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La entrevista: Los maestros de Enseu
entrevista ¡los maestros de enseu!
Hoy es domingo, quince de noviembre. Estamos en el Baix Pallars, en casa Trementina, con Empar Carrillo y Josep Maria Ninot, dos botánicos reconocidos tanto a nivel nacional como internacional. Nos sentamos los cuatro, entre un almez y un olivo, y las palabras empiezan a fluir...
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¿Qué hacen dos botánicos como vosotros en Enseu?
Josep Maria: Hacía años que pensábamos en buscar una segunda residencia en el Pirineo. Es un lugar donde hemos trabajado frecuentemente, pero nunca nos habíamos fijado en ningún lugar en concreto. No conocíamos Enseu de nada, pero rápidamente observamos un gradiente que había en el precio de compra que era más caro cuanto más cerca estabas de las pistas de esquí. De manera que acabamos aquí en Enseu que no es exactamente Pirineo. Es Prepirineo. Empar: Enseu es muy bonito. Hay poca gente pero está cerca de Gerri de la Sal y tiene algunos valores añadidos: una fuente delante de casa, una acequia que riega los huertos, el barranco y mucha tranquilidad. ¿Cuantes cases hay en Enseu? Alguien que venga de fuera las contará y dirá que hay 8 o 9, pero uno de aquí dirá que hay cuatro, que son las casas tradicionales que tienen propiedades y que han existido durante el último medio siglo y son: casa Gaspar y casa Vilesa, que forman el barrio de abajo, por que aunque el pueblo sea tan pequeño tiene dos barrios. En el barrio superior hay casa Trementina, que es la que compramos nosotros y casa Marta. También hay un par más que son casas que se han construido para venir a pasar los fines de semana. Son casas que antiguamente eran corrales o estaban en ruinas, como casa Pessigo, una casa antigua y abandonada, o casa de Francesc que antes era casa Marta pero les cayó una gran piedra de una “llau” de aquí atrás que les partió la casa. Entonces los de Marta se mudaron y la casa vieja que tenían, en malas condiciones, la vendieron. ¿Qué es una llau? Una llau es un barranco pequeño que normalmente no lleva agua, solo cuando llueve mucho, y que tiene algún tramo muy vertical. Es un nombre que es oye bastante, por esta zona, Hacia Boumort y Tremp. Yo diría que es propio del Pallars Jussà y la parte baja del Sobirà.
Estos olivos que hay aquí mismo, ¿qué indican?
Aunque estemos muy cerca del Pirineo, aquí las condiciones aun son muy mediterráneas; con veranos cálidos y secos. Además aquí estamos muy reparados, de manera que podemos encontrar olivo, encina, viña. Muchos topónimos hacen referencia: la Vinya, el Vinyal, el turó de la Vinya... El olivo aguanta bastante el frío en invierno, mientras no baje muchas horas por debajo de diez o doce grados negativos. En todas estas vertientes del Baix Pallars se encuentran cultivadas. Iban a moler el aceite, según nos comentó la dueña de la casa, al molino de Pujol, ¡A unes cuantas horas de camino de aquí! Es interesante ver este contraste de como se hacían antes las cosas y como se hacen ahora. No tan solo en los Pirineos si no en general en el medio rural. Yo soy de un pueblo del Baix Camp y allí recuerdo muchas cosas de la infancia que también se hacían así. Cuando preguntas si había un molino aquí, la dueña contestaba: “Sí, había uno
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en Pujol. Iba mi marido, ¡Con el burro!” Haciendo cálculos: el burrito llevaría 40 o 50 kilos de olivas como mucho, iba allí, molía las olivas y volvía con la jarra del aceite correspondiente. Antes se contaban las cosas de otra forma.
¿Vosotros de donde sois?
