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Diseño, tecnología y cultura
no resulta especialmente atractiva. Basta imaginar el corredor entre el Kalasasaya y Akapana, flanqueado por muros macizos sin aberturas o acceso; visualizar el espacio entre el Kalasasaya y Putuni con la intimidante Pared Balconera (la configuración inicial, y no solo su tosca reconstrucción actual, debe haber sido así) a un lado y la puerta de ingreso a Putuni en el otro. Ninguno de estos espacios debe haber sido muy atractivo. ¿Había una gran plaza al oeste del Akapana desde la que ver la estructura? Si fue así, la experiencia, una vez más, puede haber sido de monumentalidad sobrecogedora, no muy distinta a lo que se experimenta en la Pirámide de la Luna de Teotihuacán, comparable en el trazado, si bien no en altura, a Akapana. El Templete Semisubterráneo podría tratarse de una experiencia un poco más agradable según nuestros estándares actuales, ya que permite apreciar perspectivas muy atractivas, tanto de Akapana, como de la entrada este del Kalasasaya (incluso si actualmente está distorsionada por una reconstrucción injustificada). ¿Había otros espacios semejantes dentro del sitio? ¿Cómo encajaban las distintas estelas y estatuas con la arquitectura? ¿Modificaban la experiencia de monumentalidad? La respuesta a estas preguntas es que simplemente no lo sabemos.
Las experiencias percibidas de monumentalidad y exclusión en Tiahuanaco pueden haber sido intencionalmente diseñadas de esta forma como un despliegue de poder o como expresión de la sacralidad del sitio. Si, como hemos sostenido, los sitios incas son más íntimos, esto no necesariamente implica que eran, además, más atrayentes. Muchos sitios y estructuras incaicos fueron de hecho diseñados y construidos para el uso exclusivo del gobernante inca y su séquito, o de los sumos sacerdotes. La exclusión de las personas no autorizadas estaba claramente señalada por muros con una sola entrada que rodeaban los recintos residenciales y religiosos más importantes (Protzen & Rowe, 1994, p. 237).
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Diseño, tecnología y cultura
Diseñar y construir implica hacer elecciones sobre qué construir y dónde, y sobre estructura, construcción y tectónica5. La gama de opciones posibles para el diseñador y el constructor es, en principio, ilimitada. Estas infinitas alternativas son una manifestación de lo que Horst Rittel alguna vez llamó «la fantástica libertad epistémica» del diseñador: «Nada tiene que ser o permanecer como aparenta ser; no existen límites a lo imaginable» (Rittel, 2010, p. 5; énfasis en el original).
No existen límites a las elecciones que los diseñadores pueden tomar, pero estas, en la práctica, no son completamente arbitrarias; están insertas en campos de posibilidades culturales y tecnológicas, campos que son, a su vez, modificados
5 Para los términos «estructura», «construcción» y «tectónicas», ver la introducción.