Albor Centenario, Narrativas de origen / Universidad de Concepción 1917-1937

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9 DE ENERO AL 3 DE MARZO DE 2019 / SALA 3, CASA DEL ARTE UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN

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Plano 1932. Fuente: Memoria Universidad de Concepciรณn 1923-1934.



ALBOR CENTENARIO

El sentido que muchas veces pretendemos atrapar necesita fechas y datos confiables para establecer un territorio de seguridad. Ahí la realidad cuantitativa asoma irrefutable a establecer límites claros y consensuados, sin embargo muchos hechos de la historia han tenido motivaciones subjetivas, ímpetus desbordados, riesgos temerarios que han tenido la potencia de activar un circuito que dibuja un nuevo orden. El Albor viene a descubrir las formas que bajo la sombra de la noche esperan amanecer a un nuevo día en el esplendor de identificarse y descubrirse en la claridad de un nuevo optimismo. El arte es muchas veces ese Albor que como una red de intuiciones atrapa lo profundo y en el poder de la imagen lo hace aparecer ante todos, lo que oculto en el hombre era un sueño asoma en la imagen como obra, pero también como revelación. La exposición Albor Centenario está ya nutrida de muchas coordenadas exactas que nos permitirán construir una experiencia propia frente a este pasado que suma en raíz la consistencia de un tronco añoso que no cesa de verter sus frutos. Sin embargo es mi intención destacar aquel fenómeno que tuvo la capacidad de unificar a una comunidad entera, que tuvo la fuerza de constituirse en una convicción altruista que se proyecta por sobre los intereses individuales. La virtud de la metáfora es que puede dar cuenta de aquello oculto a la razón objetiva por medio de una relación de semejanza, esta relación de semejanza arrastra otras cualidades que nos permiten percibir en una dimensión distinta aspectos de un mismo sentido. Entonces Albor Centenario se refiere a esa polaridad que implica el inicio del día y la perspectiva del tiempo cien años después. Las imágenes aquí desplegadas, bajo el lúcido guión museográfico de Claudia Arriazaga, encargada del archivo fotográfico, nos enfrentan en primera instancia al contacto documental con el pasado Lo documental tiene esa virtud de ceñirse a la realidad

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auténtica por su cualidad objetiva, he ahí la confianza en su naturaleza que nos permite prorrogar la experiencia del tiempo mas allá de nosotros mismos. La voluntad colectiva

“Nos encontramos frente a la necesidad de confirmar la realidad y dilatar la experiencia.”

Joan Fontcuberta

En nuestra vivencia como espectadores esa realidad que confirmamos es esta que vivimos como partícipes de una comunidad vinculada con su propia gesta, la Universidad de Concepción, porque más allá de los vínculos administrativos, los que prevalecen en el tiempo son aquellos lazos de emoción que nunca abandonan al ser humano. Emoción al abrir una nueva puerta de comprensión, emoción al comprobar una capacidad que desconocíamos de nosotros mismos, emoción por lo que aprendimos, aprendemos y aprenderemos. La exposición Albor Centenario acogida en la Casa del Arte José Clemente Orozco constituye un gesto de mirada, que si bien pone en valor la gesta épica de la fundación de la Universidad de Concepción, nos invita a leer el fenómeno social único en Chile, la determinación rebelde que asume su propia autonomía para definir su futuro.

La fotografía

Así don Enrique Molina decía: “El comité se convenció de que el Gobierno no crearía quien sabe en cuánto tiempo la Universidad. No eran sólo penurias financieras que lo impedían, habían también de por medio rivalidades, temores políticos y sectarios y no faltaba tampoco la menguada entrega de alguna pequeñez humana”, marcaba en 1929 Enrique Molina en la celebración del décimo aniversario de la Universidad. Añadiendo, que por tal razón “El Comité se cansó de esperar y en un gesto de audacia y de fe resolvió, sin más ni más, abrir la Universidad a principios de 1919”.

