obligado al pago de los sueldos, gratificaciones, ranchos y vestuario de los soldados chilenos desde el día de su desembarco en tierra peruana; así como el pago de los fletes de ida y vuelta de los transportes. Garrido demandó también el reembolso de los gastos hechos en los aprestos y el transporte de la anterior expedición restauradora. Deducidos los pagos ya hechos, resultó una deuda de 725 mil pesos del Perú a favor de Chile, que continuó pendiente. Caro había costado la Restauración. Además de los suministros para las campañas militares, hubo necesidad de hacer préstamos para equipar al ejército auxiliar, carenar sus buques, pagar sus ajustes y costear los gastos de reembarque. Sin embargo, el ejército chileno se retiró del Perú sin atentar contra su unidad y su integridad. La diplomacia chilena encontró un motivo de queja en algunos detalles del tratado que, en gran parte por su influjo, celebró el Perú con Bolivia el 19 de abril de 1841. Allí se estipuló que Bolivia entregaría al Perú la parte que debía pagar de los gastos de la Restauración, cuando Chile pretendía que esa suma le fuera dada directamente. Por lo demás, Gamarra no insistió en el tratado de alianza y demoró todo arreglo económico hasta la dación del Reglamento de Comercio de 1840, que si bien disminuyó los impuestos sobre el trigo y la harina chilenos, no satisfizo las máximas aspiraciones del país del sur. En resumen, Chile se preocupó, después de la caída de la Confederación, sobre todo, de que se le pagaran los gastos de las campañas restauradoras; pero no pretendió el vasallaje económico del Perú, así como antes no había accedido (muerto ya Portales) a las propuestas de Santa Cruz para desmembrarlo.
[ II ] FALLECIMIENTO DE BERNARDO O’HIGGINS. UN SÍMBOLO DE LA AMISTAD PERUANO-CHILENA.- Después de haber sido supremo director de Chile, llegó exilado al Perú, en julio de 1823, Bernardo O’Higgins. Lo acompañaban su madre y su hermana. Se le había concedido, durante los primeros tiempos del Gobierno nacional, las haciendas de Montalbán y Cuiva en el valle de Cañete, confiscadas a su dueño, el español Manuel de Arredondo. No participó en la etapa final de la guerra de la independencia peruana, a pesar de la voluntad que tuvo para ello, pues llegó a realizar un viaje de Trujillo a Yungay y luego a Junín y Huancayo. En este último lugar se unió a Bolívar sin recibir puesto de responsabilidad en el ejército. Desde 1825 se instaló en Montalván, seducido, durante algún tiempo, por la ilusión de volver a la patria y concluir con el gobierno de su rival Ramón Freire. En Mercurio Peruano llegó a publicar, sin embargo, en setiembre de 1827, una protesta de sus sinceros propósitos de mantenerse extraño a la vida pública. "Por la independencia de América (escribió entonces) sacrifiqué en Chile, mi patria, mis mejores años, mi salud y mis bienes, pero debo a la generosidad del Perú una vida tranquila y no mendigar mi subsistencia y la de mi familia. No tengo otra ambición que la que encuentra su alimento en mi alma recordando ser vicios que no fueron infructuosos". No dejaron, por otra par te, de llegarle tentaciones, esperanzas y planes basados en el regreso a la patria y a la política; pero, a la larga, nunca llegaron a materializarse. El ruidoso juicio de imprenta en agosto de 1833 de O’Higgins contra su enemigo Carlos Rodríguez, por unos ar tículos en Mercurio Peruano, llevó a Lima las salpicaduras de los enconos que su nombre y su recuerdo aún suscitaban entre los chilenos. Rodríguez fue condenado a dos meses de cárcel y a abonar una multa de 150 pesos, pero huyó y O’Higgins pidió que el fiador José Coppola, dueño de la "Fonda Francesa", quedara relevado del pago. Doña Ignacia Novoa, esposa de Manuel de Arredondo, inició una acción reivindicatoria sobre la hacienda de Montalván ante el Congreso peruano, pero este confirmó, en 1832, el derecho de O’Higgins a ella. La llegada de una maquinaria a Montalván en mayo de 1838 constituyó un gran acontecimiento local. "La marcha majestuosa de la rueda, por una parte, y los cilindros devoran-
AGUSTÍN GAMARRA (1785-1841)
Ocupó la presidencia tras la disolución de la Confederación. A ese período (1839-1841) se le llamó la Restauración. Durante su gestión, convocó a un Congreso Constituyente en la ciudad de Huancayo y aprobó una nueva constitución. En 1841 declaró la guerra a Bolivia. Murió en campaña, el 18 de noviembre, durante la batalla de Ingavi.
[ CAPÍTULO 18 ] PERÍODO 1
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