Santa Cruz y Gran Bretaña La firma del tratado de Paucarpata acarreó innumerables críticas al mariscal Santa Cruz. Hoy se cree que esta decisión tuvo como fondo una promesa del gobierno británico, finalmente incumplida.
E
l mariscal Santa Cruz ha sido exten samente criticado por haber dejado escapar intacto al ejército chileno y a los disidentes peruanos que lo acompa ñaban, con la firma del Tratado de Pau carpata. Al parecer, Santa Cruz habría confiado en la garantía británica al cum plimiento de lo acordado, esperando que la intervención del gobierno de Su Majes tad impidiese a Chile renegar de la pala bra empeñada. A este respecto resultan interesantes algunos pasajes de la carta escrita el 17 de enero de 1838 por el Pro tector al cónsul británico en el Perú, Bel ford Wilson, exigiéndole tomar cartas en el asunto. Tomado de: Celia Wu, Generales y diplomáticos: Gran Bretaña y el Perú 1820-1840, Lima: PUCP, 1993, p. 206.
“Usted, como yo, y todos los hombres decentes los que sean amigos de la civili zación y de las buenas acciones, habrá sido dolorosamente sorprendido al ver la resolución temeraria e inicua con que el Gobierno de Chile ha respondido a mi generosidad, desaprobando el Tratado de Paucarpata. Por mi parte no conozco en la historia un hecho público, que más dignamente merece el nombre de perfi dia, villanía y maldad. El Gobierno británico y usted se han ade lantado demasiado a favor de la reconci liación para retroceder en el momento crítico en que parece deben emplear todos sus esfuerzos para reestablecerla. Ni en usted tan amigo nuestro, ni de su Gobierno, tan interesado por nuestra
144
período 1
[ capítulo 23 ]
prosperidad y reposo, como lo ha demos trado, debe aguardarse semejante con ducta. Estoy seguro que al recibo de esta ha abrazado ya usted el plan de operacio nes que más conviene al papel que se debe representar en este drama, confor me a las instrucciones que ha recibido. Cualquiera que sea su resolución, sírvase usted tener presente que al hacer la paz con un enemigo cuya lealtad era tan poco segura, y que no me dejaba prenda alguna de seguridad, la única que yo tenía en el desempeño de sus compromi sos, se cifraba en la garantía de la Gran Bretaña; que si me coloqué inmediata mente en estado de paz, después de haberle dejado reembarcarse, licencian do parte de mis tropas, y dejando a la escuadra en Islay, como si ningún peligro existiese, aquella garantía era lo único que me tranquilizaba, que aunque ella no había sido aceptada por el Gobierno de la Reina [Victoria], el amistoso empe ño con que este admitió mi propuesta de mediación, no permitió dudar un solo instante de su aquiescencia en el carácter de garante que el tratado le confería; por último que todas mis concesiones a Chile, todas las medidas que después de la paz se han tomado, toda la confianza que yo debía tener en el exacto cumplimiento del tratado por parte de Chile, se fundaba en la de que el Gobierno británico sabría hacer efectivo los empeños colocados bajo su respetable nombre; y enteramen te de acuerdo con los sentimientos expre sados por el mismo en la contestación que dio a nuestra propuesta”.