Periodismo de Barrio

Page 1

enero

2016 no. 3

¿POR QUÉ HACER PERIODISMO DE BARRIO EN CUBA HOY?

EL TERCER PROBLEMA

CARMEN 106

SUBSIDIADOS

EL ALBERGUE: UN TRÁNSITO INMÓVIL

MICROBRIGADAS

pág 02

pág 22

ESCOMBROS

pág 52

pág 04

pág 34

pág 06

pág 42


¿ por

qué hacer periodismo de barrio en cuba hoy ?

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

E

¿Por qué hacer Periodismo de Barrio en Cuba hoy? Razones para una nueva organización periodística por periodismo de barrio

2

www.periodismodebarrio.org

l periodismo es una promesa implícita de cambio. Presentarte como periodista es casi como predicar a favor de la esperanza. Cuando pides a alguien que te cuente su historia, no solo le estás pidiendo que confíe en ti, sino también que crea que compartir su relato puede ayudar a cambiar algo. Si en San Felipe, Pueblo Nuevo, Cerro y Diez de Octubre no hubiera esperanza, este primer número de Periodismo de Barrio no existiría. En esas comunidades habaneras vive buena parte de los 10.089 damnificados por las súbitas inundaciones del pasado 29 de abril de 2015. A más de seis meses de aquellas torrenciales lluvias, nuestra publicación sale a la luz para contar qué ha pasado con esas personas. Periodismo de Barrio nace con el objetivo de llevar al público las historias de comunidades afectadas por desastres naturales o especialmente vulnerables ante fenómenos como huracanes, inundaciones, sequías, fuegos, deslizamientos de tierra, u otros ocasionados por la incidencia del hombre. Consideramos que este es un asunto de la mayor importancia, toda vez que, en un contexto global marcado por el peligro del cambio climático, Cuba se encuentra en una de las principales zonas de riesgo.

Por eso pretendemos actuar a favor de un grupo en desventaja que forma parte de la sociedad cubana: los damnificados. El damnificado, en Cuba, por lo general es resultado de un desastre natural que muchas veces no puede ser evitado, pero también de una situación de riesgo prexistente –y sabemos que señalarlo levantará ronchas, pero precisamente ahí está la utilidad de nuestra profesión. El barrio, para este proyecto, es el sitio donde reposan nuestras lealtades. No supone superficialidad, ni limita territorialmente el alcance de la publicación. En la localidad se expresan cuestiones nacionales y también globales, y muchas de las problemáticas que la afectan provienen de malas decisiones tomadas en otro lugar y de dinámicas ajenas a él. Periodismo de Barrio quiere ser también un experimento en otro sentido. Somos una organización periodística cubana sin fines de lucro. Nuestro modelo de financiamiento futuro incluye la solicitud de fondos a entidades públicas y privadas en diferentes países del mundo, incluido Estados Unidos. Muchas organizaciones de ese país promueven actualmente el desarrollo de un periodismo de calidad y los aires de progresiva normalización entre ambas naciones hacen de este un momento ideal para el acercamiento. Pero queremos ser claros: no aceptaremos donaciones de ninguna institución que

busque –o haya buscado– la subversión del sistema político cubano, ni de nadie que pretenda incidir en nuestra agenda. Y vamos a publicar el nombre del donante y el monto de las donaciones que recibamos. Adoptaremos un modelo donde las finanzas serán completamente públicas y estarán disponibles en nuestro sitio web y en reportes periódicos. Hacemos esto porque queremos predicar con el ejemplo a favor de una mayor transparencia en Cuba. Periodismo de Barrio nace con licencia Creative Commons, pero quienes repliquen sus contenidos deberán atribuir el crédito debidamente a los autores, y los textos, las imágenes o cualquier otro contenido no pueden ser transformados ni usados con fines comerciales o fuera de contexto. Apostamos por un periodismo creativo, justo y capaz de insertarse de manera armoniosa en las propuestas comunicativas actualmente existentes en Cuba. Intentaremos ser el medio donde las comunidades vulnerables vean reflejadas sus inquietudes sin toques sensacionalistas e irresponsables. Soñamos con que nuestra labor pueda ayudar a los órganos de gobierno local en la toma de decisiones. Porque Periodismo de Barrio es también un reconocimiento al enorme esfuerzo que realiza nuestro país ante situaciones de desastre.

EN ESTA EDICIÓN TRABAJARON dirección y edición elaine díaz consejo editorial y redacción geisy guia, julio batista, mónica baró, tomás ernesto pérez diseño y maquetación liván valdés coordinación versión offline paola cabrera

3


periodismo de barrio no .3

el tercer problema

Enero, 2016

www.periodismodebarrio.org

El tercer problema Albergados. Microbrigadistas. Subsidiados. Estáticas milagrosas. Escombros por periodismo de barrio

E

reforma urbana de 1960 que otorgó el derecho a la propiedad de la vivienda a quienes la ocupaban, el crecimiento poblacional, la emigración hacia zonas urbanas, la escasez de recursos materiales y humanos para construir al mismo ritmo en que se reproducía biológicamente un pueblo, la estela de corrupción asociada a la compra y venta de materiales de la construcción. Pero también hay que reconocer que el derecho a un techo digno, ese elemento básico para la vida de cualquier ser humano, continúa siendo una deuda no saldada. La deuda del país con su gente. Gente que de tanto vivir entre tablas mal acomodadas, techos con tejas de fibrocemento que se parten y paredes que se filtran son los más frágiles a la hora de enfrentar lo inevitable: el mal genio de la naturaleza. Individuos que cuando se agrupan son catalogados por las oenegés bajo esa suerte de calificativo impersonal llamado “comunidades vulnerables”. Y que, justamente por eso, no solo por lo que ya les ha pasado, que no es poco, sino por lo que les podría pasar, que no es poco, forman parte de la agenda de Periodismo de Barrio. Albergados. Subsidiados. Microbrigadistas. Estáticas milagrosas. Escombros. En resumen: gente. De eso va el tercer número.

stos son los temas que aparecen en el tercer número de Periodismo de Barrio. Con sus matices. Relatos de algunas de las más de 132.000 personas que actualmente viven en comunidades de tránsito en La Habana. Testimonios de quienes remiendan sus hogares después de haber sido beneficiados con subsidios, una política social para la cual se han destinado cerca de 2.000 millones de pesos en los últimos cuatro años. La historia de las microbrigadas, ese legado de los 70 que ha dejado sus averías humanas, económicas, arquitectónicas y también más de 100.000 viviendas. Una gata. Una gata que cuida a quienes duermen en un edificio de Los Sitios que se sostiene de puro milagro. Por último, están los escombros. Los residuos de construcción y demolición como lo posible. En resumen: un mosaico todavía incompleto del tercer problema. Afirma Fidel Castro, en una edición nacional de La Historia me absolverá (La Habana, 1974), que la vivienda era uno de los seis problemas fundamentales que enfrentaba Cuba en 1953. El tercero, para ser exactos. La vivienda es, asimismo, uno de los problemas fundamentales que enfrenta Cuba en 2016. Se deben reconocer las distancias temporales y políticas entre ambas fechas, la

4

5


periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

Carmen 106 Esta no es la historia de un único edificio inhabitable por mónica baró


carmen

periodismo de barrio no .3

106

www.periodismodebarrio.org

Enero, 2016

A Oyá Yansa

S

eptiembre 23, 1987. Carmen entre Campanario y Tenerife. Centro Habana. El pueblo se amontona en la

calle. Esas noticias nunca ocurren en Carmen. Por ahí no pisan botas ilustres que atraigan prensa. Los balcones se desbordan de gente que quiere ver, que quiere ser vista en esos balcones. Balcones que son un truco, una baranda que sirve para asomarse, luz y aire, nada más. Carmen es una de las tantas várices de una ciudad cansada. En pie. Milagrosamente en pie. Al barrio lo acicalaron para la ocasión. Maquillaron edificios demacrados: despojaron sus fealdades con brochazos súbitos de pintura, como mimos compensatorios por falta de atención. Hay que evitar desagradar con viejas verdades. Los vecinos se ilusionan con la visita. Saben que nos les vienen a ver pero aprovechan. Viven en un lugar que será noticia y se cuelan en la noticia. Aunque luego no salgan en la prensa. Qué importa. Una delegación ecuatoriana se encuentra presente. Una mujer que dirige el Instituto Nacional de la Niñez y la Familia de ese país. Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, la acompaña. En esa cuadra se inaugurará un círculo infantil por todo lo alto. “El segundo de los 50 círculos infantiles que deben concluirse en la Ciudad de La Habana en lo que resta del año”, reportará un periódico. Se llamará El Obrerito y será un símbolo. La inauguración será casi un exorcismo.

Recorte de periódico de septiembre de 1987. foto: mónica baró

“ ...el lugar donde se alza la instalación se conocía antes como Pueblo Embrujado ” El periódico no lo dirá, pero el lugar donde se alza la instalación se conocía antes como Pueblo Embrujado. Pueblo Embrujado fue una aldea paupérrima que heredó el gobierno revolucionario en 1959. Cuchitriles de tablas, cartones, puertas de tela y saco. Niños con barrigas infladas de parásitos. Un inframundo que subsistía traficando drogas, sexo y mercancías robadas. Atajo que empataba dos

8

calles paralelas por donde nadie ajeno que se quería la vida cruzaba. Hasta que un operativo de policías y tropas especiales desbarató todo aquello a finales de los setenta y dispersó a las familias en viviendas apartadas entre sí. El terreno quedó desolado. Se puso un busto del General Antonio Maceo. Se celebraron actividades cederistas. Se sembraron árboles. Luego, un parque.

Casi una década más tarde: El Obrerito. Sanación espiritual definitiva. Por donde se veían salir personas destrozadas a machetazos, ahora se verán salir párvulos con sus madres trabajadoras. “[…] un ejemplo de cómo puede darse una mejor utilización a aquellas áreas ocupadas por viviendas o ciudadelas en mal estado”. Y la presencia mística del hombre, como bendición de padre. La ceremonia comienza. Aparece el uniforme verde olivo gigante. Perfil rectangular inconfundible. Frente poderosa. Una nariz tosca entre dos ojos menguantes. Una barba hirsuta: 5.500 minutos ahorrados al año, según sus propios cálculos. La gran masa irredenta aclama. Se sobrecoge sin entibiarse. Hace saber que sus techos le caerán encima. Quizás sin

decirlo. La algarabía puede ser un discurso muy elocuente. El suceso deviene en audiencia espontánea. —La prensa se atendrá al programa. El hombre se voltea y mira hacia el otro lado de la calle. Una mujer asegurará que él se acordó de cuando visitaba Carmen 106, mucho antes de asaltar el Cuartel Moncada, alzarse en la Sierra Maestra, hacerse comandante. Que se acordó y por eso se volteó a mirar. Mira y elogia el edificio tan bien pintado, para entonces preguntar: “¿Y detrás de la fachada qué?”. Tampoco nadie lo escuchó, pero todos contarán lo que supusieron que dijo y lo imitarán como si lo hubieran escuchado. La pregunta equivale a orden. Dos trajes con corbatas entran a Carmen 106.

9

El uniforme verde olivo gigante entra a El Obrerito. Dos niños le regalan flores y globos. Recorre locales. Le agasajan con rosas. Él agasaja con las mismas rosas a varias mujeres. Habla y sus palabras se anotan. El solar se torna un avispero revuelto. Realizan un levantamiento. ¿Cuántos núcleos? ¿Cuántos menores? ¿Cuáles afectaciones? ¿Cuántos años? El jefe de la microbrigada constructora obsequia al círculo un martillo que el hombre utilizó durante una visita a la obra. Y dos clavos que tomó en sus manos. Se guardan en cajita de madera con tapa de cristal. Ahora sí, se piensa. Ahora sí repararán lo que se tenga que reparar o sacarán a quienes tengan que sacar. La firma del uniforme verde olivo gigante estrena el libro de visita. Vilma deja una dedicatoria.


periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

Carmen es una de las tantas várices de una ciudad cansada. Milagrosamente en pie. foto: mónica baró

Al día siguiente retornan más trajes con corbatas. Ladas con antenas parqueados en Carmen. Piden papeles. Más preguntas. Apuntes. Expectativas. Un titular: “Inauguró Fidel Círculo Infantil El Obrerito”. Roxana tiene 18 años. Su hermana Laura, 12. Son las hijas de Clara, presidenta del CDR “Antonio Maceo”. Clara hace 20 años que vive en Carmen 106. Aquí crió a sus hijas y sufrió tres infartos. La casa de Clara es un entrisale permanente. Un hormiguero cauteloso de gente que no se anuncia. Gente cotidiana, que usa el teléfono, recibe llamadas, presta o pide prestado, cuenta algo. Y con cada paso, el piso que retumba. El techo de otros. Pasa un automóvil y con mis zapatos puestos siento un cosquilleo en la planta de los pies. —En cualquier momento esto se va para abajo –me dice Clara–. Aquí cuando caminas normal, se siente así

como que está temblando. ¿Ya lo sentiste? —Sí. —Ah, bueno. Alguien pone Los Van Van: Temba, Tumba, Timba. Volumen cordial. Toco una pared y parece que vive. La música circula por dentro como si fuera sangre. —Todo el mundo tiene miedo de que se caiga esto –explica Roxana–. Hay que vivir con un salto en el estómago y dormir con ropa, porque no se sabe si se puede caer por la noche. No se puede vivir confiada. Laura cuenta que una vez estuvo a punto de irse por el hueco del pasillo que conduce a su casa. Hay un tramo de dos metros salvado con tablas. Y una tabla se corrió y se le fue un pie. Quedó atascada. Casi colgando. Tenía diez años. —Tuvieron que ir a sacarte –le recuerda su madre y Laura sonríe tímida.

10

Edificio en estática milagrosa: inmueble que matemáticamente no debería existir La casa donde viven es una de las más sanas del solar. Son dos cuartos unidos: 25 m² que permitieron a Clara cambiar su estatus de usufructuaria a propietaria de la vivienda. Un solo cuarto no clasifica para recibir título de propiedad. Le falta tamaño.

—Gestiones hemos hecho miles. Incluso hemos escrito al Consejo de Estado, al Comité Central, pero no hay solución por ninguna parte. Dirigen las cartas para vivienda, que las manda para arquitectura, que las manda para no sé quién que no tiene recursos. Y la vida sigue igual. De repente empiezan a juntarse vecinos: Ernesto, Roberto, Idalmis, Jorgelina, Leandro. La carga en la sala aumenta. Los retumbos calan más hondo. Como una punzada. —¿Cuándo fue la última vez que vino una institución del Gobierno? —Hace dos o tres años –precisa la presidenta–. Pasaron y tiraron fotos. “Que si esto está malo, que si hay que demolerlo”. Pero no resolvieron nada. Y el delegado viene, ¿pero qué puede hacer el delegado? ¿Qué le dan al delegado? Nada. Lo que le buscan es un problema porque todos van a verlo. Y lo que hay que resolver no depende del delegado. Depende del Estado. Los vecinos van asintiendo. Se les ven las bocas cargadas de palabras. Disparan algunas desafiantes. Hablan de derrumbe y muerte. Azuzan el diálogo. —Si usted no resuelve por sus propios medios –continúa–, nada se resuelve. Por mucho que camines, es el peloteo para aquí, para allá. Ve a arquitectura, a la Vivienda, a ver a no sé quién. A todos los jefes. ¿Para qué? Perder el tiempo. Nada se resuelve. Quien ha podido, ha hecho sus arreglos. Clara tumbó un techo que estaba desmoronándose. Hizo uno nuevo con madera que recuperó de la basura, lo aseguró con tres vigas de hierro, lo pintó de azul. Reforzó otro techo que filtraba. Consiguió unas cajas plásticas transparentes, de las que se usan para transportar dulces, y las claveteó por las esquinas para revestir este otro techo: función decorativa.

Clara, tres infartos, apenas descansa. foto: mónica baró

En la cocina, puso tejas de fibrocemento. Y los entresijos que le quedaron los cubrió con poliespuma para protegerse del frío. La mayoría en el solar ha resuelto con esas tejas. Sin embargo, cualquier arreglo es pan para hoy y hambre para mañana. —Por ejemplo –comenta Idalmis–, tú arreglas ahora un pedacito, y cuando pasa el tiempo, ya ves que el piso se hunde, que si pasas cae un pedazo de piedra, que si hay un aire cae arenilla. —El solar no se ha caído porque no está pa’ que nos matemos –asevera Jorgelina. El entrisale continúa. Afuera alguien discute, se altera, grita. Nadie le contesta. La gente se asoma enseguida. No pasa nada. Vuelve a su tema. —Y las personas están con sus situaciones –argumenta Clara–. Hay quien no tiene ni para comprarse un huevo. Yo misma soy una mujer jubilada, operada del corazón.

11

La música perdura. Un salsero que improvisa. Habla entonado. Le canta a Yemayá. —Yo lo estoy diciendo: se va a caer y va a haber muchos muertos –dice Roberto–. Porque esto no avisa. Desgraciadamente, todos los derrumbes son de madrugada, cuando la gente duerme. La calle es un alboroto de canciones. Los volúmenes subieron. Nadie se molesta. Es la víspera de Santa Bárbara y se alaba a Changó. No es una ley escrita, ni siquiera se dice, pero se entiende que la música bajita es señal de poca fe.