“La fotogenia no es una propiedad exclusiva de la realidad, ni es un simple efecto del dispositivo óptico ni resulta de un truco del operador; brota en cambio de una alianza necesariamente a tres partes entre el modelo, la cámara y el fotógrafo.” Joan Fontcuberta

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No podríamos entender mediante la definición única del documento esa tendencia natural de hurgar con la vista cuando nos enfrentamos a una fotografía del pasado, la emoción de encontrar algún detalle en un segundo plano que nos de pistas de cómo fue ese tiempo. Como dice Fontcuberta, esa triada entre modelo, cámara y fotógrafo genera una trama de coordenadas que de manera instantánea fija la noción de tiempo. No solo es la imagen de una estudiante a principios del siglo pasado, también es un rostro que activa memoria y por ende genera un vínculo. Entonces estos archivos y fotografías y nos ponen en relación a un pasado que ya no existe, pero que contradictoriamente vive ahora en nuestra experiencia.

NOCIÓN DE ARCHIVO

La etimología de la palabra archivo proviene del griego archerion, que indica zona donde se guardaban las arcas, igualmente del latín archivum, que era el lugar donde se guardaban los documentos públicos. Entonces la noción de archivo tiene que ver con el lugar de resguardo de aquello que valoramos, que se diversifica de diferentes modos y en distintos formatos: fotograf ías, cartas, grabaciones y filmaciones, que sustentan esa necesidad humana de observarse para conocerse, en lo individual y en lo colectivo. Ahí la idea de “Archivo, Albor Centenario, Narrativas de Origen”, ahí la importancia en nosotros de guardar esta memoria como archivos vivos. Entonces la invitación es a descubrir con nuestra primera luz lo que habita detrás de la imagen, de la letra manuscrita, del tono y el ímpetu de la voz lo que permanece palpitando ahora, cien años después de la hazaña que constituyó la fundación de la Universidad de Concepción, nuestra Universidad. Rodrigo Piracés González Director de Extensión y Pinacoteca Universidad de Concepción

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La memoria es la vida, siempre encarnada por grupos vivientes y, en ese sentido (…) abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia, inconsciente de sus deformaciones sucesivas (…), capaz de largas latencias y repentinas revitalizaciones.” (Nora, 2009:20)

ARCHIVO EN CONTEXTO

El rito conmemorativo, en sus diversas formas y magnitudes, sugiere en mayor medida un punto de inflexión, un instante decisivo de renovación y cambio, no exento de conflictos, pérdidas y nuevos encuentros de sentido. La conmemoración no solo acontece en la trascendencia del hecho público sino también en la trivialidad excepcional del hecho privado y doméstico. Muchas de sus evidencias se traducen en indicios materiales que ratifican “(...) la historia de la humanidad como un largo proceso en que el cuerpo, primera materia significante (...) se va proyectando en otras materias mediante diversos dispositivos técnicos” (Rocha, 2010:2), entre ellos el patrimonio documental. Remitirnos al patrimonio documental de la Universidad de Concepción supone una labor mayúscula en tanto el cuerpo institucional se expresa como un todo a partir de la suma de cientos y miles de fragmentos históricos en clave visual, sonora, textual, fílmica, etc. Esta proporción aritmética se complejiza más aún cuando se asume un contexto espacio temporal específico: 1917-1937, etapa fundacional que nos ubica en el albor de su centenario. Cada fragmento aporta sus narrativas sobre un origen diverso y orgánico, siempre pleno de matices, que nos permiten descartar por un instante las linealidades cronológicas y apostar por un tiempo circular arraigado a las memorias de esta, nuestra institución universitaria. Memoria que en su organicidad, nos proporciona un sentido de orden dinámico capaz de actualizar expectativas, saberes, emociones y afectos…entre otros encuentros posibles. En suma, modos en que revisamos y pactamos nuestras concepciones de comunidad, siempre heterogénea y compleja en sus diversidades.

