EL TRATADO DE AREQUIPA
El 8 de noviembre de 1831, los plenipotenciarios Pedro Antonio de la Torre y Miguel María Aguirre firmaron el tratado definitivo de paz entre el Perú y Bolivia. En él se estipulaba el reconocimiento de los límites fronterizos que compartían ambos países, la no intervención en casos de guerra, la prohibición de las actividades sediciosas, entre otras medidas.
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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 17 ]
propicia, si surgía la anarquía en el Perú. Gamarra quería atacar a Bolivia (y hasta dio instrucciones al jefe de la marina. Postigo para que, si la guerra estallaba, arrasara Cobija). Pero la necesidad de obrar de acuerdo con La Fuente, con los ministros que estaban en Lima y con el Congreso, lo detuvieron. "A cada rato me da ganas de marchar con el ejército a darles de palos", escribió a La Fuente (4 de febrero de 1831).
LAS CONFERENCIAS FERREYROS-OLAÑETA.- Fracasada la misión peruana Álvarez en Bolivia, Santa Cruz designó como plenipotenciario de su país en el Perú al inteligentísimo y falaz Casimiro Olañeta. El Perú, a su vez, nombró plenipotenciario en Bolivia a Manuel Ferreyros, entonces joven hombre público más tarde llamado a ocupar altas posiciones diplomáticas y políticas al lado del propio Gamarra y de Castilla. Secretario de Ferreyros fue Felipe Pardo y Aliaga. Las instrucciones dadas a Ferreyros se referían a la conveniencia de concertar una alianza ofensiva y defensiva con Bolivia que garantizase la independencia y la libertad de ambos países y su integridad territorial; firmar un tratado de límites tomando como base el de Colombia que había aceptado la línea divisoria entre los antiguos virreinatos con las pequeñas concesiones recíprocas que exigieran las conveniencias de los países interesados; obtener la incorporación de Copacabana al Perú por razones de determinismo geográfico y la cesión de Apolobamba por Bolivia a cambio de la remisión de la deuda boliviana al Perú; efectuar el reclamo del pago de dicha deuda si la mencionada solución territorial no era aceptada; discutir un tratado de comercio con los menores derechos posibles a los productos de uno u otro país y efectuar la indagación de los motivos de queja durante la época de la misión Alvarez; a todo lo cual fueron agregados otros puntos entre los que se incluía la devolución de los enrolados peruanos en el ejército boliviano. Tanto Olañeta como Ferreyros acompañaron, según se ha visto a sus respectivos presidentes durante la entrevista del Desaguadero. Un cambio de ideas que tuvieron Gamarra, Ferreyros y Olañeta y donde el Presidente peruano expuso los puntos de su Gobierno, alcanzó publicidad escandalosa en los periódicos bolivianos bajo la acusación de que se trataba de un "ultimátum". Cuando Ferreyros quiso desautorizar esas publicaciones e invocó el testimonio de Olañeta, este repuso que no podía hablar oficialmente porque todavía no había sido reconocido en su condición de ministro. Los dos diplomáticos iniciaron sus conversaciones en Arequipa en enero de 1831. Duraron ellas hasta comienzos de marzo del mismo año. No llegaron a resultado alguno. Olañeta repuso a la oferta de la alianza dual con una propuesta de alianza defensiva quíntuple que incluyera al Río de la Plata, Chile y Colombia. Sobre todo insistió en este último país que aún gobernaba Bolívar, y que, no obstante el tratado de Guayaquil de 1829, no había arreglado su cuestión de límites con el Perú. A Bolivia, según Olañeta, Colombia le permitiría resistir un ataque del Perú y efectuar maniobras de contrapeso dentro de la proyectada alianza. Ferreyros rechazó la quíntuple liga por considerarla utópica; mencionó los peligros de la Confederación de los Andes; hizo ver la amenaza que políticamente todavía representaba Bolívar; y habló con franqueza acerca del peligro de un acuerdo entre este y Santa Cruz. Gamarra hizo llegar a Ferreyros la idea de que cualquier Estado que quisiera podía adherirse a la alianza; esto fue al deshacerse el poder de Bolívar. Olañeta pidió el puerto de Arica. Se propuso también realizar en los periódicos bolivianos y peruanos una campaña de publicaciones y trató de dividir a Gamarra, que estaba al mando del ejército en el sur, y La Fuente, a cargo del Gobierno en Lima. Llegó a sostener oficialmente que solo si cambiaba el Perú de presidente, es decir, si se alejaba Gamarra y entraba La Fuente o cualquier otro en su reemplazo, podría considerar Bolivia la alianza. A esta tesis Gamarra mandó contestar también oficialmente que estaba dispuesto a retirarse del poder si Santa Cruz hacía lo propio. Por su parte, Santa Cruz en su correspondencia privada no cesaba de crear en Gamarra recelos contra La Fuente y viceversa. Diversas acusaciones hizo Olañeta a Gamarra en el curso de las entrevistas y de la correspondencia que las acompañó no solo sobre lo ocurrido en 1828 (aseverando, entre otras cosas, que