E

***

l Departamento de Diagnósticos de la Dirección Municipal de la Vivienda utiliza seis categorías y dos subcategorías para clasificar el estado constructivo de


carmen

periodismo de barrio no .3

106

www.periodismodebarrio.org

Enero, 2016

Al fondo del solar la boda de María Luisa, nieta de una de las primeras familias que llegó a Carmen 106.

una edificación: Bueno, Bueno a Regular, Regular, Regular a Malo, Malo e Inhabitable (reparable o irreparable). Los inhabitables irreparables, además, pueden clasificarse en críticos y muy críticos. Los inhabitables irreparables muy críticos serían los edificios en estática milagrosa: fósiles que sobreviven su extinción. Estática milagrosa es un recurso desesperado. Intenta explicar lo que la ciencia no puede: por qué existe un inmueble que matemáticamente no debería existir. Calcular el pronóstico de vida de una estática milagrosa es imposible. La estática milagrosa en sí es ya una imposibilidad. Un inmueble con ese diagnóstico puede derrumbarse en este minuto o en diez años.

Sin embargo, como la diferencia entre crítico y muy crítico es minúscula, casi apreciativa, más vale no confiarse. Al final, todos los inhabitables irreparables comparten la misma sentencia: demolición. En el caso de los inhabitables irreparables críticos la demolición sería parcial: solo el nivel o niveles superiores, y a veces parte de la planta baja; mientras, en el caso de los muy críticos, sería total. Ninguna vivienda de un inhabitable irreparable con orden de demolición, por tanto, puede recibir subsidio del Estado para reparación constructiva. Según registros de los delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular de Centro Habana, en los Consejos Populares (Dragones, Cayo Hueso, Colón, Pueblo Nuevo y Los Sitios) que integran

12

el territorio, hay 14.277 personas habitando en 459 inhabitables irreparables. Centro Habana es el municipio con mayor deterioro del fondo habitacional del país. Y también, el más pequeño y densamente poblado. En sus 3.42 km² residen cerca de 140 mil personas. Los Sitios, a su vez, es el Consejo de Centro Habana con mayor deterioro del fondo habitacional, al ser el que más ciudadelas (solares) reúne: 432. En sus 0.68 km², hay 75 inhabitables irreparables muy críticos y 16 críticos. Y de esos 75, hay 19 muy, muy, muy críticos. —Que si tú los tocas, se van a caer –me explica Jorge Hernández, presidente del Consejo Popular Los Sitios–. Esos son los primeros que evacuamos en caso de eventos meteorológicos.

En los 91 inhabitables irreparables de Los Sitios habitan 3.841 personas: 1.879 mujeres, 1.140 hombres y 822 niñas y niños. —Y a esas personas, ¿por qué no las albergan? —¿Dónde les vas a dar albergue? Si no hay capacidad de albergue.

A

***

Carmen 106 nadie le sabe la edad. En la entrada constaban sus años, pero tal indiscreción desapareció en el tiempo. Los inquilinos más antiguos ubican su origen a finales del siglo xix. Recuerdan haber visto un mil ochocientos y tantos.

Los dictámenes técnicos que le han hecho, calculan que 1900. En sus inicios, Carmen 106 era una posada de 28 cuartos. Patio interior ancho. Lavaderos al fondo. Cuatro baños con duchas: dos en planta baja, dos en primer piso. Pasillos firmes. Barandas seguras donde apoyarse. En el frente, a la izquierda, una bodega, y a la derecha, la vivienda del encargado. Hay fondos bonitos donde sacarse fotos en ocasiones especiales. Los niños mataperrean sin peligro. Vuelan por la escalera. Montan carriola en los pasillos. Ignacio y Francisca son de las primeras familias en llegar a principios del xx. Ocupan el cuarto nueve y pagan nueve pesos semanales de alquiler. Tienen hijos: Héctor, Concepción, Alfredo, María Luisa. Nacen nietos. Se complican en política. En casa del sastre Chelín, el cuarto uno, detrás de la puerta cuelgan dos escobitas cruzadas. Alegoría del Partido del Pueblo Cubano Ortodoxos. Finales de los cuarenta. Consigna: vergüenza contra dinero. Todo el solar sabe que en casa de Chelín se conspira. Han visto entrar y salir a Eduardo Chibás, líder de la Ortodoxia, piedra en zapatos de corruptos. También asisten jóvenes. Está Fidel, un estudiante de Derecho, que va con su hermano Raúl. Alfredo tendrá que esconder a Fidel de la policía en la bodega. Alfredo se lo contará a sus hijos. En el solar muy poco queda sin contar. Cuida sus historias. 1952. El militar Fulgencio Batista tumba el Estado constitucional. Proliferan los matarifes. El coronel Esteban Ventura, traje blanco impoluto, depreda la ciudad. Muy cerca de ahí, la Quinta Estación de Policía de La Habana. Madriguera

13

donde Ventura martiriza a sus presas. En la avenida Belascoaín, por las noches, hay gritos de horror que rajan el silencio. Alfredo y Amparo se casan. Se quedan con el cuarto nueve. Ignacio y Francisca irán para el once. Un hijo crecido que Amparo tenía se involucra con el Movimiento 26 de Julio. Ángel Luis vive en Santa Clara y en La Habana hace dinero vendiendo bonos. Compra pistolas, granadas. Oculta el armamento con banderas rojinegras en la habitación de su familia. Sus hermanas, niñas, se impresionan. El matrimonio canta tangos en el patio interior. Amparo se monta en el personaje de Libertad Lamarque y Alfredo es una voz igualitica a Carlos Gardel. Volver, con la frente marchita las nieves del tiempo platearon mi sien. Una parienta acompaña con su acordeón. Sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra. Hacen un dúo fenomenal. Él al principio se tranca, padece miedo escénico. Pero ella se engrandece y él gana confianza. Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloro otra vez. Un registro. La madre encierra el cuarto y quema propaganda subversiva en una palangana. El humo sofoca a las hijas. Aguantan.


carmen

periodismo de barrio no .3

106

www.periodismodebarrio.org

Enero, 2016

Tampoco falta su majestad la rumba. Y en el solar contiguo, un tal Luis que interpreta canciones de Sindo Garay. Agarran al hijo revoltoso en Santa Clara. Lo muelen a golpes. Le desprenden dos vértebras de la columna. Tienen que traerlo a la capital y en un hospital lo operan clandestinamente. Vuelve a ponerle el cuerpo a la causa. Alfredo continúa escondiendo revolucionarios. Luego los traslada a la Embajada de México o los encamina para la Sierra. Fin de año. La Revolución triunfa. 1968: primera orden de albergue. Un año más tarde, a Ignacio y Francisca se les derrumba un trozo de cuarto.

temblores como si en vez de rodar un vehículo monstruoso, hubiera aleteado un colibrí. —Es bueno que tiemble, lo malo es si deja de temblar –me dicen. No es que se acostumbren a habitar lo inhabitable. No hablé con una sola persona que durmiera bien de noche. La gente resiste como aconseja cierto refrán: preparándose para lo peor y esperando lo mejor. Carmen 106 cuenta con la bendición de una calle tranquila. Pero enfrenta una fatalidad más sigilosa: el tiempo.

Los pasillos de circulación son cuerdas flojas engañosas. foto: mónica baró

*** —Sufriendo lo mismo que todo el mundo –dice Jorgelina–. Yo vine para acá jovencitica. En el año 83. Y ahora vivo aquí con mi esposo y mi hermana. Lo suyo son dos cuartos juntos con barbacoa. —Mi casa no está de lujo pero puede ver que está un poquitico remendada. Jorgelina también derribó techos por precaución. No se libró de las goteras, tiene que andar vigilando el cielo, colocar cubetas, pero al menos impidió que le cayeran encima. Respecto al techo de sus vecinos de abajo, sí no pudo hacer mucho. —Este piso está hundido. –Y señala–. Tú no puedes estar parada aquí, porque cae arena allá abajo. Para sentarme a la mesa, yo tengo que correr la silla, y eso molesta. Porque parece que al correr la silla, les cae arena. Hay losas despegadas, ranuras insondables, baches y tropiezos. Hasta que te entrenas en ese miedo que enseña a andar tan leve.

—Aquí no se puede echar una gota de agua. Si yo echo un cubo de agua, Michel empieza a gritar. —¿Y cómo hace para limpiar? —La frazada húmeda. Los de aquí arriba no podemos tirar agua. —Pero si viene un aguacero no hay remedio. —Entonces tengo que estar fajada con el haragán para que el vecino no proteste. Fue justo en la puerta de Jorgelina donde ocurrió el último derrumbe, que una madrugada despertó a todo el solar por el estruendo. Otro trecho de pasillo común que no aguantó más y colapsó. La familia quedó acorralada por el vacío. —¡Muchacha…! No quieras saber cómo fue eso. ¡Tremendo susto! A esa hora no sabíamos por dónde íbamos a salir. Entonces empezaron los vecinos a poner tablas para que pudiéramos pasar.

14

Cualquier desprendimiento que reviente contra el suelo de noche se interpreta como un aviso. Un ultimátum. El preludio de lo que más se teme. En esas circunstancias, lo recomendable es abandonar la edificación. Esperar unas horas a ver si se vuelve un montón de escombros o aguanta un poco más. Sin embargo, la mayoría de las veces, las personas deciden permanecer dentro. Recuperan el sueño, juegan con el insomio y rezan a las once mil vírgenes. Aquí, en 2009, todos permanecieron dentro.

C

*** armen 106 es un inhabitable irreparable crítico con suerte. Lo habitan apenas 20 núcleos: 51 personas. No queda al mar-

gen de una avenida tupida de tráfico. Sus inquilinos, prudentes, subsanan las roturas. Si Carmen 106 quedara al margen de una avenida tupida de tráfico, nada compensaría esa fatalidad. Cerca de aquí, en la misma circunscripción cinco, se encuentran Carmen 161, Rastro 111 y Belascoaín 1101, que integran la lista de los 19 muy, muy, muy críticos. Todos sufren sacudimientos por causa de la circulación de ómnibus, camiones, automóviles. Belascoaín 1101 (20 núcleos: 56 personas) es un simulador de terremotos muy verosímil. Se tambalea a cualquier hora. Los adornos encimados amenazan con caerse. El edificio parece un árbol mal sembrado en un hueco de poca tierra y en medio de un vendaval. Hay visitas que no regresan de la impresión. Pero las conversaciones, los juegos, los estudios, continúan durante los

*** —Inhabitable irreparable no: ruinoso. Estado ruinoso –aclara Ernesto. Ernesto ha vivido siempre en el solar. Nació en 1968, un año antes de que sus bisabuelos Ignacio y Francisca enfrentaran el derrumbe. Su esposa es Raisa. Leandro, el hijo. —Si tú observas el piso del patio, vas a ver las inclinaciones donde se acumula agua: síntomas de que las paredes están hundiéndose. Se presenta como compositor de música. Compone balada, guaguancó, salsa, son, flamenco. Lo que su musa dicte. Nunca estudió música. Nunca ha grabado una canción. Nunca ha interpretado una canción. Él no canta ni conoce el idioma de las partituras. —Hay una columna abajo en la casa de Roberto casi partida a la mitad, que lo que falta es que se caiga. Y esa es la parte de los baños. Puede estar la gente bañándose. Ellos mismos abajo. Cualquiera. Ernesto estudió artillería terrestre. Fue militar. Estuvo en la guerra de Angola dos años. Actualmente, trabaja en una paladar en Centro Habana. —Y nunca nos han propuesto nada.

15

Ni un albergue. Ni un local. Ni un terreno. Nada. Sin embargo, dice que nació artista. —Prácticamente estamos aquí autoalbergados. A sus mejores canciones, les busca un músico estudiado que traduzca en notas las melodías con que resuenan en su cabeza y luego las registra a su nombre: Ernesto Zaballa Domínguez. —Cuénteme cómo compone –le pido. —Eso viene solo. Yo tengo un don. Tengo trascendencia de músicos. Mi bisabuelo paterno era trovador del Dúo Flora y Miguel y una tía mía que ya falleció tocaba todos los instrumentos.

“ Es bueno que tiemble, lo malo es si deja de temblar ” —Y sus abuelos maternos cantaban tango –digo. —Sí, Amparo y Alfredo. Parece que eso lo heredé yo. Su obra no pone pan a su mesa, pero no abandona la música. La música es otro sustento tan esencial como el pan.

D

***

e pronto, algo cayéndose. —¡Cuidado! Un estrépito. La adrenalina que inhibe el entendimiento. La mente nula. No racionalizas. Las rodillas se aflojan. Te afincas. Buscas equilibrio.


carmen

periodismo de barrio no .3

106

www.periodismodebarrio.org

Enero, 2016

—¿Qué pasó? La gente sale de los cuartos. Se queda inmóvil en la puerta. Se mira con terror. —¡Fue la antena…! ¡La antena de Raúl que se cayó! La garganta traga una bola seca de miedo. Rebota en el estómago. Recuerdas el aire. Jorgelina intenta poner la antena: una vara de hierro como de cuatro metros. Está anocheciendo. —¡No, mejor no la pongas! Mañana se arregla –le ordena un grito.

E

***

l promedio de derrumbes en Centro Habana es tres diarios. Olga Miller, vicedirectora de Construcción del Consejo de la Administración Municipal, calcula que en 2015 ocurrieron más de mil. Se reportaron al puesto de mando más de mil. Algunos derrumbes no se reportan. Si nadie se mata ni se lastima, la vida continúa sin interrupciones. Se recoge el destrozo y se arroja a la basura, como si botar escombros fuera barrer hojarasca inofensiva. Por supuesto, la mayoría de los derrumbes reportados son parciales: un balcón, un techo, una pared, un pasillo. O una parte de cualquier parte. —Y están los derrumbes parciales con peligro para la vida –especifica Olga Miller–, que aunque no se haya caído toda la vivienda, se emite un dictamen de reubicación de núcleo y derrumbe total. Pero eso lleva una acción emergente, que es el apuntalamiento. Cuando ya se hace el apuntalamiento, usted tiene un margen de tiempo para ubicar ese núcleo en una capacidad de albergue. —¿Todos los edificios inhabitables irreparables tienen que apuntalarse?

Lo único sólido en esa casa son ellos dos. foto: mónica baró

—Si tienen la orden sí. Porque hay algunos que ya están apuntalados, que llevan diez, 15, 20 años apuntalados, y lo que se rectifica el apuntalamiento. En temporada de lluvias intensas, de lluvias, la cifra de derrumbes estalla. Hasta 18 pueden registrarse en un día. Lo peor, no obstante, no es el bombardeo de la lluvia. Lo peor es el sol después de la lluvia. Un inhabitable irreparable que se va secando suena como una vieja rechinando las muelas. La primera semana es determinante. Si no colapsa, entonces es posible que sobreviva.

L

*** a Unidad Municipal de Atención a Comunidades de Tránsito (UMACT) cerró 2015 con 7.691 expedientes de albergue.

16

Esos 7.691 expedientes se traducen en núcleos y esos núcleos se traducen en 25.122 personas. De esos 7.691 núcleos, 697 se encuentran “haciendo uso de capacidad de albergue”. Y de esos 697, 580 radican en comunidades de tránsito de la periferia y 117 en comunidades de tránsito del municipio. El resto, 6.994 núcleos, habitan en inhabitables reparables e irreparables. Les toca esperar a que se desocupen las capacidades existentes, para entonces pasar a hacer uso de capacidad de albergue. No son prioridad en el otorgamiento de viviendas. Olga Miller explica que en Centro Habana hay edificaciones declaradas inhabitables y con “anuencia de albergue” desde el 70. —Que muchas han desaparecido, pero otras están ahí. Milagrosamente. Se les cae un pedazo, pero se mantienen

como decimos nosotros: en estática milagrosa. Y asegura que si hay núcleos en inhabitables es porque en los setenta, los ochenta, rechazaron ofertas de albergue que les hicieron. —Esas personas no aceptaron lo que les dio el Estado en ese momento para su solución. No salieron del lugar. —¿Pero no deberían priorizar ahora a quienes están en inhabitables irreparables, porque están en peligro de derrumbe? —¿Y el que está haciendo uso de capacidad desde hace 20 años, que cuando le dijeron que tenía que salir se fue para un albergue? Y ahí nació la primera generación, la segunda y la tercera. ¿Cuál tú priorizas? —Es complicado. —Desde el punto de vista social sí. Pero yo vacío capacidad para salvarles la vida a otros. Yo no los estoy dejando

desprotegidos. Como Estado estoy dándole solución a un caso, donde en un albergue nacieron primera, segunda y tercera generación. Pero tú no aceptaste. Tú te quedaste en Centro Habana. Y después no le pasaste la mano a tu casa. Que ese es un problema social que tenemos: la población hoy prefiere vestirse, que arreglar la casa. No hay conciencia. La conciencia es que el Estado tiene que resolverme el problema. Y si te das cuenta, es la única parte del programa del Moncada que la Revolución no ha podido cumplir al cien por ciento. —¿Y no se podrían demoler las edificaciones irreparables y ahí mismo construir otras? —A medida que vamos reubicando. ¿Pero cuántos parques tiene Centro Habana? ¿Dónde juegan los niños de Centro Habana? Si no haces parques, siguen en la calle. Y el problema social

17

¿cómo lo resuelves? Entonces tienes que hacer un reordenamiento urbanístico. Necesitas consultorios médicos, farmacias, panaderías. Si lo destinas todo para viviendas, entonces, el viejito, porque la población está envejeciendo, ¿cuántas cuadras tiene que caminar para buscar el pan? Marisela Sánchez, jefa del Departamento de Atención Social de la UMACT, informa que en estos momentos están dando solución definitiva –léase vivienda– a las personas que llevan en albergue entre 15 y 20 años. En 2015, 68 núcleos que estaban haciendo uso de capacidad fueron beneficiados con solución definitiva. No obstante, hay inhabitables irreparables con los que han debido hacer concesiones, porque han burlado las escalas ordinarias de lo crítico: Oquendo 308, Zanja 668, San Miguel 1011. Ciudadelas todas de Cayo Hueso, que es el Consejo que más inhabitables irreparables aporta a las estadísticas.