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La memoria, condición y práctica que nos faculta como individuos(as) autónomos(as) y seres colectivos, prevalece al alero de un cuerpo social cada vez más crítico, dinamizando las interpretaciones y usos del patrimonio documental, nutriendo indefectiblemente sus sentidos en busca de mayores simetrías históricas y representacionales. La superposición de nuestro pasado institucional en el presente permite observar las variables simbólicas y sus dialécticas, a cien años de la fundación. Visto así, la selección documental que aquí se presenta (archivos textuales, fotográficos, fílmicos y sonoros) remite a la dimensión empírica de un ímpetu laborioso en clave cotidiana, el que coexiste con otras experiencias en sintonía con el lugar, un territorio universitario que porfía en la búsqueda de sus sentidos de ser y prevalecer. Se trata aquí de una porfía centenaria. Como la historia, que se ocupa del pasado, aún cuando sus formas de aproximación parezcan similares, la memoria se preocupa del presente. “(...) al margen de la historia, aunque reclame de ella los lugares para su edificación” (Nora, 2009:9). Entre el acervo inerte, que participa del conjunto documental, y las matrices comprensivas inscritas en él; se produce un descanso, una libertad que abre otros órdenes, otros sentidos posibles, otras perspectivas, otros espacios. Los acervos documentales de la Universidad de Concepción, nos van revelando de manera gradual una infinidad de contenidos que espontáneamente se conectan con nuestros respectivos marcos de interés. Al revisarlos activamos razonamientos que se mueven en dos sentidos principales: la interpretación sus contenidos y la emoción de la experiencia reflejada en ellos. Lo anterior provoca la expectativa de indagar en las historias de vida de un(a) sujeto(a), un lugar, un territorio en particular: la Universidad y su contexto. Y así vamos instalando perspectivas e instituyendo nuevos saberes sobre el lugar que nos cobija y el tiempo transcurrido, porque “... hay espacios que tienen una mayor relevancia simbólica que otros (...) todo espacio está dotado de un significado y este tiene su base en una construcción socialmente elaborada...” (Valera, 1996:67).

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La siguiente muestra obedece a un proceso de edición aleatorio definido en base a un guión que privilegia el encuentro con temáticas significativas, tanto en su forma como en sus contenidos (selección, distribución, presentación de los documentos, etc.). Así, el conjunto general proponen una vía de conocimiento (no la única por cierto) sobre la autodeterminación de una institución universitaria única en su tipo. La operatoria consiste entonces en convocar el pasado al presente, ejercitando el derecho a la información conservada en nuestros archivos históricos como posibilidad de reubicarnos en el seno de nuevos e insospechados testimonios futuros, nuevas voces y narrativas que amplifiquen la historia/memoria de la Universidad de Concepción. Claudia Arrizaga Quiroz Coordinadora/Conservadora Archivo Fotográfico Universidad de Concepción

Referencias Nora, Pierre. (2009). Les lieux de Memoire. Santiago de Chile: LOM Ediciones. Chile. Rocha, Amparo. (2010). De lo indicial, lo icónico y lo simbólico en las manifestaciones del sentido. Tomado de: Intersecciones en Comunicación n.4 Olavarría ene./dic. Valera, S. (1996) Análisis de los aspectos simbólicos del espacio urbano. Perspectivas desde la Psicología Ambiental, Revista de Psicología Universitas Tarraconensis, 18(1), 63-84.

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Algunos municipios que ofrecieron donaciones al ComitĂŠ Pro Universidad y Hospital ClĂ­nico (1917-1918). 13


LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN, UN PROYECTO COLECTIVO

Para dimensionar lo que significó la creación de la Universidad de Concepción, es necesario situarla en su tiempo. A principios del siglo XX, se estaba desarrollando un fuerte proceso de urbanización de la población, con migraciones del campo a la ciudad y la formación de nuevas industrias, que requerían renovadas habilidades. También emergían nuevas pobrezas, al alero de la ciudad bullante, que ponían de relevancia las condiciones poco dignas en las que vivía una parte importante de la población. Chile había cumplido recién su primer siglo de vida. Desde mediados del siglo anterior, la Universidad de Chile había comenzado un proceso de profesionalización de ciertas carreras, como la Medicina o la Ingeniería. En 1888 se creó la Universidad Católica. En Concepción, existía desde el año 1865 el Curso Fiscal de Leyes, antecedente de la actual carrera de Derecho. Para formarse en otras profesiones, los bachilleres debían trasladarse a Santiago, con el esfuerzo que ello significaba. Así, la educación superior quedaba reservada solo para quienes pudieran asumir ese costo. El 23 de marzo de 1917, un grupo de habitantes de la ciudad se reunieron para sellar una idea que venía fraguándose en diversos círculos intelectuales y sociales: la creación de una universidad y un hospital clínico. La reunión arrojó como presidente del Comité Pro Universidad y Hospital Clínico a Enrique Molina Garmendia, rector del Liceo de hombres de la ciudad y como vicepresidentes al director del Hospital San Juan de Dios, Virginio Gómez González, y a Esteban Iturra del Pino. No había tiempo que perder. El Comité se enfrascó en las tareas de conseguir financiamiento y apoyo. Las provincias del sur se plegaron al proyecto y uno a uno los municipios ofrecieron donativos. En Santiago, el recibimiento fue mixto: hubo apoyos importantes en el mundo político, pero también se pensaba que no era necesario formar más profesionales; que la nueva universidad podía constituir una competencia para la Universidad de Chile o que no habría suficientes profesores para dictar las cátedras. El Comité hizo frente a todas las críticas con entusiasmo, aun cuando

