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El séptimo Inka: El que lloró lágrimas de sangre

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YáhuAR huACA El séptimo inka: El que lloró lágrimas de sangre

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Continuaré mi viaje con el séptimo soberano de quien no se escribió mucho, y como dice el peruanista Burn Cartwright Brundage: Cada historiador debe adivinar dónde está en estos mares inexplorados, por cualquier método que lo ayude a llegar a su meta. No soy historiador, pero mi mente se extenderá más allá de los océanos a ponderar en la saga de mi historia. Así, me encuentro en los funerales de Inka Roca y empiezo mi gesta con su heredero.

“Yáhuar Huaca, ha llegado el momento de probar quién eres, porque tarde o temprano todos tenemos que hacer ese viaje solitario.”

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“Hombre del Futuro, presumo que ya me has juzgado a partir de los eventos funestos que me sucedieron.”

“Titu, si podría llamarte así, porque nadie derrama lágrimas de sangre. Quizás tu nombre original de Titu Cusi Huallpa, Gallo Feliz, hubiese sido más favorable.”

“Puedes hacerlo, ya que el nombre de Yáhuar Huaca me fue apodado, como señal de mi humillación. Pareces tener empatía por aquellos que sufren, o es que estás preparándome para recibir el golpe de nuestra azorada historia.”

“Temo que así será, porque una generación de los Inkas se confundió con la otra y algunos cronistas no te han visto con buenos ojos.”

“Sea lo que fuere, lo que nos pasó no cambiará nuestro destino. Pero tú te has propuesto escarbar los escombros del pasado levantando el polvo de nuestros huesos. ¿Para qué?”

“Inka, para llegar a la cima de la verdad.”

“Déjame decirte de mis vicisitudes para que sepas lo que fuimos; a veces éramos tan perversos, lo que va más allá de mi comprensión.”

“La maldad no es una exclusividad de los Inkas. Hablemos de tu vida, como un adulto, que las crónicas no son claras. Algo te pasó en tu expedición a los antis, pues no hiciste más excursiones. En tu lugar mandaste a tus hermanos Apo Mayta y Vicaquirao, que eran guerreros experimentados. ¿Por qué?”

“Lo hice porque estábamos cerca de perder nuestro poder en el Cuzco, el Antisuyo no era una prioridad. Una vez en camino, oímos que los chancas estaban tras los quechuas, a quienes también les estábamos acechando con tributos y estos se alzaron contra nosotros. Al mismo tiempo, escuchamos que

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algunos de mis súbditos se estaban aliando con los chancas. Debes entender que estos hechos tomaban años. Mientras tanto, manteníamos una unión no muy sólida, a través de regalos y arreglos matrimoniales.”

“Entonces, los primeros Inkas eran conflictivos y eso fue un problema durante tu vida.”

“Yo diría que era muy difícil conseguir que nuestra gente se uniera, el conflicto entre los huayllacanes y los ayarmancas todavía continúa. Recordarás que Tocay Cápac me dio a su hija, para mi matrimonio y eso no fue bien visto por los huayllacanes. Para apaciguarlos tuve que unir mi sangre con la de ellos y tengo hijos en ambas facciones. El problema será cuando nombre al próximo Sapa Inka.”

“Se dice que tuviste cincuenta vástagos con las más de veinte esposas que tenías; aparentemente esto no es un aprieto en el que estabas.”

“¿Te estás burlando de mí? Tener muchas concubinas era algo serio, porque ellas se peleaban por el derecho a llevar en sus vientres al futuro heredero. Solamente tenía dos esposas, que podía considerar oficiales; Paucar Ayllo, Páhuar Huallpa y Hatun Topa Inga son mis hijos legítimos. Con la de los huayllacanes tengo a Vicho Topa, Marcayuto e Inga Roca. Ya que estamos hablando de asuntos familiares, vamos a verlos.”

Entrando al palacio se ve a un gran número de niños jugando. Uno de ellos, Páhuar Huallpa, viene corriendo y Titu lo levanta en sus brazos.

“¡Páhuar!, ¡Páhuar!, estás creciendo. Pronto me ayudarás, ¡ah!”

“Sí, padre, mis primos de Huayllacán me están invitando a que vaya a su ayllu. ¿Puedo ir taita?”

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“No, yo quiero que estés en el Cuzco todo el tiempo. Porque tú vas a ser el próximo Sapa Inka.”

“CunturSoul, no sé cuándo una invitación tiene algún motivo siniestro. No me siento seguro de que Páhuar vaya con ellos.”

“Titu, ¿por qué desconfiar de los huayllacanes? Ellos son del ayllu de tu madre, Mama Micay, otra esposa favorita de tu padre.”

“Por esa razón a los huayllacanes les gustaría que Marcayuto lleve la mascaypacha y no Páhuar, que es del linaje de los ayarmancas. Sin embargo, lo enviaré al valle de Yucay, para que pase un tiempo con ellos.” Luego de advertir a Páhuar sobre cualquier posible traición, sus guardianes lo llevaron a la tierra de sus parientes en el noreste.

“CunturSoul, no sé por qué tengo un presentimiento de que algo le va a pasar. Pero de algún modo debo de tener confianza en ellos si es que vamos a formar un Imperio.”

Mientras tanto, el Cuzco se estremecía con las noticias de guerreros que venían a tomar la Ciudad del Sol. En las noches oscuras, los chamanes sacrificaban animales y veían en sus burbujeantes entrañas los malos augurios, repitiendo monótonamente inentendibles palabras que asustaban a cualquiera que los escuchaba.

“Huacanquis, ¿qué tienen que decirme? ¿Es que los chancas están en camino a la Ciudad Sagrada o alguien está planeando algo contra mí o mi hijo?”