Yo soy del Baix Camp, cerca de Reus, de un pueblo que se llama Castellvell del Camp, de una casa llamada cal Gaspar. Allí usan “cal”. Yo soy de Barcelona. Empecé viviendo en la Ribera, a tocar de la estación de Francia. Después cuando nos casamos, fuimos a vivir a Vallirana, o sea que he vivido más tiempo fuera de Barcelona, aunque trabajo allí. Mis abuelos también eran de fuera: mi madre también, había nacido en el Bages, pero sus padres venían de Alicante. Así que soy trasplantada, pero nacida en Barcelona. I tu Pep ¿Cuando sales del pueblo? Mi padre era maestro y desde pequeños ya nos trasladamos a Barcelona. Supongo que por que quería que los chicos tuvieran la oportunidad de estudiar en la universidad y, como pudimos, nos fuimos a Barcelona. Aunque seguimos muy vinculados al pueblo. ¿Sois muchos de familia? La mía es muy pequeña, yo soy hija única. En cambio, en casa éramos seis, cuatro niños y dos niñas.
¿Podéis explicarnos algunas cosas de la adolescencia?
A un niño no le gusta estar solo en un piso. Es muy aburrido. Pero a mi padre siempre le había gustado mucho la montaña, el Pirineo. Íbamos de vacaciones al refugio de l’Espitau de Vielha, al lado sur del túnel, quince días cada año. Desde pequeña también fuimos a Vallirana, donde vivían unos tíos y que es precisamente donde vivimos ahora. También al pueblo de mi madre... Cuando a un niño lo dejas ir fuera, a correr y a jugar con las piedras y el río... esto marca mucho. Después siempre vas persiguiendo lo mismo. I tu Pep, ¿no querías ser futbolis ta? No, no mucho. ¿Nunca he sido un gran deportista! Nosotros aunque estudiábamos y vivíamos en Barcelona, como las vacaciones de los estudiantes eran largas, íbamos al campo. Allí hacíamos lo que convenía: a recoger avellanas, olivas, vendimiar... ¡y también nuestras travesuras! ¿Qué os lleva estudiar biología? Sí. Cuando nosotros estudiamos, a no ser que tuvieras una vocación muy clara de médico o de ingeniero, no había muchas opciones: química, biología y tres o cuatro más. A mí siempre me había gustado el campo y la naturaleza, y en principio pensaba compaginar la agricultura con la vida profesional. Quizás hubiera sido mejor estudiar ingeniería agrónoma pero entonces solo se estudiaba en pocos sitios y me dio un poco de pereza irme de Barcelona, donde también estudiaba música. Así empecé biología. Nunca me había planteado hacer ciencias puras, me interesaba más alguna cosa más aplicada, pero después la biología me gustó mucho.
¿Qué profesores de los que tuvisteis destacaríais?
Había profesores que después, en el campo de la botánica, han sido muy importantes, como el Dr. Bolòs, el Dr. Llimona o el Dr. Vigo, pero también otros que quizás después no han destacado tanto en el campo científico pero que eran grandes profesores y grandes comunicadores, por ejemplo Ramon Folch. Nos dio clase de jóvenes y hay que reconocer que te enganchaba. Como profesor era muy bueno. ¡Había todos los peces gordos de la biología! Ramon Margalef, el Dr. Prevosti y algunos profesores jóvenes que animaban mucho, como la Dra. Durfort que en esa época era muy joven y explicaba muy bien.
Hablando de Ramon Margalef, ¿qué significó para vosotros?
La verdad es que como profesor no era tan singular. De entrada no tenía grandes dotes pedagógicas: hablaba relativamente bajo, de cosas que eran complejas y no se entendían fácilmente y era un profesor que solo tenías en teoría. Aunque, en un momento en que la bibliografía que tenías para estudiar era muy escasa, él ya había escrito un libro, Ecología, que se ha mantenido como una obra capital y que estaba y sigue estando muy bien.
¿Cual fue su aportación a la ciencia?
