Pineal #6

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Melanie Benyahya Dirección, maquetación, ilustración, poesía

Kate Shogun Dirección, relato

Marjan Roshan Identidad Visual, ilustración

Andrea Toribio Corrección y estilo, poesía

Eneko Cinéreo

Klari Moreno

Ana P. Requejo

Rodrigo Mendoza

Relato

Fotografía

Andrea Frye Relato, poemas rotos

Clàrice Été Fotografía

Viñetas

Relato

Sofía B. Manzano Fotografía

Patricia Waltz Fotografía

Portada y contraportada: Patricia Waltz En este número también han colaborado Adrián Montero, relato; Adrián Pons, relato; Juan Pons, poesía.


SINESTESIA Diciembre 2015


Manual abierto para no morir sin experimentar la sinestesia.

*Fragmento del Réquiem en D menor, K.626 (Mozart, Wolfgang Amadeus)

Texto: Rodrigo Mendoza

1. Mire fijamente cada una de las notas. 2. Ponga usted una emoción distinta en cada nota. 3. Asocie libremente colores a la nota. a. Ejemplo: Do puede ser amarillo, Re puede ser verde y así consecutivamente. 4. Busque sus recuerdos primarios más profundos, puede pensar cuando estaba en el vientre materno, asócielos a cada nota. 5. Cante. 6. Si no sabe leer las notas no se preocupe ponga sonidos aleatorios en cada nota. 7. Ahora, reemplace en su mente cada nota, con cada sonido, con cada color, con cada recuerdo, con cada emoción. 8. ¡Felicidades! Usted ha entonado su propio Réquiem de manera sinestésica, está listo para morir.


Esto que está viendo aquí, es el resultado de convertir una imagen en sonido, editarla como tal y volver a transformarla al formato original. Durante este proceso, se corrompen los datos y el software los reinterpreta, aportándole sonido a la imagen y colores a los sonidos, rompiendo la estructura original. A esta técnica se le denomina databending.

Texto y databending: Melanie Benyahya

Así suena el blanco al ser acelerado.


Ilustraci贸n: Melanie Benyahya

Le capitalisme tue la nature



Parte I

Jeux d'enfants Se termina la película y estoy completamente paralizado. Te pones nerviosa y me zarandeas. "¡¿Estás bien?!", me preguntas asustada. Pero estoy sonriendo, y el aire es verde, y con la luz empapándonos salgo de mí, y nos beso. Y ese beso torpe, inesperado y sincero, dice mucho más que cualquier otra cosa, que cualquier hazaña o discurso llevado a cabo en el mundo entero, porque no tengo nada que demostrarte, y tú lo sabes: nos conocemos. Y mi corazón va a cuatrocientos cincuenta y dos latidos por segundo, y tu pelo corto es más suave que nunca, y tus pecas son el mar, y nunca volveremos a fundirnos así, ni entre nosotros, ni con nadie más, y qué más da que tu madre entre en la habitación, si estamos en otro mundo, jugando, si este momento huele a algo que nunca podré describir, si pueden llover bombas, pero no nos harán nada porque el suelo está hecho de algodón, y además, estamos flotando.

Relato: Kate Shogun

Creo que ya sé cómo comenzó todo en realidad.


Parte II

The last Waltz Todos los héroes se mueren por volver a casa, y yo no quiero ser valiente, yo quiero cogerte de la mano y que tus ojos tristes me sonrían incandescentes. La ambulancia traquetea como un coche de caballos mientras nos llevan al lugar donde nací, al lugar donde te matan cada martes a las cuatro. Cuánto bien nos hizo el silencio en esos viajes, qué cosas tan bonitas se decían nuestras manos, y qué graciosa estabas con tu gorrito de lana arrugado.


FotografĂ­a: Patricia Waltz



Poema roto: Andrea Frye

Una sociedad iluminada de forma artificial habita ciudades incapaces de hacer el amor bajo las estrellas.


