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14. El opio contemporáneo
Chicama y de Moche. Los trujillanos de Norte no fueron tan asiduos a los fumaderos, se conformaban con éter.
En una ocasión César Vallejo «con la embriaguez del éter […] cogió un revólver y emproando el cañón del arma en la sien derecha rastrilló […] la bala no fue, desde luego, la que le debía tocar a César» (Espejo, 1989: 68).
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Del interés de Vallejo por el opio y los fumaderos él ha dejado constancia en un cuento que más parece que fuese un testimonio. Si lo que sigue se refiere al ambiente del fumadero, a continuación el narrador nos conduce a una trama cuando se jugaba con dados en ese mismo yinqué.
sentíame todavía ebrio cuando vime ya solo, caminando sin rumbo por los barrios asiáticos de la ciudad… Quise entonces fumar. Necesitaba yo alivio para mi crisis nerviosa. Encaminéme al yinqué de Challe, que estaba cerca.//Con la cautela del caso llegué a la puerta. Paré el oído. Nada. Después de breve espera, dispúseme a retirarme de allí, cuando oí que alguien saltaba de la tarima y caminaba descalzo y precipitadamente de la habitación. Traté de aguaitar, a fin de saber si había allí algún camarada. Por la cerradura de la puerta alcancé a distinguir que Challe hacía luz, y sentábase con gran desplazamiento de malhumor delante de la lamparita de aceite, cuyo verdor patógeno soldóse en mustio semitono a la lámina facial del chino, soflamada de visible iracundia. Nadie más estaba allí (Vallejo, 1966: 5-6).
Creo que acercándose más a la producción literaria del grupo Norte podríamos hallar algunos detalles acerca de sus inquietudes bohemias y hasta dónde llegaban; parece que fueron menos osados que los colónidos; lo que es una lástima es que haya poca compilación de los escritos de este grupo, con escasas excepciones como lo que se ha hecho con los artículos de Antenor Orrego y, por supuesto, con la idolatría a César Vallejo. Nuestro gran poeta fue el único que llegó a Lima y se acercó y entabló amistad con los bohemios que no solo estuvieron alrededor de Colónida; esta revista fue solo un chispazo pasajero pero muy atractivo en el ambiente intelectual de la capital; los colónidos murieron de manera temprana según informó Federico More en una serie de artículos en Caretas, la llamó por eso la generación infortunada y repetía una frase que seguramente le era tranquilizadora: «los que mueren jóvenes han sido escogidos por los dioses».
14.El opio contemporáneo
Ya pasadas algunas décadas del siglo xx entre gente de la colonia china ocurrió el consumo clandestino. Pero más allá de ella, con participación de algunos de sus miembros, hubo producción extensa del cultivo de amapola en haciendas norteñas serranas (cajamarquinas y piuranas, de las que hay información periodística) lejanas al control policíaco-estatal64. Un intelectual cajamarquino nos informó que el club principal del departamento se gestó a partir de la riqueza que se hizo con el sembrío de la adormidera y que él, siendo aún muy joven, entró a una de las casas de esos hacendados y vio que en-
64 En el género de la narración se conoce la obra de Luis Valera Villanueva, Opio, ambición, miseria, s/e, s/f (¿1960?) que se basa en hechos reales transcurridos en los años de la década de 1940. Palabras del autor son las que siguen: «Las acciones fueron concebidas basado en una verdad evidente: la de que en las sierras norteñas se hicieron grandes plantaciones de amapolas, lo cual no es un secreto para nadie».
cima de una mesa había muchas copas de boca chica y cuerpo ancho, posiblemente las que se destinan para el cognac, en las que encima de los bordes estaban los bulbos de las amapolas a los se les había hecho cortes decantando por eso el látex dentro de esas copas. En la comercialización internacional del opio peruano, seguramente teniendo como destino la comunidad china de San Francisco, se utilizó el puerto liberteño de Pacasmayo, y por tratarse de un producto prohibido se colocaba en latas de manteca dentro de las cuales iba la droga.
El cultivo de la amapola o adormidera opiácea, como ha sido reintroducida en el Perú hace algunos años, por sus dimensiones no llega a competir con el cultivo de la coca ni en sus repercusiones en la sociedad; pero está presente. Su estampa se distingue en las páginas policiales de los diarios. La República del 1 de junio de 2003 da la noticia que la Dirandro intervino un local en la Av. Tomás Valle N.º 700, en Lima, y en los marcos de dos artesanías talladas en madera con motivo Machu Picchu estaba escondido opio con varios kilos de peso; la encomienda que se iba a enviar estaba destinada a Zhu Zhan Ke, Guan XI, China.
Actualmente existen cultivos de adormidera en zonas reducidas de las regiones de San Martín, Amazonas, Huánuco y Cajamarca. Y noticias del año 2011 precisan que las provincias con mayor producción y plantaciones de opio son Celendín y Chota; en tanto que Bambamarca (Hualgayoc), Cajabamba y San Marcos lideran la producción de pasta básica de cocaína (PBC). En San Miguel, también provincia cajamarquina, en agosto del 2011 la policía incautó 8 kilos de látex de opio en botellas de plástico valorizadas en cuatro mil dólares; y en setiembre del año 2009 en Tingo María, Huánuco, confiscaron en la localidad de Tambillo Grande un kilo 890 gramos de látex de opio, que se encontraba distribuido en cuatro botellas de plástico. Lo que en esos momentos indicó la Dirandro, policía antidrogas, es que este opio tenía como destino Brasil y Colombia y según sus cálculos de una hectárea de plantación de amapola —preferible en localidades ubicadas a 3500 metros de altura— se obtienen 8 litros de látex de opio, cada litro se vende a 500 dólares.
Según la agencia Reuter, Perú superó a Colombia como el mayor productor mundial de hoja de coca con 119 000 toneladas métricas en el 2009 y de mantenerse la tendencia podría convertirse en el primer abastecedor de cocaína del mundo, informó una agencia de Naciones Unidas.
En conclusión: no hay porvenir para el opio; no compite con la demanda, la producción, el consumo y la comercialización de la cocaína.