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La llegada española intensificó el conflicto
Alan García Perez
Pedro de Alvarado. Un adversario temible y de gran dimensión
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Compañero de aventuras y lugarteniente de Hernán Cortés, Pedro de Alvarado participó con mucha crueldad en la conquista de México y desencadenó, por la matanza del Templo Mayor que perpetró en ausencia de Cortés, el gran levantamiento de Tenochtitlán. Representaba el éxito militar en ese otro escenario. En 1534 desembarcó súbitamente con seiscientos soldados y once navios, la fuerza militar más grande que había llegado al Perú. Eran cuatrocientos cincuenta infantes y de caballería, más ciento cuarenta «del mar», como consigna el historiador Héctor López Martínez en «Los que vinieron con Pedro de Alvarado» (Separata de Humanidades. PUCP. 19721973). Su objetivo previsible era reemplazar por la fuerza a Pizarro y tal vez, con sus relaciones en España, justificar y validar el hecho consumado. Venía además premunido de confusas autorizaciones del Consejo de Indias para descubrir y conquistar.
Fue ese el único momento en que Francisco Pizarro sintió verdaderamente una amenaza a su legitimidad, pero ante ello dio prueba de gran sagacidad y realismo.
Temeroso del éxito ya demostrado por Pedro de Alvarado, prefirió negociar su propia legitimidad, y evitar enfrentarlo en una batalla de dudoso resultado. Aceptó así una transacción que lo empobreció en el equivalente de media tonelada de oro. Pero ello le permitió librarse prontamente del único que hubiera podido emular su capacidad de dirección y podría haber sumado a sus seiscientos hombres los doscientos soldados de Almagro, descontentos por no haber participado aun en la riqueza.
Juan y Gonzalo. Los menores a proteger
El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su «Historia natural y general de las Indias», ya ciiada, define a estos humanos como «tan soberbios como pobres e tan sin hacienda como deseosos de alcanzarla», pero ignora que el padre de los Pizarro, los consignó debidamente en su testamento a pesar de ser bastardo. (Nota de Héctor López Martínez).
Pizarro, el Rey de la Baraja
Además de su natural afecto filial, Pizarro vivía agradecido con ellos por haber formado el núcleo duro y fuerte de su legitimidad inicial. Sabía que eran crueles y orgullosos, sin embargo, se vio forzado por el viaje a España de Hernando, para no nombrar a Almagro, a designar a Juan como gobernador del Cusco, grave error que motivó, en ausencia de él, que era el único conductor político capaz, la gran rebelión de Manco Inca por los maltratos que tanto Juan como Gonzalo le infligieron. Por ejemplo, contra lo previsto por Maquiavelo, Gonzalo Pizarro insistió violentamente en que el Inca le entregara a su esposa Cura Ocllo como una prueba de sumisión y al entregársele otra ñusta en lugar de la esposa, la tomó por su cuenta. Ello fue determinante en el inicio de la rebelión del Inca.
Pizarro conocía de la ambición, la codicia y la crueldad de sus hermanos, pero confiaba en que estaban subordinadas a su autoridad. A pesar de los peligros, no llevó a Gonzalo a Lima, dejándolo en el Cusco sin poder imaginar que después de su muerte, en 1544, la ambición de Gonzalo llegaría a desafiar la legitimidad central del imperio y del propio Vaticano al exigir la virtual autonomía o independencia del Perú, con la inspiración de Francisco de Carbajal. De este último escribió Pedro Pizarro: «Este Carbajal era tan sabio que decían tenía familiar», aludiendo a la leyenda repetida por la tropa, según la cual Carbajal, originalmente llamado López Gascón, era hijo del Papa Alejandro IV Borgia y por tanto hermano de César Borgia, «El Príncipe», de Maquiavelo. La verdad es que los conoció como secretario en Roma del Cardenal Bemardino de Carbajal, del cual tomó el apellido. La hipótesis probable es que fue hermano del Cardenal y por tanto hijo del Señor de Torrejón de Cáceres, Don Francisco López de Carbajal. Fue tal parentesco el que le permitió, a pesar de ser formalmente plebeyo, llegar a la Universidad de Salamanca, de la que fue Rector su posible hermano, el cardenal, quien después fue excomulgado por organizar el Concilio Cismático de Pisa contra el Papado, como en el Perú Carbajal impulsó a Gonzalo Pizarro a la ruptura con la Corona Española. ¿Coincidencia genética? (Sobre la familia Gascón ha escrito Héctor López Martínez. «Rebeliones de mestizos y otras temas quinientistas». Ediciones P.L. V. Lima 1972).