La epopeya del nacimiento de la ciudad de Sabiñánigo es inseparable de dos hechos fundamentales: la llegada del ferrocarril en 1893 y la instalación de la empresa Energía e Industrias Aragonesas, S. A. (hoy Ercros) en 1918, de la que este año se cumple su centenario. Aquellos franceses pioneros de la hulla blanca, como se denominaba a la hidroelectricidad, no solo forjaron la primera y única ciudad industrial del Pirineo aragonés, sino que explotaron toda la cuenca del Gállego, desde los ibones de Sallent y Panticosa hasta las centrales de Biescas, para usar aquella energía en la fabricación de productos estratégicos y pioneros en su época: amoniaco, ácido sulfúrico, cloro, agua pesada...