La mecha Una zanja en el agua_OPMachinery 31/05/20 22:43 Página 62
LA MECHA
Una zanja en el agua
U
NO de los trabajos de voladura que ejecutamos en Cavosa y se vio rodeado de más complicaciones consistió en la excavación de una zanja que atravesaba el cauce del río Ebro en las cercanías de Miranda de Ebro, como subcontratistas de AGC (siglas de la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Auxini, Ginés Navarro y Capag). Como tantos otros, el caso que nos ocupa no se sustrajo a esa constante española de comenzar las obras en el momento más inoportuno y pretender ganar en la ejecución el tiempo perdido en el proyecto y adjudicación. El proyecto, que por sus características debería haberse ejecutado en la época del estío, en la que el caudal del río era mínimo y con una meteorología favorable, se comenzó en noviembre. Si en condiciones normales el aumento de caudal del río en esas fechas y el frío significaban unas dificultades importantísimas añadidas a las propias técnicas del trabajo, en este caso se vieron incrementadas por unas lluvias torrenciales que sufrimos durante la ejecución. AGC colocó como jefe de obra a un ingeniero de caminos con el título aun caliente, que no se había visto en otra. Por fortuna para él, y para nosotros, le acompañaba en la travesía un excelente encargado, honrado, trabajador, experimentado y buen compañero, que tenía claro que para la buena marcha de una obra, el subcontratista debía sentirse navegando en el mismo barco que el contratista principal, remando ambos en la misma dirección. Era un hombre muy original. Decía que fumaba, manteniendo en la boca constantemente un “Ducados” encendido, mordiendo el filtro, pero sin tragarse el humo. En cada situación complicada, cosa que se daba prácticamente a diario, sentenciaba: —¡Hay que joderse, todo nos viene de culo menos el aire, que nos viene de frente! La primera gestión a realizar consistió en confeccionar el Proyecto de Voladuras para la obtención de la autorización de uso de explosivos. Ese fue el primer mal augurio. La zanja que se pretendía excavar cruzaba el río Ebro y este formaba allí frontera entre las provincias de Burgos y Álava, una línea imaginaria que discurría por el centro del cauce del río, lo que nos obligó a confeccionar dos proyectos de voladuras, uno por cada provincia, conseguir dos autorizaciones, una para cada mitad de la
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zanja, diligenciar y mantener dos diferentes libros de pedidos y contar con dos comandancias de la Guardia Civil para gestionar la vigilancia en cada transporte, empleando dos diferentes rutas para la entrada del explosivo a la obra. Todo complicado por duplicado. La perforación se debería realizar mediante un equipo especial, con martillo en cabeza con doble varillaje, adecuado para perforar en roca con recubrimiento suelto y bajo el agua. El procedimiento se conoce como sistema O.D. El equipo iría montado sobre una plataforma flotante amarrada mediante cuatro cabrestantes a cuatro anclajes en las orillas. De esa manera, la plataforma (en nuestro argot pontona) se podría desplazar recogiendo o largando cables y así se posicionaría para perforar cada barreno y se retiraría para cada voladura. El sistema de perforación usado obligaba a cargar cada barreno inmediatamente tras ser perforado, pues la introducción de la carga en estos se hace a través de la tubería que constituye el varillaje exterior. La sistemática de trabajo era la de “barreno perforado–barreno cargado”, y tras perforar y cargar los hechos en una o varias jornadas, realizar su disparo. Comenzamos la obra con un ingeniero recién incorporado a Cavosa, Miguel Álvarez Arroyo, que procedía de la minería del carbón, sin experiencia en aquella actividad, pero con ingenio y ganas de trabajar de sobra, que se prepararía para ser el futuro jefe de obra. Para la perforación y carga incorporamos dos perforistas, el primero se llamaba Fernando Ramírez, a quien apodábamos cariñosamente “El Ingeniero Fernando” porque decía que “había nacido para dirigir y asesorar”. El otro perforista era un tal Domingo Pérez, y como mecánico contamos con un muchacho apellidado Zaidín, mencionado en otra de estas historias, protagonista de una divertida leyenda.