La intervención psicosocial J. FRANCISCO MORALES; (2007) “PSICOLOGIA SOCIAL”. S.A. MCGRAW-HILL / INTERAMERICANA DE ESPAÑA.
La intervención psicosocial es claramente el camino que debe recorrer la aplicación de la Psicología social para conseguir el objetivo de reducir los problemas sociales, mejorar la calidad de vida, el bienestar o, en general, la vida de las personas. Por ejemplo, se intentaría aumentar el respeto entre iguales en un centro escolar manejando los conflictos entre los alumnos, o aumentando los hábitos preventivos y de salud. En un ámbito sanitario, se trataría de hacer disminuir las probabilidades de que se desarrollen trastornos que pueden desembocar en enfermedades o factores de riesgo para la salud. La intervención psicosocial puede abordarse como un elemento dentro de la intervención social, en general, con un foco en lo psicosocial específicamente; o como una actividad independiente. Se ha puesto en duda la viabilidad de un enfoque exclusivamente psicosocial argumentando que las causas de los problemas sociales residen en factores estructurales. Este argumento pasa por alto que el alcance de las teorías de la Psicología social permite comprobar hasta qué punto los procesos psicosociales determinan los problemas sociales. De una manera parecida, el avance de la intervención en el área aplicada indica las posibilidades de desarrollo de la perspectiva psicosocial.
Problema social, necesidad, bienestar social y calidad de vida Cuando se alude al objetivo de la Psicología social aplicada, y en concreto de la intervención, tradicionalmente se ha hecho referencia a los problemas sociales. Es un concepto subjetivo que se establece según las normas y valores de las personas que lo identifican como tal. Sullivan, Thompson, Wrigth, Gross y Spady (1980; véase Clemente, 1992) consideran que existe un problema social cuando un grupo de influencia conoce la existencia de una situación social que afecta a sus valores, puede solucionarse interviniendo de forma colectiva, y debe responder a las siguientes características: • Todos los miembros de la sociedad tienen que estar de acuerdo en que se trata de un problema social. • Tiene que identificarse claramente el grupo que lo considera como tal.
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• Deben clarificarse la prioridad de los valores del grupo que percibe el problema social en comparación con los valores de otros grupos. • Diferenciarlo de los problemas personales. También podemos destacar la concepción de Merton (1976) sobre los problemas sociales (véase Sánchez Vidal, 2002), que incluye la idea de discrepancia entre lo que es y lo que la gente piensa que debería ser una situación concreta. Cerca de esta acepción o modelo de discrepancia, se encuentra la noción de necesidad social, más cercana al campo psicológico que al sociológico, al que se asocia más el término de problema social. Las necesidades se definen desde la carencia, como “las divergencias respecto de ciertas condiciones o estados psicológicos o sociales” (Sánchez Vidal, 2002, p. 107). Por ejemplo, en programas de salud comunitaria, es imprescindible la detección de las necesidades de los usuarios de los servicios de salud. Estas pueden valorarse en función de: • Las discrepancias entre las expectativas y resultados. • El riesgo de desarrollar situaciones perjudiciales o negativas en el futuro. • Las necesidades de mantener una ayuda o servicio, cuya retirada sería perjudicial (McKillip, 1987). La mayoría de los problemas que padecemos actualmente pueden clasificarse como problemas sociales. Por ejemplo, la adicción a las drogas, el SIDA, la violencia, la discriminación, el fracaso escolar o el acoso laboral, son problemas que para su solución necesitan que se realice una intervención psicosocial dirigida al cambio de las actitudes, los valores y el estilo de vida que los sustentan. Es evidente que la disminución de estos problemas favorece, en general, el desarrollo humano, y mejora la calidad de vida y el bienestar social. El bienestar social en un concepto que se relaciona con el reparto de los recursos de una sociedad, como un índice de su desarrollo, a través de medidas de equidad y justicia distributiva. Se trata de una situación objetiva, sobre una situación real, que parte de unos mínimos indispensables (Casas, 1996). Como complemento a la valoración objetiva de la situación social como bienestar, el concepto de calidad de vida incluye en su significado la apreciación subjetiva de la distribución de los recursos. Aunque, en general, se define como un concepto multidimensional (Stewart, Ware y Brook, 1987), se puede entender como una valoración cercana al bienestar subjetivo, que relaciona la presencia de elementos indicativos de bienestar con la apreciación subjetiva expresada en forma de satisfacción y felicidad global por la vida. De
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este modo, la relación entre las variables subjetivas y las objetivas se combinan para determinar la calidad de vida (véase Blanco, 1985).
