2.3 Las mujeres en la guerra La ayuda de las mujeres y su coraje intrépido, como subraya el cronista, les permitió hacer frente al enemigo en este primer encuentro de importancia excepcional, según señalan todos los historiadores. Para los vencedores, el éxito fue ante todo material: «(el enemigo huyó) y nosotros lo perseguimos durante todo un día y obtuvimos un botín considerable: oro, plata, caballos, asnos, camellos, cabras, bueyes y muchas otras cosas». Lo que nos recuerda que entonces cada ejército se ocupaba de su propio avituallamiento; aparte de los contendientes propiamente dichos, estaban los que el anónimo llamaba «peatones», que permanecían al lado de los animales de carga, los rebaños y los carros donde se guardaban los suministros. Lógicamente, era entre estos peatones donde se encontraban las mujeres, excepto las damas nobles, que a menudo prestaban apoyo directo a sus esposos.
Información útil Los historiadores denominan francos a los soldados europeos que intervinieron en las cruzadas. Esta acepción se deriva de frany, término árabe que hacía referencia al origen francés de muchos de los cruzados.
Para los turcos, acostumbrados a hacer temblar tanto a bizantinos como a occidentales, y vencedores en todos los campos de batalla desde aquel señalado día de 1071 en Manrzikert, que les abrió el Asia Menor, supuso el inicio de una nueva era que comenzó con la victoria de las fuerzas francas en Dorilea, victoria «decisiva para la historia de la Edad Media», como constata el historiador Josuah Prawer. La presencia de mujeres junto a los contendientes, como se menciona en Dorilea, no sería desmentida nunca más mientras durasen las llamadas Cruzadas. Durante la primera, circularon conmovedores relatos referidos a Florina, hija del duque Eudes I de Borgoña, que luchó al lado de Suenon, hijo del rey de Dinamarca. Habían decidido casarse en Jerusalén, pero fueron atacados en los desfiladeros de Capadocia, muriendo ambos novios bajo las flechas turcas antes de que lo consiguieran. Asimismo, el paso de los años fue dejando numerosas evidencias de mujeres que tiraban al arco o accionaban las ballestas (la artillería de entonces). Como el caso de la mujer «del manto verde», que conocemos por la crónica del historiador árabe Beha-ed-Din, y que fue compañera de batalla de Saladino. Dicha crónica nos cuenta que durante el sitio de Acre (exactamente el 3 de julio de 1191) no paraba de lanzar flechas, alcanzando a varios enemigos: «finalmente, la matamos y llevamos su arco al sultán». O esta otra, durante el asedio del castillo de Burzey, también a cargo de Saladino: manejaba la ballesta con tal habilidad, que dejó fuera de combate varias balistas (máquinas para arrojar piedras) de los sitiadores. (Pernoud, 2000, pp. 17-18).
Glosario Avituallar: proveer de un conjunto de cosas necesarias para la comida, especialmente en los ejércitos.
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