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TODA LA ARTILLERÍA CONTRA ELLAS
Las mezclas pueden darnos una mano
LIDERADAS POR RAIGRÁS Y LAS MÚLTIPLES VARIANTES DE NABOS, LAS MALAS HIERBAS RESISTENTES PUEDEN QUEDARSE CON UNA PARTE IMPORTANTE DEL RINDE. CURSOS DE ACCIÓN RECOMENDADOS.
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Normalmente tenemos en nuestras regiones un otoño-invierno con bajas precipitaciones. La idea de usar a tiempo residuales apunta a que el cultivo arranque limpio, sin interferencia de malezas, aprovechando a pleno el fertilizante. Pablo Belluccini, de la EEA INTA Marcos Juárez, provincia de Córdoba, subraya que lo habitual es el uso de metsulfuron, pero hay alternativas interesantes tanto para el control de hoja ancha como de gramíneas. Dentro de las malezas tolerantes de hoja ancha se cuentan parietaria, bowlesia, el complejo de ortigas (mansa y verdadera), sonchus (se está haciendo difícil de controlar) y rama
La combinación de distintos herbicidas ha demostrado ser una herramienta eficaz ante el avance de la resistencia en las malezas.
negra, que se va convirtiendo en un problema para aquellos ciclos cortos que no generan mucha biomasa. “Frente a esta realidad podemos recurrir a terbutilazina, a la dosis de 1000 g de producto formulado por hectárea, muy selectiva para el control de estas malezas en trigo, sobre todo parietaria”, indica el profesional. A crucíferas como Hirschfeldia incana (nabillo o mostacilla), se las identifica bien por su pilosidad y una hoja lobulada muy particular.
Es muy difícil de controlar; por eso, es suma-
mente importante el uso de residuales. “Para crucíferas y viola, la opción indicada es la aplicación de metribuzin (400 cc/ha) o diflufenican (250 g/ha); las controlan bien cuando está nacida y también todo lo que quiera nacer de ahí en más”, define el técnico. El complejo de gramíneas incluye raigrás, avena guacha y cebadilla (bastante difícil de controlar en postemergencia). Con respecto al raigrás, el pico de crecimiento se da en mayo y continúa en junio y julio para hacerse pequeño hacia agosto. “Está dando resultados más que interesantes el uso de pi-
roxasulfone; 120 cc/ha en presiembra como
residual. Es una molécula muy selectiva para el cultivo de trigo”. A su vez, para el complejo de cardos con resistencia múltiple, la recomendación es pi-
cloram/clopiralid (150 cc) + carfentrazone
(75 cc). También con saflufenacil o piraflufen. Es importante eliminarlos para que el cultivo arranque libre de esta competencia. El cardo tiene que estar seco en su totalidad para considerarlo fuera de combate.
SOMOS NOSOTROS
En la última edición de “A Todo Trigo”, Víctor Juan, técnico de la Universidad Nacio-
nal del Centro de la provincia
de Buenos Aires, se refirió asimismo al control de malezas. “Tenemos que entender que los individuos resistentes van
a seguir apareciendo, solo podemos mitigar
el problema. La presión de selección sobre el sistema cambia la frecuencia en el número de individuos resistentes que hay en un determinado lote por la aplicación sucesiva de un mismo principio activo y/o mecanismo de acción. Existen resistencias de todo tipo, desde simples a múltiples, como las que se encuentran en
Lolium multiflorum y nabos. Son los dos casos
más complicados”. FITOTOXICIDAD
Capítulo aparte para el daño que provoca en el trigo el uso de los graminicidas que se están empleando avanzados los cultivos de verano, así como en las malezas gramíneas de otoño-invierno que empiezan a nacer, como raigrás, avena y cebadilla. Frente a esas situaciones, tanto cletodim como haloxifop necesitan una carencia de por lo
menos 20 días de modo de reducir los riesgos
para el trigo. Con respecto a los hormonales, por caso 2.4D, hay que tener cuidado con las dosis elegidas. Este herbicida también puede provocar fitotoxicidad cuando se aplica en postemergencia para control de malezas de hoja ancha en un estado en que no está indicado (trigo encañado).
Principios activos con residualidad como el piroxasulfone están resultando efectivos contra raigrás.
Las sulfonilureas, exitosas cuando aparecie-
ron, han ido generando resistencia, lo cual limita el uso de varias de ellas. Nos permitían controlar malezas durante ciertos periodos fenológicos del cultivo, y con la siembra directa se acoplaron al tratamiento de presiembra junto con glifosato para cubrir esos primeros estadios del cultivo. También en tratamientos postemergentes tempranos. “La aparición de resistencias nos obligó a cambiar el esquema. Hoy los tratamientos de presiembra y pree-
mergencia se basan en flurocloridona, flu-
mioxazin y diflufenican, con acción que difiere del mecanismo de la ALS”, apunta Juan.
