10 minute read

el nuevo sistema adoptado

CAPÍTULO 3

LA NOMENCLATURA URBANA DE LIMA DEL AÑO 1861

Advertisement

3.1 EL CAMBIO DE LA NOMENCLATURA URBANA (EL NUEVO SISTEMA ADOPTADO)

Hacia el año 1857, D. Manuel Atanasio Fuentes presentó a la consideración de la Municipalidad de Lima un proyecto de cambio de la vigente nomenclatura de las calles de la ciudad por otra según la cual, suprimiéndose las designaciones individuales que tenían las cuadras, se daría un mismo nombre a cada serie continuada de ellas, nuevos nombres que serían los correspondientes a personajes y acontecimientos memorables de la historia nacional. Complementariamente, proponía que la numeración de las puertas de las calles se hiciese poniendo los números pares en una acera y los impares en la opuesta; y que en las puertas de las tiendas o establecimientos comerciales se colocasen letras y no números. Para justificación de esto último, lo de las letras, aducía el hecho de la frecuencia con que se suprimían tiendas y cocheras para hacer habitaciones de reja (las llamadas ventanas de reja), y con que, al contrario, se hacían de las habitaciones de rejas tiendas independientes. Agregaba Fuentes a este respecto: “Es claro que no adoptándose el sistema de letras, una de esas variaciones alteraría y echaría a perder el orden de numeración de toda una calle. Para evitar este inconveniente se acostumbra en algunos pueblos de Europa poner letras o quebrados”. Fuentes fundamentaba su proyecto en que siendo las cuadras bastante pequeñas, el hecho de llevar cada una nombre distinto no servía sino para recargar la memoria y hacer imposible retener fácilmente los nombres de todas. Otra razón que argüía para abonar su proyecto de reforma era la de que los propios nombres antiguos de las calles podían considerarse inadecuados en su mayoría. “Pocas cosas –decía– habrá ciertamente tan ridículas que la mayor parte de los nombres de nuestras calles, los más de ellos caprichosos, que nada significan, sin que falten algunos que toquen de obscenos”.

El proyecto de Fuentes no mereció opinión favorable del municipio de la capital, por lo que el proponente escribía tiempo después, refiriéndose a su intento de reforma: “Nosotros creíamos hacer un bien a la población borrando del catálogo de sus calles los nombres de Borricos, Pericos, Siete Jeringas, Patos, Yaparió y otros por el estilo, y sustituyendo 355 palabras (los nombres de las 355 calles o cuadras que había entonces en Lima), que nada significan en su mayor parte, con 80 o 90 históricas”. Tres años después, en 1860, D. Mariano Bolognesi sometió a la municipalidad otro proyecto de reforma de la nomenclatura urbana, análogo al de Fuentes en cuanto a cambiar los nombres antiguos y a clasificar la ciudad por calles continuadas; y distinto en cuanto sugería que en lugar de nombres históricos se adoptasen nombres geográficos, los pertenecientes a los departamentos y provincias del territorio patrio. También la numeración de las puertas de las calles se variaría dando a las cuadras ordenación por centenas y yendo los números pares en una acera y los impares en la otra. Para evitar la colocación de letras en los establecimientos comerciales, las numeraciones de las puertas no estarían en inmediato orden correlativo, sino prudentemente salteadas, dándose así la posibilidad de introducir nuevos números, sin alteración del propio orden numérico centenario, cuando se abrieran nuevas puertas. El proyecto de Bolognesi, previo estudio y dictamen favorable de comisión, fue aprobado por el Concejo Municipal del referido año 1860, aunque el acuerdo quedó en suspenso por haberse variado el personal edilicio y no haber habido oportunidad de aprobar el acta de la sesión correspondiente. Al año siguiente, 1861, el nuevo cuerpo municipal estimó que el proyecto de Bolognesi requería mayor ilustración, y lo envió otra vez a estudio e informe de la comisión. En este sentido, y ante las dudas que se habían formulado sobre si la municipalidad tenía o no atribución legal para variar la nomenclatura de las calles de la ciudad, el regidor Ayllón, en la sesión del 19 de septiembre de aquel año, presentó una proposición solicitando que se resolviese perentoriamente si se admitía o si se rechazaba el proyecto de Bolognesi. La proposición tenía los siguientes considerandos:

1.° Que si el sentido del artículo 44° de la Ley Municipal no es bastante explícito, aunque el Congreso lo aclare nunca podré hacerlo sino a favor de la Municipalidad, desde que tal atribución, siendo esencialmente local, no presenta competencia ni duda alguna sobre quien debe ejercerla.

