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11. Opio en país vecino del sur
se atacaba la libertad personal, eso sería un absurdo, una arbitrariedad, «porque trasladar á todos los asiáticos a lugares distantes de la población, según se dice se intenta hacer; sería una flagrante infracción de las leyes», porque como consecuencia de ello vendría la irreparable ruina de muchos colonos [sic] que diariamente se encuentran en los quehaceres del comercio, donde han colocado fuertes sumas de dinero: sea en talleres, hoteles y casas de contrato; y del mismo modo han invertido en sus casa habitaciones, y otras que tomaron en alquiler se hallaban en estado ruinoso, y ahora se encontraban refaccionadas en algunos casos y en otros habían aumentado sus habitaciones. Si se lleva a cabo semejante medida de traslación ¿quién sería el responsable de las pérdidas que sobrevinieran? ¿dónde se encuentran, entonces, las libertades de industria y personales, garantizadas por las leyes y por la carta fundamental de esta república, válidas sin excepción de nacionalidad?
Treinta años hace que los asiáticos pisamos el precioso suelo de esta hospitalaria República del Perú, y en tantos años, no hubo autoridad ni gobierno que intentara agredir nuestros derechos. Que se persiga el vicio, el ocio, el escándalo, y todo aquello que no sea conforme con la moral, las buenas costumbres y con todo lo que la ley prohíba, en hora buena, somos los primeros en ayudar a las autoridades a lograr tan loable fin; pero, no es justo, no es humano ni es legal, que se atropelle los derechos de tanto infeliz asiático, con las disculpas de perseguir al vicio y a las malas costumbres. Todo esto le piden al Supremo Gobierno: Los jefes de Casas de Beneficencia Asiática.
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Después de escritas las anteriores líneas hay una post data que muestra como los «jefes» se sienten que son la otra parte dialogante con las autoridades que gobiernan del más alto nivel. Dicen:
Hemos leído en los periódicos la circular que el señor Director de Gobierno, a nombre del señor Ministro del ramo, pasa a los prefectos de los Departamentos sobre los asiáticos contratados que rompen de hecho sus compromisos, y huyen de los fundos. En dicha circular previene el señor Ministro, que cualquiera sea el resultado de la indagatoria que se indica, es motivo para que se prive al asiático de su libertad. Este encargo o declaratoria de parte del Supremo Gobierno no es muy satisfactorio con referencia al propósito que abrigamos respecto al presente artículo arriba formulado, porque vemos que nuestro ánimo en él no es otro que la libertad de nuestros derechos, como así mismo las persecución al vicio y malas costumbres.
Los mismos
11.Opio en país vecino del sur
Un juicio que en ese comunicado no indican o no resaltan es en cuanto a la intensidad del consumo. Los que suscriben aceptaban su existencia, proponen una solución aparentemente viable pero no cuantifican el número de usuarios habituales ni las proporciones ni porcentajes de consumidores/noconsumidores. Si bien no tenemos información de este tipo para el Perú aunque si hay estadísticas del aumento de la importación desde Inglaterra, en una revista médica chilena, dos galenos, Juan Maass y Ramsés Aguirre, escriben un artículo donde aseguran que en la intendencia de Tarapacá —que antes
fue territorio peruano— hay un documento del año 1920 donde se precisa la magnitud del uso del opio y en ese año los fumadores eran 379, representaban el 30% de la población de esa nacionalidad, que en Iquique 80 eran los adictos y una cifra similar había al exterior de esa provincia. En Iquique existía, de acuerdo al mismo documento, seis fumaderos todos ellos, menos uno, habían sido clausurados por indicación del propio cónsul de China. Hay que considerar que esta medida policial al igual que en el Perú no tenía gran significación puesto que los chinos fumaban el chandoo en sus propios hogares o en la parte de atrás de sus negocios donde también jugaban. Los médicos articulistas agregan que era de particular interés el llamado «Palacio de Cristal», el único que perduró y era el más famoso que a mediados de los años 40 se incendió con algunos fumadores en su interior (Maass y Aguirre, 1995).
Se tiene que tener en cuenta que la provincia de Tarapacá tuvo chinos cuando era territorio peruano y que luego de la Guerra del Pacífico (1879-1883), ya en manos de los chilenos, esa comunidad de inmigrantes continuó y continúa en los mismos lugares. De alguna manera los chilenos al apoderarse de Tarapacá debieron asumir a los chinos y sus costumbres, una de ellas, su culinaria, hasta ahora continúa igual en esta región norteña; heredaron también la presencia de opio y sus múltiples repercusiones. Hemos tomado el caso de Tarapacá porque nos parece que los inmigrantes asiáticos han tenido una similar evolución histórica que en muchos lugares del Perú así como la misma magnitud de usuarios de opio, 30% del total de miembros de cada comunidad.
Una información de Santiago de Chile que reproduce un diario del puerto de Pacasmayo en el mes de setiembre de 192653 titulada «La plaga del opio en Chile. Se consume por toneladas», menciona al chino Ernesto Tan Tan, quien era el propietario en Iquique de un fumadero de opio, que había sido intervenido por la policía, y era lleno del lujo oriental. Se trata, sin duda, del «Palacio de Cristal». Según descripción de los detectives interventores, «la residencia (cercana al mar) del chino aludido (Tan Tan) era una casa de lujoso misterio con grandes estantes para libros que servían de entradas secretas a los corredores ocultos dentro de los cuales se hallaban las escaleras tubulares que conducían a subterráneos, situados a varios metros de profundidad. Las habitaciones ocultas con numerosas literas de madera tenían en las cabeceras unos palillos de madera que tal vez servían para indicar el número de dosis usadas, esas cámaras se hallaban elegantemente tapizadas y amobladas con hermosos muebles de nogal artísticamente tallados, las habitaciones se encontraban perfumadas con los fragmentos y soporíferos humos de opio» (Maass y Aguirre, 1995).
En esa fecha la participación policial no quedó reducida a la toma de este local, intervino en la residencia de Tomás Matus, quien era el inspector general de farmacias de Chile, y en una de las habitaciones se descubrió cerca de una tonelada de opio crudo, se tomó preso al funcionario acusándolo de realizar venta ilícita de drogas heroicas. Pero más tarde fue puesto en libertad, por lo que hubo una protesta general.
Sin conocer el origen de esa voluminosa cantidad de droga, la noticia reproducida por La Unión se refiere a la existencia de una organización internacional de vendedores clandestinos de opio en Sudamérica que contaba con fumaderos lujosos que hacían negocio en Bolivia y Chile y «posiblemente en todas las repúblicas sudamericanas» [sic] se había comprobado que el opio crudo fue traído de contrabando cruzando los cerros andinos a lomo de mula desde La Paz para a continuación llegar a
53 La Unión, Pacasmayo, viernes 24 de setiembre de 1926, año XVI.