“Oh, Yáhuar Huaca, los pulmones de esta llama se han desinflado muy rápido y sus contornos indican que tu reinado va a ser muy breve, como lo fue tu infancia.

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Guerreros lejanos vendrán al Cuzco y gentes malvadas reclamarán a tu hijo.”

“Malditos brujos, sé de todo eso. Lo que quiero saber es, ¿cuándo van a venir los chancas y quién reclamará a mi hijo?”

“CunturSoul, todo lo que estos adivinadores hacen es decir lo que ya sabemos y exponer poco a poco lo que uno no sabe, para que retornemos a escucharlos. ¡Salgamos de este lugar! Necesito chicha para olvidar mis temores.” Semanas después, lo inimaginable ocurrió.

“CunturSoul, mi destino es mi peor enemigo. Han matado a mi hijo. No puedo ni siquiera llorar, no tengo más lágrimas que derramar. No tenemos idea de lo crueles que somos entre nosotros.”

“Páucar Ayllo, iremos a la ciudad de Paullu y nos vengaremos de los huayllacanes. No quiero que quede un solo árbol ni un animal en sus tierras. Los Inkas hemos tolerado demasiado y nadie comprende nuestra buena voluntad. Que este nefasto acontecimiento sea el fin de nuestro pacifismo.”

“Titu, ¿no crees que estás reaccionando vilmente? Hasta ahora has tomado tu karma con calma. Tú necesitas a todos los curacas como tus aliados. Los condesuyos se han levantado y los chancas pronto estarán aquí.”

“Quizás, pero desde ahora formaremos alianzas bajo el estandarte de nuestros chuquis, lanzas, y no con obsequios o intercambio de mujeres. Somos fuertes, estamos listos para cumplir con nuestro destino. Tú que has recorrido el pasado con mis progenitores, nunca más narrarás tu apócrifo pasado con prosa acogedora, porque te saciarás con la sangre que se derramará en este incipiente Imperio. Lo que digo está

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anudado en nuestros quipos, y ocurrirá como está escrito en los libros.”

Con ese desalentador agüero, Yáhuar Huaca y sus huestes fueron a Paullu. Los sacerdotes, preocupados por su estado de ánimo, lo siguieron. El Inka ya no era un líder razonable, nadie podía detenerlo. A medida que la ciudad se extinguía en las llamas, Yáhuar trataba de tumbar un corrugado árbol, como si estuviera tomando venganza, mientras ordenaba a sus hombres que no dejasen ningún vestigio de vida. Él se veía avergonzado de su desafortunado destino y sus chamanes predecían peores vaticinios.

Las noticias llegaron al conocimiento de los quechuas y los chancas, quienes se dieron cuenta de que los Hijos del Sol no eran tan fuertes, especialmente cuando pudieron linchar al Príncipe y futuro señor. Consciente de estos eventos sentía que debía volver a mi presente. No quise pedirle a Yáhuar Huaca que nos diera sus últimas palabras, porque su mensaje sería el más venial discurso de su atormentada alma.

Un tiempo después, retorné a la tierra de mis antepasados, esperando que Titu hubiese superado su mala suerte, para que se dirigiese a sus descendientes.

“¡CunturSouuul!, ¡CunturSouuul! Dónde has estado, pensábamos que no volverías.”

“¡Vicaquirao! ¡Apo Mayta! ¿Dónde está Yáhuar Huaca?”

“¿No sabes lo que le pasó? Todo lo que los chamanes pronosticaron ocurrió. Él ha muerto.”

“Era tan joven, ¿cómo ocurrió?”

“Cuando Apo Mayta y yo estábamos en el Collasuyo, los quechuas vinieron a un taqui, al cual Titu los había invitado.

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En medio de la fiesta, uno de ellos le golpeó con un pesado kero.”

“¡Oh, no! No me digan que fue un golpe fatal.”

“No lo fue. Antes de que pudiera refugiarse en el templo fue asesinado junto a la mayoría de sus hijos y Yáhuar Huaca murió sin coronar a su sucesor.”

“¡Oh, pobre Titu! No debí dejarlo solo.”

“CunturSoul, no hay nada que tú podrías haber hecho. Necesitamos a un líder, y estamos deliberando quién va a ser el próximo Sapa Inka.”

En el palacio incompleto de Yáhuar Huaca se estaba llevando a cabo la elección de un nuevo soberano entre los nobles del Cuzco. Los nombres de futuros señores eran rechazados tan pronto como sus nombres eran pronunciados. Algunos eran acusados de estar involucrados en su asesinato. Finalmente, una mujer de gran estatura se levantó y dijo: “¡Escúchenme! ¿Por qué estamos discutiendo sobre el próximo Sapa Inka? Él está aquí y es el hijo de Yáhuar Huaca con una ayarmanca. Para mantener intacta nuestra dinastía Inka elijamos a este auqui, que ha demostrado ser un buen guerrero. Los chancas no tardarán en venir. ¡No podemos postergarlo más! El príncipe Hatun Topa Inga debe ser nuestro próximo Sapa Inka.” Todos murmuraban: “¿Hatun Topa? ¿Hatun Topa Inga?” Con esas palabras en sus labios empezaron a dejar el lugar en el que habían estado deliberando por varios días.

“Hombre del Futuro, así es como llegas al momento más crucial de nuestra historia. Con Hatun Topa Inga, nuestro sobrino, las cosas serán diferentes. Él no tendrá el desventurado karma de su padre.”

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Así he transitado otro capítulo de los Inkas en una sombra de preguntas, para las cuales no hay respuestas.

En este insólito viaje a mi pasado y en la soledad de nuestra nada, grité: “¡Adiós, Titu! No más llores sangre. Inti brillará en tu muerte, como nunca brilló en tu vida.”

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