Alberto, Alfredo y Enrique Lobos. Los hermanos del paisaje

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ALBERTO, ALFREDO Y ENRIQUE LOBOS

Los hermanos del paisaje

Pinacoteca Unversidad de Concepción 5 de agosto 2021


ALBERTO, ALFREDO Y ENRIQUE LOBOS Los hermanos del paisaje

Curadora: Sandra Santander Montero Pinacoteca Universidad de Concepción


Alberto, Alfredo y Enrique Lobos. Los hermanos del paisaje

E

n la pintura chilena, existen pocas ocasiones de encontrarnos con una familia de artistas formando parte de una misma generación. Es el caso de estos tres hermanos, miembros de la Generación del Trece, tres artistas de existencias efímeras que dedicaron sus vidas a la pintura y en particular a la representación del paisaje, urbano y rural, como un ejercicio de dignificación y visibilización de los suburbios de Santiago, a comienzos del siglo XX. Alberto, Alfredo y Enrique Lobos Aránguiz, representan los ideales imposibles de su generación. Son el paradigma del artista de profundo compromiso y vocación, pero angustiado por un anhelo inalcanzable, y por lo mismo, su producción artística nos llega hoy con un halo de misterio y romanticismo. Desarrollan su pintura en un contexto de grandes discusiones estéticas en el ámbito local, de necesidad de cambios, de posturas antagónicas entre el arte oficial, representado por la Academia y los movimientos artísticos paralelos, que surgen y colisionan, es la tradición versus modernidad. De acuerdo a lo señalado por el historiador Pedro Zamorano: “En el campo artístico, Patricio Lizama distingue dos impulsos antagó-

Desarrollan su pintura en un contexto de grandes discusiones estéticas en el ámbito local, de necesidad de cambios, de posturas antagónicas entre el arte oficial, representado por la Academia y los movimientos artísticos paralelos, que surgen y colisionan, es la tradición versus modernidad.

nicos: Uno de modernización, conducido por una elite cosmopolita y grupos medios, y el otro de conservación, implementado por el Estado que administraba y ordenaba el campo cultural”. En este contexto, los hermanos Lobos, como la mayoría de sus compañeros de la Generación del Trece, no son parte de esa discusión, sin embargo, persisten e instalan sus conceptos artísticos en una especie de frontera cultural. Y lo hacen con una pintura entendida como la prolongación del mundo visible, de lo cotidiano, con lenguaje más espontáneo que expresivo, que no solo pone en revisión el repertorio iconográfico preponderante, sino que también, centran el tema pictórico en


lugares y costumbres chilenas, ignorados por la élite. Nacen en Rancagua a fines del siglo XIX, provienen una de una familia modesta, muy pronto se trasladan a Santiago, en donde viven gracias a un puesto de cigarrillos en el mercado de Recoleta. Siendo muy jóvenes, comienzan a pintar de manera autodidacta, pero pronto serán acogidos por el maestro español Fernando Álvarez de Sotomayor, en los cursos nocturnos de la Academia de Pintura de Santiago. La escuela española será entonces su refugio formativo, de tradición naturalista, cuya influencia se deja ver en la pincelada ancha y en los tonos terrosos y opacos, y en una marcada tendencia a lo sombrío, a lo misterioso, a lo esfumado. Construyen su pintura desde la exploración de su propio entorno, son escenas de gran objetividad visual y una cierta honestidad para representar aquellos crepúsculos, rincones de un parque o calles de viejas casonas, lugares que transcriben con un sentido de pertenencia, con afectividad por sus gentes y con la cercanía de quien también es parte ese paisaje cultural. Enrique, el mayor nace en 1887. Sus temas van por lo vernacular, centrado en los personajes de la vida suburba-

na. En 1918 fue miembro fundador de la Sociedad Nacional de Bellas Artes. Ese mismo año enferma de tuberculosis, mal del que no se recuperaría a pesar de los esfuerzos de sus amigos, que lo envían al norte de Chile buscando mejoría en otro clima. A su regreso a Santiago, una fuerte recaída le provocaría la muerte a los 32 años. Le sigue Alfredo, tal vez el más conocido de estos hermanos pintores, quien nace en 1890. Se distinguió como alumno aventajado del curso de pintura de la Academia, y poco a poco logra reconocimientos que le dan la invaluable oportunidad de vivir un tiempo del arte. En 1916, entusiasmado por su maestro Álvarez de Sotomayor y con su propio esfuerzo, logra viajar a España. Allí recorre pintando pueblos y ciudades del sur del país, buscando sus raíces españolas. De este período quedan sus mejores paisajes de la región de Andalucía y su ya reconocida pintura del palacio La Alhambra. El medio artístico lo acoge y celebra su talento, consigue realizar una exposición en la Galería El Ateneo de Madrid, preparando esa muestra, se enferma inesperadamente y muere en las vísperas de la inauguración en enero de 1918, a la edad de 27 años. Finalmente, Alberto, el menor de los