PESOS PESADOS
El nabo muestra resistencia a glifosato, ALS y 2.4 D; la primera es responsabilidad del
agricultor. En cuanto al 2,4 D, las formulaciones ácido y colina están un escalón arriba en materia de eficacia de control. Por su parte, el metsulfuron se ve condicionado para ponerles límites. La resistencia frente a este herbicida o al glifosato es lo que se conoce como resistencia de sitio activo. Aumentamos la dosis 5, 8,10 veces y el control no mejora. El comportamiento ante 2.4 D es lo que se denomina como resistencia de metabolismo; al cuadruplicar la dosis se obtienen mejores controles, pero no es muy económico y se genera una mayor presión de selección. “Cuando tenemos especies que cuentan con resistencia de metabolismo, el cambio de formulaciones es una herramienta que puede ser utilizada para un control más eficiente. En el
caso del nabo nos preocupa especialmente el flujo génico entre especies que comparten
una porción del genoma. Así como el gen CP4 de resistencia a glifosato aparentemente provino de una colza transgénica y se pasó al nabo silvestre (nabolza), el tema es cómo se pueden transmitir estos genes a otras especies”. Juan afirma que para crucíferas resistentes es indispensable poner el lote en cero, para lo cual tenemos varias alternativas. “Segui-
mos usando 2.4 D porque ofrece un 50-60 %
de control, junto con glifosato, en mezcla con algún PPO, algún secante (carfentrazone, sa-
La mostacilla y sus características morfológicas. Las crucíferas se han convertido en un verdadero dolor de cabeza.
flufenacil, piraflufen). La realidad es que la
mayoría de los productores están trabajando con flurocloridona y, a la larga o a la corta, la presión de selección terminará generando
nabos resistentes a este producto”, advierte el profesional. Están pensando en mezclas de
flurocloridona con algún otro producto que
funcione sin generar resistencia y prueban residuales con este herbicida como testigo. Testean metribuzin, flumetsulam, terbutrina, diflufenican, terbutilazina y flumioxazin. Se siembra nabo resistente 10, 20 y 30 días después de la aplicación, para asegurarse nacimientos progresivos. En postemergencia se recurre a bromoxinil en mezclas con MCPA formulación éster/2,4D, flurocloridona o diflufenican. En cuanto al raigrás, están trabajando con
los fop y dim, con productos residuales como
piroxasulfone y flumioxazin. La idea es aprovechar el barbecho que permite el uso de distintos productos. Y testean Bixlozone, un producto que aún no tiene registro y que cuenta con un mecanismo de acción distinto.
NO QUEDA OTRA
Aprender, desaprender y volver a aprender. Evitar propágulos durante la cosecha y trabajar de manera integrada, recurrir a un destructor de semillas en la cosechadora, repensar el control cultural (ciclos, cultivares con mayor habilidad competitiva, rotaciones de cultivos y herbicidas). Solo algunas de las ideas que ya pueden ponerse en marcha.
Claudio Gianni
MANEJO POSTEMERGENTE DE CRUCÍFERAS RESISTENTES EN TRIGO
Hagamos que funcione
HAY QUE SENTARSE A DISCUTIR REGLAS DE JUEGO Y VELAR POR QUE SE CUMPLAN ESTRICTAMENTE. EL AGRO AÚN TIENE POTENCIAL POR DESPLEGAR, SI LO DEJAN.
El campo le ha dado al Fisco recaudaciones enormes, pero hoy hay muchos más pobres que cuando nació la Fundación Producir Conservando.
El costo país sigue perjudicando al sector más dinámico de nuestra economía. Gustavo Oliverio, asesor de la Fundación Producir Conservando, analiza en detalle la evolución del tema en la Argentina. A partir de fines de los ‘80 se produce un salto muy importante: nuevos materiales genéticos y el auge de la soja. Entre 1990 y 2010, el país pasa de 20 a 35 millones de hectáreas, pero
entre 2010 y 2020 quedamos estancados en
35-37 millones. Hacia delante las cuentas no entusiasman; las proyecciones a 2030 no son muy alentadoras. De todos modos, cabe destacar que sin variar demasiado el área, hemos seguido creciendo en producción al 8.2 % anual desde 1990 a 2019/2020. En el periodo analizado, el área de trigo cae 1 % (fuerte baja en tiempos del intervencionismo, para luego recuperarse), en tanto la producción trepa 0.8 %; es muy modesto. En cuanto al maíz, la tasa de crecimiento de área es del 4.8 % y la de producción es del 9.5 %; se trata de un cultivo que está creciendo en los últimos años. Debido al intervencionismo, le costó asentarse en la rotación, pero ahora va a ser muy difícil que vuelva a salir de ella. Por su parte, la soja viene retrocediendo en área y producción los últimos años. De punta a punta la superficie crece 2.8% y la producción, 3.9 %. Los rendimientos tienen un comportamiento directamente vinculado con la tecnología y esta, a su vez, con la situación económica y la perspectiva de los cultivos. A pesar de todo, la tecnología no deja de aplicarse.