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EL MUNDO VA POR OTRO LADO

INNOVACIÓN | AGTECH El nuevo mundo está entre nosotros

INTELIGENCIA ARTIFICIAL COMO “MACHINE LEARNING”, INTERNET DE LAS COSAS, BIG DATA. AGENTES INANIMADOS FLEXIBLES QUE PERCIBEN SU ENTORNO Y LLEVAN A CABO ACCIONES QUE MAXIMIZAN LAS CHANCES DE ÉXITO EN UNA DETERMINADA TAREA.

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Nada será ya como lo conocimos. Las máquinas inteligentes nos ayudarán a desarrollar todas las demás industrias y a potenciar nuestras habilidades.

Agustina Paz está ligada a Singularity University, una universidad nada convencional que nació en el campus de la NASA, en el Silicon Valley, en California, Estados Unidos. La meta es empoderar a sus estudiantes con herramientas de avanzada. “Se enseña a pensar cuáles son aquellas

tecnologías que de alguna manera provocan

una disrupción tal que si no las percibimos, saldremos perdiendo. No es tan fácil ver el momento exacto cuando se produce ese cambio; de golpe las tecnologías que pensábamos eran lineales empiezan a mostrar un crecimiento exponencial. Una de las tecnologías que tiene un impacto enorme está relacionada con la inteli-

gencia artificial, que sintetizaría en lo que se

conoce como Machine Learning; es decir, la capacidad que lograron las máquinas para crecer en los últimos tiempos básicamente aprendiendo entre ellas”, explica la especialista en un encuentro fomentado por la Red Nesters, de Aacrea. En algún momento nos preguntábamos si una máquina era capaz de ganarle a un humano en el ajedrez y hoy en día todo lo ligado a la infor-

mática y a lo computacional se impone por so-

bre las habilidades del hombre, no solo en este juego, sino también en otros extremadamente

complicados. “Son niveles de complejidad que nos exceden. Las máquinas ya no compiten con el hombre, sino entre ellas. Pero el avance del Machine learning no nos debe asustar, es lo que nos va a ayudar a desarrollar todas las demás industrias y a potenciar nuestras habilidades mediante la capacidad computacional de transformación de las cosas”.

En el Silicon Valley puede verse esta movida en temas como el transporte. “Uno encuentra vehículos autónomos por todos lados. Son eléctricos y nos obligan a pensar también qué va a pasar con la industria ligada a los combustibles de origen fósil. Todo tiende a ser autodirigido y con poca intervención humana. Machine learning nos ha cambiado la vida en varios aspectos, casi sin darnos cuenta. Desde las aspiradoras que trabajan solas hasta las casas inteligentes, un número más amplio de máquinas están directamente conectadas entre sí. Encender las luces y el aire acondicionado o la calefacción, preparar la cocina para cuando llegue el dueño; todo se ejecuta sin presencia del hombre”. En general el Estado norteamericano ayuda y fomenta esta movida. Lo impresionante es lo

que se genera desde las universidades con

los privados, un fenómeno que se retroalimenta permanentemente. La interacción es maravillosa y están todo el tiempo comunicándose entre ellos. No existe más el conocimiento por el conocimiento en sí mismo.

“Generalmente nos quedamos enganchados con información alarmante, sobrecogedora, típica de las redes. Siempre ha habido hechos negativos, pero antes no nos enterábamos tanto. Con la tecnología disponible tenemos la chance de convertir lo que es escaso en abundante, se puede crear agua y alimentos en un laboratorio, modificar plantas y animales para que sobrevivan en los lugares más inhóspitos.

Hay que elegir aquellas proyecciones y futuros que sean deseables y descartar los otros,

para llegar a un mundo de abundancia”, cierra Paz.

FINTECH

Sudamérica, incluida la Argentina, está un paso atrás en la materia, pero no se rinde. Luiz Azevedo integra The Yield Lab, concebido para tomar el liderazgo en AgTech en la región, apoyando emprendedores. “Fintech, y en especial Ag Fintech, generan una gran oportunidad, y hay ejemplos muy fuertes de ello; están haciendo toda una transformación en el sistema de bancos de Brasil. Un player que no está muy presente en el agro es el capital de riesgo y esto puede ayudar a hacer la conexión entre la universidad, las corporaciones, los innovadores y los centros de desarrollo”, sostiene el especialista.

Crear, innovar, no rendirse jamás. Cambiar la cabeza de nuestros jóvenes requiere un sólido trabajo entre las universidades y los agentes privados de la economía.

UN UNIVERSO DE STARTUPS

Roni Kaplan pertenece a Conexión Israel, una puerta de entrada al país para las empresas o cámaras empresariales que quieren conocer el sistema de innovación de esta nación. “El primer mensaje al emprendedor israelí es: ‘si vas a crear algo, hazlo pensando en el mundo’. Desde la etapa semilla, la mayoría de las startups del país apunta a solucionar un asunto de gran importancia para el orbe. El segundo mensaje al joven emprendedor israelí es: ‘no tenerle miedo al fracaso’; el éxito es una colección de fracasos. Creer en lo que se hace, ser resiliente”, comienza diciendo Kaplan. En todo esto interviene el gobierno israelí a través de estamentos ligados a la innovación, además de la industria, las universidades, el ejército de este país, el sector financiero, el sector social y la diáspora judía en 70 naciones distintas.

La autoridad de innovación es un ente independiente que recibe

fondos del gobierno e invierte constantemente en startups. Por ejemplo, el programa de incubadoras selecciona muy minuciosamente las startups que quiere incubar. Para ellas el gobierno aporta el 85 % del capital semilla. Hay facilidades impositivas sumamente grandes para establecerse en Israel; 340 multinacionales edificaron allí su centro de investigación y desarrollo. Estas multinacionales compran todo tipo de startups locales, que habían sido financiadas por el propio gobierno. Por cada dólar que invierte el Estado en innovación hay un retorno de 5 a 8 dólares. Las fuerzas de defensa del país, ciertamente sofisticadas, son el semillero de la economía de innovación. Los chicos que pasan por ellas llegan a la universidad con otra mentalidad.

De esta movida salieron ideas como la memoria USB, el riego por goteo y el microprocesador Intel Centrino, entre otros hallazgos. Pero lo importante es la cultura de innovación, que es, desde los orígenes de Israel, la base de su economía. “¿En qué invertiría en relación al agro? Producir más con menos recursos. Pondría mi dinero en Big Data, en inteligencia artificial, en Blockchain, en conectividad, en aplicaciones con aviones sin pilotos, en disminuir el riesgo de plagas y enfermedades, en el uso de robots, drones y sensores. También en el Go to Market; es decir, la capacidad de vender lo que hacemos”. Kaplan y su país tienen en claro lo que empieza a tomar forma entre nosotros.

Claudio Gianni

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