13

Poesía: Andrea Frye

13 = Yo + 3 Amarillo, AMAR Y LLORAR Y a veces ni eso. Sus labios tarareando aquel estribillo Y a veces ni eso. Nunca nos quisimos bien, sólo supimos desearnos. Y a veces ni eso. Recuerdos de ginebra impregnados en cada adoquín de Malasaña. Y a veces sueño en amarillo y, cuando despierto, descubro una canción con mensaje. Entonces empiezo a hacer eses por culpa de la ginebra y recuerdo aquel olor ya extinto a Summer Romance. ¿Sabes? Dejaron de fabricarla.

*Escuchar La Bien Querida, “A veces ni eso” (Elefant Records – 2012)


Relato: Adrián Montero; Fotografía: Ana P. Requejo

Y en mi paleta el tono pastel sufrimiento no sería ni sabor pastel ni tacto sufrimiento si se reflejase en la cur vatura de tus cuencas; vacías porque no hay sol que haga reflejo de su luz en mí, y en ti, y en mí, y en ti, y el juego de los mil espejos en el ascensor donde nuestros dos infinitos enfrentan sus espaldas ignorando el ruido de la eternidad; la realidad intentando ver su espalda a la que puso otro nombre para no sentirse sola; aquí sólo hay un imbécil; vacías, fontanelas de la visión, opaca; la realidad es sólida; la realidad se ve como una hostia a doscientos kilómetros por hora contra un muro de hormigón mientras, desnudo, intentas frenar pisando el acelerador; vacías el cargador para que el eco de la pólvora o el olor de la deflagración te despier ten; no puedes desper tar si la locura hace sueño lo real y del color los mil her tzs que acuchillan tus oídos mientras caes al vacío incontestable del volver a comenzar ; vacía la esperanza, me dedico a ponerle nombre a todos los caminos que van de mis pupilas a tu quejumbre; no hay pecado en el oleaje, no hay lujuria en la marea; aunque las olas suenen azules, su negro, en profundo, absorbe todos los sentidos, y hace, del índigo de tu presencia, vacía transparencia.


Poesía: Andrea Toribio

Vuelvo sobre los bordes silenciosos: lo que podría haber sido desastre se convirtió con el tacto sonoro, líquido dorado, en un olor comestible, en palabra sensible, sensitiva: emanará por siempre tu piel un gusto rojo por la mía.


Estoy descifrando tus caricias… Saboreando porqués, reprochando a mi conciencia que, al final, se equivocaba. Que, al final, lo único que vale es ser feliz, hacer lo que uno siente. Escuchar a ese del pecho y las baladas que bombea. Bailar al viento ese grito que silencias. Suave vehemencia enmarcando las vigilias por su cama. Aquella excusa áspera para engañar al hoy. Que no llegue mañana, que ya sé lo que pasa. Después de tanta caída ya soy íntimo de la inercia, y no son suaves sus maneras. Ahora no dejo gota de placer en cada cima que conquisto, no dejo media palabra sin besar entre sus labios. Por si caigo, no sufrir por lo que allí dejo. Que el mejor paisaje está aquí dentro. Embobado estoy mirando tu recuerdo con mis dedos. Hoy mi yemas están añorando tus caderas. Mi piel descifrando tus caricias. Ya no sé cómo te siento porque tienes inundados mis sentidos, ya no sé cómo te siento porque el modo no me impor ta si disfruto.

Relato: Adrián Pons

Estoy descifrando tus caricias, aún tengo tu tacto en mi piel…


Vi clavados entonces, unos ojos entre miles, con jirón en la piel leoparda, de oscura negritud instalada… Y una mano extendida en auxilio con pellejos de carne y maltrato . Ojos negros, mezcla universal de colores triturado derecho humano sinestesia para el alma pura, o locura transversal, infancia oculta, diluida… Siento una opacidad nueva despojos de asimétrica tristeza ortigas, vacío, náuseas, madrepora decoloreada. Contemplo avergonzarse la noche del cielo traidor. Del poco abrigo en descampado a los débiles con el desdibujo de ramas sin fruto de hojas huidas en la arboleda inútil. ¡Cuánta desnudez glacial! De frío hiriente de refugio y bienvenida. Plenilunio fantasmal balconada para nubes bobas de insulsa composición y castrada lluvia leña de violines al fuego sinfonía muda, ausente de cromatismo, llena de engaños. No sé que parte de mi cuerpo la siente entre risas, juego y paseos…

Poesía: Juan Pons

Es diciembre anverso… Un refugiado menos .


