hoy los historiadores lamentarían la muerte prematura de quien (según entonces se creía) estaba destinado a cambiar el destino del Perú. Dos profundas enemistades maduraron en esta campaña: la de Vivanco y Castilla y la de San Román y Arequipa. Ya Vivanco y Castilla habían estado distanciados en el destierro en Chile y en la primera campaña restauradora, y ahora los contradictorios resultados de Cachamarca y de Cuevillas transformaron el frío alejamiento en acerba rivalidad. En cuanto a San Román, en 1834 había combatido contra Arequipa y este altivo pueblo guardábale rencor desde entonces. Al saber la infidencia de San Román, acrecentó Arequipa su entusiasmo por la Regeneración.
LOS DECRETOS DEL REGENERADOR.- En el corto tiempo de su limitado gobierno, Vivanco no fue parco en decretos. Prohibió la introducción del ganado vacuno procedente del Río de la Plata; derogó el Reglamento de Comercio y puso en vigencia el de 1836; mandó proteger las viñas y prohibir, o por lo menos atajar, el progreso de la industria azucarera en la región; ordenó que los reos condenados a presidio fueran destinados a los trabajos de las minas de Pomasi: anuló las órdenes sobre naturalización de extranjeros de 31 de julio y 5 de agosto de 1840. Además estableció por los servicios en guerra, la cruz o medalla de honor, distinguiendo entre la categoría de "gran defensor del Perú", "ilustre y defensor del Perú" y "digno defensor del Perú". Y de acuerdo con lo que dijo en una de sus proclamas "Os exijo que esta confianza sea limitada", ordenó que se verificara el juramento de obedecer fielmente al jefe supremo cuya repetición tanto desprestigio habría de causarle años después. Se esmeró en poner nuevas autoridades al frente del gobierno local, como se ve, por su proclama a los puneños, y el dar al principio un carácter pacífico a su encumbramiento: "Ninguno de vosotros ha derramado una gota de sangre ni una lágrima desde que yo ejerzo la suprema autoridad", decía ilusa e imprevisoramente a los arequipeños el 2 de enero. Ya con Castilla al frente, prometió juzgar con la bárbara ley dictada contra él y los suyos al "decano de los criminales", o sea Gamarra, y a su Consejo de Estado, al que, como se ha visto, llamó "más vil que el Senado de Tiberio", alusión, esta última, cargada de un tremendo contenido histórico, que al clacista Vivanco había calibrado cuidadosamente. También expresó que el Consejo era un "conjunto pestilente de cuantas materias corruptas han expelido las olas de la revolución". Menor significado que la regeneración tuvieron las expediciones urdidas por Santa Cruz al tener noticias de los trastornos ocurridos en el Perú. Una estuvo al mando del coronel Manuel Angulo y otra dirigida por el coronel Justo Hercelles. Angulo llegó a apoderarse de Piura, pero una pequeña división mandada desde Lima a Paita pudo derrotarlo y tomarlo prisionero. Junto con algunos de sus compañeros de armas fue fusilado. De ambas expediciones se habla más adelante a propósito de las graves tensiones internacionales que tuvo el Perú en 1841 y 1842.
MIGUEL DE SAN ROMÁN (1802-1863)
Político peruano que combatió al ejército español desde muy joven. Participó en las batallas de Junín y Ayacucho, en las campañas del Callao y de Bolivia, y en la guerra con la Gran Colombia. Colaboró con Gamarra en el golpe contra La Mar y contra la Confederación Perúboliviana. En 1862 fue elegido presidente del Perú.
[ CAPÍTULO 26 ] PERÍODO 1
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