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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 31 ]
[I] OS ASPECTOS SOCIALES DE LA VIDA POLÍTICA.- Desde el punto de vista social, la política en esta época presentó los caracteres de la inestabilidad. Se sucedían entonces motines de cuartel, pronunciamientos de guarniciones, estallidos populares en contra de regímenes desprestigiados, correrías de montoneros. Las Cartas políticas y las leyes reguladoras del Estado y de sus instituciones cambiaron con frecuencia. Lo normal resultó vivir al margen de la normalidad y fueron escasos, cortos y relativos los períodos de legalidad. Las siguientes tendencias aparecieron con carácter cíclico: a) La tendencia a la consolidación o perpetuación de los gobiernos que lograban sobrevivir manifestada en el afán de ellos por afianzarse o por crear para el futuro inmediato una situación política igual o afín. b) La tendencia a la demagogia en la opinión pública, que se expresó por medio de la propaganda oposicionista, condenatoria del despotismo o del círculo cerrado en quienes gobernaban y que halló múltiples exponentes en el periodismo o, acaso, también en la tribuna parlamentaria. c) La tendencia a la idealización, que utilizó el estado de ánimo de disgusto o protesta para ponerlo al servicio de una minoría de ideólogos dispuestos a practicar sus teorías. d) La tendencia a la dictadura, que llevó a sus últimas consecuencias la reacción contra los ideólogos, facilitó el surgimiento de los caudillos militares y utilizó la fuerza armada en busca no solo de predominio personal sino del afianzamiento del orden y la autoridad. e) La vuelta a la situación caracterizada en el párrafo a). Algunas de las facetas del proceso tan esquemáticamente caracterizado aparecieron entre los años 1822 y 1824 con características propias. Dentro del período siguiente, correspondió, también sin mengua de sus notas peculiares, la etapa a) a los años 1825 y 1826, la b) y la c) a 1827; la d) a 1829; la a) a 1833; la b) y la c) a 1834 y la d) a 1835. Lo ocurrido entre 1835 y 1839 y 1839-1842 tuvo otros rasgos distintivos debido a las complicaciones de orden internacional. Entre los medios usados por los gobiernos para pretender perpetuarse o influir sobre el futuro, estuvieron las elecciones parlamentarias o presidenciales. Solo el régimen de Gamarra llegó a terminar el período constitucional de cuatro años. La acción subversiva apeló al pronunciamiento de la guarnición de la capital en 1823 y en 1827, como expresión de un estado de ánimo colectivo; en otras oportunidades dicha guarnición fue leal. La multitud apareció arrolladora en Lima y en Arequipa en 1834. Los ideólogos favorecidos con los estallidos populares resultaron siendo los liberales, en 1827 y luego en 1834. Formularon entonces las Constituciones de 1828 y 1834 como antes habían aprobado la de 1823. Los caudillos que los pusieron de lado se llamaron Gamarra y La Fuente en 1829, y Salaverry en 1835, como en los días de la Independencia habían sido, hasta cierto punto, Riva-Agüero y Bolívar. En 1827 y en 1829 se produjeron veloces cambios de régimen que paralizaron o inutilizaron a los gobernantes, como ocurriera en 1823. Muy distinto fue el caso de 1834 en que el ejército llegó a enfrentarse a la opinión pública, en una auténtica y morosa guerra civil con frentes en el sur, en centro y en el norte. Sin embargo, el influjo de la opinión, funcionando sutilmente, llegó a desmoronar ese mismo año las resistencias de la fuerza armada. En la guerra civil entonces