2.° Que quien tiene la atribución de dar dirección y nombre a las calles nuevas que se abran, con mayor razón tendrá atribución de cambiar los

nombres sucios, ridículos y desordenados de las ya existentes, que fueron abiertas y bautizadas cuando fueron nuevas por otros cuerpos municipales, que no previeron su error.

3.° Que la Municipalidad de Chorrillos no hace mucho ha dado prueba de que tal atribución es municipal, verificando ella el cambio de los nombres de sus calles, sin que nadie le haya disputado la ejecución, a pesar de que el sistema que ella ha adoptado no es el más conveniente.

4.° Que el cuerpo municipal que nos ha precedido tenía tal conciencia de que la atribución de que se trata era suya, que en su última sesión aprobó todo el proyecto del señor Bolognesi con una sola insignificante excepción, y que si no se llevó a cabo la obra, como tampoco se aprobó el acta de la sesión en que este se resolvió, no fue sino porque dicho cuerpo no se resolvió a reunir, habiendo cesado en sus funciones; y

5.° Que aplazar la resolución hasta que el Poder Legislativo aclare una cosa que en realidad no es sino secundaria, equivale a rechazar la proposición, privando de esta manera al actual cuerpo municipal de la honra de realizar una obra de tan notoria utilidad, que al fin y al cabo la realizará la corporación que nos suceda o cualquiera otra venidera.

El municipio, en su sesión del 5 de octubre de 1861, conoció el dictamen favorable recaído nuevamente en el proyecto de Bolognesi y lo sancionó sin discusión. Finalmente, el inmediato día 8 de octubre, fue aprobada el acta de la sesión anterior, con lo que quedó definitivamente acordada la nueva nomenclatura de las calles de la ciudad. En esta ocasión, solo Garfias y Cosío rechazaron el acuerdo tomado por los regidores, haciendo presente el primero que recurriría al Supremo Gobierno para que no se llevara adelante lo resuelto por la corporación. Cabe precisar que pesó en el ánimo de los mandantes edilicios el clamor de los vecinos de algunas calles –como los Pericotes, Yaparió, Siete Jeringas, etc.– que tenían vergüenza expresar que residían en tales calles de tan extraña designación. Coincidiendo con Fuentes, Bolognesi y Ayllón, en lo de las calles de nombres obscenos o sucios, Juan de Arona dijo en 1884:

A fin de simplificar la nomenclatura se ideó ahora cosa de 25 años dar un solo nombre a cada seis de cuadras. Para esto se trasplantó bajo los techos de la ciudad todo el mapa de la república. A pesar de la facilidad

que esta nomenclatura ofrece, nuestro pueblo, acostumbrado a regirse por su dichoso empirismo, no ha querido entrar en el cartabón, y sigue saboreando sus calles de las Albahaquitas, del Aromito, del Limoncillo, de la Piedra Horadada, de Yaparió, de Siete Jeringas, no viéndose la nomenclatura sabia sino en las referencias comerciales o en las tarjetas, y aún allí acompañadas entre paréntesis de la antigua, como aclaración indispensable.

La nueva nomenclatura por calles continuadas o “jirones” estableció que estos tendrían los nombres de las principales regiones del territorio nacional de conformidad con su división política y administrativa, ello es, dando los nombres de los departamentos del Perú a los jirones situados entre el oriente y el occidente de la población, o sea a los que corrían paralelos al río Rímac; y de provincias a los ubicados entre el norte y el sur, o perpendiculares al río. Como los jirones situados entre el este y el oeste superaban en número a la de los departamentos, se utilizaría en los excedentes los nominativos de los principales ríos del propio territorio nacional. A su vez, como el número de los jirones perpendiculares al Rímac era menor que el de las provincias existentes, muchos nombres de estos quedaron por el momento sin representación en el plano de la ciudad. Se estableció también que los jirones o calles situados de norte a sur llevarían inscritas sus nominaciones en planchas de color amarillo; y los ubicados de este a oeste en planchas de color azul. De estos últimos, los que corrían al oriente tendrían en sus planchas azules letras blancas; y las que corrían al occidente letras de color amarillo. Se precisó igualmente que los nombres de las calles estarían puestos en orden semejante al que tenían en el territorio peruano, y que, por consiguiente, toda calle con nombre de provincia tocaría en algún punto con el departamento al que pertenecía. Como la idea de la reforma de la nomenclatura fue la de trasladar, en cuanto a nombres, el mapa del Perú al plano de Lima, se separó un jirón, el principal, el principal de la ciudad, al cual se denominó De la Unión, porque siendo el eje divisorio del plano unía a todas las circunscripciones políticas de la nación. En el barrio llamado de Abajo al Puente, el eje divisorio fue el jirón denominado de Trujillo desde antigua data. Hacia el año 1866, ejecutada ya la obra de la reforma de la nomenclatura, la ubicación y nombres de los jirones de Lima eran los siguientes:

