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Constancia en la táctica política: cambiar las cartas

Pizarro, el Rey de la Baraja reino con mayor rentabilidad, gracias al caballo y a la nueva tecnología, sin amenazas militares ni adversarios. Tal era su proyecto.

Esa forma de actuar es muy diferente a la de su hermano Gonzalo, el cual, en 1544, y con la inspiración de Francisco de Carbajal, estuvo a punto de ser declarado/ «rey» o «príncipe victorioso’, independizando estas tierras con el argumento de que la monarquía no había invertido «ni un peso» para su conquista. Además Pizarro tuvo conciencia del despoblamiento por las enfermedades y las guerras, y para resguardar las fuerzas productivas promulgó sus Ordenanzas del Cusco y estableció, antes que el virrey Toledo, el sistema de pueblos de indios. Y todo ello lo hizo en un clima inestable y bélico.

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Dominar la escena y centralizar la dirección

El segundo objetivo fue dominar monopólicamente la dirección, lo que lo llevó a fundar una capital, su sello personal en el Nuevo Mundo, como centro equidistante entre Quito y Cusco; un centro geográfico y, al mismo tiempo, el punto marítimo de vinculación con España. Para ello fundó también ciudades intermedias (Piura, Trujillo, Huamanga), distribuyó las encomiendas creando una protoaristocracia y se alejó de Jauja y del Cusco, a diferencia de Cortés, que mantuvo en la vieja Tenochtitlán la capital del México español.

Eliminar al jefe adversario. Fortalecer la integración

Un tercer objetivo de su acción fue eliminar al jefe adversario sabiendo que, al capturar al jefe indígena, paralizaría el imperio y al mismo tiempo desacreditaría a Atahualpa, como en efecto lo logró. Con el propósito de superar toda rivalidad, y aun aprovechando la momentánea vida que concedía a sus prisioneros, como Atahualpa y Huáscar a través de aquel, a Chalcuchímac o Almagro, llegaba invariablemente a la eliminación física del adversario, tal cual ocurrió con los mencionados. No tuvo necesidad de enfrentarse a Rumiñahui, el general del ejército atahualpista del norte, quien, después de su conflicto con el orejón Maica Huillca sobre la estrategia de encuentro con los españoles, optó por rebelarse, abandonar

Alan García Perez

la escena y volver a Quito para construir su poder personal en conflicto con Atahualpa. En el caso de Quisquís, este general quiteño del ejército del sur, el más leal de todos, por exigencia de sus tropas y después de ver frustrados sus intentos de impedir la llegada española al Cusco, debió replegarse hacia el norte y uno de sus lugartenientes, Huayna Palcón, lo ultimó de un lanzazo.

Se comprueba así la estrategia clara de usar la muerte después de aprovechar al máximo la vida o la prisión de sus adversarios, comprendiendo la importancia de un jefe máximo indígena cuya muerte desorganiza e infarta todo tipo de acción. En 1536, cuando las tropas de Titu Yupanqui, jefe militar de Manco Inca, ocuparon el cerro San Cristóbal y rodearon Lima con tres columnas, el objetivo principal fue la eliminación del jefe sitiador. Y cuando este, después de cuatro infructuosos intentos por tomar la ciudad, optó de manera suicida por encabezar el ataque por la zona del molino (barrio de Santa Ana) con otros veinte señores «vestidos galanamente» y a bordo de una litera, fue el propio Pizarro quien señaló con su espada a Pedro Martin de Sicilia para que este, a caballo, acabara de un lanzazo con su vida. Eso originó el inmediato repliegue de todas las fuerzas indígenas, que serían después masacradas por Alonso de Alvarado en la batalla de la Cuesta de la Sed (Lomo de Corvina), en dirección a Pachacamac.

Salir de Almagro y de Hernando

Un cuarto y claro objetivo fue separar de la escena a Alma-gro, a pesar de contar con su subordinación temerosa y mediocre o de saberlo inferior a él en capacidad de análisis y razonamiento político. Almagro, que fue exigente en Panamá, se había dirigido a la Corona disminuyendo el rol de su jefe, le reclamaba tesoros ya repartidos, agrupaba soldados descontentos, pretendía una gobernación rival e inclusive el Cusco para ella. Debía ser neutralizado. Para ello lo enfrentó a De Soto y a Hernando, lo forzó a negociar con Alvarado, lo envió a Chile a empobrecerse y, finalmente, lo ajustició después de Las Salinas. Además, si bien amaba a sus hermanos y tenía confianza en su respaldo, desconfiaba de la soberbia hidalga y del orgullo impetuo

