2 minute read
Raúl Porras Barrenechea
“(riva-aGÜero, en el discurso de la recoleta) deJó constancia de Que ‘lecturas iMprudentes y atropelladas, petulancia de los aÑos MoZos y el prurito de contradicción’ le Habían llevado desde los ÚltiMos aÑos Que siGuió en el coleGio, a Frisar en la HeterodoXia.
retractación de errores, confirmando y aclarando actitudes intelectuales que había tomado desde su regreso de la emigración a que se condenara durante el régimen de Leguía. Dejó constancia de que “lecturas imprudentes y atropelladas, petulancia de los años mozos y el prurito de contradicción” le habían llevado desde los últimos años que siguió en el colegio, a frisar en la heterodoxia. Estuvo entonces bajo la influencia de Nietzsche.” Poco después (agregó) el confuso ambiente universitario, la indigestión de los más opuestos y difíciles sistemas filosóficos, la incoherente zarabanda de las proyecciones históricas, pautada apenas por el tímido colectivismo espiritualista de Fouillé, o tiranizada y rebajada por el estrecho evolucionismo positivista, me infundieron el vértigo de la razón infatuada, engreída de su misma perplejidad y ansiosa trepidación“. Mencionó aquí las influencias de Nietzsche nuevamente, de Schopenhauer, del neokantismo, de Spencer y de los sociólogos franceses y también las de Sainte-Beuve, Anatole France y Remy de Gournont. Sin embargo, dejó constancia de que, a pesar de todo, se salvó del materialismo histórico y del materialismo filosófico. Se quedó primero en “la solución panteísta, con sus vagos y poéticos espejismos, prestigiados por las autoridades de Spinoza, de Goethe y de mi predilecto Taine”. Llegó luego a la solución deísta, la del Dios trascendente y personal; pero comprendió, al fin, su insuficiencia clamorosa, pues no tiene revelación, redención ni sacrificio, o sea carece de verdadera justificación y providencia. Llegó a convenir en la verdad de este dilema: ”O el positivismo ateo o el catolicismo romano: es absurdo cualquier término medio”. Y acató al catolicismo, no sin vencer dificultades y objeciones provenientes sobre todo de la lectura de Renan y los modernistas.
Advertisement
Afirmó luego que su conversión había sido desinteresada, sin relación con su ya antiguo conservadurismo político, pues, desde sus tiempos de incredulidad, bebió en Nietzsche, Renan y Taine antídotos contra el “grosero y deformante error del radicalismo social”.
“De regreso, en mí legítima heredad espiritual, ahondándola y cultivándola, me siento en perfecta comunión con los que me antecedieron “, afirmó luego. “Alumbrado por la misma luz que los guio, descubro a las claras el fundamento y la bondad de sus móviles que columbraba crepuscularmente en los días de mi descarriada ofuscación”. “Convertido como mis paisanos Olavide y Vidaurre. Desengañado, como ellos, de la perturbadora herencia del siglo XVIII que a todos nos perdió”, declaró reanudada “la interrumpida solidaridad salvadora con nuestros auténticos precursores en el espíritu y en el tiempo".
Historiador, diploMÁtico y catedrÁtico peQueÑo, estudió a proFundidad los procesos Históricos y sociales el perÚ. raÚl porras barrenecHea (1897-1960)
se trasladó a Lima a principios del siglo XX. Estudió en el colegio San José de Cluny (1900-1905) y en el Sagrado Corazón (1906-1911). En l9l2 ingresó a la Universidad de San Marcos como amanuense de las facultades de Letras y de Ciencias Políticas y Administrativas. Editó las revistas Ni más ni menos (1913) y Alma Latina (1915). Su carrera política se inició al brindar su cooperación en la Reforma Universitaria y como miembro del Congreso Nacional de Estudiantes del Cuzco (1920). Porras llegó a