Panel No. 6. Dra. Luz de Lourdes Eguiluz FES‐Iztacala, UNAM
Todos provenimos de una relación de pareja: buena o mala, estable o inestable. La familia es la célula más pequeña de todo sistema social más amplio. Algunos jóvenes que viven en un entorno complicado y difícil buscan la forma de evadirse de los problemas a través de la droga y el alcohol. Las drogas y el alcohol, no son las únicas maneras de escapar de un entorno dañino.
Hay maneras aceptables de salir de la familia (formas que ayudan a crecer): El casamiento. Ir a estudiar al extranjero. Irse de sacerdote o de monja. Hacer labor social fuera de casa. Aceptar un buen empleo distante. Entrar a la milicia.
Formas no aceptables de salir de la familia (destruyen): Dejar la casa a edad temprana. Cualquiera de las adicciones. Mal casarse y tener hijos. Alguna forma de locura. El suicidio.
En esas familias hay incomprensión, falta
de comunicación, maltrato, agresión, rechazo, separación o divorcio entre los padres, pobreza extrema, desamor, dificultades en la escuela, etc. Y lo más importante, ese hijo no se siente amado, ni respetado, ni con derecho a nada.
Generalmente el adicto es un enfermo de amor, eso no significa que necesariamente no haya tenido todo lo que ha deseado, sino lo que le ha faltado es el amor, no sabe amar en el modo justo, porque tampoco lo han amado en el modo más justo.
La familia recibe de manera frontal el impacto de la adicción, ya sea de un padre o un hijo, de modo que no existe familia que no se vea afectada y muestre síntomas de disfunción cuando uno de sus miembros padece este tipo de enfermedad.
Los miembros del grupo familiar dejan de actuar de modo funcional cuando tratan de lidiar con problemas producidos por la droga, unos negando el problema, otros bloqueando su propios sentimientos y otros más haciéndole insoportable la vida al adicto.
Encubriendo los errores cometidos por el adicto ya sea rescatándolo o pagando los daños causados, evitando que esa persona se enfrente a las consecuencias de sus propios actos. Tanto la negación como el encubrimiento, así como la co‐dependencia, agravan el problema en vez de ayudar a resolverlo.
La co‐dependencia es un problema de la familia, o del grupo de pertenencia en el cual participa el adicto. La persona co‐dependiente cuando ama a un adicto y está en contacto frecuente con él, se convierte en hipervigilante. El familiar se enferma también, vive constantemente estresado por lo que el otro hace o deja de hacer.
Uno de los recursos más empleados por el adicto es hacer perder la paciencia del otro, porque sabe que una vez que se enoja o se desespera, lo dejará en paz para poder seguir en lo que le interesa. La segunda arma con la que cuenta, es la habilidad para provocar ansiedad, haciendo que el otro haga por él, lo que solamente él puede hacer por sí mismo.
El adicto no busca fácilmente ayuda para su recuperación, porque el tercer recurso es la negación, el niega rotundamente que este enfermo, que tenga un problema o que necesite ayuda, dice que es el otro el que requiere de ayuda no él.
Un consumismo desbordado que crea falsas necesidades a través de la publicidad, haciendo que la gente consuma cosas que no necesita. La búsqueda de la gratificación inmediata y la propia comodidad a toda costa, donde el interés esté más en el tener que en el SER. Un irresponsable ejercicio de la sexualidad, con la búsqueda de un gozo perpetuo que subordina incluso la dignidad de la persona.
Grandes dificultades, para poder tener acceso a la educación gratuita, a pesar de que es una garantía constitucional. Falta de oferta laboral de modo que a pesar de haber terminado con honores una carrera, no hay trabajo bien remunerado que garantice la posibilidad de formar y mantener una nueva familia. Medios masivos de comunicación que promueven falsos valores, adicciones, consumismo y falsos placeres como una forma gratificante del buen vivir.
Entre más rápido se detecte y se atienda el problema de las adicciones es mejor. La familia tiene que cambiar, debe hacerse consciente de cuáles son sus deficiencias para buscar minimizarlas o superarlas, al mismo tiempo que se hace consciente de sus fortalezas y aciertos para incentivarlos. Se requiere crear un ambiente donde cada integrante se sienta comprendido, amado y respetado, un ambiente donde se pueda crecer sanamente.
Dra. Luz de Lourdes Eguiluz lleguiluz@hotmail.com