y mujeres de fe, no queremos ni escandalizarnos, ni ignorar, sino asumir para redimir. El Papa Fran cisco, frente a los disturbios por la muerte del estadounidense George Floyd, situación similar en parte a la de Giovanni López, afirma que: “... no podemos tolerar o cerrar los ojos ante el racismo y la exclusión en cualquiera de sus formas y a la vez decir que defendemos lo sagra do de cada vida humana”. Hemos de recordar que toda violencia engen dra violencia.
Siempre contamos con el deber de luchar y defender nuestros derechos elementales como seres humanos, como ciudadanos defender nuestros derechos civiles, derecho de mani festarnos frente a injusticias, de armarnos de valor para denunciar el racismo, el abuso de poder, y toda clase de corrupción, etc., pero siem pre ha de ser fundamental el “cómo”; necesario será mantener los cana les de comunicación y el espíritu de cooperación, sobre todo ante situa ciones que nos llevan a pensar en la fragmentación de muchas institucio nes y valores sociales.