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no se contaba con todas las certezas. En el plano material, la falta de una fuente fija de financiamiento era preocupante. Para combatirla, surgió la idea de sortear premios entre los donantes. Se trataba de una apuesta arriesgada, sin sustento legal. Este hito significó la creación de la Lotería, empresa fundada en 1921 y que existe hasta hoy, ligada a la Universidad.

Vista de la ciudad universitaria, 1934. 15


LOS PRIMEROS CURSOS

Respecto a la creación de los cursos, en 1918 el Comité decidió la dictación de Farmacia, carrera en la que se inscribieron prácticamente solo mujeres; Pedagogía en Inglés, dictada al alero del Liceo de Hombres; Dentística, para suplir la falta de profesionales en esa área y Química Industrial, que tenía como vocación contribuir al desarrollo de la industria local y nacional. No fueron años fáciles, pero los acontecimientos fueron imponiéndose. En marzo de 1919, incluso antes de que se firmara el decreto que la creaba, se dictó la anhelada primera clase de la Universidad de Concepción. Lejos de la épica que hoy podría atribuírsele, sucedió en un local arrendado y con más entusiasmo que recursos. “El profesor de Química, señor Salvador Gálvez, no disponía de otros aparatos para hacer los experimentos que tubos vacíos de aspirinas Bayer y un pequeño anafe, que él mismo debía llevar de su casa a la clase en el bolsillo”, recordaba Enrique Molina en su discurso del décimo aniversario. Algo similar pasaba en las otras carreras. En Dentística, por ejemplo, los primeros sillones fueron unos de peluquería adaptados, que pertenecieron del Club Concepción. En total, fueron 120 los y las jóvenes que se atrevieron y se embarcaron en esta nueva empresa. Al final de 1919, las comisiones examinadoras de la Universidad de Chile se encontraron ante un grupo de estudiantes que en su mayoría aprobó sus asignaturas, respaldando con ello la calidad académica de la naciente Universidad. Ya para 1922, la UdeC vería los primeros frutos de esos esfuerzos, con las primeras 14 tituladas de la carrera de Farmacia, que a su vez, fueron las primeras profesionales de esta casa de estudios. A estas carreras fundacionales se sumaron Medicina en 1924 y Derecho, en 1929. La Universidad contrató a profesores extranjeros para sus cátedras, como el letón Alejandro Lipschutz, quien llegaría a ser Premio Nacional de Ciencias, en 1969. En términos de su infraestructura, innovó en la construcción de una ciudad universitaria, tarea no exenta de dificultades, por las malas condiciones del terreno.