Es curioso que Margalef fue un hombre que comenzó como aficionado. Empezó a estudiar ya mayor, mientras trabajaba de contable. Entonces la ecología era una cosa que prácticamente no existía y él comenzó a realizar estudios sobre
el plancton, hasta que llegó a ser el primer catedrático de ecología de España. Él supo mirar las cosas de la naturaleza desde muchos ángulos diferentes, pero sin perder nunca la visión del naturalista: seguía diciendo que el ADN fuera de un organismo no tenía ningún sentido, y dándole vueltas a temas como el porqué de aquellas estructuras que las moscas tenían en las alas. Iba desde las teorías más incomprensibles, que nadie podía seguir, hasta las cosas más simples. La curiosidad que tenía era siempre inmensa.
El Dr. Bolòs seguramente sea otro referente.
El caso de Bolòs es absolutamente diferente. Él desde antes de nacer, como quien dice, ya era botánico. Tenía antepasados botánicos y estaba predestinado. Siempre decía que la botánica la aprendió antes de licenciarse, en su casa, con su padre. Hizo un trabajo basado en la constancia, de hormiga que va construyendo poco a poco. Se podría pensar que simplemente ha sido un trabajo constante sin un gran mérito intelectual ¡pero no! Todo lo que el construyó aún se aguanta. Sus esquemas teóricos tenían mucha solidez.
Dentro del territorio catalán, los Pirineos, a pesar de estar lejos de los centros de investigación, han sido bastante explorados y conocidos...
Ahora parece que son bastante conocidos, aunque siempre aparecen cosas nuevas. Pero ésta es la gracia de la botánica. Sí, como mínimo, en los Pirineos ibéricos hay muchos trabajos publicados. Bien, el nivel de conocimientos siempre es relativo, respecto a otros territorios cercanos. Cuando nosotros estudiábamos, Bolòs tenía la impresión de que el Pirineo ya era bastante conocido. Era la parte de Catalunya don tradicionalmente habían trabajado sus antepasados. Entonces parecía que la urgencia era el mediterráneo, donde trabajaron la gente que nos precedió a nosotros, Folch, Masalles... También hay que tener en cuenta que los Pirineos tienen más interés botánico, por que al ser un área montañosa hay grandes contrastes de bioclima, de tipos de substrato, y por tanto hay más densidad de cambios que en la región más mediterránea, que además en Catalunya se encuentra más alterada, más cultivada, cortada...
¿Como habéis visto la evolución de los Pirineos durante todos estos años que los habéis estado estudiando?
Cuando ves un lugar frecuentemente, pasa igual como con las persones que no te das cuenta si crecen, si envejecen… aparentemente siempre están igual. Pero cuando miras atrás te das cuenta que realmente sí que ha habido cambios: La disminución de los pastos, que viene más gente de la ciudad, más turismo, estas segundas residencias nuevas que se han hecho, todo el turismo del río que tampoco había... Se han ido perdiendo las actividades tradicionales a favor de estas nuevas formas de vida. En territorios que quizás tienen un nivel de vida más alto que el nuestro, como en los Alpes, una de las cosas que sorprende es que sigues viendo viñas en unas pendientes tan pronunciadas que han de sacar la uva manualmente. Esto tiene que salir muy caro, pero en cambio no abandonan esta actividad y la gente sigue viviendo en pueblos pequeños y muy alejados. Debe haber alguna compensación que en nuestro país no hemos sabido dar a la gente de la montaña.
¿Creéis que es posible que la agricultura y ganadería de montaña vuelva a crecer un poco?
