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7. Origen de los colegiales de San Borja
La educación de las elites indígenas en el Perú colonial
«Con tantos años que he vivido en esta ciudad exerciendo el oficio de abogado y sirviendo desde el año 1749 [escribe en 1762] la Plaza de oidor de esta Real Audiencia jamas havia sabido que hubiese tal colegio ni tales colegiales hasta el año proximo pasado que se me nombró por juez de caja [...]». (BNP: ms. c1167, fol. 56-57) Además este litigio entre el rector del Cercado y la caja de censos aporta informaciones interesantes, así: «solo se sabe que hai colegio del cercado donde subsisten uno u otro de estos que en nada difiere de los demas indios que se hallan en el lugar» (BNP: ms. c1167, 83v). Habla de decadencia, y nota la diferencia entre el Príncipe y San Borja, también al cuidado de los padres de la Compañía, que es conocido y ha conservado toda la formalidad de su erección (BNP: ms. c1167, fol. 85). A pesar de lo que se ha escrito hasta ahora (Cano, 1940: 535; Vargas Ugarte, 1941: 90; de la Puente, 1998: 464) las tres fuentes: libro de entradas, cartas anuales, libranzas de la caja de censos —no obstante sus múltiples errores— evidencian de todas formas el decaimiento progresivo e inexorable de la institución limeña, y no solo a partir de la expulsión de los jesuitas como lo escribe José de la Puente Brunke, siguiendo en esto a Vargas Ugarte (1941: 90), sino mucho antes, como se ha visto, ya en la década de los treinta del siglo XVII.
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7. Origen de los colegiales de San Borja
Para San Borja disponemos de menos nombres, los de los seis primeros, los que apuntó Ignacio Ravanal después de la visita de su Provincial, y los publicados por la Revista del Archivo Histórico del Cuzco. Los seis primeros venían de cuatro pueblos: Lares, San Sebastián, Oropesa y Quiquijana. Los colegiales apuntados entre 1735 y 1738, pero sin fecha precisa de entrada, son 38: 8 de Cuzco, 7 de Abancay, 5 de Aymaraes, 4 de Paruro, que son los pueblos y provincias más representados. Entre los cinco colegiales de Abancay, don Eusebio y don Nicolás Ñancay3 se declaran hijos legítimos de don Miguel Ñancay, inga principal «quien murio estando de actual cassique y gobernador del ayllo Tique Collana, y Ayarmaca Tamboconga». Piden en 1760 ser reconocidos como indios nobles descendientes de «los señores Reyes Yngas Sinchiroca Ynga Gran Tupayupanqui» (RAHC, 1950-1951: 211). Lo obtendrían once años más tarde. Aparecen en la lista copiada por Ignacio Ravanal, después de su hermano Esteban, hijo primogénito y futuro cacique de Pucyura4. Nicolás aparece dos veces, supuestamente por una ausencia. A la muerte de su hermano heredó el
3 También: Nancay, Namcay, Llancay 4 Pucyura (hoy Puquiura) también aparece como Pucuiro, supuestamente, por error del amanuense.
cacicazgo (RAHC, 1950-1951: 214). El hecho es que los Ñancay mandaron a tres hijos a San Borja entre 1735 y 1738. Los datos proporcionados por el escribano Joseph Gamarra en 1762 dan el origen de 21 colegiales, entre los cuales predominan los corregimientos de Cuzco (5), Quispicanchi (4), Aymaraes (3), «Calca y Lares» (3), y Abancay (2). Los dos colegiales de Abancay son: Pasqual Ñamcay hijo legítimo de don Esteban Ñamcay, cacique —difunto— del pueblo de Pucyura, y Sebastián Auca, hijo legítimo de don Thomas Auca, difunto cacique del mismo pueblo. Ahora bien en la lista de 1735, aparece un don Ventura Auca de Abancay que también sería hermano del futuro cacique. Se observa por tanto que varias generaciones de unas mismas familias pasaban por San Borja. Además se nota que los corregimientos de Cuzco, Abancay, Quispicanchis y Aymaraes son los más constantemente representados. Cabe decir que a pesar de la escasez de fuentes y el reducido número de datos disponibles, se encuentran entre ellos los nombres de familias prestigiosas como los Pumacahua de Chinchero, los Sahuaraura de Cuzco, los Tupa Amaro de Surimana (Canas), los Cusipaucar de Maras, los Uscapaucar, también de Maras. Varios son de sangre real, sus padres pertenecían a la prestigiosa y exclusiva corporación de los Veinticuatro Electores (Cahill, 2003). Algunas de estas familias quedaron inmortalizadas en lienzos como los Chiguantupa de Urubamba (Rowe, 2003: 299-300; O’Phelan, 1997: fig. 6; Dean, 1999: pl. VII). Indudablemente, Tomas Tito Chiguantupa, que ingresó a San Borja alrededor de 1735, tiene un vínculo de parentesco con don Marcos y don Alonso Chiguan Thopa (fig. 4) cuyas fechas exactas ignoramos. Posiblemente fue hijo o sobrino del primero, que Rowe identifica como cacique de Huayllabamba y Alférez Real en 1720 (Rowe, 2003: 287). Según la inscripción que figura en el cuadro, don Marcos fue colegial de San Borja. El hecho de que se mencione como un título honorífico, y que todavía en 1735 un descendiente de los Chiguan Tupa ingresara al colegio a pesar de las desavenencias de don Marcos con la Compañía, es prueba de la buena reputación y relativa importancia del colegio por aquellas fechas. Además, de esta sucesión de colegiales de la misma familia surgen algunas preguntas: ¿tendría José Pachacuti de Tinta, que entró en 1735, alguna relación de parentesco con Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui que también decía ser de Canas y Canchis? ¿La presencia de Francisco Tupac Amaro del pueblo de Surimana en la lista de 1735 puede abogar a favor de la estancia —hasta ahora poco documentada— del futuro rebelde en el colegio? David Garret (2003: 12) enumera ciertos cacicazgos que, a mediados del siglo XVIII, estaban ocupados por nobles que afirmaban descender de los incas. Resulta interesante comparar esta lista con la de los colegiales establecida entre 1735 y 1738. El amanuense, supuestamente Ignacio Ravanal, a veces da el