Intervención psicosocial La intervención psicosocial reúne una serie de perspectivas y estrategias para abordar los problemas sociales, con el objetivo de aumentar la calidad de vida. En lugar de hacer una revisión de las diferentes técnicas y enfoques en los que se ha centrado, vamos a intentar seguir un esquema básico de la intervención, que pueda servir como inicio de intervenciones más amplias y complejas. En este sentido, Schneider y cols. (2005) definen la intervención como “una estrategia (o procedimiento) que se desarrolla para influir en la conducta de las personas con el objetivo de mejorar su funcionamiento respecto a algún problema social o práctico” (p. 56) y expone un proceso muy claro que sirve de ejemplo sobre la forma en la que se puede hacer intervención psicosocial. La intervención puede realizarse en diferentes dominios de análisis. Siguiendo a Sapsford (1998), se identifican los dominios intrapersonal, interpersonal, grupal y societal. Asimismo, la intervención sigue diferentes etapas. Antes de la intervención propiamente dicha, conviene realizar intervenciones de prueba o ensayo para probar las estrategias de intervención o para valorar la eficacia de una intervención sin tener que realizarla obligatoriamente sobre la población objetivo. Cuando se decide realizar la intervención, hay que seguir los siguientes pasos: • Identificación de los problemas. • Búsqueda de soluciones. • Planteamiento de objetivos y diseño de la intervención. • Realización de la intervención propiamente dicha.
Identificación de problemas (primer paso) Schneider señala cómo se canalizan los problemas a través de personas o grupos, a los que se denomina actores sociales, que son los afectados por él o los que, por diferentes razones, están interesados en él. Estas razones pueden ser personales, en el caso de que sufran o padezcan el problema, o de otra índole (p.e., profesionales, de lucro). Vale la pena señalar la dificultad en establecer el problema cuando las interpretaciones que dan los diferentes canales de información son distintos. Ello pone de manifiesto la necesidad de utilizar diferentes métodos (objetivos y subjetivos) para recoger los diversos puntos de vista y la presencia de otros problemas en los diversos sectores implicados. También influyen los valores que mantiene el psicólogo en su ejercicio profesional,
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así como los de los grupos sociales que intervienen en la situación y el poder que puedan ejercer en su determinación como problema. Para establecer la medida en que ocurre un problema y existen necesidades que cubrir, se realiza una evaluación de necesidades. A través de ella se recoge la mayor cantidad de información para determinar la existencia de la necesidad o del problema, mediante métodos formales o directamente de los afectados. Por ejemplo, se reúne a diferentes grupos de actores sociales para hacerles una entrevista de grupo o pasarles un cuestionario.
Búsqueda de una solución (segundo paso) Se indagan los determinantes del problema sobre el que se quiere intervenir para encontrar la forma de solucionarlo. Se distinguen los factores que activan el problema, denominados precipitantes, y los que lo mantienen o perpetuantes (por ejemplo, que un enfermo incumpla los tratamientos puede estar provocado porque el médico se ha olvidado de explicarlos con detalle, pero la falta de consideración de la importancia de los aspectos psicosociales en la asistencia sanitaria perpetúa el incumplimiento terapéutico). Una vez detectados los factores determinantes, es necesario buscar el tipo de intervención adecuada a las necesidades encontradas. Schneider (2005) considera dos alternativas: • Que exista una intervención anterior sobre el mismo problema que se haya mostrado eficaz. • Buscar una solución de forma independiente. Este autor resalta las ventajas de que la solución encontrada se base en alguna teoría psicosocial importante y recomienda huir de las que proceden del sentido común. Por último, la solución se puede expresar en forma de hipótesis de intervención, con el fin de facilitar su comunicación.
Planteamiento de los objetivos y diseño de la intervención (tercer paso) Supone la realización del diseño de la intervención. Esta se compone de una serie de actividades del programa (o procedimientos específicos que se van a poner en marcha con los receptores de la intervención), entre los que destacan los siguientes: • Fines, o resultado que, a largo plazo, se espera conseguir. • Objetivos, o cambios que se esperan obtener a corto plazo. • Actividades, que se refieren a los ejercicios o entrenamiento específico a realizar con las personas a las que va dirigida la intervención, con objeto de conseguir los fines planteados.
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Wholey (1983) describe este proceso como un Modelo lógico de programa (véase Schneider y cols., 2005). Así pues, el programa relaciona las actividades, los objetivos y los fines con una base teórica lógica.