A. Calles de la ciudad, excepto las de Abajo el Puente

A.1. Calles paralelas al río (con nombres de departamentos o ríos)

A.1.1. A la izquierda del Jirón de la Unión, mirando al río:

1. Santa 2. Lima 3. Callao 4. Ica 5. Huancavelica 6. Arequipa 7. Moquegua 8. Ocoña 9. Quilca 10. Tambo 11. Loa

A.1.2. A la derecha del Jirón de la Unión:

12. Amazonas 13. Ancash 14. Junín 15. Huallaga 16. Ucayali 17. Ayacucho 18. Cuzco 19. Puno 20. Apurímac 21. Chili 22. Monzón 23. Pachitea 24. Inambari 25. Bambas 26. Mapiri 27. Tipuani

28. Desaguadero 29. Ilabe 30. Oropesa 31. Coata

A.2. Calles perpendiculares al río (con nombres de provincias)

A.2.1. A la izquierda del Jirón de la Unión:

32. Camaná 33. La Rinconada 34. Caylloma 35. Arica 36. Tacna 37. Chancay 38. Tarapacá 39. Cañete 40. Angaraes 41. Tayacaja 42. Ilo

A.2.2. A la derecha del Jirón de la Unión:

43. 28 de Julio 44. Carabaya 45. Lampa 46. Azángaro 47. Cotabambas 48. Abancay 49. Urubamba 50. Pasco 51. Chachapoyas 52. Paruro 53. Andahuaylas 54. Huanta 55. Cangallo 56. Jauja 57. Huánuco 58. Maynas 59. Huari 60. Huaylas 61. Huamalíes 62. Conchucos

Jirón de la Unión. Colección Jorge Benavides-Lima La Única

B. Calles del barrio de Abajo el Puente

B.1. Calles perpendiculares al río (con nombres de provincias)

B. 1. 1. A la izquierda de la calle de Trujillo:

63. Ayabaca 64. Catacaos 65. Chalaco 66. Paita

B. 1. 2. A la derecha de la calle de Trujillo:

67. Chiclayo 68. Atahualpa 69. Manco Cápac 70. Lambayeque 71. Pataz 72. Hualgáyoc

B. 2. Calles paralelas al río (con nombres de departamentos y de ríos):

B. 2. 1. A la izquierda de la calle de Trujillo:

73. Tumbes 74. Madera 75. Chira 76. Purús 77. Sechura 78. Yutay 79. Piura 80. Virú 81. Casma 82. Huaura 83. Rímac

B. 2. 2. A la derecha de la calle de Trujillo:

84. Cajamarca 85. Libertad 86. Marañón 87. Loreto

Estos 87 jirones con los 2 de Trujillo y De la Unión (jirones ejes) dan los 89 jirones que tenía Lima en el referido año 1866. Como puede observarse, el plan trazado de que los departamentos y los ríos estuviesen paralelos al río y las provincias, perpendiculares, no se cumplió estrictamente en la práctica efectuada. El jirón Santa tenía nombre de provincia, siendo paralelo, lo que puede explicarse porque solo comprendía una cuadra (la antigua de Polvos Azules). Entre los departamentos de Junín y de Ayacucho (paralelos y a la derecha del Jirón de la Unión) se incorporaron los nombres de Huallaga y de Ucayali, correspondientes a ríos, los que en rigor de ordenación debieron situarse después del departamento del Cuzco. En los jirones perpendiculares al río y situados a la izquierda del Jirón de la Unión apareció el de la Rinconada, que no corresponde a provincia, sino a una nominación antigua. El jirón 28 de Julio (correspondiente al antiguo callejón de Petateros) rompió también con su nombre la regla establecida. En el barrio de Abajo el Puente aparecen a su vez los nombres de Catacaos y Chalaco, que son nombres de distritos, y los de Atahualpa y Manco Cápac entre designaciones de provincias.

This article is from: