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setiembre 1825 [ perú ] EL MOTín DEL
San CuzCO Martín fuE creó SOfOCADO A LAS la priMera VEInTICuATRO bandera en el HORAS POR puerto de piSco, poco deSpuéS de ACCIÓn llegar al perú.DE la COInCIDEnTE hizo oficial el 21 de LAS TROPAS Y DEL octubre HuBO de 1821, PuEBLO. Mediante un unA VERDADERA decreto el que PRESIÓnenDE LA taMbién diSponía OPInIÓn PÚBLICA que éSta debía Ser PARA AHOGARLO. de Seda o lienzo y Medir 8 pieS de largo por 6 de ancho.
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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 17 ]
de que estaban adoleciendo otras Repúblicas de América. No era fácil (decía) que se dirigiera bien un Estado de mucha extensión. "Fuera de esto (agregaba) lo que produce Bolivia escasamente puede alcanzar para sus gastos naturales y tal vez no bastaría teniendo que mantener crecidas guarniciones que contuviesen pueblos revoltosos por inclinación"… "En fin (terminaba) a decir verdad no sé si el pensamiento de este Presidente sea porque en realidad lo mueve el bien de los pueblos o por el mismo principio porque el general La Mar trataba de reconquistar Guayaquil y que fuese del Perú. El mando de este al que alguna vez lo ha probado, le deja mucha afición". La pérdida de la correspondencia oficial de la legación que según Álvarez había sido interceptada, contribuyó a hacer más desagradables sus relaciones con la Cancillería que dirigía don M. E. Calvo. Este llegó al fin a decir que no quería perder más tiempo "en oír proposiciones que han pasado a ser altercados"; y afirmó que había llegado el caso de suspender toda comunicación con el diplomático peruano, o sea "el partido menos malo que le queda". Al despedir a Álvarez, con fecha 26 de setiembre de 1830, se esmeró en repetir, sin embargo, que el Gobierno de Bolivia "ama al Perú, aprecia a su Gobierno y ansía poder acreditarlo con demostraciones prácticas y positivas".
EL MOTÍN DEL CUZCO Y LA ENTREVISTA DEL DESAGUADERO.- Buena prueba de aquellas demostraciones fue el motín que el 26 de agosto de 1830 estalló en el Cuzco por obra de agentes santacrucinos al mando del coronel Gregorio Escobedo, militar peruano que había sido actor principal en la proclamación de la independencia de Guayaquil, hombre "que más por inconsideración que por malignidad emprendía todo lo que pudiera producir medios de vivir alegre", según Távara. El motín del Cuzco fue sofocado a las veinticuatro horas por acción coincidente de las tropas y del pueblo. Hubo una verdadera presión de opinión pública para ahogarlo. Gamarra había salido precipitadamente de Lima sin más equipaje que media cama y su capote y con una escolta de caballería, confiado en las fuerzas que estaban en Jauja y en Ayacucho y en el influjo de su nombre, sobre todo ante sus paisanos. A pesar de la buena noticia, prosiguió su viaje al Cuzco e hizo preparativos de guerra anhelando "castigar" al Gobierno de Bolivia. Santa Cruz tomó precauciones bajo el temor de que se repitiera la visita de 1828 que, en correspondencia privada, Gamarra le dijo fue "hija de tus deseos y aun de tus indicaciones" (Cuzco, 26 de octubre de 1830). Sabiéndose en inferiores condiciones, invitó a Gamarra a una entrevista en el Desaguadero. La apariencia marcial del Perú era imponente. "Asombrado ha quedado el ministro de Bolivia (escribía Gamarra a La Fuente) de ver tanta gente y tanta milicia cívica uniformada a su costa de modo tan igual que no se distingue de la tropa veterana más que en la falta de armamento". La entrevista del Desaguadero fue espectacular (15 de diciembre de 1830). Ambos amigos y rivales se abrazaron en medio puente "asegurándose (dijo El Iris de La Paz) de parte a parte en alocuciones breves y elocuentes la ansiedad con que buscaban para aquel caso, lo satisfactorio que les era estrecharse dos amigos, antiguos compañeros de armas y directores de dos naciones ligadas por mil vínculos". Según parece, el puente estaba formado entonces por barcas o pontones peruanos y bolivianos. Ese día comieron juntos ambos caudillos y pronunciaron brindis elocuentes. Al día siguiente volvieron a reunirse en presencia de las dos delegaciones. El ministro peruano Manuel Ferreyros planteó la alianza, en la cual Santa Cruz propuso la inclusión de Colombia para prometer que entraría en aquella siempre que se le diese el puerto de Arica. Gamarra se negó. Al tercer día Santa Cruz simuló estar enfermo; pero tuvo una nueva entrevista a solas con Gamarra. "El hombre (escribió este a La Fuente) quedó como aturdido al oír de mi boca verdades muy terribles y que nunca las esperaba. Nos abrazamos y me retiré". En aquellos momentos Santa Cruz trataba de ganar tiempo para ponerse luego en aptitud de obrar, ya sea por sí o con la cooperación del Ecuador o de Colombia; o dentro de una oportunidad