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8. Una adquisición rentable

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Abreviaturas

Abreviaturas

La educación de las elites indígenas en el Perú colonial

juez Ayucildegui sacó a remate a favor del colegio. Es de suponer que debió de encontrar tan solo cuatro reales en la caja. Estas cuentas tan complicadas manifiestan la mala voluntad y corrupción de los administradores de las cajas de censos, cuya actitud no varió desde el principio de la fundación. Tampoco parece haber variado la tendencia de los jesuitas a declarar más caciques de la cuenta con el pretexto de que su colegio acogía a niños pobres, hijos de españoles en su mayoría. Juan del Campo, procurador de la Compañía denunciaba, con cierta vehemencia, en 1655, la falta de probidad de los administradores: «no se ha podido ajustar el entero de dichos dos mil ducados que siempre se ponen de peor calidad por los administradores de ellos en grave perjuicio de su Magestad y el descargo de su Real conciencia». (AHRA: c38, fol. 21v) Las cuentas que Francisco de Madueño ajustó en 1658 con el juez de censos de indios, revelan que el colegio de San Borja pagó lo debido a la caja: 412 pesos, siete tomines, once gramos, cada año en 1646, 1648, 1649, 1650, 1651, 1656 y 1658. Los rectores Ballesteros y Acuña fueron los únicos que pagaron cada año, como debían. A partir de 1661 se rebajó a 261 pesos, un real, un tomín por los daños del terremoto. Esta rebaja, a expensas de los indios, era definitiva. Si algunos rectores pecaron por descuido, o por falta de autoridad con los administradores de las cajas, también hubo entre ellos quienes se mostraron buenos gestores, eficaces en el beneficio del colegio y sus ardientes defensores desde el principio.

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8. Una adquisición rentable

La venta de la casa de las Sierpes tardó dos años en realizarse. En 1673 se vendió al hospital de la hermandad del Dulcísimo Nombre de María, por 13 100 pesos de a ocho, de los cuales 5 100 de contado y 8 000 a censo sobre las mismas casas, a favor del colegio de San Borja con una renta de 400 pesos. Los nuevos dueños trasladaron pronto la casa a favor del beaterio de San Blas. Pero tampoco pudieron pagar las beatas y en 1682 el beaterio fue desposeído por el rector del colegio de caciques, según la sentencia del provisor, en la que, además, se le daba la facultad de volver a vender la casa a cualquier persona al contado o a censo (Amado, 2003: 223) Es de suponer que durante varios años el colegio no cobró los censos. Además tardó entonces cinco años en venderla. En 1687, el rector Pedro de Espinosa la vendió a Juan Laso de la Vega por 7 300 pesos: 2 300 pesos al contado, 1 000 pesos en un plazo de dos meses y 4 000 a censo, al redimir y quitar*. El precio tasado fue minorado de 2 000 pesos pero

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