Alberto, Alfredo y Enrique Lobos. Los hermanos del paisaje

La vida difícil, la bohemia, la escasez de medios para pintar y sobre todo la falta de reconocimientos marca inexorablemente a estos pintores, condición de vida que da al grupo un sello estilístico muy marcado y homogéneo, en donde se sobrevive gracias a la camaradería y la solidaridad de sus integrantes.

hermanos nace en 1892, se sabe poco de su vida, su bibliografía es escasa, pero al contrario de sus hermanos, le conocemos por sus dos magníficos autorretratos de formato ovalado, de gran riqueza tonal, ambos realizados a la manera renacentista, cuya espacialidad de fondo le otorga al retratado una particular aura de monumentalidad y señorío. Alberto Lobos también muere joven a los 33 años. Es curioso como en estos artistas se vuelven a repetir las mismas circunstancias existenciales de toda una generación, agobiada por un signo adverso. Dejan una gran producción de obras, la mayoría en formato más bien pequeño, ejecutadas sobre materiales precarios como cartones y otros materiales de bajo costo. La vida difícil, la bohemia, la escasez de medios para pintar y sobre todo la falta de reconocimientos marca inexorablemente a estos pintores, condición de vida que da al grupo un sello estilístico muy marcado y homogéneo, en donde se sobrevive gracias a la camaradería y la solidaridad de sus integrantes. La venta de una obra era motivo de celebración y el afortunado invitaba al resto, se compartía buena racha, también los sueños, para seguir pintando, para no morir.


Establo y ternerito Enrique Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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La vaca Enrique Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Rincón de Osorno Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Muelle fiscal, Valparaíso Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Viejo solar de Alcalá de Guadaira Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Caserones Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Iglesia de Lourdes Alberto Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Lo Bezanilla, Santiago Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


El puente Alberto Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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La Alhambra Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Rincón de Granada Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Parque María Luisa, Sevilla Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Campesinas en el crepúsculo Enrique Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Las Condes, Santiago Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Autorretrato Alberto Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Autorretrato con paleta Alberto Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Maternidad Enrique Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Tarde de otoño Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Casas viejas Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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Parque Cousiño Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


Puente Alcalá de Guadaira Alfredo Lobos Archivo Pinacoteca Universidad de Concepción


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REFERENCIAS https://www.granadahoy.com/ocio/Alfredo-Lobos-Aranguiz-GeneracionTragica_0_845915895.html www.artistasvisualeschilenos.cl Pintura chilena durante la primera mitad del siglo XX: Influjos y tendencias Pedro Emilio Zamorano Pérez, Claudio Cortés López y Patricio Muñoz Zárate Atenea 491 - Primer Sem. 2005: 159-186 Una capitanía de pintores. Waldo Vila, Ed Pacífico S.A. 1966 La pintura en Chile. Milan Ivelic y Gaspar Galaz, Ediciones Universitarias de Valparaíso. 2009 Archivo documental Pinacoteca Universidad de Concepción

Rector Universidad de Concepción Carlos Saavedra Rubilar

Documentación y Registro Fotográfico Rosario Arias Garrido

Vicerrectora de Vinculación con el Medio Claudia Muñoz Tobar

Comunicaciones Ignacio Basualto Morales

Director de Extensión y Pinacoteca Rodrigo Piracés González

Diseño Gráfico Natalia Ormeño Uslar

Curadora Pinacoteca Sandra Santander Montero

Audiovisual Alejandro Malet Carvajal

Coordinación de Exposiciones Temporales Valentina Molina Alarcón

Operador de Sistema de Audio Víctor Osorio Ormeño

Jefatura Administrativa Ximena Monsalve Cisternas

Maestro Especialista José Ortiz Becerra

Secretaria de Extensión y Pinacoteca María Eugenia Bachman Pino

Encargado de Edificio Juan Carlos Valenzuela

Educación y Mediación Andrea Pérez Quiroga

Auxiliar Encargado de Edificio Benigno López Escobar

Atención de Público y Tienda Pinacoteca Gabriela Astete Parra

Auxiliar Irma Garrido Rebolledo

Conservación y Restauración María Pavés Carvajal

Auxiliar Carlos Forcael Carrasco



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