Edicion 870

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Edición del 29 de diciembre de 2024 Año 116 - N°6.470

Representante Legal y Director:

Obispo Óscar Blanco Martínez OMD

Editor: Pbro. Fredy Subiabre Matiacha fredysubiabre@gmail.com Impresión:

Patagónica Publicaciones S.A. Diseño Editorial: Jacqueline D.

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aludo a los que han venido a la casa de Dios, para los que están en sus casas, a los que están fuera de casa y en especial para todos los que están en esa casa de salud cuidando a los enfermos. Feliz Navidad para todos. “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a los hombres amados por él”. Así termina su relato, el evangelista Lucas (Lc 2,1-14). Un relato que comienza dándonos a conocer el contexto en el que nace Jesús “Un censo en todo el mundo decretado por el emperador Augusto …”. Por este motivo “José y María subieron a la ciudad de David, llamada Belén, para inscribirse. Estando allí, a María le llegó el tiempo de ser madre; Y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había lugar para ellos” (Lc 2,6-7). El evangelista narra el nacimiento del Mesías de una manera sobria. A María le llego el

Semanario fundado por Mons. José Fagnano el 19 de enero de 1908

Vamos todos a Belén

Homilía del Padre Obispo óscar en la celebración de Navidad tiempo del parto y dio a luz a su hijo. No dice nada más. Porque lo verdaderamente interesante es como se acoge al niño. Mientras en Belén no hay sitio, en María y José encuentra una acogida que conmueve. Sus padres no tienen miedo ni recursos, pero tiene un corazón de padre y madre, que lo envuelven en ternura y lo ponen en un pesebre. Esta noche nosotros estamos invitados a subir a Belén para encontrarnos con la Navidad, con el nacimiento de Jesús. Belén, el más pequeño de los pueblos de Judea ... Belén significa “Casa del Pan”. En Belén, casa del pan, Dios sabe que tenemos necesidad de un alimento que sacie el hambre y sed del pan, de la paz, la justicia y el amor, porque los alimentos de este mundo no sacian el hambre del corazón del hombre. Dios sabe que en este mundo hay pocos que banquetean y muchos que pasan hambre, porque no tienen ni para pan.

En Belén, “Casa del Pan”, Dios nace en una pesebrera, lugar donde se cobijan y alimentan los animales. Allí está Jesús, como diciéndonos: “Aquí estoy para ustedes como su alimento”. Allí está él, no para darnos algo, sino para darse él mismo. Como diciéndonos: “Aquí estoy para todos, para todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. En Belén descubrimos que Dios se da todo, se da en vida, en amor y misericordia. Se da todo y para todos. Allí en el pesebre está la carita de Dios. Cuando éramos niños, se nos enseñó que el pan era la cara de Dios, por lo tanto, no se podía botar, sino acariciar, cuidar, nunca acapararlo, sino compartirlo. Dios se hace alimento y nos dice: “Tomen y coman todos de él” porque nutriéndonos de Él, podemos renacer del amor y romper con la espiral de la avaricia y la codicia. En Belén, “Casa del Pan”, Jesús nace en un establo cuando era de noche, en una pesebrera, sin luz, agua ni gas. En la noche, cuando los problemas se acentúan, en la noche cuando contamos con las solas fuerzas humanas. En la noche, cuando se necesita encender una vela, una lámpara para que ilumine a todos los que están en la casa. Pero también Jesús llega de noche, a la hora de la cena, cuando están todos, cuando no hay excusas para no estar: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20). “Sobre los que habitaban en la oscuridad ha brillado una luz” (Is 9,1). La noche es buena cuando estamos todos, cuando en la mesa no falta nadie, cuando se comparte la vida, las penas, las alegrías, los gozos y las esperanzas. Jesús quiere cenar esta noche con nosotros, quiere que sea una cena de Navidad, una cena en una casa, donde no falte el pan fruto del trabajo del hombre y la mujer, una cena donde no solo sea recibir, sino también compartir, una cena donde nadie quede afuera por ser pobre, extranjero o pensar distinto. Los pastores, los primeros en

recibir la buena noticia, fueron sin temor a Belén, y se encontraron con un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, porque no tenían allí una casa digna para nacer, pero lo esperaban sus padres José y María, con un corazón de padre y madre y un montón de cariño y amor. Allí está la luz que iluminó toda la casa del pan, que encendió los corazones de los hombres y mujeres amados por él. También nosotros, Señor, queremos subir a Belén; cuando el camino se hace cuesta arriba. Debemos allanar los senderos del egoísmo; abajar los montes de la soberbia y enderezar los torcidos por el engaño. En el subir, debemos cuidarnos de resbalar en los barrancos de la corrupción y en la escarcha negra del pecado. Queremos llegar a Belén, Señor, porque allí nos encontramos con el pan de la vida, el pan del amor y el pan de la paz. En Belén aprendemos que el pan se parte y se reparte alcanzando para todos. Allí aprendemos acoger la vida, a cuidarla y promoverla. Allí conocemos tu segundo nombre: Emmanuel, Dios con nosotros. Vamos todos a Belén como peregrinos de esperanza, para entrar juntos al año jubilar 2025.

El Jubileo es una puerta que hay que abrir, un umbral que hay que atravesar. Es abrirnos al Señor Jesús, que es la puerta por donde todos estamos llamados a pasar. El Jubileo nos invita a renovar nuestra condición de peregrinos de esperanza en medio de este mundo: “Esta esperanza no solo está dirigida a la vida personal de cada creyente, sino que se extiende a la sociedad en su conjunto, a las relaciones interpersonales y a la promoción de la dignidad de cada persona” (Papa Francisco en la apertura de la puerta Santa). Es un tiempo para abrir los ojos ante la tragedia de la pobreza, la violencia y la guerra, que impide vivir a millones de personas con dignidad y en paz. El Jubileo nos llama a construir una tierra y una sociedad basada en la solidaridad, en el compartir y repartir de manera justa los recursos que son de todos. El Jubileo es peregrinación, es oración, es reconciliación, es fe y es esperanza cristiana que no defrauda. Feliz natividad del Señor Jesús. Feliz de celebrarla juntos. Feliz de seguir caminando juntos, con alegría, porque es Dios quien nos visita para estar con nosotros. Feliz de poder vivir un año jubilar 2025 con esperanza.


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