Ejecución de la intervención (cuarto paso) Se refiere a la realización de las actividades planificadas para la intervención con las personas a las que se destina dicha intervención. Por tanto, requiere siempre establecer todos los pasos y detalles del programa. La dificultad de la realización del programa dependerá de aspectos como la población a la que va dirigido, el problema que pretende solucionar, o las condiciones en las que se va a desarrollar. Con objeto de que pueda realizarse una evaluación posterior de los resultados obtenidos, siempre se lleva a cabo lo que se conoce como la evaluación de programas. En realidad, esta evaluación puede considerarse como una quinta fase del programa de intervención, que se ejecuta por motivos éticos y de rentabilidad, para asegurarse, como indica Schneider (2005), que el programa tiene fundamentos teóricos contrastados, se ha desarrollado de forma ética y ha obtenido los beneficios suficientes en relación con los costes.
Campos de aplicación de la Psicología social Las aplicaciones de la Psicología social motivan especialmente a los estudiantes y ello se pone de manifiesto en el incremento de los trabajos aplicados y de los campos de aplicación. Esto es fácil de observar si revisamos algunos de los manuales fundamentales del área (p. e., Álvaro, Garrido y Torregrosa, 1996; Brewer y Hewstone, 2004; Deuch y Hornstein, 1975; Expósito y Moya, 2005; Morales, Blanco, Huici y Fernández, 1985; Ovejero, 1998; Sadava, 1997; Sánchez Vidal, 2002; Semin y Fiedler, 1996; Schneider, Gruman y Coutts, 2005). Sin ánimo de ser exhaustivos, a continuación nos centraremos en las aplicaciones más destacadas de la Psicología Social.
Psicología social de la salud. Es el ámbito que aparece prácticamente en todos los manuales de la disciplina y al que se le dedica más capítulos. La salud mental, la salud física, la atención
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sanitaria y las relaciones que se producen en todo el proceso de atención de la salud, son objeto de estudio de la Psicología social, hasta constituirse en un campo en sí mismo, que se conoce como Psicología social de la salud.
La Psicología Social se incorpora al campo de la salud aplicando sus contenidos y su metodología a la promoción de la salud y a la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad. Parte del objeto de estudio de la Psicología social, es decir, de la interacción entre el individuo y la sociedad, para resaltar su participación esencial en el estudio de la salud. Añade al estudio de la salud la consideración de los factores psicosociales que influyen en el origen, evolución, mantenimiento y cambio de la salud y de los problemas de salud y enfermedad. Todo ello permite llegar a una comprensión de la salud y de la enfermedad en toda su globalidad (para una revisión véanse, Barriga, León, Martínez y Jiménez, 1990; Baum, Taylor y Singer, 1984; Rodríguez Marín, 1995; Marelich y Erger, 2004; Salovey y Rotman, 2003; Salovey, Rottman y Rodin, 1998; Spacapan y Oskamp, 1988; Stroebe y Stroebe, 1995, entre otros). Desde este punto de vista, la salud y la enfermedad están fundamentalmente determinadas por procesos de interacción, que podemos resaltar en cinco grupos fundamentales de aspectos que son abordables desde la Psicología social: • El comportamiento de salud y de enfermedad, determinado por las actitudes, creencias, formas de afrontamiento y atribuciones, resultado de la interacción social (por ejemplo, la influencia de las creencias en la conducta de riesgo). • Las interacciones entre los profesionales sanitarios y los usuarios de los servicios y cuidados de la salud en todo el proceso de atención (promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación) (por ejemplo, la comunicación de información al paciente por parte de los profesionales sanitarios). • El papel de los grupos en la formación, transmisión, expresión y cuidado de la salud (por ejemplo, el papel del grupo familiar en la promoción de hábitos de salud). • La formación y educación para la salud en el ámbito comunitario general, por medio de campañas de cambio de actitudes y marketing social (por ejemplo, las campañas antitabaco). • El medio sociocultural, que determina el propio concepto de salud, estigmatiza ciertas enfermedades (como el VIH o el cáncer), controla el acceso a los servicios de salud, impone un estilo de vida, controla el apoyo social o influye a través de las instituciones en el riesgo de accidentes laborales, polución ambiental y
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contaminación por vertidos tóxicos (por ejemplo, el efecto de la exclusión social en la utilización de los servicios de asistencia sanitaria).
