El ambiente era de gran tensión. La prensa oposicionista atacaba con encono feroz al Gobierno, tanto en el nivel doctrinario como en el personalista. Abundaban los pasquines que manchaban la honra de los personajes dominantes, incluyendo a la esposa del Presidente. Montoneras eran armadas o estimuladas. Circulaban innumerables chismes y rumores. Se habían llevado a cabo, en contraste con el fracaso de la elección presidencial y de la del Congreso extraordinario, las elecciones para los miembros de la Convención Nacional prescrita por la Carta de 1828. Sus juntas preparatorias empezaron el 2 de julio de 1833. Al ser elegido Vigil primer presidente de ellas, resultó evidente que dominaban los liberales en la nueva asamblea. En ese mes de julio se produjo el horrible motín de Ayacucho ya mencionado en el capítulo anterior, y quedó a cargo del Poder Ejecutivo, por viaje del presidente Gamarra, el vicepresidente del Senado, José Braulio del Camporredondo.
PEDRO BERMÚDEZ bbbbbb bbbbbbb (1793-1852)
LA CONVENCIÓN NACIONAL Y LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL.- La Verdad, periódico doctrinario gobiernista, sostuvo la tesis de que la Convención no podía hacer otra cosa sino ocuparse de la reforma constitucional. Cuando la Junta Preparatoria pasó al Gobierno una nota para anunciar la elección de su mesa directiva, sin tener todavía quórum, el Ejecutivo le negó la facultad de constituirse y la de adoptar procedimientos oficiales. La Junta no contestó; pero se abstuvo de proceder hasta que se reunió el número de diputados convencionales en proporción mayoritaria. Al calificar algunas elecciones la Junta Preparatoria pidió que se enjuiciara a un subprefecto delincuente; el Gobierno contestó negándole autoridad. La instalación oficial de la Convención Nacional se efectuó el 12 de setiembre de 1833. El primer presidente de ella fue Francisco de Paula González Vigil. Mientras los días transcurrían y se acercaba el 19 de diciembre, último de la administración de Gamarra, la Convención aceptó la tesis gobiernista de que no tenía otra tarea sino la de reformar la Carta; y, aparte de reunirse para el despacho, la aprobación del presupuesto y la renovación mensual de la mesa, nombró una comisión con un individuo por cada departamento para preparar el respectivo proyecto. No se ocupó de otros asuntos. La comisión tuvo resultados infecundos. Las cosas cambiaron en octubre con la llegada de Luna Pizarro. Este, con un grupo de amigos, preparó un proyecto de Carta política que llegó a presentarse a la Convención y comenzó a ser discutido a partir del 9 de diciembre. Luna Pizarro ya habíase persuadido en aquella época de la necesidad de que el Perú y Bolivia formasen una confederación de tres Estados con Tacna como la capital y bajo la presidencia de Santa Cruz. El departamento de La Paz debía unirse al Estado del Centro. Al revisarse en el debate el artículo segundo del proyecto, viose que no figuraba allí el inciso existente en la Carta de 1828, que prohibía el pacto de unión o federación contrario a la independencia de la nación. Cuando algunos diputados objetaron la enmienda, Luna, que era entonces presidente de la Asamblea, dejó su sitial para defender desde la tribuna "el derecho de la nación para constituirse de la manera que quisiera y sin más condición que la de consultar, por medios genuinos, su verdadera libertad". Luna reunió a un grupo de amigos para exponerles el plan que este principio de Derecho político ocultaba; pero no halló ambiente favorable. El Gobierno ignoró estos hechos que hubiera podido denunciar en nombre del patriotismo y que fueron narrados más tarde por el diputado Santiago Távara en su Historia de los partidos; y fracasó en diversos planes para desorganizar o desprestigiar a la Convención. Ella no adoptó el acuerdo de elegir presidente de la República, lo cual hubiera sido denunciado por el Gobierno. Esperó que Gamarra procediese. Si Gamarra nada hacía y llegado el último día de su mandato legal lo prorrogaba, se salía de la constitucionalidad y era como si izara una bandera que convocaba a una sublevación nacional contra él. Sus suplentes eran dos. De ellos uno, el vicepresidente La Fuente, continuaba proscrito. El otro, el presidente del Senado, Manuel Tellería,
Luego de su bbbbbbb participación en las batallas de Junín y Ayacucho, el militar tarmeño ocupó altos cargos en el ejército peruano. Fue desterrado a Costa Rica junto con La Mar, pero regresó al Perú en 1832 gracias a la Ley de Repatriación. Se proclamó jefe supremo tras dar un golpe de Estado a Orbegoso en 1834.
[ CAPÍTULO 19 ] PERÍODO 1
65