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4.2. Aprender a escribir

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Abreviaturas

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4. 2. Aprender a escribir

A los niños que ya sabían deletrear se les enseñaba a escribir y lo corriente en las escuelas era no tener ningún método particular. No así en los colegios de caciques. Un cuadro que figura en el inventario de San Borja nos da una indicación interesante: se trata del retrato del maestro Morante en «un lienzo de a dos varas». Su presencia en la sala de los caciques revela la importancia dada a este personaje que compuso el primer arte de escribir. Antes solo existía el uso. Fue muy controvertido en su época y hasta muy entrado el siglo XVIII. Escribió cuatro tratados. La primera edición se titulaba: Nueva arte de escrevir inventada con el fabor de Dios por el maestro Pedro Diaz Morante con el qual sabran escrevir en muy breve tiempo y con gran destreza y gala todos los que con quenta y cudicia la imitaren y con particularidad hombres y mancebos (Madrid, 1615). Da indicaciones detalladas sobre la manera de cortar las plumas, de fabricar la tinta, etc. Su método consistía en que el maestro cortara modelos de su propia mano en láminas de cobre. Insiste en la necesaria buena formación de los maestros y garantiza un aprendizaje rápido para todos, hasta los rudos, lo que era nuevo: «Pueden animarse todos en todos los estado, a saber escrevir por esta breve arte que el maestro P° diaz Morante a compuesto y assi combida a ella a todos, primeramente a los principes y señores, y assi mesmo a los menores porque todos tienen necesidad de saber escrevir y advierto a los niños mal inclinados y viciosos guardando como deben la ley de Dios y no ser ignorantes en las ciencias y particularmente en esta de escrevir, porque todas las innoraremos si esta no sabemos, pues es la primera ciencia de todas [...]»4. (Díaz de Morante, 1615: introducción) En 1623 publicaba otra edición de su arte, la cual se intitula Enseñanza de príncipes con la qual sabran escrevir con facilidad y notable brevedad y los hombres que no supieren escrevir aprenderan en tres messes y los niños con notable brevedad. Lo que domina en este tratado es la preocupación por una progresión de los ejercicios —y sabemos lo mucho que importaba esto en el ratio studiorum—. Empieza con unos dibujos de rasgos largos para ejercer y «desentorpecer la mano del discípulo». Cuando éste ya la tiene «liberal y diestra», el maestro le ha de recoger la mano «dándole materias de letra recogida y rasgos medidos» hasta quitarle al discípulo las «falsas reglas». En realidad es una serie de cartillas sueltas que han sido reunidas bajo un solo volumen con letras de tipo diferente como modelos de diferentes letras: «bastarda, por travar y travada, letra grifa, travada

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4 Entre 1616 y 1631, hubo en Madrid, una primera edición en cuatro partes con láminas (Díaz Morante, 1627: 28, 30, 31). Se multiplicaron las ediciones hasta el siglo XIX.

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