Psicología de las organizaciones Otros campos de gran importancia para la aplicación psicosocial son organizaciones y centros de trabajo, juzgados y salas de justicia, centros escolares, comunidad y servicios sociales, centros de mayores, equipos deportivos, campañas de propaganda política, estudio de la conducta de voto y de los movimientos sociales, medios de comunicación y estudio de la conducta de consumo, intervención sobre el estrés psicosocial, o efectos del medio ambiente sobre los seres humanos y viceversa. Entre todos estos ámbitos, los centros de trabajo y organizaciones constituyen la aplicación más desarrollada de la Psicología social y la que constituye su especialidad fundamental: la Psicología de las organizaciones. Esta disciplina estudia a las personas en el contexto de la organización, cómo ocurren los procesos interpersonales y grupales (p. e., la comunicación, el liderazgo o la toma de decisiones), las variables que afectan a la satisfacción laboral, la cultura de la organización, los procesos de selección de personal, o las características de la persona emprendedora, entre otros aspectos. Otros campos que están experimentando un desarrollo importante son la Psicología Jurídica, la Psicología política y la Psicología social de la educación.
Psicología jurídica También denominada, en ocasiones, Psicología aplicada a la ley, cuenta ya con mucha evidencia empírica (p. e., Bull y Carson, 1995; Clemente, 1995; De Paul, 1996; Kapardis, 1997; Köhnken, 1996; Ross, Read y Toglia, 1994; Sobral, 1994; Sporer, Malpass y Köhnken, 1996; Stephenson, 1992). Desde la perspectiva psicosocial se abordan las instituciones penales como organización, la conducta del delincuente, sus determinantes, características y comportamiento ante la justicia, el juicio y todos los procesos psicosociales que intervienen en el reconocimiento de los inculpados, o las declaraciones y la toma de decisiones de los jurados. Estos aspectos se han reunido en los que se consideran tres áreas diferenciadas (Kapardis, 1997; véase Brewer y Hewstone, 2004): • La Psicología en la ley o aplicaciones de la Psicología dentro de la ley (p. e. la Psicología de los testimonios oculares). • La Psicología y la ley o investigación psicológica de los delincuentes, abogados y jurados (p. e. la toma de decisiones de un jurado). • La Psicología de la ley, que se centra en el estudio de los determinantes de la conducta de las personas ante la ley (p. e. la obediencia o desobediencia de la leyes).
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Psicología política Esta área se independiza en 1990 como división de la Asociación de Psicología Aplicada (Association for Applied Psychology). Se considera “la disciplina que estudia el funcionamiento mental y acciones de los actores políticos, es decir, de cualquier persona (potencial o actual) visto como ciudadano, líder o miembro de un grupo o movimiento cuyo objetivo es público o colectivo” (Castellani, 1996, p. 283). Estudia aspectos de la actividad pública y política, tales como los factores de personalidad de las personas que se dedican a este tipo de actividad, las actitudes y conducta de voto en la población, y los procesos cognitivos subyacentes al procesamiento de información que se desarrollan en la acción política (Knutson, 1975; Long, 1981; Moya y Morales, 1988; McGrraw, Lodge y Strob, 1990; Sabucedo, 1996). El cognitivismo ha contribuido al desarrollo de la cognición política, centrada en el estudio de aspectos como la percepción de los políticos, las habilidades políticas, o el estudio de las creencias y actitudes políticas.
Psicología social de la educación Constituida ya como un campo en sí mismo, “descubre los procesos intrapersonales e interpersonales que operan en el ambiente educativo” (Alexitch, 2005, p. 206). Estudia aspectos como la influencia de las creencias, actitudes, expectativas y atribuciones hacia el éxito y el fracaso (tanto del alumno como del profesor) en el rendimiento académico de los estudiantes, la forma en que ocurre la interacción entre los profesores y los alumnos en el aula y cómo puede afectar esta relación a los resultados escolares. Un ejemplo paradigmático lo constituyen los trabajos sobre el efecto Pigmalión (Harris y Rosenthal, 1985) acerca de las expectativas de los profesores y su influencia en el comportamiento de los alumnos, o sobre las expectativas de los alumnos formadas a partir de las atribuciones sobre el éxito y fracaso en una materia de estudio (Boekaert, Otten y Voeten, 2003; González-Pineda y cols., 2000; Harackiewicz, Barron, Tauer y Elliot, 2002; Kelsey, Kearney, Plax, Allen y Ritter, 2004). Otras aportaciones de la Psicología social aplicada se desarrollan desde el entorno familiar, la comunidad, las relaciones entre las personas y el medio ambiente, las actividades del ocio y el tiempo libre, el deporte, el consumo, la conducción de vehículos, la actividad forense, la vejez y, hasta las relaciones internacionales. Hay otras aplicaciones emergentes que son la respuesta a la aparición de nuevas situaciones y problemas sociales, como el género, la diversidad y el prejuicio.
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