No lo sé. Supongo que sí. Si hubiera más interés en que el país recuperara un mínimo de gente y que no solo dependiera de las actividades agrarias. Si los pueblos del valle fueran un poco más grandes y hubiera más subvenciones y ayudas... Quizás falla la estructura geográfica. En otras áreas de montaña, en el lado francés del Pirineo o en los Alpes, el paisaje no está tan “miniaturizado”. Hay pueblos muy alejados pero siempre tienen cerca un pueblo grande. Mucha gente trabaja en otras ocupaciones pero conservan el campo de su padre, y siguen sacando la uva por que siem-
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pre lo han hecho así. Esta estructura, salvando las distancias, se mantiene también un poco en el Baix Camp. Bastante gente que ya no trabaja en la agricultura como fuente principal de ingresos, siguen manteniendo estos usos. Pero aquí creo que es más difícil por falta de de gente: hay un pueblo como Enseu, donde tierras honestamente cultivables quizás solo hay una hectárea y media; el siguiente es Baen que está a dos kilómetros; y el otro es Bresca que está a cuatro... Todos son por un estilo y el pueblo grande que tienen más cerca es la Pobla o Sort, que tampoco son muy grandes. Gente nueva ya va viniendo pero se ha perdido la transmisión. Hay algunas iniciativas, como la del “planter de Gerri”, que intentan recuperar semillas antiguas para que la gente las vuelva a plantar. Algunos de los que colaboran son gente que laboralmente ya nunca han trabajado en el campo, pero sus padres aún si y conservan aquella raza de judías o de tomates.
Sobre estas variedades de patatas, tomates, judías o uvas que se plantan en la montaña... ¿Que cosas sabéis?
Seguramente es factible recuperar esta agricultura si se busca la calidad, una cosa especial, enfrente de la cantidad. Solo hace falta mirar como lo han hecho en el Priorat. Dependerá del valor añadido del producto. Allí no hacen un vino vulgar, tiene que ser un vino con un sabor especial. Sí, el vino, las judías del ganxet, los guisantes del Maresme... Para mí el problema está en encontrar el equilibrio: cuanto cuesta la producción, los servicios y ayudas que necesitas, como se puede rentabilizar. No es un tema fácil, pero si hubiera alguien con voluntad de hacer alguna cosa... Alguien tendría que preocuparse para que la gente de los pueblos tenga los servicios adecuados.
¿Para qué sirve saber que una especie de flora se encuen
tra en un determinado punto de los Pirineos? Es ciencia pura, es conocimiento del patrimonio. Si no se conoce el medio no se puede actuar correctamente, se sufre el riesgo de que se pierdan cosas, que ni tan solo se conocían. La ciencia quiere saber, descubrir. El porqué es el segundo paso; quizás un día se encuentre, o no. No hace falta que haya un rendimiento directo, ni esperar que las flores sean útiles para algo. El saber nos transmite toda una serie de conocimientos de la historia de la biología.
Una de las plantas estrella de los Pirineos es la edelweis, pero quizás podrían haber otras más famosas. La flor de nieve, en cambio, todo el mundo la conoce.
¿Por qué llama tanto la atención? De hecho es una flor que no es muy bonita, estéticamente hablando, pero tiene una forma muy especial, no hay muchas plantas parecidas, ni aquí ni en los Alpes; sí que hay en las montañas asiáticas, donde hay muchas del mismo género. Entonces el botánico, que combina este conocimiento con la paleo ecología (que clima hacía a lo largo del Cuaternario), descubre que las plantas no están siempre en el mismo lugar: se han ido moviendo poco a poco. La flor de nieve muy presumiblemente vino de las montañas asiáticas en una época en que en Europa había un clima mucho más frío que ahora y por tanto estas plantas vivían a baja altitud. Después cuando el clima se volvió más cálido, se extinguió de gran parte de Europa, pero en cambio quedó en los Pirineos, subiendo en altitud. Es un proceso que las plantas han hecho varias veces a lo largo del Cuaternario. Ha habido diferentes periodos fríos y cálidos que con cierta rapidez, unos cuantos miles de años, han provocado unos cambios de paisaje importantes. Ahora estamos en un cambio climático... ¡Qué noticia! Durante todo el Cuaternario ha habido cambios. Lo que pasa es que el de ahora es bastante rápido, quizás más rápido del que algunas plantas podrán seguir. Entonces ahora casi cualquier estudio científico sobre biología ambiental (de botánica o zoología) lleva el epíteto del cambio climático. En parte es una moda científica pero, aunque las consecuencias ecológicas puedan ser moderadas, las consecuencias sociales van a ser inmensas. Nunca ha habido un cambio climático como el que ahora tenemos con tanta población humana y tan bien establecida como está ahora. Cualquier cosa que se investiga ahora, en conexión con el cambio climático, interesa mucho desde este punto de vista social.
