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6. Las casas de los colegios

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Abreviaturas

Abreviaturas

La educación de las elites indígenas en el Perú colonial

1618 para casa y seminario, y desde entonces se daba una lucha continua para recuperarla. Además, según el obispo, el colegio real de San Bernardo copaba a todos los hijos de las buenas familias «aviendo obligado a los de el seminario se esten en el suyo» (AGI, Lima: 305). En el Cuzco de 1622, la cuestión del colegio de caciques era, pues, candente. En Lima, el mismo año, tan pronto como se marchó a España el virrey Esquilache, el Real Acuerdo se apresuró a modificar lo establecido. Apoyándose en la recomendación del Rey de que fueran moderados los gastos, declaró que el dinero se había de sacar: «De los censos de los yndios desta ciudad que no tuvieren dueños ni comunidades conocidas y si las cantidades deste genero no bastaren se tomara lo que faltare de las comunidades conocidas de donde hubiere yndios en la dicha reclosusion [sic] y colejio rata por cantidad y casso que los dichos yndios sean de pueblos que no tengan censsos en la dicha caxa se tomara de otras comunidades con toda la moderacion posible». (AGI, Lima: 305) Esta decisión parecía más justa en la medida en que los censos «vacos y extravagantes»8 que caían en la caja no eran en provecho de ninguna comunidad, y el hecho de pagarse de las comunidades que tenían hijos de caciques en el colegio, no gravaba a las otras... sin contar con la corrupción de los jueces y administradores de las cajas.

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6. Las casas de los colegios

En Lima, en la junta del 5 de julio de 1618: «Mando su Excelencia que una sala grande que esta arrimada a la casa de los dichos padres de la Compañía destinada para hospital, y que nunca ha servido de ello[...] se dispusiese con camas y lo demas necesario para poner allí los hijos de los caciques de esta comarca, dandole puerta a la casa de los dichos padres para que esten dentro de ellos y allí les enseñen y doctrinen en forma de colegio [...]». (Inca: 783) Los jesuitas tenían la doctrina de Santiago del Cercado donde, en 1591, se habían reducido los indios de Lima que antes vivían en el barrio de San Lázaro. Se hizo por orden del virrey Hurtado de Mendoza «a fin de que los indios fuesen de la parroquia de los padres de la compañía» (AGI, Lima: 93). Fue contra la voluntad

8 Se llamaron extravagantes, los censos que no se atribuían a nadie por no recordar quiénes eran los beneficiarios.

del arzobispo y de los mismos indios que tenían que recorrer largas distancias para ir a la ciudad. Como el Cercado era una sola doctrina que siguió siendo de los jesuitas, los hijos de caciques no mudaron de casa hasta la expulsión de los religiosos. Su colegio estaba dentro de la misma casa grande de la Compañía. Según se puede ver en el plano sin fecha9 (fig. 1), tenían una sala bastante espaciosa, junto a la capilla interior, un refectorio propio, pequeño, al lado del refectorio grande, y una cancha. Aparece una sola enfermería en este plano, la de los esclavos, pero el inventario de Temporalidades menciona dos (AGN, Temporalidades: L. 155) y tampoco se puede ver dónde estaban los aposentos de los caciques. Para ir de su sala a comer, los jóvenes tenían que pasar delante de la fuente del refectorio y entraban por el patio de la cocina. Para ir a su cancha a jugar, cruzaban un gran patio con otra fuente. El agua era muy importante en el establecimiento de un colegio. Los primeros ingresos previstos por Toledo eran: «para los gastos que se an de hazer en meter el agua en estas cassas reales desta ciudad el agua de la fuente della por ser cossa que tanto ymporta para la autoridad y beneficio de las dichas casas reales». (AGI, Lima: 305) La casa del Cercado tenía tres fuentes, un estanque, una acequia que regaba la huerta y los comunes, y cañerías. Ahora bien, los caciques que en 1657 protestan contra el estado del colegio dicen que sus hijos están segregados y fue: «echando a los hijos de caciques a una sala muy apartada del colegio muy indecente y de poca comodidad ocupando la sala principal de los caciques a los españoles» (doc. 5 en anexo). Por tanto inclusive en los locales, los caciques tenían que ceder a los españoles lo que a duras penas les había sido otorgado. Las fundaciones de los dos colegios van juntas, en la misma provisión de 1620. Sin embargo, a la sazón, el colegio del Príncipe ya tenía sitio y casa en el Cercado, así como sus «doce colegiales fundadores», mientras que, en el Cuzco, no había todavía casa ni colegiales. En efecto parece que desde el principio, ya con el virrey Toledo, la prioridad, o lo más fácil, haya sido Lima. En realidad, fue en este arzobispado donde más extremó el rigor de la Extirpación. Cuando se fundó el colegio de San Borja en 1620 el virrey Esquilache mandó: «que el corregidor de Cuzco con asistencia del Padre Provincial de la Compañía de Jesús o del superior que de la Casa de la dicha ciudad fuere, busquen una casa que en sitio y dispusicion pareciera a propósito y se disponga y acomode para el fin que se pretende, la cual se compre de los réditos de los censos de los indios». (Angulo, 1920: 364)

9 Este documento se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Chile. Estaba antes en la Biblioteca Nacional de Lima de donde desapareció; luego lo publicó Eguiguren (1940-1951).

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