M

***

aría Cristina se pone tan nerviosa con mi presencia en su casa que rompe a llorar. Es un llanto contenido, de labios apretados. Se le traba la voz. —No ya. Mira la pared. De allá arriba me cae cantidad de arena. Cualquier gesto que hagas. Cantidad. Como todo. Completa. Vive con su esposo. Se conocieron en un círculo infantil donde ella era auxiliar de limpieza y él custodio. —¿Hace cuánto que vive aquí? —Ya tengo once años. Porque la pequeña mía tiene once años de muerta. Se me fue con 29: grasa en el corazón.


carmen

periodismo de barrio no .3

106

www.periodismodebarrio.org

Enero, 2016

Eso se llama colesterol alto. Engordó demasiado. —Su hija era la que vivía aquí –explica Idalmis, que me espera en la puerta. —Entonces yo pasé para acá y mira cómo tengo esto ahora –dice María Cristina–. Este es el peor cuarto del solar. Queda en planta baja y sus paredes son fracturas, paisajes húmedos. No muy distintas a las de arriba. —Ustedes no tienen baño –digo porque solo veo una escalera hacia la barbacoa. —Yo lo hago en un cubo y enseguida lo boto. —¿Y para bañarse? —Me paro allí mismo –apunta a la esquina donde está el fogón– y me baño. Por la orilla se va el agua. —Aquí las ratas caminan por dentro de las columnas –acota Idalmis–. Tú las sientes como chillan. Y esta columna es de carga. La columna de carga es una mole gangrenosa, con orificios donde cabrían mis dos puños. —Yo sueño con que me dicen recoge y vete.

A

***

Marilú le puso el nombre Raúl, el de la antena que se cayó. Esa gata merecía un nombre. Es cazadora. Y a Raúl le gustó Marilú. Marilú, negra impecable, ojos verdosos, siempre en el mismo lugar. Acecha un agujero en el concreto, la boca semiabierta de una cañería. Por ahí salen ratas, ratones. Nada más que se asoma uno: ¡zas! Le atrapa la cabeza, muerde, zarandea, desgarra, asfixia. Y cuando no siente en su presa un solo nervio aferrándose a la vida, deja su cadáver en medio de alguna parte, para que limpien su trabajo.

contra el deterioro estético de esas avenidas y en pocas semanas repararon fachadas, aceras, portales, tumbaron balcones colgantes, asfaltaron, pintaron inmuebles. Cuando el domingo 20 de septiembre el Sumo Pontífice Francisco recorrió la avenida Reina, y legiones de periodistas de todas partes del mundo cubrieron el recorrido, la ciudad estaba lista para las cámaras.

La gente de aquí se parece a sus gatos. Se desplaza con sigilo, olfatea el peligro y lo desprecia. foto: mónica baró

Cuando único Marilú no está en su trinchera es cuando amamanta a los dálmatas. A los dálmatas los parió hace poco. En el solar les pusieron así porque son manchados de blanco y negro. Nacieron seis, pero unos malcriados de la cuadra entraron y arrojaron tres en la basura. Los tres dálmatas sobrevivientes habitan en las ruinas de los baños de la planta baja. Ahí hay chatarras y escombros muy acogedores. Los vecinos los cuidan, los alimentan. Los respetan. —Una vez botamos a los gatos y las ratas se pusieron… ¡Hacían danza! – cuenta Idalmis. Vista bien, la gente de aquí se parece a sus gatos. Se desplaza con el mismo sigilo por alturas inestables, olfatea el peligro y lo desprecia, se salva constantemente la vida.

18

L

***

a Vicedirección de Inversiones de la Dirección Municipal de la Vivienda impulsa dos planes constructivos: Conservación y rehabilitación y Obras nuevas. Conservación y rehabilitación: demoliciones totales y parciales, rehabilitaciones, impermeabilizaciones, reparaciones de fosas, cisternas, balcones. Obras nuevas: construcción de viviendas y erradicación de ciudadelas. Erradicar una ciudadela significa construir baño, cocina y entrepiso a cada cuarto de un solar para que merezca un título de propiedad. En 2015, el presupuesto que asignó el Consejo de la Administración Provincial al municipio para impulsar esos dos planes ascendió a 13.212.000

pesos, que se distribuyeron de la siguiente manera: 8.912.000 para Conservación y rehabilitación, 4.300.000 para Obras nuevas. En septiembre, ya el presupuesto de Conservación y rehabilitación se había acabado, mientras que el de Obras nuevas había sufrido un recorte de 1.200.000 por inejecución. Con esos 3.100.000 pesos que quedaron se construyeron 26 viviendas y se erradicaron tres ciudadelas. Julio Álvarez, subdirector de Inversiones, explica que si ese dinero no se estaba ejecutando con el ritmo requerido, fue por falta de fuerza constructiva. La empresa estatal que se contrata para emprender los proyectos no puede cumplir en tiempo sus encargos. Las emergencias (derrumbes) ocupan demasiado su agenda.

En Centro Habana, el 70 por ciento del presupuesto destinado al programa de demoliciones, que incluye apuntalamientos, reforzamientos con vigas de hierro y escombreo, se destina a emergencias. El año pasado, de las 97 demoliciones realizadas, solo 29 fueron planificadas. Las otras 68 fueron apenas correcciones a derrumbes naturales a los que hubo que quitarles los peligros del mal acabado. Y demoliciones totales fueron tres. Iban a ser cuatro, pero se paralizó Industria 410 por falta de equipamiento. Sin embargo, entre julio y agosto, la provincia decidió otorgar más capital: 4.500.000 de pesos. Enseguida, se emprendieron los proyectos Imagen de Reina e Imagen de Marina. Brigadas infatigables arremetieron

19

C

***

aruca vive orgullosa de su padre Alfredo. —Hombre más honrado que mi padre, creo que ni Fidel. Y que Dios me perdone porque Fidel es lo máximo. La primera lección de honradez Caruca la recibió en 1953. Tenía seis años y se impresionó de una manera, que el episodio lo retuvo intacto: Me cuenta que Alfredo trabajaba en una fábrica de mariscos, y que el dueño era su padrino: Indalecio Fernández, un español. Pero Indalecio no pagaba lo justo a sus trabajadores y Alfredo armó una huelga que viró la fábrica al revés. Era Navidad. En respuesta a la huelga, el padrino mandó a Santa Claus a persuadir a su ahijado: un chófer en un Cadillac negro atiborrado de juguetes, bicicleta y todo, hasta una cena. A los hijos de Alfredo se les desorbitaron los ojos con semejante prodigio parqueado afuera del solar. Pero el padre rompió el hechizo sin vacilaciones: —Dígale a mi padrino Indalecio Fernández, que a Alfredo Domínguez no lo compra nadie. Y se quedó sin juguetes, sin cena y sin trabajo.


carmen

periodismo de barrio no .3

106

www.periodismodebarrio.org

Enero, 2016

—Fíjate si mi papá era revolucionario, que en 1960 un primo mío le dijo: “Vamos que te consigo una casa”. Y él le respondió: “Tú no eres quién para darme una casa porque tienes un puesto. A mí me la tiene que dar la Revolución”. Alfredo fue la clase de hombre que medía el valor de una persona por la firmeza de sus principios. Y después del 59, su principal principio fue la lealtad a la Revolución. El trabajo fue su bastión. Trabajó sin descanso en el puerto pesquero de La Habana cargando carretillas de pescados, hasta que un día echó el estómago por la boca. —Mi papá se salvó de milagro. ¡Nueve úlceras perforadas! Pero se arregló, se operó y siguió trabajando. A finales de los sesenta le reconstruyeron con artificios parte del estómago y el esófago y pudo continuar acumulando diplomas de vanguardia. —Entonces el jefe, que lo quería mucho, le dijo: “No me vas a cargar ni un pescado más. Tú vienes a trabajar conmigo a la oficina”. Entonces mi papá le llevaba el café, le limpiaba el buró, agua fría. Pero mi papá qué decía: “Si el jefe tiene café y agua fría, mis compañeros que se han metido toda la noche trabajando, tienen que tomar agua fría y café”. Y cogía una jarra y les llevaba a sus compañeros que se habían quedado de guardia. “Así hacemos los revolucionarios”, decía. Todo lo de él era la Revolución. Y si Caruca fue a alfabetizar a Las Tunas con 14 años en 1961, y su hermana María Eugenia fue a recoger café a Guantánamo al año siguiente, fue por inspiración del padre. —A mí por poco me matan en Oriente. —¿Qué le pasó? —Unos alzados que estaban ahí nos cayeron a tiros a mí y a cuatro brigadistas más. Tuvimos que correr… Pero

yo era delgadita y chiquitica y no pude correr como los demás. Me tuve que esconder en una zanja hasta que se fueron. Así que yo hubiera sido mártir de la alfabetización. Después de alfabetizar, Caruca ingresó a una escuela de enfermería. Pero nunca se graduó. Cuando cursaba el segundo año, a su madre le dio el primer infarto y ella se deprimió tanto que enfermó de los nervios y tuvo que dejar los estudios.

El papá de Caruca medía el valor de una persona por la firmeza de sus principios —Mi madre Amparo era una mujer fuertísima, alta. Medía como cinco pies. Pero era hipertensa y con cualquier cosa se asustaba. Esa misma fortaleza fue la que la mató. Demasiada sangre. Amparo murió al noveno infarto, tras nueve paros respiratorios y a las nueve de la mañana. —A las 12:05 de la noche le dio el primer paro en el elevador del hospital –precisa Caruca– y a las 9:00, el último. Alfredo quedó como gorrión al que le estorban las alas. Su voz igualitica a Gardel enlutó. Luego, se jubiló del puerto por enfermedad. Y a los siete años, se le terminó de acabar el mundo. —Murió con 62 años, en 1985, sin volver a cantar.

20

—¿Y qué pasó con usted después de dejar la carrera? —Yo siempre hice algo. Trabajé en la terminal de trenes, en salud pública, hasta que me cogió la vejez y el enfisema pulmonar –resume Caruca veloz, como si su vida fuera una posdata a la de sus padres. —Pero yo soy la enfermera del solar –me advierte–. Aquí al que le duele un pie, me llama. Una cura. Un dolor, la inyección. La presión. Yo presto servicio a todo el pasillo y a la cuadra. Sin haberme graduado. Hay quien se gradúa y no tiene esa voluntad de ayudar. Caridad Olimpia es la única hija de Alfredo y Amparo que queda en el edificio. Ocupa el cuarto 26 con su hija María Elena. De sus cuatro hermanos: Ángel Luis y Concha murieron, Ignacio y María Eugenia emigraron a Estados Unidos. —Y yo estoy destruida. Ahora estoy esperando que la Revolución se acuerde de nosotros, como nosotros nos acordamos de ella cuando hizo falta. Ya te digo: si no me tiro para una zanja no estuviera haciendo el cuento.

Caruca es como la enfermera del solar. foto: mónica baró

21


periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

Subsidiados En 2016 Cuba dispondrá de 867.3 millones de pesos para la entrega de subsidios para la construcción por julio batista rodríguez


periodismo de barrio no .3

subsidiados

Enero, 2016

A

ún la sala del apartamento semeja un campo de batalla: la ausencia de muebles, paredes a medio pintar, algunos sacos de materiales para retoques finales y el andamio en el centro de la pieza le recuerdan a Odalys Guzmán que en los últimos seis meses la casa dejó de ser suya y se convirtió en un hervidero de gente, en frenética obra de construcción cuyo legado es un techo de placa que desentona con el resto del edificio, construido en 1917. Hoy, en el espacio que siempre fue el corazón del apartamento situado en el número 160 interior de la calle Amistad, en Centro Habana, solo hay un armario pequeño que no cabe en otro sitio, el refrigerador, una mesita, cuatro sillas y las camas personales de Lazarito y Adriana, los dos hijos de Odalys. El resto quedó en cajas, o en la habitación continua, escondido del cemento y a resguardo de la demolición del techo. Primero empacaron los adornos, la Santa Bárbara grande y el San Lázaro, el televisor y el reproductor de DVD, hasta que solo quedó espacio para herramientas y mezcla, para tablas de encofrado y puntales de apoyo. En 2013 Odalys solicitó un subsidio para la reparación del techo de su casa y desde entonces pasó a ser el expediente 2996/13. El suyo era un caso complejo: la cubierta había sido certificada como derrumbe parcial y el dictamen final, incluido en el proyecto confeccionado por la arquitecta Yeney Quevedo Alfaro, indicó su demolición total y sustitución de las viejas y ya podridas vigas de madera que la sostenían. “Aquí llovía más dentro que fuera, había partes del techo por donde levantabas la vista y podías ver el cielo. En eso se me echaron a perder la mesa, mi cómoda y un escaparate de Lazarito que no sirvió para más nada”, cuenta.

www.periodismodebarrio.org

La respuesta llegaría el 30 de diciembre de 2014, cuando le avisaron que por el Acuerdo número 1.881 del Consejo de la Administración Municipal (CAM), le habían sido otorgados 30.800 pesos para la adquisición de materiales de la construcción, contratación de fuerza de trabajo y alquiler de transporte. El contrato de servicios y apertura de la cuenta corriente en la Sucursal 257 del Banco Metropolitano lo firmaría el 12 de enero de 2015, fecha a partir de la cual Odalys dispondría de 14 meses para completar la obra, según había pactado en el documento firmado con la Dependencia Interna del CAM. Una vez depositado el dinero en la cuenta, el desglose quedó de la siguiente manera: 28.300 CUP para gastos de obra y 2.500 destinados a la transportación de materiales. Así, con el proyecto establecido por la oficina de Arquitectos de la Comunidad, la Licencia de Construcción y su cuenta bancaria, todo parecía listo para echar a andar. Sin embargo, los trabajos no comenzarían hasta cinco meses después. Fue el 25 de mayo de 2015, Adriana lo recuerda perfectamente. Ese día comenzó la demolición.