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Así, la década de 1930 encontró a la institución con su matrícula en constante crecimiento. En los primeros años de esa década, la crisis económica mundial se dejó sentir con fuerza, aunque el ritmo de construcciones y avances académicos no se detuvo. Al finalizar el período que abarca esta muestra, la Universidad ya contaba en el campus Concepción con seis flamantes edificios y una incipiente urbanización y áreas verdes. En 1937, la matrícula alcanzaba a 752 estudiantes, que se repartían entre las escuelas de Medicina, Farmacia, Ingeniería Química Industrial, Ciencias Jurídicas y Sociales, Dentística y Educación. En enero de 1939, un terremoto azotó la ciudad. Los edificios del campus salvaron ilesos. Sin embargo, el Hospital San Juan de Dios sufrió daños severos. Su reconstrucción dio paso a la anhelada creación de un nuevo centro, con las características de Hospital Clínico, con lo que se completó el proyecto inicial proyectado en 1917. El nuevo edificio será inaugurado en 1945. Desde el inicio, la Universidad pareció conectarse con los anhelos de los habitantes del sur del país y la idea de fundarla cayó así en terreno fértil. Ese hilo invisible que amarra su destino con el de su territorio y su gente se ha recreado a lo largo de las décadas y desemboca hoy, en el centenario, con espíritu renovado, para que las próximas generaciones lo sigan transformando. Katerinne Pavez Marchant Periodista Dirección de Comunicaciones Universidad de Concepción Referencias Carrasco Delgado, S. y Cartes Montory A. (2017). Actas Fundacionales Universidad de Concepción (1917-1937) Vol.1. Concepción, Chile, editorial Universidad de Concepción. Da Costa Leiva, M. (1995). Crónica Fundacional de la Universidad de Concepción. Concepción Chile, editorial Universidad de Concepción. García Molina, J. (1994). El Campus de la Universidad de Concepción, su desarrollo urbanístico y arquitectónico. Concepción, Chile, editorial Universidad de Concepción. Molina Garmendia, E. (1945). Discursos Universitarios. Santiago, Chile, editorial Nascimento. Universidad de Concepción (1917-1937). Memorias de la Corporación Universidad de Concepción.

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SOBRE LOS ARCHIVOS QUE COMPONEN LA PRESENTE MUESTRA

Dependientes de Rectoría universitaria: Fondo Biblioteca Enrique Molina Garmendia: Secciones Correspondencia y Fotografía. Fondo Documental Archivo Central, Secretaría General: Sección Correspondencia (1917-1937). Dependientes de Vicerrectoría de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio, VRIM: Fondo Archivo Fotográfico Universidad de Concepción. Otros fondos y colecciones: • Colección Sonora Radio Universidad de Concepción. • Colección Fílmica Dirección de Comunicaciones Universidad de Concepción. • Colección Dirección de Bibliotecas, Sala Chile: Fondo Fílmico Luis David Cruz Ocampo. • Material sonoro asociado al librlo Historia Social de la Música Popular en Chile, 1890-1950, de los autores Juan Pablo González y Claudio Rolle.

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AGRADECIMIENTOS

Carlos Saavedra Rubilar Rector Universidad de Concepción Carlos Von Plessing Rossel Vicerrector Académico Rodrigo Piracés González Director de Extensión y Pinacoteca Sandra Santander Montero Curadora/Asesora Artes Visuales Leslie Fernández Barrera Comisionada de Exposiciones Temporales José Araya Guerrero Jefe Administrativo Andrea Pérez Quiroga Área de Educación y Mediación María Pavés Carvajal Área de Conservación y Restauración Rosario Arias Garrido Área de Documentación y Registro Fotográfico Ignacio Basualto Morales Periodista Natalia Ormeño Uslar Diseñadora Gráfica

Este trabajo fue realizado gracias a la colaboración entre diversas reparticiones de la Universidad de Concepción, tales como Rectoría, Secretaría General, Dirección de Extensión, Archivo Fotográfico, Dirección de Comunicaciones, Dirección de Bibliotecas y Radio Universidad de Concepción. Agradecimientos especiales la Cineteca Nacional de Chile, Archivo Histórico Municipal de Concepción. El equipo de trabajo agradece además el aporte de colaboradores y coleccionistas particulares. Equipo de trabajo: Claudia Arrizaga Quiroz Coordinadora/Conservadora Archivo Fotográfico UdeC Katerinne Pavez Marchant Periodista Dirección de Comunicaciones UdeC Carolina Tirado Valdivia Conservadora área procesos técnicos Archivo Fotográfico UdeC Pedro Martínez Catalán Jefe Unidad de Comunicación y Marketing Digital, CFRD/UdeC

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Alejandro Malet Carvajal Encargado de Audiovisual Gabriela Astete Parra Atención de Público y Tienda Pinacoteca María Eugenia Bachman Pino Secretaria de Extensión y Pinacoteca Víctor Osorio Ormeño Operador de Sistema de Audio José Ortiz Becerra Maestro Especialista Juan Carlos Valenzuela Encargado de Edificio Benigno López Escobar Auxiliar Encargado de Edificio Irma Garrido Rebolledo Auxiliar Carlos Forcael Carrasco Auxiliar


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