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Constancia en el mando

Alan García Perez

II SEGUNDA REGLA

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TUVO OBJETIVOS CLAROS PARA SÍ Y CONFUSOS PARA LOS DEMÁS

Alan García Perez

Parece lógico y hasta redundante señalar que el conductor político o el impulsor de un proyecto deben tener propósitos ordenados y claros para sí pero no revelar su estrategia a los adversarios. Sin embargo, la realidad no es tan simple o exacta, pues en muchos casos ocurre que el jefe no tiene definidos sus propósitos ante sí mismo. Entonces sobrecarga el sistema que carece de fines, motivaciones y regulación. Peor aun, puede ocurrir que sea el adversario quien identifique esos fines en tanto que el actor no es consciente de ellos. Este caso generará la crisis del sistema, su parálisis.

OBJETIVOS DEFINIDOS Crear un reino. Un nuevo sistema político

Francisco Pizarro tuvo un objetivo esencial. Hijo bastardo de una criada de convento, analfabeto y pobre en la España medioeval, quiso crear un reino para sí mismo, con tributos y riqueza, sosteni- ble en el largo plazo. A diferencia de otros capitanes, utilizó la riqueza obtenida del rescate de Cajamarca y lo que le tocó del tesoro del Cusco y de otras zonas para mantener su fuerza militar, comprando por 100 mil pesos las tropas de Alvarado, o compartiéndola con algunos de los soldados que llegaron tarde a Cajamarca, cuando ya el tesoro se había repartido en los primeros meses de ese año, a cambio de su fidelidad. Utilizó su riqueza fingiendo perder apuestas o, como recuerda Pedro Pizarro, perdiendo en el juego de los bolos y los naipes ante soldados empobrecidos.

Repitamos que su objetivo no fue enriquecerse ni ennoblecerse, sino crear un reino, leal a la Corona Española pero en los hechos independiente por la distancia, que ejerciera la hegemonía desde Panamá hasta Chile, contando con el Golfo de Guayaquil, el Cusco y una nueva capital. En él, Pizarro sería gobernador vitalicio sobre una aristocracia encomendera, con incas títeres, ceremoniales, pero con una alianza directa con los caciques que garantizaría su dominio sobre la fuerza de trabajo capaz de continuar entregando un cuarto de su tiempo de labor como impuesto para el reino. La población campesina habitaría en pueblos de indios y los europeos en ciudades españolas con alcaldes vitalicios nombrados por él. Un

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