E

Vivienda y los ministerios de Comercio Interior, de Trabajo y Seguridad Social, y de Finanzas y Precios. En un momento inicial, la política priorizó a las “familias afectadas por catástrofes cuyo daño se clasifica como pérdida total o parcial de vivienda, los casos sociales críticos, de manera particular aquellos encaminados a la erradicación de condiciones habitacionales vulnerables”. También incluyó a las familias y personas, protegidos o no por la Asistencia Social, que no tuviesen recursos pero con la disposición

***

l proceso para el otorgamiento de subsidios está pautado en el Acuerdo 7.387 del Consejo Ejecutivo del Consejo de Ministros, publicado el 6 de mayo de 2013 en la Gaceta Oficial Extraordinaria número 12. Dicho documento tuvo su antecedente el 4 de enero del año anterior, cuando se hizo pública la primera versión del mecanismo, avalado en las disposiciones y acuerdos del Consejo de Ministros, el Instituto Nacional de la

24

Odalys Guzmán, subsidiada. foto: julio batista

25


periodismo de barrio no .3

subsidiados

Enero, 2016

para afrontar individualmente el proceso constructivo; así como a quienes viviesen en “condiciones habitacionales vulnerables, carecieran de vivienda o estuviesen necesitados de construir, ampliar, reparar o conservar su vivienda, y tengan disposición a solucionar su problema habitacional por esfuerzo propio”. Las diferencias entre los documentos publicados en 2012 y 2013 son mínimas, pues en esencia se mantuvieron los grupos destinatarios, las responsabilidades contractuales y los mecanismos de otorgamiento y control de los subsidios. Asimismo, quedaron fijados

www.periodismodebarrio.org

los montos de dinero a otorgar en cada caso y se amplió la posibilidad de acceder a algunos productos en la red recaudadora de divisas como el cemento P350, muebles sanitarios, entre otros. También se incluyeron como prioridad las familias o personas que necesitaran solucionar obstrucciones y fugas hidrosanitarias. Para solventar estos subsidios se dedicaría el 48.5 por ciento de los impuestos sobre la venta de materiales de la construcción en cada una de las provincias, desglosado de la siguiente manera: “el 40 por ciento se destinará a los Consejos de la Administración

Provinciales y del municipio especial Isla de la Juventud; y el 8.5 por ciento se utilizará en la creación de una reserva central del Presupuesto del Estado”. Bajo tal premisa, se suprimieron los productos subsidiados y se redujeron los precios de 122 artículos de materiales para la construcción. También se impulsó una nueva política de créditos bancarios con el fin de insuflar vida al mercado interno relacionado con este renglón económico. Estas decisiones acompañaron la primera fase de la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social, en la

cual también quedaron abolidos “las gratuidades indebidas y los subsidios excesivos”. Por entonces, Miguel Limia –miembro de la Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos– aseguró que “esta es la primera medida que se toma para, una vez eliminado el subsidio a los productos en general, comenzar a subsidiar puntualmente a las personas que verdaderamente lo necesiten”. Actualmente los topes de entrega de recursos financieros establecidos están basados en el costo estimado de construcción de una célula básica habitacio-

Una parte considerable del monto total entregado a los beneficiados es hoy destinado exclusivamente a la contratación de mano de obra. foto: julio batista

26

nal –vivienda de 25 metros cuadrados de superficie útil– cuyo valor no exceda los 85.000 pesos. Tomando dicho parámetro como referencia, el total de dinero a entregar se calcula a través de los dictámenes técnicos de las unidades municipales inversionistas de Vivienda, y se adecuan al nivel de complejidad de la obra. Así, encontramos que existen dos distinciones: acciones de conservación menor (hasta 5.000 pesos) y de conservación mayor y otros trabajos de más complejidad. En enero de 2015, y luego de haber sido otorgados 63.000 subsidios en casi tres años, verían la luz nuevas políticas aprobadas por el Consejo de Ministros, encaminadas a perfeccionar el mecanismo ya creado y que en ningún caso contradecían lo enunciado en 2013. Así, entre otros temas, quedaba establecido que los Consejos de Administración Municipal deberían realizar dos convocatorias anuales para la solicitud de subsidios, garantizar la transparencia en el proceso de otorgamiento, y fijó en 70 días hábiles el plazo para responder las peticiones realizadas.

Más tarde –15 días hábiles como máximo– el expediente es sometido a la aprobación del CAM, donde se realiza una evaluación individual de cada caso y se guardan los no aprobados hasta la fecha de la próxima convocatoria. Aquellos que sean admitidos pasan a manos de la presidencia del CAM, la cual los somete a la aprobación del Consejo.

***

Durante la Asamblea Municipal del Poder Popular (AMPP) de Centro Habana, celebrada el 19 de diciembre de 2015, la Comisión Permanente de Trabajo de Construcción, Vivienda y Redes Técnicas presentó un informe sobre el comportamiento de la política de la entrega de subsidios a la población donde se abordó la “lentitud en la presentación, aprobación y otorgamiento de subsidios”. Hasta noviembre de 2015, restaban por evaluar 1.068 solicitudes de subsidios realizadas en 2014, sin que se tomaran en cuenta las entregadas en el último año. Ello está relacionado esencialmente con que, en 2015, no se eviden-

P

ara solicitar un subsidio se debe presentar la petición ante las direcciones municipales de Vivienda, tras lo cual dichas instancias confeccionan el expediente, y adjuntan la evaluación técnico-económica –en la que se determina el monto a subsidiar para la compra de materiales de construcción, el pago de la mano de obra, la documentación técnica, el transporte y el derecho perpetuo de superficie si lo requiere– y la evaluación socio-económica, esta última a cargo de la Dirección de Trabajo Municipal.

27

El tope de entrega de recursos financieros se basa en el costo estimado de construcción de una célula básica habitacional


periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

Así luce la azotea de Odalys luego de seis meses de trabajo. foto: julio batista

ció sistematicidad en las reuniones de subsidios –de frecuencia semanal–, lo cual creó en los solicitantes “malas expectativas, desespero y un estado de opinión desfavorable por la falta de una respuesta en los términos establecidos en el Consejo de Administración Provincial”. Desde mayo de 2012, Centro Habana ha destinado 29 millones de pesos a este renglón, confirma Olga Miller, vicepresidenta de la Construcción del CAM. Dicha cifra tuvo su punto más importante durante 2014, cuando fue asignado y ejecutado en su totalidad un presupuesto de 10.402.100 pesos. Según datos presentados por el delegado Joel Almenares ante la Asamblea, en 2015 la asignación de recursos se redujo hasta $6.350.700, de los cuales, al cierre de noviembre, solo se habían ejecutado el 53.8 por ciento

($3.419.500). Según fue posible verificar con Olga, los $2.931.200 no ejecutados hasta ese momento correspondían a la disponibilidad bancaria del CAM para la entrega de recursos financieros que aún no habían sido asignados, a lo cual también debería sumarse la inactividad de algunos beneficiados, morosos en la terminación de las obras proyectadas para sus viviendas. El 17 de diciembre, dos días antes de celebrarse la Asamblea, el CAM de Centro Habana recibió por parte del organismo provincial un incremento superior al millón de pesos para entregar a los solicitantes de subsidios que cumpliesen con los requisitos establecidos. Días más tarde, el 24 de diciembre, Olga aseguraba que el monto de dinero no ejecutado en concepto de subsidios para la construcción por

28

esfuerzo propio se había reducido mucho, pues los niveles y sobre todo el ritmo de aprobación aumentaron considerablemente en el último mes de trabajo y pensaban cerrar 2015 con la total ejecución del presupuesto destinado a este sector. Algo que, hasta el 19 de diciembre, parecía una quimera. Tal afirmación fue respaldada por Jaqueline Rodríguez y Willy Fernández, secretaria del CAM y presidente de la AMPP, respectivamente.

O

***

dalys no encontró problemas con la brigada enviada por la Dirección Municipal de Vivienda para demoler el viejo techo, única autorizada a realizar ese tipo

de trabajo. Pero antes de comenzar a destruirlo, ya las acciones iban con un retraso importante. La principal causa, explica Jesús –esposo de Odalys–, fue que en el proyecto estaba previsto utilizar el sistema de vigas y bovedillas, que es más simple y mucho más rápido pues su ejecución es con piezas prefabricadas unidas al estilo de un puzzle, aunque posee gran durabilidad y firmeza. La primera respuesta que recibieron fue que no tenían esos materiales en el rastro (punto de venta de materiales de construcción), único sitio donde pueden comprar a través de cheques las personas subsidiadas. “Imagínate, cuando finalmente tuvimos el subsidio las vigas de ferrocemento que necesitábamos no se estaban fabricando porque llevan unos alambrones en el centro, y no había esos alambrones en el país”, cuenta Jesús. “Esperando eso estuvimos cinco meses y al final igual tuvimos que cambiar de planes”. De una estructura que pudo completarse en algo más de un mes de trabajo, pasaron a programar la construcción de una placa convencional que demoró seis. Las viguetas y poliespuma proyectadas al inicio fueron olvidadas, y en su lugar fue necesario comprar materiales para fundir, al viejo estilo de puntales y tablas de encofrado, 374 metros cuadrados de cubierta. La imposibilidad de concretar el plan inicial no solo alargó el tiempo de construcción, sino que también supuso un reajuste de los materiales. El cemento adecuado para realizar los trabajos en las placas es el P-350, pero no lo venden en los rastros, aunque sí está disponible en la red de divisas. “Si hubiésemos comprado las bolsas de ese tipo en las tiendas en CUC el dinero no hubiese alcanzado, por eso los albañiles

nos propusieron como variante emplear más cemento PP-250 para darle la consistencia que necesitaba el techo”, asegura Odalys. Virgilio Gutiérrez Sosa proviene de una familia relacionada con la construcción. Su padre fue inspector de este sector desde antes de 1959 y el mismo Virgilio es albañil, con patente incluida. Explica que “las placas y cualquier otro sitio en el que se tenga una armazón de acero (cabillas) hay que usar el P-350, porque es el que se amarra bien a la cabilla. El PP-250 puede usarse, en Cuba usamos cualquier cosa, pero ese no es recomendable y menos para las placas que pueden recibir carga”. Virgilio añade que el PP-250 puede emplearse en muchas otras cosas dentro de las casas: repellar, levantar paredes, dar fino, hacer clósets, poner lozas, enchapar cocinas y plaquitas pequeñas que no reciban pesos excesivos. Pero jamás en placas exteriores, eso –repite con énfasis mientras mueve la cabeza negativamente– “es un error”. Por su parte, la ingeniera civil Dairys Chávez explica que la diferencia entre un cemento y otro está centrada en la resistencia que ofrecen, pues con el PP-250 se soporta 250 kg/cm² y con el P-350 dicha variable aumenta hasta 350 kg/cm². Confirma que para construir una placa es posible emplear cualquiera de los dos, aunque reconoce que el ideal es el P-350 ya que permite desencofrar más rápido por ser menor el tiempo de secado que requiere. “Una placa normal se diseña para una carga de 175 kg/cm² y en ello el elemento más importante es el acero que ofrece flexión a la placa, pues el hormigón es un gran elemento de compresión al ser muy rígido, pero tiene muy poco coeficiente de flexión. La diferencia en el empleo entre un tipo u otro es en esencia el tiempo de secado,

29

y que el 250 requiere tener más cuidado para desencofrar y hay que darle los 21 días que precisa”. Sobre el uso del P-350 la ingeniera entiende las preferencias de Virgilio. “Son mañas de los albañiles, ellos saben que es el ideal, pero eso no significa que no pueda hacerse con PP-250, siempre y cuando se vele rigurosamente por la calidad de los materiales a emplear, las proporciones de la mezcla –debe ser lo más homogénea posible– y el proceso constructivo”. Eso sí, Dairys enfatiza que en ningún caso es recomendable desfasar las proporciones

El tiempo de construcción se alargó y hubo que reajustar los materiales de áridos finos y gruesos. “No es bueno saturar la mezcla con un elemento fino, porque en este caso el cemento seca muy rápido y favorece la aparición de fisuras”. La Tienda Especializada en Materiales para la Construcción No. 2 de Centro Habana está a pocos metros de la casa de Odalys y su familia, por lo que bastaba con salir a la puerta para monitorear cada vez que abastecían el sitio. Sin embargo, no siempre lo que necesitaban estaba disponible. “Ahí no venden el cemento en bolsas. Por suerte, con este tema del subsidio, puedes moverte por varios rastros y comprar en cualquiera de ellos. Para el cemento, casi siempre íbamos a buscarlo


periodismo de barrio no .3

subsidiados

Enero, 2016

al rastro de Zulueta donde hay sellado a $112 el saco. Luego había que traerlo desde allá”, asegura Jesús. Según la pareja, en los rastros se encuentran con relativa facilidad –y si se es ágil– los áridos. Estar atento a la llegada de los camiones era esencial, pero en la casa Jesús y Odalys trabajan, Adriana estudia en el preuniversitario y Lazarito está en medio del Servicio Militar Activo. En el informe presentado ante la AMPP de Centro Habana en diciembre de 2015, relacionado con el otorgamiento, ejecución y control de subsidios, la Comisión Permanente a cargo de seguir el tema realizó una pesquisa por cinco Consejos Populares del Municipio (Pueblo Nuevo, Cayo Hueso, Colón, Los Sitios y Dragones) y detectó como uno de los principales problemas el desabastecimiento de algunos rastros, lo cual incide en el tiempo empleado para completar las obras constructivas aprobadas. Otros elementos como los cables, cajas, tomacorrientes y tuberías plásticas para realizar la instalación eléctrica no se encuentran en estos puntos de venta. “Eso también atrasa, porque hasta que no consigues todo no puedes lanzarte a terminar la placa y dar el fino”, comenta Jesús. A ello se suma que los materiales –a veces disponibles en la red comercial de los mercados industriales– solo pueden ser adquiridos mediante cheques en los rastros o tiendas recaudadoras de divisa. El resto de la red únicamente acepta los pagos en efectivo, como fue posible constatar en establecimientos de comercio interior dedicados a la venta de estos insumos ubicados en Ayestarán y 19 de Mayo y Ayestarán entre General Suárez y Pedro Suárez, entre otros. En Cuba se han destinado cerca de 2.000 millones de pesos en cuatro años

www.periodismodebarrio.org

a la entrega de subsidios desde que se iniciara la implementación de la política en 2012, según confirmó el ministro de la Construcción René Mesa Villafaña el pasado 27 de diciembre ante la Comisión de Industria, Construcciones y Energía de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). El Anteproyecto de Ley del Presupuesto del Estado para 2016 prevé que la disponibilidad monetaria en los Consejos de la Administración Provincial descenderá de 981.1 millones estimados en 2015, hasta los 867.3 millones de pesos proyectados para 2016.

En el subsidio no entran, por ejemplo, la alimentación diaria de los trabajadores de la construcción

La disminución está causada por el descenso previsto en la venta de los materiales de la construcción para el venidero año. Para atenuar esta situación, en 2016 se destinará el 60 por ciento del impuesto de las ventas a sufragar la política (51.5 por ciento para los beneficiados y 8.5 para la reserva central). Esta medida representa un incremento considerable con respecto al 48.5 por ciento aprobado hasta el momento, y responde a la decisión estatal de no afectar la ejecución de la política y a los beneficiados por ella, a pesar de las condiciones desfavorables de la

30

En Cuba se han destinado cerca de 2.000 millones de pesos en cuatro años a la entrega de subsidios. foto: julio batista

industria productora de materiales, explicaron funcionarias del Ministerio de Economía y Planificación durante el trabajo en comisiones de la ANPP.

O

***

dalys tuvo que ir seis veces al banco para hacer extracciones. “El dinero no lo ves nunca, pues se mueve en cheques desde la cuenta hasta el rastro o la tienda en CUC donde haces la compra, y eso mismo pasa con los albañiles que

contratas y es obligatorio que tengan licencia para cobrar el cheque”. El procedimiento es estándar. Los constructores calculan y piden lo que necesitan, el subsidiado recorre los rastros y separa los materiales que precisa, va al banco con la factura y este expide un cheque. Luego el subsidiado regresa al rastro, entrega el cheque y se lleva lo que compró. El mecanismo es similar para pagar la mano de obra. En resumen, Odalys está segura de que gastó 11.000 pesos en mano de obra, 2.500 en transporte de materiales y el resto lo distribuyó en más de 50

sacos de cemento, varios metros cúbicos de arena, gravilla, polvo de piedra y cabillas. La precisión en esos casos disminuye. Sin embargo, todos en la casa saben que la nueva placa costó más que 30.800 pesos. “Hay muchas cosas que no están dentro del subsidio, pero son gastos que se van haciendo. Por ejemplo, aquí la placa la hicieron entre cinco albañiles, y esos son cinco almuerzos diarios, diez meriendas, café… No son gastos de construcción, pero no se puede tener hombres trabajando sin algunas condiciones”, dice Jesús.

31

Aun así, una parte considerable del monto total entregado a los beneficiados es hoy destinado exclusivamente a la contratación de mano de obra, la cual no siempre se ajusta al 30 por ciento estipulado en el contrato inicial firmado entre el subsidiado y la Dependencia Interna del CAM. De hecho, una de las deficiencias encontradas por la Comisión Permanente de Centro Habana resultó ser la discrepancia entre las cifras declaradas por las fuerzas empleadoras y por los albañiles a cargo de ejecutar el trabajo. Eso se refuerza con los criterios del


subsidiados

Enero, 2016

Si se usan materiales locales para ejecutar un subsidio de 85.000 pesos destinados a una célula básica de 25 m², es mejor que se construyan las viviendas

aumento del precio de la mano de obra, señalado durante la presentación del informe por el delegado Joel Almenares. El otorgamiento de subsidios ha sido una de las políticas sociales mejor acogidas por la ciudadanía cubana, aunque dista de ser la solución a la compleja situación de vivienda que vive el país, donde cuatro de cada 10 casas se encuentra en regular o mal estado. “Sin este dinero nunca hubiésemos podido comenzar el trabajo. Es verdad que no siempre alcanza por los precios que tienen hoy las brigadas, pero el subsidio fue una ayuda fundamental para nosotros”, confirma Jesús mientras me explica que en estos días espera resanar los huecos en los muros de la sala, recuerdo que dejó la demolición del techo.

En cerca de cuatro años, se han beneficiado a más de 3.000 núcleos familiares en Centro Habana, confirma Olga Miller. “El subsidio no puede verse como una camisa de fuerza”, señaló Villafaña durante el VI Periodo Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura de la ANPP. El empleo de materiales de construcción provenientes de la industria local consigue abaratar entre un 25 y un 30 por ciento los gastos por este concepto. “Entonces, si se usan materiales locales para ejecutar un subsidio de 85.000 pesos destinados a una célula básica de 25 m², es mejor que se construyan 30 o 35 m² y que las personas hagan mejores casas, porque eso incrementa la calidad de vida de la población y detiene el deterioro de las viviendas”.

N

***

adie dijo que construir fuera simple. O limpio. O cómodo. Pero seis meses de trabajo ponen a prueba la resistencia mental, y eso lo aprendieron bien Odalys y su familia. “Aquí no se podía caminar. Había un horcón cada medio metro para soportar el encofrado, y cada una de las tres partes del techo tenía que estar 21 días así para que el cemento fraguara bien”. Claro, 21 días como mínimo, porque la última habitación estuvo revestida en madera cerca de 40. En total, fueron más de tres meses durante los cuales solo pudieron esperar mientras la nueva cubierta se endurecía lo suficiente como para desarmar el esqueleto que la moldeaba. En esas condiciones vivieron por medio año, mudándose de un cuarto a otro con las camas y bártulos cada vez que era necesario demoler el techo de una habitación y luego montar el andamiaje

32

periodismo de barrio no .3

periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

www.periodismodebarrio.org

de horcones y tablas para fundir la próxima sección. En una ocasión, recuerda, los vecinos paralizaron la demolición del techo durante seis días y fueron a buscar a la policía. El incidente duró poco, Odalys mostró sus documentos y permisos y la brigada especializada –y estatal– a cargo de las demoliciones continuó su trabajo sin más contratiempos. Ahora puede descansar un poco. “Por suerte la última compra la hice en noviembre para cerrar la cuenta del banco y pagar completa la mano de obra, así que en los primeros días de enero voy a liquidar el subsidio para que vengan a inspeccionar la obra, ya lo han hecho dos veces en estos meses para ver si tenía algún problema o necesitaba más tiempo, pero no fue necesario ampliar el plazo”. Aún falta por hacer: el fino y el derretido de la azotea, retoques en los aleros y los muros, y la impermeabilización del techo; pero eso ya está pagado. La demolición del techo desmanteló la división intermedia (barbacoa) que soportaba las habitaciones de la familia, pero ese tipo de construcciones no están contempladas dentro del subsidio. Dice Odalys que ahora han visto viguetas en los rastros, “seguro por las quejas de la gente”, pero para ellos ya es tarde. “Si yo tuviera las viguetas esas ahora, en tres días tengo hecha la plaquita intermedia y con eso tendríamos casa para toda la vida, pero ya veremos qué se hace”. Medio apartamento se mantiene aún embalado en cajas y solo se ve en las habitaciones lo imprescindible para el uso diario. La Santa Bárbara y el San Lázaro este año no tuvieron las velas de siempre, pero la demolición ni siquiera los manchó de polvo. Odalys ha pintado las paredes de la sala y el techo, pero desde una esquina el último saco de cemento anuncia que la construcción no termina.


periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

El albergue: un trรกnsito inmรณvil Mรกs de 132.000 personas se encontraban en anuencia de albergue en La Habana a finales de 2014 por geisy guia delis


el albergue : un tránsito inmóvil

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

S

eis pasos son los que se necesitan para recorrer de un extremo a otro el cubículo de Marisol Rojas. En la sala, un sofá de vinil muestra las huellas de la espalda de uno de sus hijos, quien usa constantemente el mueble para dormir. La cama doble y una cuna ocupan todo el cuarto. La ropa, acomodada en cajones y percheros, cuelga en el único lugar que queda disponible, el baño. Son diez las personas registradas en este núcleo familiar que acaba de aumentar a once con la recién nacida Asihanna. No todos viven juntos, aunque quisieran; el cubículo es muy estrecho para acogerlos. Hace apenas tres años y unos meses que a Marisol la trajeron con su familia al albergue de 140 y 33, en Marianao, después de que su casa en la calle 71 entre 132 y 134 se derrumbó. Esta vivienda había sido declarada previamente en mal estado, condición que se agravó con las lluvias. Más de 132.000 personas se encontraban en anuencia de albergue en La Habana a finales de 2014, según datos publicados por el periódico Granma. Actualmente, quienes residen en la capital cubana bajo ese estatus, en principio transitorio, deben esperar entre 15 y 20 años para obtener una vivienda, lo cual hace prácticamente permanente su estancia en los albergues. Marisol acaba de comenzar el ‘tránsito’.

E

***

l Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), en la versión ejecutiva del perfil de la vivienda de Cuba publicada en 2014, define una vivienda de tránsito como una instalación de carácter provisional atendida por el Estado, que

www.periodismodebarrio.org

aloja a personas que han perdido sus casas por fenómenos hidrometeorológicos, derrumbes, peligro estructural u otras causas, hasta que se consiga la solución definitiva de sus hogares. El doce por ciento de las más de 700.000 viviendas existentes en la capital se encuentran en mal estado, de acuerdo con los datos ofrecidos en el Censo de 2012. Cualquiera de las familias residentes en estas viviendas podría ser la próxima que necesitara albergue. En Marianao viven actualmente 135.844 personas y tiene una densidad poblacional de 5.862 habitantes por cada kilómetro cuadrado. Existen, además, 1.096 personas con expediente de albergados, dice Mirthea Che Ferrer, directora de la Unidad Municipal de Atención a las Comunidades de Tránsito (UMACT). De ellas, 216 están ubicadas en las comunidades de tránsito y el resto permanece en viviendas que han sido declaradas inhabitables, debido a la falta de capacidad de albergue. Marta Martínez, jefa del Departamento de Control de Fondos de la Vivienda del municipio, señala que en diciembre de 2015 se reportaron alrededor de 3.464 viviendas en estado técnico malo y unas 5.684 en estado regular, lo cual representa cerca del 20,7 por ciento del fondo habitacional de la localidad, que está compuesto por unas 44.135 edificaciones y 479 ciudadelas. La arquitecta Martha Garcilaso de la Vega advierte en su investigación doctoral que las comunidades de tránsito en Cuba “congregan ciudadanos con menos posibilidades económicas y que presentan con mayor frecuencia condiciones socio-culturales y de conducta con disfunciones notorias. Todo lo cual genera, aun sin intención, una segregación social en crecimiento”.

36

“Este es un albergue tranquilo, por lo general. Los problemas ocurren en el interior de las familias. Todos los cubículos tienen sus afectaciones, en algunos el patio está tupido o hay huecos por los que entran ratones. Otros tienen filtraciones en el baño o cuando llueve se llenan de agua”, explica Marisol. A ella le preocupan especialmente los ratones, porque una de sus hijas acaba de parir, y “el olor de los bebés

“ El albergue ubicado en 140 y 33 es considerado de referencia en Marianao ”

Hace cinco años que Alberto vive allí. foto: geisy guia

Garcilaso añade que los albergues, desde sus orígenes, fueron pensados como soluciones temporales, por eso tenían las condiciones mínimas de habitabilidad; entre ellas, sanitarios y habitaciones colectivas. El derrumbe del campo socialista afectó considerablemente el sector de la construcción en Cuba. Sin casas nuevas que entregar, se prolongó el periodo de estancia en los albergues hasta casi hacerlo permanente. Los cubículos fueron divididos y se construyeron baños nuevos para dar un poco de privacidad a las familias. La austeridad económica demandó nuevos recursos, mano de obra y presupuesto en una inversión que, según el arquitecto Miguel Coyula, no se recupera, pues “ocupa suelo urbano pero no lo

urbaniza, y además sustrae recursos que podrían emplearse en el mantenimiento y reparación del fondo construido”. Patricia Batista, profesora de la facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, considera que en el albergue, de cierto modo, se reproducen a pequeña escala, de modo compacto, las desigualdades sociales.

E

***

l asentamiento en el que vive Marisol es considerado un albergue de referencia en el municipio. Mirthea afirma que “comparado con otros albergues, ese es de los mejores, incluso a nivel provin-

cial”. Para otorgarle esa categoría, han tenido en cuenta que los cubículos son amplios, están en buen estado constructivo, y se han mejorado los servicios residuales y sanitarios. Un banco, un teléfono público que no funciona y la caseta solitaria de la Administración ocupan el área común del albergue de 140 y 33. Desde afuera se ven tres naves pintadas uniformemente de un verde azul que ya comienza a palidecer, cubiertas de fibrocemento y puertas de aluminio que permanecen cerradas. Son escasos los elementos distintivos en el exterior de los 31 cubículos: alguna que otra maceta con helechos o malanguetas y rejas en las ventanas. En tres paneles eléctricos se apiñan numerosos metrocontadores.

37

es algo que buscan mucho esos animales”. En 2015 una de las brigadas que la UMACT designó para hacer reparaciones en el albergue selló algunos de los patios que estaban en peores condiciones. Sin embargo, en el de Marisol quedaron varios agujeros por los cuales asoman las ratas. Para contener un poco la situación ha llenado ese espacio con botellas rotas y vidrios. El presupuesto otorgado a la UMACT de Marianao en 2015 fue de 136.000 pesos para reparaciones, mantenimiento y gastos de este albergue. Otros 200.000 están destinados para la reparación de la comunidad El Pescaíto, e igual cantidad se asigna para imprevistos. Las acciones constructivas en esos asentamientos han sido ejecutadas por


el albergue : un tránsito inmóvil

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

brigadas de albañiles por cuenta propia y estatales. Algunos residentes no estuvieron satisfechos con esa labor pese a la firma del acta de conformidad con el trabajo de los obreros. “Esa es su casa mientras estén allí”, dice Mirthea sobre los albergados. “Sin embargo, hay quienes rompen o no cuidan las cosas nuevas que les colocamos en los cubículos, por ejemplo los baños y las tejas. Otras veces se resisten incluso a las reparaciones”. Alberto Argudín tiene 46 años, cobra 250 pesos y trabaja como custodio en las noches para poder atender a su madre de 71 años en las mañanas, quien tiene el lado derecho del cuerpo paralizado a consecuencia de una isquemia cerebral. Desde agosto, el piso de su cubículo se moja durante las lluvias debido a que un vecino del albergue se subió al techo a coger un mango y le partió dos tejas. La dirección de la UMACT se las facilitó, pero hoy están superpuestas porque no fueron fijadas con cemento. Alberto lleva viviendo cinco años allí. Patricia Batista aclara que a las personas que viven en las comunidades de tránsito les pasa algo llamado expropiación y el no sentido de pertenencia hacia el lugar en el que se está. “Cuando las personas no son partícipes del proceso de adquisición y no ven en el objeto final el esfuerzo de su trabajo, no lo sienten propio”. Lo más común es encontrar en ellos un desapego por lo temporal y lo que se les ha dicho que no les pertenece. Desde hace más de tres años, 140 y 33 presenta inestabilidad con los administradores. El promedio de duración del responsable del albergue es de cinco a seis meses. Todos los que entran se van, o son trasladados y a decir de muchos no llegan a empezar, ni a terminar nada.

www.periodismodebarrio.org

Durante ese periodo, más o menos, los residentes de allí no han sabido con exactitud sus posiciones en el escalafón que se conforma para el otorgamiento de viviendas, pues este documento permanece encerrado en la deshabitada oficina de Administración. Una copia, al menos, está colocada en el mural de la UMACT en la calle 59 entre 100 y 102.

E

***

ntre los núcleos que llevan más tiempo en 140 y 33, está el de Librada Rivas. Recientemente, uno de los cubículos quedó disponible porque a un médico le otorgaron una vivienda; Librada le solicitó a Mirthea que la trasladara del cuarto 16 para ese que había quedado vacío y tenía mejores condiciones. Como esta señora de 67 años padece una enfermedad cardíaca, los funcionarios aceptaron la mudanza. En su apartamento ubicaron a otros miembros de una de las familias del albergue que desde hace algunos años estaban esperando por una capacidad que les permitiera salir del inhabitable en el que vivían. “Cuando se nos cayó la casa, hace 18 años, mis hijos decidieron que yo viniera para el albergue porque era la que estaba en peor estado”, explica Librada. “Los que cupieron en el cuarto vinieron conmigo, los demás se quedaron viviendo en el derrumbe y allí tengo aún a algunos de mis nietos. Yo solo quiero que salgan de allí, porque esa casa está irreparable”. Patricia Batista refiere que estas estrategias de supervivencia que desarrollan las familias conlleva, en la mayoría de los casos, un costo a nivel de vínculos. La lógica que les hace decidir pro-

38

Parte trasera de una vivienda que consta como solución definitiva en 110 y 37. foto: geisy guia

teger a unos miembros también deja a otros desfavorecidos y, a la larga, esa estructura familiar se daña y se vuelve disfuncional. En el albergue las líneas del tiempo son difusas, no corren las horas, ni los minutos. Los segundos no existen, toda acción importante, todo hecho relevante, solo cuenta en años. Así lo percibe Yutclaidy Pol Rojas, de 21 años, hija de Marisol. Es la madre de la nueva nieta en la familia y de otra pequeña de dos años, llamada Ainoa, quien “desgraciadamente” también le nació en el albergue. “Yo llegué aquí con 17, y no sé cuánto

tiempo más me falta ¿Morirnos aquí? Yo no quería que me cogiera el año de mi hija aquí, pero ya voy por el segundo y si todo sigue igual habrá un tercero, un cuarto y hasta un quinto años”. “Las personas necesitan cosas que les brinden estabilidad”, resalta Patricia Batista, “especialmente las que suplen necesidades básicas, por ejemplo la tranquilidad de tener un techo propio, para procrear y legar esa seguridad a otras generaciones. La incertidumbre y el no saber también imposibilitan el desarrollo de metas de superación personal y profesional”.

E

***

ntre noviembre y diciembre de 2015 ascendieron a 30 los derrumbes totales y parciales en Marianao. Según Greta Rodríguez, subdirectora técnica de la Vivienda en el territorio, “más de 18 núcleos familiares se vieron afectados”. El edificio de 108 entre 45 y 47, declarado previamente en estática milagrosa, sufrió un derrumbe parcial. Mirthea explica que el gobierno municipal y las instituciones implicadas tomaron como medida emergente albergar

39

a esas personas en la escuela de arte Eduardo García, debido a que no existían en la provincia capacidades de albergue ni fondo habitacional disponible. “Desde la aprobación del Decreto Ley 288 en 2012, que les da a las personas el derecho de vender o donar su casa, ya no se ingresan viviendas al fondo del municipio”, comenta Marta Martínez. “Tampoco hacemos confiscaciones por ningún concepto. Lo que incorporamos son las nuevas construcciones que hace el Estado”. En el Acuerdo 107 de 2012, que establece las normas para la construcción y asignación de viviendas en La Habana, el Consejo de la Administración Provincial refiere que “la disminución de traspasos de viviendas al fondo estatal por otros conceptos obliga a garantizar el régimen de distribución y asignación de viviendas disponibles”. Para ello toman como canteras el total de las viviendas que se construyen anualmente a partir del financiamiento asignado por el Ministerio de Economía y Planificación; el 50 por ciento de las viviendas que se construyan con financiamiento propio en Moneda Nacional y Libremente Convertible de cualquier organismo, cuando no se destine a estabilizar la fuerza laboral, y el 100 por ciento de las viviendas recuperadas por reconstrucción y/o rehabilitación de edificios financiados por las UMIV. Varios funcionarios de la vivienda en el municipio afirman que el segundo acuerdo no se ha cumplido a cabalidad, pues las empresas entregan cuotas muy inferiores a las pactadas. De igual modo, las brigadas constructoras que antes recibían un porciento de viviendas para los microbrigadistas que reparaban esos edificios han manifestado inconformidad con el primer y tercer acuerdos, razón por la cual se hace más difícil pactar convenios de trabajo.


el albergue : un tránsito inmóvil

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

Ante este panorama y la urgencia de ubicar a las familias damnificadas, el gobierno de Marianao decidió que varias entidades del municipio cedieran tres locales de poco uso, que ya se habían considerado para hacer construcciones en 2016. Greta explica que hubo que accionar con rapidez y se hicieron proyectos para adecuar esos centros a las necesidades de una familia de tránsito. Al presupuesto de la UMACT se adicionó un suplemento de más de 71.000 pesos que se destinó para la construcción emergente de cubículos. Mirthea agrega que para 2016 se proyecta la nueva comunidad de tránsito Estrella Roja, en uno de los espacios cedidos en el municipio, que puede albergar varias familias. Bárbara Mercedes León es la jefa del Departamento de Atención a la Población de la Dirección de la Vivienda en Marianao. Desde hace más de diez años se encarga de cuestiones asociadas a los albergados y los casos sociales. “Hemos insistido en que aquellas personas que no tengan recursos para reparar su vivienda se acojan a un subsidio porque no hay capacidad de albergue en la provincia”, dice. “Muchos prefieren esperar a que les den una vivienda nueva a intentar reparar su casa”. “¿Alguien que se albergó antes de que saliera la posibilidad de acogerse a un subsidio o crédito, puede hacerlo ahora?”, le pregunto. “Si la vivienda de esa persona está declarada como inhabitable reparable, puede hacerlo. De hecho, nos ha pasado que al darle una solución definitiva a una familia del albergue, le hemos cedido la casa de esta que estaba en mal estado a un caso social y la han reparado con un subsidio y con su esfuerzo, sin tener que albergarse”.