Pizarro, el Rey de la Baraja so de Hernando, el único hijo legítimo de su padre, quien participó a desgano en su visita a Trujillo de 1529 y ocasionó, por ser altanero y cruel, graves problemas que culminarían con su prisión en España. Pizarro tuvo la frialdad necesaria para enviarlo a Toledo, en su condición de hidalgo menor, con el quinto real de Cajamarca, evitando asi un encuentro violento con Almagro, al cual Hernando despreciaba por su condición de plebeyo y de «moro relajado» (homosexual). Tal vez buscaba que permaneciera en España con su nueva riqueza, pero volvió. Entonces, por segunda vez y tras la írrita ejecución de Almagro, lo envió otra vez a España con el quinto real del Cusco. Y en esta ocasión no regresó.

Restituir la legitimidad indígena. Función de adaptación y crecimiento

Un objetivo claro fue presentarse como respetuoso de la autoridad de Manco Inca, para restaurar con él una «legitimidad subordinada» y mantener la «correa de trasmisión» con la base social. Ello, además, se enmarca dentro de la lógica de Maquiavelo, quien sostiene: «No es positivo introducir nuevas instituciones». Para él, era más conveniente superponerse a la vieja legitimidad incaica reconociendo y coronando nuevos incas. Así lo hizo para dejar el sur garantizado, mientras él creaba un nuevo centro de poder para su reino en Lima. Pero, ausente, no pudo frenar los abusos de sus dos hermanos menores, Juan y Gonzalo, quienes sometieron a vejaciones, encadenamiento e insultos a Manco Inca, a quien, vuelto Hernando, le arrebataría la esposa, lo que culminaría en que Manco Inca, aliado con el Villa Huma, Titu Yupanqui y otros señores, comenzara su gran rebelión. Así lo atestiguaron Pedro de Oñate y Juan Gómez de Malver, los emisarios de Almagro ante Manco Inca, según los cuales, su mayor queja «fue sobre su esposa. ¿Cómo es posible que el gran señor de Castilla ordene que los españoles secuestren a mis esposas?» (Macquarrie, p. 290). Fue el único momento en el cual se puso en peligro los objetivos de Pizarro.

Superar a Cortés. Función de motivación

Suponemos que uno de los objetivos de Pizarro fue superar la

Alan García Perez

importancia y la gloria de Cortés, su primo, al cual vio llegar a Toledo como triunfador. Y lo logró, habida cuenta de que no tuvo una «Noche Triste», como Cortés, que en esta perdió la mitad de su ejército y fue expulsado de Tenochtitlán. Además, Pizarro se mantuvo mucho mayor tiempo como factótum o rey de hecho en el Perú. Este objetivo se deduce de la gran alarma que suscitó en Pizarro el arribo de Pedro de Alvarado a Piura con 600 soldados y once navios. Era la sombra del conquistador joven, cronista y salmantino y ante ella usó todo su dinero y la figura de Almagro.

Imágenes confusas

Pizarro tuvo estos y otros objetivos claros para sí mismo, pero se empeñó como parte de su hábil política en presentar metas confusas frente a los demás. Es una reiterada estrategia histórica en el juego de cartas de los triunviratos de la historia -Pompeyo, César y Craso o Antonio, Octavio y Lépido-. También se usó en los desembarcos fingidos, como el de Napoleón partiendo de Boulogne, que culmina en un súbito giro hacia Alemania, o el de los Aliados en 1940, que se «preparó» para Calais y se produjo en Normandía. Es una estrategia repetida en todas las reelecciones de la historia, sean del actor, de su cónyuge o de su hijo, que primero se niegan pero luego se ejecutan, etcétera. Veamos algunas de las señales y mensajes de confusión emitidos por Pizarro, en lo que David Easton llamaría el feedback o la retroalimentación del sistema, con la que mediante un mensaje ambiguo se desorganizan y reorientan las demandas, o inputs, que recibe el sistema.

Las cartas estaban marcadas en su viaje a Toledo. Asegurar la integración

Por ejemplo, viajó a España para alcanzar las posteriores Capitulaciones de Toledo buscando condiciones similares para los tres socios de la Compañía del Levante pero obtuvo solo para él los cargos y la primacía. Supo justificarlo posteriormente ante sus socios argumentando que no lo había logrado porque la Corona buscaba que no se produjeran fricciones entre quienes compartían responsabilidades. Eso dijo, pero podemos presumir que desde su par

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