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Epílogo
Justo cuando terminábamos los últimos detalles de nuestro manuscrito, Liz Rozelle, que visitó Tiahuanaco en 2008, nos envió algunas imágenes de alteraciones recientes de Pumapunku. Las fotografías nos emocionaron tanto como nos perturbaron. Nos sentimos muy emocionados de descubrir que habían aparecido algunas piedras nuevas. Varios de estos descubrimientos validan lo que habíamos sugerido, mientras que otros arrojan luces sobre nuevos hallazgos en Pumapunku. Entre los primeros se encuentra el fragmento base de la Puerta Ciega Monolítica en Miniatura. (figura E.1), lo que confirma la reconstrucción anticipada que realizamos. Otro es un fragmento que complementa lo que nombramos la piedra Fragmento A (figura E.2). Con esta adición, el Fragmento A se convierte en el complemento diestro del zurdo Escritorio del Inca, y enfatiza, incluso más, la importancia de la simetría en la arquitectura tiahuanaco.
Entre los descubrimiento más recientes, se encuentran dos «nuevas» piezas de dinteles de puertas. Nuestra impresión inicial fue que el primer dintel (figura E.3) podría ser la parte faltante de nuestra Puerta I, ya que también revela la parte superior del nicho Tipo 2b, que está ausente en el lado derecho de la Puerta I. Al inspeccionar mejor las imágenes, sin embargo, concluimos que se trata del dintel de otra puerta. Sus peldaños en la moldura que envuelve la puerta no concuerdan con los peldaños del lado izquierdo de la envoltura conservada de la Puerta 1 (figura 3.81). El segundo dintel (figura E.4) nos sorprendió. A juzgar por los ortostatos sobre los que descansa —cuyas dimensiones conocemos—, el ancho de la puerta a la que perteneció el dintel es del mismo orden que las otras Puertas de Pumapunku. A diferencia de estas puertas, la puerta a la que perteneció el dintel no fue tallada de una sola losa de piedra, sino que, al igual que la Puerta de Akapana, se trató de un trilito. Esta piedra es otro ejemplo del sofisticado ensamble tipo rompecabezas que caracteriza la arquitectura de Tiahuanaco. La chambrana de la puerta y la envoltura alrededor de la cabeza de la puerta debieron haber sido completadas en las piedras jamba
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—nótese aquí que los ortostatos de la imagen no son las actuales piedras jambas de la puerta, sino aquellas que hemos denominado piedras jamba de nicho (Tipo 5) y que pertenecen a un contexto muy distinto—. Si nos basamos solo en la pieza del dintel, resulta imposible determinar si la puerta a la que perteneció tenía un diseño similar a las puertas de Pumapunku. Aun así, los dos dinteles confirman la existencia de más de tres Puertas Pumapunku, como sugerimos en el capítulo 3. Además, han aparecido piedras de un tipo que no habíamos visto antes; son piedras de un tamaño nada desdeñable con bandas rebajadas en la parte superior de su posición actual (figura E.5). No sabemos cómo se utilizaron, pero definitivamente sugieren que mucha de la compleja arquitectura de Pumapunku todavía se encuentra bajo la superficie, esperando a ser descubierta.
Figura E.1. Piedra inferior que completa la Puerta ciega en miniatura. (cortesía de Liz Rozelle).
Figura E.3. «Nueva» pieza de dintel que pertenece a una puerta desconocida del Esquema 1 (cortesía de Liz Rozelle). Figura E.2. Piedra Escritorio II con pieza adicional, que se convierte en la contraparte diestra del Escritorio del Inca (cortesía de Liz Rozelle).
Figura E.4. Dintel monolítico de una puerta de diseño desconocido (cortesía de Liz Rozelle).
Figura E.5. Nuevos tipos de piedras: ortostatos con una banda rebajada cerca de la parte superior (tercera y cuarta desde la derecha) (cortesía de Liz Rozelle).
Pero así como nos entusiasmamos por estas piedras, su descubrimiento también nos preocupa. Todo parece indicar que el Área de la Plataforma de Pumapunku ha sido reordenada casi en su totalidad. Las plataformas han sido niveladas y las piedras que solían estar desperdigadas o acomodadas en hiladas han sido arregladas sobre las plataformas en posiciones que no tienen el más mínimo sentido (figura E.6). ¿Piedras-H en los «posabrazos» de las plataformas? Esta reorganización de Pumapunku da una impresión completamente equivocada de la configuración que el sitio ha tenido por siglos y una mirada completamente distorsionada de su arquitectura. No solo confunde a los visitantes al sitio, sino que el mover y apiñar estos valiosos artefactos los expone al riesgo innecesario de sufrir un daño irreparable.
Somos plenamente conscientes de que, en la práctica, el mantenimiento sostenido, la preservación y la conservación a largo plazo de los monumentos arqueológicos e históricos genera mayores dificultades que las meramente técnicas. Las metas de la conservación deben estar cuidadosamente balanceadas con el derecho del acceso público y el bienestar de las poblaciones indígenas que todavía consideran los restos arqueológicos como parte de sus tradiciones vivas. Aun así, quien sea que haya autorizado y ejecutado las intervenciones en Pumapunku actuó de forma irresponsable. Ignoró los principios básicos de la preservación de los monumentos antiguos que han sido claramente establecidos en, por ejemplo, el texto del Comité Internacional para la Gestión del Patrimonio Arqueológico, también conocido como la Carta de Lausana de 1989, así como en su antecesora, la «Carta Internacional para la Conservación y Restauración de Monumentos y Sitios», también conocida como la Carta de Venecia de 1964.
Figura E.6. Piedras colocadas en plataformas sobre las que nunca pertenecieron (cortesía de Liz Rozelle).
Esta última afirma, sin controversia, que «todo trabajo de reconstrucción debería […] ser descartado ‘a priori’». Algo más matizada, la Carta de Lausana reconoce el valor de las reconstrucciones para la investigación experimental, así como su valor pedagógico, pero manifiesta claramente que estas «deberían […] ser realizadas con gran precaución para evitar perturbar cualquier evidencia arqueológica sobreviviente» y advierte que «las reconstrucciones no deberían ser realizadas inmediatamente sobre los restos arqueológicos» (énfasis añadido).
Ya hemos visto que el daño de Ponce Sanginés sobre el Kalasasaya generó reconstrucciones equivocadas y destruyó evidencia fundamental. ¿No es esto suficiente? ¿Aprenderemos algún día?