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4.1. Aprender a leer
La educación de las elites indígenas en el Perú colonial
4. 1. Aprender a leer
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En lo que toca a la lectura se practicó, como en España, con las cartillas que al mismo tiempo daban los elementos de la doctrina. En cuanto a la preocupación por favorecer la inteligencia, ahí donde hasta entonces se utilizaba la memoria, cabe notar que en España el Dr. Bernabé Busto, erudito erasmista concibió un método de aprendizaje progresivo en tres cartillas publicadas entre 1532 y 1542 y que marcaban una apertura importante en la manera de aprender a leer (Redondo, 1996: 105), pero que al parecer no franquearon las fronteras de España. En América, la dificultad residía en las lenguas. Con el tercer concilio de Lima se precisó un contenido más riguroso. Como se trata de hojas muy manipuladas no quedan muchos ejemplares. El único que fue publicado por Emilio Valtón es relativo a Nueva España y es muy anterior. El cabildo de Lima había obtenido que Antonio Ricardo montara su imprenta en Lima en 1581 «para dar a luz cartillas y libros de devoción». El Rey dio su aprobación, y en 1584, Ricardo fue autorizado a imprimir la doctrina cristiana y el catecismo para instrucción de los indios, costaba un real cada pliego en papel y eran 84 hojas (Torre Revello, 1940: 15). Sin embargo, Valladolid conservó mucho tiempo el privilegio de la imprenta de las cartillas para América (Torre Revello, 1960: 212-234)2. Si nos referimos a la que publicó Emilio Valtón, muy anterior a la época que nos interesa pero que parece bastante paradigmática de lo que fueron esas cartillas, vemos que se trata de ocho folletos con las letras, las oraciones en castellano y en nahuatl. Los niños deletreaban en coro y cantaban las sílabas. En cuanto al contenido, Estenssoro mostró cómo los jesuitas se opusieron a los primeros catecismos introduciendo la necesidad de comunión y confesión que consideraban fundamentales en la vida religiosa de los nuevos convertidos (Estenssoro, 2003: 208). Las cartillas que se impusieron en el Perú fueron las del tercer concilio de Lima, que corregían errores e imponían nuevas normas en cuanto a la enseñanza de la doctrina. Desafortunadamente no se ha conservado ningún ejemplar3 .
2 Según Torre Revello, en 1585 se mandaron para la ciudad de los Reyes cajas de libros, entre las cuales una de 1 000 cartillas, 25 docenas de calendarios, otra de 12 docenas de catones, 10 resmas de coplas, otra de 500 cartillas, 300 catones, 10 artes de cuentas, otra de 100 cartillas, otra de 400 catones, otra de 400 cartillas, 200 catones, 10 artes de cuentas y otra de 500 cartillas, 300 catones y 10 artes de cuentas. También cita a Irving Leonard en Romances of chivalry in the spanish indies with some «registros» of shipments of books to the spanish colonies (1933: 47-52) quien menciona un envío de un vecino de Sevilla en 1713 de un cajón de libros y comedias con 1 500 cartillas de la impresión de la Santa Iglesia de Valladolid, que en el transcurso de los siglos XVI y XVII surtió a la mayoría de los escolares de España y del Nuevo Mundo, y 13 docenas del Caton cristiano y 44 docenas de «libros de la doctrina cristiana», con 11 docenas del Espejo de cristal fino. 3 En el Perú, las cartillas se imprimieron en Lima a partir de 1712, en casa de los niños expósitos.