¿Qué opináis sobre que la gente vaya al bosque a recoger setas?
Desde una visión más urbana te diría que ¡la montaña es de todos! Es para disfrutarla y todo el mundo tiene derecho. Pero sabemos que esto no es así. A los propietarios es normal que no les guste mucho tener por allí a montones de gente dando vueltas, buscando setas y revolviéndolo todo. En parte por que si hay algún beneficio ellos quieren participar y en parte por que, si los visitantes no son muy cuidadosos, lo dejan todo hecho un desastre. Está bien que la gente pueda salir, pero el problema es que somos muchos. Antes los que iban a buscar setas eran unos pocos que lo habían hecho desde niños por que eran del pueblo, o alguien se lo había enseñado.
¿Creéis que programes como “Caçadors de bolets” ayudan a mejorar la gestión de nuestros bosques?
Es una pregunta comprometida. Por un lado está bien que ayuden a conocer el mundo de las setas que antes solo
conocían los que tenían línea directa con la cultura tradicional. Por otro lado, el poder de amplificación de un medio como la televisión promueve que vaya al campo mucha gente ¡Solo que salga un pequeño porcentaje de los espectadores ya son muchos! Hay compañeros de nuestro entorno que no lo ven muy bien.
Y estos bosques, ¿Para qué han de servir? ¿Para recoger setas? ¿Para talar madera? ¿Hace falta una nueva gestión
forestal? Quizás han de ser reservorios de carbono. Tenemos un país muy accidentado y los árboles tampoco tienen buena productividad. Sacar la madera es difícil. Por esta razón no es tan descabellado dejar una capa que proteja el terreno de la erosión. De hecho, todos estos bosques de aquí delante, de Enseu y Baen, están reforestados. Es un bosque relativamente nuevo. Dejarlo para evitar la erosión y como fijador de carbono, como un pulmón verde, no es tan mala opción.
¿Qué pensáis del aprovechamiento de la biomasa de estos bosques?
Es un tema del que se habla mucho pero no sé si alguien ha hecho un buen cálculo energético de este aprovechamiento. Yo calculo que el coste de personal y maquinaria consumiría más energía que la que produciríamos con la biomasa. No lo tengo muy claro.
El consell comarcal del Pallars Sobirà pidió y se le concedió una subvención, por parte del Parque Nacional, para instalar una caldera de biomasa forestal en el ecoparque de Sort...
¡Ah, así sí! Con subvenciones sí que se puede hacer lo que sea. También se puede usar la biomasa resultante como subproducto de la explotación forestal. Pero ir a sacar estos pequeños pinos que hay por aquí, que no sirven como madera, para aprovecharlos como biomasa no sé si tiene mucho interés. Todos estos bosques los plantaron en los años cincuenta y sesenta, para proteger las vertientes, aunque también había una visión productivista y se pensaba sacar algún rendimiento al cabo de unos años. Lo que no calcularon entonces es que ahora valdría más la mano de obra que el valor la madera que se podría sacar. Pero ésta no es razón para poder decir alegremente: ¡dejémoslo! Por que ahora lo que tenemos son unos bosques repoblados que tienen un futuro dudoso, Tanto estéticamente como desde el punto de vista productivo, ya que los árboles están compitiendo todos entre si. Se tendría que sacar a tres de cada cuatro y, de aquí un tiempo, sacar unos cuantos más. Así los que quedarían serian más gordos.
