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Conozcamos el Parque - El avellano - La ardilla

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Noticiario

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flora ¡año de avellanas, año de preñadas! (refrán pirenaico)

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El avellano (Corylus avellana) es un arbusto grande, que puede llegar hasta los cinco o seis metros de alto. Mucha gente diría que el avellano es un árbol pero, desde el punto de vista botánico, hay que considerarlo como un arbusto ya que no llega a tener un tronco principal único y desde el suelo salen diferentes vástagos. Las hojas del avellano son más o menos redondeadas y con forma de corazón, acabadas en una punta pronunciada. El margen es muy irregular, recortado y doblemente dentado, con unos dientes grandes que a su vez se encuentran recortados por unos dientes más pequeños. Cuando las tocamos, poseen un tacto un poco áspero o aterciopelado. Dentro del mismo individuo se encuentran las flores masculinas y femeninas, separadas entre si, que aparecen a principios de la primavera. Las flores son muy pequeñas, pero en el caso de la flor masculina se agrupan en un número muy elevado, formando unas inflorescencias péndulas, bastante vistosas, llamadas amentos. Las flores femeninas son mucho menos abundantes y pasan desapercibidas si no nos fijamos un poco: si buscamos cerca del extremo de las ramas, podemos encontrar unas escamas de color marrón de donde sobresalen unos pequeños pelos de color púrpura que son los estigmas de las flores femeninas. Aquí aparecerán, en otoño, las avellanas. De manera natural, el avellano es una especie propia del piso montano más o menos húmedo. Vive comúnmente cerca de cursos de agua, en el fondo del valle. Ligado a estos ambientes frescos y húmedos puede descender un poco en el llano. El avellano cultivado para obtener frutos no tiene nada que ver con este tipo de vegetación. Las razas cultivadas suelen ser más resistentes a la sequía y frecuentemente se injertan sobre vástagos de otras especies de avellano, entre ellas el avellano turco ( Corylus colurna ) que sí que tiene un verdadero tronco y al que ya podemos considerar un árbol. El avellano autóctono, aunque crece habitualmente cerca de los pueblos y en los márgenes de los caminos, no ha sido nunca cultivado en los Pirineos, quizás por la poca productividad de las especies silvestres. Solamente se recolectan los frutos (y más bien poco) en la época favorable. La utilidad más reconocida del avellano en las comarcas pirenaicas está más relacionada con la dureza y flexibilidad de su madera. Esta cualidad permite que las ramas de avellano, largas, delgadas y rectas, se usen para fabricar bastones y varas. Las ramas más delgadas también son utilizadas, como el mimbre, en la fabricación de cestos. El “totxo” o “toig” (como se llama en la Ribagorza) o el “barró” (una palabra más pallaresa) es el bastón largo tradicionalmente usado por pastores y gente que camina por el monte y que tiene que llegar, como mínimo, a la altura de los hombros. Los vaqueros suelen usarlo más largo ya que lo utilizan también para azuzar al ganado. Los pastores de ovejas le colocan un gancho de hierro en la punta que sirve para atrapar al ganado por las patas. La sabiduría popular dice que la luna menguante de noviembre es la mejor época para cortar las ramas de avellano seleccionadas para hacer bastones. Luego hay que dejarlas fuertemente atadas todas juntas, para que no se doblen, durante tres o cuatro meses como mínimo. Los frutos sí que son muy apreciados por numerosas especies de animales. Buscando un poco alrededor de los avellanos, fácilmente encontraremos cáscaras de avellanas comidas por algún roedor o fijadas en la corteza de un pino cercano, partidas por el pico picapinos. La ardilla también consume muchas avellanas, y además tiene la costumbre de almacenarlas en lugares escondidos para poder tener comida después, en pleno invierno.

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fauna la ardilla

¿Quién no ha visto una ardilla? Aunque sea fuera del Parque Nacional, probablemente nos costará encontrar a alguna persona que no haya visto alguna vez este simpático animal. A pesar de su comportamiento nervioso, inquieto y agradable de ver, no deja de ser un roedor, es decir, con la misma o similar morfología interna que las ratas; si vemos su esqueleto y sobre todo, las mandíbulas nos daremos cuenta rápido. Hay que pensar que la alóctona marmota es su pariente más próximo y pertenece a la misma familia, la de los esciúridos. Hay un rasgo muy diferencial de la ardilla ( Sciurus vulgaris) del resto de roedores: su vida arborícola sólo comparable con la de los lirones. Aunque podremos verla desplazándose muy rápido por el suelo, muchas veces transportando comida, su ciclo anual se completa casi siempre en los árboles ya que su alimentación, fundamentada con frutos secos y piñas de coníferas, la encuentra aquí. A pesar de eso también se alimenta, si bien de manera puntual, de restos de animales muertos. Para criar hace un nido redondo similar a los de los pájaros, con ramas, hojas y líquenes para el confort, también en el árbol. Como refugio nocturno y/o descanso diurno, también. Incluso puede llegar a hacer más de un nido y los ocupa de manera simultánea. A menudo aprovecha los agujeros de los troncos y, por lo tanto, el árbol siempre está presente a lo largo de su vida. Con respecto al color del pelo, no hay patrones comunes a las respectivas poblaciones, es decir, podemos encontrar ejemplares negros y de muy rojos en el mismo lugar, incluso ser hermanos. Pero la cola siempre es oscura y tiene un papel muy importante en la termorregulación del animal. La ardilla forma parte de la dieta de numerosos depredado

res como el azor, el águila real y, sobre todo, de la marta, donde en algunos lugares del centro y norte de Europa se especializa en su captura. Los restos de la alimentación -piñas comidas de manera característica o bien las cáscaras de las nueces o de las avellanas- se pueden diferenciar perfectamente de las abandonadas por otros consumidores de frutos como los ratones o los piquituertos. Por poco que paseemos por el Parque y si subimos a las cotas más altas del piso subalpino -al dominio del pino negro- donde la ardilla comparte hábitat con el urogallo encontraremos abundantes indicios, incluso durante los largos e inhóspitos inviernos. En estudios invernales de la comunidad de mamíferos presentes en este medio, la ardilla es la especie más abundante compartiendo este hábitat con escasos mamíferos como el rebeco, la marta entre pocos más. Finalmente mencionar que si bien su población en el Parque no está lo bastante cuantificada -se trata de una especie con metodologías concretas y específicas de censo- la ardilla es bastante abundante, ocupando todos los niveles forestales, desde los inferiores del piso montano -fresnedas, avellanedas y otros caducifolios con pino silvestre- hasta el ya mencionado dominio del pino negro. Su abundancia varía mucho en función del año (ciertas enfermedades y abundancia de comida) y hace que sea uno de los mamíferos más fluctuantes en cuanto al número de individuos se refiere. Recientemente se ha detectado un aumento poblacional a lo largo de su área de distribución y en el Parque.

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