Vi単etas: Klari Moreno



Jugamos, creemos que podemos y que no nos dolerá el resultado retando a un duelo a nuestra sombra, la música no deja de sonar y los espejos comienzan a ir con el retraso adecuado, el tiempo de risas y suspiros acompaña nuestro baile de sombras y luces, la eternidad a un paso... Eternamente a un paso. Un silencio embriagador se apodera de nuestros gritos, una mirada dulce derrite las yemas de mis dedos mientras tu sabor aterciopelado tinta de amanecer nuestra piel. La lluvia sigue jugando a ser Buddy Rich contra una persiana que apor ta amparo a una verdad teñida de mentira. Sabe tan dulce y cuesta tan poco tragarla. Llevamos días entre estas cuatro paredes y nos falta agua en nuestras ácidas venas. Y eso es algo que a la lengua parece no impor tarle lo más mínimo. Los muelles extintos a -273ºC adquieren la forma de tu pecho, de tu piel brotan llamas agrias del color de aquel amanecer en el que, con los pies saliendo por la ventana, hablamos de sueños lúcidos y círculos cerrados hasta que el alba chocó contra nuestra percepción de tiempo, y fue lunes, ardua misión superar un momento de tal destrucción. Curioso que habiendo una primera vez no haya una segunda. La cer teza de la belleza se apoderó de unos sentidos que perdieron su capacidad de distinguir en qué momento acababa mi piel y empezaba su alma. Gemidos oliendo a infinito golpeados por el silencio posterior, la sucesiva réplica fue devastadora y sucia al desvelar una normalidad que fue norma tiempo atrás. Y se apodera de ti el negro olor de la verdad, aterciopelada en tus formas te muestras dura e inaccesible una vez más, y es solo entonces cuando asumes que no volverá a retumbar su eco en tu pecho.

Y se levantó y miró al alma y la verdad brilló, lo que hubo entre dos monstruos formó uno propio al que per tenecieron mientras duró su fé. Y la realidad caló en lo más profundo del cielo permitiéndoles verlo a diario. Cada uno por su lado mirando de frente a un espejo equivocado, cada uno escuchando reflejos provocados por su luz Fotografía: Clàrice Eté

Relato: Eneko Cinéreo

Y otra vez cruzamos caminos y la tinta fluyó por sí sola y la batalla fue ardua y las ganas de sentir pasaron a ser frívolas y el silencio se convir tió en losa y el amor en un objetivo y perdió su belleza y encontró su orgullo en la falta de sudor y dolió el mudo susurro de la verdad al mirarnos en una calurosa noche de invierno. Amarga bilis incapaz de sentir, en una sábana capaz de contar las más apolíneas historias y, a su vez, de perder el miedo ante la inmensidad de una puer ta abier ta. Destruyendo por completo el púr pura del recuerdo, dándole voz a una mentira.


y negando su esencia, cada uno asumió su poder al permitirle seguir al otro, nunca adelante en lugar sino en tiempo, porque la vida es el camino de vuelta a casa y los misterios no son tal y las vir tudes son carencias hechas medallas y las ganas de cambiar el mundo…

Fotografía: Clàrice Été

Sentarse frente a frente habiendo dibujado un espejo perfecto. Que dolor más hermoso, el mayor arma de doble filo jamás creada por el ego. Permitirse ser el otro. Permitirse admirar al otro. Permitirse perder el yo, permitirse perder.


Fotografía: Sofía B. Manzano


Pesa el azul cálido salado azul de lo que no quisiste ser. Pesa sobre los pasos en las palabras de los ojos cerrados. Pesa como el dolor del vientre estéril de las flores muertas de las leves flores. Pesa el prisma frío abrasador de todo lo liviano.

Poesía: Melanie Benyahya

Pesan el aire y la pluma el líquido placer de la música y el color.


in memóriam. Un dolor elástico en la nuca cuando chirrían las manos. Un desnudo de cintura hacia el centro. Pido que se siembre la tierra con sus mismos metales: Ser, estar y no padecer.

Texto: Andrea Toribio

Poesía: Andrea Toribio; Ilustración: Marjan Roshan

Pronto las flores, la música y el vaivén.




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