www.periodismodebarrio.org

A

***

l verla supe que le había caído todo junto, como si su sangre clamara fatalidad y hubiese venido a purgar el karma, para quienes creen en él. Porque Cecilia Valdés anda muy atolondrada como para andar buscando justificaciones cósmicas a su mala suerte. No es la Cecilia de Cirilo, ya sabemos. Su segundo apellido es Estrada. Tiene 42 años, mulata con más de negro que de blanco. Atiende Vigilancia en el CDR y desde 1987 vive en el albergue de 110 y 37, cuando allí solo se permitían a mujeres y niños. Desde 1987 también vive mojándose porque el agua le entra por los arquitrabes. Llegó como el resto; ese año su casa, que ya estaba deteriorada, se derrumbó. A partir de entonces ha visto desfilar brigadas de mantenimiento. Le cambiaron la puerta y las ventanas por unas de aluminio, le levantaron una pared interior y le dejaron el baño a medio terminar. Les ha escrito a los tres periódicos nacionales Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores explicando que hace casi 29 años está en la misma situación y que solo quiere la legalización de su vivienda. “Soy un caso social crítico. Tengo una niña (de 23 años) con retraso mental agravado por un trastorno psiquiátrico y es epiléptica. Viven conmigo dos lactantes en riesgo social por estas condiciones. Uno de ellos ha tenido once ingresos, incluso ha estado en terapia intensiva”. La Comunidad de Tránsito de 110 y 37 aparece en los registros de la Vivienda como solución definitiva desde el 23 de mayo de 2012, en un documento firmado por Ana María Nápoles, directora de la Unidad Provincial de la Atención a las Comunidades de Tránsito. Para que una capacidad de albergue adquiera

40

esa condición, debe tener la habitabilidad, es decir los espacios y condiciones imprescindibles como baño, cocina o un techo. Además, debe medir más de 25 m²; y el futuro propietario debe firmar un acta de conformidad con el acuerdo. A pesar de que esta decisión se adoptó hace más de tres años, la mayoría de quienes hoy viven en los once núcleos del albergue afirman que desde 1999, fecha en la que llegaron, se les prometió la propiedad de sus viviendas. Al menos así lo recuerda Yaité Ganzó, de 41 años. “A mí me trasladaron del albergue El Chico para darme mi vivienda aquí en Marianao. Que el techo se mojaba y la meseta de la cocina no estaba enchapada, eran las excusas que nos ponían en la UMACT para no darnos la propiedad. Luego, quien estaba de directora de ese organismo en ese periodo nos dijo que si reparábamos la casa por nuestros propios medios, entonces sí nos daría el título”. Yaité le tomó la palabra e hizo una placa, dividió la casa para tener otro cuarto. Construyó una red sanitaria independiente, porque las tuberías que estaban colocadas en el desagüe eran de electricidad, y puso el piso nuevo. En esos trámites andaba cuando cambiaron a quien estaba al frente de la UMACT. La nueva jefa les declaró como ilegal todos los cambios realizados en el albergue y hoy sigue sin la propiedad. Mirthea hace un año que dirige la UMACT de Marianao y aclara que estas viviendas no constan como albergues, pero que se siguen reportando hasta tanto no tengan propiedad; que las casas de esa comunidad están en proceso de legalización, y que sus expedientes están en el Departamento de Control de Fondos del municipio. En este departamento lo que se hace es “tramitar la documentación oficial y la conforma-

La comunidad de 110 y 37 desde 2012 consta como solución definitiva. foto: geisy guia

ción del expediente de habitabilidad. Pero a algunos no se les va a poder tramitar porque violaron regulaciones urbanas e hicieron ampliaciones”, dice Marta Martínez. —En los casos que no pueden ser tramitados, ¿quién se encarga de analizar integralmente todo el proceso? —Supongo que la UMACT –responde Marta, que trabaja en Control de Fondos desde 1999–, porque yo no visito las comunidades, ni veo el lugar, ni me encargo de revisar el proceso anterior, solo me encargo de la legalización. Al hacerle la misma pregunta, Greta contesta: —Esas viviendas forman parte de un proyecto de albergue. La UMACT tiene

un presupuesto asignado para reparaciones y el pago a brigadas que se encargan de crear las condiciones en las comunidades. Eso no pueden hacerlo las personas. La comisión de distribución sesiona cada 15 días o una vez al mes y se encarga de discutir, revisar y analizar las propuestas de entrega de viviendas para albergados o de excepcionalidad por casos sociales. Está compuesta por el vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, la directora de la UMACT, el director de Vivienda, la jefa del Departamento de Atención a la Población, la jefa del Departamento de Control de Fondo y un representante de Trabajo y Seguridad Social. Todos integran el voto colegiado, que aprue-

41

ba o no los casos analizados. El problema de 110 y 37 ha sido discutido varias veces en esa comisión. “Llevo tanto tiempo viviendo aquí con mi madre, mis hermanos y mis cinco muchachos que lo que quiero es que me den la propiedad de esta casa para pedir un subsidio y tratar de vivir como las personas”, dice Cecilia Valdés. A nivel provincial, existe también una comisión de distribución y el voto colegiado. Greta Rodríguez estuvo en la comisión provincial que en 2015 aprobó la propiedad para los casos que en 110 y 37 no habían cometido violaciones urbanas. Cecilia Valdés es uno de ellos, pero aún no lo sabe.


periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

Microbrigadas La historia de las microbrigadas por tomĂĄs ernesto pĂŠrez rodrĂ­guez


periodismo de barrio no .3

microbrigadas

Enero, 2016

www.periodismodebarrio.org

“ …en

cada pue-

blo hay su modo de fabricar, según haya frío o calor, o sean de una raza o de otra…

josé martí ,

” “ la

historia del

hombre contada por sus casas ”

E

l 26 de julio de 1970, Fidel Castro admitía: “Sí, señores imperialistas: es difícil la construcción del socialismo”. Tan difícil que todavía hoy, 45 años después, andamos buscando la manera. Pero la construcción del socialismo no era lo único que nos desvelaba. También estaba el problema de la construcción, a secas. Tan difícil que todavía hoy, 45 años después. Según el libro Arquitectura y urbanismo de la Revolución Cubana (1989), de Roberto Segre, entre 1965 y 1970 “se produce una disminución considerable de las viviendas construidas por el Estado; de más de 10.000 realizadas en 1967, se baja a 4.000 en 1970”. Aquel 26 de julio de 1970, Fidel Castro aventuraba una salida: “Nosotros, tomando decenas de miles de obreros a poner ladrillos, no resolvemos. Pueden los propios usuarios en muchos

lugares, bajo alguna dirección técnica, participar en la solución de estos problemas”. En un país de grandes contradicciones, a nadie extraña que el nombre de una de las orquestas más exitosas, los Van Van, aluda a un fracaso. Antes que una prueba de incompetencia, la zafra del 70 –alentada por la consigna “los diez millones van”– fue una muestra de insensatez. La cohesión de todos los cubanos en la disparatada epopeya del azúcar sirvió para endulzar la derrota. En diciembre de ese año se crearon las Microbrigadas, en primera instancia, como respuesta a la situación de la vivienda. El restablecimiento de la confianza perdida podía llegar a ser un deseable efecto secundario. Las Microbrigadas estaban compuestas por hombres y mujeres que abandonaban sus trabajos habituales a fin de construir viviendas para ellos y sus compañeros, quienes debían quedarse cubriendo sus funciones –el llamado plustrabajo– con el objetivo de que la producción no se afectara. En 1978, Fidel tendría que reconocer que “muchos centros […] lo hicieron efectivamente con plustrabajo, y otros porque les sobraba personal, lo que tenían era plustrabajadores”. Una vez concluidas las viviendas, el 20 por ciento de ellas se entregaba al Estado y el resto se asignaba en asambleas de trabajadores, donde se consideraban –por orden de prioridad– méritos y necesidades. En teoría, el haber participado directamente en la construcción no otorgaba derechos especiales. Los microbrigadistas continuaban cobrando en el centro laboral al que pertenecían. En septiembre de 1987, Fidel lo explicaba así: “No nos cuesta virtualmente un centavo más en salario, porque con el salario que le pagan

44

en la fábrica trabaja allí. El Estado le reintegra a la fábrica ese salario para que la fábrica sea más eficiente en sus cálculos, en sus resultados”. El total de obreros que integraban una brigada era 33, los imprescindibles para construir, en nueve meses, un edificio de cinco plantas con 30 apartamentos de dos o tres dormitorios cada uno. Una parte del equipo se solía destinar a obras sociales: escuelas, círculos infantiles, alcantarillado. Se trabajaba de 8 a.m. a 6 p.m., de lunes a sábado. Los domingos, toda la mañana. Humberto Ramírez, presidente de la Sociedad de Arquitectura de La Habana, asegura que no puede hablarse del Movimiento de Microbrigadas sin mencionar a Máximo Andión, administrador de la fábrica metalúrgica Vanguardia Socialista. “Aquella era una de las pocas fábricas que tenía una producción –si lo veíamos en una gráfica– ascendente”, dice Ramírez, “mientras que las demás estaban subiendo y bajando, o solo bajando. Fidel reparó en eso y fue a verlo. Entonces se dio cuenta de que Máximo era una persona extraordinaria, por encima de la media”. La excepcionalidad le valió a Máximo que Fidel lo colocara al frente del Plan Alamar. Este reparto habanero, identificado con el Movimiento de Microbrigadas, es el mayor conjunto de vivienda social en Cuba, pero no el mejor. El premio, en cuanto a calidad, se lo lleva la Unidad Vecinal no. 1 de la Habana del Este, actual reparto Camilo Cienfuegos, realizada entre 1959 y 1961, una etapa –diría el arquitecto Mario Coyula– en la que “los constructores todavía no habían aprendido a construir mal”. Alamar contaba con un puñado de casas de antes de 1959 y con unas 400 construidas a comienzos de los 60. Era ya una zona urbanizada. Había calles, aceras, electricidad, alumbrado público

Alamar semeja una gigantesca ofrenda a la monotonía. foto: tomás ernesto pérez

y un acueducto de agua salobre que hacía de la distracción un hábito peligroso. El más leve descuido podía echar a perder una colada de café. El nuevo proyecto urbano, a cargo de la Dirección de Viviendas del Ministerio de la Construcción (MICONS) de La Habana, fue concebido para 130.000 habitantes. La directiva –apunta Coyula– era precisa: recurrir “al modelo reduccionista de bloques iguales repetidos hasta el infinito […] para que cada centro de trabajo tuviese el suyo”. De ahí que Alamar semeje una gigantesca ofrenda a la monotonía. En este paraíso del déjà-vu, todos los caminos conducen al aburrimiento.

Los primeros edificios eran de cuatro plantas. En una de sus visitas diarias a Alamar, Fidel sugirió elevarlos a cinco. “No fue una buena solución”, dice Humberto Ramírez, “porque subir cinco pisos no es fácil”. Cuando en 1972 le propusieron que se incorporara al Movimiento, Ramírez tenía 28 años y era profesor en la Escuela de Arquitectura. “Las zonas uno y dos de Alamar ya se habían terminado”, recuerda. “Las zonas tres y cuatro estaban en construcción, la cinco completa estaba en ejecución y la seis estaba bastante adelantada”. En ese punto –de acuerdo con Segre– existían 444 brigadas, que aglutinaban a 12.715 obreros.

45

Sin renunciar a sus clases, Ramírez asumió la dirección del departamento técnico en Alamar, al que se sumaron otros profesores y aun estudiantes. A lo largo de nuestro encuentro, insiste en que se tomaron las precauciones técnicas que exigían las obras. “Durante aquellos años, en las Microbrigadas había un control técnico riguroso. En primer lugar, había el deseo de hacer las cosas bien, que en muchos lugares se ha perdido. Era parte del ego. Cuando las personas no saben y quieren hacer el trabajo, si tú les dices cómo debe ser, lo hacen bien. Cuando empieza la autosuficiencia, o cuando a la gente le importa poco el trabajo, aunque sepa


periodismo de barrio no .3

microbrigadas

Enero, 2016

www.periodismodebarrio.org

Excavación de una cisterna en Alamar. foto: cortesía de humberto ramírez

hacerlo, es que vienen las complicaciones”. Ramírez no olvidará el día en que propuso que los edificios de las zonas uno y dos se pintaran del mismo color. “A mí se me ocurre que debían pintarse de blanco, y los balcones, las escaleras, de otro color, para identificarlos”, dice. “Aquello fue tremendo con los microbrigadistas. La gente me decía: ‘¡No, arquitecto, qué va!’. Uno lo quería rosado, el otro verde, el otro azul. Su sentido de pertenencia era muy fuerte y te discutían, porque, claro, se habían metido un año entero trabajando allí ”. Ya por esas fechas las visitas de Fidel habían comenzado a ser semanales. En

una de ellas, Máximo le comentó: “El arquitecto nuevo quiere pintar todo esto de blanco”. A Fidel la iniciativa le pareció genial. A los microbrigadistas también. El rigor y el entusiasmo esbozados por Ramírez habría que atribuírselos además al momento en que todo esto acontecía. Él lo reconoce. “Esa, por supuesto, es la efervescencia de una Revolución”, dice. “En verdad, había un ambiente extraordinario”. Sin embargo, lo que para algunos fue una época de esplendor, para otros –artistas, escritores, homosexuales– fueron años dolorosamente opacos. Eduardo Heras León, premio nacional de literatura, los resumió en una frase:

46

“Aquellos días fueron una fábrica de miedo”. Luego de publicarse el volumen de cuentos Los pasos en la hierba, al que tacharon de contrarrevolucionario, Heras León fue reubicado en Vanguardia Socialista. Alguien pensó que una fábrica metalúrgica tenía potencial como reformatorio. Aquella experiencia motivó un libro cuyo título, más que referirse al trabajo en la fábrica, hacía alusión al temple necesario para afrontar un castigo irrazonable: Acero. En aquel sitio, vinculado al origen de las Microbrigadas, se dio la infeliz confluencia de lo innovador y lo retrógrado. Vanguardia Socialista se convirtió en el instrumento

de unas ideas que refutaban su nombre. Hacia el final de la entrevista, conforme avanza en el tiempo, el relato de Ramírez cede al desencanto. “Un problema que siempre hemos tenido es que empezamos bien, pero no nos mantenemos”, dice. Lo que vino después confirmó este criterio. “Vivimos bajo el imperio de la cifra”, escribe Martín Caparrós en ese prodigio que es El hambre. En una época fascinada por los números, parece imposible resistirse a la tentación de implantar un récord. Fidel Castro, que ya tenía en su haber el discurso más largo pronunciado en la ONU, se empeñó en construir el campamento de pioneros más grande del mundo, con capacidad para 10.000 niños en periodo de clases y 20.000 niños en verano. “En el de los soviéticos, que era el mayor entonces, solo había capacidad para 6.000 niños”, dice Ramírez. La Ciudad de los Pioneros “José Martí” de Tarará significó un duro golpe para el Movimiento. “El MICONS casi no tenía fuerza de trabajo para hacer una cosa así y se cogió a la gente de las Microbrigadas, que fue lo que sucedió siempre y siempre fue un fallo. Ya no era solamente el mercado, el círculo infantil, el acueducto, el alcantarillado o la planta de tratamiento de agua, sino algo extra que nada tenía que ver con Alamar. Y ahí hubo un problema. A veces pasaban tres, cuatro, cinco meses y el edificio no caminaba porque la gente estaba trabajando en Tarará. Las escuelas, el policlínico, el centro comercial, todo eso se hacía con mucho entusiasmo porque las personas sabían que era para ellas, pero Tarará era otra cosa. Seguía habiendo el mismo espíritu del principio, que durante muchos años no se perdió, pero ya no era igual”. Según el libro de Segre, para 1975 llegó a haber más de 30.000 obreros,

organizados en 1.150 microbrigadas. Ese año, el Movimiento Popular para la Liberación de Angola solicitó con urgencia la cooperación militar de Cuba. El 21 de agosto, tras un contacto en Luanda ese mismo mes, el primer comandante Díaz Argüelles regresó a Angola como jefe de la Misión Militar cubana. Se enviaron instructores, fusiles, cañones antitanque, uniformes, alimento. El año próximo, hacia finales de marzo, el número de efectivos cubanos en tierra africana ascendía a 36.000. “Lamentablemente”, dice Ramírez, “Máximo quiso hacer una misión internacionalista y se fue para Angola. Por él se quedó una compañera que, aunque trabajó bien, no tenía su personalidad”. A partir de ahí, las desgracias se fueron acumulando. Ramírez las enumera con el tono sombrío de quien repasa las bajas sufridas en un combate. “Al irse Máximo, yo perdí un poco de interés y acabé yéndome también”, dice. “Cuando yo me fui se quedó otro arquitecto por mí, que trabajaba conmigo al principio, y se cambió completamente el proyecto urbanístico. Fue una porquería lo que se hizo. Los edificios tenían problemas. Las calles se hicieron por detrás de los edificios, en vez de ir por delante, como en cualquier lugar del mundo. Tú vas caminando y lo que ves son los patios, las tendederas. Ya no se sembró una mata ni se hicieron jardines. La urbanización es espantosa, horrible. Empezaron a fallar los materiales y, por otra parte, cuando los economistas se pusieron a calcular, la cuenta no les daba”. Los detractores de las Microbrigadas se aferraron al argumento económico. Varios años más tarde, en 1989, Fidel recordaría: “Habíamos encontrado una buena solución, pero no pararon en su guerra para liquidarlas, en nombre del marxismo-leninismo, eso es lo peor; en

47

nombre de los libros de texto y de las teorías de los libros de economía”. La debilidad del Movimiento –que, según Coyula, para 1983 ya había construido 100.000 viviendas en todo el país– no dejó de crecer. Su muerte parecía impostergable. No obstante, en 1986, como parte del Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas, fue revitalizado.

