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La cruz. Un núcleo duro identificado

Alan García Perez

VI SEXTA REGLA

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DECIDIÓ Y EJECUTÓ ÉL MISMO LOS HECHOS FUNDAMENTALES

Alan García Perez

Viejo recurso de la política, quien manda o quien encama la legitimidad busca estar presente en las grandes circunstancias; en la victoria, en la firma de la rendición, en la teatralización de las capturas. Puede, inclusive, vestirse como Robespierre en la Fiesta del Ser Supremo, colocarse él mismo la corona como Napoleón o ser el primero en cruzar a caballo el Rubicón como César. Pizarro también reservó para sí los que consideraba los temas más importantes y en los que se hacía evidente la faceta teatral de la política.

La captura de Atahualpa

Recordemos, como primero de ellos, el haber llevado ante el emperador la propuesta de la conquista y suscribir, a su manera, las Capitulaciones de Toledo. Luego, resaltemos el más característico y teatral: el desafío planteado a sus hombres en la Isla del Gallo para mantenerse en el descubrimiento y la conquista. El tercero es de enorme importancia: en la plaza de Cajamarca, después de haber enviado a Valverde, fue él mismo quien se abrió paso, a la cabeza de veinticuatro españoles y causando gran mortandad entre los indios, para tener el privilegio de apresar directamente a Atahualpa, el cual, ante la resistencia pasiva de los rocanas cargadores de las andas, solo pudo ser tomado después de que Pizarro fue herido en la mano por otro español. Es trascendental y simbólico que el jefe de la expedición fuera el primero en poner la mano sobre el Inca y lo condujera personalmente al galpón que le había asignado como prisión.

La ejecución de Atahualpa

En cuarto lugar, podemos citar el hecho de que decidiera la ejecución de Atahualpa, evadiendo sin embargo la responsabilidad por ella, lo que logró al transferir simbólicamente la responsabilidad a todos. Es cierto que la totalidad de los caciques del norte exigía la muerte de Atahualpa, y los emisarios de Huáscar y del sur cusqueño también, pero asumir la responsabilidad de matar a quien aparentaba tener la legitimidad religiosa y legal en el territorio indígena fue algo que Pizarro no aceptó jamás como una decisión propia, aunque de hecho tuvo todo el poder legal y físico para evitarlo. El sabía

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