Como dicen por aquí, “acabará quemando todo ya que el bosque está sucio”...
Pero el bosque no quemará por que esté sucio. El problema está en que si, por la razón que sea, algún día prende, la continuidad de la masa forestal hará difícil de controlar un incendio, pero no por que esté sucio o limpio. Antes el paisaje estaba más compartimentado, con campos y bosques, y ahora, como la gente se ha ido ¡todo es bosque! Este es el problema y no que haya más o menos sotobosque. A gran escala, los grandes incendios no dependen del sotobosque, si no de la estructura del paisaje.
¿Cual tiene que ser el papel del Parque en el futuro de estos Pirineos?
El Parque Nacional se creó ya hace muchos años y vale la pena, ahora que hace bastante tiempo que no hay intervención directa, de seguir este camino. Es una muestra de un territorio que quiere mantener sin que haya demasiada intervención humana. Y el papel fundamental es la conservación. También se tiene que hacer divulgación: Mostrar a la gente unos sistemas naturales sin intervención humana. Lo que pasa es que este Parque, como otros muchos, se creó por casualidad. Era un lugar que, desde el punto de vista paisajístico, era muy singular y bastante remoto, y esto, a parte de otras consideraciones sociales y políticas, provocó la declaración del Parque. No es verdad que no haya huella humana: las zonas pastorales del piso subalpino fueron creadas por el hombre y aún sigue habiendo ganadería… Pero independientemente de esto, el paisaje no ha cambiado mucho. Comparando imágenes de los vuelos de los años cincuenta, el Parque de Aigüestortes y los lugares de alta montaña no han cambiado mucho. Incluso en las zonas abiertas por la explotación ganadera la dinámica de recuperación forestal es muy lenta. Realmente es un paisaje, visto en foto aérea, muy estático.
Desde la Universidad habéis promovido estudios de los neveros... ¿Por qué?
Últimamente, parece están reduciéndose. Como mínimo lo que antes llamábamos neveros permanentes donde se acumulaba tanta nieve que no llegaba a fundirse nunca. Debajo de la nieve solo hay roca, pero a veces se puede acumular un poco de tierra fina y allí viven unas plantas muy especiales que tienen en los Pirineos el límite de distribución de su área geográfica. Son especies que llegaron aquí en momentos de clima más frío y ahora han quedado limitadas
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a estos ambientes. Si el clima sigue calentándose no tienen escapatoria por que no pueden subir más arriba, por que no hay tierra, y hacia abajo hace demasiado calor. Desde este punto de vista los neveros son un refugio de especies ártico-alpinas muy interesantes.
Una curiosidad sobre el pino negro: ¿Es un sufridor, que no quiere competir con nadie? Y se va sacrificando...
Sí, un poco es así. Un sufridor ¡y muy resistente! Un conquistador, un pionero… ¡un luchador contra los elementos! En los Pirineos prácticamente es el único árbol del piso subalpino y forma bosques, tanto en solanas como en umbrías, en calcáreo como en silíceo. En cambio en los Alpes, en el subalpino no tiene tanto protagonismo. Hay otros árboles que compiten mejor, como el pino cembra o el laricio, y al pino negro solo lo encontramos en ambientes muy desfavorables, como por ejemplo alrededor de una turbera o en un lugar rocoso y muy malo. O sea que sí que tiene este papel.
¿Cual es el pino negro más alto que habéis visto nunca?