El microbrigadista abandonaba su trabajo con tal de construir viviendas para sus familias y compañeros Prácticamente, hubo que empezar desde cero. “[N]o tenía nada”, diría Fidel en 1989, “ni un camión, ni un yipi, ni una concretera, hubo que hacerlo todo nuevo; no tenía personal calificado, no tenía profesionales universitarios, no tenía técnicos medios de la construcción”. Al contrario de otros, Máximo sobrevivió a la guerra. Fidel lo llamó, habló con él. La historia, en apariencia, se repetía, y digo en apariencia porque no fue igual y porque no todos la vivieron igual. “Las Microbrigadas de los 80 no se parecen en nada a las de los 70”, dice Ramírez. “La gente ya no trabajaba con el amor del principio”. Lucía Mirurgia Alie, microbrigadista de la nueva hornada, discrepa con él.


periodismo de barrio no .3

microbrigadas

Enero, 2016

“Se trabajaba con entusiasmo”, dice. “Cada obra se tomaba como lo que era: una tarea política”. En esta segunda etapa, el objetivo no era construir viviendas en la periferia, como en los 70 –Alamar, Altahabana, San Agustín–, sino aprovechar la infraestructura urbana existente. “Se suponía que iban a realizarse proyectos atípicos en parcelas que quedaban en zonas consolidadas de la ciudad, lo cual es una buenísima idea. Pero no fueron tan atípicos, por la premura con que se hizo todo”, dice la arquitecta Dania González. Por la misma época se crearon las microbrigadas sociales, enfocadas principalmente en la reparación de ciudadelas. Estas, a diferencia de las otras, no estaban organizadas por centros de trabajo, sino por lugares de residencia. En 1987, Máximo le preguntó a Ramírez si le interesaba hacer el proyecto de un centro de exposiciones que Fidel quería construir. Ramírez dijo que sí. De este modo, se convirtió en el proyectista de Expocuba. Ese mismo año, se creó el Contingente “Blas Roca”, inspirado en las Microbrigadas. En junio, Mirurgia se incorporó al Movimiento luego de haber tenido su primer hijo. En septiembre, Fidel dio a conocer en un discurso que ya había alrededor de 18.000 microbrigadistas. En febrero de 1989, entró en vigor la Ley General de la Vivienda, no. 65. Las microbrigadas, según el artículo 8, podían estar subordinadas a los órganos locales del Poder Popular y a una entidad constructora decidida por el Gobierno. No solo se construyeron viviendas. “Hicimos círculos infantiles, postas médicas, mercados concentradores”, dice Mirurgia. “Todas las obras de choque que se realizaron en el país a partir de la creación de las Microbriga-

www.periodismodebarrio.org

das fueron acometidas por nosotros”. En junio de 1989, solo en la capital había ya 35.000 microbrigadistas. En septiembre, las viviendas construidas por el Movimiento –desde 1986– superaban las 15.500 y se habían terminado más de 1.550 consultorios médicos, 111 círculos infantiles y 22 panaderías. Hay que añadir, además, su presencia en Expocuba, en las obras de los Panamericanos, y la realización de escuelas, terminales de ómnibus, policlínicos.

“ En el Periodo Especial, un porciento considerable de los edificios que se habían empezado a construir se detuvieron ” En noviembre de 1989, cuando miles de cubanos se afanaban en levantar paredes, los berlineses echaron abajo el Muro que separaba Alemania. Las consecuencias fueron devastadoras para Cuba. En 1992, Fidel decía: “Sí, sufrimos enormemente por todos los programas que hemos tenido que reducir muchísimo, sufrimos enormemente por todas las cosas que nos proponíamos hacer, sobre todo para el bienestar directo de la población, como los programas de viviendas, que no podemos mantenerlos en este momento”.

48

Muchos obreros de la construcción, incluidos los microbrigadistas, terminaron en la agricultura o en “otros frentes”. “En temporada ciclónica”, dice Mirurgia, “a nosotros incluso nos cogían para hacer el trabajo de Comunales”. En el Periodo Especial, un porciento considerable de los edificios que se habían empezado a construir se detuvieron y muchos centros de trabajo retiraron a sus microbrigadistas, aun en contra de la dirección del Movimiento. Mirurgia, que durante más de 25 años fue secretaria del Buró Sindical a nivel de Base en el Movimiento de Microbrigadas, explica: “En 2006 o 2008, no recuerdo bien, nos propusimos volver a levantar las Microbrigadas para tener fuerza de trabajo y poder terminar los edificios que se habían quedado en cimentación, primera, segunda y tercera plantas. Citamos a los directores, al sindicato y al PCC de los centros que habían retirado a sus fuerzas, para ver si no querían las posiciones que les había otorgado el Movimiento y dárselas entonces a otros centros a fin de traer fuerza nueva”. A propósito de los edificios que demoran cuatro, siete, diez y hasta veinte años en construirse, Dania González, autora del libro Economía y calidad en la vivienda. Un enfoque cubano (1997), dice: “Esos muros, esos cerramentos, expuestos a la intemperie, a la lluvia y todo lo demás, están absorbiendo y acumulando en su masa la humedad. Cuando se termina al cabo de los años, el edificio nace con un cáncer”. La Habana –tan llena de edificios viejos roídos por la metástasis y de edificios nuevos que nacieron enfermos– es un enorme salón de oncología. Por motivos de salud, Fidel delegó en Raúl Castro la dirección del país el 31 de julio de 2006, y en febrero de 2008,

En enero de 2014, a Mirurgia le asignaron una vivienda en 33 y 44, municipio Playa, pero todavía no la ha ocupado. foto: tomás ernesto pérez

por las mismas razones, renunció a la presidencia de Cuba. El 24 de ese mes, en la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Raúl fue elegido presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. El sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba aprobó en abril de 2011 los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. El 21 de septiembre, la sección “Acuse de recibo” de Juventud Rebelde dio a conocer las funciones del Grupo Empresarial Constructor de la Administración Local de La Habana (GECAL), una “nueva estructura que asume la actividad constructiva del Poder Popular” y que surgió “a partir de la fusión de las antes llamadas

micros sociales, el Movimiento de Microbrigadas y varios contingentes, con vistas a imprimirles a esas fuerzas un diseño empresarial”. La fusión que dio origen a GECAL, entidad a la que se subordinan varias empresas, fue el tiro de gracia a las Microbrigadas, pero no implicó que desaparecieran los microbrigadistas. Aquí había un problema. En la nueva estructura, los microbrigadistas son un lastre, algo que sobra, que está pero no debería. No son, estrictamente, obreros de la construcción, sino personas que construyen para obtener una casa, hasta que la obtengan. “Somos como un niño de teta al que soltaron y nadie quiere cargar. Como un hijo adoptivo”, dice Mirurgia. En GECAL, esa suerte de

49

hospicio, se rehusaron a concedernos una entrevista. La deuda contraída con los microbrigadistas se ha ido saldando paulatinamente. Sin embargo, aún quedan personas como Jorge Dinza, Carlos Rojas y Diana Diago, quienes siguen esperando por su vivienda. El 28 de junio de 2014, bajo el título “Cumplieron, y…”, la sección “Acuse de recibo” de Juventud Rebelde exponía el caso de esos tres microbrigadistas, junto con el de Lucía Mirurgia. El artículo terminaba diciendo: “¿Cuánta más atención se debe prestar a casos excepcionales como estos, cuánta delicadeza para pulsar una solución más cercana a lo que esperan quienes entregaron tanto? Lucía, sin muchas alternativas, y


periodismo de barrio no .3

microbrigadas

Enero, 2016

Jorge Dinza, Carlos Rojas y Diana Diago, sin una vivienda: ese no debía ser el tratamiento”. En enero de 2014, a Mirurgia le asignaron una vivienda en 33 y 44, municipio Playa, pero todavía no la ha ocupado. El apartamento no cumple sus expectativas. Primero, porque tiene solo dos cuartos, insuficientes para un núcleo de siete personas. Segundo, porque las condiciones constructivas son pésimas: problemas de plomería, ventanas de aluminio pandeadas, instalación eléctrica deficiente, piso con desnivel. Ante la falta de alternativas, está dispuesta a aceptar los dos cuartos, aunque se niega a asumir la reparación que demanda el apartamento. No ocuparlo es su manera de presionar para que el Contingente 26 de Julio, a cargo de la construcción del edificio, realice el trabajo. “No me parece que, después de tantos años, deba meterme en un apartamento donde es necesario seguir construyendo, cuando yo, que no soy constructora, lo que he hecho toda mi vida es construir”, dice. “Además, yo no tengo los materiales ni la capacidad económica que requieren esos materiales, ni dinero para pagarles a un albañil, a un electricista, a un plomero”. Las imperfecciones no son exclusivas de su apartamento. El edificio completo –un ala más que otra– es una obra maestra de la chapucería. Virgilio Eduardo Jiménez trabajó en su construcción desde el comienzo, en 2004, hasta que se terminó, en 2014. “La falta de organización influyó muchísimo. La despreocupación. Cuando hay que terminar en dos días una cosa que realmente se lleva una semana caemos en la falta de control de la calidad”, dice. “Por otro lado, nunca entendí por qué trajeron brigadas cuentapropistas a trabajar aquí”.

www.periodismodebarrio.org

“ Dentro de unos 20 años, los edificios construidos en la década del 70 estarán llegando al fin de su vida útil ” Virgilio, que vive en el edificio, tampoco entiende por qué la mayoría de los tanques de agua eran de uso, ni el hecho de que a solo un mes de haber ocupado su vivienda la humedad tiñera las paredes. En una esquina de la azotea nunca pusieron la manta impermeabilizante. El techo del apartamento que está debajo, salpicado de grietas y manchas verdes, parece el mapa de un país ignoto. Allí, todos se encuentran a la espera de que el Contingente 26 de Julio, o quien sea, solucione al menos una parte de los problemas. Por las fechas en que venía el Papa –no faltaba más– sí se encargaron de pintar el edificio. “Mi centro de trabajo ya no tiene respaldo para pagarme, porque mi condición de microbrigadista desapareció en el momento en que me ‘dieron’ una vivienda”, dice Mirurgia, que aparece en la plantilla de la Dirección Provincial de Bufetes Colectivos, pero trabaja en la UEB no. 2, subordinada a la Empresa Provincial de Construcción de Viviendas Contingente 26 de Julio. “Cuando me reincorpore, la guerra para que me reparen aquello será peor”.

50

“Si le asignaron una vivienda y no la ha ocupado, es porque en realidad no la necesita”, dice Antonia Céspedes, vecina del edificio. Mirurgia, que vive en Guanabacoa, en una casita con techo de tejas y algunas paredes interiores de madera, opina que, ante todo, uno debe respetarse. “Yo estuve muchísimos años en las Microbrigadas para mejorar, no para meterme en una vivienda donde tengo que seguir desgastándome”, dice. “Bastante sacrifiqué a mi familia, mi capacitación, mi salud, para irme al final con la de trapo. Si he vivido casi 40 años en malas condiciones, ¿no puedo esperar 40 o 41? ¿Cuál es la diferencia?”. Un defecto que se les acostumbra señalar a las Microbrigadas es que los microbrigadistas, cuando empezaban, no sabían construir. Al cabo del tiempo, cuando por fin habían aprendido un poco, recibían su vivienda y abandonaban el Movimiento. “Fue siempre un proceso de aprendizaje”, dice Dania González. Otro problema, según Coyula, “era que las viviendas construidas no contribuían a resolver el problema del deterioro y pérdida del fondo, sino el de la cohabitación”. Las microbrigadas sociales, encargadas de restaurar, jamás tuvieron la fuerza del Movimiento. En “Lo feo es como un cáncer”, el narrador y guionista de cine Arturo Arango escribe: “Lo único más feo que un edificio de microbrigadas son dos o tres edificios de microbrigadas”. De acuerdo con Dania González, no había argumentos de peso para desdeñar la estética. “La rapidez no puede ser la justificación para hacer las cosas mal”, dice. “En mi opinión, en Cuba le hemos dado poca importancia a la arquitectura. Se habla de cifras, de metas, y la vivienda es cuatro paredes y un techo. Se ha tratado de minimizar la importancia

del proyecto, que es donde se gana la batalla, porque pensar cuesta menos que los recursos materiales que se vierten en la construcción. La única manera de hacer algo que cueste lo menos posible y con la mayor calidad posible es pensando, y ese es el proceso de diseño. El proyecto cuesta apenas el 10 por ciento de la ejecución de una obra”. Dentro de unos 20 años, los edificios construidos en la década del 70 estarán llegando al fin de su vida útil. Dania González asegura que un edificio de hormigón armado tiene una vida útil que oscila entre 60 y 100 años, pero ya a los 60 está arribando al límite. “Los edificios de microbrigada, aunque sean de bloques, tienen el entrepiso de hormigón armado”, explica. “Lo primero que colapsan son las instalaciones hidráulicas, sanitarias, que se empotran dentro de la masa de la construcción. Está científicamente demostrado que duran 25 años. Sin embargo, como no se les da el mantenimiento requerido y no se reparan a tiempo, comienzan a filtrarse, el agua se esparce por la losa de hormigón armado y oxida el acero, se explota la losa, el acero se separa del hormigón y se destruye el material”. Su larga experiencia como microbrigadista despierta en Mirurgia emociones contradictorias. “Las Microbrigadas me han lacerado la vida”, dice. “Todas las patologías que tengo hoy –bursitis, osteocondritis, hernia umbilical, problemas circulatorios– se las debo al Movimiento”. Sin embargo, esta mujer adolorida también encuentra motivos para decir: “Nosotros recordamos con nostalgia la historia de las Microbrigadas. Quedamos poquitos, pero a veces nos ponemos a recordar y decimos: ‘¿Te acuerdas? Esto no se parece en nada a aquello’”. En enero de 2016, luego de 29 años en la construcción, Mirurgia se reincorporará a su centro de trabajo.


periodismo de barrio no .3

www.periodismodebarrio.org

Escombros No botar. Reciclar por elaine dĂ­az


escombros

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

www.periodismodebarrio.org

L

as Minas es un pequeño pueblo del municipio Guanabacoa. Hasta allá se llega en la 464, que va desde el Parque de Guanabacoa hasta el paradero de Guanabo, en Habana del Este. Como todos los pueblos pequeños tiene un parque, una escuela, una farmacia, una bodega, una tienda de ropa en moneda nacional, el consultorio médico, algunos pequeñísimos negocios, una iglesia y la vida lenta de los sitios remotos. Tiene, también, una cantera de producción de áridos a un kilómetro del centro del pueblo. Alguien me dice que la cantera se agotó, que todo está parado, que se quedó sin piedra. Por eso estoy yendo a Las Minas. Pierdo de vista los sitios donde abundan las viviendas, cruzo la línea del tren, y llego hasta la caseta vetusta donde hay un hombre y un perro. Al hombre, con una gorra de custodio, le pregunto por la cantera. Al perro, que parece hambriento, le echo unos mendrugos de pan que acabo de comprar. “Aquí no se ha agotado ninguna cantera”, dice Gaspar Reyes. “Estás hablando con el molinero y hay piedra para moler por lo menos durante 20 años”. Trabaja aquí desde 2002, pero tiene entendido que la cantera se explota desde 1941, quizás 1942. “Nosotros teníamos una producción de 120 m³ diarios de rajón, de áridos, de polvo de piedra que iban para distintos organismos, para Berroa, para la fábrica de losas, para Güines, Pinar del Río”. Y cuando dice nosotros se refiere a otros doce trabajadores que actualmente están reubicados en diferentes canteras. Algunos por Arango; otros en San José de las Lajas. Él se quedó cuidando los motores de la planta que se guardan en la caseta vetusta. Y así ha estado durante dos años: “día por día,

“ Se agotan. Las canteras de áridos naturales no duran para siempre ” hasta los domingos, desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde”. La cantera se paró el 5 de noviembre de 2013 por falta de equipos y para darle mantenimiento a la planta. El mantenimiento se le dio, pero los equipos nunca llegaron. Un rompepiedra, un cargador y un camión es todo lo que se necesita para arrancar, según Gaspar. Le dijeron que a principios de 2016 empezaban a producir de nuevo. En enero. O en febrero. Cuando pregunto que quién, responde que “la gente del gobierno de Guanabacoa, que incluso quieren moler un poco de los escombros de La Habana Vieja acá cuando arranquemos”. Guanabacoa cuenta con más de 56 millones de metros cúbicos de materias minerales para la producción de áridos o agregados –piedra y arena–, de acuerdo con un estudio presentado en 2013 en el Congreso Cubano de Geología. Pero la producción en los yacimientos que se explotan actualmente responde a intereses empresariales, y su aprovechamiento por parte del gobierno municipal es limitado. En otros casos, los yacimientos se encuentran abandonados. A la cantera de Gaspar, llamémosle la cantera de Gaspar, le quedan algu-

54

Gaspar trabaja aquí desde 2002. foto: elaine díaz

nos años más de explotación. Aun así, va a morir. Un día, en diez, o quince, o veinte años, se preguntará cómo la vida le arrebató aquellas montañas de piedra que parecían infinitas. Pero no lo son. Se agotan. Las canteras de áridos naturales no duran para siempre.

