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HARTOS YA DE ESTAR HARTOS

Hartos sí, tontos no

SATURA REFERIRSE UNA Y OTRA VEZ A LA INCONVENIENCIA DE SEGUIR RECETAS INTERVENCIONISTAS PROBADAMENTE FRACASADAS, PERO EL GOBIERNO SE OBSTINA EN CAER DE MANERA REITERADA EN TAMAÑA AUSENCIA DE IDEAS.

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Por SUSANA MERLO ESPECIAL PARA CHACRA | contenidos@revistachacra.com.ar

La Argentina parece estar copiando el hechizo del mítico film con Bill Murray de 1993 -“El día de la Marmota”- en el que de forma recurrente, y uno tras otro, se repiten monótonamente los hechos de un mismo día. El

país vuelve una y otra vez sobre sus pasos, sin importar los malos resultados de cada una de

las veces anteriores. El aburrimiento por la insistencia en ciertas medidas es tan mayúsculo que ni siquiera deja espacio para el malhumor, la inquietud o la alarma extrema. Antes bien, con cristiana resignación, todo el mundo se prepara para esperar

que se materialice un nuevo fracaso mientras, claro está, se recortan los jaqueados planes

de producción previos. Eso sí, aburridos, desgastados y hasta resignados, puede ser; pero tontos y fundidos, de ninguna manera. No confundir, por favor.

NO ENTIENDEN NADA

El sector agroindustrial está muy ducho en estas lides, ya que fue, es, y a este paso probablemente “será” uno de los objetivos centrales de ciertos gobiernos para ser colocado en el lugar

de “adversario”, o directamente de “enemigo”

por los esquemas populistas. Así, días atrás, cuando la secretaria de Comercio, Paula Español, amenazó con cerrar las exportaciones de carne y estipuló una maraña de regulaciones, los únicos que reaccionaron (y hasta de manera tibia en algún sentido) fueron los dirigentes de las organizaciones de base el campo. Nadie más, ni los supuestos beneficiarios de semejante medida: los consumidores, que tampoco creen ya en nada. Por supuesto que no era la primera amenaza. Hubo varios avisos, y hasta nuevas leyes e impuestos que se siguen sumando a otras medidas de la actual Administración, aparentemente obsesionada por contener la inflación con herramientas como los precios máximos y no por la vía genuina de aumentar

la producción, bajar los costos, disminuir la

presión fiscal, etc. Prefieren lamentablemente el siempre fracasado esquema de los contro-

les, inservible desde cualquier ángulo que se

los mire.

RETRASO, ESTANCAMIENTO

Lo más dramático del asunto es la generalizada visión cortoplacista de dirigentes -públicos y privados-, que paulatinamente fueron llevando al conjunto de la sociedad a una especie de callejón sin salida, sin proyecto nacional y, por ende, sin un plan que conforme una política de Estado perdurable en el tiempo y para las próximas generaciones, como sucedía cuando se pensaba en la Argentina grande de fines del siglo XIX y principios del XX. Desbrozar el daño que esta carencia le hace al país no es difícil. Basta mirar lo que sucede con la educación, la economía, el comportamiento social y el respeto por las instituciones, el desarrollo en infraestructura y el nivel de inversiones. Donde se mire hay retraso, estancamien-

to y pérdida de oportunidades, pero se sigue

haciendo lo mismo. Es que como en cualquier otro aspecto, hasta de la vida personal, la falta de objetivos claros y permanentes, sumada la ausencia de incentivos y hasta de premios y castigos, que pone en un pie de igualdad a los “buenos” y a los “malos”, terminan desembocando en lo mínimo necesario que se precisa para sobrevivir, por lo menos “hasta que escampe”. Oscurecerá rápidamen-

te en la medida en que no haya un cambio de

fondo. Créanos, el tiempo vuela y no siempre da revancha.

BENDITA TECNOLOGÍA

Si la situación del país no es más grave, es solamente porque la tecnología mundial, con o sin pandemia, sigue avanzando exponencialmente, permitiendo que la producción argentina no caiga de forma estrepitosa.

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