Jordi Carreras dice que ha visto uno por encima de los 2.700 metros de altitud. En Andorra, subiendo al Comapedrosa y hacia el pico de Sanfonts encontramos también unos cuantos muy arriba... Pero no eran árboles, eran individuos pequeños, aunque tampoco sabemos su edad ni tampoco si se han podido instalar hace pocos años... En el macizo del Néouvielle, el bosque llega un poco más arriba que aquí, casi hasta los 2.600 metros. Probablemente allí haya pinos dispersos hasta una un poco más arriba que aquí. Lo que quizás tendríamos que establecer primero es lo que consideramos un árbol: sin duda que la especie puede llegar más arriba de 2.700 metros pero solo lo podemos considerar un árbol a partir de 2 metros de alto. Con este tamaño sobresaldrá de la nieve en invierno i empieza a propiciar un microclima forestal. Por esta razón los que estudian el límite del bosque hablan del límite de 2 metros.
Por qué hay haya en Aigüestortes y no en Sant Maurici?
Teóricamente es por el tipo de clima. Sant Maurici es más continental que la ribera de Caldes. Pero además, la Ribagorça tiene más proximidad con las grandes masas de haya más atlánticas y ha sido más fácil que hayan llegado. En principio al haya el clima continental, con alguna primavera muy fría, no le gusta. Es una especie que en los últimos 3.000 o 4.000 años ha tenido una expansión bastante rápida y aún está avanzando en el Pirineo. Por eso esta explicación más climática no es una explicación exacta. Podría ser que Sant Maurici tenga un clima más continental que Aigüestortes pero también podría ser una cuestión dinámica: que allí ha tenido tiempo de llegar y aquí aún no.
¿Qué representa la educación para vosotros? ¿Es necesario para un científico el contacte con los alumnos?
Como decíamos antes, no te das cuenta de un año al otro, pero sí cuando miras atrás- Cuando yo era un joven profesor los alumnos eran chicos y chicas como yo, que entonces tenía 30 años. Después eran como nuestros hijos y ahora los ves realmente muy pequeños. Muchas veces te preguntas cual es el valor de la enseñanza hoy, cuando puedes obtener la información de tantos lugares. Cuando nosotros estudiábamos la única manera en que un alumno podía aprender alguna cosa era escuchando al profesor, por que había poca bibliografía y era poco asequible. Me parece que lo que sigue teniendo valor es el contacto directo con el profesor, aprender a pensar y a razonar las cosas. Que un alumno se aprenda el nombre de esta planta o de una función metabólica, es importante pero no es lo fundamental; es más importante la manera de adquirir este conocimiento y como utilizarlo.
¿Qué Pirineos tendremos o os gustaría tener de aquí 100 años?
Normalmente el paisaje que alguien ama está relacionado con su infancia o juventud. Por esto muchas veces la sociedad pretende recuperar aquellos paisajes de hace 30 o 40 años. A mi me gustaría un Pirineo más o menos como el que ahora tenemos, con un poco más de ovejas y pastores, y un país con una poco menos de fábricas y humos. En los Pirineos, de fábricas y humos precisamente no hay. Quizás es una de las cosas que faltan... ¡no los humos, eh! pero sí una cierta industrialización, una diversificación de los lugares de trabajo. Hay muchos oficios, sobre todo cualificados, que aquí arriba tienen muy poca salida. Si hubiera más gente, habría más posibilidades, más alternativas. A mi me gustaría el Pirineo con un poco más de vida de la que hay ahora. Querer conservar la identidad tiene un peligro, que es hacer de los Pirineos un museo. Que digamos que no se toque nada, que lo queremos conservar con el pastor con las ovejas como antes... Y el pastor con las ovejas es duro, eh! ¡No podemos tener los Pirineos como un museo!
El tiempo de la charla ha pasado volando, como un grupo de palomas que huyen del halcón. La historia de nuestras tierras pirenaicas nos tiene también acostumbrados a estas huidas a velocidades vertiginosas, a veces adelante, a veces atrás. Los bosques, con sus animales y plantas, serán más o menos conocidos, protegidos o conservados. Ahora bien, los Pirineos continuaran avanzando hacia el destino que los pirenaicos quieran conseguir. Mientras tanto, Enseu se prepara para hibernar un año más de un siglo más...