U

***

n estudio publicado en la revista Minería y Geología en marzo de 2014 identificó 377 canteras de materiales para la construcción existentes en la provincia de Matanzas. De estas, 250 estaban abandonadas. “Por cada

cantera que se explota, existen dos abandonadas, sin que se hayan realizado en ellas acciones de rehabilitación”, coinciden los autores, Reinaldo Fuentes y Arlene Hernández, ambos especialistas de la Empresa de Investigaciones, Proyectos e Ingeniería de Matanzas. Generalmente, los límites de explotación responden a factores tales como la dureza de la roca, las posibilidades tecnológicas de explotación, la demanda del material; pero no toman en cuenta indicadores geológicos y medioambientales como la contaminación atmosférica por partículas sólidas de polvo, la creación de escombreras, la destrucción de la flora autóctona del

área y la eliminación del hábitat de algunas especies. En el 17 por ciento de los casos analizados por Fuentes y Hernández afloraba agua subterránea. Esto significa que los niveles de fondo de la cantera llegaban a profundidades más allá de los límites y regulaciones permisibles y dejaban vías abiertas que podían conectar las aguas subterráneas con residuos de materia orgánica en descomposición ocasionados por el vertimiento de desechos. Las canteras que se encuentran en explotación tampoco ofrecen un panorama alentador. En diciembre de 2014, la Comisión permanente de Industria, Construcción y Energía de la Asamblea Nacional del

55

Poder Popular presentó en su periodo de sesiones los resultados de una visita a diez canteras ubicadas en seis provincias. En ese momento, El Purio, en Villa Clara, tenía una capacidad tecnológica de 38.400 m³ al mes, pero solo contaba con una línea de producción con capacidad real de 30.775 m³. En Los Guaos, Santiago de Cuba, los molinos recibidos habían llegado con la documentación incompleta para el montaje y la manipulación de la tecnología y los operarios se quejaban de que para su compra no se tuvieron en cuenta los criterios de la empresa y las características del mineral. “La tecnología sueca se comporta bien en el procesamiento de la materia


escombros

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

www.periodismodebarrio.org

Una parte de los residuos sólidos urbanos está compuesta por escombros. foto: elaine díaz

prima”, cita el informe divulgado, “pero la China parece más débil y sufre mayor desgaste en sus accesorios por la dureza del mineral de dicha cantera”. El plan de producción de El Cacao, en Granma, también se había afectado debido a la falta de equipos y en Luis Raposo, de Guantánamo, los que habían se encontraban en mal estado. La cantera de Coliseo, en Matanzas, sufría por las constantes afectaciones de la energía eléctrica. “Había una planta de tecnología china adquirida hace tres años que estaba paralizada por

falta del banco de transformadores; a la misma se le quitó el molino auxiliar y se colocó en la línea que actualmente funciona”. En la arenera de Guáimaro, Camagüey, el proceso de carga demoraba pues contaban con un solo cargador. Algunas de las reservas de áridos que abastecían a la capital se han agotado. La Habana, debido a su demanda y al propio crecimiento de la ciudad, actualmente trae áridos de Pinar del Río, Cienfuegos, Matanzas. Sin embargo, este debería ser un material

56

de uso local con bajos costos de transportación.

L

***

os áridos son recursos naturales finitos. Y si no sale en las noticias, como debiera, es porque no se entiende de manera dramática. Pongámoslo así: cada vez que se sobreexplota un yacimiento se aparta más la solución al déficit de viviendas que enfrenta nuestro país. Se

alarga también el tiempo de espera de las personas ubicadas en las comunidades de tránsito –eufemismo que se usa para denominar a los albergues. Mientras las regulaciones estatales intentan incentivar la construcción por esfuerzo propio, y se amplían los sitios de comercialización de materiales –conocidos popularmente como Rastros–, los áridos necesarios no llegan. Desaparecen, conquistan precios astronómicos en el mercado negro, son vendidos a individuos de dudosa pro-

cedencia que siempre ocupan los primeros lugares en las colas. Más de una docena de investigaciones realizadas en la Facultad de Ingeniería Civil de la CUJAE proponen producir morteros de albañilería –conocidos como mezcla–para su empleo en la construcción y reparación de viviendas en Cuba a partir del uso de áridos reciclados procedentes de residuos de construcción y demolición. Además, se emplearía la escoria blanca como filler en sustitución del hidrato de cal. El filler es un material fino que ocupa los huecos dejados por las partículas de arena. La norma cubana fija como aglomerante el hidrato de cal para mejorar las propiedades del mortero, pero debido a su difícil acceso se comenzó a usar un filler calizo –recebo–. La escoria, además de usarse como sustituto del hidrato de cal y del recebo, tiene poder aglomerante y permite equilibrar la pérdida de las propiedades del mortero provocadas por el uso de áridos reciclados.

E

***

n La Habana se vierten anualmente más de 6 millones de metros cúbicos de residuos sólidos, dice el Anuario Estadístico de Cuba de 2014. Dieciséis mil cuatrocientos metros cúbicos de basura por día. A nivel individual parece menos. Tres metros cúbicos por persona. Cuba carece de una política integral de reciclaje que incluya la fase inicial del proceso y que requiere de fuertes inversiones. Una política que tome en cuenta, por ejemplo, la clasificación por parte de los usuarios e implemente un sistema de recolección selectiva. Mientras tanto, está la Unión de Empresas de Recuperación de Materias

57

Primas. Están las cooperativas aprobadas para recobrar materiales desechables. Están los “recuperadores”, cuentapropistas que pagan impuestos y a los que antes –sin impuestos ni licencias mediante– denominábamos simplemente “buzos”. Están los proyectos para extraer biogás. Pero generalmente se echa la poda por aquí, la cosa con peste por este otro sitio, tierra encima y vengan los 16.421 m³ del día siguiente. Una parte de los residuos sólidos urbanos está compuesta por escombros. La Habana genera 1.174 m³ de residuos de construcción y demolición (RCD) a diario. 428.510 m³ por año, refieren varias investigaciones realizadas en la Facultad de Ingeniería Civil de la CUJAE a partir de cálculos de las oficinas de Comunales municipales. Los RCD provienen generalmente de derrumbes y demoliciones. Los primeros son impredecibles; los segundos, programados. Los primeros son obra de la mala fortuna, de la desidia, de la irresponsabilidad, de la falta de mantenimiento, del sol del día siguiente –así le llaman cuando le sigue a una lluvia intensa–; los segundos, de la mano del hombre, alentados por la desidia, la irresponsabilidad, la falta de mantenimiento, el sol del día siguiente o, en el menos dramático de los casos, de las nuevas inversiones, de las reparaciones. Los RCD van a parar al vertedero casi siempre. La Habana Vieja y Regla lideran las estadísticas de producción de RCD, cada municipio a su manera. El primero genera alrededor de 45.000 m³ anualmente; el segundo, menos de 10.000 m³. Al resto de los municipios los podemos ubicar en ese rango que va desde “menos grave que la Habana Vieja” hasta “peor que Regla”. Diez de Octubre, por ejemplo, ocupa el segundo lugar, con aproximadamente 40.000 m³.


escombros

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

www.periodismodebarrio.org

Bajando desde Acosta hasta la Esquina de Tejas, por la calzada de Diez de Octubre, uno se topa con 70 latones de basura. Nunca están solos, esa sería una broma cruel para los usuarios del servicio. Casi siempre hacen dúos, o tríos, y escasamente aparecen de a cuatro. Tienen cicatrices: las de la gente, que los vuelca, los raja, los pinta. Hay quien los marca. Los del Cerro dicen el nombre del municipio. Los de Diez de Octubre, el de la zona. Algunos están atrofiados. Carecen de ruedas, de tapas. En los contenedores, no obstante, no se deben depositar los escombros: se tiran fuera, bordeándolos. Cuando llueve, el agua los arrastra, los empuja a los tragantes, y terminan tupiéndolos. A veces, los escombros pasan a formar parte del paisaje urbano. Hay barrios que tienen escombros tras derrumbes ocurridos hace más de una década, como en Zapotes y Durege, Diez de Octubre, o en la circunscripción 19 de Los Sitios, Centro Habana. Está, además, la escoria, que no procede de un derrumbe o una demolición, ni tampoco es basura común. Se puede encontrar escoria al por mayor en las inmediaciones de la Industria Siderúrgica José Martí, en el Cotorro. Una pasa frente a las montañas de polvo negro y blanco y piensa “que se vaya la escoria, que se vaya la escoria”. Pero no se va. La industria de acero ya no sabe qué va a hacer con los molestos desechos. La producción anual en 2014 fue de 62.327 toneladas de barras de acero y 113.106 toneladas de palanquillas de acero según el Anuario Estadístico del Cotorro de ese año. Unos 130 kg de escoria negra y 25 kg de escoria blanca se generan por cada tonelada de acero producida.

*** —Cuando los escombros y la basura se mezclan ya no sirven los escombros. Se contaminan. Para reutilizarlos habría que eliminar la contaminación. Ese proceso sería muy costoso y, por tanto, inviable. Dejarían de ser competitivos. Si no se mezclan con la basura común, si el latón no se llena y la gente no tira residuos encima de los escombros, quizás se pudieran recoger los RCD que hay en las esquinas. Nosotros siempre tratamos de enfocar la recogida de escombros como un negocio. Para que funcione, vemos dos escenarios. El primero es cobrar por el servicio –alguien viene a tu casa a buscar el residuo y pagas solo los gastos de transporte, bien barato–. La otra opción es dar el servicio gratis, lo que dispararía la demanda. La ganancia, en ese caso, estaría netamente en la producción de los áridos reciclados. Iván Martínez es graduado de Ingeniería Civil desde 2009. Trabajó durante cinco años en el Departamento de Materiales de la Construcción de la CUJAE y actualmente realiza su maestría en Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cuando dice “nosotros”, se refiere a los profesores de su departamento, a los tesistas que han seguido esta línea de investigación durante los últimos diez años, en resumen, a más de una docena de ingenieros civiles. —¿Y cómo se hacen esos morteros de albañilería a partir del uso de áridos reciclados? Cuéntamelo de manera visual, como si fuera una receta de cocina. Iván me dice rotundamente que no, que los morteros de albañilería realizados con áridos naturales –conocidos como ‘mezcla’– no se pueden contar como si fuera una receta de cocina porque “no lo son”, que “cada caso

58

tiene sus particularidades dentro del procedimiento general” y me envía un documento de diez páginas: la Norma Cubana con las especificaciones para la fabricación de morteros de albañilería. “En el caso del uso de áridos reciclados, cambiarían las dosificaciones, pero se mantienen los requisitos a cumplir”, especifica. —Cada caso de aplicación de mortero puede ser diferente, como mismo existen varias formas de hacer el pollo, por ejemplo. No haces nada poniendo una receta, debes publicar un libro. Pero, a diferencia del pollo, con la receta del mortero es posible que hagas algo mal, pues es una labor para especialistas.

Estamos botando cosas para los basureros que podrían servir para hacer materiales

La cocina está definitivamente infravalorada. Iván me indica que mire la página cinco de la norma cubana, dice que ahí podría estar la receta que quiero. Hay cinco tipos de morteros y tres tipos de cemento en el documento, lo que daría un total de 15 “recetas de pollo”. —Muchos de los que construyen en Cuba nunca han leído la norma, ni saben que existe. En la calle, un mortero se hace con una parte de cemento y tres de arena. A veces, por la mala calidad del árido, le añaden otra parte de recebo. El hormigón es más de lo mismo, una parte de cemento, dos de arena y tres de piedra. Listo. Lo anterior sería como el pollo hervido. Tirado al agua sin sazón, sin cuida-

59

do, sin quitar la piel que sube el colesterol, sin sal. El American Concrete Institute define nueve pasos a seguir para obtener una dosificación de concreto donde se incluye el tamaño máximo del árido grueso, el asentamiento, la relación agua/cemento, la absorción y humedad de los áridos gruesos y finos, entre otros indicadores. —Los hormigones que se hacen en la calle no tienen en cuenta ninguno de esos aspectos. Muchos de los que se hacen en las plantas de hormigón estatales tampoco. ¿Cómo se hace una placa de hormigón? Cargando cubos, durante seis horas, bajo el sol del Caribe que seca el hormigón, que lo calienta y acelera el fraguado del cemento, que


escombros

periodismo de barrio no .3

Enero, 2016

www.periodismodebarrio.org

es el proceso que provoca el endurecimiento del hormigón. Luego la placa se filtra, queda pandeada. Por eso existen las grúas, por eso existen las bombas de hormigón, pero solo se usan en las obras estatales. La gente común debe mezclar el hormigón a mano y subirlo con cubos. El pollo que yo hago leyendo una receta seguramente va a quedar malo, pero me lo como en diez minutos y listo. La placa que construyas leyendo una receta de hormigón también va a quedar mal. Así puede estar lo mismo una semana que 40 años.

E

***

n Lagueruela, entre Avellaneda y Gelabert, Diez de Octubre, hay un cartel escrito con letra de molde verde junto a dos latones de basura: “Recogida de escombros a domicilio”. Y a continuación lista tres teléfonos. Todos pertenecen a distintos departamentos de Comunales en el municipio. Miguel Ángel Moré, vicedirector comercial de Comunales, explica que el proyecto comenzó en agosto de 2015 y actualmente tienen asignados cuatro ampiroles, de los 23 con que cuenta el municipio. Cada uno tiene capacidad para 15 m³ y la tarifa es de $17.50 por cada metro cúbico. “Si se llena completo, lo máximo que paga un cliente es $262.50”, dice. Se sitúan los lunes y los jueves en las residencias de los clientes luego de hacer los contratos y se dejan durante 72 horas. “En realidad se necesitan más ampiroles, ojalá tuviera seis o siete”, dice Miguel Ángel. “También hay un solo camión especializado, que es el que los pone y los quita de los lugares designados”. Cuando hay un brote de cólera o dengue, se retiran los ampiroles dedicados

A veces, los escombros pasan a formar parte del paisaje urbano. foto: elaine díaz

a este servicio. “Y hemos tenido como cuatro brotes desde agosto”. Los residuos de construcción y demolición recogidos generalmente van a parar al vertedero de 100, conocido como El Bote. Pero desde hace algunos meses, un grupo de cuentapropistas trabaja en el reciclaje de escombros en el municipio. “Nosotros les llevamos el camión, ellos muelen los escombros y venden el polvo de piedra al Ministerio de Comercio Interior, que a su vez lo pone en los Rastros”.

60

Hasta la fecha, se han realizado alrededor de 25 contratos.

L

***

o llaman el Batchingplan, pero es oficialmente la Planta de Hormigón de la Oficina del Historiador. Está en Fábrica y Línea de Ferrocarril. Ha producido los áridos reciclados que se han empleado en más de 80 obras del Centro Histórico: Amargura 56, Café

Habana, Parque Cristo, Muralla 408, Palacio del Segundo Cabo, Sarrá 19, las redes eléctricas soterradas, entre otras. El proyecto comenzó en 2005, como parte de un acuerdo con el gobierno vasco, dice Amaury Sosa Gutiérrez, ingeniero civil y especialista en la Planta de Hormigón. En 2006, se usaba menos del siete por ciento de áridos reciclados en las obras y en 2013 se aumentó al 42 por ciento. Entre 2009 y 2010 se amplió la inversión para el reciclaje de RCD, se construyeron

nuevos laboratorios y una fábrica de bloques que actualmente produce 500 unidades diarias. “En 2013 se introdujo la línea de reciclaje de escoria negra resultante del proceso de producción del acero en Antillana Siderúrgica José Martí. Esta la empleamos como filler y como árido en la confección de bloques”, añade Amaury. Treinta y seis puestos de trabajo creados. Alrededor del 10 por ciento de la fuerza laboral son mujeres. Escuelas de taller y escuelas de oficios

61

participan en los proyectos de rehabilitación de la Habana Vieja. Reducción de la dependencia a la industria nacional entre un 15 y un 20 por ciento. La Habana Vieja, no obstante, representa lo posible. Ese intento de articulación armoniosa entre academia, gobiernos locales, cooperación internacional e industria para intentar responder a las demandas de un municipio con un fondo habitacional que olvidó su fecha de caducidad y con sobrepeso de historia. Pero no es suficiente. Todavía.


www.periodismodebarrio.org (+53) 5 345 2480 facebook.com/periodismodebarrio twitter.com/periodibarrio instagram.com/periodismodebarrio


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.